Compartiendo las bendiciones
Élder Clifford E. Young
Ayudante del Consejo de los Doce Apóstoles
El viernes pasado, las Autoridades Generales se reunieron con los presidentes de misión que han estado sirviendo en este país y en Centroamérica. Fue una reunión inspiradora, y los que estuvieron allí expresaron su gratitud y aprecio por el privilegio de venir aquí a las oficinas centrales de la Iglesia y reunirse con sus hermanos, informar de sus labores, sentir el espíritu de testimonio tal como lo expresaron sus asociados y todos los que tuvieron el privilegio de hablar en la reunión que se celebró en el templo.
Luego hemos escuchado a nuestros hermanos que han ofrecido oraciones o han hablado, expresar su gratitud por el privilegio de estar presentes en esta conferencia. Nosotros mismos hemos participado de ese espíritu, agradecidos al Todopoderoso de que estemos aquí, de que podamos sentarnos bajo el sonido de la voz de los profetas de Dios y de las otras Autoridades Generales, al hablar ellos y al escuchar sus consejos y participar de su espíritu. Agradecemos este privilegio y bendición.
Ustedes, que nos están escuchando y que están viendo por televisión, también están agradecidos. Ayer, este último privilegio se extendió más ampliamente que nunca antes en la historia de la Iglesia, y sé que todos nos emocionamos cuando escuchamos al presidente McKay hablar de la extensión de estos servicios televisados y radiodifundidos.
Pero esto suscitó una pregunta en mi mente, como también lo hizo nuestra reunión con los presidentes de misión. Pensé en algunos de nuestros presidentes de misión allá en el viejo continente que están trabajando fielmente, dedicados a esta obra, dando de su tiempo y de sus recursos, fieles a su deber, y sin embargo no pudieron estar con nosotros.
Pensé también en los miles de Santos, en las islas del mar, y en el viejo continente, e incluso en este país, que no pueden participar del espíritu de estos servicios porque no pueden estar aquí o venir dentro del radio de alcance de la televisión o de la radio, y sin embargo están tan ansiosos como nosotros, y están tan dedicados como nosotros. El Señor no los olvidará. Él, a su manera, los bendecirá, y cuando ellos sepan de estos servicios; cuando lean los testimonios de estas reuniones, participarán del mismo espíritu, tal vez no con tanta intensidad como nosotros; pero el Señor los bendecirá, y ellos también compartirán con nosotros, porque Él no los dejará solos.
El élder Christiansen nos ha estado hablando de nuestras obligaciones hacia los que han partido, de las revelaciones del Señor de que el corazón de los hijos se volverá hacia los padres, y el corazón de los padres hacia los hijos, porque “de no ser así, toda la tierra sería enteramente asolada a su venida” (D. y C. 2:3). Al escuchar al élder Christiansen, nos hemos sentido impresionados por la magnitud de esta obra, y se nos ha dado una visión de las misericordias de nuestro Padre Celestial.
Al tener el privilegio de disfrutar las bendiciones de estar aquí y al tomar conciencia de las bendiciones y privilegios que vienen y vendrán a nosotros por medio de la Expiación, no podemos evitar ser conscientes y preocuparnos por los miles de hijos de Dios que, sin culpa alguna de su parte, no están tan bendecidos como nosotros.
Hace dos semanas estuve en el hogar de uno de nuestros hermanos donde hay una niñita que es deficiente, una pequeña que nunca tendrá la oportunidad en esta vida de cumplir los propósitos del Señor por los cuales fue colocada aquí, a menos que Dios intervenga con un milagro y sane su pequeño cuerpo y su mente. Su mente, aparentemente, debido a cierta presión física y no por culpa suya, ni por falta alguna de sus padres en hacer la voluntad del Señor, no puede captar las cosas que usted y yo podemos captar, y así pasará la vida en desventaja, no solo físicamente, sino también limitada en la expresión de sus facultades mentales. No es su espíritu el que está lesionado, sino su cuerpo, y el cuerpo es el medio de expresión del espíritu en esta vida; y cuando el cuerpo se lesiona, ya sea al nacer o antes o después, y como resultado el espíritu no puede expresar una vida normal aquí, entonces hablamos de tales personas como defectuosas y discapacitadas.
Y hay miles de tales personas en todas partes. Desearía que pudieran ir conmigo a nuestra escuela estatal de capacitación en el condado de Utah y ver los cientos de pequeños niños, hombres y mujeres que están así afligidos. Al observarlos, ha surgido en mi mente la pregunta: “¿Cuál es la respuesta a este problema de estos niños desamparados, de estas personas que no están tan bendecidas como nosotros?” Vuelvo siempre a la misma conclusión: así como aquellos que no están aquí también compartirán algún día las bendiciones de las que estamos disfrutando en estas reuniones, y así como los que no conocen la ley serán juzgados sin ley, de igual manera el Señor concederá a estos que no están privilegiados Sus bendiciones, de modo que nada se les negará si ha sido sin culpa alguna de su parte.
El Señor ha dicho que aquellos que viven sin ley serán juzgados sin ley (Moroni 8:22), y por la misma razón aquellos que no tienen el privilegio de disfrutar en esta vida las bendiciones que usted y yo tenemos, que somos mental y físicamente capaces y fuertes, ellos también recibirán finalmente bendiciones de nuestro Padre Celestial, y por medio de la Expiación de Jesucristo, las bendiciones que ahora se les niegan sin culpa de su parte no les serán negadas.
El profeta del Libro de Mormón nos ha dicho que la Expiación es una Expiación infinita (2 Nefi 9:7). Esto significa que no hay límite para sus bendiciones y privilegios, y estas bendiciones y privilegios se extenderán a todos los que no los han recibido en esta vida. Lo que estos afligidos pierdan en esta vida les será compensado en la vida venidera.
Y así, estoy agradecido con ustedes, mis hermanos y hermanas, por el evangelio del Señor Jesucristo. No es estrecho en su aplicación. Es ilimitado en sus privilegios y bendiciones para todos los hijos de Dios que quieran hacer lo recto una vez que comprendan. Para aquellos que son mentalmente deficientes, sin culpa alguna de su parte, algún día esas presiones serán levantadas. El poder sanador del Todopoderoso vendrá sobre sus cuerpos, así como vendrá sobre los nuestros, y como vino sobre el cuerpo del Salvador; y sus espíritus, que son descendencia de Dios, tendrán el privilegio de habitar cuerpos—sus propios cuerpos—que serán sanados y libres de presiones y aflicciones, de modo que no habrá límite a las posibilidades de sus espíritus, sus mentes y sus almas.
Ahora bien, estas son bendiciones que son nuestras. Forman parte del evangelio de Jesucristo, y así como el evangelio provee para aquellos que no tendrán el privilegio, y que no han tenido el privilegio, de oírlo en tiempos pasados, y que tal vez no lo tengan en el futuro, así como el evangelio será finalmente hecho posible para ellos mediante la gran obra vicaria, el sacrificio expiatorio de Jesucristo, así, por medio de esta Expiación infinita, llegarán bendiciones a aquellos que ahora son deficientes y de quienes se retienen bendiciones que usted y yo disfrutamos.
Que el Señor nos ayude a apreciar estas cosas. Para mí, esta es una de las grandes bendiciones del evangelio de Jesucristo. Es una de las grandes revelaciones que han llegado por medio del Profeta José, tal como las expresan los profetas en el Libro de Mormón. No comprendemos los procesos, como tampoco comprendemos los procesos en muchas otras cosas, pero eso no hace que el hecho sea falso. Es tan real y verdadero como muchas de las cosas que nos son evidentes hoy.
Que el Señor nos ayude a comprender estas cosas mejor que en el pasado, y que conceda consuelo a los cientos y miles de madres cuyos corazones sangran a causa de las deficiencias de sus hijos, deficiencias que han venido sin culpa de los padres ni del niño, es mi humilde oración en el nombre de Jesús. Amén.
























