Conferencia Genera de Abril 1958
Cristo: Nuestra Respuesta en Tiempos de Desafío

por el Presidente J. Reuben Clark, Jr.
Segundo Consejero en la Primera Presidencia
Mis hermanos, y como dice la frase en las Escrituras Sagradas, de Dan a Beerseba (Jueces 20:1), norte, sur, este y oeste:
Presidente McKay, puedo imaginar que en un futuro razonable llegaremos a transmitir, a través del mundo civilizado, una emisión en la que, mediante una organización de interpretación adecuada aquí en Salt Lake City, tal vez en este edificio, los franceses escuchen lo que decimos en francés, los alemanes en alemán, las personas de habla hispana en español, y así sucesivamente en toda la tierra.
Es un gran, un gran triunfo el que ya hemos alcanzado.
Tenía la intención de decir algo esta noche más a manera de sugerencia que otra cosa. Me gustaría recomendarles que lean la traducción del Profeta del capítulo 24 de Mateo (JS—M 1:1-55). No estoy actuando como profeta ni como vidente; solo les estoy pidiendo que lean ese capítulo.
Hemos escuchado durante esta conferencia ciertos pasajes de las escrituras que se han mencionado repetidamente. La llamada oración del Gran Sumo Sacerdote:
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
Hemos oído la declaración que hizo Pedro al Sanedrín en respuesta a su pregunta sobre quién hizo estas cosas:
“En el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis… porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos” (Hechos 4:10-12).
Hemos escuchado la escritura donde el Salvador le dijo a Tomás, en respuesta a su pregunta, que nadie podía ir al Padre sino a través de Él (Juan 14:4-6).
Y tengo en mente, y les leeré, lo que Alma le dijo a su hijo Shiblón:
“Y ahora bien, hijo mío, te he dicho esto para que aprendas sabiduría, para que aprendas de mí que no hay otro camino ni medio por el cual el hombre pueda ser salvo, sino en Cristo y por medio de él. He aquí, él es la vida y la luz del mundo. He aquí, él es la palabra de verdad y justicia” (Alma 38:9).
Luego quiero leerles o llamar su atención a aquellas declaraciones de Pablo donde compara la sabiduría de los hombres con la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:20), señalando cuán grande es la sabiduría de Dios y cuán insignificante es la sabiduría del hombre (1 Corintios 3:19).
Después quiero leerles del sermón que el Salvador pronunció a la multitud tras responder a los mensajeros de Juan, el sermón en el que rindió ese gran tributo a Juan, y volviéndose a la multitud, dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).
Cristo es el único por medio de quien, a través de sus enseñanzas, su obra, su sacrificio y su expiación, podemos alcanzar el destino divino que se ha declarado para nosotros.
Estamos viviendo tiempos peligrosos. Eso es una verdad trillada. El hombre ha descubierto y está intentando aprender cómo utilizar algunas de las grandes fuerzas que evidentemente estuvieron operativas en el momento de la creación del universo. No sabemos nada sobre ellas; jugamos con ellas como un niño juega con el extremo vivo de un cable de alta tensión. No sabemos cómo controlarlas ni qué harán.
Estamos igualmente desafiados en todos los ámbitos de la vida: económico, financiero, social, religioso, con nuevas teorías, nuevos problemas, nuevas soluciones. Vivimos en un laberinto de ideas y conceptos desconocidos e inexplorados.
No se desanimen. Recuerden lo que les he leído y a lo que les he referido. Cristo es nuestra respuesta. Cristo es nuestra salvación.
“No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Y recuerden, ustedes que pueden sentirse influenciados por los descubrimientos de la ciencia actual, que los descubrimientos científicos de mi tiempo han sido desechados y abandonados, y en la medida en que los descubrimientos actuales no estén en armonía con la verdad, también serán descartados.
“No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.
“Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Hermanos, mantengan la mirada fija en el rayo, la Palabra de Dios, y Él los bendecirá.
Que esa bendición llegue a todos nosotros, lo ruego humildemente, en el nombre de Jesucristo. Amén.
Palabras clave: Cristo, Salvación, Esperanza
Tema central: Cristo es el único camino para encontrar esperanza, guía y salvación en medio de los desafíos de la vida.
























