“Verdad y Revelación:
El Camino a Dios”
La Verdad y el Error
por el Presidente Brigham Young, 24 de abril de 1870
Volumen 13, discurso 40, páginas 334-336.
Estoy seguro de que, para los forasteros, una reunión como esta debe resultar muy novedosa. Podría decir a quienes han estado aquí hoy que nuestras reuniones se conducen de forma muy parecida a las reuniones de los presbiterianos, bautistas y metodistas en Inglaterra y en los Estados Unidos. Es cierto que nosotros prolongamos nuestros discursos más de lo que ellos usualmente hacen, y a veces hablan dos o tres personas; pero una reunión como la de hoy es algo novedoso incluso para mí. Podría decir casi que es igual a un teatro; pero aquí hay algo bueno, y yo no permitiría el mal en mi teatro. Si llegara a enterarme de alguna conducta impropia allí, ya sea en miradas, palabras o acciones, aquellos culpables de ello tendrían que abandonar ese escenario. No permitiría que permanecieran allí.
Quiero decirles a mis amigos que creemos en todo lo que es bueno. Si pueden encontrar una verdad en el cielo, en la tierra o en el infierno, esa verdad pertenece a nuestra doctrina. La creemos; es nuestra; la reclamamos. ¿Está bien eso? Si encuentran un error aquí, les pido que lo dejen, que lo pasen por alto, que lo ignoren; no lo incluyan en su fe, no lo practiquen en sus vidas. Digo a todos, a mis hermanos y hermanas y a los forasteros, si enseñamos algo que sea bueno, reciban eso, se los ruego. Si hay algo bueno en nuestra doctrina, créanlo y abrácenlo, les hará bien. Si tenemos errores, no los abracen. He estado intentando, por casi cuarenta años, enseñar a la gente cómo ser salvos. Siempre he hecho esta propuesta a todo hombre con quien he conversado sobre el tema de la verdad y el error: “Si tengo errores, los doy—diez errores por una verdad. ¿Quieres intercambiar?”
¡No abracen el error! Cristianos, escudriñen las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, porque en ellas pensáis que tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de la doctrina que predicamos; y si logramos que crean lo que está escrito allí sobre Dios el Padre y Jesús el Mediador, y que obedezcan lo que allí se requiere de los hijos de los hombres, no pedimos más.
Aquí está el Libro de Mormón. Creemos que contiene la historia de los aborígenes de nuestro continente, así como el Antiguo Testamento contiene la historia de la nación judía. En ese libro aprendemos que Jesús visitó este continente, entregó su Evangelio y ordenó a Doce Apóstoles. Creemos todo esto, pero no les pedimos que lo crean. Lo que sí pedimos es que crean lo que está registrado en la Santa Biblia acerca de Dios y sus revelaciones a los hijos de los hombres. Hagan esto con toda honestidad y sinceridad, entonces sabrán que el Libro de Mormón es verdadero. Sus mentes se abrirán y sabrán, mediante las visiones del Espíritu de Dios, que enseñamos la verdad. Por esto somos perseguidos; por esto hemos sido expulsados; por esto hemos dejado nuestros hogares y todo muchas veces; por esto vinimos a estas montañas, comparativamente desnudos y descalzos, y aquí pueden ver lo que hemos hecho. Y ahora están buscando nuevamente disolver a este pueblo. Dios se burlará de ellos. (Amén, desde la congregación.)
Ahora bien, digo honestamente: si los habitantes de la tierra leyeran este libro llamado el Antiguo y el Nuevo Testamento (aunque contiene palabras de Dios y palabras de hombres; palabras de Jesús y palabras del diablo), y creyeran la verdad que allí se encuentra, tal como está retratada y escrita y dada a nosotros sin ninguna nueva traducción, les sería de beneficio tanto en esta vida como en la eternidad. La Biblia, o parte de ella, fue retraducida por José Smith. Muchos pasajes preciosos fueron quitados por hombres en tiempos pasados. Pero créanla tal como está y seremos uno—si la practicamos. Quiero añadir eso. Pero si creemos la verdad, la practicaremos. Podemos decir que la creemos, pero no practicarla. Pero esto no es prueba para Dios, ni para los ángeles, ni entre nosotros mismos. “Por sus frutos los conoceréis,” es un dicho escritural, y es tan verdadero ahora como cuando fue pronunciado.
Tengo un pequeño pasaje que, si tuviera tiempo, me gustaría leer, que retrata nuestros sentimientos hacia los habitantes de la tierra. Se llama la “Visión”, una visión que José Smith y Sidney Rigdon tuvieron mientras traducían el Nuevo Testamento. Me gustaría leerla porque representa nuestra fe. Pero también creemos en la Biblia. ¿Y ustedes, mis amigos? ¡Ojalá que sí! Soy como Moisés cuando un mensajero vino a él diciendo: “El pueblo está profetizando en sus tiendas.” Moisés respondió: ¿Y qué con eso? ¡Ojalá que todo el pueblo del Señor fuese profeta! ¡Ojalá que todos tuvieran revelación! Cuando reciben revelación del cielo, la historia se cuenta sola; saben por sí mismos.
Ahora, mis amigos, hermanos y hermanas, damas y caballeros, ¿cómo saben algo? ¿Pueden ser engañados por la vista? Sí pueden; ya lo han comprobado; todos saben que hay hombres que pueden engañar a la vista, no importa cuán atentamente observen sus movimientos. ¿Pueden ser engañados por el oído? Sí; pueden oír sonidos pero no entender su significado ni de dónde provienen. ¿Pueden ser engañados por el tacto? También pueden. El sistema nervioso no detecta todo. ¿Qué lo hará entonces? Las revelaciones del Señor Jesucristo, el espíritu de verdad, lo detectará todo, y permitirá a todos los que lo posean entender la verdad del error, la luz de las tinieblas, las cosas de Dios de las que no son de Dios. Es la única cosa que nos permitirá entender el Evangelio del Hijo de Dios, la voluntad de Dios, y cómo podemos ser salvos. Síganlo, y los conducirá a Dios, la fuente de luz, donde se abrirá la puerta y la mente será iluminada de modo que veremos, sabremos y entenderemos las cosas tal como son.
Dios los bendiga, y nos ayude a todos a hacer lo que Él requiere de nosotros. Amén.

























