Dios y el Hombre
Oscar W. McConkie, hijo
Es una obra profundamente doctrinal que busca explicar la relación eterna entre Dios y la humanidad desde una perspectiva restauracionista, centrada en las enseñanzas del Evangelio de Jesucristo según la doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
McConkie presenta una exposición clara, directa y enérgica de verdades fundamentales como la preexistencia, la caída, la expiación, la resurrección, y el plan de salvación. Utiliza abundantemente las Escrituras modernas (especialmente Doctrina y Convenios y el Libro de Mormón), reforzando la idea de que el Evangelio no es una invención humana, sino una restauración del conocimiento divino perdido.
Uno de los puntos fuertes del libro es su enfoque en la identidad divina del hombre, como hijo literal de Dios, lo que otorga a la vida un propósito eterno. El autor argumenta que comprender esta relación cambia completamente la manera en que el hombre ve su vida, sus decisiones, su sufrimiento y su destino eterno.
McConkie también escribe con un tono apologético en varios capítulos, defendiendo doctrinas restauradas frente a creencias tradicionales cristianas, como la idea de la trinidad incorpórea, el infierno eterno o la predestinación absoluta.
Uno de los aspectos más esperanzadores del libro es su énfasis en que el hombre no es una criatura caída sin valor, sino un ser eterno con potencial divino.
Aunque el libro se llama Dios y el Hombre, el rol central de Jesucristo como Mediador, Salvador y Redentor es constante y claro.
McConkie no se apoya en suposiciones filosóficas, sino en revelación moderna y escritura profética.
El tono es autoritativo, directo y persuasivo, algo característico del estilo doctrinal de los McConkie.
Dios y el Hombre es una obra que invita al lector a reflexionar sobre su verdadera identidad, su propósito en la vida, y su destino eterno. Al mismo tiempo, desafía las ideas tradicionales del cristianismo, presentando con claridad el mensaje del Evangelio restaurado. Es ideal para quienes desean una comprensión profunda y doctrinal de la teología SUD y su aplicación práctica a la vida diaria.
Si deseas un resumen por capítulos o un análisis doctrinal más detallado, estaré encantado de ayudarte.
Prólogo
El presente curso de estudio, complemento de la obra El Reino de Dios, ha sido escrito por el mismo autor. La obra de referencia es un estudio del Reino de Dios basado en las Escrituras. La consideración de los pasajes citados allí dará a conocer al estudiante sincero la organización, naturaleza, propósitos y ciertos conceptos básicos del Reino de Dios sobre la tierra.
Como su nombre lo indica, El Reino de Dios es un manual cuyo tema principal es el Reino. Examina a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en su carácter de reino de Dios. En la revelación moderna, el Señor emplea como sinónimos los términos “mi iglesia” y “mi reino”. El plan de estudio presentado en dicha obra se basó en el punto de vista de la Iglesia y del Reino, a saber: la historia del Reino; el sacerdocio y el gobierno de la Iglesia; la organización de la Iglesia; el Reino de Dios en la actualidad; los propósitos de la Iglesia; la Iglesia y la familia; la Iglesia y el gobierno civil; los libros canónicos de la Iglesia; las ordenanzas de la Iglesia; la doctrina del Reino; la autoridad en la Iglesia, etc., etc. Contiene suficiente información, además de documentación selecta para investigar, la cual, dividida en lecciones semanales, ocupará todo el año. También se ha procurado dejar un tiempo adicional razonable para la preparación requerida.
Sin embargo, lo anterior no constituye el plan completo de salvación, ni tuvo como propósito ser una guía detallada para la salvación personal del individuo. De hecho, el evangelio de Jesucristo ofrece una fuente inagotable de información e inspiración. Es un concepto ilimitado; un concepto de progreso eterno. Donde uno descubra la verdad, allí encontrará uno de los atributos de Dios.
El presidente Brigham Young lo expresó de esta manera:
“Os diré en pocas palabras lo que en mi concepto es el ‘mormonismo’: abarca todo hecho que existe en los cielos y en el cielo de los cielos; todo hecho que existe sobre la superficie y en las entrañas de la tierra, y en la bóveda estrellada; en una palabra, comprende cuanta verdad existe en las eternidades de los Dioses… El ‘mormonismo’ encierra toda verdad que se ha revelado y está por revelarse, sea religiosa, política, científica o filosófica.”
Toda alma justa busca la verdad. A la pregunta de Pilato: “¿Qué es la verdad?”, no se dio una respuesta inmediata. Sin embargo, las Escrituras nos la ofrecen en otros pasajes. La ley del Señor es “la verdad”. “Todas sus obras son verdaderas”. Todos sus “mandamientos son verdad”; su “palabra es verdad”. Vemos, pues, que la verdad mora en Dios.
De manera que uno de los propósitos del presente texto será enfocar el pensamiento y el discernimiento espiritual del alumno en el centro de toda verdad: Dios. Llamaremos la atención del lector a la persona de Dios, sus atributos, sus características, sus perfecciones y sus propósitos.
En nuestra búsqueda de la verdad hallamos otra orientación en las Escrituras: “La verdad es el conocimiento de las cosas como son, como eran y como han de ser.”
Este pasaje nos da a entender que la verdad concuerda con la realidad: es, y existe. También se nos enseña en las Santas Escrituras que los hombres se salvan si creen la verdad, pero son condenados si no la creen.
Así que otro de los propósitos de esta obra será dirigir la atención del lector a un examen de la verdad real acerca del hombre. Nos ocuparemos de estudiar quién es y de dónde vino. Dedicaremos nuestra atención a indagar cómo vino a la tierra y por qué. También hablaremos de su destino final.
Por último, nuestra búsqueda de la verdad contenida en las Escrituras nos presenta esta estimulante proposición: para lograr la salvación debemos adorar “en espíritu y en verdad al verdadero Dios viviente”. Según el diccionario, adorar significa “honrar y reverenciar a Dios”. Este homenaje reverente se refiere a la verdad acerca de la relación que existe entre Dios y el hombre. El Padre y su Hijo son los Dioses de toda adoración verdadera. “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.” El hombre no puede adorar a uno sin adorar al otro. Todos deben honrar “al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”. En esta dispensación, el Señor nos ha dicho:
“Os digo estas cosas para que podáis comprender y saber cómo habéis de adorar y a quién; y para que podáis venir al Padre en mi nombre, y en el debido tiempo recibir de su plenitud.”
De manera que la mayor parte del presente texto tendrá como fin presentar mejores maneras de adorar a Dios en “espíritu y en verdad”. Ningún otro tipo de adoración puede efectuar la salvación; este es el tipo de adoración que constituye la verdadera relación entre Dios y el hombre. Este vínculo se ha revelado particularmente en la restauración del Evangelio en los últimos días y ha sido decretado para nuestro uso en el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra.
Se puede adorar a Dios mediante la oración, el ayuno, el testimonio y la inspiración; tomando parte en las ordenanzas y al efectuar las mismas; en los sermones, el estudio, la escritura, la participación en las reuniones religiosas y en su dirección. Él es adorado cuando el hombre cree en las verdades divinas y se convierte a la plenitud de ellas. Podemos adorarlo al disfrutar de los dones espirituales; pero, sobre todas las cosas, la adoración más aceptable proviene de aquellos que primero creen en el Evangelio, se unen a su forma exterior y, luego, desarrollan la rectitud personal que los convierte en ejemplos de la ética cristiana.
Es necesario cultivar todas estas formas de una adoración propia y santa; son habilidades que es preciso aprender y desarrollar. Uno no puede adorar plenamente por medio de un sermón si no sabe hablar; no adora plenamente mediante la realización de las ordenanzas si no comprende su significado; no puede disfrutar de la plenitud de la adoración sin haberse disciplinado conforme al código de comportamiento cristiano. Se espera que esta obra ayude a desarrollar los atributos y características necesarios para que podamos disfrutar de la verdadera relación que existe entre Dios y el hombre.
Quienes obtengan la exaltación recibirán “la plenitud de la verdad, sí, de toda la verdad —como fue con nuestro Señor— y ningún hombre recibe la plenitud a no ser que guarde sus mandamientos. El que guarda sus mandamientos recibe verdad y luz, hasta que es glorificado en la verdad y sabe todas las cosas”. A este noble fin se dedica devotamente esta humilde obra, Dios y el Hombre. Si logra impulsar y alentar a una sola alma, aunque sea en lo más mínimo, en su búsqueda de la verdad, habrá cumplido su propósito.
Capítulo 1
Introducción A Dios
En los primeros días de la primavera del año 1820, José Smith vio a Dios, el Eterno Padre Celestial, y a Jesucristo, el Hijo exaltado de Dios.
Como consecuencia de esta maravillosa visita, pudo testificar acerca de ellos mediante su conocimiento personal. También pudo dar testimonio seguro de las Escrituras y pasajes que testifican acerca de Dios. Por ejemplo, podía verificar la afirmación de Moisés escrita antiguamente: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Este pasaje bíblico debía interpretarse literalmente, no en sentido figurado ni místico.
En el mundo religioso de la niñez del profeta José existía una doctrina nebulosa e incierta con respecto a la personalidad de Dios y a los personajes de la Trinidad. Las afirmaciones de los credos de esa época parecían difíciles de interpretar y entender, cuando no enteramente ininteligibles. La Primera Visión del profeta José comunicó claridad, precisión y certeza en este asunto, no como resultado del razonamiento o de argumentaciones sofisticadas, sino con la exactitud de la experiencia. Una de las contribuciones monumentales del profeta José fue que, al salir del bosque sagrado, ya no tenía necesidad de defender una teoría mediante argumentos, porque conocía los hechos.
Dios, en cuanto a forma, es como un hombre. Tiene voz, habla y contesta las oraciones. Su Hijo es un personaje separado, pero semejante a su Padre. El Hijo obedece al Padre y es el Mediador entre Dios y el hombre. Este testimonio es directo, positivo e irrefutable, y en él nos basaremos para lograr una introducción más perfecta a la verdad acerca de Dios.
— Dios es infinito y de eternidad en eternidad
En abril de 1830, el profeta José comunicó que había recibido una revelación, parte de la cual podemos utilizar para emprender nuestra búsqueda de información acerca de Dios:
“Hay un Dios en el cielo, que es infinito y eterno, de eternidad en eternidad el mismo invariable Dios, el organizador del cielo y de la tierra, y todo cuanto en ellos hay;
Y creó al hombre, varón y hembra, según su propia imagen, y a su propia semejanza los creó;
Y les dio mandamientos que lo amaran y lo sirvieran, el único Dios verdadero y viviente, y que él fuese el único ser que habrían de adorar.”
Mormón y Moroni agregan al respecto que “Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre” y que “es inmutable de eternidad en eternidad”.
¿Cómo es Dios infinito?
Jesús dice de sí mismo que es “el principio y el fin” y que es Alfa y Omega, “el mismo que contempló la ancha extensión de la eternidad y todas las huestes seráficas del cielo antes que el mundo fuese”. Jesús se apareció al hermano de Jared como personaje de espíritu antes de nacer en este mundo y alcanzar su madurez. Entregó su cuerpo terrenal a la muerte y, posteriormente, se resucitó a sí mismo. En toda esta eternidad de actividad, declaró que hacía las cosas que su Padre hizo. En Jesús se reflejan las actividades de su Padre. Aunque Dios ha emprendido muchas actividades en diversas etapas de la existencia, ciertamente es infinito.
Las Santas Escrituras nos dicen que nosotros, en calidad de hijos de Dios, podemos llegar a ser como Él. Es decir, también podemos pasar por el estado terrenal, recibir la resurrección y, luego, continuar hacia la perfección. El hombre, igualmente, es infinito.
¿Qué significa que Dios es de eternidad en eternidad?
“De eternidad en eternidad” significa desde la existencia espiritual, seguida por la probación en la que ahora nos encontramos, y de nuevo hacia la existencia eterna que seguirá. Ciertamente, esto es infinito, porque cuando recibamos la resurrección, jamás moriremos. Todos existimos en la primera eternidad. Creo que puedo decir por mí mismo y por otros que existimos desde la eternidad y que existiremos por toda la eternidad si recibimos la exaltación. La parte inteligente del hombre jamás fue creada, sino que siempre ha existido. Es tan cierto esto respecto de cada uno de nosotros como lo es respecto de Dios. Y, sin embargo, somos engendrados hijos e hijas de Dios en el espíritu y estamos destinados a existir para siempre. Los que lleguen a ser como Dios también serán de eternidad en eternidad.
¿Qué significa que Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre?
Significa que no es un Dios de venganza y guerra en la época del Antiguo Testamento, y un Dios de amor y misericordia en los días posteriores del Nuevo Testamento. Significa que los principios gobernantes de Dios son verdades eternas:
“¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado.”
Esto fue cierto antes que Moisés lo escribiera, en el tiempo en que lo escribió, y lo sigue siendo después de que lo hubo escrito.
— Dios es omnipotente, omnipresente y omnisciente
El profeta José Smith también enseñó lo siguiente concerniente a Dios: “Aquí notemos que Dios es el único Gobernante supremo y Ser independiente, en quien habita toda plenitud y perfección; que es omnipotente, omnipresente y omnisciente; sin principio de días ni fin de años; y que en Él existe toda buena dádiva y todo buen principio; y que es el Padre de las luces. En Él mora independientemente el principio de la fe, y es el objeto en quien se enfoca, para su vida y salvación, la fe de todos los demás seres racionales y responsables.”
Por definición, pues, Dios es el Ser supremo y absoluto; el Supremo Gobernante, Creador, Rey y Preservador de todas las cosas; el que todo lo puede, todo lo sabe y cuya influencia existe en todas partes.
— Tres Dioses
“Hay tres Dioses —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—, los cuales, aunque personas separadas, son uno en propósito, en sus planes y en todos los atributos de la perfección. De manera que cualquiera de los asuntos anteriormente revelados con relación a uno de ellos es igualmente cierto en lo que atañe a cada uno de los otros; y, por consiguiente, no hay necesidad de tratar de distinguir entre ellos en este respecto.”
— La vida eterna consiste en conocer a Dios y a Jesucristo
En uno de los sermones de mayor trascendencia que se hayan pronunciado, el profeta José Smith hizo volver nuestros pensamientos y espíritus “hasta el principio, hasta la mañana de la creación”. A fin de entender bien la mente y los propósitos justos de Dios —dijo él— se precisa que tengamos un conocimiento claro de Dios mismo desde el principio. Citó como texto:
“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”
Y entonces añadió: “¡Dios una vez fue como nosotros ahora! ¡Es un hombre glorificado, y está sentado sobre su trono allá en los cielos!…
Os voy a decir cómo llegó a ser Dios. Hemos imaginado y supuesto que Dios fue Dios por todas las eternidades. Voy a refutar esa idea y haré a un lado el velo para que podáis ver…
El primer principio del Evangelio es saber con certeza la naturaleza de Dios, y saber que podemos conversar con Él como un hombre conversa con otro; y que en un tiempo fue hombre como nosotros. Sí, que Dios mismo, el Padre de todos nosotros, habitó sobre una tierra como Jesucristo mismo lo hizo…
Esta, pues, es la vida eterna: conocer al solo Dios sabio y verdadero; y vosotros mismos tenéis que aprender a ser dioses, y a ser reyes y sacerdotes de Dios, como lo han hecho todos los dioses antes de vosotros. Es decir, avanzando de un grado pequeño a otro, y de una capacidad pequeña a una mayor; yendo de gracia en gracia, de exaltación en exaltación, hasta que logréis la resurrección de los muertos y podáis morar en fulgor eterno y sentaros en gloria, como aquellos que se sientan sobre tronos de poder infinito…
[Los que progresan a tal grado] serán herederos de Dios y coherederos con Jesucristo. ¿Qué significa esto? Heredar el mismo poder, la misma gloria y la misma exaltación, hasta llegar al estado de un Dios y ascender al trono de poder eterno, así como los que han ido antes. ¿Qué hiciste tú, Jesús? Hice aquellas cosas que vi hacer a mi Padre cuando tuvieron su existencia los mundos. Mi Padre labró su reino con temor y temblor, y yo debo hacer lo mismo; y cuando gane mi reino, lo presentaré a mi Padre, a fin de que Él pueda tener reino sobre reino, y así aumentará en gloria. Entonces Él pasará a una exaltación mayor, y yo tomaré su lugar; y así también lograré la exaltación.
De modo que Jesús sigue los pasos de su Padre y hereda lo que Dios hizo antes; y así Dios es glorificado y ensalzado mediante la salvación y exaltación de todos sus hijos.”
En una ocasión posterior ese mismo año, el Profeta, predicando sobre este mismo tema, hizo esta pregunta: “¿Ha habido jamás un hijo sin un padre? ¿Y hubo jamás un padre sin que primero fuese hijo?”
El presidente Joseph Fielding Smith indica que la verdad entera acerca de Dios concuerda completamente consigo misma:
“Nuestro entendimiento está limitado, y juzgamos de acuerdo con las cosas que conocemos y con las que nos hemos familiarizado…
El Profeta dice: ‘Si Jesucristo es el Hijo de Dios y el apóstol Juan reveló que Dios, el Padre de Jesucristo, tuvo Padre, bien podemos suponer que Él también tuvo Padre.’ Entonces pregunta: ‘¿Ha habido jamás un hijo sin un padre? ¿Y hubo jamás un padre, sin que primero fuese hijo?’
Indica también que el Salvador declaró que Él iba a hacer las cosas que su Padre hizo: entregar su vida y volverla a tomar.
Quisiera preguntar: ¿No es este un concepto glorioso? Sin embargo, tenemos que pasar por el estado terrenal, recibir la resurrección y luego continuar hasta la perfección, tal como nuestro Padre lo hizo antes de nosotros. El Profeta enseñó que nuestro Padre tuvo un Padre, y así sucesivamente. ¿No es este un concepto razonable, especialmente al recordar la promesa que se nos ha hecho, de que podemos llegar a ser como Él?”
Antes de poder tener fe en Dios, uno debe entender que Él efectivamente existe y saber algo acerca de Él. Uno de los principales propósitos de los profetas y de las Santas Escrituras es dar testimonio acerca de Dios. Nuestro Señor mismo proclamó:
“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
Ningún profeta ha sido más explícito en ayudarnos a conocer a Dios que el gran director de esta dispensación, José Smith. Hemos contraído con él una deuda de gratitud por habernos ayudado a encontrar el camino correcto.

























