Capítulo 13
La Ley Divina de los Testigos
NATURALEZA E HISTORIA DE LA LEY DE LOS TESTIGOS
TESTIGOS ENVIADOS EN TODAS LAS DISPENSACIONES. Hay una ley declarada con toda claridad en las Escrituras, que tiene que ver con el testimonio y el llamamiento de testigos. El Señor siempre ha seguido esta ley al otorgar nuevas revelaciones a sus hijos.
A través del tiempo esta ha sido una ley fija y definida. Si nosotros tuviésemos la historia perfecta de todas las edades, encontraríamos que cada vez que el Señor ha establecido una dispensación, ha habido más de un testigo para dar testimonio de El. Pablo, cuando escribió a los corintios, dijo: “Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto.”
Si vosotros buscáis en vuestra Biblia, encontraréis que el Señor dio la ley a Israel y ella está asentada en Deuteronomio:
“Por dicho de dos o tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo.”
Naturalmente, esa referencia en cuanto al juicio de un individuo está basada sobre la ley general, la cual tenía que ser aplicada no solamente en un juicio en el que estuviera en juego la vida, sino en toda cosa importante. En uno de los discursos de nuestro Señor, El dijo: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.”
OTROS TESTIGOS AYUDARON A NOÉ. Generalmente se piensa que el Señor 1lamó a Noé al determinar que limpiaría la tierra mediante el diluvio, y que lo envió solo a predicar entre sus inicuos habitantes. A veces se dice, sin base en los hechos, que Noé predicó durante 120 años; y nada se dice de la prédica de otros testigos.
Permitidme llamar vuestra atención sobre el hecho de que Noé no estuvo solo para dar testimonio. En la Perla de Gran Precio está escrito que: “Y sucedió que Matusalén, el hijo de Enoc, no fue llevado, a fin de que se cumplieran los convenios que el Señor había hecho con Enoc, porque él verdaderamente hizo convenio con Enoc de que Noé sería el fruto de sus lomos. Y sucedió que Matusalén profetizó que de sus lomos nacerían todos los reinos de la tierra (mediante Noé), y se atribuyó la gloria a sí mismo.”
Y bien, Matusalén, abuelo de Noé, era un hombre justo y un profeta. El supo mediante el Espíritu de revelación, que el diluvio vendría en los días de Noé. Además, vivió hasta el año del diluvio mismo. ¿No creéis que este hombre justo también estaba declarando el arrepentimiento al mundo perverso y advirtiéndole en cuanto al diluvio que vendría? Además, Lamec, padre de Noé, era un hombre justo y vivió hasta unos cinco años antes del diluvio. Es razonable suponer que él, también, estaba predicando entre el pueblo tal como lo hacían su padre y su hijo.
OTROS TESTIGOS EN LOS DÍAS DE ABRAHAM Y DE MOISÉS. No sabemos mucho en cuanto a la dispensación de Abraham. Hablamos de ella llamándola la dispensación de Abraham, ¿pero qué hay de Elías, aquel que tenía las llaves de esa dispensación? Melquisedec vivía en los días de Abraham y fue quien lo bendijo y sin duda entendía el convenio que el Señor había hecho con Abraham.
Otro gran acontecimiento tuvo lugar cuando Moisés fue llamado a dirigir a Israel. Moisés tuvo que huir de la corte de Egipto, se fue a vivir entre los madianitas y se hizo pastor; cuidaba los rebaños de Jetro, quien a veces es mencionado en las Escrituras como Reuel. El Señor se le apareció a Moisés en la zarza ardiente cuando éste estaba ocupado en su trabajo, y lo llamó a una misión. Pero el Señor no lo dejó solo cuando testificó ante el Faraón de Egipto. ¿Qué hizo? Envió a Aarón, el hermano de Moisés, para que lo ayudase
Moisés le dijo al Señor: “Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.”7 De manera que el Señor llamó a Aarón para ser su portavoz. ¿Por qué Aarón esperó 40 años antes de aparecer ante Moisés y lo hizo en el momento justo? Porque el Señor se lo mandó, no solamente para ser portavoz, sino para dar testimonio con Moisés de que el Señor había hablado.
El Salvador tomó a Pedro, Santiago y Juan y los llevó con El al monte en ocasión de la transfiguración. ¿Por qué no llevó solamente a Pedro? Porque quería tener más de un testigo. Y encontraríamos, estoy seguro, si tuviésemos un relato perfecto, que a través de todos los tiempos, siempre que el Señor ha iniciado una dispensación, no ha dejado que un hombre quede solo para testificar.
JOSÉ SMITH OBEDECE LA LEY DE LOS TESTIGOS. José Smith estaba solo cuando fue a la arboleda a orar y cuando vio al Padre y al Hijo. Estaba solo cuando Moroni lo visitó en la casa de su padre y estaba solo al encontrarse con el ángel en el cerro Cumora en cada una de las visitas anuales, durante cuatro años. Esto sucedió así porque no era necesario que hubiese otros testigos en estas ocasiones, como no era necesario que hubiese dos para atestiguar de la visita del poder del Señor en la zarza ardiente.
Pero supongamos que esto hubiese continuado así durante toda la misión de José Smith y que él hubiera declarado al mundo: “Recibí las planchas del Libro de Mormón y las traduje por el don y el poder de Dios, pero yo estaba solo. Escribí la traducción cuando estaba solo. Juan el Bautista vino a mí y me dio el Sacerdocio Aarónico, pero yo estaba solo; no hubo otros para testificar. También Pedro, Santiago y Juan vinieron a mí y me confirieron el Sacerdocio de Melquisedec, pero yo estaba solo”.
Supongamos que en cada caso en que las llaves de autoridad le fueron conferidas, hubiera declarado que se trató de una visitación personal a él solo y que esa hubiera sido la voluntad del Señor. En ese caso, con toda propiedad, podríamos rechazar el testimonio de José Smith porque no sería verídico.
CRISTO OBEDECE LA LEY DE LOS TESTIGOS. Ahora permitidme llevaros a otro pasaje: “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.”
No entendamos mal. Cuando Cristo dijo: “Otro es el que da testimonio acerca de mí”, no estaba hablando principalmente de Juan, aunque Juan sí dio tal testimonio. Estaba hablando de otro testigo y lo que dice es verdad: “Si yo estoy solo y nadie testifica de mí, entonces podéis rechazar mi testimonio porque no sería verdadero”. El tenía en mente a su Padre al decir que había otro testigo.
CRISTO ACUSADO DE NO SUJETARSE A LA LEY DE LOS TESTIGOS. Ahora volvamos al octavo capítulo de Juan, en el cual tenemos una declaración hecha por el Señor cuando se encontraba bajo las acusaciones de los inicuos fariseos. Puedo imaginarme al Salvador, rodeado por este grupo de malvados, tratando de enseñarles la verdad y llevarlos al arrepentimiento, y ellos burlándose y lanzándole calumnias. Este es el diálogo según Juan:
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.”
Es evidente que ellos entendían muy bien la ley, y es como si hubieran dicho: “Tú estás solo; nadie testifica de ti. Tú dices que eres la luz del mundo, pero la ley exige que haya otro testigo si lo que dices es cierto.” Que esto era lo que ellos pensaban, se desprende de lo que sigue:
“Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre. Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.”
EL PADRE DA TESTIMONIO DE CRISTO. “Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mi me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.”’
Permitidme preguntar ahora: Si Jesucristo es el hijo Unigénito del Padre, y fue enviado a este mundo a efectuar la misión más grande que se haya efectuado jamás —por ser El, el Hijo de Dios— ¿quién podría ser testigo de El, lógicamente, con excepción de su Padre?
¿Acaso Jesús no satisfizo los requisitos de esta ley divina? El reconoció la ley y dijo: “Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.” Entonces declaró que El era un Hombre que daba testimonio en cumplimiento de esa ley y que su Padre era… ¿el otro qué? El otro Hombre que daba testimonio a fin de cumplir.
FORMA EN LA CUAL CRISTO TESTIFICÓ DE SÍ MISMO. Ahora examinemos la evidencia durante unos momentos. ¿En qué forma Cristo fue testigo de sí mismo? Mediante su palabra, predicando el evangelio, porque enseñaba como alguien que tiene autoridad y no como los escribas; en la gran obra que efectuó: restaurando la vista a los ciegos, sanando manos secas, levantando muertos y en muchas otras formas bendiciendo y ministrando en favor de la gente. De esta manera sus palabras y sus obras hablaron por El.
LA VOZ DEL PADRE TESTIFICA DEL HIJO. ¿Quién, os digo, podía testificar de El, aparte de su Padre? ¿Encontramos alguna referencia en las Escrituras en la que se lea del Padre testificando de El? Tomad el bautismo de Jesús, por ejemplo, en ocasión del cual el Espíritu Santo descendió y el Padre habló desde los cielos. ¿No fue eso un testimonio?
En otra ocasión, cuando Jesús estaba orando a su Padre ante un grupo de gente, el Padre le habló desde los cielos respondiendo a su oración, diciendo: “Lo he glorificado [al nombre de Jesús] y lo glorificaré otra vez.” Algunos de los que estaban presentes dijeron que había tronado; otros dijeron que un ángel había hablado con El; nada de eso, había sido el Padre.
En el Monte de la Transfiguración el Señor estaba con Pedro, Santiago y Juan, también con Moisés y Elías, y de nuevo habló la voz del Padre, diciendo: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.”
EL SISTEMA DEL SEÑOR SE SIRVE DEL USO DE TESTIGOS. Hay otros pasajes en las Escrituras en relación con esto, pero con estos bastará. Naturalmente el Padre no estaba testificando para todos los judíos, puesto que El no obra en esa forma. Bien sabéis que si el Señor quisiese, podría predicar este evangelio al mundo declarándolo desde los cielos, podría hacer que los ángeles hiciesen sonar sus trompetas y declarar el mensaje de salvación a todo el mundo. ¿No sería esa una manera mucho más fácil de hacer llegar el mensaje de la verdad al mundo, que mediante el costoso sistema de enviar mensajeros investidos de autoridad, lo cual requiere grandes gastos y esfuerzos?
Pero los caminos del Señor no son los caminos de los hombres. El obra mediante testigos y en el establecimiento de su obra en todas las épocas, usa a los pocos y no a los muchos. Desde el principio, el Señor nunca se ha manifestado al mundo incrédulo, sino que ha enviado a sus mensajeros para predicar el evangelio al mundo.
¡Cuán fácil le habría resultado enviar un ángel a Nínive para llamarlos al arrepentimiento, en lugar de pedirle a Jonás, carente de deseo de llevar el mensaje, que lo hiciese! ¡Y qué experiencias vivió Jonás! Esto le resultaba una pesada carga y vaciló, pero finalmente fue con su mensaje. ¿No pudo hacerlo el Señor mismo en una forma más fácil?
Leemos acerca del surgimiento del Libro de Mormón en esta época. Mediante Nefi, el Señor nos dijo algo en cuanto a sus planes, en la forma siguiente: “Y nadie más lo verá [es decir, al registro nefita] sino unos pocos, conforme a la voluntad de Dios, para dar testimonio de su palabra a los hijos de los hombres; porque el Señor Dios ha dicho que las palabras de los fieles deberán hablar cual si fuera de, entre los muertos. Por tanto, el Señor Dios procederá a sacar a luz las palabras del libro; y en la boca de cuantos testigos a él le plazca, establecerá su palabra; y ¡ay de aquel que rechace la palabra de Dios!”
NO HAY MINISTERIO PERSONAL DE CRISTO PARA LOS INCRÉDULOS. Esta es la forma en la cual el Señor siempre ha obrado. Cuando el Salvador se levantó de entre los muertos, ¡cuán fácil le hubiera sido ir a Pilato y decirle: “Aquí estoy. Tú me condenaste a muerte, mas dije que me levantaría al tercer día, y aquí estoy.” Pero Pilato no lo vio después de su resurrección.
Qué fácil le hubiera sido presentarse ante los miembros del Sanhedrín, ante aquellos príncipes de los judíos que habían gritado contra El que eran responsables de su muerte, para decirles: “Aquí estoy. Vosotros hicisteis sellar la tumba, pero yo os dije que me levantaría al tercer día; ahora creeréis.” Pero El no se mostró ni a uno solo de ellos.
Se mostró a Pedro y a los apóstoles, a María delante de la tumba y a muchos otros, pero nunca a quienes le habían perseguido y dado muerte. Los romanos no lo vieron; los incrédulos judíos no lo vieron; y El envió a sus testigos elegidos, por todo el mundo a declarar el mensaje de su gloria resucitada. Cierto es que apareció a Pablo, una excepción, pero la razón de este hecho es evidente en las Escrituras.
Pedro y Juan, después de haber sanado al hombre cojo mediante el poder de Dios, fueron requeridos ante los líderes de los judíos y se les ordenó que dejasen de predicar acerca de Jesús como Hijo de Dios, pero esto, dijo Pedro, no lo podían hacer y no lo harían, pues ellos eran sus testigos. “Juzgad —dijo Pedro—, si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”
De manera que vemos que ésta es la forma en la que el Señor obra: mediante sus testigos escogidos.
JOSÉ SMITH Y LA LEY DE LOS TESTIGOS
LAS LLAVES Y EL SACERDOCIO SIEMPRE SON DADOS A DOS TESTIGOS. ¿Qué sucedió cada vez que los cielos fueron abiertos y hubo que restaurar llaves? Tuvimos dos testigos. José Smith no estaba solo. Estuvo solo en la primera visión, sólo cuando Moroni le trajo un mensaje, sólo cuando recibió las planchas; pero después de eso no estuvo solo. El Señor llamó a otros testigos. La abuela Smith (la madre del profeta José, Lucy Mack) relata en su historia, que el Profeta llegó a la casa llorando de gozo después que los testigos habían visto las planchas bajo la dirección de un ángel de Dios, porque, dijo él: “La carga ha sido compartida y ya no estoy solo.”
Cada vez que hubo una restauración de llaves, dos hombres las recibieron. ¿Por qué? Porque era necesario que conforme a la ley de los testigos, José Smith tuviera un compañero para poseer esas llaves; de otro modo no habría sucedido. Así, como lo declara Oliverio Cowdery, cuando vino Juan el Bautista, él y José Smith recibieron el Sacerdocio Aarónico de sus manos; y cuando Pedro, Santiago y Juan también vinieron, él también estaba con José Smith.
Fueron Oliverio Cowdery y José Smith quienes recibieron las llaves en el Templo de Kirtland el 3 de abril de 1836, cuando se les apareció Cristo, Moisés, Elías, y Elías el Profeta. Y cada vez que las llaves de una dispensación fueron conferidas, fue sobre José Smith y Oliverio Cowdery, no sobre José Smith solo. ¿Por qué? Simplemente por lo que el Señor había dicho: “Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.”
Si José Smith hubiera dicho: “Yo testifico y testifico solo,” su testimonio no sería verdadero. Era necesario que hubiera dos a fin de que el testimonio fuese válido.
OLIVERIO COWDERY ERA PRESIDENTE AUXILIAR DE LA IGLESIA. Ahora permitidme dirigir vuestra atención a esto. En el Templo de Kirtland, en 1836, cuando José Smith y Oliverio Cowdery estaban detrás del púlpito y recibieron las llaves de los mensajeros celestiales, había una Primera Presidencia de la Iglesia y el Profeta tenía consejeros: Sidney Rigdon y Frederick G. Williams. Pero Sidney Ridgon y Frederick Williams no estuvieron detrás del velo, o cortina, cuando ella fue cerrada; no se les pidió que se arrodillasen detrás el púlpito. Y sí a José Smith y Oliverio Cowdery. ¿Por qué? Porque ese era el lugar de Oliverio Cowdery.
Ahora voy a dirigir vuestra atención hacia algo que, lamento decir, no se sabe comúnmente. Oliverio Cowdery había sido llamado… ¿a ser qué? El “Segundo Elder” de la Iglesia, el “Segundo Presidente” de la Iglesia. Nosotros lo dejamos fuera de nuestra lista de Presidentes de la Iglesia, no incluirnos a Oliverio Cowdery; pero él era Presidente Auxiliar. La posición de Oliverio Cowdery en el principio era la de “Segundo Elder” de la Iglesia y compartía las llaves juntamente con el profeta José Smith. El precedía en autoridad a los consejeros de la Primera Presidencia, ocupando un lugar aliado del profeta José Smith. El 5 de diciembre de 1834, Oliverio Cowdery fue ordenado por José Smith, mediante el mandato del Señor, Presidente Auxiliar del Sumo Sacerdocio y para compartir junto con el Profeta, las llaves de la Presidencia en el ministerio. Os voy a leer aquella acta.
NATURALEZA DEL OFICIO DE PRESIDENTE AUXILIAR EN LA IGLESIA. “El oficio de Presidente Auxiliar es ayudar a presidir a toda la Iglesia y oficiar cuando esté ausente el Presidente, de acuerdo con su posición y nombramiento, a saber, el presidente Cowdery primero, el presidente Rigdon segundo, el presidente Williams tercero, de conformidad con su llamamiento individual. El oficio de este sacerdocio también consiste en obrar como portavoz, tomando a Aarón por ejemplo. La virtud del sacerdocio anterior consiste en poseer las llaves del reino de los cielos o sea la Iglesia militante.” Esto ha sido copiado directamente de la historia de la Iglesia.
De manera que Oliverio Cowdery, mediante esa posición como “Segundo Presidente”, precedía a los consejeros de la Presidencia, en forma natural. ¿Y por qué no? El tenía la misma autoridad, había recibido las mismas llaves que el profeta José Smith cada vez que se habían abierto los cielos y era un Presidente Auxiliar de la iglesia y el segundo testigo de la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, la cual es la más grande de todas la dispensaciones, pues era necesario que hubiese dos Presidentes, dos testigos a la cabeza de ella.
EL PROFETA ORDENA COMO PRESIDENTE AUXILIAR A OLIVERIO COWDERY. De conformidad con esta ley, el Señor llamó a Oliverio Cowdery como segundo testigo para estar a la cabeza de esta dispensación y para ayudar al Profeta a llevar las llaves. Los registros nos informan que cada vez que el Profeta recibió autoridad y las llaves del sacerdocio procedentes de los cielos, Oliverio Cowdery participó y compartió la recepción de aquellos poderes con él. Si Oliverio Cowdery hubiera permanecido fiel y hubiese sobrevivido al Profeta bajo aquellas condiciones, lo habría sucedido como Presidente de la Iglesia en virtud de este llamamiento divino.
Esta bendición también fue confirmada sobre la cabeza de Oliverio Cowdery por el Profeta, el 5 de diciembre de 1834, en las siguientes palabras: “Puse mis manos sobre el hermano Oliverio Cowdery y lo ordené Presidente Auxiliar, con estas palabras: ‘En el nombre de Jesucristo, quien fue crucificado por los pecados del mundo, pongo mis manos sobre ti y te ordeno Presidente Auxiliar en el sumo y santo sacerdocio, en la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días.’”
OTROS TESTICOS COMPARTIERON LA CARGA CON EL PROFETA. En el caso de José Smith, sus demandas son mayores que las de otros maestros religiosos de la época actual. El declaró que estuvo en la presencia de Jesucristo y de ángeles santos que le enseñaron y le dieron autoridad para organizar la Iglesia. No solamente a él le fue dada tal autoridad, sino también a otros. Además de José Smith, Oliverio Cowdery, David Whitmer, Martín Harris, Sidney Rigdon y otros han testificado que contemplaron la presencia de ángeles y que fueron instruidos por ellos.
Mediante mensajeros celestiales aprendieron los principios de la restauración. En estos asuntos, José Smith no estuvo solo.
LA CONFABULACIÓN ENTRE MUCHOS TESTIGOS, ES IMPOSIBLE. Si hubiese habido contubernio entre estos hombres para practicar el engaño y organizar una iglesia basada en el fraude, entonces estos hombres nunca se habrían mantenido unidos y uno o más de uno de ellos habría denunciado a los demás y revelado el secreto de la confabulación. Esto ciertamente habría apoyado el caso de Oliverio Cowdery, Martín Harris y David Whitmer, quienes abandonaron a José Smith mientras él vivía.
Durante cierto tiempo ellos manifestaron un espíritu de oposición, si es que no de amargura, hacia él. Sin embargo, los tres permanecieron firmes en su testimonio hasta el día de su muerte. David Whitmer nunca volvió a la Iglesia, pero siempre sostuvo su testimonio de que había estado en presencia de un ángel. Oliverio Cowdery y Martín Harris, después de la muerte de José Smith, reingresaron a la Iglesia en su momento más difícil, y murieron en la fe. Todo esto es evidencia de que no hubo fraude y que desde el principio estos hombres habían hablado con la verdad.
LOS QUE EN TODAS LAS ÉPOCAS BUSCAN SEÑALES, RECHAZAN A LOS TESTIGOS DEL SEÑOR. Vemos, entonces, que los métodos adoptados por José Smith —mediante revelación— para sacar a luz al Libro de Mormón y para organizar la Iglesia, están en total armonía con la obra del Señor en todas las otras generaciones.
Fácilmente podemos imaginar a algún prominente escriba, abogado o fariseo diciendo a Pedro y a los apóstoles cuando ellos declararon que eran testigos de la resurrección de Jesucristo: “Si lo que vosotros decís es verdad, ¿por qué Jesús no se mostró a nosotros y al mundo? ¡Qué cosa tan maravillosa sería para convencer a la gente en cuanto a vuestra historia si tan solo pudieseis mostrarlo a la gente a fin de que todos supieran que se ha levantado de entre los muertos!”
De hecho, el grito despectivo de los príncipes de los sacerdotes y escribas al Salvador, cuando estaba en la cruz, fue: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.”
Ellos sabían que El había salvado a otros. Ellos habían sido testigos de que El había levantado muertos, sanado enfermos y de que era un benefactor de los afligidos, pero buscaban una señal portentosa y ¡cuán ciertas son las palabras del Señor: “La generación mala y adúltera demanda señal”!
LOS HOMBRES SON CONDENADOS POR RECHAZAR A LOS TESTIGOS DEL SEÑOR. Nuestro Salvador no apareció ante los judíos incrédulos después de la resurrección, ni a Herodes ni a Pilato; El no fue ante el Sanhedrín, en son de triunfo, para convencer a sus integrantes de que se había levantado. Solamente apareció ante sus apóstoles y luego los envió a todo el mundo como testigos para declarar a cada nación que El era en verdad la Resurrección y la Vida.
Dijo a los apóstoles: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.” Además les dijo, al aparecer ante ellos en su cuerpo glorificado:
“Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día… Y vosotros sois testigos de estas cosas.”
¿No es evidente que cuando Pedro y los demás discípulos siguieron adelante, tal como se les había mandado, como testigos poseedores del conocimiento perfecto de que Jesucristo se había levantado de entre los muertos y de que ciertamente es el Hijo de Dios, la gente que oyó su testimonio y lo rechazó quedó bajo condenación? Además, ¿no era suficiente que estos discípulos testificasen al mundo acerca de esta verdad, para dejar sin excusa a los incrédulos, sin que el Señor diese una manifestación directa o sin realizar una aparición personal a cada individuo sobre la faz de la tierra?
NUESTRA RESPONSABILIDAD DE ACEPTAR A LOS TESTIGOS DE LOS POSTREROS DÍAS. El curso seguido por José Smith está en perfecta armonía con la línea de acción adoptada por nuestro Salvador. En verdad es el único camino que tiene sentido y que debería ser tomado. Se espera que en esta vida andemos por fe y no por vista, y sin embargo, el Señor envía entre nosotros a testigos que han visto y oído y que pueden hablar con conocimiento directo para animarnos a buscar y encontrar la verdad, como dice Pablo: “Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.”
Es deber de todos los hombres prestar oídos al mensaje de los testigos llamados divinamente por el Señor y de poner a prueba sus palabras obedeciendo la voluntad de Dios, lo cual será el medio, a través de la guía del Espíritu del Señor, para convencernos de la verdad.
Sin embargo, ¿cuántos aceptaron el relato contado por Pedro, Santiago y Juan cuando ellos vivían y testificaban? ¿Cuántos han aceptado el testimonio de José Smith, de Oliverio Cowdery, David Whitmer, Martín Harris y de otros testigos que han dado testimonio en esta generación?
El mundo de hoy, semejante al de la época del ministerio del Señor, tiene ante sí a Moisés y a los profetas a los cuales no quiere oír, y “tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”
JOSÉ Y HYRUM: TESTIGOS MANCOMUNADOS
JOSÉ Y HYRUM POSEEN LAS LLAVES DE ESTA DISPENSACIÓN. Mi abuelo, el patriarca Hyrum Smith, fue llamado para poseer las llaves de esta dispensación mancomunadamente con el profeta José, su hermano menor. El Señor ha dicho que en boca de dos testigos se establecerán todas las cosas… José Smith no podía quedar solo, de otro modo su obra habría fracasado, y así como la obra del Salvador requirió la confirmación de otro testigo —¿y quién podía testificar de Cristo aparte de su Padre?— de la misma forma el Señor llamó a otro hombre para situarse junto a José Smith y poseer las llaves de la salvación en esta dispensación como un testigo con él.
El profeta José estuvo solo en su primera visión. Estuvo solo cuando el ángel Moroni vino por primera vez y le reveló el Libro de Mormón, pero siempre que se iban a conferir algunas llaves; cuando el Señor iba a dar luz y revelar alguna información en la cual el poder del sacerdocio tendría un papel muy importante, José Smith y los otros testigos recibieron las bendiciones.
LAS LLAVES FUERON DADAS PRIMERO A JOSÉ Y A OLIVERIO. Fue Oliverio Cowdery quien fue llamado para estar junto a José Smith y poseer las llaves de esta dispensación. Fue Oliverio Cowdery quien, con José Smith, recibió el Sacerdocio Aarónico bajo las manos de Juan el Bautista. Fue Oliverio Cowdery quien recibió la autoridad del Sacerdocio de Melquisedec con José Smith de parte de Pedro, Santiago y Juan. Fue Oliverio Cowdery quien se arrodilló con el profeta José en el Templo de Kirtland en 1836, cuando Moisés, Elías y Elías el Profeta vinieron con las llaves de sus respectivas dispensaciones.
Estoy convencido de que si tuviésemos la historia completa, podríamos darnos cuenta de que Oliverio Cowdery estuvo asociado con José Smith el Profeta cuando las llaves de todas las demás dispensaciones fueron reveladas y restauradas en esta dispensación. De esta manera Oliverio Cowdery fue llamado y ordenado para colocarse junto al profeta José Smith como socio y testigo, poseyendo toda la autoridad y llaves de esta dispensación gloriosa entre todas las demás: la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos.
OLIVERIO COWDERY CAYÓ DE SU ENCUMBRADA POSICIÓN. Desafortunadamente —al menos para Oliverio Cowdery que fue llamado a este puesto maravilloso y de tanta responsabilidad, asociado con José Smith y participando de toda la autoridad y presidencia en esta dispensación— Oliverio, con un espíritu de rebeldía y obscuridad, se apartó. Perdió su hermanamiento en la Iglesia, el poder del Sacerdocio le fue quitado y durante un tiempo estuvo excomulgado de la Iglesia. Afortunadamente venció este espíritu de obscuridad con el transcurso del tiempo, pero nunca más tuvo el privilegio de recibir las llaves de poder y autoridad que una vez le habían sido otorgadas.
HYRUM SMITH RECIBE LAS BENDICIONES DE OLIVERIO COWDERY. A fin de que este testimonio pudiese continuar y estuviese completo, el Señor eligió a otro para ocupar el lugar de Oliverio Cowdery, y ese otro testigo fue el patriarca Hyrum Smith. Por revelación mediante José Smith, Hyrum fue llamado y ordenado al sacerdocio y al cargo una vez otorgados a Oliverio Cowdery. Hyrum Smith recibió una doble porción, no solamente fue llamado para ser el patriarca de la Iglesia, lo cual era suyo por derecho de nacimiento, sino que al mismo tiempo el Señor le dijo:
“Y desde ahora en adelante, lo nombro profeta, vidente y revelador de iglesia, así como mi siervo José; a fin de que también obre de común acuerdo con mi siervo José, y de él reciba consejo, y mi siervo José le mostrará las llaves mediante las cuales puede pedir y recibir, y ser coronado con igual bendición, gloria, honra, sacerdocio y dones del sacerdocio que en un tiempo se confirieron que fue mi siervo, Oliverio Cowdery; para que mi siervo Hyrum testifique de las cosas que le mostraré, a fin de que se guarde su nombre en memoria honorable, de generación en generación para siempre jamás.”
JOSÉ Y HYRUM COPRESIDENTES DE LA IGLESIA. De acuerdo con este llamamiento y mandamiento, el profeta José Smith confirió sobre Hyrum Smith todas las llaves, autoridad y dones del sacerdocio que él, el Profeta, tuvo, y que anteriormente habían sido poseídas por Oliverio Cowdery. El Señor también le reveló a Hyrum Smith todo lo que era necesario para hacer de él completamente y al máximo grado, un testigo junto a su hermano José, como profeta, vidente, revelador y presidente de la Iglesia y para pararse junto a su hermano José a la cabeza de esta dispensación, por tiempo y eternidad, como testigo de Jesucristo.
Así, vemos, Hyrum Smith llegó a ser Presidente de la Iglesia junto con José Smith, lugar que Oliverio Cowdery pudo haber tenido si no hubiera flaqueado y caído de su encumbrada posición. Firmemente sostengo la opinión de que si Oliverio Cowdery hubiese permanecido fiel a sus convenios y obligaciones como testigo junto con José Smith, y si hubiera retenido su autoridad y lugar, él, y no Hyrum Smith, habría ido con José Smith como prisionero al martirio en Carthage.
El sellamiento del testimonio mediante el derramamiento de sangre no hubiera sido completo con la muerte de José Smith solo; se requirió la muerte de Hyrum Smith quien juntamente con él, poseía las llaves de esta dispensación. Era necesario que estos mártires sellasen su testimonio con su sangre, a fin “de que él sea honrado y los inicuos condenados.”
HOMENAJE DEL PROFETA A SU HERMANO HYRUM. Ahora si puedo tomar unos minutos más —hay muchas cosas que me gustaría decir, pero el tiempo lo prohibe— me gustaría leeros la opinión expresa del Profeta acerca de su hermano Hyrum, el cual era unos seis años mayor que él. Esto es lo que el Profeta dice:
“Hermano Hyrum, ¡qué corazón más fiel posees! ¡Oh, que el Eterno Jehová otorgue sobre tu cabeza bendiciones eternas, como recompensa por el cuidado que has tenido por mi alma! ¡Oh, cuán grandes las penas que hemos compartido! Y de nuevo nos encontramos sacudidos por la mano despiadada de la opresión. Hyrum, tu nombre estará escrito en el libro de la Ley del Señor para que aquellos que vengan después de ti a mirar, puedan amoldar sus vidas según tus obras.”
En otra ocasión el Profeta dijo: “Yo podría orar en mi corazón y pedir que todos mis hermanos fuesen como mi amado hermano Hyrum, quien posee la mansedumbre de un cordero y la integridad de Job, y, en pocas palabras, la docilidad y humildad de Cristo; y lo quiero con aquel amor que es más fuerte que la muerte, pues nunca he tenido motivo para reprenderlo, ni él a mí, lo cual él mismo ha declarado hoy antes de partir.”
EL ORDEN DE SUCESIÓN EN LA PRESIDENCIA. Oliverio Cowdery se apartó y perdió su lugar y dejó de ser el Segundo Presidente, aunque siempre pudo dar testimonio y así lo hizo. Dejó de ser, en lo que se relacionaba con el sacerdocio, el “Segundo Elder”, el “Segundo Presidente” de la Iglesia. Y así siguió la marcha del tiempo. Frederick G. Williams se apartó y Hyrum Smith fue llamado a ocupar el lugar de Segundo Consejero.
Y este era el orden: José Smith, Presidente; Sidney Rigdon y Hyrum Smith, Consejeros. Y así fue hasta el 19 de enero de 1841, en aquel día el Señor le mandó a José Smith que ordenase a Hyrum Smith y le confiriese todas las llaves, autoridad y privilegios que habían sido otorgados anteriormente a Oliverio Cowdery, y que lo hiciese “Segundo Presidente” de la Iglesia. Hyrum Smith, tal como ha sucedido con Oliverio Cowdery, no ha recibido adecuadamente su lugar en la mente de muchos como “Segundo Presidente de la Iglesia”, pero ese fue su lugar.
El presidente Brigham Young, después de la muerte de José Smith y en ocasión de comentarse acerca del asunto de la sucesión, dijo: “¿Ordenó José Smith a un sucesor? ¿Quién fue ese sucesor? Hyrum Smith. Pero Hyrum Smith cayó como mártir antes que cayese el Profeta.” Bien, no lo ordenó como sucesor precisamente, pero si Hyrum Smith hubiese hecho caso al Profeta y hubiera llevado a su familia a Cincinnati, habría habido un Presidente de la Iglesia y no habría sido Brigham Young. Brigham Young era Presidente del Consejo de los Doce y Hyrum Smith habría resultado Presidente de la Iglesia en virtud de su ordenación, y por ocupar el lugar que había ocupado Oliverio Cowdery.
Esto es tan sencillo que no se puede esperar que sea más claro, tal como está escrito en nuestras Escrituras y en la historia de la Iglesia. José y Hyrum Smith, después de 1841, firmaron documentos como Presidentes de la Iglesia. Para muchos miembros de la Iglesia, Hyrum Smith fue solamente el Patriarca. Hyrum Smith recibió una doble porción, recibió el oficio de Patriarca que había pertenecido a su padre y que vino a él por derecho, y también recibió las llaves para ser el “Segundo Presidente” y preceder a los consejeros, tal como había sido el caso con Oliverio Cowdery. De manera que si no hubiera muerto como mártir, habría permanecido como Presidente de la Iglesia.
SE REQUERÍA LA MUERTE DE DOS TESTADORES. Pero aquí tenemos otro punto. El, (José Smith) tenía que morir. ¿Por qué? Porque en las Escrituras leemos que el testimonio no es válido sin la muerte del testador; esto es, en su caso particular y en el caso de Cristo. Tan fue necesario que Hyrum Smith diese su vida como mártir por esta causa, como testigo de Dios, como lo fue el caso de José Smith, de manera que el Señor permitió que fuesen llevados en esa forma y que ambos sellaran su testimonio con su propia sangre. Ambos tenían las llaves de la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos y las poseerán en igual forma a través de todas las épocas de la eternidad. Luego, naturalmente, ocupa su lugar el consejo de los Doce y por derecho, Brigham Young llegó a ser Presidente de la Iglesia.
Si Oliverio Cowdery hubiera permanecido fiel, si hubiera sido fiel a su testimonio y a su llamamiento como “Segundo Elder” y Presidente Auxiliar de la Iglesia, estoy tan seguro como que me encuentro aquí, que Oliverio Cowdery habría ido a Carthage con el profeta José Smith, para dar su vida en lugar de Hyrum Smith. Ese habría sido su privilegio. Tal vez suene un poco extraño hablar del martirio y considerarlo un privilegio, pero eso era: un privilegio. Oliverio Cowdery lo perdió y Hyrum Smith lo recibió. De acuerdo con la ley de los testigos —y ésta es una ley divina— así tenía que ser.
HOY EN DÍA NO SE NECESITA UN PRESIDENTE AUXILIAR. A veces nos preguntamos: Si Oliverio Cowdery fue ordenado para poseer las llaves juntamente con el Profeta, y luego de haberlas perdido por transgresión, esta autoridad fue conferida sobre Hyrum Smith, ¿por qué no tenemos hoy en día el mismo orden de cosas en la Iglesia y a un Presidente Auxiliar, así como los dos consejeros en la Primera Presidencia?
La respuesta es bien sencilla. A causa de la condición particular que requería la existencia de dos testigos para establecer la obra, cosa que no es requerida luego que ésta ya esté establecida. José y Hyrum Smith, se sitúan a la cabeza de esta dispensación, compartiendo conjuntamente las llaves, como los dos testigos que eran necesarios para cumplir la ley según fue establecida por nuestro Señor en su respuesta a los judíos. Como el evangelio nunca más será restaurado, no habrá ocasión de que surja nuevamente esta necesidad. Todos nos remitimos a los dos testigos especiales llamados a dar testimonio, en completo acuerdo con la ley divina.
TESTIGOS DEL LIBRO DE MORMÓN
TRES TESTIGOS SE ADHIEREN AL TESTIMONIO. Lo que los tres testigos vieron ocurrió en presencia de un ángel; y oyeron la voz de Dios que les hablaba. Los tres abandonaron la Iglesia. Es bien sabido que Oliverio Cowdery y que David Whitmer abandonaron la Iglesia, aunque generalmente se supone que Martín Harris nunca fue excomulgado.35 Si leéis bien la historia de la Iglesia, encontraréis que se presentaron cargos contra Oliverio Cowdery y David Whitmer, y ellos fueron presentados ante el Profeta y ante los concilios de la Iglesia, y así fueron excomulgados.
¿Creéis acaso que si José Smith y estos testigos hubieran tenido una confabulación para defraudar y engañar, José Smith habría permitido, no importa cuál fuera la razón, que cualquiera de ellos se apartase? ¿Creéis que se habría atrevido a permitir que un sumo consejo de esta Iglesia excomulgase a estos hombres y los expulsase, si el testimonio no hubiera sido cierto?
Ese es un punto que queda fuera de toda discusión, porque bajo tales condiciones Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris inmediatamente habrían dicho: “Nosotros nos confabulamos para engañar; además, no es cierto, no vimos a un ángel. Lo que José Smith anda diciendo no es verdad.” Mas ellos nunca dijeron eso. Durante toda su vida permanecieron fieles a su testimonio, aunque se enojaron con el profeta José Smith personalmente. Los tres vencieron ese enojo antes de morir, pero hubo un momento en que sus sentimientos hacia él fueron muy, muy amargos.
TESTIMONIO DE DAVID WHITMER. Frente a mí tengo el testimonio dado por David Whitmer. He copiado estas palabras directamente del manuscrito original escrito por él, y firmado por su propia mano, tal como lo tenemos en la Oficina del Historiador. Lo obtuvimos no hace mucho, mediante una compra del mismo al nieto de David Whitmer. El dijo que pensaba que nosotros deberíamos tenerlo aquí.
Se encuentra archivado entre los documentos de la Iglesia y con las firmas de hombres que voy a mencionar, firmas adjuntas al mismo; los cuales no eran miembros de la Iglesia, ni creían en la misión de José Smith. Este testimonio fue dado en 1881 a causa de que cierto individuo había dicho que David Whitmer había declarado anteriormente que su testimonio no era verdadero. David Whitmer llama la atención al hecho de que este individuo mintió.
“A todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos a quienes lleguen estos escritos:
“Habiendo sido declarado por un tal John Murphy de Polo (condado de Caldwell), estado de Missouri, que yo, en una conversación mantenida con él durante el pasado verano, había negado mi testimonio como uno de los tres testigos del Libro de Mormón.
“Con el propósito, por lo tanto, de que él ahora me pueda entender, si es que no me entendió entonces, y que el mundo sepa la verdad, deseo ahora, en el caso de mi vida, y en el temor de Dios, de una vez por todas, hacer esta declaración pública ante todos:
“Que nunca en momento alguno he negado aquel testimonio, ni parte de él, el cual por tanto tiempo ha sido publicado con ese libro, como uno de los Tres Testigos.
“Quienes me conocen mejor, sabrán que siempre me he mantenido firme en ese testimonio.”
RESPALDO DADO A LA REPUTACIÓN DE DAVID WHITMER COMO CUIDADANO. No tengo mucho tiempo para leerlo todo ahora. Lo he copiado así a fin de poder decir que lo he copiadodel documento original de puño y letra de David Whitmer, con su propia firma y con estos nombres adjuntos al documento:
A. W. Doniphan (Alexander W. Doniphan, quien era también un anciano. En un tiempo desempeñó las funciones de abogado del Profeta).
George W. Dunn, Juez del Quinto Distrito Judicial.
T. D. Woodson, Presidente del Banco de Ahorros del Condado de Ray.
Jacob O. Child, Editor del Conservator (periódico en el cual se publicó este testimonio).
H. C. Garner, cajero del Banco de Ahorros del Condado de Ray.
W. A. Holman, Tesorero del Condado.
J. S. Hughes, banquero, Richmond, Misurí.
James Hughes, banquero, Richmond, Misurí.
D.P. Whitmer, abogado (nieto de David Whitmer).
James W. Black, abogado
L. C. Cantwell, Administrador de Correos, Richmond, Misurí.
Geo. I. Wassen, alcalde.
Jas. A. Davis, recaudador de impuestos.
C. J. Hughes, Juez del Tribunal de Testamentarías del Condado de Ray.
Geo. W. Trigg, Secretario del Condado.
W. W. Mosby, Doctor en medicina.
Thos. McGinnis, ex-alguacil del Condado de Ray.
W. R. Holman, comerciante en muebles.
J. P. Queensbury, comerciante.
Lewis Slaughter, registrador de escrituras.
George W. Buchanan, miembro del Congreso.
A. K. Reyburn.
De este modo, algunos de los ciudadanos prominentes del pueblo de Richmond, en el condado de Ray, estado de Misurí, pusieron su nombre en aquel documento y éste fue publicado en el periódico local en 1881.
Y bien, David Whitmer era un ciudadano cuerdo, en pleno uso de sus facultades al escribir eso. Después de ese hecho vivió unos años más, y ese fue su testimonio aun estando alejado de la Iglesia. ¿Qué vais a hacer con él?
EL EDITOR APRUEBA EL TESTIMONIO DE DAVID WHITMER. Y todos aquellos hombres dieron testimonio de la integridad de David Whitmer. Os leeré lo que el editor dijo: “En otra página publicamos una carta de David Whitmer, padre, un anciano ciudadano bien conocido en Ray, así como el respaldo que se le ha dado en su reputación de hombre, firmado por cierto número de ciudadanos prominentes de esta comunidad, en respuesta a algunas calumnias hechas en contra de él.
“No hay duda de que el señor Whitmer, que fue uno de los Tres Testigos de la autenticidad de las planchas de oro, de las cuales él asegura que José Smith tradujo el Libro de Mormón (un facsímil del mismo que él ahora tiene en su poder con los anales originales), está firmemente convencido en cuanto al origen divino del mismo y aunque no hace esfuerzo alguno para imponer sus puntos de vista o creencias, simplemente quiere que el mundo sepa que en lo que a él atañe no hay ‘variación o sombra de volver atrás’. Habiendo vivido aquí durante medio siglo, es lógico que, con no poco orgullo, él señale su historia pasada, consciente de no haber hecho nada denigrante para su carácter como ciudadano y como creyente en el Hijo de María, al punto de justificar tal clase de ataque sobre él, haya provenido de la fuente que fuere. Y ahora, con las lilas de setenta y cinco inviernos que lo coronan como una aureola, y luego de casi finalizado su peregrinaje sobre la tierra, él reitera su primera declaración y dejará que el futuro resuelva el problema pues él solamente fue un testigo de su cumplimiento”.
Eso es lo que ellos dijeron de David Whitmer y yo os pregunto: ¿Qué vais a hacer al respecto? ¿No creéis que esto debe tener algo de peso?
TESTIMONIO DE MARTIN HARRIS. Ahora permitidme decir algo en cuanto a Martín Harris. El sumo consejo de Kirtland lo excomulgó por disensión, en diciembre de 1837. Aunque continuó fiel a su testimonio concerniente al Libro de Mormón, se mantuvo disgustado con la Iglesia durante muchos años. Pero un poco después que los miembros se establecieron en Utah, algunos de nuestros buenos hermanos fueron por él, lo encontraron, lo animaron y lo trajeron de nuevo. El vino aquí, se volvió a bautizar y vivió algunos años más dando fe de su testimonio. Murió aquí y fue sepultado en el Valle del Cache.
TESTIMONIO DE OLIVERIO COWDERY. Ahora llegamos a Oliverio Cowdery. ¿Qué de Oliverio Cowdery, el más importante de los tres, el que estuvo con José Smith tantas veces en ocasión de la aparición de ángeles y de la restauración de llaves? ¿Qué hubo de él? El dejó la Iglesia y se tornó sumamente rencoroso, pero nunca negó su testimonio. Algunos han dicho que lo negó, pero no lo hizo, él siempre fue fiel a dicho testimonio. Yo lo tengo aquí, escrito por su propia mano, y lo he copiado de su propio puño a fin de poder decir que así lo tengo. Está tomado de una carta que Oliverio Cowdery escribió a su cuñado y os voy a leer lo que dice. Al escribir ésto; él estaba alejado de la Iglesia.
“He abrigado una esperanza y ella es de las que más anhelo, la de poder dejar un testimonio tal, que aquellos que crean en él después que yo sea llamado a dejar esta vida, puedan —no solamente por amor a la verdad— no avergonzarse de la calidad moral del hombre que dio este testimonio. He sido susceptible en cuanto a este tema, lo admito, pero es que debo serlo; tú lo serías, bajo las mismas circunstancias, si hubieras estado en la presencia de Juan, junto a nuestro finado hermano José, para recibir el sacerdocio menor, y en la presencia de Pedro, para recibir el mayor y mirar a través del tiempo y ser testigo del efecto que ambos deben producir; sentirías lo que nunca has sentido, si hubiera hombres malvados conspirando para menoscabar los efectos de tu testimonio después de haber tú partido al descanso largamente anhelado.”
REGRESO DE OLIVERIO COWDERY A LA IGLESIA. Nosotros tenemos otros testimonios de Oliverio Cowdery. Tenemos el testimonio de él cuando volvió a la Iglesia en Kanesville. Oliverio Cowdery volvió a la Iglesia y quiero dirigir vuestra atención hacia las condiciones y circunstancias bajo las cuales lo hizo.
Cuando el profeta José Smith estaba en Nauvoo y muy poco antes de su martirio, le dijo a su secretario: “Me gustaría que usted le escribiera a Oliverio Cowdery para preguntarle si no ha sufrido ya lo suficiente.” Evidentemente la carta fue escrita, porque el mismo día del martirio se recibió una carta de parte de Oliverio Cowdery. Siempre he lamentado no haber conocido el contenido de esa carta; en las épocas de peligro se perdió y no se guardó un registro de ella. Pero creo que era la respuesta de Oliverio Cowdery a aquella comunicación y que él estaba pensando ya en volver a la Iglesia.
Bien, después que los santos fueron expulsados de Nauvoo y estaban en las llanuras donde todo parecía más tenebroso (¡Sidney Rigdon había dicho que iban a su destrucción y que no había esperanza para ellos y los diarios decían que no sobrevivirían!), bajo esas condiciones Oliverio Cowdery encontró el camino hacia Kanesville y pidió reingresar a la Iglesia. ¿Creéis vosotros que si él hubiera sido un impostor, habría hecho eso? Si lo creéis, yo os compadezco. El volvió y humildemente pidió un lugar en la Iglesia. Fue recibido y se estaba preparando para emprender una misión a Gran Bretaña cuando enfermó y murió. Murió en la casa de David Whitmer, dando testimonio de la verdad.
SANCIÓN POR RECHAZAR EL TESTIMONIO DE LOS TESTIGOS. El Señor dice: “¡Ay de aquel que rechace la palabra de Dios!”, según llegue a nosotros mediante dos, tres u ocho testigos. Y ese testimonio se levantará contra el mundo en el postrer día y todo hombre que esté viviendo y que haya oído el testimonio de Oliverio Cowdery, David Whitmer, Martín Harris y José Smith y haya rehusado recibir este mensaje tendrá que dar una razón que explique por qué lo ha rechazado y tendrá que hacerlo delante del tribunal de Dios, porque ese testimonio ha sido expresado solemnemente y ellos fueron los testigos de Dios para todo el mundo.
























