Doctrina de Salvación Tomo 1

Capítulo 14

La Iglesia Y El Reino


EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA

DOS REINOS: EL ECLESIÁSTICO Y EL POLÍTICO. El reino de Dios es la Iglesia. Después que Cristo venga, todos los pueblos de la tierra estarán sujetos a El, no obstante, habrá multitud de personas sobre la faz de la tierra que no serán miembros de la Iglesia; sin embargo, todas tendrán que ser obedientes a las leyes del reino de Dios, que tendrá dominio sobre toda la faz de la tierra. Estas personas estarán sujetas al gobierno político aunque no sean miembros del reino eclesiásticoo sea la Iglesia.

Este gobierno que abarca a todos los pueblos de la tierratanto dentro como fuera de la Iglesiaa veces es llamado también reino de Dios, porque la gente quedará sujeta al reino de Dios que Cristo mismo establecerá; pero esa misma gente tendrá su libre albedrío y miles no serán miembros de la Iglesia hasta que estén convertidos; sin embargo estarán sujetos al mandato teocrático.

EL REINO DURANTE EL MILENIO. Cuando nuestro Salvador venga a reinar en el Milenio, todos los gobiernos estarán sujetos a su gobierno y a esto se le ha llamado el reino de Dios, cosa que lo es; pero este es el reino político que abarcará a todos los hombressean de la Iglesia o no. Naturalmente, cuando toda tribu, lengua y pueblo estén sujetos al mandato de Jesucristo, sucederá en ese reino político. Debemos tener presente esto.

Así que el reino de Dios es la Iglesia de Jesucristo y es el reino que perdurará para siempre. Cuando el Señor oró dijo: “Venga tu reino”, estaba refiriéndose al reino celestial que vendría al iniciarse el reinado milenario.

Cuando venga Cristoel reino político será entregado a la Iglesia. El Señor dará fin a todas las naciones: eso quiere decir a esta nación así como a cualquier otra. El reino de Dios es la Iglesia, pero durante el Milenio, las multitudes de la tierra que no estén en la Iglesia tendrán que ser gobernadas y muchos de sus oficiales, elegidos, tal vez no sean miembros de la Iglesia.

EL REINO SE HA ESTABLECIDO SOBRE LA TIERRA

LA IGLESIA FUE ORGANIZADA EN ESTA DISPENSACIÓN. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días fue organizada el jueves 6 de abril de 1830, en el hogar de Pedro Whitmer, en Fayette, condado de Séneca, Nueva York, con seis miembros. Y Estos seis miembros, que ya habían sido bautizados antes de la organización de la Iglesia, fueron bautizados de nuevo el día de la organización. Ellos son: José Smith, Oliverio Cowdery, Hyrum Smith, Peter Whitmer, hijo, Samuel H. Smith y David Whitmer. Casi todos ellos murieron siendo miembros de la Iglesia, excepto David Whitmer.

En esta ocasión José Smith y Oliverio Cowdery fueron sostenidos como el primero segundo élder de la Iglesia respectivamente. En ese día, el Profeta recibió una revelación en la cual a la Iglesia recién organizada se le dio el mandamiento de guardar una historia en la que José Smith debía ser llamado vidente, traductor, profeta y apóstol de Jesucristo, y un élder de la Iglesia.

PRIMERAS CONFERENCIAS DE LA IGLESIA. El 9 de junio de 1830 se efectuó la primera conferencia de la Iglesia en Fayette, Nueva York, y fueron presentados los oficiales siguientes:

José Smith, Oliverio Cowdery, David Whitmer, Peter Whitmer y Ziba Peterson, cada uno de los cuales tenía el oficio de élder [anciano] en la Iglesia. En esta conferencia Samuel H. Smith fue ordenado élder; Joseph Smith y Hyrum Smith fueron ordenados presbíteros. Martín Harris también fue ordenado presbítero y Hiram Page y Christian Whitmer, maestros. Al final de esta conferencia había en la Iglesia siete élderes ordenados —incluyendo a José Smith y Oliverio Cowdery— tres presbíteros y dos maestros. El número total de miembros de la Iglesia era de 27.

Oliverio Cowdery fue llamado para llevar el registro histórico de la Iglesia y levantar las actas de la conferencia hasta la siguiente que se realizaría en septiembre.

La segunda conferencia de la Iglesia se realizó el 26 de septiembre de 1830. En esa fecha la Iglesia tenía los siguientes oficiales: ocho élderes (Thomas B. Marsch había sido ordenado); cuatro presbíteros (Newel Knight había sido ordenado); y dos maestros: ocho poseedores del Sacerdocio de Melquisedec y seis del Aarónico, para un total de 14, según nuestro conocimiento, que ya habían sido ordenados en el sacerdocio.

David Whitmer fue nombrado para llevar la historia de la Iglesia y levantar las actas de la conferencia, hasta la conferencia siguiente. El total de miembros al finalizar esta conferencia, era de 62.

La tercera conferencia se realizó en Fayette, Nueva York, el 2 de enero de 1831, pero no se registró el acta de la misma.

ORDENACIÓN DE LOS PRIMEROS SUMOS SACERDOTES. En la cuarta conferencia efectuada en Kirtland, Ohio, en junio de 1831, fueron ordenados los primeros sumos sacerdotes de esta dispen­sación. Había 23 en total y entre ellos estaba el profeta José Smith, que fue ordenado sumo sacerdote bajo las manos de Lyman Wight, habiendo sido él (Lyman Wight) ordenado primeramente a ese oficio por el Profeta. Debido a su ausencia, Oliverio Cowdery no fue ordenado sumo sacerdote en esta conferencia, sino que fue ordenado por Sidney Rigdon el 28 de agosto de ese mismo año.

En esta conferencia Edward Partridge también fue ordenado sumo sacerdote; anteriormente había sido llamado al obispado y en esa fecha eligió como consejeros, o ayudantes, como se les llamaba entonces, a John Corrill e Isaac Morley. Este fue el primer obispado en la Iglesia.

Desde ese momento la Iglesia creció rápidamente en poder y fuerza, a pesar de las muchas pruebas, apostasías y dificultades por las que tuvo que pasar.

ES ORGANIZADA LA PRIMERA PRESIDENCIA. El 18 de marzo de 1833, fue organizada la Primera Presidencia de la Iglesia con José Smith como presidente; Sidney Rigdon y Frederick G. Williams, como consejeros. Antes de esto, el Profeta fue sostenido y ordenado presidente del sumo sacerdocio, en una conferencia realizada en Amherst, Ohio, el 25 de enero de 1832.

Joseph Smith (padre del Profeta) fue llamado y ordenado por su hijo José, como patriarca presidente, el 18 de diciembre de 1833. En esta ordenación también fue llamado como presidente del sumo sacerdocio. Oliverio Cowdery también estaba asociado con la Primera Presidencia.

Los primeros apóstoles y setentas de esta dispensación fueron ordenados en Kirtland, Ohio, en febrero de 1835, después del regreso de los integrantes del Campo de Sión. Los apóstoles fueron escogidos por revelación y ordenados por los testigos del Libro de Mormón, el 14 de febrero de 1835, y los primeros setentas fueron ordenados 14 días después. A partir de este momento fueron ordenados dos quórumes de setentas.

SE ABREN LAS PRIMERAS MISIONES EN EL EXTRANJERO. La primera misión extranjera fue organizada en la Gran Bretaña, con sede en Lancashire, Inglaterra, por los élderes Heber C. Kimball, Orson Hyde, Willard Richards, Joseph Fielding, John Goodson, Isaac Russel y John Snyder, en 1837. Desde allí, la obra se extendió a Irlanda, Escocia, Gales y las otras partes de Inglaterra; también a Australia, América del Sur y al oriente de la India.

Joseph Ball fue apartado en 1842 para América del Sur. Diez años más tarde, Parley P. Pratt y Rufus Allen visitaron a Chile, pero tuvieron poco éxito.

El evangelio fue llevado a Jamaica, en 1842, por Henry Sagers. Ese mismo año Orson Hyde fue a Jerusalén y dedicó la tierra de Palestina para el retorno de los judíos. En el transcurso de esta misión realizó algunos trabajos en Alemania.

En 1843, Addison Pratt, Noah Rogers, Benjamin F. Grouard y Knowlton F. Hanks fueron apartados para visitar las islas del Pacífico. El élder Hanks murió el 3 de noviembre siguiente y fue sepultado en el mar. Los demás trabajaron en Tahití, donde tuvieron bastante éxito.

El élder William Howell fue el primer misionero que arribó a Francia. Llegó allí desde Inglaterra, en 1848, y organizó una rama. En 1850 el élder John Taylor y otros fueron a Francia y trabajaron en ese territorio.

SE ABREN MISIONES EN MUCHAS NACIONES. En ese mismo año (1850), Erastus Snow y Peter O. Hansen llegaron a Dinamarca; John E. Forsgren, a Suecia; Lorenzo Snow y Joseph Toronto, a Italia; y más tarde, en ese mismo año, Thomas H. B. Stenhouse abrió las puertas en Suiza, y el élder George Q. Cannon y otros, lo hicieron en las islas de Hawai.

El élder Joseph Richards fue el primero en llevar con éxito el evangelio a la India, donde organizó una rama el 22 de junio de 1851. William Donaldson, del ejército británico, fue el primer élder que visitó esa tierra, pero sus trabajos no tuvieron éxito.

En 1852 fueron enviados misioneros a la India, China, Siam, Cabo de Buena Esperanza (Africa), Prusia, Gibraltar, las Antillas y Noruega. En 1854 los élderes se dirigieron a Nueva Zelanda y en 1877 a México.

Desde entonces el evangelio ha sido predicado en casi toda Europa, en partes de Asia, en América del Sur, las Islas del Mar, donde residen muchos descendientes de la raza nefita; y en Japón, tierra que fue dedicada por el presidente Heber J. Grant el 1° de septiembre de 1901.

En 1903 el presidente Francis M. Lyman también dedicó Finlandia y Rusia para la predicación del evangelio y para el recogimiento de la sangre de Israel.

Desde el momento en que el primer grupo de santos zarpó desde Liverpool, el 6 de junio de 1840, hasta el final del año 1908, más de 100.000 miembros compraron pasaje para Sión. De los muchos barcos que transportaron a esta enorme multitud, ni uno solo se perdió y aunque algunos de los santos murieron en el viaje y otros sufrieron accidentes, el resultado fue sumamente maravilloso.

LOS SANTOS: UN PUEBLO PECULIAR

EN QUÉ FORMA LOS SANTOS SON UN PUEBLO PECULIAR. Los santos son peculiaresdiferentesEsto es verdad tanto en relación a sus costumbres como a sus creencias religiosasSi ellos quieren ser leales a su feno pueden evitar ser diferentes al resto de sus semejantes. Su religión así lo requiere. Lo mismo se podría decir de cualquier otro pueblo si es que éste se esfuerza por servir al Señor de acuerdo con las enseñanzas de El.

Los santos de los días antiguos eran peculiares. Pedro los llamó “escogidos” porque “Dios… os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Los Santos de los Ultimos Días creen que ellos también son “linaje escogido, real sacerdocio”, y verdaderos sucesores de los santos de la antigüedad. Esta vocación los hace peculiares.

Una de las particularidades más notorias de los Santos de los Ultimos Días es el hecho de que se llamen santos a sí mismos. Han sido criticados y a menudo condenados por gente de buena intención pero mal informada, por tomar sobre sí mismos el calificativo de santos. Ante los ojos de muchos esto indica un espíritu de arrogancia y la adjudicación de un título que solamente debería ser dado a aquellos cuya benevolencia y vida cristiana hayan sido sobresalientes, y además, otorgado a ellos muchos años después de su muerte. Entre muchas personas prevalece la idea, falsa por cierto, de que una persona digna de llevar este título debería ser elegida y canonizada, mediante la autoridad eclesiástica adecuada.

POR QUÉ LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA SON LLAMADOS SANTOS. Los Santos de los Ultimos Días deberían ser en todo momento aquello que este nombre implica. Deberían vivir libres de pe­cado; sus vidas deberían estar en estricta armonía con los principios del evangelio. Deberían vivir “de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Así es como se les ha mandado.

Sin embargo, al aceptar el título de santos no son arrogantes, pretenciosos ni engreídos. Ellos no eligieron el nombreles fue dado por mandamiento divino. Es el Señor quien dijo: “Porque así se llamará mi iglesia en los postreros días, aun La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.” A fin de que los miembros sufriesen la impresión adecuada con el significado de este título, siguió esta amonestación: “De cierto os digo a todos: Levantaos y brillad, para que vuestra luz sea un estandarte a las naciones.”

Al aceptar este título, los Santos de los Ultimos Días se sujetan a la costumbre que prevalecía entre el Pueblo de Dios en todas las anteriores épocas de la tierra. Los miembros de la Iglesia en los días de Pedro y Pablo se llamaban santos. “Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida.” Pablo escribió: “…a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Es claro, entonces, que los miembros de la Iglesia hoy en día se sujetan a la costumbre de épocas anteriores, pues por manda­miento son llamados en esta época, a “ser santos” y miembros de la Iglesia de Jesucristo.

LOS SANTOS SON LA MEJOR GENTE. Somosa pesar de nuestras debilidadesla mejor gente del mundo. Yo no lo digo jactanciosamente, pues creo que esta verdad es evidente por sí misma a todos aquellos que se sientan inclinados a observar personalmente. Somos moralmente limpios, en toda forma iguales —y en muchas otras formas, superiores— al resto de la gente. La razón de esto es que hemos recibido la verdad, el evangelio del Señor Jesucristo. Para nosotros el evangelio no es la letra muerta, algo para considerarse tal vez durante el día de reposo y olvidarse durante los seis días restantes de la semana, sino que nuestra religión es de todos los días. Se espera que vivamos de acuerdo con los principios de la verdad cada día de nuestra vida, pues estos principios son verdaderos, tanto a mediados de la semana como en el día de reposo.

PRIVILEGIOS Y DEBERES DE LOS SANTOS

EL PRIVILEGIO DE VIVIR AHORA, CUANDO EL EVANGELIO ESTÁ AQUÍ EN LA TIERRA. Mi deseo es ver a los demás participar de la luz de la verdad tal como ha sido revelada. Todos podemos regocijarnos por el hecho de haber nacido en esta dispensación en la cual se nos da la oportunidad de conocer y comprender la verdad. Muchas veces le he agradecido al Señor por no haber sido mandado a la tierra durante las edades de obscurantismo o cuando el evangelio no estaba entre los hombres. Aun cuando no tuviéramos nada más, este gran privilegio de vivir ahora cuando la plenitud de la verdad ha sido revelada, es una bendición tan maravillosa como cualquier otra que pudiéramos anhelar.

Una de las cosas que yo conozco y que me extraña es el hecho de que la gente vive al alcance de la sombra protectora del evangelio pero no quiere nada de él. Cierran sus ojos y rehusan ver; cierran sus oídos y rehusan oír. Y aun entre los miembros de la Iglesia encontramos a muchos que no quieren vivir en la luz de acuerdo con sus propias convicciones.

CONDENACIÓN PARA LOS SANTOS PEREZOSOS. El hombre que ha recibido la verdad y sin embargo no ande en ellamerece la mayor condenación. Un miembro de esta Iglesia que se entregue al uso del tabaco, que viole la Palabra de Sabiduría, que rehuse pagar su diezmo, que no santifique el día de reposo, o que en cualquier otra forma no escuche la palabra del Señor, no es leal a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.

Aquí en casa, en las estacas de Sión, aun a la sombra de los templos, se encuentran aquellos que aunque están contados entre los de la Iglesia, no quieren obedecer los mandamientos del Señor. Algunos de ellos han hecho convenios en estos lugares santos y sin embargo no valoran la verdad; no valoran las enseñanzas de los siervos del Señor y no andan con el conocimiento que poseen, y menos aún con toda palabra que procede de la boca de Dios. Ellos recibirán la mayor condenación.

NUESTRO PROPÓSITO: EDIFICAR EL REINO. Todo individuo irradia cierta influencia. Nuestra influencia debe ser para bien, para la edificación del reino de Dios. No deberíamos tener otro propósito, sino solamente el de llevar a efecto esta gran obra y verla establecida sobre la tierra tal como el Señor lo quiere.

En los primeros días de la Iglesia, los hermanos se dirigieron al profeta José Smith y le preguntaron qué es lo que el Señor quería que ellos hiciesen. La respuesta que les fue dada era “exponer y establecer la causa de Sión”. Esa es nuestra obra: establecer Sión, edificar el reino de Dios, predicar el evangelio a cada criatura en el mundo de forma que ni una sola alma quede a un lado si es que existe la oportunidad de que le presentemos la verdad.

MANTENER EL NOMBRE DE LA IGLESIA POR ENCIMA DE TODA CENSURA. Debemos, como Iglesia y como individuos, mantenernos limpios, con mente y alma puras, sin contaminarnos de los pecados del mundo. Es el deber de cada uno de nosotros mantener sin manchaindividualmenteel buen nombre de esta Iglesia.

No obstante, hemos sido acusados de muchas cosas. No hay delito que no se haya imputado a los miembros de la Iglesia. El Señor dijo que así sería, que los hombres malvados hablarían mal de la verdad. Cada vez que ellos lo hacen, deberíamos regocijarnos, no en el hecho de ser acusados por quienes dan falso testimonio, sino por ser inocentes de todas esas cosas. De eso deberíamos regocijarnos.

Pero nuestro deber como Iglesia, como comunidad, es mantener por encima de toda censura el buen nombre de ella. Y es deber de cada miembro mantenerse puro, pues cada uno de nosotros lleva sobre sí el buen nombre de la Iglesia. Siempre que hacemos algo contrario a lo que es recto, si somos impuros en nuestra vida, si no obedecemos los mandamientos que el Señor ha dado, sufre toda la Iglesia, no solamente el individuo que peca; deberíamos pensar detenidamente en eso. Si un hombre peca y su pecado es de conocimiento públicoel mundo culpa a toda la IglesiaSin embargo ellos no harían eso mismo con respecto a cualquier otra organización existente.

 EL REINO: SU ORGANIZACION Y DONES

CRISTO PERSONALMENTE ORGANIZÓ SU IGLESIA. Durante su ministerio mortal Cristo mismo organizó la IglesiaNo es sino una torpeza sectaria sostener que el Salvador no organizó la IglesiaEl indicó que el reino de los cielos estaba a las puertas y frecuentemente habló de élese reino es la Iglesia.

Además, también encontraréis consejos dados al hermano que no se puede reconciliar con otro hermano: éste debe decirlo a la Iglesia. ¿Cómo decirlo a la Iglesia si no había una iglesia? Y Pedro declaró en el día de Pentecostés que el Señor añadía diariamente a la Iglesia tantos como tenían que ser salvos, de manera que deben haber tenido una iglesia y no hay ninguna evidencia de que ella haya sido organizada por los apóstoles. De hecho, los apóstoles estaban esperando la investidura, que llegó el día de Pentecostés, antes de comenzar su ministerio.

LA ORGANIZACIÓN Y LOS DONES SON PARTE DE LA VERDADERA IGLESIA. La iglesia de Jesucristo, tal como fue establecida en los días de los apóstoles, estaba gobernada por apóstoles, profetas, evangelistas, sumos sacerdotes, setentas y otros oficiales que uno no encuentra en las iglesias del mundo hoy en día. En general, se enseña que los apóstoles y profetas, y la necesidad de revelación y más Escrituras, no eran necesarios después del primer siglo; que estos oficiales y la revelación dada desde los cielos, fueron dados a la Iglesia con el propósito de establecerla y que después fueron quitados y que el hombre debía únicamente depender de las cosas que ya se habían escrito.

Los apóstoles, sin embargo, enseñaron que la Iglesia, tal como fue establecida en el primer siglo, debía continuar con los mismos oficialesindefinidamenteo a través de todo el tiempo. Pablo informó a los santos en Efeso, que el Señor había dado a la Iglesia, apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, “a fin de perfeccionar a los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”, y que los mismos debían permanecer en la Iglesia, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”

Además, enseñó a los santos de Corinto que estos oficiales y los dones del evangelio, siempre han sido necesarios, y que Dios había establecido en la Iglesia “primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”. También dijo que todos estos oficiales y dones eran esenciales para el cuerpo de Cristo y que un miembro no podía decirle a los otros “no tengo necesidad de vosotros”.

LA IGLESIA Y EL REINO SON RESTAURADOS. El Señor le enseñó a José Smith y a sus asociados que debido a la apostasía, estos oficiales con su autoridad fueron quitados y que cuando La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días fue restaurada, fue mediante el mandato divino de que nuevamente se ordenase apóstoles, sumos sacerdotes, setentas y élderes, y que con autoridad fuesen enviados a proclamar el mensaje de salvación a las naciones de la tierra.

¿A dónde podemos ir y encontrar las palabras de vida eternaNo podemos volvernos a la derecha ni a la izquierdapues allí reina la obscuridad espiritualEs aquí donde se encuentran las palabras de vida eternatal como son dadas por revelación e inspiración al pueblo de Sióny sabemoscomo lo sabía Pedroque Jesús es el Cristoel Hijo del Dios vivienteEste es nuestro mensaje al mundo.

EL REINO PERMANECERÁ PARA SIEMPRE

LA MAYORÍA DE LOS SANTOS PERMANECERÁN FIELES. Tengo la seguridad en mi corazón mediante las enseñanzas que he recibido del Espíritu del Señor y de la inspiración que he recibido de las revelaciones del Señor a través de sus siervosque la mayoría de este pueblo siempre permanecerá fiel.

Todo lo pertinente a la salvación del hombre ha sido restaurado en esta dispensación preparatoria a la venida de Cristo y al establecimiento de su reino con plena autoridad sobre toda la tierra. Cuando llegue ese tiempo y Cristo reine, todo lo que ahora existe y sea contrario a ese reino y esté en conflicto con él, debe llegar a su final.

Si hay gente comprometida en obras que no son aprobadas por el Señor, cuanto antes llegue al entendimiento de la verdad y salga de ellas y aprenda a servir al Señor, tanto mejor para ella. Es mucho mejor conocer la verdad y abandonar el error que permanecer en los sistemas del mundo no aprobados por el Señor y que, por lo tanto, en el debido tiempo dejarán de existir. Ese día está próximo y por esta razón el Señor ha mandado a sus siervos por el mundo a proclamar su evangelio y llamar al arrepentimiento, a fin de que todos los que quieran puedan oír y escapar. Al alcance de todos los que estén deseosos de abandonar el error, está la posibilidad de conocer la verdad y la obra establecida: la obra del Señor.

LA IGLESIA NUNCA SERÁ VENCIDA, El nos ha dado el reino. El nos ha hecho la promesa de que el enemigo del reino no vencerá. Tal vez tengamos dificultades o tal vez nos enfrentemos a la oposición, pero ésta fracasará en sus esfuerzos por destruir la obra de Dios.

El evangelio ha sido restaurado el reino entregado a sus santos de acuerdo con la profecía de Daniel. No será vuelto a quitarni destruidoni entregado a otro puebloy conforme a su propia manera y a su tiempoEl va a desmenuzar todos los demás sistemasa fin de que su reino prevalezca, y a fin de poder venir y reinar como Señor de señores y Rey de reyes sobre la faz de toda la tierra.

El Señor ha destacado el hecho de que El va a destruir los sistemaslas organizaciones y las combinaciones que sean falsas. ¿Y cómo lo va a hacerDándoles la verdad a su integrantes si es que ellos están dispuestos a recibirla: dándoles el privilegio de salir de esas organizaciones, para recibir la verdad y tener toda oportunidad de ingresar a su reino, pues la mano de El está extendida y lista para recibirlos. Si ellos no vienensi no quieren recibir su mensajeentoncesnaturalmentedeben caer junto con sus sistemasLa verdad prevalecerála verdad permanecerá cuando todo lo demás sea quitado y ella está destinada a cubrir la faz de la tierra.

LOS ÁNGELES YA ESTÁN SEGANDO LA TIERRA AHORA. En uno de estos pasajes, el Señor dijo que los ángeles estaban esperando para segar la tierra. Yo oí al presidente Wilford Woodruff declarar, desde este mismo lugar en el cual estoy parado ahora, en una conferencia de la Iglesia, que estos ángeles ya habían sido mandados en su misión de segar la tierrade atar la cizaña en manojos para la quemazón y de recoger a los santos de Dios. Yo le oí hacer esta declaración en varias ocasiones. Además, dijo, desde ese entonces en adelante —y eso fue hacia el año de 1894— aumentarían los terremotos, las pestilencias, la guerra, el hambre, las plagas y otras catástrofes entre los hombres así como la furia de los elementos, y continuaría todo en esa forma hasta la venida de Cristo.

En la revelación que conocemos como la “revelación acerca de la guerra”, el Señor declaró que El había decretado destruir a las naciones, “hasta que la consumación decretada haya destruido por completo a todas las naciones.” En ese día, cuando esto acontezca, tendrá supremacía la nación establecida por el Señor y todos los demás poderesreinosorganizaciones y sociedades dejarán de ser, porque así está decretado.

LOS SANTOS SIEMPRE TENDRÁN UN PROFETA QUE LOS GUÍE. Aunque el Profeta que está a la cabeza de la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos y el Patriarca que estuvo a su lado, han sido quitados de nosotros, el Señor no nos ha dejado desvalidosNo ha habido ni un momentodesde la restauración del evangelioen el que no hayamos tenido un profetaalguien para guiarnospara dirigirnospara enseñarnos los mandamientos de Dios a fin de que pudiésemos andar en la senda recta y angostaNo nos encontramos sin líderesy nunca llegará el tiempo en que el Señor no encuentre a alguien en quien pueda confiaren quien El tenga confianza y que esté capacitado para ponerse de pie y representarlo entre el pueblo. Este es mi testimonio y me regocijo en su verdad.

Yo no siento que porque el Profeta y el Patriarca, o el presidente Young, o el presidente Taylor y otros líderes hayan sido llevados, haya llegado el tiempo en el cual no tengamos un líder inspirado para enseñarnos la verdad. Nunca llegará un momento en el que no podamos depositar nuestra confianza y ejercer la fe en las enseñanzas e instituciones de quienes nos dirigen. Estoy bien seguro de esto porque sé que las promesas del Señor son firmes. Sé que estas cosas son verdaderas; el Señor no ha abandonado a su pueblo y estará con él hasta el final. Por lo tanto nos corresponde, como Santos de los Ultimos Días, depositar nuestra confianza en las autoridades que presiden la Iglesia, en el sacerdocio de Dios; y aceptar sus enseñanzas.

LOS SANTOS SERÁN SALVOS AL SEGUIR A LAS AUTORIDADES DE LA IGLESIA. Ningún hombre se ha perdido por seguir el consejo de las autoridades de la Iglesia. Ningún hombre que haya seguido las enseñanzaso recibido el asesoramientoo consejo de uno que ocupa el lugar de representante del Señorse ha perdido; pero los hombres que han rehusado aceptar dichos consejos se han desviado por sendas prohibidas y en algunos casos, inclusive, han negado la fe. Otros que se apartaron porque no entendieron o porque no prestaron atención a los consejos que para su bien eterno les fueron dados, se han humillado y han vuelto a la Iglesia reconociendo su error.

Debemos depositar nuestra fe en aquellos a quienes el Señor ha llamado, si queremos tener un lugar delante del Señor y ninguno de nosotros desea, si es que tiene el Espíritu adecuado, ser expulsado de entre el pueblo. Pero este castigo es el que caerá sobre quienes no demuestren ser fieles y no presten atención al consejo de quienes son llamados, señalados e inspirados del Señor para dirigirnos y enseñarnos en todas las cosas.

LA JUVENTUD DE SIÓN SE MANTENDRÁ EN LA IGLESIA. Algunas veces se levanta alguien que siente que es su deber informar al mundo que los viejos miembros de la Iglesia aún siguen fieles a principios que fueron enseñados por el profeta José Smith y por el presidente Brigham Young, pero que la nueva generación se está apartando de tales cosas, que los hijos se están apartando de las enseñanzas de sus padres, según se dice. Sin embargo, yo estoy aquí para testificar que no es así. Puede haber, natural­mente, y hay entre nosotros quienes no son fieles, quienes se apartan de los pasos de sus padres; siempre ha sido así. Inclusive podemos esperar que en algunos casos continúe siendo así.

Pero en lo que respecta a los Santos de los Ultimos Días, la mayoría de ellos no se apartará de la fe de sus padres. No está señalado que ese sea el caso, pues cuando este evangelio fue restaurado, el Señor declaró mediante sus siervos que vinieron de los cielos con el mensaje de salvación, que fue restaurado por última vez y que debe crecer y aumentar y el conocimiento debe desarrollarse esparcirse hasta que llene toda la tierra. Ese es el destino de esto que el mundo llama mormonismo. De manera que están equivocados en sus conclusiones los que esperan que los hijos se aparten de las enseñanzas de sus padres.

LA IGLESIA SIEMPRE PROGRESARÁ. Estamos progresando, estamos aumentando en conocimiento, en sabiduría y en poder. Así es como debe ser y como siempre será en la Iglesia y en el reino de nuestro Padre; pues debe haber progreso, debe haber adelanto. El conocimiento será derramado sobre este pueblo y el Señor nos hará saber de cuando en cuandomediante la revelación y el Espíritu de inspiraciónmuchas cosas que son para nuestro bienuna vez que estemos preparados y listos para recibirlas. Hablo de la Iglesia en general.

Pero, no obstante todo nuestro avance, de nuestro aumento de fe y diligencia, todavía hay lugar para mejorar. Hay entre nosotros muchos que no están viviendo a la altura de sus deberes, aceptando y magnificando sus llamamientos en la forma debida, y que de diversas maneras fallan en guardar los mandamientos del Señor hasta donde son capaces.

SIÓN PROSPERARÁ. El Señor bendecirá a Sión. El derramará su Espíritu sobre. el pueblo, y los hará prosperar si es que ellos lo recuerdan, si es que guardan sus mandamientos, si es que observan los convenios que han hecho ante El y no los violan, si es que ellos se mantienen apartados del mundo y no se hacen partícipes de sus pecados.

No quiero decir que no debamos asociarnos nunca con quienes no son de nuestra fe, pues hay mucha buena gente que aún no ha abrazado el evangelio. No se nos requiere que la evitemos, pues nuestra misión en el mundo con ella, es convertirla a la verdad si es que podemos hacer eso. Pero no tenemos necesidad de ser partícipes de los pecados del mundo. No tenemos necesidad de seguir sus tontas modas. No tenemos ninguna necesidad de corrompernos por el simple hecho de que muchos de ellos estén corrompidos.

Hemos recibido mejores cosas. Nosotros andamos en el conocimiento y la comprensión del evangelio del Señor Jesucristo, y tenemos derecho a la inspiración que nos advertirá del peligro y que nos guiará hacia la senda del deber, dándonos poder para resistir y vencer el mal. Tenemos el derecho de invocar al Señor en oración y en fe pidiendo ayuda, guía y el concurso de su Santo Espíritu. Y lo recibiremos.

UNIDAD EN EL REINO. Ruego que seamos fieles a nuestros convenios, veraces unos con otros; que expulsemos de nuestro corazón todo lo que sea malo; que no hablemos mal los unos de los otros ni que nos entreguemos a la venganza, ni a las contenciones, ni a las riñas, pues el espíritu de iniquidad destruye la fe y tiende a separar en lugar de unir y fortalecer al pueblo. Debemos permanecer unidos como uno solo, porque nuestros propósitos son los mismos, nuestras metas son las mismas.

Estamos trabajando rumbo a la vida eterna y hacia el progreso. No hay desacuerdo entre los maestros de Israel en cuanto a los principios del evangelio. Con respecto a estas cosas estamos unidos. No hay división entre las autoridades y no debe haber división entre nuestra gente, sino unidad, paz, amor fraternal, bondad y amistad entre unos y otros. Estas son las bendiciones a las que tenemos derecho si es que vivimos de acuerdo con el evangelio, y el Señor derramará otras bendiciones mayores, aun todas las que nosotros podamos recibir.

PROFETIZA EL TRIUNFO DE SIÓN. Estoy sumamente impresionado esta mañana por las muchas evidencias que proclaman plenamente que este es en verdad el lugar, el lugar de Sión; que aquí se encuentra el pueblo del Señor con el cual El ha hecho convenio, que a su vez ha hecho convenio con El para servirle y obedecer sus mandamientos; que Sión crecerá y prosperará hasta que su fama llene la tierra y su gloria y majestad cubra toda su faz.