Capítulo 15
Origen y destino de la Iglesia “Reorganizada”
ORIGEN DE LOS PRIMEROS CULTOS APÓSTATAS
FALSAS PRETENSIONES DE LA IGLESIA REORGANIZADA. Los ministros de la Iglesia Reorganizada, o de la “Nueva Organización”, como se le llamó primeramente, declararon que a la muerte del profeta José Smith y del patriarca Hyrum, la Iglesia quedó seriamente dividida, sus miembros esparcidos a los cuatro vientos y que la Iglesia fue rechazada con su muerte.
También afirman que la “Reorganización” está integrada por los fieles que “no doblaron la rodilla delante de Baal”, sino que permanecieron leales a la “fe original” tal como fue revelada y practicada por el profeta José Smith.
En las palabras de su presidente: “Las personas que guardaron este convenio [el nuevo y sempiterno convenio] fueron aceptadas por El [el Señor] y no fueron rechazadas, ni su posición delante de Dios fue puesta en peligro por el hecho de que otros se hubiesen apartado de la fe. Cualquiera que haya sido el oficio que cada uno poseía en el sacerdocio, bajo las ordenaciones efectuadas por el llamado de Dios y el voto de la Iglesia, habría permanecido válido. Ellos pudieron, como élderes, presbíteros, etc., seguir adelante en los deberes de amonestar, exponer e invitar a todos a venir a Cristo, y por mandato de Dios pudieron levantar la iglesia partiendo de una sola rama, la cual, como ellos mismos, no había doblado la rodilla delante de Baal, ni se había apartado de la fe de la Iglesia tal cual se encuentra en los libros canónicos de la organización en el momento de la muerte de José y Hyrum Smith.”
Se implica enfáticamente en esta cita tomada de los escritos del presidente de la “Reorganización” que todos los que siguieron al Presidente Brigham Young y a los Doce Apóstoles, perdieron su sacerdocio y posición delante del Señor y que los fundadores de la “Nueva Organización” y sus seguidores fueron los únicos que permanecieron fieles y firmes en la verdad.
INTENTOS APÓSTATAS PARA DIVIDIR A LA IGLESIA. En este sentido la evidencia está en contra de ellos. La verdad es que los fundadores de la iglesia “Reorganizada” fueron quienes siguieron todo engaño, doblaron la rodilla delante de Baal y se apartaron de la fe, mientras que los Doce y los santos, por otro lado, siguieron en el curso recto y fueron firmes a todas las pruebas y dificultades, aun hasta el fin.
No es cierto que la Iglesia se haya corrompido, esparcido y que haya sido rechazada luego del martirio, ni que la “Reorganización” sea una porción de la “iglesia original”. Su organización no existió sino hasta unos 16 años después de la muerte del Profeta y del Patriarca y fue un desgajamiento del movimiento dirigido por James J. Strang.
Había un movimiento puesto en marcha para dividir la Iglesia, luego del asesinato del Profeta y del Patriarca, pero su alcance no fue tan amplio como generalmente se ha supuesto. Los principales actores de este movimiento fueron Sidney Rigdon, James J. Strang y William Smith, cada uno de los cuales aspiraba a dirigir la Iglesia.
FALSAS PRETENSIONES DE RIGDON, STRANG Y WILLIAM SMITH. El señor Rigdon basaba sus aspiraciones a la presidencia, en el hecho de que había sido primer consejero del profeta José Smith y por lo tanto, sostenía, debería ser el “guardián” de la Iglesia. Sus pretensiones estaban en conflicto con la posición de la Iglesia y las enseñanzas del Profeta. Expuso su caso ante la conferencia de la Iglesia el 8 de agosto de 1844, y su reclamo fue rechazado casi unánimemente por los santos. En la misma conferencia los Doce Apóstoles fueron sostenidos como Quórum Presidente de la Iglesia.
Las aspiraciones del señor Strang a la presidencia, se basaban en su declaración de que el Profeta lo había indicado como su sucesor, mediante una carta, pocos días antes del martirio. William Smith reclamó el derecho a la presidencia en virtud de ser hermano del Profeta.
NATURALEZA INESTABLE DE LOS FUNDADORES DE LA IGLESIA REORGANIZADA. Cada uno de estos hombres se rodeó de algunos seguidores, principalmente de hombres inquietos, erráticos, que nunca permanecían contentos por mucho tiempo en un solo lugar o bajo circunstancia alguna; mas ninguno de ellos reunió a muchos seguidores. Sus organizaciones apenas existieron durante algunos años y luego desaparecieron. Las fracciones de ellas constituyeron el núcleo de la iglesia “Reorganizada”.
El movimiento que originó la aparición de la Iglesia Reorganizada, fue de fecha más reciente y principalmente se debió a los esfuerzos de dos hombres: Jason W. Briggs y Zenas H. Gurley.
El señor Briggs nació el 25 de junio de 1821, en Pompey, condado de Oneida, Nueva York. Se unió a la Iglesia el 6 de junio de 1841 y los miembros de la Iglesia Reorganizada declaran que fue ordenado élder en 1842. Su hogar estaba en Beloit, Wisconsin, entre los años 1842 y 1854.
Después de la muerte del Profeta, el señor Briggs sostuvo a los Doce Apóstoles y a la Iglesia y
aparentemente les fue leal hasta el éxodo en 1846. Desde ese entonces perdió su lealtad, se apartó de la Iglesia en su hora más tenebrosa y buscó el favor del mundo. Poco tiempo después, se unió al
movimiento dirigido por James J.Strang. En la organización de Strang efectuó obra misional, recibió honores y organizó una rama.
En 1850 se apartó del señor Strang y se unió a William Smith. En esta última organización fue “ordenado” como un “apóstol”. Pronto se apartó de William Smith y en 1851 se unió a Zenas H. Gurley que en ese entonces era un seguidor de James J. Strang. Estos dos hombres organizaron entonces una iglesia propia, la cual posteriormente fue conocida como la Iglesia Reorganizada. En 1886 Jason W. Briggs se apartó de esta organización fundada por él mismo, declarando que no era la iglesia de Cristo.
POSICIÓN DE ZENAS H. GURLEY ANTES DE SU APOSTASÍA. Zenas H. Gurley era tan inestable como el Señor Briggs. Nació en Bridgewater, Nueva York, el 29 de mayo de 1810; se unió a la Iglesia en 1838 y se mudó a Far West de donde fue expulsado junto con los santos en 1838-39. Después de esto se estableció en Nauvoo, donde en 1844 fue ordenado setenta bajo la dirección del presidente Joseph Young, y el 6 de abril de 1845 fue ordenado presidente mayor del 21° Quórum de Setentas.
Sostuvo a los Doce y siguió sus enseñanzas y permaneció con la Iglesia hasta febrero de 1846 (el mes del éxodo), cuando también abandonó a la Iglesia y poco después se unió a James J. Strang. El señor Gurley había recibido sus investiduras, junto con su esposa, en el Templo de Nauvoo el 6 de enero de 1846 y de aquel acontecimiento encontramos lo siguiente en la historia de los setentas, con fecha 10 de enero de 1846:
“El presidente Zenas H. Gurley se levantó y dijo que los presidentes del quórum (el 21°) habían recibido sus investiduras. El hizo la observación de que ésta fue excepcional debido a la enorme influencia del Espíritu Santo” (página 29).
Nuevamente, hablando de las autoridades de la Iglesia dijo:
“Recordó enfáticamente los dichos de los primeros presidentes de los setentas, en el sentido de que debemos vivir de tal manera que no sea posible para nadie levantar cargo alguno contra nosotros. Hace pocos años los hombres que están en los más altos cargos de la Iglesia eran tan pequeños como lo somos nosotros. Ellos obtuvieron su exaltación mediante una paciente sumisión a lo recto, y ocupándose de sus propios asuntos” (página 29).
El 25 de enero de 1846, dijo: “Los santos que han atravesado por las pruebas de la Iglesia, generalmente estaban bien arraigados y afirmados en el amor y tienen un fuerte testimonio en su corazón, de otro modo no habrían permanecido” (Página 33).
BRIGGS Y CURLEY ABANDONARON A LA IGLESIA EN LOS DÍAS DE PRUEBA. Pocos días después Zenas H. Gurley desertó de la Iglesia porque fue incapaz de enfrentar las pruebas y dificultades que los santos tuvieron que sobrellevar. El pueblo mormón viajaba por un territorio desconocido, las perspectivas futuras eran tenebrosas y algunos de los miembros desfallecieron en sus corazones y fueron incapaces de perseverar hasta el fin. Entre éstos, Jason W. Briggs y Zenas H. Gurley fueron dos que se desviaron y buscaron refugio en la organización apóstata de James J. Strang.
Ciertamente, se requería un corazón firme y una fe bien arraigada para que los hombres y mujeres dejasen todas las comodidades terrenales y emprendiesen un viaje de aquella clase. La muerte miraba de frente a los santos. Estaban vestidos con pobreza, sin abrigo, sólo sus desgarradas tiendas que no servían ni para atajar la lluvia, y casi sin alimento alguno; sin embargo, con excepción de unos cuantos que buscaron los placeres y la lujuria del mundo, pacientemente y con determinación los santos siguieron su camino hasta ser coronados con la victoria.
La opinión del mundo en aquel momento era de que el éxodo significaría el fin del mormonismo y que los Santos de los Ultimos Días habían marchado hacia su destrucción, puesto que sin los medios necesarios para sobrevivir y aislados del resto de la civilización como estaban, obviamente debían perecer en el árido y distante oeste. Tal había sido, sin duda, el caso, si la mano protectora de Jehová no los hubiese guiado. ¿Es de sorprenderse que bajo tales circunstancias de apremio, el corazón de los débiles en la fe no aguantase?
BRIGGS Y GURLEY SE UNEN PARA FORMAR LA IGLESIA REORGANIZADA. En 1849 el señor Gurley cumplió una misión para el señor Strang y consiguió cierto número de conversos para aquella fe. En 1850 organizó la “rama de Yellowstone” de la iglesia strangita. En 1852 rechazó las pretensiones del señor Strang y se unió al señor Jason W. Briggs; estos dos hombres unieron sus dos ramas de la iglesia de Strang, la de Yellowstone y la de Beloit, y se organizaron a sí mismos como un nuevo movimiento religioso conocido hoy día como la Iglesia Reorganizada.
En 1853, los líderes de este movimiento llamaron a un determinado número de hombres al ministerio, “ordenaron” a siete “apóstoles” y comenzaron un movimiento proselitista. Durante varios años trataron de hacer que el “joven Joseph”, el hijo del profeta José Smith que no se había afiliado con los santos luego del éxodo desde Nauvoo, se uniese a ellos y ocupase el cargo de presidente. En esto fracasaron, pero fueron diligentes y por fin, mediante sus continuos esfuerzos y la persuasión de su madre, el joven Joseph aceptó ese cargo en 1860; fue “ordenado” presidente de su Iglesia por William Marks, Zenas H. Gurley y William W. Blair, y él y sus sucesores han continuado en ese cargo desde entonces.
El señor Gurley permaneció con este movimiento hasta el día de su muerte, pero su familia, junto con Jason W. Briggs, voluntariamente se apartaron en 1886.
SOLAMENTE UNOS CUANTOS CENTENARES DE SANTOS SE UNIERON A LA IGLESIA REORGANIZADA. En 1852, cuando Jason W. Briggs y Zenas H. Gurley combinaron sus fuerzas, contaban con unas 100 almas, la mayoría de las cuales eran conversos hechos para el señor Strang. En 1860 cuando el “joven Joseph” asumió la dirección, tenía unas 300 almas, de las cuales una gran parte eran conversos que nunca habían pertenecido a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.
De los miembros de la Iglesia que eran activos en 1844-46, la “Reorganización” recibió no más, y probablemente menos, de 1000 conversos, hecho que demuestra que la apostasía no fue tan grande en 1844-46, como se ha dicho. Estas declaraciones están basadas en el testimonio de miembros de la “Reorganización”, al testificar ante la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos para el Distrito Occidental de misión en 1894, en el pleito por el terreno del Templo, el cual tenía que ver con la posesión de propiedades en manos de la “iglesia de Cristo” o “hedrikitas”.
Ante esa corte el señor William W. Blair, quien durante muchos años había sido miembro de la presidencia de la “Reorganización” y quien era uno de sus miembros más antiguos, testificó que “1000 probablemente era un cálculo demasiado alto en relación al número de miembros de la Iglesia original, que se había unido a la Iglesia Reorganizada”. El pudo decir que “aproximadamente” 1000 se habían unido a la “Iglesia Reorganizada y posiblemente ese cálculo era demasiado grande” (Registro, páginas 180, 181).
WILLIAM MARKS, APÓSTATA, ORDENÓ AL “JOVEN JOSEPH”. William Marks fue también uno de los que se unieron a la “Reorganización” en los primeros días. Cuando ocurrió el martirio, él era presidente de la Estaca de Nauvoo, pero fue suspendido en sus derechos por causa de transgresión, en la conferencia de octubre de 1844; finalmente fue excomulgado.
Después se unió a la organización que estaba bajo la dirección de James J. Strang. En esa organización llegó a ser “obispo”, miembro del “sumo consejo” y posteriormente integró la “primera presidencia”. Después de la muerte de James J. Strang, se unió a la organización de Charles B. Thompson, otro apóstata.
Este es el mismo William Marks que “ordenó” a Joseph Smith, de Lamoni, como presidente de la “Reorganización”. En esa ordenación fue ayudado por Zenas H. Gurley y William Blair. El señor Blair nunca había pertenecido a la Iglesia.
NATURALEZA FRAUDULENTA DE LA IGLESIA REORGANIZADA. Es casi innecesario añadir que estos hombres no tenían autoridad divina y no podían conferir el sacerdocio ni oficiar en las ordenanzas del evangelio, y por lo tanto las pretensiones de la Iglesia Reorganizada son fraudulentas. Juzgada por su historia, por sus principios y por el carácter inestable de sus fundadores, aparece como un fraude y nada más.
Considerando las condiciones bajo las que llegó a existir la “Reorganización”, y teniendo en cuenta el hecho de que en el principio los 100 miembros originales provenían de la iglesia del señor Strang, y que durante la existencia de esa organización desde su fundación hasta 1894 no más de 1000 miembros de la “Iglesia original” (es decir, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días tal como se encontraba en el año 1844) se habían unido a ella, tenemos sobrada razón para declarar que esa iglesia no es la sucesora, ni tampoco una facción, ni porción de la “Iglesia original” fundada por José Smith el Profeta mediante el mandato de Dios, el 6 de abril de 1830.
Y después de haber seguido la historia de sus fundadores y de señalar su inestabilidad y la forma como siguieron a líderes falsos, recibiendo “ordenaciones” y honores bajo sus manos, podemos declarar categóricamente que no fueron ellos los fieles que “no doblaron la rodilla ante Baal”, ni los que guardaron el “convenio sempiterno.”
SUCESIÓN EN LA PRESIDENCIA
LOS DOCE SIGUEN A LA PRESIDENCIA EN IMPORTANCIA. En el año 1835, cuando los Doce Apóstoles fueron elegidos y sus tareas definidas, el Señor declaró que ellos como quórum eran semejantes a la Presidencia. Es decir, en caso de disolución o destrucción de la Primera Presidencia de la Iglesia, los Doce ocuparían la presidencia, y actuarían en esa capacidad hasta el momento en que el Señor revelare que la Primera Presidencia se organizase nuevamente. Y cada vez que la Primera Presidencia tuviese que desorganizarse, recaería sobre el quórum de los apóstoles la responsabilidad de poner en orden y dirigir los asuntos de la Iglesia.
Cuando se desorganiza la Primera Presidencia, los Doce Apóstoles vienen a ser el quórum presidente de la Iglesia hasta que la presidencia queda organizada nuevamente y durante ese tiempo virtualmente constituyen la presidencia de la Iglesia: el quórum presidente.
EN QUÉ FORMA LOS DOCE SON IGUALES A LA PRESIDENCIA. Si por alguna causa —cosa que probablemente no ocurra— ambos quórumes fueran destruidos, entonces recaería sobre los setentas establecer el orden en la Iglesia y ellos constituirían el quórum presidente. Esta es la ley que Dios ha revelado y es la única ley y orden del sacerdocio que El ha revelado para la guía de la Iglesia en lo que atañe a la sucesión. Vosotros podéis escudriñar en Doctrinas y Convenios desde el principio hasta el final y no encontraréis ninguna otra ley de sucesión.
Creo que se debe entender que los apóstoles no podrían ser iguales a la Presidencia en autoridad mientras la Primera Presidencia esté plena y adecuadamente organizada. No podría haber dos ni tres cabezas de igual autoridad al mismo tiempo, pues tal cosa nos llevaría a la confusión. De ahí que los apóstoles son iguales, como se ha dicho, en que tienen poder para asumir el control de los asuntos de la Iglesia cuando la Presidencia quede acéfala por el fallecimiento del Presidente.
LA LEY DEL COMÚN ACUERDO RIGE LA SUCESIÓN. En varias de las revelaciones dadas a la Iglesia en el principio, la doctrina del común acuerdo adquiere el carácter de obligatoria. En la revelación del 6 de abril de 1830, fecha de la organización de la Iglesia, el Señor dice: “Los élderes recibirán sus licencias de otros élderes, por el voto de la iglesia [rama] a la que pertenezcan, o de las conferencias… A ninguna persona se deberá conferir oficio alguno en esta iglesia, donde exista una rama de la misma debidamente organizada, sin el voto de dicha rama.” En la sección 26, versículo 2: “Se harán todas las cosas en la iglesia de común acuerdo, con mucha oración y fe, porque recibiréis todas las cosas por la fe.”
Los santos, por voto, aceptaron a los Doce Apóstoles como el quórum presidente de la Iglesia en aquella conferencia especial del 8 de agosto y nuevamente en la conferencia habitual de octubre. Este hecho, de conformidad con las revelaciones, aclaró lo relativo a la sucesión. Estas autoridades y sus sucesoras han sido sostenidas en cada conferencia de la Iglesia, dos veces al año, y en las conferencias trimestrales de las distintas estacas, cuatro veces al año, desde aquel entonces, hasta el día de hoy.
LA SUCESIÓN FUE DETERMINADA EN NAUVOO MEDIANTE EL VOTO DE LOS SANTOS. La cuestión relativa a la sucesión, por lo tanto, fue definida en Nauvoo cuando la asamblea de los miembros de la Iglesia votó para sostener a los apóstoles como el quórum presidente de la Iglesia. El intento de cualquier facción o facciones, ante cualquier otro grupo, para componer la Iglesia y ordenar oficiales —intento que estaría en conflicto con lo efectuado por la Iglesia en las fechas antedichas— sería realizado ilegalmente: tanto como si en la municipalidad, estado o nación, después que la mayoría de los ciudadanos hubieran elegido oficiales (y eso en forma casi unánime) para servirles, unos cuantos candidatos y sus simpatizantes, disgustados y vencidos, efectuasen otra elección por sí mismos y luego declarasen que los oficiales elegidos en forma adecuada y establecida resultaron rechazados y estaban desautorizados para servir. Tal cosa en la nación no podría ser más absurda que la de los intentos de los apóstatas para establecer una organización nueva de la Iglesia partiendo de un puñado de inconformes buscadores de oficios y sus simpatizadores. En cualquiera de los casos habría tanta autoridad en uno como en otro y no más.
CASI TODOS LOS MIEMBROS SIGUIERON A BRIGHAM YOUNG, CON EXCEPCIÓN DE UNOS CUANTOS. En la época del martirio, la Iglesia en Nauvoo —la cabecera— y sus alrededores no contaba con más de 20,000 almas. Esta información está basada en los datos de mayor fidelidad posible. Y aunque este no era el número total de miembros de la Iglesia en los Estados Unidos, sí era la gran mayoría.
Y bien, en el éxodo desde Nauvoo, estos santos —la mayor parte de la Iglesia— continuaron leales y fieles y siguieron a los Doce Apóstoles.
El gobernador Thomas Ford, en su History of Illinois indica que en 1846 había 16,000 miembros de la Iglesia junto con los Doce en las llanuras de Iowa, mientras que 1,000 que habían quedado, un corto número, eran los que no pudieron vender sus propiedades o quienes, no teniendo propiedades para vender, les fue imposible hacer el viaje. (History of “Reorganized” Church, 3:164). Aunque este grupo posteriormente siguió al otro tan pronto como le fue posible.
En el censo de 1850 —tres años después del establecimiento en el Valle de Lago Salado— se nos informa que la población de Utah era de 11,380 personas, todas mormonas. Ese mismo año, la población del condado de Pottawattomie, Iowa, era de 7,828 almas, todos mormones, los Santos de los Ultimos Días de Kanesville.
De este modo vemos que 19,208 miembros de la Iglesia que habían seguido al presidente Brigham Young en el éxodo desde Nauvoo, se encontraban en estos dos lugares. Y eso no es todo; había otras colonias de santos en Garden Grove, Mount Pisgah, San Luís y en otros lugares donde se habían formado colonias provisionales de santos durante el éxodo. Estas se reunieron posteriormente en Utah.
De este modo vemos que casi la totalidad de los miembros de la Iglesia, tal como estaba constituida en 1844, siguió al presidente Brigham Young y a los Doce.
LA IGLESIA NUNCA SE HA VISTO AMENAZADA DE DISOLUCIÓN. Las siguientes estadísticas mostrarán que la Iglesia nunca se vio amenazada de disolución. No tengo a mano las estadísticas de crecimiento en el número de miembros de la Iglesia durante ese período en los Estados Unidos, pero el incremento en la Gran Bretaña es el siguiente: en 1844 la población de la Iglesia en las Islas Británicas era de 7,797 personas. Seis años después del martirio —diciembre de 1850— ese número había crecido a 30,747 almas. ¡Esto no muestra ninguna forma de disolución ni gran apostasía!
Yo no quiero transmitir la idea de que no hubo una desviación, una apostasía, en la época del martirio y del éxodo desde Nauvoo, pues hubo muchos que sí abandonaron la causa, mas, en comparación con el número de miembros de la Iglesia, fueron muy pocos. ¿Quiénes fueron? ¿Abandonaron la Iglesia los santos fieles en ese momento? ¿Abandonaron la Iglesia aquellos que arriesgaron sus vidas, los que fueron tiroteados junto al Profeta y al Patriarca? ¡No! No encontramos a los fieles Santos de los Ultimos Días, los que tenían el evangelio arraigado en sus corazones, apartándose del camino.
BRIGHAM YOUNG FUE ORDENADO PRESIDENTE POR JOSÉ SMITH. ¿Por quién fue ordenado Brigham Young a la Presidencia de la Iglesia? Parece ser que los emisarios de la Iglesia Reorganizada han descubierto en esa pregunta una fructífera fuente de sofisticada controversia que triunfalmente proponen por dondequiera que van.
La respuesta correcta es: fue ordenado por el profeta José a ese llamamiento, cuando el Profeta, impulsado por el Espíritu Santo, confirió sobre los Doce Apóstoles el poder y la autoridad que él mismo había recibido…
El profeta José Smith deseaba ardientemente que su hermano, Hyrum, viviese para sucederle en la Presidencia de la Iglesia. En 1841, por mandato del Señor, lo ordenó a esta exaltada posición.
Poco antes del martirio, el Profeta trató firmemente de persuadir a Hyrum de que no lo acompañase a Carthage, pues conocía muy bien el destino que los esperaba allí. Si Hyrum se hubiese quedado atrás, permaneciendo en vida, habría, en virtud de su posición y de la ordenación que recibió en 1841, llegado a ser el Presidente de la Iglesia. Su hermano pensaba que así debía ser, pero por causa de su fidelidad y amor hacia José, Hyrum cayó como mártir aun antes de que cayese el Profeta.
EL PROFETA LES DIO LLAVES A LOS DOCE. ¡Ahora poned atención! El Señor, que sabía que Hyrum iba a recibir la corona de mártir en Carthage en el invierno de 1843-44, mandó que el Profeta confiriese sobre la cabeza de los Doce Apóstoles toda llave, poder y principio que el Señor había sellado sobre su cabeza. El profeta declaró que no sabía por qué, pero el Señor le había mandado investir a los Doce con estas llaves y sacerdocio y después de hacerlo, se regocijó mucho, y concretamente dijo: “Y bien, si me matan, vosotros tenéis todas las llaves y todas las ordenanzas y podréis conferirlas sobre otros, y los poderes de Satanás no podrán destruir el reino con la rapidez con la cual vosotros podréis edificarlo; y sobre vuestros hombros descansará la responsabilidad de guiar a este pueblo.”
De esta manera el Profeta ordenó a los Doce Apóstoles, cuerpo que constituye el segundo quórum de la Iglesia, igual en autoridad a la Primera Presidencia, con las llaves del reino. Brigham Young era presidente de los Doce y sobre él recayó el deber de presidir.
LA NUEVA PRESIDENCIA YA TENÍA LAS LLAVES DEL REINO Por lo tanto, después de la muerte de José y de Hyrum Smith, los Doce asumieron la autoridad de su oficio, el deber de presidir la Iglesia. Posteriormente, cuando mediante la revelación fue reorganizado el quórum de la Primera Presidencia con tres presidentes —Brigham Young y los consejeros Heber C. Kimball y Willard Richards— ellos sostuvieron, con todo derecho, que habían sido ordenados bajo las manos de José Smith, que habían recibido de él todas las llaves y poderes del sacerdocio que poseía, y que por lo mismo, habría sido superfluo ser ordenados de nuevo. Sin embargo, aún con esta capacidad fueron apartados y sostenidos por el voto unánime de los santos, lo cual era esencial para hacer que tal ordenación tuviera vigencia en la Iglesia.
Hay abundancia de testimonios para probar que el Profeta ordenó así a los Doce.14 Repetimos que Brigham Young recibió todas las llaves, poderes, autoridad y sacerdocio que estaban en poder de José Smith, los que le permitieron presidir sobre el sumo sacerdocio, y que los recibió del profeta José Smith en Nauvoo en el invierno de 1843-44.
FORMA EN QUE SE DEFINIÓ EL ASUNTO DE LA SUCESIÓN. Esta importante cuestión fue definida hace mucho tiempo por todo el cuerpo de santos que aceptó la dirección de los Doce, después de la partida del Profeta y del Patriarca, y el cual sostuvo al presidente Young en su oficio. Fue definida mediante la aprobación dada por el Altísimo a la maravillosa obra lograda, la cual no pudo haber sido hecha sin ayuda y guía divinas.
Atribuir las grandiosas obras efectuadas por Brigham Young mediante el poder del Espíritu divino que descansaba sobre él, al espíritu que origina división, rebelión, apostasía y falsedad, es acercarse peligrosamente a la blasfemia. Qué es esto, sino una repetición del pecado de los adversarios de nuestro Señor, quienes, aunque sabían que “nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”, proclaman sin embargo ante el pueblo: “Tiene espíritu inmundo.” ¿Qué es esto sino un arremeter contra el discípulo con un arma que en vano va dirigida contra el Maestro?
Hubo algunas excusas por la diferencia de opinión en cuanto al tema de la sucesión, inmediatamente después del martirio, porque la gente no tenía toda la información, pero ahora no hay excusa. Para usar un ejemplo conocido: cuando hay elecciones, se espera que los ciudadanos tengan opiniones diferentes en cuanto a los candidatos a ocupar el cargo; se espera que trabajen en bien de aquellos cuyos puntos de vista y cuyos principios sostienen.
Pero cuando el asunto queda ya determinado en la votación, la lealtad demanda que todos acepten el veredicto y trabajen juntos por los intereses comunes de la colectividad. Ya que el cuerpo de Santos de los Ultimos Días, bajo la orientación del Espíritu Santo, había aceptado la dirección de los Doce, no tenía ninguna razón de peso para buscar la guía de otros pastores.
BRIGHAM YOUNG ES CONOCIDO POR SUS FRUTOS. El problema con algunos de nuestros hermanos de la Iglesia Reorganizada es que ellos consideran a los miembros de la Iglesia como a un rebaño de ovejas, que, como cualquiera otra posesión, puede ser heredado. Esto es contrario a los principios fundamentales del evangelio. La Iglesia pertenece a Cristo. Los líderes y oficiales son los siervos del Señor y el pueblo del Señor. Sucede, en consecuencia, que el Señor levanta a quien El quiere para efectuar los servicios necesarios de tiempo en tiempo.
Brigham Young estaba equipado en todos aspectos para la obra particular y necesaria durante su tiempo. ¿Quién pudo haber hecho lo que él hizo? ¿Sidney Rigdon? ¿Lyman Wight? ¿James J. Strang? ¿Los fundadores de la llamada Iglesia Reorganizada? Permitamos que el lector reflexione sobre los hechos contenidos en la historia y luego decida por sí mismo, recordando que cada árbol es conocido por sus frutos.
EVITEMOS EL USO DEL NOMBRE “JOSEFITAS”. Las autoridades de la Iglesia han tratado durante muchos años, de hacer que nuestra gente, especialmente los escritores, deje de designar como “Josefitas” a los miembros de la Iglesia Reorganizada. Los miembros de esta organización espuria gustan de ser llamados “josefitas” y a nosotros nos llaman “brighamitas”, haciendo una distinción entre el profeta José Smith y Brigham Young, dando así énfasis a su falsa pretensión de que ellos son seguidores de José Smith y nosotros no.
FRUTOS DE LA IGLESIA REORGANIZADA
MISIÓN DE LA IGLESIA REORGANIZADA: INJURIAR A LOS SANTOS. Durante el verano de 1906 y continuando hasta el verano de 1907, cierto número de ministros de la Iglesia Reorganizada, quienes estaban efectuando obra misional en Salt Lake City y Ogden, se vieron ampliamente estimulados por uno o dos apóstatas y por la imprenta local antimormona. Su método de proselitismo era de características vulgares: una andanada de injurias y falsas acusaciones en contra de las autoridades de la Iglesia.
Animados por la ayuda de los opositores al mormonismo, se volvieron sumamente vengativos al referirse al presidente Brigham Young y a las autoridades actuales de la Iglesia. Sus sermones eran tan amargos y llenos de maldad —lo cual ha sido característico de su labor en Utah desde el principio— que hicieron levantar muchas protestas de parte de varios ciudadanos respetables. Aun los que no eran mormones declararon que en ninguna otra comunidad se toleraban tales ataques de naturaleza tan malsana.
MÉTODOS PROSELITISTAS DE LA IGLESIA REORGANIZADA. A veces parecía que estos misioneros estaban tratando de provocar al pueblo mormón para inducirlo a algún acto de violencia que pudiera ser tomado y expuesto ante el mundo a través de la imprenta antimormona, para anunciar que ellos habían sido atacados físicamente y fortalecer así su causa. Afortunadamente no fueron molestados, cosa que redundó en favor de las personas constantemente injuriadas.
A una de estas reuniones concurrió un destacado caballero procedente del Este, quien estaba algo familiarizado con el estado de Utah y sus habitantes. Pocos días después, al conversar con el que escribe, dijo que nunca en su larga trayectoria había visto algo semejante. “Si un individuo —refiriéndose a un ministro de la Iglesia Reorganizada viniera a mi pueblo e injuriase a los ministros de nuestra iglesia tildándolos de asesinos, ladrones y mentirosos, tal como éste lo hizo en relación a Brigham Young y los demás, nosotros lo sacaríamos a puntapiés por las calles.”
FALSAS REVELACIONES DE LA IGLESIA REORGANIZADA. Pretender hablar en el nombre del Señor es una cosa muy seria, y ¡ay del hombre que hable en el nombre del Señor sin haber sido mandado a hacerlo! Es mucho mejor no haber recibido nunca una revelación que seguir a aquellos que recibieron “revelaciones” que el Señor no ha dado. Las “revelaciones” dadas por el presidente de la Iglesia Reorganizada a sus miembros, solamente tienen que ser leídas para que uno se convenza de su carácter espurio. Dichas “revelaciones” son débiles, pueriles, y se requiere muy poco del espíritu de discernimiento para saber de qué fuente provienen. Sin embargo, si son aceptables para la Iglesia Reorganizada, eso es asunto de ellos. Estamos satisfechos.
DESTINO DE LA IGLESIA REORGANIZADA. Sin la guía divina y sin la protección de Jehová sobre los destinos de los pioneros mormones, con Brigham Young a la cabeza, el oeste sería hoy en día un desierto desolado. Bajo la dirección de Brigham Young el pueblo mormón prosperó y él los dejó en una mejor condición temporal, física y espiritual, más unidos y más firmemente establecidos en la fe, que como habían estado antes.
¿Donde, entre los llamados grupo disidentes, podéis señalar a uno que haya logrado la centésima parte de lo que han logrado los seguidores de Brigham Young? Esas facciones han desaparecido todas, prácticamente, con excepción de una que aún va a su destrucción. Y lo que quede de ella se desvanecerá y desaparecerá tan ciertamente como que el sol brilla. Uno no puede luchar contra la obra de Dios y prosperar.
LA IGLESIA REORGANIZADA CONTRA LA SALVACIÓN PARA LOS MUERTOS
LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA REORGANIZADA DECLARAN QUE LA IGLESIA FUE RECHAZADA CON SUS MUERTOS. La tan mentada Iglesia Reorganizada, en su amargo antagonismo hacia La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, ha sostenido desde un principio que enseña y practica los principios del evangelio tal como fueron revelados por Dios mediante el profeta José Smith. Sus oficiales declaran que ellos andan en los pasos del martirizado Vidente, y que siguen de cerca sus enseñanzas y observan en todo los mandamientos que fueron dados por Dios mediante él como instrumento, sin variación, cambio o pérdida de poder de todo lo pertinente a la salvación de la familia humana en esta Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos.
Sus fundamentos se basan en el absurdo y nebuloso reclamo de que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días —establecida el 6 de abril de 1830, mediante la obra de José Smith el Profeta y la voluntad de Dios— fue “rechazada con sus muertos por causa de la transgresión de sus miembros”, y que la Iglesia Reorganizada es una “nueva organización” levantada por Dios para ocupar el lugar de la Iglesia original, la que, como ellos quieren que creamos, fue “rechazada”.
NO PODRÍA HABER UNA VERDADERA IGLESIA SIN LA SALVACIÓN PARA LOS MUERTOS. No tengo intención de comentar el absurdo asunto del “rechazo de la Iglesia”, sino examinar la posición de la iglesia Reorganizada en relación a la salvación de los muertos; y mostrar su falta de armonía con las enseñanzas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días en lo relativo a los difuntos, tal como esas enseñanzas fueron reveladas mediante el Profeta de los postreros días.
Es razonable pensar que si el Señor rechazó a su Iglesia con sus muertos, por causa de transgresión, o por cualquier otra causa, El no iba a levantar una iglesia substituta para llevar adelante su obra sobre la tierra y mantener a los muertos —los que de ninguna manera pueden ser considerados responsables de este rechazo— en suspensión y negarles el privilegio de recibir las ordenanzas del evangelio vicariamente de acuerdo al plan revelado de Dios, tal como fue ordenado desde antes de que fuesen puestos los cimientos del mundo, como medio de salvación para quienes mueren sin el conocimiento del evangelio. Para cualquier mente razonable esta verdad no necesita comentario.
¡Sin embargo, la Iglesia Reorganizada declara que el Señor hizo exactamente eso! Y a la luz de las revelaciones dadas a José el Profeta, así como las que se encuentran en las antiguas Escrituras, en lo pertinente a este tema de la salvación de los muertos, tal declaración es fatal para su organización, pues ella misma la cataloga de fraudulenta y a sus oficiales como impostores. Una iglesia sin salvación para los muertos, de acuerdo con la voluntad de Dios revelada al profeta José Smith, no puede ser la iglesia de Cristo…
LA IGLESIA REORGANIZADA RECHAZA LA SALVACIÓN PARA LOS MUERTOS. Ahora consideraremos la actitud de la Iglesia Reorganizada con relación a este gran principio eterno de la redención de los muertos.
Al principio, los fundadores de la Iglesia Reorganizada parecían favorecerlo y declararon que cuando fuera establecida su iglesia, este principio sería practicado, pues así como el “rechazo de la Iglesia produjo un efecto sobre los muertos —dijeron— y sobre los vivos, también lo producirá la reorganización.”
Pero cuando se efectuó esta “reorganización”, el cambio que había sido prometido con relación a los muertos no se cumplió y desde entonces hasta el presente —más de cien años— el bautismo por los muertos, la edificación de templos y la obra en el templo, nunca han sido practicados ni enseñados por esa organización. De hecho, se han dado vuelta y han rechazado rotundamente la doctrina del bautismo por los muertos y ahora declaran que entre ellos eso no tiene vigencia.
DECLARACIÓN DE LA IGLESIA REORGANIZADA EN CUANTO A LA SALVACIÓN DE LOS MUERTOS. En una resolución adoptada por esa iglesia el 9 de abril de 1886, se hizo la siguiente e inconcebible declaración:
“Que en cuanto al pretendido ‘ceremonial de investiduras y a la edificación, de templos’, nosotros no sabemos nada de los templos, a no ser como edificios en los cuales adorar a Dios, y no sabemos nada sobre investiduras que no sea la investidura del Espíritu Santo a semejanza de la que experimentaron los antiguos santos en el día de Pentecostés.
“ ‘El bautismo por los muertos’ al que se ha hecho mención, corresponde a aquellos asuntos locales de los cuales el cuerpo ha dicho por resolución:
“ ‘Que los mandamientos de carácter local, dados a la primera organización de la iglesia tienen vigencia sobre la “Reorganización” solamente en tanto que sean reiterados o transmitidos como vigentes por mandamiento a esta iglesia.’ Y ese principio no ha sido reiterado ni transmitido como un mandamiento.”
En febrero de 1904, el presidente de esa “organización” declaró que el bautismo por los muertos era un “rito permisivo” y que fue quitado de la iglesia, “y sobre si subsiguientemente debía efectuarse y que el mismo pueblo gozara de él —dijo—, debía ser restaurado nuevamente por revelación y mandamiento, porque de otra manera no podría llevarse a efecto de conformidad con ello. No conocemos de revelación o mandamiento alguno, promulgado con autoridad, que renueve ese privilegio.”
EL “JOVEN JOSEPH” ADMITE NO POSEER LAS LLAVES DE ELÍAS EL PROFETA. Su declaración es un pleno reconocimiento de que no posee las llaves de esta obra y de que ellas solamente pueden recibirse por revelación. Que no tiene las llaves es verdad. Admite que no las recibió de su padre,26 y William Marks, William W. Blair y Zenas H. Gurley, quienes lo “ordenaron” a su oficio de presidente de la Iglesia Reorganizada, nunca las tuvieron. Ellas podían ser obtenidas solamente del profeta José Smith, y de él —como se ha demostrado— las recibieron los Doce en 1844.
El “joven Joseph” bien pudo haber seguido adelante declarando que si el privilegio había sido quitado, antes de poder ser practicado de nuevo con autoridad y poder, las llaves del sacerdocio que estaban en poder de Elías el Profeta tendrían que ser restauradas.
Su declaración es una afirmación sin peros de que la obra de Elías el Profeta fue realizada en vano. Con ello pone en duda las palabras del Profeta de que “ha llegado el tiempo preciso”, y dice que, a pesar de todos los esfuerzos de la Iglesia Reorganizada en el intento de salvar almas, la tierra entera está en peligro de ser “herida con una maldición” y “destruida” con la venida del día grande y terrible del Señor, el cual está “cerca, aun a las puertas.”
LA IGLESIA REORGANIZADA DA TUMBOS EN LA INCREDULIDAD Y LA IGNORANCIA. Si esta declaración del presidente de la Iglesia Reorganizada es verdadera, entonces los miembros de su iglesia están en peligro a toda hora; la obscuridad cubre la faz de la tierra; no hay salvación para los hijos de los hombres; la palabra del Señor ha fracasado y la destrucción espera a la tierra y sus habitantes.
Al declarar que el bautismo por los muertos era un “rito permisivo” demuestra una voluntaria falta de entendimiento respecto al gran plan eterno de salvación, el cual fue revelado mediante su padre el Profeta. Al declarar que el bautismo era un mandamiento local a los santos de Nauvoo, sin vigencia sobre los miembros de la Iglesia Reorganizada, se acepta el reconocimiento, por parte de los miembros de su iglesia, de que Jehová no los está guiando; de que están tropezando en el lodo de la incredulidad y de la ignorancia. Toman a la ligera uno de los “temas más gloriosos relativos al evangelio sempiterno”.
Sí, las autoridades de la Iglesia Reorganizada han declarado en una resolución tomada en conferencia, que el bautismo por los muertos no tiene vigencia sobre ellos porque fue “un mandamiento local” y ¡que “nunca ha sido reiterado ni transmitido como mandamiento”!
Juzgándola a la luz, de las normas de fe y doctrina de la Iglesia Reorganizada, ¿soportará esta declaración una investigación? Considerad: ¡el bautismo considerado como un mandamiento local, sin vigencia sobre los santos!…
VERDADES REVELADAS EN CUANTO A LA SALVACIÓN DE LOS MUERTOS. Mediante las revelaciones y enseñanzas del Profeta aprendemos los siguientes importantes hechos en relación con la salvación de los muertos:
- La salvación en bien de los muertos es el vínculo o sellamiento de los corazones de los padres y de los hijos; es el eslabón unificante.
- Es el tema más glorioso perteneciente al evangelio sempiterno.
- Es la mayor responsabilidad que Dios ha puesto sobre nosotros en este mundo: buscar a nuestros
- Es obligatoria para el hombre.
- Sin ella la tierra entera y sus habitantes serían heridos con una maldición.
- Es una doctrina eterna, preparada desde antes de la fundación del mundo.
- Es uno de los temas principales de las Escrituras.
- Si somos negligentes en esta obra, lo somos a riesgo de nuestra propia salvación.
- Mediante ella nos volvemos salvadores en el Monte de Sión y podemos salvar a una multitud de parientes nuestros.
- Nosotros, sin nuestros muertos, y nuestros muertos sin nosotros, no podemos ser salvos con una salvación perfecta.
- No debemos tomar a la ligera esta doctrina concerniente a nuestra salvación.
- El tiempo otorgado a los santos para redimir a sus muertos, juntar y sellar a sus parientes vivos antes que la tierra sea herida con una maldición, “está a las puertas.”
TERRIBLE DESTINO DE LA IGLESIA REORGANIZADA POR RECHAZAR LA SALVACIÓN PARA LOS MUERTOS. Y bien, mis amigos de la Iglesia Reorganizada, a la luz de todo esto, ¿cómo pretendéis circunscribir, limitar y profanar esta doctrina de la salvación de los muertos? ¿Por qué llamáis a este principio eterno y sumamente glorioso, “rito permisivo” o “mandamiento local”, y declaráis ante Dios que el mismo no tiene vigencia sobre vosotros?
Dios ha declarado que fue ordenado desde antes de que fuesen colocados los cimientos del mundo, para la salvación de los que mueren sin el conocimiento del evangelio; un principio eterno, uno de los principales temas de las Escrituras, y obligatorio para el hombre. ¿Estáis en armonía con la palabra de Dios? ¿Fueron inspirados vuestros líderes al declarar, ante los mandamientos de Jehová, que este principio eterno era un “mandamiento local” no dado a ellos como mandamiento? ¿Con vigencia solamente sobre los santos que vivían en Nauvoo?
¿No teméis y tembláis por vuestra propia salvación al dejar a un lado la salvación de vuestros muertos? Si los judíos que vivieron en los días de Cristo tendrán que responder por “toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías”, porque fueron negligentes en cuanto a la salvación de sus difuntos tanto como lo fueron con la propia, decid, os ruego, ¿cuál será vuestro castigo? Recordad que sin vuestros muertos no podéis ser perfectos.
¡Que declaréis, ante esta evidencia, que vuestros líderes son inspirados y que la vuestra es la iglesia de Cristo, es algo sumamente descabellado!
LA SALVACIÓN DE LOS MUERTOS ES UN PRINCIPIO ETERNO. Mediante los escritos de Pedro, Pablo y Juan el Revelador, aprendemos que la salvación de los muertos es una doctrina bíblica practicada por los santos en la antigüedad. Isaías profetizó de ella, y nuestro Redentor la enseñó a los judíos, no como “mandamiento local” sino como una verdad y un principio eterno de la mayor importancia para toda la familia humana.
Y por esa razón, “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó [no en vano] a los espíritus encarcelados.”
UN PRESIDENTE SIN LLAVES ES UN IMPOSTOR. Las llaves del sacerdocio pertenecen al oficial que preside en la Iglesia y deben estar en su posesión a fin de que pueda impartir las ordenanzas de una salvación perfecta a los santos y en favor de los difuntos. Las llaves del sacerdocio podían ser recibidas solamente de parte de uno que las tuviera, el profeta José Smith que las recibió de los cielos.
Cualquier hombre que reclame ser el presidente del sumo sacerdocio, sin estas llaves resulta un impostor. Se nos ha dado una llave a través de la cual podemos detectar a los impostores, pues hemos recibido la palabra del Señor así: “…el gran secreto de todo el asunto y el summum bonum de todo el tema que tenemos por delante, consiste en obtener los poderes del Santo Sacerdocio. Al que se dan estas llaves no se le dificulta obtener conocimientos de los hechos relacionados con la salvación de los hijos de los hombres, tanto de los vivos como de los muertos.”
EL PRESIDENTE DE LA IGLESIA REORGANIZADA NO TIENE LAS LLAVES. Esta declaración del Señor, dada mediante el profeta José Smith, es sumamente explícita. Podemos preguntar: ¿obtuvo este sacerdocio el presidente de la Iglesia Reorganizada? ¡No, no lo ha obtenido! Entonces no es de maravillarse que no pueda obtener los “conocimientos de los hechos relacionados con la salvación de los hijos de los hombres, tanto de los vivos como de los muertos.”
Si él hubiese obtenido las llaves, ¿le habría sido posible dirigir a su gente durante más de 45 años sin el entendimiento de este poder que el Señor, mediante el Profeta, declara que no es difícil de obtener para quien posee las llaves y los poderes del santo sacerdocio y el cual es “el poder de sellar y ligar y en un sentido de la palabra, las llaves del reino, que consisten en las llaves del conocimiento?”
Si él tenía estas llaves, ¿habría sido posible que este principio grande y glorioso fuera dejado a un lado durante tanto tiempo, cuando su padre, el Profeta, declaró en su día que “no queda mucho tiempo para salvar y redimir” a los difuntos y para recoger a los parientes vivientes, a fin de que ellos también puedan ser salvos, antes de que la consumación decretada venga sobre la tierra?
¿Sería posible, si él tenía esas llaves, que declarara que esta doctrina era un “mandamiento local”, un “rito permisivo”, sin vigencia sobre los santos? ¡claro que no!
LA PLENITUD DEL SACERDOCIO ES RECIBIDA SOLAMENTE EN LOS TEMPLOS. El Señor declaró en 1842, que El estaba a punto de restaurar muchas cosas relativas al sacerdocio, y que solamente en los templos se podría restaurar la plenitud del sacerdocio.
¿Fracasó la palabra del Señor? ¿Cometió un error el Señor? Si lo que sostiene la Iglesia Reorganizada es cierto, entonces sí. Pero los Santos de los Ultimos Días sabemos cómo sucedieron las cosas. Nosotros aceptamos la palabra del Señor.
Puesto que la Iglesia Reorganizada no construye templos y “no sabemos nada de los templos, a no ser como edificios en los cuales adorar a Dios, y no sabemos nada sobre investiduras que no sea la investidura del Espíritu Santo a semejanza de la que experimentaron los antiguos santos en el día de Pentecostés”, se supone que su presidente debe ser un ignorante de la “plenitud del sacerdocio” y por lo tanto tiene “dificultad para obtener conocimiento.”
SON REVELADAS LAS CEREMONIAS DE INVESTIDURA. Si los élderes de esa iglesia hubieran leído la sección 107 de sus Doctrinas y Convenios, habrían descubierto que la doctrina del “ritual de ceremonias” se enseña allí con toda claridad:
“Por tanto, de cierto os digo, que mediante la ordenanza de mi santa casa, que a mi pueblo siempre se le manda construir a mi santo nombre, son confirmadas vuestras unciones, vuestros lavamientos, vuestros bautismos por los muertos, vuestras asambleas solemnes, vuestros memoriales para vuestros sacrificios por los hijos de Leví, vuestros oráculos en lugares santísimos donde recibís conversaciones, vuestros estatutos y vuestros juicios, para el principio de las revelaciones y fundamento de Sión, y para la gloria, honra e investidura de todos sus habitantes.
“Y de cierto os digo, edifíquese esta casa [el templo de Nauvoo] en mi nombre, para que en ella revele yo mis ordenanzas a mi pueblo;
“Porque me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo, cosas que pertenecen a la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos.
“Y a mi siervo José le enseñaré todas las cosas concernientes a esta casa, su sacerdocio y el sitio sobre el cual será edificada.”
¡ARREPENTÍOS, OH VOSOTROS LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA REORGANIZADA! Bien, si todos los pasajes citados son verdaderos —y deben serlo desde el momento en que José Smith era un profeta de Dios, cosa que realmente lo era— entonces estas cosas pertinentes al sacerdocio le fueron reveladas; y la salvación de los muertos tiene tanta vigencia sobre nosotros y es tan importante como lo es la salvación de los vivos. Una depende de la otra, y ambas tienen vigencia sobre todos los hijos de los hombres. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días no puede enseñar una sin la otra, pues las dos son inseparables, una casa dividida contra sí misma no permanecerá.
Arrepentíos, por lo tanto, y recibid el evangelio; salvaos con vuestros difuntos y tornaos salvadores en el Monte de Sión antes que la consumación decretada caiga sobre la tierra; y al prestar oídos a estas cosas no seáis “heridos con una maldición”, ni “consumidos” cuando el día terrible del Señor llegue.
























