Capítulo 16
La Ley de la Revelación
NATURALEZA ETERNA DE LA REVELACIÓN
LA REVELACIÓN SE DESATA SOBRE UN MUNDO APÓSTATA. Nosotros creemos que nuestro Padre Eterno está tan dispuesto a dialogar con quienes lo buscan hoy, como lo estaba en la antigüedad.
Creemos que la Biblia no contiene todas las revelaciones dadas mediante manifestaciones divinas; sino que ella contiene solamente relatos fragmentarios de los tratos del Señor con sus siervos, los antiguos profetas.
Creemos que cuando estuvo sobre la tierra en su ministerio, nuestro Salvador, Jesucristo, estableció su iglesia sobre Principios eternos, fundamentales para la salvación de la humanidad.
Creemos que luego de la muerte de los antiguos apóstoles, estos principios eternos fueron adulterados y se mezclaron con la filosofía pagana.
Creemos que las ordenanzas esenciales del evangelio fueron cambiadas y modificadas por la voluntad del hombre y no por indicación divina, de tal forma que llegó un momento en el que, tal como declaró Isaías, los hombres se estaban acercando al Señor con la boca y con sus labios lo honraban, pero su corazón estaba lejos de El.
La iglesia se había corrompido tanto y tanto había cambiado, que fue necesario que los cielos fueran abiertos nuevamente, que vinieran mensajeros celestiales y que se efectuara una restauración de la primitiva fe y de la autoridad divina.
LA REVELACIÓN EMPEZÓ NUEVAMENTE CON JOSÉ SMITH. Después de la época de los apóstoles los hombres se negaron a prestar atención al Espíritu del Señor, por lo tanto el Espíritu fue retirado y el hombre quedó sin la guía divina. De esa manera surgió la extraña creencia de que el Señor ya no se comunicaba más con el hombre; sino que le había dado en la palabra escrita todo lo que era esencial para su salvación. Esta era la creencia universal cuando José Smith anunció su visión. En su niñez se le había enseñado que no había visitación de ángeles, ni revelación, ni la necesidad de más Escrituras.
Pero el Señor le dio a José Smith una revelación de la plenitud del evangelio, “probando al mundo que las santas escrituras son verdaderas, y que Dios inspira a los hombres y los llama a su santa obra en esta edad y generación así como en las antiguas; demostrando que él es el mismo Dios ayer, hoy y para siempre.”
LOS PROFETAS PREDIJERON LA REVELACIÓN EN LOS POSTREROS DÍAS. ¿Por qué considerar extraño que el Señor le hable al hombre en esta época, ya sea por su propia voz o por la voz de los ángeles? ¿Está menos interesado en los hombres? ¿O han progresado tanto los hombres que ya se encuentran más allá de la necesidad de recibir ayuda divina?
Un profeta de la antigüedad dijo: “Sin profecía el pueblo se desenfrena”, y otro dijo: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” Y otro, hablando de los postreros días, dijo: “Vuestros ancianos soñarán sueños, Y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días:”
Igualmente positivo es el decir del antiguo profeta nefita: “¿Han cesado los ángeles de aparecer a los hijos de los hombres? o ¿les ha retenido él la potestad del Espíritu Santo? o ¿lo hará mientras dure el tiempo, o exista la tierra, o haya en el mundo un hombre a quien salvar? He aquí, os digo que no; porque es por la fe que se obran milagros; y es por la fe que aparecen ángeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres; por tanto, si han cesado estas cosas, ¡ay de los hijos de los hombres, porque es a causa de la incredulidad, y todo es inútil!”
Sí, es muy extraño que los Santos de los Ultimos Días aparezcan visiblemente solos en la creencia de que el Padre puede manifestarse y se manifiesta para revelar su verdad al hombre, tal como fue proclamado por los profetas antiguos de que El lo haría en estos postreros tiempos.
LA REVELACIÓN ES NECESARIA PARA CUMPLIR LOS CONVENIOS DEL SEÑOR. Es sumamente extraño, considerando lo que está escrito en la Biblia, que se haya fijado en la mente de los hombres la idea de que el canon de las Escrituras está ya completo; que el Señor no tenga más consejos para dar al hombre, no importa cuán grande sea la necesidad de dirección divina adicional, y que el hombre deba depender enteramente para su consuelo de la palabra hablada por los antiguos profetas bíblicos.
Estos profetas no tenían esa idea. Ellos hablaron de convenios que serían hechos entre Dios y el hombre en los postreros días. ¿Cómo hacer esto a menos que los cielos se abriesen? Y si los cielos se abrieran conforme a eso, ¿no sería una revelación, sí, aun Escritura? Dando voz a la palabra del Señor para Israel en los postreros días, Ezequiel dijo:
“Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre… y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”
EL CONVENIO SEMPITERNO ES REVELADO MEDIANTE JOSÉ SMITH. Jeremías también da este mismo testimonio y añade que entre la gente no enseñará “más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”
Por causa de esta antigua promesa no nos debería resultar extraño que un profeta viniera declarando la introducción del nuevo y sempiterno convenio. En esta época el Señor le dijo a José Smith: “Por tanto, yo, el Señor, sabiendo de las calamidades que vendrían sobre los habitantes de la tierra, llamé a mi siervo José Smith, hijo, le hablé desde los cielos y le di mandamientos… para que se establezca mi convenio sempiterno; para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hasta los cabos de la tierra, y ante reyes y gobernantes. He aquí, yo soy Dios, y lo he proferido.”
ES RAZONABLE RECIBIR NUEVA REVELACIÓN. Si el hombre permite que la razón lo guíe en el sendero del sentido común, se verá forzado a llegar a la conclusión de que no hay justificación posible para creer que todas las Escrituras están contenidas entre las cubiertas de la Santa Biblia. Tal doctrina cierra la boca del Altísimo y le quita el poder de hablar. Ni se puede declarar con un sentido razonable, que no hay más necesidad de revelación adicional. Es igualmente contradictorio decir que el Señor no tenía suficiente interés en otros pueblos, fuera de Palestina, como para hablarles y guiarlos mediante su palabra.
Alma, un profeta nefita que vivió antes de los días de Cristo, expresó estas palabras: “Pues he aquí, el Señor les concede a todas las naciones, que de su propia nación y lengua les enseñen su palabra, sí, con sabiduría, cuanto él juzgue conveniente que tengan; por lo tanto, vemos que el Señor aconseja en sabiduría, de conformidad con lo que es justo y verdadero.”
HAY DOS NACIONES COMO TESTIGOS DE CRISTO. Nefi, un profeta de la antigüedad, escribió lo siguiente por mandato: “¿No sabéis que hay más de una nación? ¿No sabéis que yo, el Señor vuestro Dios, he creado a todos los hombres y me acuerdo de los que viven en las islas del mar; que gobierno arriba en los cielos y abajo en la tierra, y llevo mi palabra a los hijos de los hombres, sí, a todas las naciones de la tierra?
“¿Por qué murmuráis por tener que recibir más de mi palabra? ¿No sabéis que el testimonio de dos naciones os es un testigo de que yo soy Dios, que me acuerdo tanto de una nación como de otra? Por tanto, hablo las mismas palabras, así a una como a otra nación. Y cuando las dos naciones se junten, el testimonio de las dos se juntará también.”
Esto fue dicho por profecía a los gentiles de la época actual. Debe tenerse presente también, que la ley dada a Israel decía que “el testimonio de dos hombres es verdadero”, siempre que sean testigos honorables. Aquí el Señor aplica la misma ley a las naciones. ¿Por qué no debería ser así?
Si la palabra del Señor va a ser establecida por dos testigos elegidos, entonces bien podríamos buscar a dos naciones escogidas para que se levanten como testigos de Jesucristo. Una de esas naciones fue Israel en Palestina; la otra fue Israel en América. Judá que habla desde el Viejo Mundo y José desde el Nuevo. Hoy en día estos dos testimonios de Dios y de su verdad, se han juntado.
LAS ESCRITURAS DE LOS POSTREROS DÍAS ACLARAN LA BIBLIA. No hay ningún principio relativo a la salvación de los hombres que esté lo suficientemente claro en la Biblia, según como ha llegado a nosotros, que no sirva de tropiezo para los hombres, ni uno solo de ellos. No hay ni tan siquiera un solo principio en el que puedan estar de acuerdo y que haya sido declarado con tanta claridad como para que no se encuentren sus interpretaciones en conflicto.
¿Queréis saber en cuanto a la resurrección de los muertos? o ¿quién va a ser salvo en el reino de Dios? Entonces leed vuestro Libro de Mormón. Leed vuestro libro de Doctrinas y Convenios. La sección 76 de Doctrinas y Convenios, conocida como la Visión, es —con relación a la salvación— la declaración más clara y concisa que conozco, y dudo que el Señor haya dado alguna vez a algún pueblo, en cualquier época de la tierra, algo más claro que esta revelación.
¿Saben los habitantes del mundo a dónde van a ir después de morir? No. Ellos cantan en cuanto a una isla hermosa que está en alguna parte; pero no saben realmente dónde está. ¿Pueden averiguarlo en la Biblia? Sí, nosotros sí podemos. Ellos podrían averiguarlo si tuvieran la debida inspiración. Nosotros con la ayuda adicional que recibimos de los anales que el Señor nos ha dado, no sufrimos ningún tropiezo con eso.
No tropezamos tampoco con el bautismo ni con la forma como debe ser efectuado o por quién. Poseemos un entendimiento claro y perfecto en cuanto a la naturaleza de Dios. Y bien, yo puedo encontrar eso en la Biblia; igualmente podéis hacerlo vosotros. De la misma manera ellos si es que lo buscaron con el espíritu de fe; pero ahí es donde tropiezan; y, sin embargo, no están dispuestos a aceptar las revelaciones del Señor dadas en el día y dispensación en los cuales viven, mismas que demarcarían claramente para ellos todos estos principios de verdad eterna. ¡Cuán grandemente bendecidos somos!
PODEMOS VER COSAS QUE YA HAN PASADO. Es un hecho bien conocido por la ciencia, que la luz de muchas estrellas ha empleado miles de años para llegar a la tierra, y que nosotros las vemos tal como eran hace miles de años y no como son hoy en día. Con esta evidencia, y si pudiéramos colocarnos en el lugar apropiado, podríamos ver las cosas tal como fueron en cualquier período anterior.
REVELACIÓN EN LA IGLESIA HOY EN DÍA
REVELACIÓN DESDE LA ÉPOCA DE JOSÉ SMITH. Los presidentes de la Iglesia, desde el profeta José hasta hoy en día, han recibido revelaciones del Señor para la guía de su pueblo. Aunque no todas estas revelaciones han sido incluidas en Doctrinas y Convenios, no por eso dejan de ser verdaderas. No todas las revelaciones dadas a José el Vidente fueron puestas en Doctrinas y Convenios en su época: nosotros hemos añadido muchas de sus revelaciones a ese libro, después de su muerte.
Y hay otras revelaciones que no han sido incluidas. Algunas de ellas eran para la Iglesia y no para el mundo, y por lo tanto, se han dado solamente a los santos. Mas, desde la muerte de José Smith se han dado muchas revelaciones a la Iglesia. Algunas que sí han sido publicadas y otras no. Yo he tenido el privilegio de leer y manejar cierto número de ellas que todavía están en manuscrito y que todavía no han sido dadas al mundo, sino que están guardadas y serán preservadas para un sabio propósito del Señor.
LA IGLESIA ES GUIADA POR REVELACIÓN HOY EN DÍA. La Iglesia, hoy en día, es dirigida por revelación. No todas las revelaciones dadas al Profeta están en Doctrinas y Convenios; mas todo lo que hay en ese libro es esencial para nuestra salvación. No es necesario que añadamos otras revelaciones, en las que no se revela una nueva doctrina sino que contienen meramente guía y consejo, a ese libro de Escrituras.
Todos los presidentes de la Iglesia han tenido revelaciones; algunas de ellas, recibidas por Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Joseph F. Smith, han sido publicadas. Vosotros podéis encontrar una que fue dada al presidente Smith, en el libro Doctrina del Evangelio.
No hay necesidad de alarmarnos, pues si tenemos el espíritu de discernimiento, sabremos que el Espíritu del Señor esta guiando a las autoridades de la Iglesia.
La revelación del Señor tiene vigencia sobre nosotros, recibámosla o no; y si la rechazamos, seremos, castigados.
El Señor no nos ha dejado para que andemos errantes; El no nos ha dejado solos en el mundo para que andemos a tientas en las tinieblas, sino que la Iglesia que El ha fundado está guiada por el espíritu de revelación y la inspiración del Señor descansa sobre los que están en la cabecera. Ellos no están efectuando esta obra en su propio nombre; ellos no se están esforzando para establecerse a sí mismos, sino que buscan efectuar el plan que el Señor ha revelado y dar a conocer a los hijos de los hombres el gran deseo de nuestro Padre de que todos los hombres puedan ser salvos mediante la obediencia al evangelio y reciban así un lugar y posición en su reino.
REVELACIÓN DADA EN LA CONFERENCIA GENERAL. A veces se dice, y esto de parte de personas que no observan ni piensan debidamente, que el espíritu de revelación no está guiando ahora a los Santos de los Ultimos Días como lo hacía en épocas anteriores. Esta idea difícilmente puede ser alimentada por los miembros que colmaron el Tabernáculo durante los tres días de conferencia. Para todos los que poseen el espíritu de discernimiento y la luz del Espíritu Santo, fue muy evidente que el Señor estaba derramando su Espíritu y dando a los miembros de la Iglesia mandamiento y guía, los cuales son sumamente necesarios y oportunos en estos días de creciente desobediencia e iniquidad: cosas que llenan el mundo.
REVELACIÓN DADA A LAS AUTORIDADES GENERALES. El Señor bendice a este pueblo mediante la inspiración que viene a sus siervos cuando ellos dirigen, enseñan y exponen las Escrituras. A menudo se oye de parte de los enemigos de la Iglesia, y lo oímos decir en las calles de esta ciudad de tiempo en tiempo, que no hay revelación en la Iglesia. Os digo que sí hay revelación en la iglesia.
El Señor no solamente bendice a los hombres que ocupan la cabecera y que tienen las llaves del reino, sino que El también bendice con el espíritu de inspiración a cada individuo fiel. El le da revelación a su pueblo para su propia guía, mediante la cual su pueblo pueda guardar sus mandamientos y servirle. Esa es una bendición prometida y dentro del alcance de ellos.
Nosotros somos bendecidos con revelación; la Iglesia está edificada sobre ese mismo cimiento. No todas las revelaciones dadas tienen que ser escritas. La inspiración puede venir sobre los hermanos indicando qué es lo que hay que hacer, o qué no se debe hacer, según el Señor los dirija. No tiene forzosamente que ser impreso en un libro. Tenemos revelaciones que han sido dadas y que han sido escritas; algunas de ellas han sido publicadas y otras no.
EN LOS PRIMEROS DÍAS DE LA IGLESIA SE NECESITABA UNA MAYOR CANTIDAD DE REVELACIONES. En la época del profeta José Smith, el Señor dio revelaciones a la Iglesia para cubrir cada principio que era esencial para la comprensión de los principios del evangelio y de la manera de trabajar en la Iglesia. Como los miembros acababan de venir del mundo y habían crecido con todos sus conceptos y tradiciones religiosas, ellos necesitaban una guía para todas las cosas. La recepción de revelación para esta guía fue disminuyendo con el transcurso de los años, de manera que en los últimos cuatro o cinco años de la vida del Profeta, el Señor no tuvo necesidad de revelar instrucciones relativas a los principios fundamentales.
Sin embargo, dijo que los santos serían “coronados con bendiciones de arriba, sí, y con mandamientos no pocos, y con revelaciones en su tiempo —aquellos que son fieles y diligentes delante de mí.” Esta promesa y la palabra del Señor a la Iglesia en la sección 104:58, se han cumplido literalmente y se están cumpliendo constantemente. No es necesario para los propósitos del Señor que todas las revelaciones dadas a la Iglesia sean publicadas en un libro y dadas a la gente. El habla a sus siervos y revela su voluntad, y ellos imparten la enseñanza al pueblo.
LAS REVELACIONES QUEDAN LIMITADAS POR LA CAPACIDAD DEL HOMBRE PARA RECIBIRLAS. La revelación nos es prometida en función de nuestra fidelidad; así también, el conocimiento relativo a los misterios y al gobierno de la Iglesia. El Señor oculta aún mucho de lo que revelaría si los miembros de la Iglesia estuvieran preparados para recibirlo. Pero si ellos no viven de acuerdo con las revelaciones que El ha dado, ¿cómo van a tener derecho a recibir más? La gente de la iglesia no está viviendo de acuerdo con los mandamientos que el Señor requiere de ella.
Nos encontramos, por lo tanto, en posición muy parecida a la de los nefitas cuando Nefi habló de la revelación: “Y ahora yo, Nefi, no puedo decir más; el Espíritu hace cesar mis palabras, y quedo a solas para lamentar a causa de la incredulidad, y la maldad, y la ignorancia y obstinación de los hombres; porque no quieren buscar conocimiento, ni entender el gran conocimiento, cuando les es dado con claridad, sí, con toda la claridad de la palabra.”
Otras razones por la que el Señor no da mayor número de revelaciones a la gente, son indicadas por Mormón y Moroni en el Libro de Mormón.
No tenemos derecho a reclamar más revelación cuando rehusamos obedecer lo que el Señor ya ha revelado para nuestra salvación. Sin embargo, las autoridades son dirigidas por revelación, y esto es evidente para todos los que tienen el espíritu de discernimiento. El Señor no ha abandonado a su pueblo, aunque los de su pueblo no siempre han puesto su confianza en El.
ESPÍRITUS FALSOS Y REVELACIONES FALSAS
EL PRESIDENTE: ÚNICA FUENTE DE REVELACIÓN PARA LA IGLESIA. Hay solamente una persona a la vez, que tiene las llaves y el derecho de recibir revelación para la Iglesia y esta persona es el Presidente de la Iglesia. Y cuando la Primera Presidencia queda desorganizada por causa del fallecimiento del Presidente, entonces, conforme a la revelación, los Doce Apóstoles se convierten en el quórum presidente de la Iglesia y luego, si el Señor tiene revelaciones para dar a su pueblo, ellas vendrán mediante el conducto adecuado: el Presidente de los Doce.
Si tenemos presente esto, será una clave para nosotros tal como el Señor ha querido que sea, por la cual podremos evaluar y sopesar las pretendidas revelaciones de los hombres. Cuando vemos a este hombre, o aquel, o tal vez mujer o niño, dando revelaciones según fue el caso en la Iglesia Reorganizada cuando Jason W. Briggs, Zenas H. Gurley, Henry H. Deam y la hija de Zenas H. Gurley, recibieron “revelaciones” que tenían que ver con la organización de su culto, sabremos ciertamente que estas cosas no son de Dios.
El Señor nunca ignorará al oficial presidente y al quórum de la Iglesia, dado que El respeta la autoridad, tal como espera que nosotros la respetemos. Y siempre servirá de clave para nosotros, si lo tenernos presente, cada vez que El tenga una revelación o mandamiento para dar a su pueblo, vendrá mediante el oficial que preside la Iglesia. Esto es lo que se enseña claramente en las revelaciones.
PRUEBA DE LA VERACIDAD DE LAS REVELACIONES. Si el Señor tiene una revelación o mandamiento para dar a su pueblo, esto vendrá de la cabecera y cuando alguien que no sea de la cabecera venga entre el pueblo profesando tener revelaciones y el derecho de dar mandamientos, podremos examinar ese asunto rápidamente. No habrá ninguna necesidad de entrar en detalles, ni de examinar detenidamente las pretensiones. No hay necesidad de investigación alguna, porque el Señor nos ha dado la clave, como ley para la Iglesia, mediante la cual debemos ser gobernados.
LLAVE MEDIANTE LA CUAL SE PUEDEN RECONOCER LAS VERDADERAS REVELACIONES. Tenemos una llave [clave] que nos ha sido dada, mediante revelación, por la cual se puede detectar a los espíritus falsos y por la cual se puede reconocer la revelación falsa. Hay solamente un hombre en esta Iglesia, a la vez, que tiene el derecho de recibir revelación para la Iglesia. El Señor ha dicho que su casa es una casa de orden, no una casa de confusión por lo tanto hay uno llamado para hablar. Uno tiene el derecho de recibir la palabra del Señor y darla a toda la Iglesia.
Todos tenemos el derecho de recibir revelación para nuestra propia guía. El presidente de una estaca tiene el derecho de recibir revelación para guiar a su estaca, pero ningún hombre tiene el derecho de recibir revelación para esta Iglesia, con excepción de que el Señor le haya llamado para ello.
Si él recibe una revelación, la misma será declarada sin duda, si es dada para la Iglesia, de una manera tal que podremos saber todos de qué fuente proviene. Y cuando encontramos gente que secretamente está distribuyendo entre la iglesia supuestas revelaciones, o visiones, o manifestaciones — que no han venido de las autoridades de la Iglesia ni recibido su aprobación— podemos decir con certeza que tales cosas no son de Dios.
No tenemos ninguna necesidad de escribir para indagar en cuanto a estas cosas, ni tan siquiera de considerarlas un instante, porque el Señor no va a dar una revelación a cualquier sumo sacerdote, a cualquier élder o setenta, para su Iglesia. La revelación debe venir mediante el que es llamado para ello. Y si el Señor no elige a los que ocupan una posición directriz en los quórumes del sacerdocio, vosotros podéis tener la seguridad de que El no va a elegir a alguien que ni siquiera tenga el sacerdocio. De manera que nuestra mente puede quedar tranquila en asuntos de esta naturaleza…
LOS ESPÍRITUS FALSOS ENGAÑAN A LOS INFIELES. Si seguimos el espíritu de luz, el espíritu de verdad, el espíritu que está indicado en las revelaciones del Señor; si por medio del espíritu de oración y humildad, buscamos la guía del Espíritu Santo, el Señor aumentará nuestra luz y nuestro entendimiento de tal manera que tendremos el espíritu de discernimiento; entenderemos la verdad; reconoceremos la falsedad tan pronto la veamos y en esa forma no seremos engañados.
¿Quién es el que es engañado en esta Iglesia? No lo es el hombre que es fiel en el cumplimiento del deber; no lo es el hombre que se ha familiarizado con la palabra del Señor; no lo es el hombre que ha puesto en práctica los mandamientos dados en estas revelaciones, sino el que no está familiarizado con la verdad, el hombre que está en obscuridad espiritual, el hombre que no comprende ni entiende los principios del evangelio. Ese hombre será engañado y cuando estos espíritus falsos vengan entre nosotros tal vez él no pueda entender o discernir entre la luz y las tinieblas.
LOS FIELES NO SON ENGAÑADOS POR REVELACIONES FALSAS. Pero si andamos en la luz de las revelaciones del Señor, si escuchamos los consejos dados por los que están en los concilios de la Iglesia, investidos para dar las instrucciones, no nos desviaremos.
“Y el que atesore mi palabra, no será engañado.” Por lo tanto, participemos con denuedo en la obra de esta Iglesia y en el estudio y comprensión de los principios del evangelio, estos principios de luz; y estudiándolos, el Señor nos dará mayor luz, hasta que hayamos recibido la plenitud, en el tiempo debido, del día perfecto; y no vamos a estar bajo la necesidad de sujetarnos a la duda y de buscar consejo al enfrentarnos a asuntos de esta naturaleza, porque el Espíritu del Señor mismo nos enseñará.
Viene el día, dice Jeremías, en que no será necesario que un hombre enseñe a su vecino, diciendo: “Conoce a Jehová”. pues todos lo conocerán, desde el mayor hasta el menor. Y eso será cuando nosotros, con pleno propósito de corazón, estemos deseosos de servir al Señor, de guardar sus mandamientos y escuchar los consejos que nos vienen de parte de los que presiden.
LOS SANTOS TIENEN DERECHO AL ESPÍRITU DE DISCERNIMIENTO. No hay razón alguna por la que cada miembro de la Iglesia no tenga pleno entendimiento de los principios del evangelio, del orden de la Iglesia y del gobierno de ella, de manera que nadie tiene necesidad de dejarse desviar por cualquier viento de doctrina, o alguna idea que prevalezca entre los hijos de los hombres, la cual pueda robar su atención.
Si estamos firmemente apoyados en la fe y edificados sobre la roca, conoceremos la verdad, la verdad que nos hará libres. Hay un espíritu de falsedad extendido por toda la tierra…
Si vosotros entendéis los artículos y convenios de la Iglesia, si leéis las Escrituras y os familiarizáis con aquellas cosas que están contenidas en las revelaciones del Señor, no será necesario que hagáis pregunta alguna en relación a la autenticidad u otro aspecto de cualquier revelación, visión o manifestación proveniente de las tinieblas, fraguada en algún rincón, presentada subrepticiamente y no dada por los canales adecuados de la Iglesia.
LAS REVELACIONES VERDADERAS SERÁN PUBLICADAS POR LA IGLESIA. Permitidme añadir que cuando viene una revelación para la guía de este pueblo, podéis estar seguros de que no será presentada en ninguna forma misteriosa ni contraria al orden de la Iglesia. Saldrá a la luz de tal manera que los de la Iglesia entenderán que viene de parte de los que tienen autoridad, pues será enviada a los presidentes de estaca y a los obispos de los barrios, firmada por las autoridades que presiden, o será publicada en alguno de los periódicos o publicaciones que están bajo la dirección de la Iglesia, o será presentada ante una congregación como esta, en una conferencia general. No será algo que surja en alguna parte distante de la Iglesia y que esté en manos de algún individuo desconocido sin autoridad y de esa forma comience a circular entre los Santos de los Ultimos Días. Ahora bien, debéis recordar siempre esto.
LAS MANIFESTACIONES SON PARA EL INDIVIDUO, NO PARA LA IGLESIA. De cuando en cuando ha habido individuos a quienes se les ha invitado a los barrios, a las reuniones sacramentales, a las clases del sacerdocio y a las organizaciones de la Escuela Dominical o de la Asociación de Mejoramiento Mutuo; y a veces, para su beneficio, se han realizado reuniones de hogar a las que ellos han podido concurrir y relatar visiones sobresalientes o revelaciones que ellos mismos reclaman haber recibido. Todo eso está muy mal…
Bien, el Señor le dará revelaciones y mandamientos a esta Iglesia; de vez en cuando y tal como sea necesario, pero siempre de acuerdo con su propia ley; y nosotros no tenemos que andar corriendo e invitar a personas que no tienen autoridad para narrarnos supuestas visiones, o revelaciones, o mandamientos, para la guía de este pueblo.
En la Iglesia todo se hace en orden. Todo lo relativo al reino de Dios está en orden, porque obedece a la ley.
Si un hombre viene entre los Santos de los Ultimos Días, profesando haber recibido una visión, revelación o sueño sorprendente, y el Señor realmente se lo ha dado, ese hombre debe guardarlo para sí mismo. Está muy fuera del orden de esta Iglesia, que alguien lo invite a él a un servicio sacramental para que relate su experiencia a los miembros, porque el Señor dará sus revelaciones en la forma debida a quien es llamado para recibir y distribuir la palabra de Dios a los miembros.
LOS SANTOS NO SEGUIRÁN LAS REVELACIONES FALSAS. Y bien, estas revelaciones y relatos que a veces circulan, no tienen más consecuencia que el rumor y las conversaciones tontas de parte de personas que no tienen autoridad. El hecho es sencillamente este: Ningún hombre puede entrar en el descanso del Señor mientras no haya absorbido la verdad, hasta que todo error, toda falsedad, todo malentendido y toda declaración mal hecha pueda ser discernida totalmente y el hombre sepa que es un error y no la verdad.
Cuando conozcáis la verdad de Dios, cuando entréis en el descanso de Dios, no andaréis por el mundo a la caza de revelaciones de parte de cualquiera. No andaréis siguiendo los caprichos de la imaginación de los hombres y mujeres que proyectan fantasías e ideas propias. Cuando conozcáis la verdad, perseveraréis en la verdad y la verdad os hará libres. Es solamente la verdad la que puede liberaros de los errores de los hombres y de las falsedades y malas interpretaciones del maligno, el que está al acecho para engañar y para desviar al pueblo de Dios de las sendas de la rectitud y de la verdad.
























