Capítulo 3
El Espíritu Santo, la luz de Cristo
y el Segundo Consolador
EL ESPÍRITU SANTO
UN PERSONAJE DE ESPÍRITU. El Espíritu Santo es el tercer integrante de la Trinidad. Es un espíritu, con la forma de un hombre. El Padre y el Hijo son personajes con cuerpo físico; tienen cuerpos de carne y hueso. El Espíritu Santo es un personaje de espíritu y tiene un cuerpo de espíritu solamente. Su misión consiste en dar testimonio del Padre y del Hijo y de toda verdad.
Como personaje de espíritu el Espíritu Santo tiene forma y dimensiones. El no llena la inmensidad del espacio y no puede estar presente en todas partes al mismo tiempo, personalmente. Se le llama también Santo Espíritu, Espíritu de Dios, Espíritu del Señor, Espíritu de Verdad y Consolador.
EL ESPÍRITU SANTO ES UN REVELADOR. Su misión es enseñarnos toda verdad. Participa de todo lo del Padre y del Hijo y lo revela a aquellos que sirven con fidelidad al Señor. Fue por medio de las enseñanzas del Consolador, o Espíritu Santo, que los apóstoles recordaron las enseñanzas de Cristo. Es por medio de las enseñanzas del Espíritu Santo como viene la profecía.
EL DON DEL ESPÍRITU SANTO VIENE POR LA IMPOSICIÓN DE MANOS. En los días de la Iglesia primitiva de Jesucristo se hizo la promesa de que todos los que se arrepintieran y recibieran el bautismo para la remisión de los pecados, y fuesen fieles, recibirían el don del Espíritu Santo por medio de la imposición de manos. Esa misma promesa se ha restaurado a todos los que aceptan el evangelio en esta dispensación, porque el Señor dice: “Y por la imposición de manos confirmaréis en mi iglesia a quienes tengan fe, y yo les daré el don del Espíritu Santo.”
Es tarea de los élderes (ancianos) en la Iglesia “confirmar por la imposición de manos a los que se bautizan en la iglesia, para que reciban el bautismo de fuego y del Espíritu Santo, de acuerdo con las escrituras”.
EVITAD ESPECULAR EN CUANTO AL DESTINO DEL ESPÍRITU. El Espíritu Santo no es un personaje con un cuerpo de carne y huesos y en este sentido es distinto al Padre y al Hijo. El Espíritu Santo no es una mujer, como algunos han declarado y por lo tanto no es la madre de Jesucristo.
Especular en cuanto a su jurisdicción es una pérdida de tiempo. Sabemos lo que ha sido revelado y que el Espíritu Santo, a veces llamado Santo Espíritu y Consolador, es el tercer integrante de la Trinidad y que El, estando en perfecta armonía con el Padre y el Hijo, le revela al hombre, mediante el espíritu de revelación y profecía, las verdades del evangelio de Jesucristo. Nuestra gran tarea consiste en vivir de tal forma que podamos ser constantemente guiados en luz y verdad por este Consolador, de manera que no seamos engañados por los muchos espíritus falsos que hay en el inundo.
Nunca me he preocupado en cuanto a si alguna vez el Espíritu Santo tendrá un cuerpo o no, dado que esto no es esencial para mi salvación. El es un integrante de la Trinidad, con gran poder y autoridad, con una misión sumamente sublime que debe ser efectuada por un espíritu. Esto me ha satisfecho sin llevarme a sondear misterios que no me serían de beneficio alguno en particular.
EL DON DEL ESPTRITU SANTO
CONFERIMIENIO DEL ESPÍRITU SANTO. El Espíritu Santo se da permanentemente sólo a aquellos que han llegado al conocimiento de la verdad, habiendo escuchado al Espíritu de Cristo, y quienes son bautizados y confirmados como miembros de la Iglesia. Eso nos lleva a la diferencia que hay entre el Espíritu Santo y el don del Espíritu Santo, con lo cual algunos de nosotros estamos confundidos.
Cuando somos llamados a confirmar a alguien como miembro de la Iglesia, es un error decir: “Recibe el don del Espíritu Santo.” Debemos decir: “Recibe el Espíritu Santo.” Eso cubre todo y la persona recibe el don.
DEFINICIÓN DEL DON DEL ESPÍRITU SANTO. ¿Qué es el don del Espíritu Santo ? Nada más ni nada menos que el derecho a la compañía del Espíritu Santo. Como dice el presidente Joseph E. Smith: “El no tiene que morar constantemente en uno.” Un hombre aquí, otro allá y otro en Inglaterra, son confirmados como miembros de la Iglesia. Surge la pregunta: “¿Cómo puede el Espíritu Santo estar con ellos al mismo tiempo?” En realidad no tiene que estar, mas su poder es tal que este poder se manifiesta en todo lugar al mismo tiempo.
El presidente Joseph E. Smith lo ha expresado así: “El Espíritu Santo como personaje de Espíritu no tiene más poder que el Padre o el Hijo para ser omnipresente en cuanto a su persona, pero por medio de su inteligencia y conocimiento, su poder e influencia sobre las leyes de la naturaleza y en ellas, El está y puede estar omnipresente en todas las obras de Dios.” De este modo, cuando se torna necesario que nos hable, puede hacerlo obrando a través del otro Espíritu, esto es, mediante la luz de Cristo.
José Smith dijo: “Hay ciertas palabras y señales simbólicas que pertenecen al sacerdocio, las cuales se deben observar a fin de obtener la bendición. La señal que dio Pedro fue arrepentirse y bautizarse para la remisión de pecados, con la promesa del don del Espíritu Santo; y este don no se recibe de ninguna otra manera” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 240).
EL ESPÍRITU SANTO LLEVA DE NUEVO AL HOMBRE A LA PRESENCIA DE DIOS. Uno no puede obtener el don del Espíritu Santo por medio de la oración, ni mediante el pago de los diezmos, ni por la obediencia a la Palabra de Sabiduría; ni siquiera por medio del bautismo en agua para la remisión de los pecados. Uno debe completar ese bautismo con la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo. El Profeta dijo una vez que no confirmar al individuo para darle el Espíritu Santo por la imposición de manos sería lo mismo que bautizar a una bolsa de arena. No hay otra forma de obtenerlo. El individuo que es confirmado recibe, además de este Espíritu de Cristo, la compañía del tercer integrante de la Trinidad. Por lo tanto, de nuevo está en la presencia de Dios, por medio del don del Espíritu Santo.
COMPARACIÓN ENTRE EL ESPÍRITU SANTO Y EL DON. El Profeta continuó diciendo: “Existe una diferencia entre el Espíritu Santo y el don del Espíritu Santo. Cornelio recibió el Espíritu Santo antes de bautizarse, que para él fue el poder convincente de Dios de la veracidad del evangelio; mas no podía recibir el don del Espíritu Santo sino hasta después de ser bautizado. De no haber tomado sobre sí esta señal u ordenanza, el Espíritu Santo que lo convenció de la verdad de Dios se habría apartado de él. Hasta que obedeciese estas ordenanzas y recibiese el don del Espíritu Santo por la imposición de manos, de acuerdo con el orden de Dios, no podría sanar a los enfermos ni mandar a un espíritu malo que saliera de un hombre, porque los espíritus podrían decirle, como a los siete hijos de Sceva: “A Jesús conozco, y sé quien es Pablo; Pero vosotros, ¿quiénes sois?” Poco importa que permanezcamos largo o corto tiempo sobre la tierra después de haber conocido estos principios y de haberlos obedecido hasta el fin. Yo sé que todos los hombres se condenarán si no entran por la puerta que El ha abierto, y ésta es la única manera que la palabra del Señor ha indicado.”
EL ESPÍRITU SANTO PUEDE TESTIFICAR A UNO QUE NO SEA MIEMBRO DE LA IGLESIA. A menudo se nos pregunta: “¿Cómo es que ustedes dicen que el hombre no puede recibir el don del Espíritu Santo a menos que sea por la imposición de manos, si se tiene en cuenta que Cornelio recibió al Espíritu Santo antes de ser bautizado, antes de ir a Pedro a averiguar qué tenía que hacer para ser salvo?” El Espíritu Santo se manifestará a cualquier individuo que pida la verdad, tal como lo hizo con Cornelio. Moroni dijo esto: “Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo.”
Todo hombre puede recibir una manifestación del Espíritu Santo, aun cuando no esté en la Iglesia, si es que se encuentra buscando la luz y la verdad anhelosamente. El Espíritu Santo vendrá y le dará al hombre el testimonio que está buscando, y luego se retirará; y el hombre no tiene derecho a reclamar otra visita ni visitas o manifestaciones continuas de parte de El. Puede, sí, tener la guía continua de aquel otro Espíritu, el Espíritu de Cristo. Todo hombre puede recibir una manifestación así de parte del Espíritu Santo en su búsqueda de la verdad, pero no tendrá el poder de invocar al Espíritu Santo cada vez que necesite ayuda, como lo podemos hacer los que somos miembros de la Iglesia.
EL DON DEL ESPÍRITU SANTO ES PARA LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA SOLAMENTE. Después del bautismo y de la confirmación podemos llegar a tener la compañía del Espíritu Santo, el cual nos enseñará las sendas del Señor, avivará nuestra mente y nos ayudará a entender la verdad. La gente del mundo no recibe el don del Espíritu Santo.
José Smith no tenía el don del Espíritu Santo en ocasión de la Primera Visión, sino que fue cubierto por el Espíritu Santo; de otro modo no podría haber visto al Padre y al Hijo.
NUESTRO DERECHO DE RECIBIR DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. Tenemos el derecho de recibir la guía del Espíritu Santo, pero no podemos tenerla si voluntariamente rehusamos considerar las revelaciones que han sido dadas para ayudarnos a entender y para guiarnos a la luz y verdad del evangelio sempiterno. No podemos esperar tener esa guía si rehusamos considerar estas grandes revelaciones que significan tanto para nosotros ya sea temporal o espiritualmente.
Bien, si nos encontramos en esta condición de incredulidad o falta de voluntad para buscar la luz y el conocimiento que el Señor ha colocado a nuestro alcance, entonces estamos propensos o en peligro de ser engañados por espíritus inicuos, por doctrinas de demonios y por las enseñanzas de los hombres. Y cuando estas falsas influencias se presenten ante nosotros, no tendremos el discernimiento necesario para poder segregarlos y saber si son del Señor o no. Y de esa forma podemos llegar a ser presa de los impíos, de los viciosos, de las astucias y de las artimañas de los hombres.
EL ESPÍRITU SANTO: UN TESTIGO SEGURO DE LA VERDAD
LOS QUE SON GUIADOS POR EL ESPÍRITU NO SON ENGAÑADOS. Si somos humildes, si somos diligentes en servir al Señor, si buscamos servirlo con el deseo de dar gloria a nuestro Padre Celestial (teniendo presente que El ha pedido ese servicio de corazón pleno, el que sirvamos con toda nuestra fuerza, con toda nuestra intención y con todo nuestro poder), no nos desviaremos. No seremos seducidos por los espíritus diabólicos ni por los espíritus de los hombres, sino que seremos guiados y dirigidos por el Espíritu de Dios.
Cada miembro de la Iglesia ha recibido la imposición de manos sobre su cabeza para que se le comunique el don del Espíritu Santo. Por lo tanto tiene el derecho de recibir las revelaciones pertinentes y necesarias para su guía individual; no para la Iglesia, sino para sí mismo. Por medio de su obediencia y de su humildad, tiene el derecho de recibir luz y verdad según le sean reveladas a través del Espíritu de Verdad, y quien dé oídos a ese Espíritu y busque su don en humildad y fe, no será engañado.
Y bien, hay algunos de los nuestros que están siendo engañados. ¿Por qué? Porque carecen de conocimiento, porque están faltos de entendimiento y porque no están en armonía con el Espíritu Santo, e1 cua1 tienen el derecho de recibir mediante su fidelidad y obediencia.
EL TESTIMONIO PROVIENE DEL ESPÍRITU SANTO. Cristo es el segundo integrante de la Trinidad. Pero Cristo mismo declaró que las manifestaciones que podamos recibir del Espíritu de Cristo, o de la visita de un ángel, de un ser resucitado y tangible, no dejarán en nosotros la impresión, ni nos convencerán, así como tampoco pondrán en nosotros aquel algo del cual no se puede escapar y que se recibe a través de una manifestación del Espíritu Santo. Las visitaciones personales pueden tornarse borrosas con el paso del tiempo, pero esta guía del Espíritu Santo es renovada y continúa, día tras día, año tras año, si vivimos para ser dignos de ella.
Es posible que un hombre reciba manifestaciones del Espíritu Santo y si posteriormente peca, el Espíritu se retira. Ese hombre es dejado a sí mismo y olvidará, en gran medida, las cosas que había aprendido. Pero cuando el hombre ha conocido el poder de Dios y participa de él y luego se aparta, desafiando conscientemente la verdad, no hay perdón para él.
Tengo en mi pensamiento a ciertos misioneros a quienes yo he oído testificar al regresar a sus hogares, así como otros a quienes he oído hablar en el campo misional poniéndose de pie, mediante el poder del Espíritu, dando testimonio de la verdad; sin embargo, años más tarde han perdido ese testimonio; porque se ha apartado de ellos.
Viene ahora a mi memoria un renombrado maestro que cumplió una buena misión y sobre quien estaba el Espíritu del Señor. Hoy en día él no es miembro de la Iglesia; su mente se ha cegado; sus testimonios se han hecho borrosos. Yo no sé si alguna vez él se alejará totalmente de ellos, pues si los recibió en la claridad y poder en los que somos capaces de recibirlos, creo que no podría olvidar totalmente. El hombre que niega la verdad y abandona la Iglesia no se convierte en hijo de perdición, a menos que haya tenido suficiente luz como para llegar a ser un hijo de perdición.
EL SANTO ESPÍRITU DE LA PROMESA
LAS ORDENANZAS SON SELLADAS POR EL ESPÍRITU. El Santo Espíritu de la Promesa es el Espíritu Santo y es quien pone el sello de aprobación sobre cada ordenanza: bautismo, confirmación, ordenación, casamiento. La promesa es que mediante la fidelidad uno recibirá las bendiciones.
Si un individuo viola un convenio, sea el del bautismo, ordenación, casamiento, o cualquier otro convenio, el Espíritu se retira y el hombre no recibe las bendiciones.
Toda ordenanza es sellada con una promesa de recompensa dependiente de la fidelidad. El Espíritu Santo retira el sello de aprobación si los convenios son quebrantados.
EL ESPÍRITU SANTO GUIÓ A TODOS LOS PROFETAS
EL ESPÍRITU SANTO DURANTE EL MINISTERIO DE CRISTO. Mientras Cristo estuvo aquí en su ministerio, sus discípulos no tuvieron la compañía constante del Espíritu Santo. El les dijo que no podían tener ese Espíritu mientras El estuviera con ellos, pero que cuando se fuera, El enviaría al Consolador para que fuese su guía. El (Cristo) era uno de los miembros de la Trinidad, y mientras estuvo en presencia de ellos, ellos no tuvieron la compañía del Espíritu Santo.
Cierto es que el Espíritu Santo vino a ellos en algunas ocasiones mientras Cristo aún estaba con ellos; pero se encontraban en la misma condición que Cornelio. Tuvieron manifestaciones especiales del poder del Espíritu Santo, pero no gozaban del don mismo, esto es, no tenían el derecho de la compañía constante de ese integrante de la Trinidad. El Espíritu Santo le habló a Pedro, en la misma presencia del Salvador, pero el don o poder de tenerlo consigo constantemente mientras El estaba allí era innecesario, y el Salvador claramente se lo dijo a ellos.
EL ESPÍRITU SANTO EN LA ETERNIDAD FUTURA. Esto no significa que cuando lleguemos a la presencia de Dios después de la resurrección o en el milenio, no tendremos el don del Espíritu Santo, aun cuando Cristo esté allí. Cuando las cosas lleguen a ese estado perfecto, y especialmente después de la resurrección, creo que estaremos en la presencia de los tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
LOS ANTIGUOS PROFETAS TENÍAN EL ESPÍRITU SANTO. Hay otro punto que surge a menudo del hecho de que el Salvador dijo que el Espíritu Santo no podía venir mientras El estuviese en la tierra. Mucha gente dice que los antiguos nunca tuvieron el Espíritu Santo, que El no podía venir mientras Cristo no hubiese venido y muerto y levantado en la resurrección. En el Antiguo Testamento no se encuentra la expresión Espíritu Santo, como hoy, pero sí se encuentra Espíritu de Dios.
El hecho real es que todos los profetas tuvieron el Espíritu Santo. Fueron guiados y dirigidos por El. Sin este poder no hubiesen sido profetas. Pedro dijo que la profecía misma no “fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
El libro de Moisés, que es el relato original y perfecto de una parte del Génesis, menciona al Espíritu Santo; y también lo hacen los profetas nefitas, incluyendo a los que vivieron en la época anterior a Cristo.
EL PECADO CONTRA EL ESPÍRITU SANTO
BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO. Cuando en su maldad los fariseos declararon que Jesús echaba demonios por el poder de Beelzebú, príncipe de los demonios, Jesús les dijo:
“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres que me reciban y se arrepientan; mas la blasfemia contra el Espíritu Santo, no le será perdonada. Y a cualquiera que dijere una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este mundo, ni en el venidero.”
EL ESPÍRITU SANTO GUÍA EN TODA VERDAD. La misión del Espíritu Santo es guiar a quienes tienen el derecho de recibir su don, el cual es conferido por la imposición de manos, en toda verdad y rectitud. El Salvador dijo a sus apóstoles que el Consolador moraría en ellos y testificaría del Padre y del Hijo; que los guiaría en toda verdad, y les mostraría las cosas venideras. En las revelaciones dadas a la Iglesia en esta época, estas mismas promesas son reiteradas y la misión del Espíritu Santo es declarada como la misma, exactamente como lo fue en dispensaciones anteriores. Por lo tanto, el individuo que ande en la luz, según esa luz sea revelada por el tercer integrante de la Trinidad, sabrá con un entendimiento positivo y certero que Jesús es el Cristo y el Redentor del mundo, y el plan de salvación será claramente comprendido por él.
EL ESPÍRITU HABLA AL ESPÍRITU. El Espíritu de Dios hablándole al espíritu del hombre tiene el poder de impartir la verdad con mayor efecto y entendimiento que el que se puede aplicar cuando la verdad es impartida por medio del contacto personal aun con seres celestiales. Por medio del Espíritu Santo la verdad es entretejida en la misma fibra y tendones del cuerpo de manera que no puede ser olvidada. Tan positivas y poderosas son las enseñanzas del Espíritu que, cuando un hombre recibe este conocimiento y participa de este poder de Dios, los cuales pueden venir solamente después de recibir los convenios y obligaciones que corresponden al nuevo y sempiterno convenio, y luego se aparta del conocimiento y de estos convenios, peca a sabiendas.
HIJOS DE PERDICIÓN. Es por esta razón que el Señor ha dicho: “Así dice el Señor concerniente a todos los que conocen mi poder y del cual han participado, y a causa del poder del diablo se han dejado vencer y niegan la verdad y desafían mi poder Estos son los hijos de perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido; porque son vasos de enojo, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad; concerniente a los cuales he dicho que no hay perdón en este mundo ni en el venidero, habiendo negado al Espíritu Santo después de haberlo recibido, y habiendo negado al Unigénito del Padre, crucificándolo para sí mismos y exponiéndolo a vituperio.”
En armonía con esto, dijo quien escribió a los hebreos: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a vituperio.”
UN PECADO DE MUERTE. Pedro dijo: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado”, y Juan lo llamó un pecado de muerte. Es un pecado de muerte porque acarrea erradicación espiritual —la segunda muerte—, por la cual a aquellos que participan de ella se les niega la presencia de Dios y son condenados a morar con el diablo y sus ángeles a través de la eternidad.
Todos los que participen de éste, el más grande de todos los pecados, se venden a Lucifer en igual forma en que lo hizo Caín. Aprenden a odiar la verdad con un odio eterno y aprenden a amar la maldad. Llegan a un estado en el que no quieren ni pueden arrepentirse. Un espíritu de asesinato llena sus corazones y, si tuviesen el poder de hacerlo, crucificarían de nuevo a nuestro Señor, lo cual virtualmente hacen al contender con su obra y al intentar destruirla y aniquilar a sus profetas.
CUANDO PONEMOS A CRISTO EN PLENO VITUPERIO. Antes que un hombre pueda hundirse en esta amargura de alma, primero debe conocer y comprender la verdad con una claridad tal que no dé lugar a dudas en él. El cambio de sentimiento no se produce súbitamente, sino que es consecuencia de alguna forma de transgresión, cosa que continúa acechando al alma sin arrepentimiento hasta que el Espíritu Santo se retira y entonces el hombre queda abandonado en su obscuridad espiritual. El pecado engendra pecado; la obscuridad crece hasta que el amor a la verdad se torna en odio y el amor a Dios es vencido por el malvado deseo de destruir todo lo que es justo y verdadero. En esta forma Cristo es puesto en pleno vituperio y la blasfemia es glorificada.
¡Qué felicidad es saber que en la misericordia de Dios pocos serán, comparativamente, los que participarán de esta terrible miseria y tiniebla eterna!
LA LUZ DE CRISTO
EL ESPÍRITU SANTO ES OMNIPRESENTE. El Espíritu Santo no debe ser confundido con el Espíritu que llena la inmensidad del espacio y que es omnipresente. Este otro Espíritu es impersonal y no tiene forma ni dimensión; procede de la presencia del Padre y del Hijo y está en todas las cosas. Al hablar del Espíritu Santo debemos tener presente que es un ser real, un personaje; y de este otro Espíritu debemos tener en cuenta que se trata de un ente espiritual; y al hablar del poder o don del Espíritu Santo debemos hacerlo pensando en que hablamos de una influencia.
EL ESPÍRITU DE JESUCRISTO. El Espíritu Santo, según se nos enseña en nuestra revelación moderna, es el tercer integrante de la Trinidad y un personaje de Espíritu. Las siguientes expresiones son usadas como sinónimas: Espíritu de Dios, Espíritu del Señor, Espíritu de Verdad, Santo Espíritu, Consolador; y todas se refieren al Espíritu Santo. Los mismos términos son ampliamente usados también para referirse al Espíritu de Jesucristo, el cual también es llamado Luz de Verdad, Luz de Cristo, Espíritu de Dios y Espíritu del Señor; y sin embargo son conceptos separados y distintos. Tenemos mucha confusión porque no siempre hemos tenido en mente, con claridad, estos conceptos. El Señor reveló esto a José Smith:
“Porque la palabra del Señor es verdad; y lo que es verdad, es luz; y lo que es luz, es Espíritu, aun el Espíritu de Jesucristo. Y el Espíritu da luz a cada ser que viene al mundo; y el Espíritu ilumina a todo hombre por el mundo, si escucha la voz del Espíritu. Y todo aquel que escucha la voz del Espíritu, viene a Dios, aun el Padre. Y el Padre le enseña concerniente al convenio que él ha renovado y confirmado sobre vosotros, el cual se os ha confirmado para vuestro bienestar; y no solamente para vuestro bienestar, sino para el del mundo entero.
“Y todo el mundo yace en el pecado, y gime bajo la obscuridad y la servidumbre del pecado. Y por esto podréis saber que están bajo la servidumbre del pecado, porque no vienen a mí. Porque quien no viene a mí está bajo la servidumbre del pecado. Y el que no recibe mi voz no conoce mi voz, y no es mío.”
Moroni nos dice la misma cosa: “Pues he aquí, a todo hombre se da el Espíritu de Cristo para que pueda distinguir el bien del mal; por tanto, os estoy enseñando la manera de juzgar; porque todo lo que invita a hacer lo bueno y persuade a creer en Cristo, es enviado por el poder y el don de Cristo; y así podréis saber, con un conocimiento perfecto, que es de Dios.”
TODO HOMBRE RECIBE LA LUZ DE CRISTO. En el Nuevo Testamento no encontramos esta doctrina tan claramente definida como en Doctrinas y Convenios y en el Libro de Mormón. Pero descubrimos esto: El Señor no ha dejado sin auxilio a los hombres (al nacer en este mundo), no buscan a tientas la luz y la verdad, sino que cada hombre que nace en el mundo, nace con el derecho de recibir guía, instrucción y el consejo del Espíritu de Cristo, o luz de Verdad, el cual a veces es llamado Espíritu del Señor en nuestros escritos.
LA LUZ DE CRISTO ACTÚA COMO NUESTRA CONCIENCIA. Si un hombre que nunca ha oído del evangelio presta atención a las enseñanzas y manifestaciones del Espíritu de Cristo, o Luz de Verdad, el cual viene a él, y al que a menudo le decimos conciencia, y en mayor o menor grado sabe cuando actúa mal, y el Espíritu lo guía si presta atención a sus susurros, finalmente lo llevará a la plenitud del evangelio. Es decir que es guiado por la Luz y cuando el evangelio llega el hombre está listo para recibirlo. Esto es lo que el Señor nos dice en la sección 84 de Doctrinas y Convenios.
Este Espíritu de Verdad, o Luz de Cristo, tiene también otras funciones. En la revelación leemos esto: “Este Consolador es la gloria de la Iglesia del Primogénito, aun de Dios, el más santo de todos, mediante Jesucristo su Hijo— Aquel que ascendió en lo alto, así como descendió debajo de todo, por cuanto comprendía todas las cosas, a fin de que él fuese en todas las cosas y por en medio de todas las cosas, la luz de verdad, la cual verdad brilla. Esta es la luz de Cristo. Como que también está en el sol, y es la luz del sol, y el poder por el cual fue hecho. Así como también está en la luna, y es la luz de la luna, y el poder por el cual fue hecha; como también la luz de las estrellas y el poder por el cual fueron hechas. Y la tierra también, y el poder de ella, aun la tierra sobre la que os halláis. Y la luz que brilla, que os alumbra, viene de aquel que ilumina vuestros ojos, que es la misma luz que vivifica vuestros entendimientos, la cual procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio.”
LA LUZ DE CRISTO ES EL PODER DE DIOS. Esta Luz de Cristo no es un personaje. No tiene cuerpo. Yo no sé qué es en lo que tiene que ver con su substancia; pero ella llena la inmensidad del espacio y procede de Dios. Es la luz por medio de la cual los mundos son controlados, son creados. Es la luz del sol y todos los demás cuerpos celestes. Es la luz que da vida a la vegetación. Ella aviva el entendimiento de los hombres, y tiene estas distintas funciones declaradas en estos versículos.
Es: “La luz que existe en todas las cosas, que da vida a todas las cosas, que es la ley por la cual se gobiernan todas las cosas, sí, el poder de Dios, que se sienta sobre su trono, que existe en el seno de la eternidad, que está en medio de todas las cosas.”
Esta es nuestra explicación con relación al Espíritu de Cristo, o Luz de Verdad, el cual todo hombre recibe y por el cual es guiado. Si el hombre no tuviese las bendiciones que vienen de este Espíritu, su mente no sería avivada; no crecería la vegetación; los mundos no se mantendrían en sus órbitas ya que es por medio de este Espíritu de Verdad, esta Luz de Verdad, de acuerdo con esta revelación, que todas estas cosas se llevan a efecto.
LOS INVESTIGADORES SON GUIADOS POR LA LUZ DE CRISTO. El Señor ha dado a “cada hombre que viene al mundo”, la guía de la Luz de Verdad, o Espíritu de Jesucristo, y si un hombre presta atención a este Espíritu será llevado a la verdad y la reconocerá y la aceptará al escucharla. Hemos visto demostrado esto miles de veces, en las que los hombres fueron llevados a investigar a pesar de los prejuicios y tradiciones que les había enseñado el mundo.
Si ellos rehusan venir a El, entonces El los llama malvados y ellos se encuentran bajo la esclavitud del pecado. A mí me parece que cuando una persona declara que se siente satisfecha con su religión y por lo tanto no se preocupa de investigar, esto es evidencia de que no ha sabido prestar atención a la Luz de Verdad que le fue dada; de otro modo no se sentiría satisfecha con la religión falsa que tiene y estaría buscando la verdad.
EL ESPÍRITU ES DERRAMADO SOBRE TODA CARNE. La inspiración que fue prometida por el Señor a toda carne, por medio de la profecía de Joel, no es la promesa del Espíritu Santo, sino la promesa de la guía de la Luz de Cristo, o Espíritu de Verdad, la cual se da a cada hombre que viene al mundo. Es a través de este Espíritu que viene la inspiración a aquellos que no son miembros de la Iglesia. Este Espíritu ha sido derramado y es la influencia activa por medio de la cual se han logrado los grandes descubrimientos de estos tiempos modernos. Es este Espíritu el cual el Señor declara que retirará del mundo, y el cual, según le dijo a Noé, no siempre “contenderá con el hombre”, y no el Espíritu Santo que nunca había tenido. Es ese Espíritu el que dirigió a Colón en sus descubrimientos.
Es de este Espíritu del cual habla el Salvador en las revelaciones, el cual se ha dado para guiar a los hombres. Cuando El habla diciendo que el Espíritu Santo será la guía de ellos y que este don vendrá a los gentiles, queda implícito necesariamente que los gentiles se habrán limpiado y bautizado a fin de poder recibir estas bendiciones.
EL VERDADERO ÁNGEL GUARDIÁN. A menudo hemos oído que los ángeles guardianes nos auxilian y muchos patriarcas han hablado de tal clase de protección. Hay ocasiones, sin duda, en que algún poder invisible nos dirige y nos aparta del mal. Sin embargo, el verdadero ángel guardián dado a cada hombre que viene al mundo es la Luz de Verdad o Espíritu de Cristo.
El Espíritu Santo es dado a los miembros de la Iglesia que son fieles, para protegerlos y dirigirlos; suyo es el privilegio, mediante su fidelidad, de tener esa guía y protección.
No hay un ángel guardián que nos esté siguiendo como una estenógrafa que va tomando dictado y anotando y levantando actas de nuestra vida. El Señor tiene una forma más perfecta para registrar los hechos de nuestra vida.
EL ESPÍRITU SANTO OBRA MEDIANTE LA LUZ DE CRISTO. La persona del Espíritu Santo puede obrar por medio del Espíritu de Cristo que penetra en todas las cosas, o puede obrar por medio de contactos personales. El Espíritu Santo puede obrar mediante alguna otra influencia o fuerza. Esto tal vez parezca una tosca ilustración, y sin embargo creo que responde a nuestro propósito: en este edificio hay una señorita sentada ante un conmutador. (central telefónica auxiliar). Alguien de este piso quiere ponerse en comunicación con otra persona que está en el segundo piso; otro que está en otra parte del edificio quiere hablar con alguien que está en otro edificio, etc. Todos son puestos en comunicación con aquellos con quienes quieren hablar. En una forma parecida el Espíritu Santo podría hablar con alguien aquí con alguien allá, y con alguien que está lejos, en otra parte del país o en una tierra extranjera, y cada uno recibiría el mensaje dirigido a él. Eso no es difícil de entender si pensamos en la telefonía. Se envían varios mensajes por un solo alambre al mismo tiempo. Las estaciones de radio envían mensajes de distinta longitud de onda por toda la tierra.
EL SEGUNDO CONSOLADOR
DOS CONSOLADORES. José Smith menciona a dos Consoladores: el primero es el Espíritu Santo; el segundo es el Hijo de Dios mismo. Como base para su discurso usa el capítulo 14 de Juan. Los versículos 16, 17 y 26 definitivamente se refieren al Espíritu Santo. Ellos se refieren al Espíritu de Verdad que “mora con vosotros, y estará en vosotros”. Los versículos 18, 21 y 23 claramente se refieren al Señor mismo y a su venida al hombre.
EL SEGUNDO CONSOLADOR NO ES EL SANTO ESPÍRITU DE LA PROMESA. El Santo Espíritu de la promesa es el Espíritu Santo, el cual pone el sello de aprobación sobre toda ordenanza que es efectuada en justicia; y cuando los convenios son quebrantados, él quita el sello.
LOS QUE NIEGAN AL SEGUNDO CONSOLADOR. No hay perdón para el que niega al Primer Consolador. Pero si un hombre recibiese honor suficiente como para gozar de la presencia del Hijo, también tendría el conocimiento del Primer Consolador y si se apartase, su pecado sería imperdonable. Ningún hombre podría negar al Segundo Consolador sin negar al Primero.
Si un hombre a1canza suficiente conocimiento como para tener la compañía del hijo de Dios, existen posibilidades de que su llamamiento y elección sean seguros.
























