Capítulo 4
Nuestro Primero y Segundo Estados
LA PREEXISTENCIA DEL HOMBRE
LOS SANTOS TIENEN CONOCIMIENTO DE LA VIDA ESPIRITUAL. Los Santos de los Ultimos Días son los únicos en el mundo, según mi conocimiento, que tienen una doctrina clara y precisa con relación a estas preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos? Creo que somos el único pueblo en el mundo, que cree en la preexistencia de la familia humana. Hay muchos que creen en la preexistencia de Jesucristo, pero no creen que nosotros, individualmente, hayamos vivido antes de venir a esta vida.
Una de las cosas que para mí resultan extrañas es que tanta gente crea que en el hombre hay un espíritu y que cuando el hombre muere, ese espíritu continúa viviendo como ente inmortal, y sin embargo no haya tenido existencia hasta el nacimiento del hombre en esta vida.
HEMOS VIVIDO COMO SERES ESPIRITUALES. Nosotros hemos vivido, como espíritus, en la presencia de Dios antes de venir aquí. Deseábamos ser como El, lo veíamos y estábamos en su presencia. No hay una sola alma que no haya visto tanto al Padre como al Hijo y en el mundo espiritual estábamos en presencia de ambos; pero se hizo necesario que ganásemos experiencias que no podían ser obtenidas en aquel mundo de espíritus, de manera que se nos otorgó el privilegio de descender sobre esta tierra.
HEMOS VISTO A DIOS. Cuando vivíamos en la presencia de nuestro Padre, no éramos como El; éramos tan solo espíritus. No teníamos cuerpos de carne y hueso, pero El sí. El era un personaje glorioso con un cuerpo de carne y hueso, estando su espíritu y su cuerpo inseparablemente unidos, y su cuerpo irradiando una brillantez superior al brillo del sol. Lo vimos en su majestad; y cuando el plan de salvación nos fue presentado, se nos hizo saber que si pasábamos por esta existencia mortal y éramos leales y fieles en todos los mandamientos que nuestro Padre nos iba a dar —manteniendo así el segundo estado tal como habíamos guardado el primero— nosotros también, finalmente tendríamos el privilegio de volver a su presencia con cuerpos de carne y hueso que también brillarían con la brillantez del sol, para compartir toda plenitud en su reino.
EN LOS CIELOS SE REALIZABAN CONCILIOS. En la preexistencia morábamos en la presencia de Dios nuestro Padre. Cuando llegó el momento de ser avanzados en la escala de nuestra existencia y de pasar por esta probación terrenal, se realizaron concilios y los hijos espirituales recibieron instrucción en cuanto a los asuntos relativos a las condiciones de este estado mortal y en cuanto a la razón de tal tipo de existencia. En el estado anterior éramos espíritus. A fin de poder avanzar y alcanzar finalmente la meta de la perfección, se nos hizo saber que recibiríamos tabernáculos físicos de carne y hueso, y que pasaríamos por la mortalidad donde seríamos probados, para ver si nosotros mediante la prueba, seríamos capaces de prepararnos para la exaltación. Se nos hizo comprender, en presencia de nuestro glorioso Padre que tenía un cuerpo tangible de carne y hueso, brillante como el sol, que nosotros éramos, como espíritus, muy inferiores a El en condición.
A LOS ESPÍRITUS SE LES ENSEÑÓ EN CUANTO A LA MORTALIDAD. Se nos enseñó que mediante la fidelidad en la vida mortal que nos era prometida obtendríamos, después de pasar por pruebas y tribulaciones, cuerpos que también serían gloriosos así como nuestro Padre. Se nos informó debidamente que en esta vida mortal tendríamos que andar por medio de la fe. Previamente caminamos mediante el conocimiento, pero ahora venía un período de prueba para ver si mediante la fe permaneceríamos fieles a cada convenio y mandamiento que nuestro Padre requiriese de nosotros. Se nos informó que muchos fracasarían. Los que se rebelasen contra la luz que les sería revelada, resultarían excluidos de la exaltación. No podrían volver a morar en la presencia de Dios, sino que tendrían que tener lugar en otra esfera en la que pudiesen ser bendecidos de acuerdo con sus obras, y al mismo tiempo verse restringidos en sus privilegios.
EL PLAN DE SALVACIÓN FUE PRESENTADO EN LA PREEXISTENCIA. En los cielos se efectuó un concilio cuando el Señor convocó a sus hijos espirituales y les presentó un plan por el cual ellos vendrían a la tierra; en ella participarían de la vida terrenal y tendrían cuerpos físicos; pasarían por un estado probatorio de mortalidad y luego seguirían hacia una mayor exaltación mediante la resurrección que sería efectuada mediante la expiación de Jesucristo, su Hijo Unigénito. La idea de pasar por la mortalidad y de participar de todas las vicisitudes de la vida terrenal en la cual ganarían experiencia mediante el sufrimiento, el dolor, el pesar, la tentación y la aflicción —así como mediante los placeres de la vida en esta existencia terrenal— y luego, si demostraban fidelidad, pasar por la resurrección y seguir hacia la vida eterna en el reino de Dios y ser como El los llenó del espíritu de regocijo y ellos “gritaron de gozo”; pues no podrían obtener en ninguna otra forma la experiencia ni el conocimiento obtenibles en este estado mortal, así como un cuerpo físico que era esencial para su exaltación.
LIBRE ALBEDRÍO Y PROGRESO EN LA PREEXISTENCIA. Dios dio el libre albedrío a sus hijos aun en el mundo espiritual, mediante el cual los espíritus tuvieron el privilegio, tal como hoy en día tienen los hombres aquí, de elegir el bien y rechazar el mal, o de participar del mal y sufrir las consecuencias de sus pecados. Por causa de esto, aun allá algunos eran más fieles que otros en obedecer los mandamientos del Señor. Algunos tenían mayor inteligencia que otros, tal como encontramos aquí, y fueron honrados consecuentemente.
ALGUNOS ESPÍRITUS SON MAYORES QUE OTROS. Los espíritus de los hombres tenían su libre albedrío, y algunos eran más grandes que otros y de entre ellos el Padre llamó y preordenó a sus profetas y gobernantes. Jeremías y Abraham fueron dos de ellos.”… Los espíritus de los hombres no eran iguales. Tal vez hayan tenido un principio igual, y sabemos que todos eran inocentes al principio; pero el derecho del libre albedrío que les fue dado los capacitó para que unos aventajasen a otros, y así, a través de eones de existencia inmortal, llegasen a ser más inteligentes, más fieles, pues ellos eran libres para actuar por sí mismos, para pensar por sí mismos, para recibir la verdad o rebelarse contra ella.
LOS HIJOS DE ISRAEL FUERON CONOCIDOS ANTES DE VENIR. Por medio de Moisés el Señor declaró lo siguiente:
“Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas generaciones… cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.”
Un pasaje similar a este aparece en Hechos, en el cual Pablo declara ante los atenienses que el Señor “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”.
Estos pasajes indican claramente que los números de los hijos de Israel eran conocidos y también que se habían fijado los límites de su habitación, en los tiempos en que el Señor repartió la herencia entre las naciones. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que debe de haber habido una división de los espíritus de los hombres en el mundo espiritual y aquellos que fueron señalados para ser los hijos de Israel fueron apartados y preparados para una herencia especial.
POR QUÉ NO HAY RECUERDO DEL PRIMER ESTADO. Esta existencia mortal es evidencia concluyente de que todos los que la reciben guardaron su primer estado. En nuestra existencia previa, o espiritual, anduvimos mediante el conocimiento. Estábamos en presencia del Padre y del Hijo y por ellos fuimos instruidos, bajo su presencia personal. En esta vida mortal, o segundo estado, el Señor dispuso que anduviésemos por fe y no por vista, a fin de que pudiésemos, con el gran don del libre albedrío, ser probados para ver si haríamos todas las cosas que el Señor nuestro Dios nos mandase. Por lo tanto, apartó de nosotros todo conocimiento relativo a nuestra existencia espiritual y nos inició de nuevo en la forma de desvalidos infantes, a fin de crecer y aprender día a día. En consecuencia, no recibimos conocimiento y sabiduría en el nacimiento, y, como está escrito del Hijo de Dios —el cual en el principio hizo todas las cosas— “no recibió de la plenitud al principio, mas recibía gracia por gracia”.
LA VIDA PREEXISTENTE AFECTA A ESTA VIDA. A pesar del hecho de que nuestro recuerdo de las cosas anteriores fue quitado, la índole de nuestra vida en el mundo espiritual tiene mucho que ver con nuestra disposición, deseos y forma de pensar en este estado terrenal. El espíritu influye en sumo grado sobre el cuerpo, así como el cuerpo, con sus deseos y anhelos, tiene influencia sobre el espíritu. El Señor ha hecho que así sea. Por lo tanto, aquellos que eran nobles y grandes en el mundo anterior, fueron preordenados por el Señor para ser sus profetas y gobernantes aquí, porque El los conocía desde antes que ellos nacieran y, a través de la acción del espíritu sobre el cuerpo, El sabe que ellos estarán inclinados a servirlo aquí. El medio ambiente y muchas otras causas, sin embargo, tienen gran influencia en el progreso y destino del hombre, pero nosotros no perdemos de vista el hecho de que las características del espíritu, las que fueron desarrolladas a través de mucho tiempo en la existencia anterior, desempeñan un papel muy importante en nuestro progreso a través de la existencia mortal.
POR QUÉ LOS HOMBRES NACEN EN DIFERENTES RAZAS. Nosotros somos hijos de Dios. El es nuestro Padre y nos ama. El ama a todos los hombres, sean blancos o negros, no importa cuál sea su color, ni las condiciones bajo las que hayan nacido o hayan sido criados, el Señor mira con misericordia a todos sus hijos y hará por ellos todo el bien que sea posible.
Existe una razón por la cual un individuo nace negro y con algunas desventajas, mientras que otro nace blanco con ventajas mayores. La razón es que una vez tuvimos un estado, antes de venir aquí, y fuimos obedientes en mayor o menor grado a las leyes que nos fueron dadas allá. Los que fueran fieles en todas las cosas recibirían mayores bendiciones aquí en la tierra, y los que no fueran fieles recibirían menos.
LOS HOMBRES NO FUERON PREORDINADOS PARA HACER EL MAL Toda alma que viene al mundo, ha venido con la promesa de que mediante la obediencia recibirá las bendiciones de la salvación. Ninguna persona ha sido preordenada o señalada para pecar; nadie ha sido predestinado a la salvación o a la condenación, ya que cada individuo tiene su libre albedrío. A Caín se le prometió que sería aceptado si hacía el bien. Judas actuó conforme a su elección; sobre él no se ejerció presión ninguna para llevarlo a traicionar a sus hermanos, entonces la justicia no podría demandar que fuesen castigados por el pecado y la traición en caso de ser culpables.
EL SEÑOR HA CREADO MUCHAS TIERRAS. El Señor nunca creó algo por nada, ni de la nada; todo tiene un lugar en el espacio y fue creado para cierto propósito. El hombre no fue creado para ser destruido; esta obra siempre ha estado en marcha, y nunca ha habido una época en la que no haya habido una tierra; ni que no haya habido gente sobre ella, pues esta es la obra del Señor y los cielos son innumerables, y también lo son las tierras que han pasado a su exaltación y gloria; a medida que éstas van pasando, otras toman su lugar. Este no es el único mundo.
MUCHAS TIERRAS ESTÁN HABITADAS POR NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS. Nosotros no somos los únicos seres que el Señor ha creado; tenemos hermanos y hermanas en otras tierras. Ellos son semejantes a nosotros porque también son hijos de Dios y fueron creados a su imagen, porque también son su descendencia. La gran obra de Dios es crear tierras y poblarlas con sus hijos para que éstos tengan una probación mortal semejante a la que nosotros tenemos ahora. Su propósito es que suframos dolor, pena y los males de la carne para que con la tentación nos enfrentemos al pecado, y tengamos cada uno el derecho, dado por Dios, de rechazar el mal y recibir lo bueno, o de rechazar el bien y recibir lo malo, si lo deseamos; con la advertencia, naturalmente, de que seremos juzgados ante su tribunal según nuestras obras y recibiremos la recompensa que nos corresponda. Cada hombre tiene la libertad de escoger el bien o el mal, de ser recompensado o escarnecido y, naturalmente, cada ser recibirá el galardón que merezca.
PREEXISTENCIA DE TODOS LOS SERES VIVOS
TODA VIDA FUE CREADA EN ESPÍRITU. Todo ser vivo tuvo una existencia espiritual. Los espíritus de los hombres, de las bestias y de toda forma de vida animal, existieron antes de que fuesen establecidos los cimientos de la tierra, y son ahora entidades vivientes. Así como la muerte ha venido sobre todo mediante la Caída, igualmente la resurrección viene sobre todo mediante la misión de Jesucristo.
LOS ANIMALES FUERON CREADOS PARA EL HOMBRE. Deseo daros una pequeña explicación en cuanto a la relación que tiene el hombre con los animales que hay en la tierra, tal como el Señor nos la ha dado por revelación —no como ha sido enseñada por el hombre al mundo— sino la verdadera relación que existe entre hombre y bestia. El hombre es la mayor de todas las creaciones de Dios. Es de su linaje. Todos somos sus hijos. Se reveló mediante el profeta José Smith y Sidney Rigdon quienes lo vieron en una visión —que los habitantes de esta tierra y de otros mundos son engendrados como hijos e hijas de Dios.
Esto debería dar fin —en lo que concierne a los Santos de los Ultimos Días— a todos los desatinos que prevalecen en el mundo en relación con el origen del hombre.
El hombre, repito, como linaje de Dios, es la mayor de todas sus creaciones. Es mayor que la luna, que el sol y las estrellas, los cuales son la obra de las manos de Dios y fueron hechos para beneficio del hombre. El papel del hombre es gobernar y situarse a la cabeza de todos los demás dominios, poderes, creaciones y seres que el Señor nuestro Dios ha creado.
LOS ANIMALES TIENEN ALMA. En el mundo religioso donde la verdad del evangelio no es entendida correctamente, prevalece la idea, creo yo, de que el hombre es el único ser sobre la tierra que posee lo que se entiende por alma o espíritu. Sabemos que no es así, pues el Señor ha dicho que no es solamente el hombre quien tiene espíritu, sino que también las bestias del campo, las aves del aire y los peces del mar tienen espíritus y por lo tanto son almas vivientes. Pero esto no los emparienta con los hijos de Dios. También son las creaciones de nuestro Padre, pero no su descendencia; esa es la gran diferencia entre el hombre y las bestias.
El mundo en el cual no se encontrasen animales resultaría un mundo muy extraño. Si después de la resurrección de los muertos descubriésemos que el hombre es la única criatura viviente que goza de la inmortalidad, seguramente que consideraríamos a este mundo en verdad muy extraño. Sin embargo, prevalece la idea de que el hombre tiene espíritu y los animales no. Algunas personas, equivocadamente piensan que esto es lo que más distingue al hombre de todos los demás seres.
FORMA DE LOS ESPÍRITUS DE LOS ANIMALES. Los peces, las aves, las bestias del campo, todos vivieron antes de ser puestos naturalmente en esta tierra, y también las plantas que están sobre la superficie de la tierra. Los espíritus que poseen los cuerpos de los animales son a semejanza de sus cuerpos, en otras palabras, los cuerpos de los animales se ajustan a los espíritus que los poseen y que existieron antes de ser puestos en la tierra; “siendo lo espiritual a semejanza de lo temporal, y lo temporal, a semejanza de lo espiritual; el espíritu del hombre a semejanza de su persona, así como también el espíritu de las bestias y toda otra criatura que Dios ha creado”.
LA GUERRA EN LOS CIELOS
LOS ESPÍRITUS REBELDES SON EXPULSADOS. Cuando el plan de redención fue presentado a todos los espíritus y Jesús fue elegido para ser el Redentor del mundo, algunos se rebelaron, pues no tenían deseos de aceptarlo como el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” … En aquella gran rebelión en los cielos, Lucifer o Satanás, el hijo de la mañana, y una tercera parte de los espíritus se apartaron. El codiciaba el trono de Dios y osadamente expuso su plan en aquel gran concilio, declarando que salvaría a todos y que ningún alma se perdería, siempre y cuando Dios le diese a él la gloria y el honor de tal obra. Cuando su plan fue rechazado al aceptarse uno mejor, Satanás se rebeló y dijo, según lo expone Isaías: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y… seré semejante al Altísimo.”
EL LIBRE ALBEDRÍO EN LA PREEXISTENCIA. Si no hubiese habido libre albedrío, no podría haber habido rebelión en los cielos; ¿mas qué valdría el hombre sin este libre albedrío? No sería mejor que un artefacto mecánico puesto que no hubiese obrado por sí mismo, sino que en todas las cosas se hubiese obrado sobre él y por lo tanto hubiéramos sido incapaces de recibir una recompensa por una conducta meritoria. El hombre habría sido un autómata; no habría tenido ni felicidad ni miseria, “ni sensibilidad ni insensibilidad”, y a un estado así difícilmente se le podría llamar existencia. Además bajo tales condiciones no habría tenido ningún propósito nuestra creación.
A LOS DEMONIOS SE LES NEGÓ TENER UN CUERPO MORTAL. El castigo de Satanás y de la tercera parte de las huestes celestiales que lo siguieron fue negarles el privilegio de nacer en este mundo y recibir un cuerpo mortal. Ellos no guardaron su primer estado y se les negó la oportunidad de tener progreso eterno. El Señor los expulsó a esta tierra en la que vinieron a ser los tentadores de la humanidad: el diablo y sus ángeles. “Y es menester, dice el Señor, que el diablo tiente a los hijos de los hombres o éstos no podrían ser sus propios agentes; porque si nunca tuviesen lo amargo, no podrían conocer lo dulce.”
LOS DEMONIOS ROBAN CUERPOS. Algunas veces estos espíritus caídos se introducen clandestinamente en el cuerpo de hombres y mujeres, venciendo al espíritu que tiene el derecho de poseerlos. Ellos comprenden todo lo que han perdido y se sienten deseosos, cuando se les da la oportunidad, de poseer cuerpos hasta de animales inferiores, debido a lo ansiosos que están de verse revestidos de carne aun cuando sea por una corta temporada. En una ocasión, una legión de estos espíritus inmundos desechados por el Señor, pidieron tener el privilegio cuando menos, de entrar en el cuerpo de una piara de cerdos. De María Magdalena el Señor expulsó siete demonios. Estos espíritus inmundos reconocen al Señor por su conocimiento y experiencia obtenidos en los cielos antes de rebelarse y ser expulsados. Ellos lo llamaban por su nombre cuando El los perturbaba en las moradas que habían hurtado, diciéndole: “Tú eres el Hijo de Dios… porque sabían que El era el Cristo.”
NO HUBO NEUTRALES EN LOS CIELOS. En la guerra que tuvo lugar en el cielo no hubo neutrales, todos tomaron partido: unos con Cristo, otros con Satanás. Cada espíritu tuvo allá su libre albedrío y los hombres recibirían recompensas aquí según sus hechos de allá en la misma forma en que recibirán recompensas en el más allá por las obras hechas en la carne. La raza negra evidentemente, está recibiendo la recompensa a lo que se hizo acreedora.
TODOS LOS ESPÍRITUS ERAN INOCENTES EN EL PRINCIPIO. El Señor ha dicho: “Todos los espíritus de los hombres fueron inocentes en el principio; y habiéndolo redimido Dios de la caída, el hombre de nuevo llegó a quedar en su estado de infancia, inocente delante de Dios.”
Lo anterior se refiere a los espíritus de los hombres cuando fueron creados, o cuando nacieron en el espíritu, no cuando moraban en el mundo espiritual, pues una tercera parte de ellos se rebeló y no fue inocente. Cuando en este mundo nace una criatura, ésta es inocente en lo que atañe a esta vida, pero los niños pronto pierden su inocencia según van creciendo y entran en contacto con el mundo.
EL ESTADO MORTAL
DOS PROPÓSITOS DE LA VIDA TERRENAL. Vinimos a este mundo para morir. Eso era comprendido antes de que viniésemos a esta tierra; forma parte del plan de que fue discutido y dispuesto mucho antes de que fuésemos puestos aquí. Cuando Adán fue enviado a este mundo, vino con el conocimiento de que violaría una ley; de que transgrediría una ley con el fin de traernos a la condición en la que nos encontramos hoy en día. Hay dos propósitos en la vida; el primero es ganar experiencia la cual no podía ser obtenida en otra forma, el otro, es obtener estos cuerpos de carne y hueso. Ambos propósitos son de vital importancia para la existencia del hombre.
En el mundo espiritual vimos a nuestro Padre y morábamos en su presencia. En una de estas revelaciones El nos dice que lo vimos y que, si somos fieles en esta vida, tendremos el privilegio de verlo de nuevo; pero también veíamos una enorme diferencia entre El y nosotros, puesto que únicamente éramos espíritus, y El era y es un espíritu revestido de un cuerpo glorioso; un cuerpo inmortal. El había llegado a ser un alma según la definición que El mismo ha dado, esto es: alma es la unión de espíritu y cuerpo. Nosotros notábamos la diferencia y, naturalmente, queríamos llegar a ser como El.
Se nos informó que se prepararía una tierra en la que podríamos tener el privilegio de estar y morar por un tiempo, para obtener estos cuerpos tendríamos que pasar por las vicisitudes del estado mortal.
Tendríamos que estar en contacto con el dolor, con el pesar, con los sufrimientos, con el pecado, así como también con los placeres que encontramos en esta vida. Todo el plan fue expuesto delante de nosotros y gritamos de gozo porque esta oportunidad, iba a sernos presentada; la oportunidad de recibir cuerpos físicos.
LA VIDA TERRENAL: UN ESTADO DE CORRUPCIÓN. Los cuerpos que íbamos a recibir serían tabernáculos de corrupción. No se me malentienda el uso de esta palabra, pues quiero significar cuerpos sujetos a cambios; cambiantes, según vemos los cambios en la mortalidad. Nuestros cuerpos están cambiando constantemente, arrojando los residuos y aprovechando lo nuevo para reemplazar lo que no sirve, por eso en las Escrituras se habla de ellos y se dice que son cuerpos corruptibles.
A pesar de eso, nos regocijamos por la oportunidad de recibir cuerpos de esa clase por un tiempo, con el entendimiento de que finalmente pasaríamos por la muerte y luego por la resurrección, y que luego tomaríamos estos mismos cuerpos pero ahora incorruptibles. El espíritu y el cuerpo en esa resurrección se reunirían de nuevo, para nunca más recibir corrupción no en el sentido en el que estoy usando esta expresión, sino para existir para siempre. ¿Es de extrañarse que los hijos de Dios hayan gritado de gozo?
CUERPOS GLORIOSOS PARA LOS FIELES. Y nuestro Padre nos enseñó que si éramos fieles en obedecer sus mandamientos que nos iban a ser dados, seríamos como El y tendríamos cuerpos gloriosos brillantes como el sol, así como brilla su cuerpo, y seríamos llamados sus hijos e hijas, y seríamos investidos con la plenitud de todas las bendiciones de su reino.
De manera que estábamos listos y deseosos de emprender ese viaje desde la presencia de Dios en el mundo espiritual hasta este mundo terrenal, para sufrir aquí todo lo que corresponde a esta vida, sus placeres y sus pesares; y para morir. La muerte es tan esencial como el nacimiento. ¿Quién querría vivir en este mundo, en esta condición mortal para siempre, con todo el dolor, el sufrimiento y la angustia que viene al alma? Nadie entre nosotros lo querría y especialmente si comprendimos que ésta es una probación temporal y que pasando por ella llegaremos a una condición gloriosa de vida eterna. No querríamos permanecer aquí. Y de esa forma tenemos ante nosotros el plan de salvación.
PROPÓSITO DE LA RIQUEZA DEL MUNDO. Estamos aquí para un gran propósito; ese propósito no es vivir 100 años, o menos; tampoco es sembrar nuestros campos, recoger nuestras cosechas, recoger la fruta o vivir en casas y rodearnos de lo necesario para la vida terrenal. Ese no es el propósito de la vida. Estas cosas son necesarias para nuestra existencia aquí, y por esa razón debemos ser industriosos. ¿Pero cuántos hay que pasan el tiempo pensando que todo lo que importa en la vida es acumular las cosas de este mundo, para vivir con comodidad y rodearse de todos los lujos, privilegios y placeres que nos otorga esta vida terrenal, y nunca dedican sus pensamientos a cosas superiores?
Todas esas cosas son solamente bendiciones temporales: comemos para vivir, nos vestimos para mantenernos abrigados y cubiertos, tenemos casas en las cuales vivimos para nuestra comodidad y conveniencia; pero deberíamos considerar todas estas bendiciones como temporales aunque necesarias mientras viajamos en esta vida. Y eso es todo lo buenas que son para nosotros. No nos llevaremos ninguna de ellas cuando nos llegue el momento de partir. El oro, la plata y las piedras preciosas, todo lo que es llamado riqueza, no sirven para el hombre, sino en tanto le permitan cuidar de sí mismo y satisfacer todas sus necesidades aquí.
LA IMPORTANCIA DE ESTA PROBACIÓN TERRENAL. Este período de probación terrenal sería corto, solamente un breve paso para unir a la eternidad pasada con la eternidad futura. Sin embargo tenía que ser un período de enorme importancia. Sería el medio para dar a los que lo recibiesen, el don de la vida eterna —la cual es el mayor de los dones de Dios— calificándolos para ser dioses como hijos e hijas de nuestro Padre Eterno, o, si se rebelaren y rehusasen cumplir las leyes y ordenanzas provistas para su salvación, se les negaría el gran don y serían asignados, después de la resurrección, a alguna esfera inferior según sus obras. Esta vida es el periodo más importante en nuestra existencia eterna. Está llena de grandes responsabilidades y peligros. Aquí estamos cara a cara con innumerables tentaciones, y Lucifer, —anteriormente un hijo de la mañana y ahora llamado Satanás, el engañador—, está aquí con sus huestes rebeldes para tentarnos y desviarnos.
Tenemos que pasar a través del dolor y del pesar, y constantemente necesitamos protección contra el pecado y el error. Esto nos es dado mediante el Espíritu de Dios, y todo lo que tenemos que hacer es prestarle atención. Todo el plan nos fue dado a conocer en la preexistencia y aún así estuvimos dispuestos a correr el riesgo.
LA ESTRECHEZ DE LA SENDA. LA VIDA TERRENAL ES EL CAMPO DE PROBACIÓN PARA LA EXALTACIÓN, a fin de averiguar quiénes de entre los hijos de Dios son dignos de llegar a ser dioses, y el Señor nos ha dicho que “pocos son los que lo hallan”. El camino es recto y angosto, mas la gran dificultad con que la mayoría de nosotros tropezamos es que pensamos que es ancho y sin restricciones. Cuando se nos dice que hay mandamientos estrictos y convenios exigentes que en esta vida deben ser obedecidos, nos rebelamos e inmediatamente comenzamos a discutir en cuanto a la justicia de Dios y su gran misericordia, perdiendo así nuestro sentido de visión y entendimiento correctos.
EL LIBRE ALBEDRÍO EN AMBOS ESTADOS
EL LIBRE ALBEDRÍO ES ESENCIAL PARA LA SALVACIÓN. El Señor le ha dado al hombre el libre albedrío; es un principio divino —es inherente— que ha nacido con nosotros. Lo tenemos porque el Señor nos lo dio en el mundo espiritual; es el único principio mediante el cual puede venir la exaltación. Es el único principio sobre el cual se pueden dar recompensas en justicia. El plan de Satanás presentado en el principio, consistía en compeler. El dijo que salvaría a todos los hombres y que ningún alma se perdería. El lo iba a hacer si el Padre le daba la honra y la gloria. ¿Pero quién quiere la salvación cuando ella viene por compulsión, si no tenemos en nosotros el poder de elegir y de actuar de acuerdo con los dictados de nuestra conciencia? ¿Qué significaría para vosotros la salvación si fueseis compelidos? Y de esta forma, el gran don del libre albedrío nos ha sido dado; mediante él, podemos elevarnos a las alturas, podemos entrar en el reino de Dios para sentarnos en el trono y ser exaltados como hijos de Dios, mas para ello, debemos ser obedientes.
LIBERTAD PARA PREDICAR EL EVANGELIO. Yo estoy dispuesto a defender cualquier hombre en su privilegio de actuar con libertad. Si éste quiere adorar a un gato o a un perro, al sol o a la luna, a un cocodrilo o a un toro —y tengamos en cuenta que los hombres sí lo han hecho— ese es su privilegio. Pero a la vez es mi privilegio y mi derecho enseñarle a fin de que pueda ver más claramente y ande en la luz de la verdad.
USO INJUSTO DEL LIBRE ALBEDRÍO. Los Santos de los Ultimos Días sostenemos que todo hombre tiene derecho de poseer sus propios puntos de vista religioso y debe tener el privilegio de adorar de acuerdo con los dictados de su propia conciencia, adore cómo, dónde o lo que desee. Y nosotros le respetamos ese derecho, pero nos oponemos a la costumbre adoptada por ciertos hombres que van entre nuestra gente burlándose de las Autoridades de la Iglesia, distorsionando nuestra doctrina y difamando a los muertos, con el propósito de destruir la fe y la confianza de los Santos de los Ultimos Días.
























