Doctrina de Salvación Tomo 2

Capítulo 12

La Vida Espiritual y la Muerte


LA SEGUNDA MUERTE

NATURALEZA DE LA MUERTE TEMPORAL O FÍSICA. ¿Qué es la muerte espiritual? Esta pregunta ha servido para quitar la paz mental de mucha gente buena y ha sido tema de discusión en muchos cuerpos religiosos en los cuales el Espíritu del Señor no es el que rige. Sin embargo, la respuesta a esta pregunta no es difícil y debería ser encontrada fácilmente por cualquier miembro de la Iglesia que esté familiarizado con las Escrituras.

La muerte, de acuerdo con la definición aceptada de la palabra, aplicada al hombre en su estado terrenal, es un estado de terminación total y permanente de todas las funciones vitales, y va seguida por la descomposición del cuerpo, el cual vuelve a los elementos primarios que lo componen. “Pues polvo eres, y al polvo volverás”, fue el decreto del Señor a Adán después de la Caída. Cuando se produce la muerte, el espíritu que se ve liberado encuentra su camino hacia el lugar preparado para los espíritus que se van, en donde habrán de esperar la resurrección, cuando de nuevo se reunirán cuerpo y espíritu para continuar inseparablemente unidos en el estado de inmortalidad a través de la eternidad.

LA MUERTE FÍSICA ES UN ESTADO TEMPORAL. El hecho de que el cuerpo se descomponga después de la muerte y vuelva al polvo, ha llevado a muchos a pensar, falsamente, que la segunda muerte o muerte espiritual consistirá en la disolución del espíritu así como del cuerpo y que esta muerte será decretada sobre todos los malvados. Esto, sin embargo, es un error. La muerte física, o muerte del hombre mortal, no es una separación permanente entre el espíritu y el tabernáculo de carne, a pesar de que el cuerpo regresa a los elementos. Esto es solamente una separación temporal que cesará con la resurrección, cuando el cuerpo será reclamado del polvo, animado por el espíritu, para vivir de nuevo.

Esta bendición viene a todos los hombres mediante la expiación de Cristo, no importa su bondad o maldad durante la mortalidad. Pablo dijo que habría una resurrección de justos e injustos, y el Salvador dijo que todos los que estaban en la tumba oirían su voz y saldrían, “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.

NATURALEZA DE LA MUERTE ESPIRITUAL O SEGUNDA MUERTE. Se define a la muerte espiritual como un estado de alejamiento de Dios, la separación eterna de la presencia del Ser Supremo; la condenación al castigo eterno es también llamada la segunda muerte. En otras palabras, la segunda muerte o muerte espiritual, la cual es el juicio final decretado sobre los malvados, es lo mismo que la primera muerte, o expulsión de la presencia del Señor.

NATURALEZA DE LA VIDA ETERNA O VIDA ESPIRITUAL. El más grande de los dones de Dios es el don de la vida eterna. La vida eterna es la recompensa que recibirá el hombre que es obediente a todas las leyes y convenios del evangelio, y que, por causa de su fidelidad, ha sido santificado mediante la sangre de Jesucristo. Quien reciba este gran don será como Jesucristo, no solamente en forma corporal sino también como hijo de Dios; “heredará todas las cosas” y el Padre ha dicho “y yo seré su Dios y él será mi hijo”. La vida eterna es la vida de Dios. Es aquel don mediante el cual los justos no solamente moran en su presencia, sino que llegan a ser como El.

Pablo ha dicho: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

Todos los que alcancen esta gloria tienen el privilegio de tener aumento eterno y serán bendecidos con conocimiento, poder y dominio hasta que reciban la plenitud. “Son sacerdotes y reyes, quienes han recibido de su plenitud y de su gloria… De modo que, como está escrito, son dioses, sí, los hijos de Dios; por consiguiente todas las cosas son suyas, sea vida o muerte, cosas presentes o cosas futuras, todas son suyas, y ellos son de Cristo, y Cristo es de Dios. Y vencerán todas las cosas… Estos morarán en la presencia de Dios y de su Cristo para siempre jamás.”

LA MUERTE ETERNA O ESPIRITUAL ES LO OPUESTO A LA VIDA ETERNA. Así como todas las cosas tienen su contraposición, hay un castigo que es lo que se opone a la vida eterna, el cual castigo es “la más grave de todas las maldiciones”. Esta es la segunda muerte o muerte espiritual, la cual consiste en ser expulsado de la presencia de Dios y de la luz y verdad para siempre. Hablando de la segunda muerte como muerte eterna, no queremos decir que quienes participan de ella quedan condenados eternamente a la descomposición del cuerpo y también del espíritu. El espíritu del hombre es eterno y no puede morir en el sentido de dejar de existir.

LOS HIJOS DE PERDICION

REBELIÓN DE LUCIFER EN LA PREEXISTENCIA. Por medio de las Escrituras nos enteramos de que Lucifer —una vez llamado hijo de la mañana y en ejercicio de autoridad en la presencia de Dios antes de que fuesen puestos los cimientos de este mundo— se rebeló contra el plan de salvación y contra Jesucristo que fue elegido para ser el Salvador del mundo y el cual es llamado “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”.

En esta rebelión, en la cual Lucifer intentó destruir el libre albedrío de los espíritus de los hombres, indujo a una tercera parte de ellos para que lo siguiesen. El y sus seguidores fueron expulsados del cielo y cuando la tierra fue preparada, vinieron a ella como espíritus, negándoseles el privilegio de nacer y de recibir tabernáculos de carne en esta tierra.

Fue la expulsión de Satanás a la que Cristo hizo referencia al decir a sus discípulos: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.” Este es el mismo “dragón” mencionado por Juan en el Apocalipsis, cuya cola arrastró a una tercera parte de las estrellas del cielo y el cual peleó contra Miguel y sus ángeles y que fue expulsado del cielo, el cual vino a la tierra para continuar la lucha contra la iglesia de Jesucristo y contra el sacerdocio.

DOS CLASES DE HIJOS DE PERDICIÓN. El gran castigo recibido por estos espíritus rebeldes es que quedarán sin cuerpo eternamente y se les negará la redención mediante la expiación de Jesucristo. Ellos están expulsados para siempre de la presencia de Dios porque han perdido el poder del arrepentimiento, pues eligieron el mal después de haber tenido la luz. Mientras moraban en la presencia de Dios, voluntariamente entraron en rebelión. Su misión en la tierra es intentar destruir las almas de los hombres y hacerlos tan miserables como ellos lo son. Estos espíritus son conocidos como hijos de perdición.

Hay otra clase de hijos de perdición. Esta clase está integrada por todos aquellos que han conocido el poder de Dios en esta vida terrenal, teniendo pleno conocimiento del poder y de los propósitos de Dios, y se rebelan contra El, exponiendo a Jesucristo a pleno vituperio.

El Señor ha definido a esta clase en la forma siguiente: “Así dice el Señor concerniente a todos los que conocen mí poder y del cual han participado, y a causa del poder del diablo, se dejan vencer y niegan la verdad y desafían mi poder;éstos son los hijos de perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido; porque son vasos de enojo, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad; concerniente a los cuales he dicho que no hay perdón en este mundo ni en el venidero, habiendo negado al Espíritu Santo después de haberlo recibido, y habiendo negado al Unigénito del Padre, crucificándolo en sí mismos y exponiéndolo a pleno vituperio.

Estos son los que irán al lago de fuego y azufre, con el diablo y sus ángeles; y los únicos sobre quienes tendrá poder alguno la segunda muerte; sí, en verdad, los únicos que no serán redimidos en el debido tiempo del Señor, después de sufrir su enojo.”

CASTIGO DE LOS HIJOS DE PERDICIÓN. La intensidad de este castigo nadie la conocerá, excepto aquellos que participen de él. Es evidente que ese es el castigo más severo que se pueda imponer al hombre. La obscuridad de afuera es algo que no se puede describir y lo único que sabemos es que será puesta más allá de la influencia benigna y consoladora del Espíritu de Dios, enteramente desterrada de su presencia.

Este severísimo castigo no será dado sino a los hijos de perdición. Aun los malvados de la tierra que nunca conocieron el poder de Dios al final saldrán de la prisión, arrepentidos y deseosos de doblar la rodilla y reconocer a Cristo, para recibir algo de la influencia del Espíritu de Dios en el reino telestial después de haber pagado el precio de sus pecados, pues deben sufrir el penoso tormento que ellos les acarrearán.

“Porque serán juzgados de acuerdo con sus obras, y cada hombre recibirá, conforme a sus propias obras, su dominio correspondiente en las mansiones que están preparadas; y serán siervos del Altísimo; mas a donde Dios y Cristo moran, no podrán venir, por los siglos de los siglos.”

A los hijos de perdición, sin embargo, aun esta bendición les es negada. Ellos voluntariamente se han hecho siervos de Satanás y permanecerán como siervos de él para siempre. Ellos se ponen más allá del poder del arrepentimiento y más allá del poder de la misericordia de Dios.

NATURALEZA DEL PECADO QUE ACARREA LA SEGUNDA MUERTE. Es de esta clase de la que habló Jesús cuando dijo: “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.”

Este pecado es mencionado por Juan y lo llama “pecado de muerte”, y el autor de la epístola a los Hebreos lo tilda de pecado que no puede ser perdonado, en estas palabras: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.”

RESURRECCIÓN DE LOS HIJOS DE PERDICIÓN. Todos los hombres que están en la tierra, bendecidos con cuerpo de carne y hueso, están aquí por causa de su obediencia a la ley en su primer estado. Este primer estado era el mundo de los espíritus donde moramos antes de que comenzara la vida terrenal. Todos los que fueron obedientes a la ley allá y no se rebelaron junto con Lucifer, recibieron el derecho de venir a esta tierra y de recibir un cuerpo de carne, y como los hombres no son castigados por la transgresión de Adán, el Señor redimió de la muerte física a todos los hombres, la cual entró a regir por causa de la caída de ese primer hombre. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”, es decir, saldrán en la resurrección: uniéndose otra vez su espíritu y su cuerpo para ‘nunca ser separados.

En las Escrituras aprendemos que “esta restauración vendrá sobre todos, tanto viejos como jóvenes, esclavos así como libres, varones así como hembras, malvados así como justos; y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza”. Mas, “los malvados permanecen como si no hubiese hecho ninguna redención, a menos que sea el rompimiento de las ligaduras de la muerte; pues he aquí, viene el día en que todos se levantarán de los muertos y comparecerán delante de Dios y serán juzgados según sus obras”.

COMPARACIÓN ENTRE LA PRIMERA MUERTE ESPIRITUAL Y LA SEGUNDA. Esta segunda muerte no es, entonces, la disolución o aniquilación del espíritu y del cuerpo, sino la expulsión de la presencia de Dios y el impedimento de participar de las cosas de la justicia.

Hablando de la transgresión de Adán, el Señor ha dicho: “Por lo tanto, yo, Dios el Señor, hice que fuese echado del jardín de Edén, de mi presencia, a causa de su transgresión, y en esto murió espiritualmente, que es la primera muerte, la misma que es la última muerte, es espiritual, y la cual se pronunciará sobre los inicuos, cuando yo les diga: Apartaos, malditos.”

La segunda muerte es espiritual; es la expulsión de la presencia del Señor. Es similar a la primera muerte espiritual, la cual rige sobre todos los hombres impenitentes y que no han recibido el evangelio. Aquellos que han sufrido la primera muerte espiritual o separación, la cual los separó de la presencia de Dios, tienen el privilegio de ser redimidos de ella mediante la obediencia a los principios del evangelio. Mediante el bautismo y la confirmación nacen de nuevo y así vuelven a la vida espiritual, y mediante su obediencia continua hasta el fin, serán hechos partícipes de las bendiciones de vida eterna en el reino celestial de Dios.

Quienes participen de la segunda muerte serán aquellos que hayan tenido la luz espiritual y que se hayan rebelado contra ella. Estos permanecen en sus pecados y separados del Señor.

RESURRECCIÓN SIN REDENCIÓN PARA LOS HIJOS DE PERDICIÓN. En el Libro de Mormón Alma ha descrito clara y enfáticamente su estado, en las siguientes palabras: “Y ahora, he aquí, os digo que entonces viene una muerte, sí, una segunda muerte, la cual es una muerte espiritual; entonces es cuando aquel que muera en sus pecados, en cuanto a la muerte temporal, padecerá también una muerte espiritual, sí, morirá en cuanto a las cosas que atañen a la justicia.

Entonces es cuando sus tormentos serán como un lago de fuego y azufre, cuya llama asciende para siempre jamás; entonces es cuando serán ligados a una sempiterna destrucción, según el poder y cautividad de Satanás, pues él los habrá sujetado a su voluntad.

Os digo que entonces se hallarán como sí no se hubiese hecho ninguna redención; porque no pueden ser redimidos de acuerdo con la justicia de Dios; y no pueden morir, dado que no hay más corrupción.”

Aquí aprendemos que la resurrección vendrá sobre todos los que han recibido un cuerpo de carne y esto porque guardaron su primer estado que les concedió esta existencia mortal en la carne. Siendo que no van a ser castigados por la transgresión de Adán, tendrán derecho a la resurrección mediante la misericordia y justicia de Dios y por el derramamiento de sangre y la resurrección de Jesucristo, pues ellos no fueron responsables de la muerte temporal o terrenal.

Sin embargo, como han fracasado en guardar su segundo estado, al levantarse en la resurrección con su cuerpo y espíritu unidos inseparablemente, quedarán tal como han dicho los profetas, como si no hubiese habido redención para ellos, salvo que quedan libres de las ligaduras de la muerte, y esto se refiere a la muerte terrenal. Entonces se decretará la sentencia final sobre ellos y serán arrojados a la obscuridad de afuera con Lucifer y con quienes lo sirvieron en el principio.

NATURALEZA DEL TORMENTO DEL FUEGO ETERNO. Estas son las palabras de Samuel, el profeta lamanita, con relación a esta muerte: “Sí, he aquí, esta muerte lleva a efecto la resurrección y redime a todo el género humano de la primera muerte, esa muerte espiritual; porque hallándose desterrados de la presencia del Señor por la caída de Adán, todos los hombres son considerados como si estuvieran muertos, tanto en lo que respecta a cosas temporales como a cosas espirituales. Pero he aquí, la resurrección de Cristo redime al género humano, sí, a toda la humanidad, y los trae de vuelta a la presencia del Señor.

Sí, y lleva a efecto la condición del arrepentimiento, de que aquel que se arrepienta, no será talado y arrojado al fuego; pero el que no se arrepienta será talado y echado en el fuego; y viene otra vez a ellos una muerte espiritual; , una segunda muerte, porque quedan nuevamente separados de las cosas que pertenecen a la justicia.”

Este fuego y azufre, se nos dice, es una representación del tormento que sufrirán los malvados. No es fuego, sino que es el tormento mental; es otras palabras, es el castigo del cual el Salvador dice que es como el gusano que no muere y el friego que no se extingue, el cual durará para siempre.

Agradezcamos que solamente habrá pocos que participarán de este terrible castigo.

LUCIFER LLEGÓ A SER PERDICIÓN POR CAUSA DE LA REBELIÓN. Si Lucifer no hubiera conocido los efectos de su rebelión, ¿cómo habría llegado a ser perdición? Si hubiera sido ignorante de los resultados, no habría llegado a ser perdición. No era ignorante y por lo tanto llegó a ser perdición, y quienes lo siguieron se volvieron hijos de perdición, porque él y ellos pecaron a sabiendas. Hicieron lo que hicieron, con los ojos bien abiertos y estuvieron en rebelión contra Dios. Sin embargo, Lucifer no conocía todos los propósitos del Padre según nos enteramos en la Perla de Gran Precio, Moisés 4:6. Por lo tanto el Señor usó los malvados actos de Satanás para llevar a cabo sus propios propósitps.

EL EVANGELIO ACARREA LA VIDA ESPIRITUAL

EL EVANGELIO SALVA DE LA MUERTE ESPIRITUAL. Fue necesario, después de la expulsión del Jardín, que el Señor pusiese al alcance de Adán y de su posteridad los medios para escapar de la muerte espiritual. El plan del evangelio fue presentado a ellos con ese fin, de manera que pudiesen ser puestos nuevamente en contacto con el Señor mediante su Santo Espíritu.

Pero no era conveniente que ellos fuesen redimidos, en aquel momento, de la muerte temporal, ya que se les dio el estado probatorio para prepararse y recibir su recompensa eterna. Este estado probatorio iba a ser un tiempo de prueba para toda la humanidad, a fin de que (mediante su libre albedrío) los hombres pudiesen lograr su salvación por obediencia a las leyes del evangelio, o la condenación por causa de la desobediencia.

REGENERACIÓN ESPIRITUAL MEDIANTE LA OBEDIENCIA AL EVANGELIO. Cuando los hombres pecan, deben cumplir con ciertas leyes a fin de librarse del pecado. Leemos que Adán fue tentado por Satanás, que cedió a la tentación y que mediante el pecado quedó muerto espiritualmente, y eso significa que quedó expulsado de la presencia del Señor. Había solamente una forma de poder regresar a la presencia de Dios y esa forma era la regeneración espiritual, partiendo de la condición de muerte espiritual a la condición de vida espiritual nuevamente.

El Señor envió un ángel a Adán para darle a conocer el plan de redención mediante el cual podría volver a la presencia del Padre, y en esa forma le fue dada a conocer la misión de Jesucristo como nuestro Redentor. De manera que el Señor ha provisto para todos los hombres —a través de la fe, el arrepentimiento, las aguas del bautismo y el don del Espíritu Santo— una regeneración espiritual por la cual pueden volver a su presencia, aun tantos como lo deseen. Estas condiciones de muerte fueron heredadas por todos los hijos de Adán, y todos los que llegan a la edad de responsabilidad quedan excluidos de la presencia de Dios o participan de la muerte espiritual, a menos que sean redimidos de esta muerte espiritual por la obediencia a los principios del evangelio.

PASAMOS DE LA MUERTE A LA VIDA A TRAVÉS DEL EVANGELIO. En las enseñanzas del Salvador El nos dice que quienes acepten sus principios pasarán de la muerte a la vida; que El vino para darles vida, “para que la tengan en abundancia”; y que si creen en El no morirán jamás, es decir no tendrán la muerte espiritual. “El que menosprecia sus caminos morirá”, pues está decretado que la muerte espiritual vendrá sobre todos los que rehusen vivir en la vida espiritual.

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Naturalmente que con esto Cristo no quiere decir que el hombre no va a morir físicamente y que su cuerpo no va a ser puesto en la tumba. El se está refiriendo a la muerte espiritual. Todo hombre que cree en El y que acepta sus mandamientos, es devuelto de aquella muerte espiritual mediante las aguas del bautismo, para vida eterna, y no morirá más si permanece fiel y leal a sus convenios, pues ha pasado de muerte a vida. Nosotros hemos pasado de muerte a vida porque hemos aceptado el evangelio de Jesucristo.

LA CONDENACIÓN

LO QUE SIGNIFICA SER CONDENADO. ¿Qué es la condenación? Es ser impedido, o que se le nieguen a uno los privilegios de progresar, por su incapacidad personal para vivir la ley. Todos los que no puedan entrar en el reino celestial son condenados, o detenidos en su progreso, pero entrarán en algún otro lugar de gloria que les corresponda recibir.

El Señor no se complace en castigar a los hombres. El es tan bueno como para otorgar a cada uno la libertad de merecer sus bendiciones o el castigo, de acuerdo con su libre albedrío o placer. Nunca fue intención del Señor destruir, en el sentido de aniquilar, a ninguna de las almas de sus hijos. Su gran objetivo es salvarlas a todas si es que ellas libremente participan de las bendiciones de la salvación.

SIGNIFICADO DE LA DESIRUCCIÓN DEL ALMA. Aquí hay otra idea que oímos expresar frecuentemente: “Los elementos son el tabernáculo de Dios; sí, el hombre es el tabernáculo de Dios, a saber, templos; y el templo que fuere profanado, Dios lo destmirá.” Y bien, destrucción no significa aniquilación. Sabemos, porque se nos enseña en las revelaciones del Señor, que el alma no puede ser destruida.

Toda alma nacida en este mundo recibirá la resurrección y la inmortalidad y permanecerá para siempre. La destrucción no significa aniquilación. Cuando el Señor dice que serán destruidas, quiere decir que serán desterradas de su presencia, que serán apartadas de la luz y de la verdad, y que no tendrán el privilegio de obtener la exaltación; y eso es destrucción.

SIGNIFICADO DE CASTIGO ETERNO. Castigo eterno, o castigo sin fin, no significa que quienes participen de él deben soportarlo para siempre. “No está escrito que no tendrá fin este tormento, sino que está escrito, tormento interminable. Además, está escrito, condenación eterna; de modo que es más explícito que otras escrituras, a fin de que obre en el corazón de los hijos de los hombres, juntamente para la gloria de mi nombre… he aquí, el misterio de la divinidad ¡cuán grande es! Porque he aquí, yo soy sin fin, y el castigo que por mi mano se da es castigo sin fin, porque Sin Fin es mi nombre. De ahí que: Castigo eterno es castigo de Dios. Castigo sin fin es castigo de Dios.”

Las leyes de Dios son inmutables, y mediante esta explicación aprendemos que el mismo castigo siempre viene después de la misma ofensa, de acuerdo con las leyes de Dios, quien es eterno y sin fin, por lo tanto al castigo se le llama castigo sin fin y castigo eterno, porque es el castigo que Dios ha fijado de acuerdo con la ley inmutable. El hombre puede participar del tormento eterno y cuando ha pagado la deuda de sus transgresiones, es liberado, pero el castigo permanece y espera al próximo culpable y así para siempre.

EL PARAÍSO Y EL INFIERNO

LOS REBELDES VAN A LA PRISIÓN ESPIRITUAL. Hay una declaración hecha por el Señor a Enoc con relación a los que serían destruidos en el diluvio, en los días de Noé. El dijo que había preparado una prisión para ellos, por causa de su desobediencia, y que los encerraría en ella. Allí iban a permanecer hasta cuando fueran visitados por el Hijo de Dios, cuando El les llevase el mensaje que ellos habían rechazado de Noé.

En las Escrituras leemos que el Hijo de Dios, después de su muerte, fue a los espíritus encarcelados y les enseñó los principios del evangelio, para que ellos pudieran vivir de acuerdo con Dios en el espíritu y fueran juzgados de acuerdo con los hombres en la carne. Aquellos mismos espíritus que fueron desobedientes en los días de Noé, oyeron la voz del Hijo de Dios cuando El fue a ellos, mientras su cuerpo estuvo en la tumba, y todos los que se manifestaron deseosos de recibir su testimonio y de obedecer sus mandamientos, recibieron alivio en su tormento.

Pero desde el tiempo de su muerte en el diluvio hasta el tiempo de la crucifixión del Salvador, estuvieron encerrados en la prisión en tormento, sufriendo el castigo de sus transgresiones, porque habían rehusado escuchar a un profeta del Señor, y del mismo modo será con todo hombre que rechace el evangelio, sea que haya vivido en la antigüedad o sea que viva ahora; no hay diferencia. Todo hombre que rechace el testimonio de Jesús, que niegue la verdad, que rehuse recibir el testimonio tal como le es declarado por los élderes de Israel, será castigado y será puesto en la prisión, y allí permanecerá hasta haber pagado el castigo de sus transgresiones.

LOS JUSTOS VAN AL PARAÍSO. Los justos son los que van al paraíso. Son los justos los que dejan las cosas que causan problemas. No es así con los malvados. Ellos permanecen en el tormento. Ellos tienen su angustia de alma, intensificada, por así decirlo, al pasar al otro lado, porque constantemente vienen a su mente sus malas obras. Se tornan conscientes de las oportunidades desperdiciadas, de los privilegios en los que podrían haber servido al Señor y haber recibido una recompensa de descanso en lugar de una recompensa de castigo. Y de esa manera permanecen en tormento hasta que llega el tiempo de su liberación.

Los justos, aquellos que han guardado los mandamientos del Señor, no son encerrados en un lugar así, sino que se hallan en felicidad en el paraíso. Dejan de soportar toda esta dificultad, prueba, tribulación y angustia de alma. Se ven libres de todos estos tormentos porque han sido fieles y leales a sus convenios.

DIVISIONES EN EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS. Todos los espíritus de los hombres, después de la muerte, vuelven al mundo de los espíritus. Allí, tal como yo lo entiendo, los justos —y esto significa aquellos que han sido bautizados y que han sido fieles— son recogidos en una parte y todos los demás en otra parte del mundo espiritual. Esto parece ser así según la visión dada al presidente Joseph F. Smith tal como se encuentra en el libro Doctrina del Evangelio.

Lo que el Señor realmente le dijo al ladrón fue que El estaría con él en el mundo de los espíritus y allí se le enseñaría la verdad, pues tal parecía ser el deseo que expresó sobre la cruz.

Yo entiendo que los justos ahora sí pueden ir entre los otros espíritus [los injustos] y ver allí que se está enseñando el evangelio, mas tales espíritus, quienes se encuentran en la imposibilidad de asociarse con los justos no pueden ir al lugar donde éstos moran.

De acuerdo con la historia de Lázaro y el hombre rico, había una sima que separaban a los justos de los injustos (lo cual incluía a todos los espíritus no bautizados) y ni unos ni otros podían pasar aliado opuesto mientras el Salvador no estableciera un puente sobre la sima, de manera que los que poseían el sacerdocio pudieran entonces cruzar para enseñar a los demás.

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