Capítulo 14
La Ley De La Resurrección
CRISTO Y LA RESURRECCIÓN
PREGUNTAS CONCERNIENTES A LA RESURRECCIÓN. ¿Mediante qué poder y autoridad viene la resurrección?
¿Cuántas resurrecciones ha habido y cuántas vendrán?
¿Quién tiene el privilegio de salir en cada una de ellas?
¿Está efectuándose ahora la resurrección?
¿Se negará la resurrección a alguien que haya vivido en esta tierra?
¿Volverá a morir alguno que reciba la resurrección, esto es, sufrirá la separación del espíritu y el cuerpo por segunda vez?
Aparte del hombre, ¿participará de la resurrección alguna otra criatura?
¿Será restaurado al mismo cuerpo o será un cuerpo diferente?
LA RESURRECCIÓN ES NECESARIA POR CAUSA DE LA CAÍDA. Nuestro Salvador, Jesucristo, es el Autor de la resurrección. El vino al mundo para redimirlo, y para redimir todo lo que está sobre su faz de la mortalidad y para dar la inmortalidad a toda criatura. La venida de nuestro Salvador para cumplir este fin se debe al hecho de que la muerte vino al mundo a través de la caída de Adán. Si Adán no hubiera participado del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, no habría muerto.
Si hubieran prevalecido aquellas condiciones, Adán todavía estaría en el Jardín de Edén, y todas las cosas habrían continuado tal cual eran, y en esas condiciones, no habría habido necesidad de un Redentor…
Nosotros conocemos la verdadera razón de la venida de Jesucristo al mundo. Fue, primeramente, para redimir de la muerte física o terrenal a todos los hombres, la cual Adán trajo al mundo; y en segundo lugar, para redimir a todos los hombres de la muerte espiritual o expulsión de la presencia del Señor, a condición de su arrepentimiento y de la remisión de los pecados y de la perseverancia hasta el fin de la probación mortal.
Si no hubiera habido caída, no habría resurrección. Siendo que hubo una transgresión que acarreó la muerte, la expiación tuvo que ser efectuada por el Hijo de Dios, quien siempre fue el amo de la muerte. Su sacrificio fue una expiación infinita.
El se declaró como la “resurrección y la vida”, y dijo que tenía poder en sí mismo para dejar su vida y volver a tomarla. Tal poder nunca ha estado en otra criatura sobre la faz de la tierra, pues todos los demás estamos bajo la maldición de la muerte, y solamente Cristo pudo liberamos.
CRISTO TUVO PODER SOBRE LA MUERTE. Antes que Adán y Eva fuesen enviados a la tierra, fueron preparados en el plan de salvación los medios para nuestra redención de la muerte. Jesucristo se ofreció voluntariamente para venir y expiar por la transgresión de Adán y así obtener la victoria sobre el diablo. Por lo tanto, El es llamado el Cordero de Dios, elegido para ser inmolado “desde la fundación del mundo”.
La única forma en que esta expiación podía llevarse a cabo era mediante Jesús, el cual fue elegido para pagar la deuda a la justicia y redimirnos de las garras de Satanás, elegido para venir al mundo con poder sobre la muerte, pues nadie que estuviese sujeto a la muerte podía pagar la deuda y restaurarnos para vivir eternamente.
Jesús es la única persona que ha venido a este mundo con poder sobre la muerte, y teniendo ese gran poder, mediante el derramamiento de su sangre en la cruz, El pudo redimirnos y obtener el poder de la resurrección. Después de salir de su tumba, tuvo poder para reclamar de ella a cada persona. Y después que hubo salido El, al tercer día después de su crucifixión, abrió las tumbas de los Santos que habían vivido desde los días de Adán hasta el tiempo de su crucifixión.
El Señor le había declarado a Marta que El era la “resurrección y la vida”, y esto enseñó a sus discípulos. Jacob, el hermano de Nefi, nos ha dado a entender muy claramente la misión de Jesucristo y cómo vino a redimirnos de la muerte y del diablo. Nos explica cómo habríamos llegado a ser ángeles del diablo, si no hubiera sido por la muerte y resurrección de Jesucristo; y ahora por causa de la misericordia de nuestro Padre Celestial y de su amado Hijo Jesucristo, hemos escapado de las garras de este gran monstruo.
COPARTICIPES CON DIOS MEDIANTE LA RESURRECCIÓN. Jesucristo se levantó de entre los muertos y fue la primicia de la resurrección. Los testigos de este maravilloso acontecimiento no pueden ser puestos en tela de juicio. La tendencia del mundo religioso en esta época es apartarse de esta verdad fundamental y los ministros y maestros están negando que Jesús sea el Cristo, el Hijo Unigénito de Dios.
El Salvador enseñó que ningún hombre puede testificar de Dios y rechazar al Hijo, que ningún hombre puede negar que Jesucristo es el Redentor del mundo y creer en el Padre que lo envió. Nosotros debemos dar honores al Padre mediante el Hijo, y quien rechaza al Hijo y niega el poder de la resurrección, no conoce a Dios.
Además, como enseñó Juan el Bautista: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Esto no significa que aquellos que rechazan al Hijo no resucitarán, pues todos se levantarán de entre los muertos, mas el incrédulo no participará de vida eterna en el reino de Dios, donde moran el Padre y el Hijo.
Sin embargo, es propósito del Padre extender el poder de la resurrección a todos los hombres, mediante la expiación del Hijo, y dar así inmortalidad a todos sus hijos. Tenemos, sin embargo, que no podemos estar en comunión con Dios si no aceptamos a Jesucristo como su Hijo, y si no creemos en su poder para redimirnos de la tumba. Por lo tanto, todos los que rechazan la autoridad del Hijo tienen pendiente sobre sí la ira de Dios.
CRISTO DESTRUYE LA MUERTE. Cuando los hombres niegan la resurrección de Cristo y el hecho de que todos los hombres se levantarán de sus tumbas, ello constituye una confesión de su parte, de que ignoran la obra del Señor con relación al destino del hombre. Nuestra existencia en la mortalidad es sumamente importante; no es accidental. Nunca se tuvo la intención de que pasásemos por esta vida sin estar en contacto con el pecado; sin tentación; sin mortalidad.
Adán fue enviado al mundo a efectuar una misión, incluyendo la realización de estas mismas cosas, a fin de que nosotros en el estado mortal pudiéramos obtener experiencia al entrar en contacto con todas las vicisitudes de la vida terrenal. En esta forma recibimos enseñanzas que no se podrían obtener de ninguna otra manera. Así que la mortalidad vino por la voluntad de Dios y mediante la caída del hombre la muerte ha llegado a todos los hombres. Gracias a la expiación de Jesucristo la vida ha sido restaurada de nuevo, y la muerte vencida y destruida.
La inmortalidad y la vida eterna constituyen la gran obra del Padre, y el último enemigo que será destruido, se nos ha dicho, es la muerte. Cuando Cristo haya destruido la muerte, efectuando la resurrección de toda la humanidad, habrá terminado su obra y entonces entregará el reino a su Padre.
EL CRISTIANISMO SOBREVIVIÓ POR CAUSA DE LA RESURRECCIÓN. Si Cristo no se hubiera levantado de entre los muertos, ¿creéis que Pedro, Santiago y Juan y los otros discípulos, habrían ido a la ciudad de Jerusalén inmediatamente después de la crucifixión y que allí habrían comenzado a predicar acerca de Cristo y su crucifixión, declarando osadamente entre el pueblo que ya se había levantado de entre los muertos?
¿Sería eso razonable? ¿Es razonable creer que Pablo, quien comenzó como un perseguidor de los santos, habría cambiado súbitamente y aceptado a Cristo como el Hijo de Dios, yendo él también a aquellas mismas comunidades para predicar que Cristo era el Hijo de Dios, si no se hubiera levantado de entre los muertos?
Os diré que es razonable, y ello está establecido aquí en estas Escrituras. Después de la crucifixión los discípulos se esparcieron. Estaban desilusionados; pensaron que el fin de todo había llegado. De manera que estaban a punto de volver a sus redes de pescadores.
Dos de los discípulos, en el atardecer de aquel primer día de la resurrección, iban por el camino hacia una pequeña ciudad en las afueras de Jerusalén, cuando un desconocido, aparentemente, se acercó y les preguntó por qué estaban tristes, y ellos, pensando que era un extranjero en Jerusalén, dijeron: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?”
Y luego, después de responder a otras preguntas, ellos relataron la historia de la crucifixión de Cristo, y añadieron: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.” Entonces Cristo se les reveló.
Si Cristo no hubiera salido de la tumba, Pedro, Santiago y Juan habrían vuelto al mar de Galilea y a sus redes; los otros discípulos habrían regresado a sus diferentes ocupaciones y el cristianismo habría terminado abruptamente.
LA RESURRECCIÓN DIO VIDA AL CRISTIANISMO. Por el contrario, inmediatamente después de la Resurrección los discípulos tomaron nueva vida. Comenzaron a declarar osadamente que Cristo se había levantado de entre los muertos y expresaron ese testimonio al pueblo. El día de Pentecostés, cuando Pedro estaba predicando, dijo esto:
“Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.”
Allí él dio testimonio en el día de Pentecostés a aquella asamblea, de la misión de Cristo y cómo había sido levantado de entre los muertos.
Días después que Pedro y Juan habían sanado al cojo en la puerta del templo, Pedro valientemente habló a los judíos que estaban reunidos. Sus palabras fueron expresadas muy enfáticamente.
El les dijo: “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida —ten este momento estaba hablando frente a frente con aquellos que habían sido responsables de la muerte de Cristo!— y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.”
Ese fue su testimonio a aquellos hombres. Pedro no se habría atrevido a decir algo así, si Cristo no se hubiese levantado de entre los muertos.
LA IGLESIA PRIMITIVA PROSPERÓ POR CAUSA DE LA RESURRECCIÓN. De manera que es razonable que el señor Joseph McCabe, o alguien más, diga que es sobrecogedora la evidencia, con relación a la vida de Cristo, que vivió, que reunió a su alrededor a un grupo de seguidores, que fue apresado y crucificado… y nada más.
Para ser razonable, el señor McCabe debería haber continuado. Debió haber dicho que cuando Pablo se unió a la Iglesia, él también declaró —como lo hicieron Pedro y otros en la ciudad de Jerusalén y en Palestina donde Cristo era conocido— que Jesús se levantó de entre los muertos. Y debió haberlo aceptado, porque no hubo mejores testigos que Pedro y los otros apóstoles y los discípulos de Cristo, los que anduvieron dando testimonio de la resurrección de Jesús.
Además, aquel pequeño grupo de cristianos —y eran solamente unos cuantos cuando se produjo la muerte de Cristo— inmediatamente comenzó a aumentar en número. En poco tiempo llegaron a ser miles .Tres mil fueron convertidos a la Iglesia después de aquella memorable reunión del día de Pentecostés y todos aquellos individuos fueron instruidos en cuanto a la Resurrección por parte de testigos oculares que habían sido compañeros del Señor Jesucristo durante su ministerio.
Leemos que Cristo, después de su resurrección, trabajó entre sus discípulos durante cuarenta días. Fue visto, nos dice Pablo, por más de 500 personas en una ocasión, o tal vez en más de una ocasión. El autor del libro de Lucas, en el principio de aquella historia dice esto: “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas…”
LA DOCTRINA DE LA RESURRECCION
ES FÁCIL CREER EN LA RESURRECCIÓN. La resurrección no es difícil de aceptar. Hay cosas mucho más difíciles de creer. La vida misma es un misterio. ¿Qué sabemos en cuanto a ella? ¿De dónde viene? ¿Hay algo más maravilloso que la creación del cuerpo? ¡Oídme ahora! Para mí, eso es más maravilloso que reunir a los elementos que componen al cuerpo, después de la muerte, y hacer que la vida vuelva a ellos.
A juicio mío, no hay milagro que se pueda comparar con el de la creación de este cuerpo en el principio, dándole vida. Sin embargo, es algo que vemos cada día; es algo común. Lo vemos, de manera que lo reconocemos como un hecho. Pues, no es mayor milagro, no es más maravilloso hacer que alguien se levante de entre los muertos. Algunos han vuelto; han aparecido; han dado mandamientos a los hombres.
No es propósito del Señor revelarse a cada individuo, pero El se revela a sus siervos, y los envía con el mensaje. Bendito el que cree y no ha visto.
LAS FILOSOFÍAS MODERNAS NIEGAN LA RESURRECCIÓN. Ha llegado a ser muy popular, en estos días de filosofía y materialismo modernos, que los “hombres de sabiduría” nieguen la resurrección literal del cuerpo. La doctrina de la resurrección sin embargo, es fundamental para la religión cristiana. No puede ser espiritualizada ni disuelta en un vapor fino. Fue enseñada por Cristo y sus discípulos y fue verdad en su época, como lo es hoy en día, además de muy importante.
El propósito del mensaje y ministerio de Jesucristo era llevar a efecto la inmortalidad y la vida eterna del hombre. De hecho, se nos enseña en la revelación moderna, que esto es lo que constituye la gran obra y gloria de Dios.
Esta doctrina puede ser peculiar de los Santos de los Ultimos Días, pero téngase presente que fue enseñada y aceptada con igual confianza por los miembros de la Iglesia primitiva. La razón por la cual prevalecen actualmente las ideas modernas con relación a la vida futura, es que los hombres se han apartado de la palabra revelada del Señor.
EN QUÉ FORMA CRISTO ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA. Cristo se reveló a sí mismo como el Enviado por el Padre para llevar a cabo la redención de todos los hombres sacándolos de la tumba. Ante el ruego de Marta en la tumba de Lázaro, el Señor dijo:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.”
Aquí hay expresadas dos ideas que para algunos han resultado motivo de confusión y sin embargo su significado es claro. Como resurrección y vida, El tenía poder para sacar de la tumba a todos los hijos de Adán.
Al otorgar a quienes crean en El el poder de no morir nunca, no quiso indicar la disolución mortal o física, sino la segunda muerte, la cual es la expulsión de la presencia de Dios. Esta segunda muerte, de la cual los justos se ven librados, es la condenación de aquellos que son consignados a inmortalidad fuera del reino de Dios.
EZEQUIEL Y DANIEL ENSEÑAN LA RESURRECCIÓN. En el Antiguo Testamento, así como en el Nuevo, la doctrina de la resurrección literal está declarada enfáticamente. Muchos han tratado de espiritualizar esas Escrituras. El Señor le enseñó en visión a Ezequiel, cómo se llevaría a cabo la resurrección literal: “He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.”
Daniel, además, vio la resurrección y declaró: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”
CRISTO ENSEÑA LA RESURRECCIÓN. ¿Qué podría ser más definido o venir con mayor autoridad que esta declaración de Jesucristo, quien tiene las llaves de la resurrección? “De cierto, de cierto os digo: viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que oyeren vivirán. . . No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida: mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”
AMULEK ENSEÑA LA RESURRECCIÓN. En esta dispensación, por vía del Libro de Mormón, el Señor ha hecho saber que habrá una resurrección. “El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma; los miembros así como las coyunturas serán restauradas a su propia forma, tal como nos hallamos ahora y seremos llevados ante Dios; conociendo tal como ahora conocemos, y tendremos un vivo conocimiento de toda nuestra culpa… Esta restauración vendrá sobre todos, tanto viejos como jóvenes, esclavos así como libres, varones así como hembras, malvados así como justos; y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza.”
RAZÓN DE LA RESURRECCIÓN. ¿Por qué la resurrección? Ese es un hecho que nosotros conocemos, es decir, nosotros que somos miembros de la Iglesia de Jesucristo, pues el Señor nos lo ha revelado y las Escrituras son claras en este asunto. Sabemos que Cristo apareció a sus discípulos después de la resurrección, y éstos han testificado de la aparición de El ante ellos. Bien, ¿por qué debería haber una resurrección y la promesa de que todos los hombres saldrán de sus tumbas?
Muchas personas creen que el cuerpo mortal ha cumplido su propósito en esta vida y que no saldrá de entre los muertos, pero que el espíritu se levanta para morar con Dios. ¿Entonces para qué vino Cristo a morir en el mundo? ¿Fue porque el plan que el Padre había dispuesto en el principio había sido frustrado, o destruido mediante la caída del hombre?
Adán tenía un cuerpo antes que la muerte viniese sobre él y su caída fue parte del gran plan de la salvación del hombre. La mortalidad, y consecuentemente la muerte, se debe a la Caída y Jesucristo vino al mundo para hacer una reparación y darle al hombre, mediante la resurrección, inmortalidad y vida eterna.
En el Libro de Mormón se nos informa que el hombre participa de la mortalidad a fin de obtener experiencias que no podrían ser de él en ninguna otra forma y para que mediante su obediencia al evangelio de Jesucristo, el cual se basa en el sacrificio infinito del Hijo de Dios, pueda obtener salvación y exaltación en la presencia del Padre y del Hijo.
Ciertamente el Señor entendió el fin desde el principio, y se entendió perfectamente en los concilios de los cielos antes que el mundo fuese hecho, que Jesucristo vendría a este mundo a morir y así satisfacer una ley quebrantada para restaurar la vida a la humanidad una vez más para que los hombres puedan tenerla más abundantemente.
NATURALEZA LITERAL DE LA RESURRECCIÓN. Hoy en día el mundo está dejando de lado los principios de la Iglesia. Muchos hombres ya no aceptan a Jesucristo como el Hijo de Dios; no creen en su expiación. Han rechazado la Resurrección, no la aceptan como esencial para la salvación y, sin embargo, es uno de los principios fundamentales de la Iglesia.
Cristo, el prototipo, el ejemplo, salió de entre los muertos, tal como dijo que lo haría. Después que entregó su vida y que la volvió a tomar al tercer día, se presentó ante sus discípulos y les dijo que lo tocasen y viesen, pues un espíritu no tenía carne y huesos como veían que El tenía, de manera que se acercaron y lo tocaron.
Para convencerlos más, comió pescado y miel. Comió en presencia de ellos y los convenció mediante una demostración práctica de que era El mismo, para que los faltos de conocimiento pudieran leer y entender; y sin embargo, los hombres sabios en todo su saber, cierran los ojos ante estas verdades.
CRISTO OBTUVO TODO PODER MEDIANTE LA RESURRECCIÓN. Además, El les enseñó que todo poder, tanto en los cielos como en la tierra, le había sido dado mediante su obediencia a su Padre y mediante la resurrección que había recibido.
El fue la primicia de la resurrección; El salió y enseñó a los hombres que así como había salido de entre los muertos, de la misma forma todos los hombres saldrían de entre los muertos, tanto los buenos como los malos, y que los hombres serían juzgados de acuerdo con sus obras y recibirían su recompensa de acuerdo con sus méritos individuales. Ese es el evangelio de Jesucristo con toda su sencillez. Está claramente establecido en estas Escrituras para que el tardo lea y entienda; y sin embargo, los hombres sabios con todo su saber, cierran los ojos ante estas verdades.
EVIDENCIA MODERNA DE LA RESURRECCIÓN
LOS APÓSTOLES ANTIGUOS: TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN. Sabemos que Cristo se ha levantado de entre los muertos, que ha ascendido a lo alto, llevando cautivo al cautiverio, y que ha llegado a ser el Autor de la salvación para todos los que creen, los que se arrepientan de sus pecados y lo acepten como el Redentor del mundo. Los Santos de los Ultimos Días no están en duda en cuanto a estos puntos.
Hay muchos testigos que testificaron de la resurrección del Salvador en la época en la que El salió de entre los muertos. Primeramente apareció ante María al lado del sepulcro; poco después a los Doce, o a los once siendo que uno había perdido el apostolado, y luego a una multitud de santos. Durante cierto tiempo trabajó entre sus discípulos confirmando la fe de ellos y fortaleciéndolos en el evangelio del cual El es el Autor. De esto ellos han dado fe y han dado su testimonio al mundo.
Pero después de apartarse de la verdad, el mundo estuvo en tinieblas y sin testigos vivientes de la resurrección de Cristo, hasta la restauración del evangelio en la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos. En la actualidad hay muchos sobre la faz de la tierra que pueden testificar que Jesús es el Cristo, pues el Espíritu de Dios les ha revelado esta verdad, y ningún hombre puede saber que Jesús es el Cristo a menos que el Espíritu Santo se lo revele.
JOSÉ SMITH: TESTIGO DE LA RESURRECCIÓN. El profeta José Smith fue levantado como un testigo de la resurrección de Cristo y recibió poder y autoridad para instituir su evangelio nuevamente entre los hijos de los hombres. Otros, también, lo vieron en nuestra propia generación, conversaron con El y fueron instruidos por El y aprendieron los principios de verdad que nos hacen libres. Ellos también han dado testimonio de estas cosas al mundo. Sabemos que se ha levantado de entre los muertos, para llevar a todos los hombres a El con la condición de su arrepentimiento.
MATEO: TESTIGO DE LA RESURRECCIÓN. Mateo testificó que al tiempo de la resurrección de Cristo también se produjo la resurrección de los santos que habían muerto en épocas anteriores. Mateo es muy particular al dar detalles en su escrito. El habla como testigo ocular con plena autoridad para testificar.
El dice: “Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”
Los Santos de los Ultimos Días creen en el testimonio de Mateo. Además, no dependen solamente del testimonio de los discípulos de Cristo que estaban con El en su ministerio, sino que cuentan con el testimonio de testigos que han vivido en nuestra época.
EL LIBRO DE MORMÓN: UN TESTIGO DE LA RESURRECCIÓN. ¡Cuán afortunados somos como Santos de los Ultimos Días! Tenemos toda esta evidencia, tenemos todo este conocimiento que nos es dado en el Nuevo Testamento, los testimonios de los testigos que estuvieron con Cristo. Además de eso tenemos los testimonios de los élderes y de quienes se asociaron con Cristo en su ministerio sobre este continente entre los nefitas tal como aparece relatado en el Libro de Mormón.
Y además de eso, tenemos los testimonios de hombres de nuestro propio tiempo y época. hay muchos en esta congregación que tal vez han vivido y hablado, como yo lo he hecho, con hombres que vivieron en los días del profeta José Smith y que oyeron de sus propios labios su relato.
Yo he oído al presidente Wilford Woodruff muchas veces hablar de estas cosas; he oído a otros, los que estaban relacionados con el profeta José Smith, contar la historia de cómo él les había enseñado con relación a la manera en que se habían abierto los cielos y habían venido mensajeros de la presencia de Dios, en esta época en la cual vivimos.
CINCO TESTIGOS MODERNOS DE LA RESURRECCIÓN. Tenemos el testimonio de José Smith, de Oliverio Cowdery, de David Whitmer, Martín Harris y Sidney Rigdon. No hay necesidad de comentar ningún otro. Hay otros.
Tenemos a estos cinco hombres que dieron testimonio, solemnemente ante el mundo, de que en esta Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos Cristo apareció, que El envió mensajeros de su presencia ante ellos. Estos cinco hombres son testigos. José Smith y Oliverio Cowdery estuvieron ante la presencia del Señor Jesucristo en el Templo de Kirtland el 3 de abril de 1836. Estuvieron en presencia de Juan el Bautista el 15 de mayo de 1829. Estuvieron en presencia de Pedro, Santiago y Juan un poco más adelante en 1829. También recibieron las llaves de autoridad de Moisés, Elías y Elías el Profeta el 3 de abril de 1836.
Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris estuvieron en la presencia de un ángel de Dios en los alrededores de junio de 1829, y hablaron con él y oyeron la voz de Dios hablándoles desde los cielos. Ellos nos han dado su testimonio; el mismo está impreso en cada ejemplar del Libro de Mormón. Tenemos este testimonio. Sidney Rigdon nos ha dado su testimonio, tanto mientras estuvo en la Iglesia como después que la dejó, de que con José Smith en 1832, el 16 de febrero, vio abiertos los cielos y que vieron al Señor Jesucristo sentado a la diestra de Dios, y ellos han escrito para nosotros esa maravillosa visión.
¿Podemos poner en duda estos hechos? ¿Ignoraremos todo eso y diremos que estos testigos eran engañadores, que mintieron o que presenciaron esas cosas bajo el efecto de una alucinación? ¿Tiene sentido que hagamos algo así? Yo digo que no. Yo digo que cuando un hombre se ve ante toda esta evidencia y declara después que nadie ha regresado de entre los muertos, o es ignorante o es un tonto; o tal vez sea ambas cosas. El hecho es que estos testigos hablaron la verdad y ellos son testigos de Dios.
El Señor dijo que El levantaría a ciertos testigos para testificar de la restauración del evangelio y de la aparición del Libro de Mormón, y que: “¡Ay de aquel que rechace la palabra de Dios!”
EL ESPÍRITU SANTO: UN TESTIGO DE LA RESURRECCIÓN. Cuando toda esta evidencia es presentada ante los hombres y ellos la menosprecian y dicen que no tenemos evidencia, es debido a la ignorancia o a la maldad. Yo digo que me pondré de pie en el último día como un testimonio contra ellos, y ellos tendrán que afrontarlo. Yo lo acepto como verdadero, y no lo acepto como verdadero solamente porque José Smith lo haya dicho, porque Oliverio Cowdery lo haya dicho, o porque David Whitmer, Martín Harris y Sidney Rigdon lo hayan dicho.
Yo digo que es verdad porque el Espíritu del Señor mismo ha dado ese testimonio a mi alma. Yo sé eso como ellos lo sabían, no porque yo haya estado en la presencia de aquellos santos mensajeros, sino porque el Señor ha cumplido su promesa conmigo, como la ha cumplido con muchos de vosotros indudablemente.
Yo sé que Jesucristo vive. Yo sé que El es el Hijo de Dios, el Redentor del mundo; que mediante su ministerio, mediante su muerte y el derramamiento de su sangre, todos los hombres pueden recibir la remisión de los pecados, a través de la obediencia al evangelio y, mediante su fidelidad y obediencia hasta el fin, ellos recibirán exaltación en el reino de Dios.
Eso es tan cierto como que nos encontramos en este edificio hoy. ¡Ay de los hombres que cierren sus ojos y sus oídos a este conocimiento! Nefi lo supo. Cuando estaba escribiendo acerca de estas cosas, él se dio cuenta de lo que sucedería, y dijo: “¡Ay de los sordos que no quieren oír!… ¡Ay de los ciegos que no quieren ver!”
La verdad está aquí, [a evidencia está aquí, sobrecogedora. Nosotros deberíamos saber estas cosas. No deberíamos estar dudando. Ningún hombre debería dudar si los hombres vuelven o no de entre los muertos. Ha sucedido. Sucederá. El Señor dará a cada alma su cuerpo en la resurrección; el espíritu y el cuerpo se reunirán inseparablemente para nunca más separarse de nuevo, de acuerdo con los planes de nuestro Padre Celestial.
LOS HIJOS DE PERDICIÓN Y LA RESURRECCIÓN
NATURALEZA UNIVERSAL DE LA RESURRECCIÓN. Algunos han enseñado que la resurrección no será universal entre los que han recibido un cuerpo terrenal, que algunos, conocidos como hijos de perdición, no tendrán el privilegio de la resurrección. Es extraño que una doctrina así sea sostenida en presencia de las muchas enseñanzas y revelaciones que vienen del Señor y de sus santos profetas. Universalmente ellos testifican que todos saldrán de entre los muertos. La justicia demanda esto porque los hombres no son responsables de la muerte y por tanto tienen el derecho de ser redimidos. de sus garras.
En su gran misericordia, amor y justicia, nuestro Padre Celestial ha provisto que todos sus hijos que han recibido el estado mortal, vuelvan a vivir. El alma no puede ser destruida, pues los espíritus de los hombres son eternos. Vivieron antes de producirse esta vida terrenal y mediante la expiación de Jesucristo, vivirán después que esta vida terrenal termine.
Nuestro Redentor vino al mundo para obtener el dominio sobre la muerte. Si a un alma nacida en este mundo, no importa cuán malvada sea, se le negase la resurrección, entonces Jesucristo no tendría la victoria. Es imperativo, por tanto, que todos reciban la resurrección.
TODOS LOS HOMBRES RESUCITARÁN. La resurrección no le será negada a nadie que haya vivido y muerto en esta tierra. La razón enseña esto y es sencillamente un asunto de justicia. Adán solamente fue el responsable de la muerte, y por lo tanto el Señor no pone el peso de esto sobre ninguna otra persona. La justicia demanda que nadie que no haya sido responsable de la muerte, sea tenido por tal, y por tanto, como lo declaró Pablo:
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.”
Además, el Señor ha dicho: “Mas, he aquí, de cierto os digo que antes que pase la tierra, Miguel, mi arcángel, sonará su trompeta, y entonces todos los muertos despertarán, porque se abrirán sus sepulcros y saldrán, sí, todos; y serán reunidos los justos a mi derecha para la vida eterna; y los malvados, a mi izquierda, me avergonzaré de reconocer ante mi Padre.”
Este pasaje debería ser suficiente para cualquier miembro de la Iglesia, para hacerlo pensar correctamente, pero aunque resulte extraño, hay quienes lo interpretan mal y dicen que no significa lo que realmente dice.
Luego tenemos la clara declaración de Jacob en el Libro de Mormón: “Y viene al mundo para que pueda salvar a todos los hombres, si éstos escuchan su voz, porque he aquí, él sufre los dolores de todos los hombres, sí, los dolores de toda criatura viviente, tanto hombres como mujeres y niños, que pertenecen a la familia de Adán. Y sufre esto a fin de que la resurrección llegue a todos los hombres para que todos comparezcan ante él en el gran día del juicio.”
¿Qué podría ser más fuerte y más convincente que estas palabras de nuestro Redentor: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”
JOSÉ SMITH ENSEÑA LA RESURRECCIÓN DE LOS HIJOS DE PERDICIÓN. Consideremos ahora algunas de las declaraciones de los últimos profetas. Esto es del profeta José Smith: “Se ha dicho algo concerniente a que todos los hombres serán redimidos del infierno; pero yo digo que aquellos que pecan contra el Espíritu Santo no pueden ser perdonados ni en este mundo ni en el venidero: tendrán que sufrir la segunda muerte. Los que cometen el pecado imperdonable son condenados a Gnolom, para morar en el infierno por los siglos de los siglos. Por haber provocado el derrame de sangre en este mundo, se levantarán en esa resurrección que es semejante al lago de fuego y azufre. Algunos se levantarán para entrar en el fulgor infinito de Dios, porque Dios mora en fuegos eternos, mientras que otros resucitarán a la condenación de su propia inmundicia, que es un tormento tan intenso como el lago de fuego y azufre.”
JOHN TAYLOR ENSEÑA EN CUANTO A LA RESURRECCIÓN UNIVERSAL. Esto es del presidente John Taylor. “¡Cómo! ¿Resucitarán todos? Sí, ¡toda criatura viviente! ‘Pero cada uno en su debido orden: Cristo, la primicia; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin.’ Los santos vivirán y reinarán con Cristo durante mil años. Uno de los apóstoles dice, ‘Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años.’ Pero todos deben salir de la tumba, en algún momento o en otro, en el mismísimo tabernáculo que poseían mientras vivían en la tierra. Será tal como lo ha descrito Ezequiel: el hueso se juntará con el hueso, y la carne y los tendones cubrirán el esqueleto, y a la orden del Señor el aliento entrará en el cuerpo, y apareceremos, muchos de nosotros, como una maravilla para nosotros mismos.”
JOSEPH F. SMITH ENSEÑA EN CUANTO A LA RESURRECCIÓN UNIVERSAL. Y este es el testimonio del presidente Joseph F. Smith: “Toda criatura nacida a imagen de Dios resucitará de entre los muertos, tan seguramente como que morirá; podéis escribirlo si así lo queréis, y nunca olvidarlo; no os permitáis tener incredulidad en ese sentido. ‘Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados’…
“No importa que hayamos hecho lo bueno o lo malo, que hayamos sido inteligentes o ignorantes, o que hayamos sido amos o esclavos u hombres libres, todos los hombres se levantarán de entre los muertos; y, tal como yo lo entiendo, cuando se levanten de entre los muertos, serán seres inmortales y no sufrirán más la disolución del espíritu y del cuerpo.”
GEORGE Q. CANNON ENSEÑA EN CUANTO A LA RESURRECCIÓN UNIVERSAL. Estas referencias deberían ser suficientes, pero tal vez haya algunos que se levanten y digan que el Señor ha indicado otra cosa y ellos basarán su polémica en las palabras de Doctrinas y Convenios, sección 76:38-39. El presidente George Q. Cannon, hace años, corrigió esta interpretación errónea en la forma siguiente:
“En la mente de muchos ha habido un malentendido en cuanto al asunto de la resurrección. Algunos han tenido y enseñado la idea de que los hijos de perdición no resucitarán. Basan esa idea, y sacan la conclusión de los versículos 38 y 39 de la sección 76, del libro de Doctrinas y Convenios donde el Señor dice:
‘Sí, en verdad, los únicos que no serán redimidos en el debido tiempo del Señor, después de sufrir su enojo. Porque todos los demás saldrán por la resurrección de los muertos, mediante el triunfo y la gloria del Cordero que fue inmolado, que estaba en el seno del Padre desde antes que los mundos fuesen hechos’.”
“Una lectura cuidadosa de estos versículos, sin embargo, y especialmente de los párrafos anteriores, mostrará que el Señor no excluye, en esta forma de expresión, ni aun a los hijos de perdición de los derechos de la resurrección. Es evidente que la intención es referirse a ellos explícitamente como a los únicos sobre los que tendrá poder la segunda muerte. ‘Porque todos los demás saldrán por la resurrección de los muertos, mediante el triunfo y la gloria del Cordero.’ Los de la clase excluida son los únicos sobre los que tendrá poder la segunda muerte y ‘los únicos que no serán redimidos en el debido tiempo del Señor, después de sufrir su enojo’.
Esto no quiere decir, bajo ningún aspecto, que ellos no tendrán resurrección. Jesús nuestro Señor y Salvador murió por todos, y todos resucitarán: buenos, malos, blancos y negros, gente de todas las razas, pecadores o no. Y no importa cuán grandes hayan sido sus pecados, la resurrección de sus cuerpos es segura. Jesús ha muerto por ellos, y todos seremos redimidos de la tumba mediante la expiación que El ha hecho.”
DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN NO HAY MUERTE. ¿Morirá alguien después de recibir la resurrección o se disolverá su espíritu y su cuerpo? La respuesta a esto, naturalmente, es ¡no! ¿Qué razón habría para llamarlos a salir y unir su cuerpos y espíritu solamente para hacer que la muerte interviniera por segunda vez y disolver sus almas? Las palabras del Profeta ya citadas van dirigidas al efecto de que los hijos de perdición, los que fueron autores de escenas de derramamientos de sangre, morarán en el infierno “por los siglos de los siglos”. De acuerdo con la palabra del Señor— la cual debemos aceptar como última, no importa cual haya sido o cual sea ahora la opinión de los hombres— se nos dice:
“Y los que queden, serán vivificados también; sin embargo, volverán otra vez a su propio lugar, para gozar de lo que están dispuestos a recibir, porque no quisieron gozar de lo que pudieron haber recibido.”
“Los que quedaren” debe referirse a aquellos que no están incluidos en ninguno de los tres reinos y en otro lugar, sección 76:33, el Señor ha dicho: “Porque son vasos de enojo, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad.” Estos son “los que no serán recogidos”.
NO HAY CORRUPCIÓN DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN. Amulek dijo: “Esta restauración vendrá sobre todos, tanto viejos como jóvenes, esclavos así como libres, varones así como hembras, malvados así como justos; y no se perderá ni un solo pelo de su cabeza, sino que todo será restablecido a su perfecta forma, o en el cuerpo, cual se encuentra ahora; y serán llevados y presentados ante el tribunal de Cristo el Hijo, y Dios el Padre, y el Espíritu Santo, que son un eterno Dios, para ser juzgados según sus obras, sean buenas o malas.
“He aquí, te he hablado concerniente, a la muerte del cuerpo terrenal, y también acerca de la resurrección del cuerpo terrenal. Te digo que este cuerpo terrenal se levanta como cuerpo inmortal, es decir, de la muerte, sí, de la primera muerte a vida, de modo que no pueden morir ya más; sus espíritus se unirán a sus cuerpos para no ser separados nunca más, por lo que esta unión se torna espiritual e inmortal, para no volver a ver corrupción.”
En esta declaración se muestra que Amulek está hablando de los muertos, tanto de los buenos como de los malos, y en el siguiente, o sea en el capítulo 12, Alma confirma esta doctrina con relación a los malvados que son expulsados, en las siguientes palabras: “Os digo que entonces se hallarán como si no se hubiese hecho ninguna redención; porque no pueden ser redimidos de acuerdo con la justicia de Dios; y no pueden morir, dado que no hay más corrupción.”
A menos que se levante cada alma, nuestro Salvador no ganará la victoria sobre la muerte. Su victoria debe ser, y será completa tal como lo declaró Pablo. En la resurrección el espíritu y el cuerpo se vuelven inseparablemente unidos, de forma que no pueden separarse más, y así llegan a ser inmortales.
CAÍN REINARÁ SOBRE SATANÁS. Los hijos de perdición tendrán poder sobre Satanás mismo, porque él no tiene cuerpo. ¿Pero quién es Perdición? El Señor le dijo a Caín: “Si hicieres lo bueno, serás aceptado; y si no hicieres lo bueno, el pecado está a la puerta, y Satanás desea poseerte. Y a menos que escuches mis mandamientos, te entregaré, y será hecho contigo según la voluntad de él. Y tú te enseñorearás de él; porque desde ahora en adelante tú serás el padre de sus mentiras; serás llamado Perdición; porque tú también fuiste antes que el mundo.”
Satanás lo quería porque Caín poseía un cuerpo. El quería más poder. Ciertamente que un hombre poseyendo un cuerpo tendrá mayor poder que un espíritu sin cuerpo. Caín pecó con los ojos abiertos, de manera que llegó a ser Perdición, el padre de las mentiras.
LOS HIJOS QUE NACEN MUERTOS
LOS NIÑOS QUE NACEN MUERTOS RESUCITARÁN. No hay información dada por revelación con relación al estado de los hijos que nacen muertos. Sin embargo, yo expresaré mi opinión personal y ella es que debemos tener esperanza de que estos pequeñitos recibirán la resurrección y entonces nos pertenecerán. No puedo dejar de sentir que éste es el caso.
Cuando una pareja tiene un niño que nace muerto, nosotros le damos todo el consuelo que podemos. Tenemos buenas razones para mantener una esperanza. Se puede realizar un servicio funeral para tales niños, silos padres así lo desean. Los niños que nacen muertos no deben ser registrados como nacidos ni como fallecidos en los registros de la Iglesia, pero se sugiere que los padres anoten un nombre en los registros familiares para cada uno de tales hijos.
CUÁNDO EL ESPÍRITU ENTRA EN EL CUERPO. Al momento de iniciarse la vida es cuando la madre siente la vida en el niño que está en su vientre. El presidente Brigham Young ha dicho que cuando la madre siente que la vida está en la criatura que ella lleva, es cuando el espíritu está entrando en preparación para la existencia mortal. Pero suponed que ocurre un accidente y el espíritu tiene que dejar su cuerpo prematuramente, ¿qué sucede entonces? Todo lo que el médico dice es: “Es un niño que ha nacido muerto”, y eso es todo lo que los médicos saben; pero sea que el espíritu haya permanecido en el cuerpo (es decir, en su propio cuerpo) un minuto, una hora, un día, un año, o que viva allí hasta que el cuerpo llegue a una buena edad, es cierto que llegará el momento cuando serán separados y el cuerpo regresará a la madre tierra, para dormir en el seno de esa madre. Eso es todo lo que hay en cuanto a la muerte.”
En otras ocasiones, además, el presidente Young enseñó que deberíamos tener esperanza en cuanto a la resurrección de los niños que nacen muertos. “Ellos están bien”, dijo, y no es necesario hacer nada respecto a ellos con relación a sellamientos y ordenanzas.
LA RESURRECCIÓN DE TODAS LAS COSAS
LA TIERRA Y TODA FORMA DE VIDA RESUCITARÁN. Toda criatura viviente sobre la tierra, sea el hombre, los animales, los peces, las aves o cualquier otro ser vivo creado por el Señor, es redimido de la muerte en los mismos términos en que es redimido el hombre. Estas criaturas no son responsables de la muerte que vino al mundo en grado mayor que nosotros, y siendo que han sido creados por el Padre, tienen derecho a su redención y duración eterna.
La tierra misma será cambiada en su cuerpo mortal pues ella también es una cosa viva ahora, bajo la maldición de la muerte, y “soporta la ley de un reino celestial, porque cumple la medida de su creación, y no traspasa la ley; así que, será santificada; sí, a pesar de que morirá, será vivificada de nuevo; y se someterá al poder que la vivifica, y los justos la heredarán.”
TODAS LAS COSAS VIVAS RESUCITARÁN. “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo”, leemos en las Escrituras, “sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá.” Sabemos que cada criatura es animada por el espíritu que está en ella, tal como lo es el hombre. El Señor declaró mediante el Profeta que “el espíritu del hombre [es] a semejanza de su persona, como también el espíritu de los animales y toda otra criatura que Dios ha creado”. ¿Existe alguna criatura viviente que Dios no haya hecho? Si es así, el poder de la creación ha escapado de sus manos. El es supremo y toda forma de vida viene de El, es su don a toda criatura.
El cuerpo purificado será el mismo cuerpo que se levantará en su “forma perfecta”, y así leemos: “Y entonces vendrá el fin, y el cielo y la tierra serán consumidos y pasarán, y habrá nuevo cielo y nueva tierra. Porque todas las cosas viejas pasarán, y todo será nuevo, aun el cielo y la tierra, y toda la plenitud de ellos, tanto hombres como bestias, aves del aire, y peces del mar; y ni un pelo ni una mota se perderán, porque todo es la hechura de mis manos.”
























