Doctrina de Salvación Tomo 2

Capítulo 16

Fe para Alcanzar La Salvación


LA LEY DE LA FE

LA FE TIENE COMO CENTRO A CRISTO. Que quede bien claro en vuestra mente, ahora y en todo momento, que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el que vino al mundo para dar su vida a fin de que nosotros podamos vivir. Esa es la verdad y es una verdad fundamental. Sobre ella se funda nuestra fe. No puede ser destruida.

Nosotros debemos aferrarnos a esta enseñanza a pesar de las enseñanzas del mundo y de los conceptos de los hombres, pues ella es principalísima, es esencial para nuestra salvación. El Señor nos redimió con su sangre; El nos dio salvación, siempre y cuando —y hay una condición que no debemos olvidar— obedezcamos sus mandamientos y lo recordemos siempre. Si hacemos eso, entonces seremos salvos, mientras que las ideas y las locuras de los hombres se desvanecerán de la tierra.

La razón por la que hay falta de espíritu y de fuerza en la enseñanza religiosa del mundo es, en parte, que los hombres han tratado de concertar la fe cristiana con la locura de los hombres; y, naturalmente, la fe no armonizará con la falsedad y con las doctrinas de los hombres. Pero nosotros hemos recibido la luz del evangelio sempiterno, es nuestra salvación. Aferrémonos a él y adoremos al Señor y guardemos sus mandamientos; tal como hemos sido instruidos a hacerlo, en el nombre de su Hijo.

LA FE EN CRISTO Y EN LA MISIÓN DE JOSÉ SMITH VAN JUNTAS. Mediante la fe llegamos a Dios. Si no creyéramos en el Señor Jesucristo, si no tuviéramos fe en su expiación, no nos sentiríamos inclinados a prestar atención alguna a sus mandamientos. Es porque tenemos esa fe que podemos entrar en armonía con, su verdad y tenemos el deseo en nuestro corazón de servirlo.

El primer principio del evangelio es fe en el Señor Jesucristo; y naturalmente no vamos a tener fe en el Señor Jesucristo sin tener fe en su Padre. Entonces si tenemos fe en Dios el Padre y en el Hijo y somos guiados, tal como deberíamos serlo, por el Espíritu Santo, tendremos fe en los siervos del Señor mediante los cuales El ha hablado

Debemos tener fe en la misión de José Smith. Siendo que el mundo había caído en obscuridad espiritual, había cambiado las ordenanzas y quebrantado el convenio sempiterno, la Iglesia de Jesucristo tuvo que ser traída de nuevo desde los cielos. Donde no haya fe en estas verdades, no hay fe en Jesucristo que fue quien envió al profeta José Smith. Este conocimiento es vital para nuestra salvación eterna.

Nosotros estamos muy adelante de otros pueblos en el mundo. Tenemos más fe porque tenemos mejor comprensión de la verdad y porque en mayor proporción estamos esforzándonos por vivir los mandamientos del Señor.

JOSÉ SMITH PREPARÓ DISCURSOS SOBRE LA FE. En el viejo tomo de Doctrinas y Convenios, publicado antes de 1921, tenemos siete Discursos sobre la Fe. Me gustaría corregir algo que se ha generalizado. Se ha dicho que Sidney Rigdon escribió estos discursos. Sidney Rigdon no tenía una mente analítica, se me dice. Era considerado el principal orador de la Iglesia en su época, pero no podía sentarse y analizar sus pensamientos y disponerlos en orden y correlacionarlos, tal como los encontramos ordenados aquí.

Además, la única evidencia que tenemos en cuanto a de dónde provienen estos Discursos sobre la fe (Lectures on Faith) es que vienen del profeta José Smith. Se había organizado un comité para preparar lecciones para la Escuela de los Profetas. Aquí delante de mí tengo una anotación tomada de History of the Church (Historia de la Iglesia) de fecha 10 de diciembre de 1834:

“Nuestra escuela de élderes ahora contaba con muy buena asistencia, y con las disertaciones sobre teología (posteriormente llamadas Discursos sobre la Fe —Lectures on Faith—) que eran presentadas periódicamente, absorbió en el momento a toda otra cosa que fuese de naturaleza temporal. Las clases, tratándose en la mayoría de élderes, daban la atención más aplicada al objeto tan importante de estar mejor calificados como mensajeros de Jesucristo, a fin de estar listos para hacer su voluntad en llevar las buenas nuevas a todos los que quieran abrir sus ojos, oídos y corazón.”

Más tarde el Profeta, en dos lugares diferentes, hace esta declaración: “Enero de 1835.- Durante el mes de enero, estuve ocupado en la escuela de los élderes y en la preparación de disertaciones sobre teología para publicar en el libro de Doctrinas y Convenios, las cuales el comité, nombrado en el mes de septiembre anterior, estaba recopilando.”

Estos discursos no son considerados, y no lo eran tampoco cuando fueron incluidos en Doctrinas y Convenios, en igualdad con las revelaciones, pero debemos dar al profeta José Smith el reconocimiento de su autoridad.

REVELACIONES RETENIDAS POR FALTA DE FE. Hay muchas cosas que nos son retenidas. A muchas preguntas debemos posponer la respuesta. Si tuviésemos fe podríamos responderlas. El Señor está reteniendo conocimiento de nosotros por causa de nuestra indignidad. Leed lo que está escrito en el capítulo 27 de 2 Nefi, el capítulo 26 de 3 Nefi, el tercer capítulo y el cuarto, de Eter. En estos capítulos el Señor nos dice que El está negando al mundo y a la Iglesia la más grande revelación que jamás ha sido escrita. Es la historia del mundo desde el principio del mismo hasta el final. El Señor dice, en el capítulo 27 de 2 Nefi, que esa revelación no vendrá en los días de iniquidad.

Cuando Mormón estaba por escribir en el capítulo 26 de 3 Nefi, las cosas que Cristo había dicho a los discípulos, el Señor se lo impidió, diciendo: “Pondré a prueba la fe de mi pueblo.”

“Y cuando hayan recibido esto que conviene que obtengan primero para probar su fe, y si sucede que creen estas cosas, entonces les serán manifestadas las cosas mayores.”

TODAS LAS COSAS SON REVELADAS MEDIANTE LA FE. El hermano de Jared fue a una montaña. Vio el dedo del Señor y el Señor le mostró su cuerpo. Las Escrituras nos dicen que no se pudo impedir eso a causa de su gran fe, y él pudo ver dentro del velo. El Señor le dijo que escribiese en un lenguaje que no pudiese ser leído, le dio intérpretes mediante los cuales en el debido tiempo sería leído, y le dijo que sellara también los intérpretes.

“Y el día en que ejerzan la fe en mí, dice el Señor, así como lo hizo el hermano de Jared, para que puedan santificarse en mí, entonces les manifestaré las cosas que vio el hermano de Jared, hasta desplegar ante ellos todas mis revelaciones, dice Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre de los cielos y de la tierra, y de todas las cosas que en ellos hay.”

“Porque el Señor me dijo: No irán a los gentiles sino hasta el día en que se arrepientan de su iniquidad, y se vuelvan puros ante el Señor.”

Sostengo que en esta Iglesia estamos practicando la ley del diezmo, la Palabra de Sabiduría y muchas otras cosas igualmente importantes, así como también estamos poniendo en práctica el primer principio, el fundamental, del evangelio. Tenemos necesidad de mayor fe.

FE, OBRAS Y GRACIA

CRISTO ENSEÑA LA NECESIDAD DE LAS BUENAS OBRAS. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”

Éstas son las palabras del Salvador dichas a sus discípulos, y uno de ellos no comprendiendo lo que El quería decir, le hizo tina pregunta. Jesús respondió y le dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.”

CONTROVERSIA SECTARIA EN CUANTO A LA GRACIA Y LAS OBRAS. En el mundo cristiano hay varias opiniones en cuanto a qué es necesario para llevar a cabo la salvación de los hombres. Hay algunos que han aceptado muy literalmente, pero sin comprender el significado de ella, la expresión dicha por Pablo a los efesios: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe.”

Quienes aceptan ese punto de vista tan literalmente como está escrito, sin ninguna referencia al contexto, desechan o rechazan la epístola de Santiago, la cual, aparentemente para ellos; enseña una doctrina muy diferente, pues Santiago dice esto: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces: también los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”

Y de este modo la controversia ha estado en marcha desde los días de la Reforma, si no es que desde antes, con relación a estos versículos. Algunos defendiendo la doctrina de Santiago y algunos la doctrina de Pablo, ambos malentendiendo lo que Pablo ha escrito y lo que Santiago ha escrito, pues en realidad no hay conflicto.

El mundo está lleno de gente buena y honesta que cree que todo lo que es necesario que uno haga para ser salvo es confesar con los labios el nombre de Jesucristo. Cierto ministro del evangelio me dijo una vez que si la Biblia entera se perdiese con la excepción de un versículo, ese versículo sería suficiente para salvar al mundo. Y ese versículo es el siguiente: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”

LAS ENSEÑANZAS DE PABLO Y DE SANTIAGO ESTÁN EN CONCORDANCIA. Bien, naturalmente, este es un punto de vista extremo. No sería suficiente para salvar al mundo por la muy buena razón de que el Señor nos ha dicho que debemos vivir según toda palabra que procede de la boca de Dios, y nosotros estamos, como os he leído, bajo la necesidad de obedecer sus mandamientos.

Deseo señalar que no hay conflicto alguno en las enseñanzas de estos dos apóstoles de la antigüedad; que Pablo enseñó la doctrina que era enseñada por Santiago; y Santiago estaba en pleno acuerdo con la doctrina que era enseñada por Pablo, existiendo el hecho de que los dos estaban encarando el tema desde diferentes ángulos.

Pablo estaba tratando con la clase de gente que creía que el hombre no podía ser salvo a menos que se sujetase a la ley de Moisés, de que el hombre estaba bajo la necesidad más o menos de salvarse a sí mismo, y que negaba el pleno poder de la expiación de Jesucristo.

Santiago, por otra parte, estaba defendiendo la necesidad de las obras, contraatacando la idea que prevalecía entre otros que profesaban tener fe en Cristo y que decían que con tener fe era suficiente. Por lo tanto ellos encararon este tema desde puntos de vista diferentes y cada uno estaba enseñando la verdad.

LA GRACIA Y LAS OBRAS: LA MISMA DOGFRINA, DOS PERSPECTIVAS. Yo podría ilustrar esto. Muchas veces he pasado por una calle y he mirado en la vidriera de una tienda y he leído un cartel que hay allí. Al acercarme por la derecha, ciertas palabras parecían estar anunciando determinados artículos. Al seguir adelante y estar bien de frente, entonces algo más había aparecido; y al seguir hacia la izquierda y yo mirar hacia atrás al cartel, otras palabras habían aparecido, tres carteles diferentes y distintos, pero todos refiriéndose a los artículos que se venden en esa tienda. Yo podría pararme a la derecha y decir: “Este cartel dice esto…” y vosotros podríais pararos a la izquierda y decir: “No, no es cierto; podemos verlo y dice esto otro”, y podríamos discutir al respecto y las dos opiniones bien podrían estar equivocadas. aunque ambas serían parcialmente correctas.

Tal vez hayáis oído la historia de los dos caballeros que discutieron en cuanto al escudo que estaba sobre el brazo de la estatua, uno decía que era de oro y el otro sostenía que era de plata, y así discutieron hasta que se dieron de golpes y cada uno recibió una herida mortal. Pero al caer a tierra y al haber cambiado de posición, el que estaba a la derecha vio que el escudo de oro era de plata y el que estaba a la izquierda vio que el escudo de plata era de oro.

Esta es la situación tal como nosotros la consideramos con relación a la enseñanza de Pablo y de Santiago. Es doctrina de la Iglesia que es plenamente defendida y sostenida por las Escrituras, y por los manejos de Dios con los hijos de los hombres desde el principio, y ella es que: El no hace por nosotros nada de lo que nosotros podamos hacer por nosotros mismos, sino que requiere que hagamos por nosotros mismos todo lo que esté al alcance de nuestro poder para nuestra salvación. Creo que es lógico y razonable. Por otra parte, el Señor ha hecho todo por nosotros, para nuestra salvación, de aquello que no podíamos hacer por nosotros mismos y había cosas que no podíamos hacer por nosotros mismos y hemos tenido que tener ayuda proveniente de una fuente infinita.

TODA LA SALVACIÓN VIENE MEDIANTE LA GRACIA DE CRISTO. Hay una diferencia entre el Señor Jesucristo y el resto de la humanidad. Nosotros no tenemos vida en nosotros mismos, pues no se nos ha dado poder para poner nuestra vida y volver a tomarla. Eso está más allá de nuestro poder y por lo tanto, estando sujetos a la muerte y siendo pecadores —todos somos transgresores de la ley hasta cierto punto, no importa cuán buenos hayamos tratado de ser— somos, por lo tanto, incapaces en y de nosotros mismos para recibir la redención de nuestros pecados mediante cualquier acto propio.

Esta es la gracia que Pablo estaba enseñando. Por lo tanto, es mediante la gracia de Jesucristo que somos salvos. Y si El no hubiera venido al mundo y dado su vida para volverla a tomar, o como dijo en otro lugar, a dar su vida para que nosotros podamos tenerla más abundantemente estaríamos sujetos a la muerte y en nuestros pecados.

TANTO LA INMORTALIDAD COMO LA VIDA ETERNA VIENEN MEDIANTE LA GRACIA. Como fue señalado por Isaías y otros de los profetas muchos cientos de años antes de su nacimiento, Cristo tomó sobre sí mismo las transgresiones de todos los hombres y sufrió por ellos, para que pudieran escapar a condición de su arrepentimiento y aceptación del evangelio, así como su fidelidad hasta el fin. De manera que somos salvos mediante la gracia y no de nosotros mismos. Es un don de Dios.

Si Jesucristo no hubiera muerto por nosotros, no nos habría venido salvación y habríamos permanecido absolutamente en nuestros pecados, sin redención, estando sujetos a Satanás y a sus emisarios para siempre jamás. Pero mediante la misericordia de Dios, Cristo vino al mundo y su sangre fue derramada para la redención de los hombres, de manera que todos los que crean y lo reconozcan a El y tomen sobre sí sus mandamientos, perseverando hasta el fin, recibirán la vida eterna.

En lo que concierne a la redención de entre los muertos, como no somos responsables de la muerte, seremos redimidos de ella. Por lo tanto, mediante la sangre de Cristo, todo hombre saldrá de entre los muertos en la resurrección y el espíritu y el cuerpo quedarán inseparablemente unidos. Entonces el hombre, si ha sido justo, recibirá una plenitud de gozo y si ha sido injusto, sufrirá, naturalmente, por sus transgresiones, pero cada hombre recibirá inmortalidad, lo que significa que no volverá a morir.

Estas son las doctrinas que fueron enseñadas por el Señor Jesucristo. Este es el peso del mensaje que nosotros declaramos al mundo: a Cristo y a El crucificado para la redención de los hombres.

LA GRACIA Y LAS OBRAS SE UNEN PARA ACARREAR SALVACIÓN. De manera que Pablo enseñó a esas personas —las que creían que podían ser salvas por algún poder que había en sí mismas, o en la observancia de la ley de Moisés— y les señaló el hecho de que si no fuera por la misión de Jesucristo, si no fuera por este gran sacrificio expiatorio, no podrían ser redimidas. Y por lo tanto era mediante la gracia de Dios que eran salvas, no por ninguna obra de parte de ellas, pues estaban absolutamente imposibilitadas. Pablo tenía toda la razón.

Y por otro lado, Santiago enseñó, tal como enseñó el Señor y tal como había enseñado Pablo en otro pasaje, que es nuestro deber, necesariamente, trabajar, esforzarnos con diligencia y fe, obedeciendo los mandamientos del Señor, si es que queremos alcanzar aquella herencia que se promete a los fieles, y la cual será dada a ellos mediante su fidelidad hasta el fin. No hay contradicción en la doctrina de estos dos hombres. No hay necesidad de que el mundo esté en conflicto con relación al tema. Se debe únicamente al hecho de que ellos no pueden comprender la misión de Jesucristo. No entienden qué significa la salvación. No saben sobre qué se basa.

LA SALVACIÓN VIENE MEDIANTE LA GRACIA, MEDIANTE LA FE Y MEDIANTE LAS OBRAS. De manera que es fácil entender que debemos aceptar la misión de Jesucristo. Debemos creer que es mediante su gracia que somos salvos, que El efectuó por nosotros aquella obra que no podíamos efectuar para nosotros mismos y que El hizo las cosas que eran esenciales para nuestra salvación, las cuales estaban más allá de nuestro poder; y además estamos bajo el mandamiento y necesidad de realizar las obras que son requeridas de nosotros tal y como han sido establecidas en los mandamientos conocidos como el evangelio de Jesucristo.

A menos que el hombre se aferre a la doctrina y ande en fe, aceptando la verdad y cumpliendo los mandamientos tal como han sido dados, será imposible que reciba la vida eterna, no importa cuánto confiese con sus labios que Jesús es el Cristo, o que crea que el Padre lo envió al mundo para la redención del hombre. De manera que Santiago tiene razón al decir que los demonios “creen y tiemblan”, pero no se arrepienten. Así que es necesario no solamente que creamos, sino que nos arrepintamos, y que con fe efectuemos buenas obras hasta el fin; y entonces recibiremos la recompensa de los fieles y un lugar en el reino celestial de Dios.

LA FE Y LOS MILAGROS

LA FE VIENE MEDIANTE LA RECTITUD. Los milagros no son un salvaguardia permanente de la fe. Vuestra fe puede disminuir a pesar del hecho de que el Espíritu os haya testificado que Jesucristo es el Hijo de Dios y que José Smith es un Profeta de Dios, si es que os tornáis inactivos.

Si queremos tener una fe viva, permanente, debemos estar activos en el desempeño de cada deber como miembros de esta Iglesia. Estoy tan seguro como que me encuentro aquí, de que veríamos más manifestaciones del Espíritu de Dios, por ejemplo en la sanidad de los enfermos, si viviésemos un poco más apegados a estas verdades fundamentales.

ES UNA LOCURA PONER EN DUDA LOS MILAGROS BÍBLICOS. Creo que no es de buen gusto que ningún hombre hoy, dentro de la Iglesia o fuera de ella, explore los milagros de la Biblia. Ciertamente que no está de acuerdo con la comisión dada a los maestros en la Iglesia poner en duda los milagros de las Escrituras y decir: “No creo que Moisés por el poder del Espíritu Santo haya dividido el Mar Rojo, o que las murallas de Jericó hayan caído por mandato de Josué, o que el sol y la luna hayan quedado quietos, o que Jonás haya sido echado al mar y salvado por un pez que lo tragó”. Es de mal gusto que hoy nosotros digamos que no creemos en estas cosas, cuando vivimos días en que los más grandes milagros que el mundo ha visto están delante de nosotros cotidianamente.

LOS MILAGROS DE LA BIBLIA Y LOS DE LA CIENCIA. Un día yo estaba hablando con un hombre que decía que no podía aceptar las declaraciones que aparecen en las Escrituras, en cuanto a la caída de Adán y la muerte entrando en este inundo. El no podía creer en los milagros de las Escrituras. Dijo que creer que Josué hubiera mandado que el sol y la luna quedasen quietos y que Jonás hubiera sido tragado por una ballena o por un pez, era contra la ciencia. “Usted no puede esperar que yo crea en cosas como estas.” El consideraba que estaba en posición coherente con la razón y que yo no.

Todos vosotros, venid conmigo, imaginariamente, cien años atrás. Suponed que vivimos en el año 1830, cuando la Iglesia fue organizada. Suponed que os digo —en 1830— que dentro de cien años los hombres podrán viajar del Atlántico al Pacífico en un día. ¿Aceptaríais entonces esa idea más prestamente que la historia de Josué o que la de Jonás? En 1830, ¿cuál de estas historias hubierais aceptado primero?

Si yo os dijese en aquel entonces que un hombre podría ponerse de pie en Nueva York o Washington, y hablando no más alto de lo que yo os estoy hablando ahora podría ser escuchado en todo el inundo, ¿cuál de las dos historias creeríais primero, la que yo estaría contando o la de Josué? Si sois honestos en vuestros pensamientos, habríais elegido preferentemente la historia escrita en la Biblia.

Estas cosas que yo he mencionado son logradas hoy en día. Uno de nuestros hombres voló desde el Atlántico al Pacífico en un día. Yo he escuchado en ]a radio a un hombre que estaba hablando desde Alemania, Holanda, Inglaterra y desde distintos lugares de los Estados Unidos, y estando yo sentado en mi propia casa en Salt Lake City.

CÓMO ES QUE EL SOL SE DETUVO. Pero el hombre del que hablábamos al principio no podía aceptar la historia de Josué porque iba contra la ciencia. El cree que el Señor no pudo escuchar la oración de Josué y hacer que la tierra rotase con menos rapidez, pues eso es lo que aconteció. “Si eso hubiera sucedido —dijo—, todo lo que está sobre la tierra habría salido despedido hacia el espacio.”

Bien, si el Señor puede dar a la tierra sus tiempos y estaciones, sus revoluciones, y del mismo modo controlar todos los cuerpos celestes, ¿vamos a negarle el poder de controlarlos y vamos a decir que El no podría detener a la tierra y al mismo tiempo mantener a los mares en su lugar? Yo he viajado en un tren a unos 95 kilómetros por hora y he estado parado en el pasillo cuando el tren se ha detenido pero no he sido arrojado al suelo, porque el tren se detuvo gradualmente. Creo que el Señor hizo esto con la tierra. El tiene el poder de hacerlo, ¿no es así?

A mí me parece tan extraño que un hombre ponga en tela de juicio al poder del Señor y a la vez reconozca los maravillosos logros del hombre que, por cierto, ¡son maravillosos! Pero por no ver lo que sucede en un caso, lo rechaza, y porque ve con sus ojos y oye con sus oídos en el otro, cree.

Deberíamos tener plena confianza en el Señor y en su palabra. Algunas personas querrían atar de manos al Señor. Algunos dicen que estos acontecimientos milagrosos fueros escritos en un día de superstición, muchos años después de lo que se dice que acontecieron; que la Biblia es un libro escrito por hombres que tenían una imaginación activa y que creían en cosas milagrosas e imposibles. Pero estas cosas también se encuentran .en el Libro de Mormón y en otras revelaciones provenientes del Señor.

Nada de lo que aparece relatado en las Escrituras es más milagroso ni más maravilloso que las cosas que vemos demostradas a nuestro alrededor cada día. Nosotros como Santos de los Ultimos Días, deberíamos andar en rectitud y en el espíritu de fe. Deberíamos estar ansiosos de creer en las palabras del Señor y tener más confianza en lo que ha venido de El que en lo que ha venido mediante el brazo de la carne. Aumentemos nuestra fe y confianza en el Señor.

CRISTO CREÍA EN LA HISTORIA DE JONÁS. ¿Vamos nosotros a rechazarla como una imposibilidad y decir que el Señor no pudo preparar un pez, o ballena, para tragar a Jonás? Si el señor Robert Ripley y algunos otros merecen credulidad, algo similar ha sucedido —posiblemente más de una vez— no ha mucho, como para ser recordado por alguien que vive hoy en día. Ciertamente el Señor se sienta en los cielos y sonríe ante la sabiduría del mofador y entonces, súbitamente, responde al desatino con una repetición del milagro en cuestión, o por la presentación de uno aún mayor.

¿Es mayor milagro que el Señor prepare un pez para llevar a Jonás hasta la costa a fin de que cumpliera con la misión que le había sido asignada, que para el presidente de los Estados Unidos hablar en tono común y ser oído, bajo ciertas condiciones; por todos los pueblos en todas partes de la tierra? Honestamente, ¿cuál milagro es mayor?

Creo, como creía el señor William J. Bryan, en el relato de Jonás. La principal razón por la que creo no es porque esté relatado en la Biblia, ni porque el incidente haya sido repetido hoy en día, sino por el hecho de que Jesucristo, nuestro Señor, lo creyó. Los judíos lo buscaban para que les diese una señal de su divinidad. El les dio una, pero no la que ellos esperaban. Los mofadores de aquella época, a pesar de las obras poderosas del Señor, fueron incapaces de creer a causa del pecado.

“El les respondió y les dijo: la generación mala y adúltera demanda señal; pero la señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches? así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”

LA FE Y LOS MÉDICOS. Nosotros deberíamos depositar nuestra fe en el Señor y guardar sus mandamientos, pero el Señor también nos ha dicho que ejerzamos obras con nuestra fe, y hay sabiduría en obtener consejo para ayudarnos a cuidar de nuestro cuerpo, y cuando enfermamos la hay en buscar los mejores método para restaurarlo a la salud. El médico tiene un lugar apropiado en la Iglesia tal cual lo tuvo en los días de los apóstoles de la antigüedad. Ellos tenían médicos, uno de ellos era Lucas, autor de uno de los Evangelios. Nosotros debemos vivir por la fe, pero el Señor nos ha aconsejado que busquemos enfermeras u otras personas para que nos ayuden cuando la ocasión lo requiera.

LA FE Y EL DILUVIO

LAS LLAMADAS OBJECIONES AL DILUVIO. La mayoría de nuestras dificultades y dudas vienen de malas interpretaciones y no hay nada, probablemente, que haya sido más malentendido y que haya sido motivo de más burla de parte de los sabios en su propio saber, que el relato del diluvio. Yo estoy agradecido por haber nacido con la comprensión y el corazón y el espíritu de credulidad. Nunca es difícil para mí aceptar lo que está escrito y que se ha afirmado mediante la revelación. Yo tengo confianza en que el Señor dice la verdad, aun cuando no sea capaz de entender las respuestas. En este caso del diluvio la respuesta es clara y sencilla.

Nuestro hermano, al negar la historia del diluvio, dice: “No existe suficiente agua en la tierra y en su atmósfera como para inundar al mundo de manera que las montañas fuesen todas cubiertas.”

Además, dice: “En el caso de que el agua hubiera sido traída del espacio exterior, la masa de la tierra habría sido tan alterada que sus constantes astronómicas hubieran resultado alteradas también, esto es, el tiempo para girar en su órbita, la distancia desde el sol, etc. Tal cantidad de agua no se evaporaría en el tiempo indicado de 150 días sin hervir violentamente, condición en la que no podría persistir forma alguna de vida.”

LA SUPERFICIE DE LA TIERRA SERÁ RESTAURADA A SU ESTADO PRIMITIVO. Mi respuesta a todo eso ¿s que es una mera especulación. El Señor, que creó la tierra, ciertamente la controla. ¿Por qué tratar de negarle este poder? Además, se nos enseña que partes de esta tierra han sido quitadas de ella, tales como la ciudad de Enoc, lo cual incluía tanto a la superficie de la tierra como a la gente que la habitaba. Sin embargo la tierra ha mantenido su curso estable, y “se sujeta a la ley” que le fue dada.

Luego, además, la superficie de la tierra no era igual en la época del diluvio como es hoy en día. Nosotros vivimos en el gran día de restauración. En esta dispensación, se nos ha dicho, el Señor llevará todas las cosas a la condición en la que estaban antes de que la maldición viniese sobre la tierra. La tierra debe ser renovada o restaurada a su belleza y condición primitivas, y cuando llegue ese día las altas montañas que se pueden ver hoy en día, serán aplanadas y los valles subirán. Esto no es solamente una alegoría, sino una condición literal que prevalecerá. Os recomiendo la lectura de las palabras del élder Parley P. Pratt en Una voz de amonestación, y las del presidente John Taylor en su Government of God” (Gobierno de Dios), en explicación dada sobre este punto.

LOS PROFETAS PREDICEN CAMBIOS EN LA SUPERFICIE DE LA TIERRA. Aquí hay algunas referencias tomadas de las Escrituras:

“Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.”

“Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.”

“¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes.”

“Que los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo y toda serpiente que se arrastra y todos los hombres que están sobre la faz de la tierra, temblarán ante mi presencia; y se desmoronarán los montes, y los vallados caerán, y todo muro caerá a tierra.”

“Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.”

LA REVELACIÓN DADA EN LOS ÚLTIMOS DIAS HABLA DE LA RESTAURACIÓN DE LA TIERRA. Sé que es costumbre espiritualizar estos pasajes y adjudicarles una interpretación figurada pero en nuestras Escrituras modernas, así como en la Biblia, el significado literal está claramente declarado. Os daré unas pocas referencias tomadas de Doctrinas y Convenios:

“Por tanto, no seáis engañados, sino continuad con firmeza, esperando que los cielos se estremezcan y que la tierra tiemble y se tambalee como un borracho; y que los valles sean levantados y las montañas rebajadas; y que sean allanados los lugares escabrosos —y todo esto cuando el ángel toque su trompeta.”

“Y alzará su voz desde Sión, y hablará desde Jerusalén, y se oirá su voz entre todo pueblo. Y será una voz como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos que derribarán los montes; y no se hallarán los valles.

Mandará al mar profundo, y será arrojado hacia los países del norte, y las islas serán una sola tierra. Y la tierra de Jerusalén y de Sión volverán a su propio lugar, y la tierra será como en los días antes de ser dividida.

GRANDES CAMBIOS FUERON INTRODUCIDOS POR EL DILUVIO. Estas referencias de las Escrituras nos enseñan claramente que el día llegará cuando las montañas serán allanadas y naturalmente los valles subirán. Esto es parte de la gran restauración. El mar será echado hacia el norte, de manera que allá debió haber estado antes. La superficie de la tierra será juntada nuevamente y las islas devueltas al continente, tal como fue en el principio.

Y bien, ¿por qué traer de nuevo la condición que existía en el principio? Porque en el principio el Señor declaró que la tierra era buena. Luego después de la Caída, le fue puesta una maldición y ocurrieron muchos cambios. En este período de restauración todas las cosas serán devueltas a su condición original. Leed el décimo Artículo de Fe.

Del conocimiento que nos ha llegado mediante la revelación, aprendemos que los montes en la época del diluvio no eran los picos grandes e imponentes que vemos hoy en día. Esto significa una gran diferencia en la distribución del agua sobre la superficie de la tierra. No sabemos qué le ocurrió a la tierra en cuanto a cambios durante el diluvio; pero evidentemente hubo grandes cambios provenientes de la superficie cubierta por el agua tan súbitamente.

CANTIDAD DE AGUA DISPONIBLE PARA EL DILUVIO. El argumento de que no hay suficiente agua en la tierra y en su atmósfera para cubrir la tierra con una capa bajo ciertas condiciones, es también pura especulación. Dos terceras partes de la superficie de la tierra son agua. Esta agua es tan profunda, o más profunda, que la altura de las montañas de hoy en día.

Cuando fueron abiertas las fuentes del gran abismo y bajaron los diluvios, parece que una enorme ola pudo fácilmente barrer la faz de la tierra sin vaciar la cuenca de los océanos y así forzó a una inundación suficientemente alta como para sepultar la faz de la tierra durante bastante tiempo y satisfacer los requisitos de tal ocasión. Pero si alguien desea sostener que esto no pudo aportar suficiente agua, entonces tenemos la palabra del Señor que podría indicar que el agua fue traída de otra parte y luego devuelta, a pesar de las teorías de los hombres en oposición a esto. El Señor sostiene a la tierra en el “hueco de su mano”. Ciertamente que El tiene poder para controlarla; para equilibrarla y mantenerla en su órbita, o para hacer con ella lo que a El le plazca. ¡Cuán insensatos e impotentes son los pensamientos de los hombres!

EL DILUVIO CUBRIÓ TODA LA TIERRA. Además, nuestro hermano sostiene que la paloma no pudo haber encontrado una hoja de olivo cuando Noé la mandó, porque toda la tierra había sido cubierta con agua durante cinco meses o más. Yo he visto árboles cubiertos con agua de inundaciones por ese período de tiempo los cuales de nuevo dieron hojas cuando la condición desfavorable fue quitada.

Además, no era necesario que toda la superficie de la tierra fuese cubierta más que por un corto período de tiempo, y luego las aguas comenzaron a retroceder a sus niveles normales. No hay nada en el relato bíblico que contradiga esto. Es posible, y bien podemos suponer que se pueda declarar como un hecho, que toda el agua no permaneció sobre la superficie de la tierra durante 150 días; sino que en lo que respecta a Noé la tierra quedó seca en ese período de tiempo, por lo menos la historia dice que las aguas bajaron.

Otro punto que debería ser considerado, si es que nos sentimos inclinados a aceptar las revelaciones dadas al profeta José Smith, es que Noé construyó su arca en alguna parte de lo que nosotros nos sentimos complacidos en llamar el Hemisferio Occidental, según podemos descubrir. El arca tocó tierra sobre el Monte Ararat, a una gran distancia del lugar desde el cual comenzó el viaje, aunque en aquel tiempo la tierra no había sido dividida. De manera que el diluvio no pudo ser una inundación local como algunos desearían que creyésemos.

EL DILUVIO FUE EL BAUTISMO DE LA TIERRA. Ahora una palabra en cuanto a la razón del diluvio. Fue el bautismo de la tierra, y tuvo que ser por inmersión. Si el agua no cubrió a toda la tierra, entonces la tierra no fue bautizada, pues el bautismo del Señor no es por aspersión. Esta es una manera hecha estrictamente por el hombre y no es parte de las ordenanzas del evangelio.

ENSEÑANZAS DE BRIGHAM YOUNG EN CUANTO AL DILUVIO. Repetiré algunas palabras tomadas de las enseñanzas de los principales hermanos de la Iglesia. El presidente Brigham Young dijo de la tierra: “Ya ha sido bautizada. Vosotros que habéis leído la Biblia debéis conocer que esa es doctrina de la Biblia. ¿Qué importa si no está en las mismas palabras que yo uso? No por ello es menos verdad que fue bautizada para la remisión de los pecados. El Señor dijo: ‘Inundaré (o sumergiré) a la tierra en agua para la remisión de los pecados de los hombres’; o, si me permitís expresarme en un estilo familiar, matar todos los bichos asquerosos que estaban multiplicándose y reproduciéndose y contaminando su cuerpo; fue limpiada de su inmundicia; e impregnada en el agua, tal como algunos de los nuestros tienen que ser impregnados. El Señor bautizó a la tierra para la remisión de sus pecados, y ya ha sido limpiada de la inmundicia que ha salido de ella, la cual estaba en los que moraban sobre su faz.

“Hermanos y hermanas, deseo que continuéis en vuestra senda de hacer el bien; deseo que vuestra mente sea abierta más y más para ver y entender las cosas tal como son. Esta tierra, en su condición y situación presentes, no es una habitación adecuada para los santificados; pero se sujeta a la ley de su creación, ha sido bautizada en agua, será bautizada por fuego y el Espíritu Santo, y poco a poco será preparada para que los fieles moren sobre ella.”

“La tierra, dice el Señor, se sujeta a su creación; ha sido bautizada con agua, y, en el futuro, será bautizada con fuego y el Espíritu Santo, con el propósito de ser preparada para ir a la presencia celestial de Dios, con todas las cosas que moren sobre ella y que, como la tierra, se hayan sujetado a la ley de su creación.”

LAS ENSEÑAN/AS DE ORSON PRATT EN CUANTO AL DILUVIO. El élder Orson Pratt enseñó: “Otro gran cambio ocurrió cerca de 2000 años después que la tierra fue creada. Fue bautizada mediante agua. Vino una gran afluencia de agua, el gran abismo fue abierto, las ventanas de los cielos fueron abiertas desde lo alto, y las aguas prevalecieron sobre la superficie de la tierra, barriendo toda la maldad y la transgresión, una semejanza del bautismo para la remisión de los pecados. Dios requiere que los hijos de los hombres se bauticen. ¿Para qué? Para la remisión de los pecados. De manera que requirió que nuestro globo fuese bautizado por una inundación de agua, y todos sus pecados fueron lavados, no quedando ni uno.”

“Los cielos y la tierra se contaminaron así, es decir, los cielos materiales, y todas las cosas relacionadas con nuestro globo, todas, cayeron cuando cayó el hombre, y se sujetaron a la muerte cuando el hombre quedó sujeto a ella. Tanto el hombre como la tierra son redimidos del pecado original sin ordenanzas; pero pronto encontramos nuevos pecados cometidos por los caídos hijos de Adán, y la tierra se tomó corrupta delante del Señor por las transgresiones de ellos. Necesitaba ordenanzas redentoras por causa de estas segundas transgresiones. El Señor ordenó el bautismo o la inmersión de la tierra en agua, como ordenanza justificante.”

ENSEÑANZAS DE LOS PRESIDENTES TAYLOR Y PENROSE EN CUANTO AL DILUVIO. El presidente John Taylor dijo: “La tierra, Como una parte de la creación de Dios, ha cumplido y cumplirá la medida de su creación. Ha sido bautizada mediante agua, será bautizada mediante fuego; será purificada y llegará a ser celestial y será un lugar adecuado para que moren en ella cuerpos celestiales.”

El presidente Charles W. Penrose nos ha dejado esto: “De este modo serán salvos los habitantes de la tierra con las pocas excepciones de los que están más allá del poder de la redención. Y el globo sobre el cual han pasado su probación, habiendo obedecido la ley de su creación, llegará a la memoria de su Hacedor. Morirá como todo lo que produce. Pero será vivificado de nuevo y resucitado en la gloria celestial. Ha nacido del agua, también nacerá del Espíritu, mediante el fuego purificador de todas las corrupciones que una vez la mancillaron; se desarrollará en sus perfecciones como un miembro de la familia de mundos adaptados para la presencia del Creador, toda su luz latente avivada en acción centelleante, tomará su lugar entre los orbes gobernados por el tiempo celestial y brillando ‘como un mar de vidrio mezclado con fuego’, con todos los tintes y colores del arco celestial irradiando de su superficie, será habitada por los rescatados del Señor.”

LAS FILOSOFÍAS DEL MUNDO DESTRUYEN LA FE. He citado cierto número de referencias. La gran desventaja del mundo de hoy es la incredulidad, la duda, la falta de fe. ¡Cuánto mejor sería si pudiéramos guardarnos en armonía con el Espíritu Santo para poder sentir y conocer la verdad con la fe sencilla que tuvo Nefi.! La guía del Espíritu Santo es ofrecida a cada miembro de la Iglesia para que no ande en tinieblas sino que sea protegido del error y conozca la verdad. Si viviésemos en la forma en que debiéramos, tendríamos derecho a esta guía, de manera que no seríamos engañados. Las filosofías y doctrinas de los hombres hoy en día tienen la tendencia de destruir la fe en el Señor y de arrojar dudas sobre sus revelaciones.

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