Capítulo 10
Libros que el Señor Aprueba
LOS CLÉRIGOS Y LOS CRÍTICOS COMBATEN LA BIBLIA
LOS CRÍTICOS DE LA BIBLIA SON INSPIRADOS POR SATANÁS. La Santa Biblia ha surtido mayor influencia benéfica en el mundo que cualquier otro libro que se haya publicado. Se ha impreso en más ediciones y traducido a más idiomas y leído por más personas, que cualquier otro libro. Ninguna otra publicación se ha examinado más severa y críticamente. La razón porque la Biblia surte tan gran influencia benéfica se debe a que es inspirada, y contiene la palabra del Señor comunicada a sus profetas, los cuales escribieron y hablaron según fueron inspirados por el Espíritu Santo desde el principio del mundo.
Precisamente por la misma razón ha traído sobre sí el fuego de la crítica desfavorable. Si no hubiese sido un escrito inspirado, no le habrían prestado tanta atención los críticos opugnadores, quienes han derivado su inspiración del autor de lo inicuo, el cual desde el principio juró en su ira que lucharía para destruir la obra de Dios.
LOS CLÉRIGOS APÓSTATAS COMBATEN LA IMPRESIÓN DE LA BIBLIA. Todavía en el siglo XIV, cuando el mundo se hallaba bajo el dominio de un poder despótico que ni temía a Dios, ni lo servía, eran pocos, aparte de los religiosos, que tenían suficiente educación para leer y escribir. Los sacerdotes eran los abogados, diplomáticos, embajadores, instructores y primeros ministros de las naciones. Todos los hombres cultos hablaban y escribían latín, el idioma de Roma. La historia hace constar que por varios siglos, si un hombre declarado culpable de un crimen en Inglaterra podía mostrar que sabía leer y escribir, podía reclamar su derecho a los beneficios de un jurado en los tribunales eclesiásticos, el cual, a causa de prolongados abusos, significaba la exención del castigo de la ley criminal del país.
Con la invención de la imprenta revivió la instrucción, y durante los días de la reforma muchos de entre la gente común aprendieron a leer y a escribir. Para entonces se habían recopilado los libros de la Biblia y se habían hecho varias traducciones en los idiomas de los pueblos de Europa. La Biblia de Wycliffe salió a luz en 1330, y la siguieron otras traducciones en fechas posteriores, tanto en inglés como en otros idiomas.
Al principio hubo un esfuerzo, por parte del poderoso pero corrupto clero, para destruir estas copias que se prepararon sin que la gran Iglesia Católica concediera su autoridad. Antes de la época de la imprenta, un ejemplar de la Biblia costaba la cantidad de 500 coronas. Con la ayuda de la imprenta, se redujo el precio a cinco coronas, cosa que permitió que la gente no solamente tuviera el privilegio de escuchar la lectura de las Escrituras en su lengua nativa, sino que también adquiriera el entendimiento mediante el cual ellos podían leer por sí mismos.
LOS HOMBRES ERAN QUEMADOS EN LA HOGUERA POR POSEER LAS ESCRITURAS. El columnista inglés, Henry Kneighton, muchos años antes habían expresado el concepto que entonces prevalecía en cuanto a la lectura de las Escrituras, cuando denunció la lectura general de la Biblia, quejándose de que “no sea que la joya de la Iglesia, hasta ahora la propiedad exclusiva del clero y los religiosos, llegue a ser común entre los laicos”. El arzobispo Arundel de Inglaterra, había expedido un reglamento de que “ninguna parte de las Escrituras en inglés se ha de leer, ya sea en público o en lo particular, ni ser traducida en lo futuro, bajo pena de la excomunión mayor”. En Cambridge se prohibió la traducción que Erasmo hizo del Nuevo Testamento, y el vicario de Croyden dijo desde su púlpito: “Debemos extirpar la imprenta o la imprenta nos extirpará a nosotros.”
En el reinado de Enrique VIII, la lectura de la Biblia por parte de la gente común, o aquellos que no eran de la clase privilegiada, había sido prohibida por decreto parlamentario, y en Inglaterra, así como en los Países Bajos y en otras partes, los hombres fueron quemados en la hoguera por tener en su posesión sólo algún fragmento de las Escrituras.
CASTIGO DE PENA DE MUERTE POR LA OFENSA DE LEER LA BIBLIA. Para aquellos que eran considerados negligentes en sus deberes eclesiásticos, o herejes en cuanto a doctrina, se formularon edictos, en varias partes de Europa, que les prohibían reunirse en asambleas particulares para actos de devoción. “Toda lectura de las Escrituras, toda discusión dentro del hogar con respecto a la fe, los sacramentos, la autoridad papal u otros asuntos religiosos, estaba prohibida bajo pena de muerte”, escribe Motley en su Historia de la república neerlandesa. “Los edictos no eran letra muerta. Las hogueras constantemente estaban recibiendo combustible humano proporcionado por monjes que conocían el arte de quemar a los reformadores mejor que el de discutir con ellos. El patíbulo era el más conclusivo de los silogismos, y se empleaba en toda ocasión.”
Continuando este lastimoso relato de las condiciones en los insumisos Países Bajos y otras naciones bajo el dominio español, el mismo autor dice: “Carlos [V] introdujo y organizó una inquisición papal junto con esos terribles ‘carteles’ que él inventó, los cuales constituyeron una inquisición disfrazada más cruel aún que la de España. Jamás se permitió que decayera la ejecución del sistema. El número de neerlandeses que fueron quemados, ahorcados, decapitados o sepultados vivos, en cumplimiento de sus edictos, así como por la ofensa de leer las Escrituras, o mirar de soslayo a una imagen grabada, o ridiculizar la presencia real del cuerpo y sangre de Cristo en una hostia, alcanzó la crecida cifra de cien mil personas, según autoridades distinguidas, y jamás ha bajado de cincuenta mil.”
¡Imaginémonos la existencia de semejante condición entre aquellos que profesaban ser los ministros de la palabra de Dios y los maestros de las revelaciones de los profetas! El Señor declaró que el pueblo conocería su voluntad mediante el estudio de las Escrituras, y sus discípulos enseñaron que éstas fueron dadas por la inspiración de Dios, y que eran útiles para instruir en justicia, y que fueron escritas expresamente para nuestra instrucción.
A pesar de los estrictos y horrendos reglamentos en esa edad de obscurantismo, la gente continuó imprimiendo, leyendo, estudiando, aprendiendo mucho concerniente a las Escrituras, hasta que se cumplió la predicción del Vicario de Croyden.
LA REVELACIÓN DE LOS ÚLTIMOS APRUEBA LA BIBLIA. hoy día la Biblia es el blanco de más críticas y dudas, y especialmente los escritos de Moisés, que en cualquier época previa. La crítica superior ha procurado destruir la autenticidad de los cinco libros de Moisés y fijar su origen en una fecha muy posterior. Esta revelación a José Smith establece la autenticidad de las palabras de Moisés, y para todo verdadero Santo de los Ultimos Días la cuestión de la validez y de quién escribió el libro de Génesis y otros libros en las Escrituras es asunto resuelto. El Señor lo ha decidido por medio de nueva revelación en la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos.
LOS MIEMBROS TIENEN TESTIGOS ANTIGUOS Y MODERNOS DE LAS ESCRITURAS. Durante el siglo pasado, y aun desde antes, se ha manifestado una tendencia de disecar las Escrituras. Mas se nos enseña que éstas no son de interpretación privada, y que no se pueden entender sino por la luz del Espíritu Santo. El libro de Doctrinas y Convenios, una de las obras preciosas ha venido a nosotros del Señor. Es la palabra de Dios a nosotros los que ahora vivimos. Por tanto, tenemos tres testigos.
Podrán acometer la Biblia, como lo hacen, y procurar comprobar que los escritos atribuidos a distintos hombres, no fueron escritos por ellos. Eso lo dejamos a ellos. Pueden hacer lo que gusten con sus conocimientos; nosotros no nos soltaremos de la Biblia porque sabemos que los errores que existan, son errores de hombres sin inspiración que hicieron la traducción. Pero a pesar de esto, no deben ni pueden hollar otro terreno que es nuestro.
Han acometido el Libro de Mormón desde un punto de vista ajeno, y afirman que lo tradujo o lo escribió, como ellos dicen, otro que no era José Smith. Pero hemos refutado esto, y el Libro de Mormón viene a nosotros puro, habiendo sido traducido por poder divino, y contiene evidencia interna incontrovertible, para quienes lo lean y algo sepan acerca del poder y del Espíritu de Dios; a estos viene con evidencia interna de su divinidad y saben que es verdadero. Por tanto, tenernos esto, además de lo cual tenemos Doctrinas y Convenios, y estos tres testigos, nos permiten ocupar una posición distinta de cualquier otra denominación religiosa sobre la faz de la tierra.
LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA
ENSEÑANZAS ALEGÓRICAS Y SIMBÓLICAS EN LA BIBLIA. Aun los creyentes más devotos y sinceros de la Biblia comprenden que, igual que casi cualquier otro libro, está llena de metáforas, símiles, alegorías y parábolas, las cuales a ninguna persona inteligente se le obligaría a aceptar en un sentido literal.
Cuando el Señor dijo a Noé: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo”, ¿hay persona alguna que cree que en este permiso quedó incluido el uso de animales inmundos y de toda hierba venenosa que lleva dentro de sus hojas o raíces el poder de una muerte agonizante ¿No hemos de tener la libertad para interpretar esto, corno lo hacemos con cosas similares en otros escritos, a la luz de la prudencia y con una pizca de razonamiento orientados por las otras cosas que están escritas en la palabra sagrada relacionadas con el tema?
Cuando Jacob bendijo a sus hijos y declaró: “Cachorro de león, Judá… Isacar, asno fuerte… Rama fructífera es José… junto a una fuente”, ¿se nos obligará a creer que estos hijos literalmente se convirtieron en un cachorro de león, un asno fuerte entre los apriscos, tina víbora, una cierva suelta y una rama de árbol junto a tina fuente, porque un tribunal, en los famosos juicios de Tennessee relacionados con las enseñanzas de la evolución, ha fallado que la Biblia debe interpretarse literalmente?
David dijo: “Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas; sus dientes son lanzas y saetas, y su lengua espada aguda.” Qué apariencia tan rara sería la de estos enemigos según ese fallo. El Predicador dijo: “El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.” ¿Hemos pues, de aceptar estas palabras literalmente?
EL SIMBOLISMO Y LA EXPRESIÓN FIGURADA REALZAN LA BIBLIA. Si por declaración constitucional o decreto judicial, o por alguna otra causa nos vemos obligados a interpretar la Biblia literalmente en todo lo que está escrito, entonces Jesús es un cordero, los fariseos son sepulcros blanqueados que devoran las casas de las viudas, los miembros de la Iglesia son ovejas y corderos, y los injustos se convertirán en cabras el día del juicio, mientras que la gente de la época actual se convierten en trigo y eizaña.
El Señor no ha privado del poder de la razón a aquellos que creen en sus palabras. El espera que todo hombre que tome sobre sí el “yugo” de El, tenga el suficiente sentido común para aceptar una expresión figurada en su ambiente correcto, y entender que en las santas Escrituras abundan los relatos alegóricos, parábolas que fortalecen la fe y expresiones artísticas. Gran parte de la belleza de la Biblia, aun en las traducciones que han llegado hasta nosotros, se encuentra en las bellas expresiones figuradas de este género, que jamás han sido superadas. Por ejemplo, léanse los Salmos 29, 23 y 24; la súplica desesperada de Judá, para que se dejara libre a su hermano Benjamín; las expresiones poéticas de Isaías y el Sermón del Monte.
¿Dónde, en todo esto, se halla algo que se haya escrito con el objetivo de que se interprete literalmente en todas sus partes? Tales escritos serían insípidos, y por esta razón les faltaría atracción natural. El esperar que un creyente en la Biblia adopte una actitud de esta clase y crea que todo lo que está escrito es una producción literal es un concepto más que tonto. Ninguna persona, con el uso natural de sus facultades, considera la Biblia desde este punto de vista.
SE HAN PERDIDO MUCHAS VERDADES DE LA BIBLIA. En ningún lugar de las Escrituras hebreas, según las traducciones que han llegado a nosotros, se halla una definición bien clara de términos tales como alma, segunda muerte, castigo eterno, términos sobre los cuales el mundo religioso contiende por falta de comprensión. ¿Por qué se hallan los hombres sin esta comprensión? ¿Acaso no es porque proclaman que los cielos están sellados, que no hay más revelación, que el canon de las Escrituras está lleno y que el Señor no tiene más doctrina que revelar por medio de profetas para el conocimiento y beneficio del género humano? Ciertamente proclaman. “¡Una Biblia ¡Una Biblia! ¡Tenemos una Biblia, y no puede haber más Biblia!” Han cerrado los cielos contra sí mismos, y dicen que se hallan en el camino recto y angosto mientras que impotentemente andan a tientas en la obscuridad.
Indudablemente los profetas y hombres santos de días antiguos, quienes escribieron y hablaron, “siendo inspirados por el Espíritu Santo”, entendieron en forma completa estos términos mencionados. Es muy probable que la interpretación correcta de estas expresiones, cual las usaron los profetas antiguos, se haya perdido al copiarse y traducirse las Escrituras. Nadie puede negar con éxito que los traductores y escribientes hicieron cambios, de acuerdo con su comprensión humana. Se nos informa en el Libro de Mormón, que las Escrituras hebreas procedieron “en su pureza de los judíos a los gentiles, según la verdad que está en Dios”, y que después que procedieron de los judíos se efectuaron muchos cambios y se despojó “el evangelio del Cordero de muchas partes que son claras y sumamente preciosas, y también ha quitado mucho de los convenios del Señor”.
Si los maestros de religión en las varias sectas se conforman, según estas condiciones, para unirse y ponerse de acuerdo en que el canon de las Escrituras está lleno, diciendo “tenernos una Biblia, y no necesitarnos más Biblia”, por fuerza van a tener que adoptar conceptos contradictorios que no van de conformidad con el poder salvador del evangelio de nuestro Señor.
VERSIONES DE LA BIBLIA. Todos estamos al tanto de que hay errores en la Biblia debido a traducciones imperfectas y la ignorancia por parte de los traductores; no obstante, la mano del Señor ha estado sobre este tomo de Escrituras y es notable que haya llegado hasta nosotros en la excelente condición que la hallamos. Al guiarse uno por el Libro de Mormón, Doctrinas y Convenios y el Espíritu del Señor, no le es difícil discernir los errores en la Biblia.
La revisión de la Biblia, que efectuó José Smith por mandato del Señor, no fue una revisión completa, hay muchas partes de la Biblia en las cuales el Profeta no cambió el significado donde no está correcto. El revisó hasta donde el Señor se lo permitió en esa ocasión, y era su intención hacer más, pero por motivo de la persecución, esto no se llevó a efecto. Sin embargo, todo lo que hizo es muy útil, porque se han corregido los errores mayores.
LA SELECCIÓN DE REVELACIONES PARA SU PUBLICACIÓN
PRIMEROS PREPARATIVOS PARA PUBLICAR LAS REVELACIONES. Poco después de la organización de la Iglesia, los miembros estaban deseosos de obtener copias de las revelaciones que se habían dado hasta ese momento. En el verano de 1830, el Profeta, por mandamiento divino, comenzó a copiar y a preparar las revelaciones, indudablemente con la idea de publicarlas. Algunos de los élderes llevaban copias en sus bolsillos, hasta donde el Señor se lo permitía, porque había algunas revelaciones que en esa época se les prohibió publicar al mundo.
Los días 1 y 2 de noviembre de 1831, se efectuó una conferencia de los élderes en Hiram, Ohio, donde se decidió que debían recopilarse y publicar las revelaciones. El primer día de la conferencia el Señor dio su aprobación a este plan mediante una revelación que el llamó su “prefacio al libro de mis mandamientos que les he dado para publicaros, oh habitantes de la tierra”.
Aun cuando esta no fue la primera revelación dada a José Smith, aparece como la primera revelación en el libro de Doctrinas y Convenios, ya que es natural, según se acostumbra actualmente, colocar el prefacio de cualquier libro al principio del tomo. Oliverio Cowdery y John Whitmer fueron nombrados para llevar las revelaciones hasta Independence, Misurí, donde se iban a publicar. El Profeta se apresuró para seleccionar y preparar estas revelaciones, a fin de que los hermanos pudieran iniciar su viaje a Misuri a mediados de noviembre.
INTENIO DE PUBLICAR EL LIBRO DE MANDAMIENTOS. W.W. Phelps, uno de los primeros miembros de la Iglesia, era un impresor profesional que se había trasladado a Misurí. La imprenta y el tipo fueron transportados por el río Ohio desde Cincinnati, donde se compraron, y luego por tierra hasta Independence, y allí se compuso el tipo para las revelaciones que el Profeta había seleccionado, es decir, la mayor parte de ellas. Sin embargo, era una obra lenta, pues debemos recordar que estaban viviendo en épocas más o menos primitivas, y que Kirtland se hallaba tan retirada de Misurí, como nosotros aquí en Salt Lake City de Winter Quarters, de donde los pioneros iniciaron su viaje a las Montañas Rocosas. No reparamos en esto, así que tomó algún tiempo. Para el verano de 1933 se había impreso la mayor parte de estas revelaciones, pero no todas.
En esa ocasión surgieron dificultades, y un populacho destruyó la imprenta, esparció el tipo y destruyó la mayor parte de las copias que se bailaban impresas, sin embargo, se salvaron unas pocas. Como he dicho, se preservaron muy pocas de las hojas, de manera que existen muy pocos ejemplares del libro, en su forma completa. Yo sé de únicamente cinco o seis que se pueden encontrar hoy.
APROBACIÓN DE DOCTRINAS Y CONVENIOS PARA SU PUBLICACIÓN. En el año 1834, se formó un comité, compuesto de la Presidencia de la Iglesia y algunos otros, con el propósito de nuevamente preparar las revelaciones y publicarlas. Esta selección de revelaciones se llevó a cabo, y en 1835 se presentó en tina conferencia de la Iglesia efectuada el día 17 de agosto, y allí fue aprobada. Cuando el Profeta hizo esta selección, declaró que él estimaba esas revelaciones más que la riqueza de toda esta tierra.
Quisiera leeros una palabra o dos del testimonio del Consejo de los Doce referentes a estas revelaciones que fueron aceptadas el 17 de agosto de 1835: “Estamos dispuestos, pues, a testificar a todo el género humano, a toda criatura sobre la faz de la tierra, que el Señor ha manifestado a nuestras almas, por medio del Espíritu Santo derramado sobre nosotros, que se dieron estos mandamientos por la inspiración de Dios, que son benéficos para todos los hombres y que ciertamente son verdaderos. Damos este testimonio al mundo, siendo el Señor nuestra ayuda; y es por la gracia de Dios el Padre, y su Hijo Jesucristo, que se nos concede el privilegio de dar este testimonio al mundo, en lo cual nos regocijamos extremadamente, orando siempre al Señor que los hijos de los hombres se beneficien por este medio.”
Cada uno de los hombres firmó su nombre, empezando por Thomas B. Marsh, en ese tiempo Presidente del Consejo, y terminando por Lyman E. Johnson, el más joven del grupo.
DISCURSOS Y ARTÍCULOS PUBLICADOS CON LAS REVELACIONES. En esta conferencia se decidió incluir en esta publicación de Doctrinas y Convenios siete Discursos sobre la Fe. Estos discursos se habían dado previamente en las escuelas de los élderes en Kirtland, durante los años 1834 y 1835. Al aceptar estos siete Discursos Sobre la Fe, se explicó con toda claridad a la conferencia que no se recibían a la par de las revelaciones, sino que se aceptan como ayudas en el estudio de la doctrina de la Iglesia, así que fueron agregadas a Doctrinas y Convenios con esa aclaración.
En dicha conferencia también se recibieron, se leyeron y se aprobaron otros dos artículos, se ordenó que se imprimieran en el libro de Doctrinas y Convenios, uno sobre el matrimonio, y el otro sobre leyes y gobierno. Estos dos artículos se publicaron en cada edición de Doctrinas y Convenios desde la primera edición en 1836, hasta 1876. Debemos tener presente que estos Discursos Sobre la Fe no eran revelaciones ni se consideraban como tales desde el principio. Estos dos artículos, tino sobre el matrimonio y el otro sobre leyes y gobierno, no fueron revelaciones. Quiero recalcar esto para vosotros, porque esta cuestión surge constantemente, especialmente por parte de los miembros de la Iglesia “Reorganizada”, los cuales nos acusan de omitir una revelación de Doctrinas y Convenios. Este artículo sobre el matrimonio no fue una revelación, y quiero que nunca olvidéis esto.
OLIVERIO COWDERY PREPARÓ EL ARTÍCULO SOBRE EL MATRIMONIO. Tengo en mis manos un ejemplar de Doctrinas y Convenios publicado en 1869, uno de los últimos antes de suprimirse dicho artículo. No olvidéis lo que os voy a decir, que en esa conferencia efectuada el 17 de agosto de 1835, no estuvieron presentes ni José Smith, ni Frederick G. Williams, uno de los consejeros en la Primera Presidencia; se hallaban en Michigan. Esto se encuentra anotado en la historia. Sabemos donde estaban, porque lo tenemos escrito en la historia documental de la Iglesia.
De manera que este artículo sobre el matrimonio y este artículo sobre las leyes y gobierno en general, fueron escritos por Oliverio Cowdery, estando ausente el profeta José Smith, y éste nada sabía de los pasos que se habían dado para ordenar que se publicaran con las revelaciones. Estos dos artículos no eran revelaciones, nunca se consideraron como tal, se ordenó que se imprimieran estando ausente José Smith, y cuando él volvió de Michigan y se enteró de lo que se había hecho— y esto me lo dijo mi padre que recibió esta información de Orson Pratt — el Profeta se turbó en extremo. Orson Pratt y Joseph F. Smith fueron compañeros en la misión; viajaron juntos y mi padre aprendió muchísimas cosas de Orson Pratt tocante a aquellos primeros días. Cuando el Profeta volvió de Michigan, se enteró de la orden que se había dispuesto en la conferencia de la Iglesia, y permitió que siguiera adelante.
Ahora, el Profeta sabía algo en cuanto a estos Discursos Sobre la Fe, porque él ayudó a prepararlos y también ayudó a revisarlos antes que fuesen publicados; pero en cuanto a estos otros dos artículos, él nada tuvo que ver con ellos.
¿POR QUÉ SE SUPRIMIÓ EL ARTÍCULO SOBRE EL MATRIMONIO? En la época de Nauvoo, el Señor dio a José Smith una revelación sobre el matrimonio; dicha revelación lleva la fecha del 12 de julio de 1843. No es la fecha en que se dio la revelación, sino la fecha en que fue anotada. Esta revelación sobre el matrimonio no se incluyó en Doctrinas y Convenios sino hasta 1876. En ese año, 1876, David O. Calder, del Deseret News publicó la primera edición de Doctrinas y Convenios en el Oeste.
Orson Pratt, bajo la dirección de la Presidencia de la Iglesia, había añadido a ese cuerpo de revelaciones un buen número de otras que ahora tenemos en Doctrinas y Convenios, pero que no se hallaban en esas ediciones anteriores, y esta sección, conocida como la sección 132, fue una de las que se agregaron. No habría sido lógico haber permitido que dicho artículo sobre el matrimonio permaneciera cuando contradecía la revelación dada al profeta José Smith. De manera que lo suprimieron, y muy correctamente. Este es un detalle histórico con el cual todos deberíamos estar familiarizados.
FALSAS ENSEÑANZAS DEL ARTÍCULO SOBRE EL MATRIMONIO. Quisiera leer parte de este artículo sobre el matrimonio para mostraros que no es una revelación, ni podría ser: “Según la costumbre de todas las naciones civilizadas, el matrimonio se rige por leyes y ceremonias; por tanto, nosotros creemos que todos los matrimonios en esta Iglesia de Cristo de los Santos de los Ultimos Días se deben solemnizar en una reunión pública o fiesta preparada para tal fin (esto yo no lo creo. Nosotros efectuamos con solemnidad los matrimonios en el templo del Señor, en un altar. No invitamos a una multitud, y no es una fiesta) y dicha solemnización la debe efectuar un sumo sacerdote presidente, un sumo sacerdote, un obispo, élder o presbítero, sin prohibir siquiera a las personas que desean contraer matrimonio, que sean unidas por alguna otra autoridad.”
Yo no creo eso. Yo creo que todo matrimonio en esta Iglesia se ha de efectuar por un sumo sacerdote, designado por aquel que posee las llaves para efectuar dicha ceremonia por tiempo y la eternidad, en el altar, en la casa del Señor, y que no debe efectuarse en ningún otro lugar. Desde luego, no tenían templos ni ningún entendimiento de las ceremonias por tiempo y por la eternidad en el año 1835, de manera que tendremos que disculpar a Oliverio Cowdery por lo que dijo. Sin embargo, este artículo no es la doctrina de la Iglesia, ni puede serlo; vosotros podéis comprender esto.
“Creemos que no es propio —sigue diciendo el artículo— prohibirles a los miembros de esta Iglesia que se casen fuera de la Iglesia, si tal es su determinación; pero tales personas serán consideradas débiles en la fe de nuestro Señor Jesucristo”.
Por supuesto, no creemos que debemos prohibir a los miembros que se casen fuera de la Iglesia; no podemos ir hasta ese punto e impedirles que lo hagan, pero debemos aconsejar en contra de ello, y enseñar en contra de ello, y tratar de persuadirlos a que no hagan tal cosa.
“En vista de que se ha acusado a esta Iglesia de Cristo —continúa el artículo— del crimen de fornicación y poligamia, declaramos que creemos que un hombre debe tener una esposa, y una mujer sólo un esposo, salvo en caso de muerte, cuando cualquiera de los dos queda libre para volverse a casar.”
LA PRIMERA REVELACIÓN EN CUANTO AL MATRIMONIO POLIGAMO. Desde luego, no había ninguna doctrina del matrimonio polígamo en la Iglesia en 1835, pero Orson Pratt dijo (esta información la recibí de mi padre, que fue su compañero en la misión) que el Señor le reveló a José Smith la doctrina del matrimonio polígamo antes de 1835, y antes de 1834, y desde 1832. El Profeta la reveló a un corto número de los hermanos, y Orson Pratt fue uno de ellos. Dijo que el Profeta así lo informó, pero que fue revelado como ley o principio que en esa ocasión no debía revelarse a la Iglesia, ni dársele publicidad, ni practicarse, sino era algo que estaba aún por venir, algo futuro. Yo tengo la confianza de que Orson Pratt dijo la verdad.
De manera que sería inconsecuente, vuelvo a decir, retener ese artículo, cuando llegó al profeta José Smith la revelación conocida como la sección 132, y se agregó a las revelaciones en Doctrinas y Convenios.
No me es necesario en esta ocasión entrar en más detalle con respecto a la historia de estas revelaciones, sino decir que en 1876 Orson Pratt dividió en versículos el libro de Doctrinas y Convenios cual lo tenemos ahora. Antes de esa fecha no se había dividido; y luego se envió a Inglaterra para publicarse, tanto Doctrinas y Convenios como el Libro de Mormón, tal como ahora los tenemos divididos en versículos, y el Libro de Mormón en capítulos, con las notas al pie de página. Esto fue en 1879, cuando las primeras ediciones de Doctrinas y Convenios y del Libro de Mormón, con las notas al pie de página, se publicaron en Liverpool, Inglaterra. Toda la impresión de las obras de la Iglesia, después que fuimos expulsados de Nauvoo, se hizo en la Gran Bretaña hasta 1876.
REVELACIONES EN DOCTRINAS Y CONVENIOS
LA IMPORTANCIA Y VALOR DE DOCTRINAS Y CONVENIOS. Doctrinas y Convenios es el título de este libro, y cuánto mayor significado tiene que el Libro de Mandamientos. Si aceptamos el título tal como se lee, un Libro de Mandamientos quiere decir que contiene únicamente mandamientos. Mas este título que el Señor dio cuando publicaron esta edición — y deseo referirme a la portada: “Las Doctrinas y Convenios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días”— es muy significativo y dice lo que ese libro verdaderamente es. Contiene la doctrina de la Iglesia; contiene los convenios que el Señor concertará con la Iglesia, si estamos nosotros dispuestos a recibirlos.
En mi opinión no hay libro sobre la tierra, de entre los que han llegado hasta ahora al hombre, tan importante como el libro conocido como Doctrinas y Convenios, con todo el debido respeto al Libro de Mormón y a la Biblia y la Perla de Gran Precio, los cuales decimos que son nuestros cánones en cuanto a doctrina. Para nosotros, el libro de Doctrinas y Convenios ocupa un lugar particular sobre todos ellos.
Voy a deciros por qué. Al decir esto, no penséis ni por un momento que no estimo el Libro de Mormón, y la Biblia y la Perla de Gran Precio tanto como cualquier otro hombre que vive; yo estoy seguro de que sí los estimo. No sé de ningún otro que los haya leído más que yo, y los estimo; son admirables; pero la Biblia es una historia que contiene la doctrina y mandamientos dados al pueblo en la antigüedad. La misma cosa se aplica al Libro de Mormón. Es la doctrina y la historia y los mandamientos del pueblo que moró sobre este continente en días antiguos.
Mas este libro de Doctrinas y Convenios contiene la palabra de Dios a nosotros, que moramos aquí ahora. Es nuestro libro. Pertenece a los Santos de los Ultimos Días, Ya que es más precioso que el oro, el Profeta dice que debemos estimarlo más que las riquezas de toda la tierra. Me pregunto si lo hacemos. Si lo estimamos, lo comprendemos y sabemos lo que contiene, lo consideraremos de mayor valor que los tesoros; para nosotros vale más que las riquezas de la tierra.
CÓMO ESTUDIAR EL LIBRO DE DOCTRINAS Y CONVENIOS. Oí a un hermano decir que no podía leer el libro de Doctrinas y Convenios porque era muy parecido a un diccionario. No era una historia continua, cambiaba de tema y cosas por el estilo. Pues por supuesto que así lo hace.
Hace muchos años, cuando era yo presidente en un quórum de setentas— y, en aquellos días ninguna supervisión teníamos, en lo que concernía a nuestros estudios— ese quórum de setentas decidió que les gustaría estudiar Doctrinas y Convenios, y fui nombrado para ser el maestro de la clase. Lo consideramos sección por sección. Uno no va a poder lograr de él todo lo que contiene de ninguna otra manera. Uno podrá estudiarlo, si así lo quiere, por temas o doctrinas, y esto es bueno; pero no va a poder entender Doctrinas y Convenios, no va a lograr de él todo cuanto contiene a menos que lo estudie sección por sección; y al hacer esto, se tiene que estudiar con su ambiente histórico cual se halla en la historia de la Iglesia.
De manera que cuando estudiamos Doctrinas y Convenios en aquellos días, nuestro libro de texto no fue Doctrinas y Convenios sino Documentary History of the Church (la Historia Documental de la Iglesia). Se acababa de publicar el primer tomo, y éste contenía la mayor parte de las revelaciones en Doctrinas y Convenios con su fondo histórico, de modo que aprendimos las razones por las cuales se dio esta revelación, y esta otra revelación; y con este fondo histórico hubo más interés en las cosas que estábamos estudiando, que si hubiésemos considerado las revelaciones en alguna otra manera.
“ESCUDRIÑAD ESTOS MANDAMIENTOS.” He aquí la palabra del Señor en un mandamiento a todo miembro de esta Iglesia:
“Escudriñad estos mandamientos porque son verdaderos y fieles, y las profecías y promesas que contienen se cumplirán todas.”
Escudriñad estos mandamientos. Este es el hilo que corre por todo este prefacio de este Libro de Mandamientos. Os digo que no hay nada que en ocasión alguna hayáis intentado estudiar, que sea igual a esto, y jamás hallaréis cosa alguna que sea precisamente igual a ello, Solamente habéis arañado la superficie; es todo lo que habéis hecho.
Desde luego, no es de mi incumbencia dictaros y deciros lo que debéis hacer, pero sí es de mi incumbencia amonestar a los miembros y decirles que el Señor les ha mandado que escudriñen estas cosas. Yo estoy leyendo este libro todo el tiempo; difícilmente pasa un día sin que yo lea algo y lo medite, así como las otras normas en cuanto a doctrina. El Señor nos ha dado este libro: es nuestro libro; contiene la doctrina de la Iglesia y los mandamientos y los convenios. Muchos de los convenios no pudieron escribirse e incluirse en un libro; estos se reciben en el templo del Señor; pero estoy leyendo estas cosas porque quiero saber qué es lo que el Señor tiene que decir y lo que El quiere que yo haga. Es un estudio maravilloso.
DOCTRINAS Y CONVENIOS ES PARA TODO EL MUNDO. El Señor ha dado muchas revelaciones en nuestra propia época. Tenemos este libro de Doctrinas y Convenios que está lleno de ellas, todas relacionadas con los Santos de los Ultimos Días y con el mundo, porque este no es nuestro libro únicamente. Este libro de Doctrinas y Convenios es mi libro y vuestro libro; pero más que esto es de todo el inundo, pues pertenece a todos, a los católicos, a los presbiterianos, a los metodistas, al infiel, al incrédulo. Este libro es de ellos, si quieren aceptarlo, si quieren recibirlo.
El Señor lo ha dado al mundo para su salvación. Si no lo creéis leed la primera sección en este libro, el prefacio, y hallaréis que el Señor ha enviado este libro y las cosas que contiene a los pueblos lejanos, sobre las islas del mar, en naciones extranjeras; y su voz se dirige a todo pueblo, para que todos puedan oír.
Digo, pues, que pertenece a todo el mundo, no solamente a los Santos de los Ultimos Días; y ellos serán juzgados por ese libro; y vosotros por él seréis juzgados. Todos seremos juzgados por él, por las cosas que este libro contiene, y por las cosas que contienen los otros libros que son santa Escritura, los cuales el Señor nos ha dado; y si dejamos de comprender estas cosas, si no escudriñarnos, si no tornamos para nosotros las cosas que el Señor nos ha revelado, su condenación descenderá sobre nosotros y seremos excluidos de su presencia y de su reino. Y digo esto con toda seriedad, porque es cierto.
REVELACIONES RETENIDAS POR MOTIVO DE LA INCREDULIDAD. El Señor nos está reteniendo un gran número de verdades que con gusto revelaría, si estuviésemos preparados para recibirlas. ¿Sabíais que tina parte de los anales de los cuales fue tomado el Libro de Mormón están sellados? No se le permitió al Profeta romper los sellos, y no recibiremos la historia sellada hasta que llegue el tiempo en que el pueblo manifieste, mediante su fe, su disposición para aceptarla.
¿Cuántos han leído por completo el Libro de Mormón? ¿Cuántos se han familiarizado con las cosas que nos son reveladas en Doctrinas y Convenios con respecto a lo que el Señor ha dicho de nuestros deberes como miembros de la Iglesia, y lo que El ha dicho concerniente a nuestra salvación y exaltación, y la manera de obtenerla? Hasta que estemos preparados para recibir las cosas que ya se han dado, temo que el Señor nos retendrá esas otras cosas que en alguna ocasión serán reveladas.
Si tuviéramos disponible todo lo que han escrito los historiadores inspirados, tendríamos la verdad concerniente al evangelio de Jesucristo en tal forma que asombraría al mundo. Por motivo de la incredulidad, el Señor retiró del pueblo muchas verdades, y así quedaron privados del conocimiento concerniente a los principios del evangelio y la verdadera Iglesia de Jesucristo.
MÁS REVELACIONES EN LO FUTURO. No todas las revelaciones dadas al profeta José Smith se encuentran en el libro de Doctrinas y Convenios. El preparó una selección para este libro por revelación. La Iglesia ha recibido muchas otras revelaciones, pero tenemos en Doctrinas y Convenios suficientes revelaciones para lograr nuestra exaltación, si queremos obedecerlas. Cuando nosotros, los miembros de la Iglesia lleguemos al punto en que estemos dispuestos a vivir según todo lo que el Señor ha revelado, El nos dará más de lo que se puede incluir en Doctrinas y Convenios. El Señor está reteniéndonos grandes e importantes verdades por causa de la dureza de nuestro corazón, ¿Por qué hemos de clamar que se nos dé más cuando no queremos regimos por lo que ya tenemos? hoy somos guiados por revelación tanto como lo fueron los de la antigüedad.
BIBLIOTECAS EN EL HOGAR
SE DEBEN TENER LOS LIBROS CANÓNICOS EN EL HOGAR. Una de las influencias en el hogar que conduce a la fe, la oración y la debida comprensión religiosa es tener en el hogar los libros canónicos de la Iglesia, no arrumbados, sino donde se puedan hallar, sobre una mesa o algún otro lugar donde estén a la vista y se les pueda invitar a los miembros de la familia a que los lean. Ocasionalmente llego a casas donde tienen estas cosas. Siempre me gusta darme cuenta, cuando entro en la casa de alguien y veo libros, qué clase de libros son los que tiene. Si he estado en algunas de vuestras casas, vosotros sabéis esto. Me fijo en los libros que tenéis y me entero de lo que estáis leyendo. Me. complace decir que en la mayoría de las casas he encontrado libros que se puedan aprobar. Debemos tener los libros canónicos de la Iglesia, y debernos aconsejar que se lean.
LOS LIBROS CANÓNICOS JUZGAN LAS ENSEÑANZAS DE TODOS LOS HOMBRES. No importa qué esté escrito, o lo que cualquiera haya dicho; si aquello que se ha dicho no concuerda con lo que el Señor ha revelado, podemos hacerlo a un lado. Mis palabras y las enseñanzas de cualquier otro miembro de la Iglesia, ya sea en un cargo mayor o menor, si no concuerdan con las revelaciones, no estamos obligados a aceptarlas. Expongamos claramente este asunto, Hemos aceptado los cuatro libros canónicos como las medidas o balanzas de acuerdo con las cuales medimos la doctrina de todo hombre.
No podéis aceptar los libros escritos por las autoridades de la iglesia como normas en cuanto a doctrina, sino hasta el punto en que concuerden con la palabra revelada en los libros canónicos.
Todo hombre que escribe es responsable, no la Iglesia, por lo que él escriba. Si Joseph Fielding Smith escribe algo que no va de acuerdo con las revelaciones, todo miembro de la Iglesia está obligado a rechazarlo. Si escribe aquello que concuerde perfectamente con la palabra revelada del Señor, entonces se debe aceptar.
SE DEBE PROCURAR TENER BIBLIOTECAS EN CASA. Está en nuestro poder orientar a nuestra juventud en las cosas que leen, y cultivar en su corazón el deseo de leer buenos libros. Es sumamente lamentable el que una persona no posea el deseo de leer cosas buenas. La costumbre de leer, igual que el amor, debe empezar en el hogar. Todo padre tiene el deber de procurar tener en su casa una biblioteca de libros adecuados que estén a disposición de la familia. No es necesario que sea una biblioteca extensa, ni que los libros sean de la edición más lujosa, pero sí debe haber alguna variedad bien escogida de lo más selecto que se pueda obtener.
Se debe alentar a los niños en el hogar a que lean y se instruyan en el valor de buenos libros, y cómo distinguir entre lo bueno y lo malo en la literatura. Es mucho mejor que un hogar tenga a su disposición libros con los que los niños se puedan entretener leyendo historia buena y sana, que perder su tiempo jugando a los naipes —un hábito severamente condenado— o pasando su tiempo en los salones de billar o en las calles con malas compañías.
Ninguno de nosotros es tan pobre que no pueda comprar un pequeño número de los libros buenos para el hogar. En esta época en que se imprimen los libros económicamente, se puede disponer de una pequeña biblioteca de los libros más selectos, con poco dinero. Difícilmente existe tina familia en el país que no esté gastando cada año, ya sea en alguna diversión o en algún otro placer que se podría suprimir, una cantidad que alcanzaría para poder comprar buenos libros de lectura.
He estado en casas de algunos de nuestros miembros en las que no se podían encontrar ni aun los libros canónicos de la Iglesia, y estos son absolutamente indispensables para un hogar de Santos de los Ultimos Días. Puede haber alguna excusa para no tener una colección de “obras clásicas”, pero no hay excusa para que falten los libros canónicos de la Iglesia y los escritos de nuestros autores más capaces sobre los principios del evangelio.
SE DEBE EVITAR LA LITERATURA INFERIOR. Muchos libros pierden su valor porque están llenos de cosas que no vienen al caso. La mayoría de las novelas contienen tanto material tan ajeno al tema, que se ofusca el pensamiento y destruye la eficacia del relato. Muchos de nuestros novelistas actuales echan a perder lo que escriben intercalando frecuentemente palabras groseras. El uso común del nombre del Ser Supremo en casi toda exclamación parece ser un rasgo esencial que caracteriza a los autores, a fin de dar a la situación el debido énfasis y vigor. Muchos son los libros escritos por autores capaces y distinguidos que se han desprestigiado a causa de esto.
Si los autores estuvieran más familiarizados con el mandamiento que dice: “No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”, sus obras notablemente mejorarían y ayudaría a sus lectores a guardar este mandamiento. Los libros de este género merecen ser censurados, y se deben condenar por completo aquellos en los que esta dificultad se destaque en gran manera.
Otros libros contienen historias basadas en problemas, son sensacionalistas o tratan temas inmorales. Estos libros siempre se deben condenar. Tales obras son muy populares entre cierta clase de personas, pero corrompen la moralidad e incitan las pasiones más perversas del género humano. hay otros libros que tal vez estén libres de pensamientos inmorales, como entendemos esta frase, pero están llenos de vulgarismos.
Un escritor prominente ha dicho: “El vulgarismo es para el idioma de un pueblo, lo que una enfermedad epidémica es para su cuerpo; pues es igualmente contagiosa e igualmente inevitable en su curso, de la misma manera que una enfermedad aumenta su severidad cuando las condiciones sanitarias más se desatienden, donde hay menos cultura y pensamiento para combatirlo.”
EL PODER DESTRUCTOR DE LA MALA LITERATURA. Tal vez un libro no sea clasificado como malo, pero debemos preguntarnos nosotros mismos si contiene algún concepto que nos beneficie intelectual, moral o espiritualmente, silo leemos. No por esto quiero decir que un libro escrito únicamente para divertir es necesariamente malo y se debe condenar, porque algunos de nuestros autores más notables han dado al mundo buenos libros de esta clase que se pueden recomendar sin peligro. Mas si el propósito de un libro no es el de elevar o ayudar al lector, debe evitarse. Hay tantos buenos libros que se han puesto a prueba y se ha demostrado que son buenos, que no hay necesidad de que perdamos nuestro tiempo con aquellos que nosotros consideremos dudosos.
Se ha dicho que el que “escribe para los necios cuenta con un público enorme”. Los libros de mayor venta que a veces se anuncian entre los libros populares, no siempre son los mejores. Entre ellos podemos encontrar lo sensacional, lo insolente y lo inmoral que envenena la mente y destruye el alma. Muchos de estos libros se escriben por contrato concertado entre la casa editorial y el autor, a razón de tanto por palabra con el fin de obtener lucro. Desde luego, los hacen atractivos y los llenan de dichos ocurrentes que tanto agradan a los de escaso entendimiento entre esa numerosa clase a la que ya se ha hecho referencia.
Estos libros son como telarañas, diseñadas para engatusar a moscas tontitas que no saben más que dejarse enredar dentro de sus trampas. Se venden principalmente por motivo de la extensa propaganda que reciben, y aun cuando se imprimen varias ediciones mientras están en boga, raras veces viven más de un corto número de años, y pronto mueren y caen en el olvido. No sucede otro tanto, sin embargo, con el mal que producen, porque las impresiones perversas causadas a la mente pueden perdurar.
LEED SISTEMÁTICAMENTE. La lectura deshilvanada no es buena como hábito. Esta clase de lectura deteriora el poder del pensamiento y debilita la mente. La lectura se debe hacer en forma sistemática. La lectura que requiere estudio y reflexión no se debe hacer con prisa. Es mejor leer un poco y entenderlo, que leer mucho sin comprender el concepto básico.
En ocasiones oímos la queja: “No tengo tiempo”. Pero todos tenemos tiempo para leer y estudiar, cosa que es nuestro deber solemne. ¿No podemos disponer de por lo menos quince minutos cada día para dedicarnos a la lectura y reflexión sistemáticas?
Sería una cantidad de tiempo sumamente corto; sin embargo, produciría tina hora y 45 minutos en una semana; siete horas y media en 30 días, y 91 horas y cuarto durante el año. Esto equivale a once días y medio, de ocho horas cada uno, durante el año para leer. Estoy seguro que todos podríamos dedicar más que esta cantidad de tiempo a la lectura, sin embargo, es todo lo que el doctor Elliot pensó que era necesario que el hombre dedicara a esto para recibir los “fundamentos de una educación liberal” de su anaquel de libros recomendados.
Sumamente pocos de entre nosotros leemos demasiado; la mayor parte leemos muy poco. El Señor ha dicho: “Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe.”
EL VALOR DE LOS CLUBES DE LECTURA. Provechosamente se podrían organizar clubes de lectura. Los jóvenes podrían reunirse en un lugar y hora determinados, y uno de ellos podría leer mientras los demás escuchaban. Tiene su virtud la lectura en voz alta; y cada joven podría hacerlo por turno. Les enseñará a leer bien, a pensar más claramente y a pronunciar correctamente sus palabras. Capacita el oído así como el ojo y, por otra parte, tenemos el trato social e intercambio de ideas que es un beneficio para ellos. Desde luego, se debe hacer bajo la dirección de alguna persona responsable, relacionada con la obra de la Mutual. Al leerse un libro, se debe dar crédito a todos los que hayan estado presentes en el curso de la lectura, tal como si hubieran leído el libro.
Hay un versículo en el octavo capítulo de Nehemías que se relaciona con este tema. Cuando los judíos volvieron del cautiverio, leemos que se hizo reunir al pueblo, y Esdras y sus sacerdotes se pusieron al frente de ellos para instruirlos. Esto es lo que dice el pasaje: “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.” Este versículo es un tratado perfecto, expresado en una sola frase, del arte de leer en voz alta. Recuerden nuestros jóvenes este pasaje en su lectura. Procurad que los libros usados en el curso de lectura se encuentren en vuestras bibliotecas públicas y cuartos de lectura. Un número de jóvenes que formen un club de lectura pueden comprar entre ellos el juego completo, y el costo no será muy elevado. Convendría que cada hogar obtuviera ese curso de lectura, y que a cada asociación también se le proporcionara el juego.
























