Doctrina de Salvación Tomo 3

Capítulo 4

El Milenio y la Nueva Jerusalén


LA VIDA SOBRE LA TIERRA PARADISIACA

LA PURIFICACIÓN MILENARIA ESTA YA A NUESTRAS PUERTAS. Así dice la palabra del Señor: “Toda carne se ha corrompido delante de mí.” El mundo no ha mejorado desde que el Señor declaró estas palabras en 1831. Esta tierra gime hoy bajo la violencia de la corrupción y el pecado. La iniquidad existe en el corazón de los hijos de los hombres; y así continuará, según las revelaciones del Señor, hasta ese día en que Cristo venga en las nubes del cielo, como El lo expresó, con vestidos rojos, con el espíritu de desagravio para vengarse de los impíos y purificar la tierra del pecado. Nos referimos al Milenio como el tiempo en que la tierra será purificada del pecado. Esperamos con gozo anticipado esa ocasión; los profetas han hablado de ello.

En nuestro propio día han venido mensajeros de la presencia del Señor declarando que está va a nuestras puertas; y sin embargo, muchos, aun entre los Santos de los Ultimos Días, siguen con sus asuntos como si esta venida de nuestro Señor Jesucristo y la inauguración de este reinado de paz se hubieran postergado indeterminadamente por muchas generaciones. Yo os digo que está ya a nuestras puertas. Digo esto con toda confianza porque el Señor lo ha dicho. Sus mensajeros lo han declarado al venir de su presencia para dar testimonio de El.

¿ESTÁN PREPARADOS LOS MIEMBROS PARA EL MILENIO? Se nos ha advertido y prevenido del grande y terrible día del Señor que está ya a nuestras puertas. ¿No es tiempo de irlo advirtiendo? ¿No deben los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días ser sensatos, tener el espíritu de humildad y fe y oración en su corazón, procurando conocer los propósitos del Señor y mostrarse rectos ante El, y de esta manera estar preparados en caso de que venga ese día mientras aún estemos viviendo? ¿No es un error fatal el que nosotros pensemos que este día está muy lejano aún, que no va a venir en nuestra generación y, por tanto, podemos recibir a salvo el espíritu del mundo e ir en pos de las cosas en que el mundo se deleita; sus necedades y sus maldades? El Señor espera algo mejor de nosotros. El espera que guardemos sus mandamientos, y que velemos y oremos, y permanezcamos, como El lo ha declarado, en lugares santos y no nos apartemos.

Estos son tiempos peligrosos. Es un día en que nos hallamos en grave peligro, peligro por motivo de las enseñanzas de los hombres, peligro a causa de la falta de fe en el corazón de los hombres, peligro porque las filosofías del mundo tienden a socavar las cosas fundamentales del evangelio de Jesucristo. Estas son las cosas con las que debemos contender. Hay en la actualidad un espíritu de indiferencia en el mundo en cuanto a la religión. La gente no está adorando en espíritu y en verdad, mas el Señor espera que nosotros, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, adoremos en espíritu y en verdad, andemos en rectitud y nos sostengamos en esta libertad que nos hará libres, de la cual se habla en estas revelaciones.

LA TIERRA SERÁ RENOVADA CUANDO VENGA EL MILENIO. Los Santos de los Ultimos Días creen que está cerca, que está ya a las puertas, el día en que Cristo se presentará como legítimo rey de la tierra. Cuando llegue esa ocasión, la tierra entera y todas las cosas que permanezcan sobre su faz serán cambiadas, y la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca”. Esto quiere decir que la tierra será restaurada a una condición semejante a la que prevalecía cuando reinaban la paz y la rectitud, y antes que entrara la muerte con su terrible mancha de maldad y destrucción.

Cuando venga ese día, la iniquidad debe cesar y toda criatura impura será extirpada de la tierra, porque no podrá soportar las condiciones alteradas.

Todo “lo que fuere de elemento se derretirá con calor abrasador; y todas las cosas serán hechas nuevas, a fin de que mi conocimiento y gloria moren sobre toda la tierra. Y en ese día la enemistad del hombre y de las bestias, , la enemistad de toda carne cesará de ante mi faz”.

¿Por qué ha de cesar? Porque todas las cosas sobre la faz de la tierra que sean corruptibles serán quitadas, sean hombres o bestias, aquellos en cuyo corazón haya iniquidad no podrán permanecer; serán como rastrojo; serán consumidos y dejarán de ser. Así que la tierra será purificada de modo que el conocimiento del Señor cubrirá la faz de la tierra.

CONDICIÓN PARADISIACA DE TODA CLASE DE VIDA DURANTE EL MILENIO. “Y en ese día se le concederá a cualquier hombre cuanto pidiere; y en ese día Satanás no tendrá poder de tentar a ningún hombre; y no habrá pesar, porque no habrá muerte. En ese día el infante no morirá sino hasta que sea viejo; y su vida será como la edad de un árbol; y cuando muera, no dormirá, es decir, en la tierra, antes será transformado en un abrir y cerrar de ojos; y será arrebatado, y su reposo será glorioso”. Efectivamente será un día glorioso. No es un día que han de temer aquellos que sean justos, pero es un día, un día terrible, para los inicuos, como podéis ver por estos pasajes de las Escrituras, y muchos más a los que pudiera referirme, porque todos aquellos que no se pongan de conformidad con el evangelio de Jesucristo y con su verdad sempiterna, y tengan paz en su corazón, serán consumidos.

Será en ese día cuando el león se acostará con el cordero y comerá paja como el buey, y todo temor, odio, y enemistad se apartarán de la tierra, porque todas las cosas que sientan odio en su corazón dejarán de ser; y se efectuará un cambio, un cambio en los hombres, un cambio en las bestias del campo y en toda cosa viviente sobre la faz de la tierra.

De acuerdo con estas palabras que he leído, habrá armonía, amor, paz y rectitud porque Satanás será atado para que no pueda tentar a ningún hombre, y tal será la condición que existirá sobre la tierra por mil años. No sólo eso, sino que los hombres vivirán libres del pecado y libres de los estragos de la enfermedad y de la muerte hasta que lleguen a la edad de cien años. Los infantes no morirán, sino que vivirán hasta que hayan cumplido la medida de su creación terrenal. De hecho, la mortalidad quedará reducida hasta el mínimo.

OBRA DEL TEMPLO EFECTUADA POR SERES MORTALES DURANTE EL MILENIO. Sin embargo, habrá mortalidad sobre la faz de la tierra durante los mil años, por motivo de la gran obra de salvación que se ha de efectuar por los muertos. Durante esos mil años de paz, la gran obra del Señor se efectuará en los templos, y a esos templos irá la gente para obrar a favor de aquellos que han pasado ya, y los cuales están esperando que aquellos que aún moran como seres mortales sobre la tierra efectúen por ellos estas ordenanzas pertenecientes a su salvación. Así que habrá seres mortales, pero éstos vivirán desde el tiempo de su nacimiento hasta llegar a la edad de cien años, y entonces serán cambiados repentinamente.

Los hombres tendrán poder sobre las enfermedades, y sus cuerpos se tornarán vigorosos y fuertes, porque será una creación nueva de todas las cosas cuando venga Cristo.

RESURRECCIÓN DE LOS JUSTOS AL PRINCIPIO DEL MILE­NIO. Además, cuando venga el Señor no sólo se verificará este cambio en la tierra y en aquellos que permanezcan sobre la tierra, en los peces del mar, en las aves del cielo y en la bestias sobre la tierra, sino que van a ser abiertos los sepulcros, y los muertos justos, aquellos que hayan guardado los mandamientos del Señor, van a salir; éstos recibirán su resurrección pese a la época en que hayan vivido.

Todos aquellos que hayan muerto en Cristo se levantarán de los muertos en su venida y morarán sobre la tierra así como Cristo estará sobre la tierra durante este Milenio. No permanecerán aquí todo el tiempo durante los mil años, pero se asociarán con aquellos que aún estén aquí como seres mortales. Estos santos resucitados, y el propio Salvador, vendrán para impartir instrucciones y orientación; para revelarnos las cosas que debemos saber; para comunicarnos información concerniente a la obra en los templos del Señor, a fin de que podamos hacer lo que es esencial para la salvación de hombres dignos.

No importa, en lo que a nosotros concierne, si morimos antes que venga ese día o si estamos viviendo sobre la tierra, porque si morimos en rectitud, seremos resucitados en la resurrección de los justos y seremos arrebatados para recibir a Cristo en las nubes de gloria cuando El venga a tomar posesión de la tierra como Rey de reyes y Señor de señores, liste es el evangelio de Jesucristo. Está declarado en las revelaciones del Señor que se encuentran en la Biblia y en Doctrinas y Convenios.

LOS INICUOS PERMANECEN EN LA PRISIÓN ESPIRITUAL DURANTE EL MILENIO. Sin embargo, si no hemos guardado los mandamientos del Señor, si hemos sido injustos y amadores del pecado, y hemos puesto nuestro corazón en la iniquidad, entonces moriremos y no volveremos a vivir sino hasta que terminen los mil años. Se ha decretado que los injustos tendrán que pasar su tiempo durante los mil años en la prisión preparada para ellos, donde puedan arrepentirse y purificarse por medio de las cosas que padecerán.

En su gran visión, el apóstol Juan vio el resto de los muertos, y que no volvieron a vivir sino hasta que terminaron los mil años. Es una calamidad, cosa terrible en qué pensar, porque una gran hueste de hombres serán barridos de sobre la faz de la tierra por motivo de su iniquidad. Los cuerpos de éstos tendrán que permanecer en la tumba, y sus espíritus en la prisión espiritual, para que se les enseñe el arrepentimiento y la fe en Dios mientras los mil años de paz transcurren sobre la tierra.

Quisiera, mis buenos hermanos y hermanas, que leyéramos estas revelaciones, que nos familiarizáramos más con lo que contienen, porque se efectuará un juicio cuando venga Cristo. Se nos informa que serán abiertos los libros, que los muertos serán juzgados por las cosas que estén escritas en los libros, y entre éstos estará el libro de la vida. Veremos sus páginas, nos veremos a nosotros mismos tal como somos, y llegaremos a comprender, con una recta comprensión, que los juicios que se nos impongan son justos y verdaderos, bien sea que lleguemos al reino de Dios para recibir estas gloriosas bendiciones, o seamos expulsados a la región de los muertos.

LA CENA DE LAS BODAS DEL CORDERO SERÁ EN LA SEGUNDA VENIDA. “Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes. Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”.

Esta profecía de las bodas del Cordero es tina frase figurativa que se refiere a la segunda venida de nuestro Salvador y a una fiesta o cena que los justos recibirán en su venida. Al instruir a los judíos, y más particularmente a sus discípulos, el Salvador habló del Esposo al referirse a sí mismo.

LOS MIEMBROS JUSTOS SON LA ESPOSA DEL CORDERO. En el Apocalipsis, capítulo 21, se hace la comparación de las bodas del Cordero a la ciudad de la Nueva Jerusalén: “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

“Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”.

En Doctrinas y Convenios hallamos lo siguiente: “Para que tu iglesia salga del desierto de las tinieblas y resplandezca hermosa como la luna, esclarecida como el sol e imponente como un ejército en orden de batalla; y sea ataviada como una esposa para aquel día en que quitarás el velo de los cielos y harás que las montañas se derritan ante tu presencia, y sean alzados los valles y allanados los lugares ásperos, a fin de que tu gloria llene la tierra”.

La visión de Juan y la revelación dada a José Smith se refieren, una y otra, al mismo acontecimiento, la segunda venida de nuestro Señor en su poder y gloria para recibir su Iglesia y reino, la Nueva Jerusalén, que será la capital de la Iglesia, y no hay diferencia en cuanto a significado, ya sea que se haga referencia a la Iglesia o a la Nueva Jerusalén, porque los justos tendrán herencia en la Nueva Jerusalén. Por tanto, la desposada del Cordero es la organización de los justos que tengan herencia en la ciudad santa.

LA INIQUIDAD TELESTIAL TRAE LA DESTRUCCIÓN EN EL MILENIO. Cuando llegue el reinado de Jesucristo durante el milenio, única mente aquellos que hayan vivido de acuerdo con la ley telestial serán expulsados. La tierra será purificada de toda su corrupción E iniquidad. Aquellos que hayan llevado vidas virtuosas, que hayan sido honrados en sus tratos con sus semejantes y hayan procurado hacer lo bueno hasta el límite de su comprensión, son los que permanecerán.

A Malaquías se le reveló que “Todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.” Isaías también declaró que por motivo de que el pueblo había violado el convenio sempiterno y contaminado la tierra, “por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.”

En esta dispensación el Señor reveló lo siguiente: “Y se preparen para la revelación que ha de venir, cuando será quitado el velo que cubre mi templo, en mi tabernáculo, el cual esconde la tierra, y toda carne me verá juntamente. Y toda cosa corruptible, bien sea del hombre o de las bestias del campo, las aves del cielo o los peces del mar, que more sobre la faz de la tierra, será consumida; y también lo que fuere de elemento se derretirá con calor abrasador; y todas las cosas serán hechas nuevas, a fin de que mi conocimiento y gloria moren sobre toda la tierra.”

De modo que aprendemos que toda cosa corruptible, sean hombres, o bestias, o elemento, serán consumidos; pero todo aquello que no esté sujeto a este terrible decreto permanecerá. Por tanto, los honrados y justos de todas las naciones, familias y creencias que hayan guardado la ley terrestre o celestial, permanecerán. Según estas condiciones, la gente entrará en el gran reino de Jesucristo llevando consigo sus creencias y doctrinas religiosas. No se les privará de su libre albedrío.

EXISTIRÁN VARIAS IGLESIAS DURANTE El, MILENIO. Sobre este tema el presidente Brigham Young ha dicho: “En el Milenio, los hombres tendrán el privilegio de su propia creencia, mas no tendrán el privilegio de tratar el nombre y carácter de Dios como hasta ahora lo han hedió. No, sino que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará para la gloria de Dios el Padre, que Jesús es el Cristo.”

El profeta José Smith ha dicho: “Habrá hombres inicuos sobre la tierra durante los mil años. Las naciones paganas que se nieguen a venir a adorar, serán visitadas con los juicios de Dios y, por último, han de ser destruidas de sobre la tierra.”

La declaración de que habrá hombres inicuos sobre la tierra durante el Milenio ha sido mal interpretada por muchos, porque el Señor declaró que los inicuos no permanecerán, sino que serán consumidos. Al usarse el vocablo inicuo, debe interpretarse conforme al lenguaje del Señor cual se halla en Doctrinas y Convenios, sección 84, versículo 49-53. Aquí el Señor señala como inicuos a aquellos que no han recibido el evangelio, porque aún se hallan bajo el yugo del pecado, ya que no se han bautizado. Los habitantes del orden terrestre permanecerán sobre la tierra durante el Milenio y los de esta clase están sin las ordenanzas del evangelio.

Por medio de Isaías, el Señor dijo, hablando del Milenio: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.”

LA PROPAGACIÓN DEL EVANGELIO DURANTE EL MILENIO. El evangelio se enseñará mucho más intensamente y con mayor poder durante el Milenio, hasta que todos los habitantes de la tierra lo acepten. Satanás será atado, de manera que no podrá tentar a ningún hombre. Si hombre alguno se negara a arrepentirse y aceptar el evangelio de acuerdo con esas condiciones, entonces sería maldito. Por medio de las revelaciones dadas a los profetas, nos enteramos de que durante el reinado de Jesucristo por mil años, finalmente toda la gente aceptará la verdad.

Isaías profetizó en cuanto al Milenio de la siguiente manera:

“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como e’ buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Moroni citó este capítulo de Isaías al profeta José Smith, y le dijo que estaba a punto de cumplirse. Si el conocimiento del Señor cubre la tierra como las aguas cubren el mar, entonces ha de ser recibido universalmente. Además, la promesa del Señor por conducto de Jeremías es que ya no será necesario que nadie enseñe a su prójimo, diciendo: “Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová.”

LOS NIÑOS FALLECIDOS ESCOGERÁN CÓNYUGES EN EL MILENIO. Siempre están viniendo a nosotros personas completamente llenas de miedo, temiendo que un niño suyo que ha muerto perderá las bendiciones del reino de Dios, a menos que sea sellado ese niño a alguien que ya ha muerto. No conocen los deseos de su niño que murió demasiado pequeño para pensar en el matrimonio, pero quieren ir directamente al templo y ver que se efectúe un sellamiento. Tal cosa es innecesaria, y en mi opinión no es correcta.

El Señor ha dicho por medio de sus siervos que durante el Milenio, aquellos que hayan pasado a la otra vida y logrado la resurrección, revelarán en persona a aquellos que todavía se encuentran en el estado terrenal, toda la información que se requiera para completar la obra de éstos que ya han pasado de esta vida. Entonces los muertos tendrán el privilegio de hacer saber las cosas que desean y que tienen el derecho de recibir. De esta manera, ningún alma quedará desatendida y se perfeccionará la obra del Señor.

Los padres de hijos que han muerto, y quienes tenían la edad suficiente para recibir la investidura, tienen el deber de ir al templo y efectuar esta investidura por ellos. Cuando hayáis hecho esto, podéis dejar en paz el asunto de hacer obras adicionales, salvo la de sellar estos hijos a sus padres, hasta que llegue el tiempo oportuno.

EL DESTINO CELESTIAL FINAL DE LA TIERRA. Los muertos justos saldrán de sus sepulturas, y habrá una asociación de seres mortales con inmortales sobre la tierra. Cristo y los santos resucitados que posean el sacerdocio instruirán a la gente, para que no haya interpretaciones incorrectas ni errores. Mil años durará este feliz tiempo de paz, y en el debido tiempo, todos los habitantes de la tierra serán traídos al redil de la Iglesia.

Cuando hayan terminado los mil años, Satanás será soltado por un corto tiempo, y la iniquidad volverá a la tierra. Satanás reunirá sus fuerzas y con ira hará un vano esfuerzo por arrebatarle a Cristo esta tierra. Miguel, el gran príncipe, el arcángel, que en un tiempo agració esta tierra con su presencia y fue conocido como Adán, el padre de la familia humana, peleará las batallas de los justos y prevalecerá. Se llevará a efecto la última resurrección, y el resto de los muertos, para quienes no hubo lugar en el reino milenario, resucitarán para comparecer en el juicio final. Todos los hombres serán juzgados según sus obras.

Entonces vendrá el fin y la tierra pasará por la muerte, pero para salir en la resurrección mediante la cual será convertida en un cuerpo celestial y la morada digna de seres celestiales que morarán en la presencia de Dios el Padre y de su Hijo Jesucristo para siempre jamás, como sacerdotes y reyes del Altísimo.

DOS CAPITALES MUNDIALES MILENARIAS

SIÓN: LA TIERRA DE JOSÉ. Hay en la Biblia muchas referencias a Sión, una tierra o lugar separado y distinto de Jerusalén. Dos de estos pasajes se hallan en el segundo capítulo de Isaías y en el cuarto capítulo de Miqueas. Sería una imprudencia decir que estas referencias a Sión se aplican al monte en Jerusalén donde moró David. Por medio de la revelación moderna el Señor ha hecho saber que el continente americano es Sión. Es sobre esta tierra que se edificará la ciudad de Sión. la Nueva Jerusalén. Estas profecías se expresan claramente en el Libro de Mormón, y concuerdan perfectamente con los escritos de la Biblia.

Este continente occidental es conocido como la tierra de José y también se le llama la Tierra de Sión. En ocasiones se da a la ciudad santa que se va a construir sobre esta tierra el nombre de la Ciudad de Sión. Debemos tener presente que estos términos (Ciudad de Sión y Nueva Jerusalén) se refieren al mismo lugar santificado del cual saldrá la ley, junto con la palabra del Señor procedente de Jerusalén. Se dio el nombre de Sión a la ciudad de Enoc, que significa por interpretación, los de limpio corazón.

JUDÁ SE CONGREGARÁ EN JERUSALÉN, EFRAÍN EN SIÓN. “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.”

Se expresa muy claramente que Isaías menciona dos ciudades o centros distintos. Esto se confirma en la revelación moderna, y se nos informa precisamente dónde será construida la ciudad de Sión, que es la Nueva Jerusalén.

A fin de lograr una comprensión correcta de este asunto, es necesario explicar el hecho de que Palestina va a ser el sitio del recogimiento de la tribu de Judá y de “los hijos de Israel sus compañeros”, después de su larga dispersión de acuerdo con lo predicho por los profetas. América es la tierra de Sión.

Fue dada a José, hijo de Jacob, y a sus descendientes como herencia perpetua. Los hijos de Efraín (hijo de José) y “toda la casa de Israel sus compañeros” serán congregados en Sión o América.

En la bendición dada por Jacob a su hijo José, se prevé y se predice la herencia de América en las siguientes palabras: “Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el muro… Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; Hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.

Por motivo de su fidelidad e integridad, José recibió bendiciones mayores que los progenitores de Jacob, y su galardón fue la tierra de Sión. Sus hermanos, con intenciones perversas, lo separaron y lo echaron fuera de entre ellos. El Señor, al recompensarlo, lo separó de sus hermanos —las otras tribus de Israel— y le dio una herencia en una tierra escogida sobre todas las otras tierras, la cual, según hemos aprendido del Libro de Mormón y de la revelación moderna, es América.

DOS CIUDADES SANTAS: SIÓN Y JERUSALÉN. En este gran día de recogimiento el Señor ha mandado que aquellos de la casa de Israel que se encuentren esparcidos entre los gentiles, deben huir a Sión, y aquellos que son de la casa de Judá deben huir a Jerusalén, “al monte de la casa de Jehová”, que es el sitio de su recogimiento.

En cada una de estas tierras se edificará una ciudad santa, la cual será la capital de donde saldrán la ley y la palabra del Señor a todos los pueblos. El Salvador dijo a los nefitas: “Y he aquí, estableceré a este pueblo en esta tierra, para dar cumplimiento al convenio que hice con Jacob, vuestro padre; y será una Nueva Jerusalén. Y los poderes del cielo estarán entre este pueblo; sí, yo mismo estaré en medio de vosotros.”

Moroni ha dicho, escribiendo acerca de los jareditas: “He aquí, Eter vio los días de Cristo, y habló de una Nueva Jerusalén sobre esta tierra. Y habló también concerniente a la casa de Israel, y la Jerusalén de donde Lehi habría de venir: que después que fuese destruida, sería reconstruida de nuevo, una ciudad santa para el Señor; por tanto, no podría ser una nueva Jerusalén, porque ya había existido en la antigüedad; pero sería reconstruida, y llegaría a ser una ciudad santa del Señor; y sería edificada para la casa de Israel.”

DOS CIUDADES SANTAS: JERUSALÉN Y LA NUEVA JERUSALÉN. Se nos informa en la revelación dada a José Smith el Profeta, que la ciudad de Sión y la Nueva Jerusalén son una misma. En numerosas revelaciones el Señor habla de la Nueva Jerusalén que será construida. Por ejemplo leernos: “Y se llamará la Nueva Jerusalén, una tierra de paz, una ciudad de refugio, un lugar de seguridad para los santos del Dios Altísimo; y la gloria del Señor estará allí, el terror del Señor también estará allí, de tal manera que los inicuos no llegarán a ella, y se llamará Sión.”

También: “Sí, la palabra del Señor concerniente a su iglesia, establecida en los últimos días para la restauración de su pueblo, como lo ha declarado por boca de sus profetas, así como para el recogimiento de sus santos sobre el monte de Sión, el cual será la ciudad de la Nueva Jerusalén.”

Jerusalén la antigua, después que los judíos hayan sido purificados y santificados de todos sus pecados, llegará a ser una ciudad santa, donde el Señor morará, y desde la cual enviará su palabra a todo pueblo. En igual manera sobre este continente se edificará la ciudad de Sión, la Nueva Jerusalén, y de ella la ley de Dios también saldrá. No habrá ningún conflicto, porque cada una de las dos ciudades será la capital del Redentor del mundo, y de cada una de ellas enviará sus proclamaciones según la ocasión lo requiera. Jerusalén será el sitio del recogimiento de Judá y sus compañeros de la casa de Israel, y Sión será el sitio del recogimiento de Efraín y sus compañeros, sobre cuya cabeza se conferirán “las bendiciones mayores”.

SIÓN Y JERUSALÉN SON CIUDADES DISTINTAS. Muchas de las profecías en la Biblia se refieren a Jerusalén y a Sión, como sitios separados. Es evidente que estas referencias no se aplican al monte de Sión que es parte de la ciudad de Jerusalén. De entre estas profecías citamos las siguientes:

“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!”

“Y Jehová rugirá desde Sión, y dará su voz desde Jerusalén, y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sión, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella.”

En los escritos de Isaías, se llama ciudades a Sión y Jerusalén:

 “Tus santas ciudades están desiertas, Sión es un desierto, Jerusalén una soledad.” Isaías y otros profetas también predijeron que la cabecera de Sión en los postreros días se establecería en las montañas, y que pueblos de todas las naciones dirían: “Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.”

SIÓN Y JERUSALÉN: DOS CAPITALES MUNDIALES. Cuando José Smith tradujo el Libro de Mormón, se enteró de que América es la tierra de Sión que fue dada a José y a sus hijos, y que sobre esta tierra se va a edificar la ciudad de Sión o Nueva Jerusalén. También se dio cuenta de que Jerusalén en Palestina se va a reconstruir y que llegará a ser una ciudad santa. Estas dos ciudades, una en la tierra de Sión y tina en Palestina, llegarán a ser las capitales del reino de Dios durante el Milenio.

Mientras tanto, a la vez que se está llevando a efecto la obra de la preparación y se está congregando a Israel, muchos pueblos están llegando a la tierra de Sión, diciendo: “Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob.” Los Santos de los Ultimos Días están cumpliendo esta profecía, dado que los están congregando de todas partes de la tierra, y están viniendo a la casa del Señor en estos valles de las montañas. Aquí se les está instruyendo en los caminos del Señor mediante la restauración del evangelio y mediante las bendiciones que reciben en los templos que se han construido. Además, antes que hayan pasado muchos años, el Señor mandará que se construya la ciudad de Sión, y en el debido tiempo, Jerusalén en Palestina será purificada y llegará a ser una ciudad santa y la morada de los judíos, después que éstos sean purificados y estén dispuestos a aceptar a Jesucristo como su Redentor.

TEMPLOS EN SIÓN Y JERUSALÉN. “Y justicia enviaré desde los cielos y la verdad haré brotar de la tierra para testificar de mi Unigénito; su resurrección de entre los muertos, sí, y también la resurrección de todos los hombres; y haré que la justicia y la verdad inunden la tierra como con un diluvio, a fin de recoger a mis escogidos de las cuatro partes de la cierra a un lugar que yo prepararé, una Ciudad Santa, a fin de que mi pueblo ciña sus lomos y espere el tiempo de mi venida, porque allí estará mi tabernáculo, y se llamará Sión, una Nueva Jerusalén.

“Y el Señor dijo a Enoc: Entonces tú y toda tu ciudad los recibiréis allí, y los recibiremos a nuestro seno, y ellos nos verán; y nos echaremos sobre su cuello, y ellos sobre el nuestro, y nos besaremos unos a otros; y allí será mi morada, y será Sión, la cual saldrá de todas las creaciones que he hecho; y por el espacio de mil años la tierra descansará.”

Cuando venga Cristo, como cumplimiento de esta promesa, habrá sobre la tierra dos grandes ciudades que habrán sido santificadas con santos santuarios o templos. Una será la ciudad de Jerusalén en la tierra de Judá, la cual será reconstruida; la otra será la ciudad de Sión, o la Nueva Jerusalén, en la tierra de José.

LA TIERRA DE SIÓN

NORTEAMÉRICA Y SUDAMÉRICA CONSTITUYEN LA TIERRA DE SIÓN. Los miembros de la Iglesia “Reorganizada” nos informan que Sión no incluye a Utah, sino que está limitada al Condado de Jackson en Misurí, y a las regiones circunvecinas, siendo Nauvoo “una de las piedras angulares”; y dicen que cuando los miembros se trasladaron al Oeste, salieron de las fronteras de Sión. Además, afirman que en vista de que se han de construir templos en Sión y en Jerusalén, el Señor, por esta sola razón, si más no hubiere, no reconoce ninguno de los templos que construyamos en Utah o en el Oeste [de los E.U.A.].

Aceptamos el hecho de que el lugar central donde se va a edificar la ciudad de la Nueva Jerusalén se encuentra en el condado de Jackson, estado de Misurí. Jamás se tuvo por intención reemplazar con Utah o cualquier otro lugar al condado de Jackson. Pero sí afirmamos que Sión, cuando se hace referencia a la tierra, es tan extensa como toda América, tanto la del Norte como la del Sur: toda ella es Sión. Si es que Sión queda limitada en su extensión a las tierras que se encuentran alrededor del condado de Jackson, es verdaderamente una lástima que Nefi no lo haya sabido. Qué magnífico habría sido el que hubiera habido unos pocos “reorganizados” en su época para informarle de ello. Así, ni él ni su pueblo habrían cometido el error de edificar templos, semejantes al de Salomón de Jerusalén, en lugares tan distantes como Centroamérica o Sudamérica, sino que habrían levantado uno en el condado de Jackson o en las regiones circunvecinas. Fue realmente un acontecimiento desafortunado.

SIÓN: UNA TIERRA ESCOGIDA SOBRE TODAS LAS DEMÁS. Pero ya en serio, el Libro de Mormón nos informa que toda América, tanto la del Norte como la del Sur, es una tierra escogida sobre todas las demás, en otras palabras, Sión. El Señor dijo a los jareditas que El los iba a conducir a una región “que es favorecida sobre todas las regiones de la tierra”. Entendemos que desembarcaron en Centroamérica, donde existió su reino durante la mayor parte de su residencia en América.

Cuando el Señor empezó a conducir a la familia de Lehi a esta tierra, El les dijo: “Y según guardéis mis mandamientos, prosperaréis y seréis conducidos a tina tierra de promisión, sí, a una tierra que yo he preparado para vosotros, una tierra escogida sobre todas las demás.” Generalmente se entiende que desembarcaron en la América del Sur, y que sus naciones, la de los nefitas y la de los lamanitas, habitaron en Sud y Centroamérica durante la mayor parte del tiempo que duraron aquí. Corno quiera que sea, la época de su civilización transcurrió principalmente en el Sur, y no en la región que ahora comprende los Estados Unidos. Esto demuestra, sin ningún lugar a dudas, que la tierra escogida era la América del Sur así como la América del Norte, y aun cuando la ciudad de la Nueva Jerusalén —que, como nos dice el Libro de Mormón, se va a edificar sobre esta tierra que ha sido escogida sobre todas las demás—, se hallará en el condado de Jackson, no obstante si uno acepta el Libro de Mormón, debe aceptar todo el hemisferio como la tierra de Sión.

En la conferencia de la Iglesia, efectuada en Nauvoo en abril de 1844, el profeta José Smith declaró que toda la América era Sión.

EL JARDÍN DE EDÉN Y LA CIUDAD DE SIÓN SON EL MISMO SITIO. De acuerdo con las revelaciones dadas al profeta José Smith, enseñamos que el Jardín de Edén se hallaba en el continente americano, ubicado donde la ciudad de Sión, o la Nueva Jerusalén, va a ser construida.

Cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín, finalmente moraron en un lugar llamado AdánondiAhman, situado en lo que hoy es el condado de Daviess en el estado de Misurí. Tres años antes de su muerte, Adán convocó a este sitio a los de su posteridad que eran justos, y los bendijo; y es en este sitio donde se sentará Adán, o Miguel, según leemos en el séptimo capítulo de Daniel.

LAS TIERRAS DE SIÓN Y JERUSALÉN VAN A SER UNIDAS. Aceptamos el hecho de que Adán vivió sobre este continente americano. Mas cuando Adán moró aquí, no era el continente americano, ni era el hemisferio occidental, porque toda la tierra se encontraba en un solo lugar, y todas las aguas estaban en un solo lugar. No había ningún océano Atlántico que separara los hemisferios. “Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco, y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.”

Si todas las aguas se juntaron en un lugar, naturalmente sigue que toda la tierra estaba en un lugar; por tanto, la forma de la tierra, en cuanto a la superficie de las aguas y de la tierra, no era como la encontramos hoy. Luego leemos en el Génesis que hubo un tiempo en que fue dividida la tierra. Hay algunas personas que creen que esto solamente significa que la superficie de la tierra fue repartida entre las varias tribus; pero este no es el significado. Fue de hecho una división de la superficie de la tierra, y quedó separada como la conocemos hoy.

El Señor le reveló al profeta José Smith que cuando El venga, la superficie de la tierra volverá a su forma original, como parte de la gran restauración. Cuando llegue ese tiempo, la tierra de Sión (el hemisferio occidental) y la tierra de Jerusalén “volverán a su propio lugar, y la tierra será como en los días antes de ser dividida”. Juan el apóstol vio este día en que “toda isla huyó, y los montes no fueron hallados”.

EDIFICACIÓN DE LA NUEVA JERUSALÉN

CONCEPTOS ESPECULATIVOS EN CUANTO AL SITIO DE LA NUEVA JERUSALÉN. Cuando se dio a conocer que la Nueva Jerusalén se iba a construir en América, los miembros empezaron a preguntarse dónde se hallaría la ciudad. Hiram Page, uno de los testigos del Libro de Mormón, consiguió una “piedra de agorero” por medio de la cual decía que estaba recibiendo revelaciones para la Iglesia. Una de las cosas que intentó dar a conocer fue el sitio donde se iba a construir esta ciudad. Naturalmente, surgió una conmoción considerable, y aun Oliverio Cowdery fue inducido a aceptar lo que Hiram Page había dado. Con alguna dificultad el profeta José Smith corrigió esta maldad y tranquilizó la mente de los miembros de la Iglesia.

Sin embargo, este episodio tuvo sus buenos resultados, porque el Señor hizo saber que sólo tino a la vez estaba facultado con el don de recibir revelaciones para la Iglesia, y esta era la ley por la cual la Iglesia habría de regirse. En esta misma revelación el Señor corrigió las falsas enseñanzas de Hiram Page e informó a la Iglesia que el sitio de la Nueva Jerusalén no había sido revelado, pero que cuando se revelara quedaría “en las fronteras cerca de los lamanitas”. Se designó a Oliverio Cowdery para que saliera a una misión entre los lamanitas, y más tarde se llamó a Parley Pratt y a Ziba Peterson para que lo acompañaran. Así fue como se llevó el mensaje del evangelio al Condado de Jackson en Misurí.

LOS SANTOS HEREDARÁN SIÓN EN ESTA VIDA Y EN LA ETERNIDAD. A principios de 1831, se trasladó la cabecera de la Iglesia de Fayette, Nueva York, a Kirtland, Ohio, donde el Señor dijo que daría su ley a la Iglesia, y donde serían investidos con poder de lo alto. El Señor también prometió revelar a los miembros el lugar de su herencia. “Y este será mi convenio con vosotros, la recibiréis como tierra de vuestra herencia y como herencia de vuestros hijos para siempre, mientras dure la tierra, y la poseeréis otra vez en la eternidad, para nunca más volver a pasar.”

Cuando los miembros de la Iglesia se recogieron en Kirtland, el Señor les dio su ley. También les dio instrucciones con objeto de prepararlos para su herencia. Indicó a los élderes que salieran a declarar su palabra “a las regiones del oeste” y a edificar su Iglesia, “hasta que llegue el tiempo en que os sea revelado desde lo alto, cuándo ha de ser preparada la ciudad de la Nueva Jerusalén, para que seáis congregados en uno, a fin de que seáis mi pueblo y yo sea vuestro Dios”. Se dieron instrucciones al obispo de la Iglesia concernientes a las propiedades de los miembros, el cuidado del depósito, la atención a las necesidades de los pobres y menesterosos, y también la acumulación de fondos para la compra de terrenos y la edificación de la Nueva Jerusalén, cuyo sitio pronto iba a ser revelado.

SE REVELA EL SITIO DE LA NUEVA JERUSALÉN. A principios de 1831 se efectuó una conferencia en Kirtland. A la conclusión de dicha conferencia, el 7 de junio, el Señor dijo: “Yo, el Señor, os haré saber lo que quiero que hagáis desde ahora hasta la próxima conferencia, la cual se verificará en Misurí, sobre la tierra que consagraré a los de mi pueblo, que son un resto de Jacob, y a los que son herederos conforme al convenio… Y así, tal como he dicho, si sois fieles, os congregaréis para regocijaros en la tierra de Misurí, la cual es la tierra de vuestra herencia, y que ahora es la tierra de vuestros enemigos. Pero he aquí que yo, el Señor, apresuraré la ciudad en su tiempo y coronaré a los fieles con gozo y regocijo.”

Obedeciendo este mandamiento, los élderes viajaron de dos en dos y oportunamente llegaron al condado de Jackson, Misurí. Allí, en respuesta a su oración sincera, el Señor reveló el sitio de la Nueva Jerusalén y el lugar para la construcción de su templo, o santo santuario, que Enoc y también Eter habían visto que se iba a establecer en los últimos días.

Al dar a conocer este sitio, el Señor dijo: “Escuchad, oh élderes de mi iglesia, dice el Señor vuestro Dios, vosotros que conforme a mis mandamientos os habéis congregado en esta tierra, la tierra de Misurí, la cual he señalado y consagrado para el recogimiento de los santos. Por tanto, ésta es la tierra prometida y el sitio para la ciudad de Sión.” Luego se indicó el lugar para la construcción del templo. El 2 de agosto de 1831, Sidney Rigdon dedicó la tierra como posesión y herencia para los santos, y al día siguiente el profeta José Smith dedicó el sitio para el templo en un lugar a corta distancia y hacia el oeste del palacio de justicia en Independence.

SE SUSPENDE LA EDIFICACIÓN DE LA NUEVA JERUSALÉN. Naturalmente, los hermanos reunidos pensaron que la Nueva Jerusalén, o ciudad de Sión, se habría de fundar inmediatamente, y también erigir el templo. El Señor previamente les había dado un mandamiento concerniente a sus deberes y los había instruido en cuanto a la ley que había de observarse en Sión. También indicó que la ciudad no se habría de construir en esa ocasión. “Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, y la gloria que seguirá después de mucha tribulación. Porque tras mucha tribulación vienen las bendiciones. Por tanto, viene el día en que seréis coronados con mucha gloria; la hora no es aún, mas está cerca.”

Es cierto que el Señor habría bendecido a los santos y habría iniciado el establecimiento de la ciudad santa en esta época, si ellos hubiesen observado fielmente sus mandamientos, pero según estas palabras del Señor, se ve claramente que la gloria de Sión era cosa futura, aunque en el sentido espiritual estaba próxima.

En otras revelaciones se aclaró que los élderes tendrían que ser investidos con poder de lo alto y salir a declarar el evangelio a las naciones y reunir “al pueblo de los extremos de la tierra”, antes que Sión pudiese ser edificada. De manera que desde el principio el Señor indicó a los santos que la edificación de la Nueva Jerusalén y su templo sagrado tendría que postergarse hasta que se efectuaran muchas otras cosas, y ellos pasaran por mucha tribulación.

LA CIUDAD DE SIÓN Y EL TEMPLO AÚN SERÁN CONS­TRUIDOS. Han pasado casi cien años desde que se dedicó el sitio de Sión y se escogió el lugar para el templo, y algunos de los miembros de la Iglesia parecen sentir temor de que la palabra del Señor no se cumpla. Otros han tratado de convencerse así mismos que se ha alterado el plan original y que el Señor no requiere de nuestras manos esta importante obra que anunciaron los profetas de días antiguos. No hemos sido relevados de esta responsabilidad, ni lo seremos. La palabra del Señor no fallará.

Si miramos retrospectivamente y examinamos su palabra con cuidado, descubriremos que nada ha faltado de todo cuanto El ha predicho, ni tampoco pasará sin cumplirse ni una jota ni una tilde. Es cierto que el Señor mandó a sus santos que edificaran un templo a su nombre en Sión. Esto lo intentaron hacer, pero se lo impidieron sus enemigos, de modo que el Señor no requirió de sus manos la obra en esa ocasión. Sin embargo, la prórroga de la construcción del templo no canceló la responsabilidad de edificar la ciudad y la Casa del Señor en algún tiempo futuro. Cuando el Señor disponga que se lleve a efecto, El mandará a su pueblo, y la obra se realizará.