Doctrina y Convenios Sección 10

Doctrina y Convenios
Sección 10


Contexto Histórico

Era el año 1828, y José Smith había recibido un gran encargo: la traducción de un registro sagrado que relataría la historia de un pueblo antiguo en el continente americano. Con la ayuda de su escriba, Martin Harris, José trabajaba diligentemente en la obra, utilizando el don que Dios le había concedido a través del Urim y Tumim. Sin embargo, la impaciencia y el deseo de convencer a los incrédulos llevaron a un error costoso.

Martin Harris, un hombre de recursos económicos que había mostrado gran interés en la obra, ansiaba demostrar a su esposa y amigos la veracidad del Libro de Mormón. Después de mucha insistencia, convenció a José de pedir permiso al Señor para llevar consigo un manuscrito con 116 páginas de la traducción. Al principio, el Señor negó la petición, pero tras reiteradas súplicas, finalmente se concedió el permiso con la condición de que Martin las conservara con estricta seguridad.

Pero el peligro acechaba. Poco después de obtenerlas, Martin perdió las páginas. ¿Se las robaron? ¿Las escondió alguien con malas intenciones? No se sabía con certeza. La pérdida de los manuscritos sumió a José en una profunda tristeza. Además, como consecuencia de su imprudencia, el Señor le retiró temporalmente su don de traducir. Era una prueba difícil, y José comprendió la gravedad de lo sucedido.

Tiempo después, el Señor reveló que hombres inicuos habían tomado el manuscrito con un propósito perverso. Habían ideado un plan: si José volvía a traducir las mismas palabras, alterarían el texto original y lo acusarían de falsedad, desacreditándolo ante el mundo. Querían frustrar la obra de Dios y poner fin a la restauración del Evangelio antes de que pudiera difundirse.

Pero Dios, que todo lo sabe, ya había preparado una solución mucho antes de que los hombres tramaran su engaño. En la antigüedad, el profeta Mormón, guiado por el Espíritu del Señor, había preparado dos registros: uno más detallado en las Planchas Mayores de Nefi y otro más breve en las Planchas Menores. En su infinita sabiduría, Dios inspiró a Mormón para que hiciera este compendio, asegurando así que, aun si los primeros escritos se perdían, la historia y el mensaje del Evangelio no serían destruidos.

En una nueva revelación, el Señor instruyó a José para que no volviera a traducir las páginas perdidas. En su lugar, debía utilizar la relación contenida en las Planchas Menores de Nefi, la cual relataba con mayor claridad y detalle los mismos eventos. Así, el intento de los hombres malvados quedaría frustrado, y el Evangelio seguiría su curso sin interrupciones.

El Señor también reafirmó la importancia del Libro de Mormón, no solo para los descendientes de los lamanitas, sino para toda nación, tribu y lengua. Prometió que establecería su Iglesia y reuniría a todos aquellos que se arrepintieran y aceptaran su Evangelio. Satanás, aunque tratara de obstaculizar la obra, no podría prevalecer contra los designios de Dios.

José Smith, aprendiendo de su error, recibió nuevamente su don y continuó con la obra con renovada determinación. Esta experiencia, aunque dolorosa, se convirtió en una poderosa lección sobre la confianza en el Señor y la sabiduría divina que trasciende los engaños de los hombres.

El Libro de Mormón se convertiría en una luz para el mundo, demostrando que, aunque los hombres intenten frustrar los propósitos de Dios, su obra jamás será destruida.

La Sección 10 de Doctrina y Convenios nos enseña verdades esenciales sobre la obediencia, la oposición de Satanás, la omnisciencia de Dios, la Restauración de la Iglesia y la protección divina. Nos recuerda que, aunque haya dificultades y engaños, la obra de Dios sigue adelante y Su sabiduría siempre triunfa sobre la maldad.


1. El Peligro de la Desobediencia y la Pérdida del Don Espiritual


D. y C. 10:1“He aquí, te digo que por haber entregado en manos de un hombre inicuo esos escritos para lo cual se te dio el poder de traducirlos por medio del Urim y Tumim, ahora los has perdido.”
El Señor le recuerda a José Smith la gravedad de su error al confiar las páginas sagradas a Martin Harris. Esto nos enseña que cuando Dios nos da una responsabilidad, debemos ser cuidadosos en cómo la manejamos.

“He aquí, te digo que por haber entregado en manos de un hombre inicuo esos escritos…”
El Señor reprende a José Smith por haber entregado los 116 manuscritos del Libro de Mormón a Martin Harris, quien insistió en obtenerlos para mostrarlos a su familia. Esta decisión fue contraria a la instrucción divina, lo que llevó a la pérdida de los escritos. Aquí se enfatiza la responsabilidad de los siervos del Señor al manejar cosas sagradas.

El presidente Joseph Fielding Smith explicó: “Cuando un hombre recibe un llamado del Señor, ya sea por revelación o a través de la autoridad del sacerdocio, tiene la obligación de cumplir con exactitud y fidelidad la misión que se le ha dado” (Doctrinas de Salvación, 1:145).

El élder D. Todd Christofferson enseñó: “La revelación de Dios no está sujeta a negociación o compromiso. Cuando buscamos alterar la voluntad del Señor para ajustarla a nuestros deseos, podemos perdernos las bendiciones que Él tenía preparadas para nosotros” (“El poder de la verdad”, Conferencia General, abril de 2017).

Esta parte de la escritura enseña que las cosas sagradas deben tratarse con reverencia y obediencia. El Señor había confiado la traducción a José, pero por ceder a la presión de Martin Harris, la obra se vio obstaculizada temporalmente. La lección es clara: la obediencia a Dios es más importante que la aprobación de los hombres.

“…para lo cual se te dio el poder de traducirlos por medio del Urim y Tumim…”
Se reafirma que José Smith fue llamado y autorizado divinamente para traducir el Libro de Mormón mediante instrumentos sagrados, en este caso, el Urim y Tumim. Este instrumento ha sido utilizado históricamente en la comunicación entre Dios y Sus profetas (Éxodo 28:30; 1 Samuel 28:6).

El presidente Russell M. Nelson declaró: “José Smith no se basó en su propia capacidad académica para traducir el Libro de Mormón. Más bien, lo hizo mediante el don y el poder de Dios” (“El Libro de Mormón: ¿Qué habría pasado si la historia se hubiera desarrollado de otra manera?”, Ensign, julio de 1993).

El élder Richard G. Scott enseñó: “Dios proporciona ayuda divina a Sus siervos cuando estos trabajan diligentemente en Su obra” (Conferencia General, abril de 1999).

Esta frase confirma la naturaleza divina de la traducción del Libro de Mormón. No fue una obra humana, sino una revelación que se llevó a cabo con ayuda de instrumentos sagrados preparados por Dios.

“…ahora los has perdido.”
Este es un acto de consecuencia divina. La pérdida de los manuscritos es una manifestación del principio de que la desobediencia trae consecuencias. Dios permite que experimentemos las consecuencias de nuestras decisiones para nuestro aprendizaje y crecimiento espiritual.

El presidente Gordon B. Hinckley explicó: “La desobediencia, aunque parezca pequeña, siempre trae pérdida. A veces, esa pérdida puede ser inmediata y tangible; otras veces, puede ser espiritual y a largo plazo” (Ensign, enero de 2000).

En Doctrina y Convenios 3:7-8, el Señor le dijo a José: “Debiste haber sido fiel, y él habría restringido los propósitos de aquellos hombres inicuos.”

La lección aquí es que los dones y bendiciones del Señor pueden ser retirados temporalmente cuando no se usan con la debida responsabilidad. Sin embargo, también se vislumbra el principio de la redención y la restauración posterior del privilegio de traducir, una vez que José se arrepintió y demostró mayor obediencia.

Doctrina y Convenios 10:1 nos recuerda la importancia de la obediencia exacta al Señor, especialmente cuando se nos han confiado cosas sagradas. José Smith fue probado en su fidelidad, y aunque enfrentó una gran pérdida, esta experiencia le permitió madurar espiritualmente y comprender mejor la seriedad de su llamamiento.

Este versículo también refuerza la doctrina de que Dios dirige Su obra y no permitirá que los hombres inicuos frustren Sus propósitos (D. y C. 3:1). Finalmente, enseña que, aunque podemos cometer errores, la misericordia del Señor nos permite rectificarlos y continuar adelante con humildad y obediencia.


D. y C. 10:2“Y al mismo tiempo perdiste tu don y se ofuscó tu mente.”
Perder un don espiritual es una de las consecuencias de la desobediencia. José Smith perdió temporalmente su capacidad de traducir, mostrándonos que la fidelidad a los mandamientos es esencial para conservar las bendiciones del Señor.

“Y al mismo tiempo perdiste tu don…”
Esta frase señala una consecuencia directa de la desobediencia: la pérdida temporal del don divino otorgado a José Smith para traducir el Libro de Mormón. La doctrina enseña que los dones espirituales son dados por el Señor para cumplir Su obra, pero si no se usan con rectitud, pueden ser retirados.

El élder Dallin H. Oaks enseñó: “Los dones espirituales vienen de Dios y se otorgan según nuestra fidelidad y nuestro deseo de usarlos para bendecir a otros.” (“Gifts of the Spirit”, Ensign, septiembre de 1986).

Esta frase enfatiza que los dones espirituales no son permanentes ni incondicionales; deben ser ejercidos con fe y obediencia. La pérdida temporal del don de traducción en la vida de José Smith es un ejemplo claro de que el Señor exige fidelidad en el uso de los talentos y bendiciones que concede.

“…y se ofuscó tu mente.”
Aquí se indica un principio clave: la desobediencia no solo conlleva la pérdida de dones espirituales, sino que también afecta la claridad mental y la capacidad de recibir revelación. Cuando nos alejamos del Espíritu, nuestra capacidad de discernimiento disminuye.

El presidente Henry B. Eyring explicó: “Cuando nos apartamos del Espíritu, nuestra capacidad para recibir guía divina disminuye. La luz de la verdad se atenúa, y la confusión ocupa su lugar.” (“Continuing Revelation”, Conferencia General, octubre de 2014).

Esta frase enseña que la luz espiritual y la claridad mental dependen de nuestra relación con el Espíritu Santo. Cuando desobedecemos, el Señor no nos quita Su amor, pero nosotros nos desconectamos de Su influencia y nuestra mente se nubla. José Smith experimentó esta realidad, pero su arrepentimiento y humildad le permitieron recuperar su don y continuar con la obra de traducción.

Doctrina y Convenios 10:2 ilustra dos principios fundamentales: (1) los dones espirituales pueden ser retirados cuando no se usan con rectitud, y (2) el alejamiento del Espíritu Santo trae confusión y pérdida de claridad mental. José Smith aprendió por experiencia propia que la fidelidad y la obediencia son esenciales para mantener la compañía del Espíritu y los dones divinos.

Este versículo también resalta la misericordia del Señor, pues aunque José perdió temporalmente su don, Dios le permitió recuperarlo cuando demostró arrepentimiento y fidelidad. La lección para nosotros es clara: si queremos mantener la guía del Espíritu en nuestras vidas, debemos vivir con rectitud y actuar de acuerdo con la voluntad de Dios.


D. y C. 10:3“No obstante, otra vez te es restaurado; procura, por tanto, ser fiel, y sigue hasta concluir el resto de la traducción como has empezado.”
A pesar de los errores, el Señor muestra misericordia y permite que José continúe con su misión. Dios siempre está dispuesto a darnos nuevas oportunidades si nos arrepentimos y somos fieles.

“No obstante, otra vez te es restaurado;”
Aquí el Señor manifiesta Su misericordia al restaurar el don de traducción a José Smith. Esta frase resalta un principio clave del Evangelio: la redención y la restauración de bendiciones tras el arrepentimiento genuino. Aunque José perdió su don debido a su desobediencia, el Señor le permitió recuperarlo porque aprendió de su error y se humilló.

El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Uno de los atributos más maravillosos de Dios es que siempre está dispuesto a restaurarnos y fortalecernos cuando nos arrepentimos sinceramente.” (“The Laborers in the Vineyard”, Conferencia General, abril de 2012). El Señor no abandona a Sus siervos cuando cometen errores. La clave para la restauración de bendiciones es el arrepentimiento sincero y el compromiso de seguir adelante con mayor fidelidad.

“procura, por tanto, ser fiel,”
El Señor establece un requisito fundamental para conservar las bendiciones: la fidelidad. Ser fiel implica no solo evitar el pecado, sino actuar con diligencia y obediencia en la obra del Señor.

El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Dios nos ha dado grandes dones, y nos pide que seamos fieles en nuestro servicio. La fidelidad no significa perfección, pero sí significa dedicación y esfuerzo constante.” (“Stay on the High Road”, Conferencia General, abril de 2004). La fidelidad es el compromiso continuo con el Señor. Para recibir revelación y guía en nuestra vida, debemos ser constantes en nuestra devoción y obediencia.

“y sigue hasta concluir el resto de la traducción como has empezado.”
El Señor le recuerda a José que debe continuar con su labor con la misma dedicación con la que la comenzó. Esto nos enseña que la perseverancia en el bien es esencial en la obra del Señor. No basta con iniciar un camino de rectitud; es necesario persistir hasta el final.

El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “A menudo, el éxito en la vida y en la fe no es cuestión de suerte, sino de una determinación constante de seguir adelante, incluso cuando el camino es difícil.” (“Continua con paciencia”, Conferencia General, abril de 2010). Dios espera que terminemos las tareas espirituales que nos ha encomendado con el mismo entusiasmo con el que las empezamos. La perseverancia en el bien trae bendiciones y permite que cumplamos con nuestra misión divina.

Doctrina y Convenios 10:3 enseña tres principios fundamentales: la misericordia y restauración del Señor, la importancia de la fidelidad para recibir bendiciones, y la necesidad de perseverar hasta el final en la obra del Señor.

Este versículo es un testimonio del amor de Dios y de Su disposición para darnos nuevas oportunidades cuando nos arrepentimos. También es un recordatorio de que el Señor espera que trabajemos con diligencia y perseverancia en las tareas que nos ha encomendado. Para recibir y retener los dones espirituales, debemos actuar con fidelidad y compromiso hasta completar la obra que el Señor nos ha dado.


2. Satanás y Sus Ardides Contra la Obra del Señor


D. y C. 10:12-13“De esta manera el diablo ha procurado poner en marcha un plan astuto para destruir esta obra.”
Satanás busca socavar la obra de Dios mediante engaños. Este versículo nos recuerda que debemos estar alerta a sus artimañas y confiar en el Señor para vencerlas.

“De esta manera el diablo ha procurado poner en marcha un plan astuto…”
Esta frase nos enseña que Satanás es un ser real que constantemente busca frustrar la obra de Dios mediante el engaño y la astucia. El uso del término “plan astuto” sugiere que Satanás no actúa de manera obvia, sino que emplea estrategias sutiles para confundir y desviar a las personas.

El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Satanás siempre ha sido un maestro del engaño. Él trabaja en las sombras, disfrazando sus malas intenciones con falsos razonamientos y medias verdades.” (Conferencia General, abril de 1986). El diablo busca implementar sus planes con astucia y sigilo, presentando la maldad como algo atractivo o inofensivo. Como discípulos de Cristo, debemos desarrollar discernimiento espiritual para reconocer y resistir estas influencias.

“…para destruir esta obra.”
Satanás siempre ha tratado de impedir la obra de Dios en la tierra. Desde la caída de Adán hasta nuestros días, ha usado diversas tácticas, como la persecución, la apostasía, la corrupción doctrinal y la oposición directa a los profetas. En este contexto, intentó frustrar la traducción del Libro de Mormón al inspirar a hombres inicuos a robar los manuscritos perdidos.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Satanás no puede detener la obra de Dios. Aunque intentará con todas sus fuerzas sembrar confusión y desánimo, el Evangelio seguirá adelante con poder y majestad.” (Conferencia General, octubre de 2018).

El adversario lucha contra la obra del Señor, pero su oposición nunca tendrá éxito definitivo. A lo largo de la historia, el Evangelio ha sido atacado, pero la verdad siempre ha prevalecido. Nuestro desafío es reconocer las tácticas del enemigo y mantenernos firmes en la fe para contribuir a la edificación del Reino de Dios.

Doctrina y Convenios 10:12-13 nos recuerda que Satanás trama planes astutos para frustrar la obra del Señor, pero Dios es más poderoso y Su obra nunca será destruida. Aunque el adversario busca engañar y confundir, el Señor provee revelación, guía y fortaleza a Sus siervos para vencer el mal.

Este pasaje nos invita a estar alerta, a fortalecer nuestro testimonio y a confiar en que el Evangelio de Jesucristo avanzará a pesar de toda oposición. Como discípulos, debemos armarnos espiritualmente con la verdad y la obediencia para resistir los engaños del enemigo y contribuir al progreso del Reino de Dios en la tierra.


D. y C. 10:25“Sí, les dice: Engañad y acechad para poder destruir; he aquí, en esto no hay daño. Y así los lisonjea y les dice que no es pecado mentir para sorprender a un hombre en la mentira, a fin de destruirlo.”
Satanás justifica el pecado y engaña a las personas haciéndoles creer que sus acciones no tienen consecuencias. Debemos recordar que toda mentira y maldad tienen un precio espiritual.

“Sí, les dice: Engañad y acechad para poder destruir;”
Esta frase expone una de las tácticas principales de Satanás: el engaño y la acechanza. En las Escrituras, el adversario es descrito como “el padre de la mentira” (Juan 8:44) y un enemigo que “ronda como león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8).

El engaño es una de las herramientas más efectivas del maligno, ya que a menudo presenta el mal como si fuera bueno y el bien como si fuera malo (2 Nefi 15:20). Además, acecha en el sentido de que sus planes son estratégicos y cuidadosamente diseñados para debilitar la fe y la confianza en Dios.

El presidente James E. Faust enseñó: “Satanás no nos enfrenta directamente la mayoría de las veces. Más bien, nos atrae con pequeñas concesiones, haciéndonos sentir cómodos con nuestras malas decisiones hasta que estamos atrapados.” (“El poder del autodominio”, Conferencia General, abril de 2000). El diablo no solo engaña, sino que también acecha a aquellos que están en el camino de la rectitud, buscando cualquier oportunidad para debilitarlos. La única manera de resistir estos ataques es permaneciendo espiritualmente alerta y revestidos con la armadura de Dios (Efesios 6:11-17).

“He aquí, en esto no hay daño.”
Aquí se revela otra de las estrategias del adversario: minimizar las consecuencias del pecado. Satanás convence a las personas de que sus acciones no tienen consecuencias reales, o de que el pecado es inofensivo. Esta es una táctica peligrosa porque induce a las personas a justificar el mal y a ignorar las advertencias del Señor.

El presidente Boyd K. Packer advirtió: “Satanás nos hará creer que podemos jugar con el pecado sin consecuencias, pero siempre hay consecuencias espirituales, incluso si no son inmediatas.” (“El don más grande”, Conferencia General, abril de 2003). La mentira de que el pecado no tiene consecuencias ha atrapado a muchas personas en la complacencia espiritual. Sin embargo, las Escrituras y los profetas enseñan que toda acción tiene consecuencias eternas, sean para bien o para mal (Gálatas 6:7-8).

“Y así los lisonjea y les dice que no es pecado mentir para sorprender a un hombre en la mentira, a fin de destruirlo.”
Aquí se ilustra cómo Satanás tergiversa la moralidad, justificando el pecado si se usa con un propósito que él presenta como válido. En este caso, convence a las personas de que mentir es aceptable si sirve para exponer a alguien más. Sin embargo, las Escrituras son claras en que la mentira es una característica del maligno y que los mentirosos no heredarán el reino de Dios (Apocalipsis 21:8).

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El diablo usa la distorsión para hacer que la gente justifique sus malas acciones. No importa cuán convincente sea su argumento, la verdad sigue siendo verdad.” (“La verdad y la restauración”, Conferencia General, abril de 2017). El adversario busca enredarnos en la justificación del pecado. En este caso, la mentira se convierte en un medio supuestamente legítimo para “hacer justicia”. Sin embargo, el Señor nos llama a actuar con integridad en todo momento. Como discípulos de Cristo, debemos evitar toda forma de engaño y adherirnos a la verdad en todo momento.

Doctrina y Convenios 10:25 nos advierte sobre las tácticas del adversario: el engaño, la justificación del pecado y la distorsión de la verdad. Satanás manipula la percepción de las personas, haciéndoles creer que el pecado no tiene consecuencias y que el fin justifica los medios.

Este versículo nos invita a permanecer alerta, a rechazar cualquier forma de engaño y a seguir el ejemplo de Jesucristo, quien es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). La única manera de resistir las artimañas del diablo es aferrándonos a la verdad, viviendo con integridad y confiando en la guía del Espíritu Santo.


D. y C. 10:27“Y así va y viene, acá y allá sobre la tierra, procurando destruir las almas de los hombres.”
El adversario nunca descansa en su misión de alejar a las personas de Dios. Solo podemos protegernos de su influencia si nos mantenemos cerca del Señor a través del Evangelio.

“Y así va y viene, acá y allá sobre la tierra, procurando destruir las almas de los hombres.”
Este versículo describe la constante y persistente labor de Satanás en su esfuerzo por destruir las almas de los hombres. Su accionar no es estático ni pasivo, sino activo y sistemático. La frase “va y viene, acá y allá” sugiere que el adversario no descansa en su propósito de alejar a las personas de Dios.

Las Escrituras enseñan que Satanás está presente en el mundo y que actúa con gran astucia para tentar y engañar a los hijos de Dios. Se le describe como el “acusador” (Apocalipsis 12:10) y como aquel que “ciega las mentes” (2 Corintios 4:4). Su meta final es la destrucción espiritual de la humanidad.

El presidente James E. Faust enseñó: “Satanás es real. Él es el enemigo de todo lo bueno y busca destruir la fe, la familia y la felicidad.” (“La fuerza del espíritu contra el mal”, Conferencia General, octubre de 1995).

Esta frase enfatiza la naturaleza incansable de la obra del adversario. Satanás no es un enemigo ocasional, sino uno persistente y en constante acecho. El hecho de que “va y viene” nos recuerda que su influencia está presente en todo el mundo y que sus estrategias son variadas. Para resistirlo, es esencial mantenernos espiritualmente alerta, vestirnos con la armadura de Dios (Efesios 6:11-13) y depender del poder del Salvador Jesucristo.

“procurando destruir las almas de los hombres.”
El propósito final de Satanás es la destrucción espiritual de la humanidad. A diferencia de Dios, quien trabaja para traer “la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39), Satanás busca exactamente lo contrario: sumergir a los hijos de Dios en el pecado, la confusión y la desesperación.

Uno de sus métodos más efectivos es tentar a las personas a pecar y luego hacerlas sentir que ya no tienen esperanza de redención. Su intención no es simplemente que la gente cometa errores, sino que se alejen completamente de Dios y pierdan su potencial eterno.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El objetivo de Satanás es destruir nuestra relación con Dios y robarnos la felicidad eterna. Pero el poder de Cristo es infinitamente mayor que el del adversario.” (“Decisiones para la eternidad”, Conferencia General, octubre de 2013).

La frase nos advierte que el diablo no solo busca desviar a los hombres del camino correcto, sino que su meta es su completa destrucción espiritual. Sin embargo, el poder de Dios es mayor, y aquellos que permanecen fieles a Cristo pueden resistir y vencer las tentaciones del maligno. La clave para evitar la influencia de Satanás es aferrarse a la verdad, orar con fe y seguir la guía del Espíritu Santo.

Doctrina y Convenios 10:27 es un recordatorio claro del rol de Satanás en el mundo y de su intención de destruir las almas de los hombres. Su labor es constante, y sus métodos son diversos, pero aquellos que confían en Dios y viven según Sus mandamientos pueden resistir sus ataques.

Este versículo nos motiva a estar espiritualmente preparados, a reconocer las artimañas del enemigo y a confiar en el poder redentor de Jesucristo. La lucha entre el bien y el mal es real, pero el Evangelio nos da las herramientas necesarias para salir victoriosos. Como discípulos de Cristo, debemos velar y orar para no caer en la trampa del adversario y recordar que con Dios, siempre hay esperanza y fortaleza para vencer.


3. La Sabiduría y Omnisciencia de Dios


D. y C. 10:30“He aquí, te digo que no volverás a traducir aquellas palabras que han salido de tus manos.”
El Señor impide que José traduzca nuevamente las páginas perdidas, mostrando Su sabiduría para frustrar los planes de los inicuos.

“He aquí, te digo que no volverás a traducir aquellas palabras que han salido de tus manos.”
Esta declaración del Señor a José Smith confirma que los 116 manuscritos perdidos no serían re-traducidos. Dios, en Su omnisciencia, ya había previsto la pérdida y había preparado una solución alternativa: el registro de Nefi, que contenía un relato paralelo pero inspirado y con detalles adicionales.

Este versículo nos enseña dos principios doctrinales fundamentales:

  1. Dios no permitirá que Su obra sea frustrada: Aunque Satanás intentó obstaculizar la traducción del Libro de Mormón, el Señor ya había dispuesto otra forma de preservar Su obra (D. y C. 10:43).
  2. Las bendiciones y responsabilidades pueden perderse por la desobediencia: José Smith había recibido la autoridad para traducir, pero debido a la pérdida de los manuscritos, el Señor le quitó la oportunidad de volver a traducir esa porción específica. Sin embargo, le permitió continuar con el resto del registro.

El presidente Joseph Fielding Smith explicó: “El Señor, en Su infinita sabiduría, anticipó esta dificultad y proporcionó en el registro de Nefi un relato aún mejor para reemplazar lo que se perdió.” (Doctrinas de Salvación, 3:214).

El élder D. Todd Christofferson enseñó: “Dios, en Su amor y sabiduría, ha preparado un camino para que Su obra continúe, aun cuando los hombres fallen temporalmente en cumplir con Sus mandamientos.” (“La redención”, Conferencia General, abril de 2013).

Este versículo muestra que, aunque el Señor es misericordioso y perdona, también impone consecuencias cuando Sus mandamientos no se siguen fielmente. La negativa de permitir una nueva traducción de las palabras perdidas es una lección sobre la importancia de la obediencia y el manejo cuidadoso de las cosas sagradas.

Doctrina y Convenios 10:30 ilustra cómo Dios, en Su omnisciencia, previó los intentos de Satanás de frustrar la obra de la Restauración y preparó una solución mucho antes de que ocurriera la pérdida de los manuscritos. También enseña que cuando las bendiciones y responsabilidades sagradas no se manejan con el debido cuidado, pueden ser retiradas, aunque el Señor continúe permitiendo oportunidades para redimirnos.

Este versículo nos invita a reflexionar sobre la importancia de la obediencia y la confianza en la sabiduría de Dios. A pesar de nuestros errores, si nos arrepentimos y seguimos adelante con fe, el Señor nos permitirá seguir participando en Su obra, aunque algunas oportunidades específicas puedan perderse en el camino.


D. y C. 10:38-40“Un relato de las cosas que has escrito, que han desaparecido de tus manos, está grabado en las planchas de Nefi… traducirás, por tanto, lo que está grabado en las planchas de Nefi hasta llegar al reinado del rey Benjamín.”
Dios ya había preparado una alternativa en las planchas menores de Nefi, lo que demuestra Su conocimiento y previsión.

“Un relato de las cosas que has escrito, que han desaparecido de tus manos, está grabado en las planchas de Nefi…”
Aquí el Señor revela que la historia contenida en los 116 manuscritos perdidos ya estaba registrada en otra fuente dentro del Libro de Mormón: las planchas menores de Nefi. Esto demuestra la omnisciencia y previsión de Dios, quien sabía de antemano que los manuscritos se perderían y, por lo tanto, inspiró a Nefi a registrar un relato paralelo para preservar la obra.

Este principio doctrinal resalta que Dios anticipa los ataques del adversario y provee soluciones antes de que ocurran los problemas.

El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Dios nunca es sorprendido. Su plan es perfecto, y cuando los hombres fracasan, Su obra sigue adelante.” (“Mi gracia es suficiente”, Conferencia General, abril de 2016). Este versículo demuestra que la obra de Dios es mayor que cualquier intento del adversario por frustrarla. A través de Su sabiduría, Dios ya había preparado una alternativa para preservar Su mensaje sagrado.

“…traducirás, por tanto, lo que está grabado en las planchas de Nefi hasta llegar al reinado del rey Benjamín.”
El Señor instruye a José Smith a traducir el registro de las planchas menores de Nefi en lugar del material perdido. Esto resalta dos principios doctrinales importantes:

  1. Dios provee medios alternativos cuando los hombres fallan: Aunque la pérdida de los manuscritos fue un error grave, el Señor proporcionó una solución sin que Su propósito se viera afectado.
  2. La importancia del registro sagrado: El Señor preservó este relato porque Su palabra debía llegar intacta a las generaciones futuras.

El presidente Russell M. Nelson declaró: “Dios siempre tiene un plan para Su obra, incluso cuando los hombres cometen errores. Nada puede frustrar el propósito divino.” (“La obra del Señor sigue adelante”, Conferencia General, octubre de 2018). El hecho de que el Señor le diera instrucciones específicas a José Smith sobre qué parte del registro debía traducir confirma que Dios dirige Su obra con precisión y propósito. Aunque José perdió los manuscritos, el Señor le permitió continuar la traducción, asegurando que el contenido esencial del Libro de Mormón no se perdiera.

Doctrina y Convenios 10:38-40 es un testimonio del poder y la omnisciencia de Dios. Aunque el adversario intentó frustrar la obra de la Restauración con la pérdida de los manuscritos, el Señor ya había preparado una solución siglos antes al inspirar a Nefi a escribir un registro alternativo.

Este pasaje también enseña que aunque los errores humanos pueden tener consecuencias, la obra del Señor sigue adelante. Para nosotros, la lección es clara: debemos confiar en la sabiduría de Dios y esforzarnos por seguir Sus instrucciones con exactitud y fidelidad.


D. y C. 10:43“No permitiré que destruyan mi obra; sí, les mostraré que mi sabiduría es más potente que la astucia del diablo.”
Este versículo nos da la certeza de que, aunque haya oposición, la obra del Señor siempre seguirá adelante.

“No permitiré que destruyan mi obra;”
Aquí el Señor declara una verdad fundamental: Su obra no puede ser destruida por los hombres ni por Satanás. A pesar de la pérdida de los 116 manuscritos y los intentos del adversario por frustrar la Restauración, Dios asegura que Su plan seguirá adelante.

Este principio reafirma la doctrina de que la voluntad del Señor prevalecerá sobre toda oposición. La historia de la Restauración está llena de desafíos, pero el Evangelio ha seguido avanzando, cumpliendo la promesa del Señor de que nadie podrá detener Su obra.

El presidente Russell M. Nelson testificó: “Nada puede detener la obra de Dios. El Evangelio de Jesucristo continuará extendiéndose hasta llenar toda la tierra.” (“La obra del recogimiento continúa”, Conferencia General, octubre de 2020). Este versículo nos da seguridad y confianza en la obra de Dios. Aunque los hombres cometan errores y Satanás trate de oponerse, el Señor tiene el control y asegurará que Su Evangelio sea predicado en todo el mundo.

“Sí, les mostraré que mi sabiduría es más potente que la astucia del diablo.”
Aquí el Señor afirma que Su sabiduría y poder son superiores a cualquier engaño de Satanás. Aunque el adversario intenta frustrar el progreso del Evangelio, Dios ya ha previsto sus ataques y ha preparado soluciones.

La pérdida de los manuscritos parecía un gran obstáculo, pero el Señor ya había inspirado a Nefi a escribir un relato alternativo. Este evento muestra que Dios siempre está varios pasos adelante de Satanás y que Sus planes son infalibles.

El élder Neal A. Maxwell enseñó: “Dios nunca es sorprendido ni superado. Lo que el adversario cree que es una victoria, Dios lo usa para Sus propósitos.” (Conferencia General, abril de 1987). Este pasaje nos enseña que la sabiduría de Dios siempre triunfa sobre los planes del maligno. La historia de la Restauración del Evangelio es prueba de ello, y este principio sigue aplicando en nuestra vida: si confiamos en el Señor, no importa cuán astutas sean las tentaciones o ataques del enemigo, Dios nos guiará a la victoria.

Doctrina y Convenios 10:43 es una poderosa declaración sobre el poder y la soberanía de Dios. El adversario intentó frustrar la obra de la Restauración con la pérdida de los manuscritos, pero Dios ya tenía un plan para preservar Su palabra.

Este versículo nos brinda esperanza y fortaleza, recordándonos que la obra del Señor nunca será detenida. Aunque enfrentemos oposición o dificultades, si confiamos en Su sabiduría y seguimos Sus caminos, Él nos asegurará el éxito. Su obra seguirá adelante hasta cumplir Su propósito eterno: la exaltación de Sus hijos.


4. La Restauración del Evangelio y la Iglesia Verdadera


D. y C. 10:53“Si los de esta generación no endurecen sus corazones, estableceré entre ellos mi iglesia.”
El establecimiento de la Iglesia depende de la disposición del pueblo a aceptar la verdad y arrepentirse.

“Si los de esta generación no endurecen sus corazones…”
Este versículo resalta la importancia del albedrío y la disposición del corazón en la recepción de la verdad. El endurecimiento del corazón es un símbolo de la resistencia a la influencia del Espíritu Santo y al llamamiento de Dios.

A lo largo de las Escrituras, el endurecimiento del corazón ha sido una barrera para la revelación y la aceptación del Evangelio. En este contexto, el Señor advierte que la restauración de Su Iglesia dependerá de la disposición de las personas para recibir Su mensaje.

El presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó: “Dios respeta nuestra agencia. No nos obligará a aceptar la verdad; debemos abrir nuestros corazones y recibirla.” (“¿Estás dormido en el barco?”, Conferencia General, abril de 2012). El Señor nos da la capacidad de elegir aceptar o rechazar Su palabra. Si una persona endurece su corazón, se cierra a la revelación y al cambio espiritual. La invitación de este versículo es a mantener el corazón abierto y sensible al Espíritu Santo para recibir la verdad.

“…estableceré entre ellos mi iglesia.”
Aquí el Señor anuncia la inminente restauración de Su Iglesia, pero condicionada a la disposición del pueblo para recibirla. Aunque la restauración de la Iglesia era parte del plan divino, este versículo sugiere que su desarrollo y crecimiento dependerían de la aceptación de los primeros conversos.

Este principio resalta que el Señor no impone Su obra, sino que la edifica sobre la base de aquellos que están dispuestos a aceptarla y servir en ella.

El presidente Russell M. Nelson testificó: “La restauración de la Iglesia de Jesucristo es una manifestación del amor de Dios por Sus hijos en esta dispensación.” (“La Restauración continúa”, Conferencia General, abril de 2020). Dios estableció Su Iglesia en estos últimos días a través del profeta José Smith, pero la aceptación de la verdad sigue siendo un acto individual. El crecimiento de la Iglesia en todo el mundo depende de la disposición de las personas para recibir el mensaje restaurado y actuar en consecuencia.

Doctrina y Convenios 10:53 resalta dos principios esenciales:

  1. La disposición del corazón es clave para recibir la verdad. Dios nunca impone Su Evangelio, sino que invita a Sus hijos a aceptarlo mediante la fe y la humildad.
  2. El establecimiento de la Iglesia de Jesucristo fue parte del plan divino, pero su progreso depende de la fe y la acción de los miembros.

Este versículo nos llama a suavizar nuestro corazón, escuchar la voz del Señor y participar activamente en Su obra. La Restauración no fue solo un evento histórico, sino un proceso continuo en el que cada persona puede tener un papel si elige seguir a Cristo con un corazón dispuesto.


D. y C. 10:67“He aquí, esta es mi doctrina: quienes se arrepienten y vienen a mí, tales son mi iglesia.”
La Iglesia de Cristo no es solo una organización, sino una comunidad de personas arrepentidas y fieles.

“He aquí, esta es mi doctrina…”
Aquí el Señor define Su doctrina en términos claros y sencillos. A lo largo de las Escrituras, la palabra “doctrina” se usa para referirse a las enseñanzas fundamentales del Evangelio de Jesucristo.

El hecho de que el Señor haga esta declaración indica que Su doctrina es precisa, inmutable y esencial para la salvación. La verdadera doctrina proviene de Dios, no de los hombres, y se centra en el arrepentimiento y la venida a Cristo.

El presidente Russell M. Nelson declaró: “La verdadera doctrina de Cristo no cambia. Es eterna y nos lleva a Dios.” (“Cristo es nuestro futuro”, Conferencia General, abril de 2019). Dios define Su doctrina en términos sencillos y puros. No está sujeta a cambios ni a interpretaciones humanas. La verdadera doctrina invita a las personas a arrepentirse y seguir a Cristo.

“Quienes se arrepienten y vienen a mí…”
Este pasaje destaca que el arrepentimiento y venir a Cristo son requisitos fundamentales para ser parte de Su Iglesia. El arrepentimiento es el primer paso para acercarse a Dios y recibir Su gracia.

Venir a Cristo significa aceptarlo como nuestro Salvador, seguir Sus mandamientos y vivir conforme a Su Evangelio. Esto requiere humildad, fe y una disposición constante para cambiar.

El presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó: “Venir a Cristo significa más que solo conocer acerca de Él. Significa seguirlo y vivir Su Evangelio cada día.” (“Ven, sígueme”, Conferencia General, abril de 2019). Cristo no exige perfección inmediata, sino un corazón dispuesto a arrepentirse y seguirlo. Quienes lo hacen son considerados parte de Su pueblo y reciben Su guía y misericordia.

“Tales son mi iglesia.”
Aquí el Señor define quiénes forman Su Iglesia. No es solo una organización, sino una comunidad de personas que han hecho convenios con Él mediante el arrepentimiento y la fe en Su nombre.

Este principio nos recuerda que la Iglesia de Jesucristo no es solo una estructura administrativa, sino un cuerpo de creyentes comprometidos con vivir el Evangelio.

El presidente Gordon B. Hinckley explicó: “La Iglesia de Jesucristo no es solo un edificio o una institución. Es el pueblo que se esfuerza por vivir los principios del Evangelio y seguir al Salvador.” (“Estandartes para mi pueblo”, Conferencia General, octubre de 1997). Ser parte de la Iglesia de Jesucristo no es solo una afiliación externa, sino un compromiso interno de vivir según Sus enseñanzas. La verdadera Iglesia del Señor está compuesta por aquellos que se esfuerzan por arrepentirse y venir a Él.

Doctrina y Convenios 10:67 nos enseña que la verdadera Iglesia de Cristo está compuesta por aquellos que se arrepienten y buscan seguirlo fielmente. No es simplemente una organización formal, sino un grupo de discípulos comprometidos con la causa del Evangelio.

Este versículo nos recuerda que la salvación es personal y que nuestra membresía en la Iglesia debe reflejar una conversión sincera. El Señor no busca solo creyentes, sino discípulos que vivan Su doctrina con humildad y devoción.


D. y C. 10:69“Y ahora bien, he aquí, a los que son de mi iglesia, y perseveran en ella hasta el fin, estableceré sobre mi roca, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ellos.”
Los miembros de la Iglesia que perseveran fielmente tienen la promesa de seguridad espiritual ante las adversidades.

“Y ahora bien, he aquí, a los que son de mi iglesia, y perseveran en ella hasta el fin…”
Este pasaje resalta dos principios fundamentales:

  1. Pertenecer a la Iglesia de Jesucristo: Ser parte de la Iglesia del Señor no se basa solo en la afiliación formal, sino en el discipulado activo y el compromiso con el Evangelio. Como se explicó en D. y C. 10:67, los que son de Su Iglesia son aquellos que se arrepienten y vienen a Cristo.
  2. La importancia de perseverar hasta el fin: La salvación no depende únicamente de un evento aislado de conversión, sino de la fidelidad continua a lo largo de la vida. El Señor espera que Sus seguidores permanezcan firmes en el Evangelio hasta el final de sus días.

El presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó: “El Evangelio de Jesucristo no es solo una guía para empezar bien la vida; es la clave para terminar bien y recibir la gloria celestial.” (“El camino hacia la vida eterna”, Conferencia General, abril de 2008). Ser parte de la Iglesia es un privilegio, pero también un compromiso. El Señor no solo desea que nos unamos a Su Iglesia, sino que nos mantengamos fieles a Él hasta el fin de nuestras vidas, a pesar de las pruebas y desafíos.

“…estableceré sobre mi roca…”
Cristo es la “roca” sobre la cual se edifica Su Iglesia y Su Evangelio. Aquellos que perseveran en la fe serán fortalecidos y protegidos al estar cimentados en Él.

En las Escrituras, la “roca” es un símbolo de seguridad, firmeza e inmutabilidad. Cuando edificamos nuestra vida sobre Cristo y Sus enseñanzas, permanecemos espiritualmente firmes ante cualquier adversidad.

El élder David A. Bednar enseñó: “Edificar nuestra vida sobre Cristo nos da estabilidad en tiempos de confusión y nos permite resistir los embates del adversario.” (“Permaneced firmes en lugares santos”, Conferencia General, octubre de 2011). Los que perseveran en el Evangelio son establecidos sobre la roca inamovible de Cristo, lo que les brinda protección y seguridad espiritual ante cualquier desafío.

“…y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ellos.”
Esta es una promesa de protección espiritual para aquellos que se mantienen fieles a Cristo. Aunque el adversario intentará sacudir nuestra fe, no podrá destruir a los que están firmes en el Evangelio.

Las “puertas del infierno” simbolizan las fuerzas del mal, la tentación y la oposición satánica. Sin embargo, el Señor garantiza que, si nos aferramos a Él, podremos resistir cualquier ataque del enemigo.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Cuando nos aferramos a Cristo con fe y obediencia, no hay poder del infierno que pueda destruirnos.” (“Cristo es nuestro futuro”, Conferencia General, abril de 2019). Este versículo nos asegura que la fidelidad en Cristo nos protege del poder del adversario. Satanás no puede vencer a aquellos que han hecho convenios con Dios y permanecen fieles a ellos.

Doctrina y Convenios 10:69 nos enseña que pertenecer a la Iglesia es solo el comienzo; lo crucial es perseverar hasta el fin. Aquellos que son fieles recibirán la protección de Cristo, quien los establecerá sobre Su roca, asegurando que las fuerzas del mal no prevalezcan sobre ellos.

Este versículo nos invita a:

  1. Permanecer firmes en el Evangelio a pesar de las pruebas.
  2. Construir nuestra vida sobre Cristo como nuestra roca inamovible.
  3. Confiar en la promesa de que el adversario no podrá destruir a los fieles.

Si perseveramos en la fe y seguimos al Salvador, no solo venceremos las pruebas de la vida, sino que también recibiremos la vida eterna.


5. La Universalidad del Evangelio


D. y C. 10:51“Sí, que este fuese accesible para todos, de la nación, tribu, lengua o pueblo que fueren.”
El Evangelio no es exclusivo de una nación o pueblo, sino un mensaje de salvación para toda la humanidad.

“Sí, que este fuese accesible para todos…”
Dios desea que Su Evangelio esté al alcance de todas las personas. No es exclusivo de un grupo, sino que está destinado a toda la humanidad. La Restauración del Evangelio trajo consigo la universalidad del mensaje de salvación, asegurando que toda persona tenga la oportunidad de recibir la verdad.

Este principio también refuerza la misión de la Iglesia: llevar el Evangelio a todo el mundo mediante la obra misional y la disponibilidad de las Escrituras en múltiples idiomas.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Evangelio de Jesucristo es para todos. No importa la nacionalidad, el idioma o la cultura, todos somos hijos de Dios y todos estamos invitados a venir a Él.” (“La Restauración del Evangelio”, Conferencia General, abril de 2020). El Evangelio no es exclusivo ni reservado para unos pocos; Dios quiere que todos tengan acceso a Su palabra y Sus bendiciones. La Iglesia trabaja continuamente para asegurar que el mensaje de Cristo llegue a todas las personas sin distinción.

“de la nación, tribu, lengua o pueblo que fueren.”
Aquí el Señor reafirma que Su Evangelio trasciende fronteras, culturas y diferencias étnicas. La salvación no está restringida a un solo grupo, sino que es universal.

Este principio es clave en la obra misional y en el papel del Libro de Mormón como testimonio para el mundo entero. El Señor ya había revelado que el Evangelio debía ser predicado a toda nación, tribu, lengua y pueblo (Apocalipsis 14:6).

El élder Dieter F. Uchtdorf explicó: “Dios no ve las diferencias raciales, culturales o lingüísticas como barreras. Su amor es universal, y Su mensaje es para todos Sus hijos.” (“La fe en Cristo vence todas las barreras”, Conferencia General, octubre de 2017). El Señor nos llama a ver a toda la humanidad como parte de Su plan de salvación. No hay barreras en Su amor ni en Su Evangelio. La Iglesia de Jesucristo trabaja continuamente para que todas las personas, sin importar su origen, reciban la oportunidad de conocer la verdad.

Doctrina y Convenios 10:51 es un testimonio de la universalidad del Evangelio. Dios quiere que Su palabra esté accesible para todas las personas, sin importar su nacionalidad, idioma o cultura.

Este versículo nos recuerda que:

  1. El Evangelio es para todos. No hay limitaciones en cuanto a quién puede recibirlo.
  2. La obra misional es fundamental. Debemos trabajar para llevar el mensaje de Cristo a toda nación, tribu y lengua.
  3. El amor de Dios es inclusivo. Él invita a todos a venir a Él, sin importar sus circunstancias.

El Señor ha preparado Su Iglesia para cumplir esta misión global, asegurando que cada hijo de Dios tenga la oportunidad de escuchar Su palabra y recibir Su salvación.


D. y C. 10:65-66“Pues he aquí, los juntaré como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, si no endurecen sus corazones.”
Dios siempre extiende Su invitación al arrepentimiento y nos protege si acudimos a Él con humildad.

“Pues he aquí, los juntaré como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas…”
Aquí el Señor utiliza una poderosa metáfora para describir Su amor y protección hacia Sus hijos. La imagen de la gallina reuniendo a sus polluelos simboliza la ternura, la seguridad y el refugio que Dios ofrece a quienes vienen a Él.

Esta metáfora aparece en varias ocasiones en las Escrituras, siempre con la misma invitación: volver a Dios para recibir Su protección y amor. Sin embargo, el Señor respeta el albedrío de Sus hijos y no los forzará a aceptar Su protección.

El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Cristo no solo nos espera con los brazos abiertos, sino que nos busca y nos llama para reunirnos bajo Su amor y Su protección.” (“Venid a mí”, Conferencia General, abril de 1998). El Señor siempre está dispuesto a recibirnos y protegernos, pero debemos acudir a Él con humildad y fe. Esta imagen nos enseña que Cristo es nuestro refugio seguro en tiempos de peligro y prueba.

“…si no endurecen sus corazones.”
El Señor pone una condición clara: solo aquellos que no endurecen sus corazones pueden recibir Su protección y amor.

Endurecer el corazón significa rechazar la invitación de Dios, resistirse al Espíritu Santo y negarse a arrepentirse. A lo largo de las Escrituras, el endurecimiento del corazón se presenta como una de las principales razones por las que las personas pierden la guía divina y sufren espiritualmente.

El presidente Dieter F. Uchtdorf explicó: “Si nuestro corazón es blando y receptivo, el Espíritu Santo puede morar en nosotros. Pero si endurecemos nuestro corazón, nos alejamos de la influencia divina.” (“Ven, sígueme”, Conferencia General, abril de 2019). Este versículo nos recuerda que el Señor quiere bendecirnos y protegernos, pero no lo hará sin nuestro consentimiento. Debemos mantener un corazón humilde y receptivo para recibir Su guía y amor.

Doctrina y Convenios 10:65-66 nos enseña dos grandes principios:

  1. Cristo nos llama constantemente a reunirnos bajo Su protección, al igual que una gallina protege a sus polluelos. Él anhela guiarnos, protegernos y fortalecernos, pero respeta nuestra agencia.
  2. El endurecimiento del corazón impide que recibamos la bendición de estar bajo Su cuidado. Si nos resistimos al Espíritu y rechazamos Su invitación, nos alejamos de Su influencia y amor.

Este versículo es una invitación personal: Cristo nos está llamando para que nos acerquemos a Él. Depende de nosotros decidir si responderemos con un corazón blando y humilde o si nos alejaremos endureciendo nuestro corazón. La elección es nuestra, pero la promesa es segura: si acudimos a Él, encontraremos paz, amor y seguridad eterna.


6. La Protección Contra el Poder del Infierno


D. y C. 10:23“Y así ha ideado un plan astuto, pensando destruir la obra de Dios; pero lo demandaré de las manos de ellos, y se tornará para su vergüenza y condenación en el día del juicio.”
Aquellos que se oponen a la obra del Señor eventualmente enfrentarán la justicia divina.

“Y así ha ideado un plan astuto, pensando destruir la obra de Dios;”
Este pasaje confirma la realidad de la oposición de Satanás contra la obra del Señor. El adversario busca frustrar los propósitos de Dios, utilizando la astucia y el engaño para debilitar la fe de las personas y obstaculizar el progreso del Evangelio.

La referencia a un “plan astuto” sugiere que Satanás no actúa de manera obvia, sino que implementa estrategias sutiles para hacer que los hijos de Dios se desvíen. En este contexto, se refiere a los hombres inicuos que robaron los 116 manuscritos del Libro de Mormón, pensando que con ello podrían desacreditar la obra de José Smith.

El presidente James E. Faust enseñó: “El diablo no necesita hacer grandes ataques abiertos. Su método más efectivo es el engaño sutil, que siembra duda y debilita la fe.” (“La fuerza del espíritu contra el mal”, Conferencia General, octubre de 1995). Satanás no puede destruir la obra de Dios, pero intenta constantemente confundir y engañar. Debemos estar espiritualmente alertas para no caer en sus trampas y resistir su influencia con fe y obediencia.

“Pero lo demandaré de las manos de ellos…”
Aquí el Señor deja en claro que los que actúan contra Su obra serán responsables de sus acciones. La justicia divina exige que cada persona rinda cuentas de sus actos.

Esta enseñanza refuerza el principio de que nadie puede actuar impunemente contra Dios. Aunque en el presente parezca que los malvados prosperan, eventualmente enfrentarán las consecuencias de sus decisiones.

El élder D. Todd Christofferson enseñó: “La justicia de Dios es inmutable. Todo acto tiene consecuencias, y los que obran en contra de Su voluntad enfrentarán Sus justos juicios.” (“El poder de la verdad”, Conferencia General, abril de 2017). Este versículo nos recuerda que, aunque el Señor es misericordioso, también es un Dios de justicia. Nadie puede oponerse a Su obra sin asumir la responsabilidad de sus acciones.

“Y se tornará para su vergüenza y condenación en el día del juicio.”
Dios convertirá los intentos del adversario en vergüenza y condenación para quienes participan en ellos. Lo que parecía una victoria momentánea para los inicuos se tornará en su propia condenación cuando se enfrenten a la justicia divina.

Este principio demuestra que Dios es soberano y puede utilizar incluso la oposición para cumplir Sus propósitos. En este caso, la pérdida de los manuscritos llevó a la inclusión del relato de las planchas menores de Nefi, que contenía enseñanzas adicionales e importantes para la humanidad.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Dios puede convertir las pruebas y la oposición en oportunidades para nuestra redención y crecimiento espiritual.” (“Cristo es nuestro futuro”, Conferencia General, abril de 2019). Lo que los inicuos intentaron hacer para destruir la obra del Señor terminó sirviendo para Su gloria y propósitos. Este principio nos recuerda que, aunque enfrentemos dificultades, Dios tiene el poder de transformar cualquier situación en una bendición para Sus hijos fieles.

Doctrina y Convenios 10:23 nos enseña que los planes del adversario nunca prevalecerán sobre la obra de Dios. Aunque Satanás y sus seguidores intenten frustrar el Evangelio, el Señor convertirá su maldad en vergüenza y condenación para ellos, y en bendición para los justos.

Este versículo nos invita a:

  1. Reconocer la astucia del adversario y resistir sus engaños.
  2. Confiar en la justicia de Dios, sabiendo que Él demandará cuentas a los inicuos.
  3. Recordar que el Señor puede transformar cualquier obstáculo en una bendición.

Nada puede frustrar el plan de Dios. Si permanecemos fieles, Su poder nos sostendrá y Sus propósitos se cumplirán en nuestras vidas.


D. y C. 10:28“¡Ay de aquel que miente para engañar, porque supone que otro miente para engañar!, porque no se exime a tales de la justicia de Dios.”
Dios no excusa la mentira, incluso cuando se usa como una excusa para justificar el engaño.

“¡Ay de aquel que miente para engañar, porque supone que otro miente para engañar!”
Este versículo destaca la gravedad del engaño y la hipocresía en el juicio de los demás. Se refiere a aquellos que justifican su propia mentira con la suposición de que otros también mienten. Este tipo de comportamiento refleja una falta de integridad y una actitud de autosuficiencia moral que va en contra de los principios del Evangelio.

El Señor condena el acto de mentir, especialmente cuando se hace con la intención de justificar o contrarrestar el supuesto engaño de otros. Esta actitud refleja la influencia del adversario, quien es llamado “el padre de la mentira” (Juan 8:44).

El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Nada puede justificar la mentira. La verdad es eterna, y aquellos que la manipulan o distorsionan serán responsables ante Dios.” (“Honestidad: Un principio eterno”, Liahona, junio de 1986). Mentir con la excusa de que otros mienten es un engaño que solo lleva a la condenación personal. En lugar de justificar el pecado, el Señor nos llama a ser íntegros en todo momento, sin importar las circunstancias.

“Porque no se exime a tales de la justicia de Dios.”
Dios es un Dios de justicia, y nadie está exento de rendir cuentas por sus acciones. Este principio reafirma que todas las personas serán juzgadas por sus propias obras, sin importar las circunstancias o excusas que usen para justificarse.

El hecho de que alguien más haya pecado no justifica que otra persona haga lo mismo. La justicia de Dios es perfecta y no permite que el engaño pase desapercibido o quede sin consecuencias.

El élder D. Todd Christofferson enseñó: “Dios es misericordioso, pero también es justo. Nadie puede engañarlo, y cada uno será responsable de sus propias acciones.” (“La justicia y la misericordia”, Conferencia General, abril de 2016). El Señor deja en claro que no hay justificación para la mentira. Aunque algunos intenten engañar a los demás, no pueden engañar a Dios. La justicia del Señor asegurará que cada persona reciba lo que le corresponde según sus actos.

Doctrina y Convenios 10:28 nos enseña tres principios fundamentales:

  1. La mentira nunca es justificable. No importa la circunstancia, mentir para “exponer” o contrarrestar a otro solo lleva a la condenación personal.
  2. El juicio de Dios es perfecto. No se puede engañar al Señor ni evitar Su justicia con excusas.
  3. La integridad es esencial para la vida cristiana. El Señor espera que Sus discípulos sean veraces y honestos en todas las situaciones.

Este versículo nos invita a vivir con honestidad y rectitud, recordando que la verdad siempre prevalecerá ante Dios. Si mantenemos la integridad en nuestra vida, podremos estar seguros de que el Señor nos sostendrá y nos guiará en el camino de la justicia.


Temas:


1. La Influencia de Satanás y la Oposición a la Obra de Dios (v. 1–26)

En esta sección, el Señor revela que Satanás ha incitado a hombres inicuos a oponerse a la obra del Libro de Mormón. Su propósito es desacreditar a José Smith y detener la obra de Dios mediante el engaño y la manipulación de las palabras traducidas.

Desde el inicio del ministerio profético de José Smith, la oposición ha sido un elemento constante. Aquí, el Señor advierte que Satanás no solo actúa espiritualmente, sino que también mueve a personas malintencionadas para que trabajen en contra de la obra divina. Esto resalta el patrón de ataque del adversario: la mentira, el engaño y la manipulación. Satanás no solo busca desacreditar a los siervos del Señor, sino que también busca la destrucción de las almas al hacer que las personas duden y rechacen la verdad.

El episodio de las 116 páginas extraviadas muestra cómo Satanás utiliza el orgullo y la desobediencia como puertas de entrada para su influencia. Martín Harris, aunque bien intencionado, cayó en la trampa del deseo de validación ante los hombres. José Smith también experimentó las consecuencias de ceder ante la presión. Sin embargo, el Señor reitera que Su obra no será frustrada y que hay un plan alternativo preparado para contrarrestar los designios del maligno.

El mensaje aquí es claro: la obra del Señor avanza a pesar de la oposición. Satanás puede tramar y engañar, pero la sabiduría de Dios es superior y Su obra se cumplirá.


2. El Propósito de Satanás: Destruir las Almas de los Hombres (v. 27–33)

El Señor explica que la oposición a Su obra no es solo un asunto terrenal o circunstancial; Satanás tiene un plan más profundo: la destrucción espiritual de los hombres. Él engaña a las personas para hacerlas caer en pecado, haciéndoles creer que no hay daño en sus acciones.

El diablo no solo busca desacreditar a José Smith o detener la traducción del Libro de Mormón, sino que su objetivo es mucho más amplio: destruir las almas de los hombres. Este principio refleja la enseñanza de que la guerra entre el bien y el mal no es simplemente un conflicto de opiniones o perspectivas, sino una batalla espiritual real. Satanás sabe que si puede hacer que las personas se desvíen, las alejará de la salvación.

El pasaje enfatiza la manera en que Satanás opera: con astucia, halagos y falsos razonamientos. Engaña a las personas para que piensen que su pecado es justificado o que sus acciones son inofensivas. Esta es una advertencia importante para los creyentes: el enemigo es sutil y busca atacar desde dentro, a través de dudas, orgullo y engaño.

El Señor advierte que, aunque Satanás planea suprimir la obra de Dios, su plan fallará. Esto refuerza la idea de que la verdad y la luz prevalecerán a pesar de la oscuridad.


3. El Libro de Mormón: Su Papel en la Redención de los Lamanitas y Todas las Naciones (v. 34–52)

El Señor declara que, a pesar de los intentos de Satanás de frustrar la obra, el Libro de Mormón será llevado a los lamanitas y a todas las naciones como parte del plan divino de redención.

Uno de los propósitos centrales del Libro de Mormón es restaurar el conocimiento del evangelio entre los descendientes de Lehi. En este pasaje, el Señor confirma que los lamanitas desempeñan un papel clave en la restauración. Además, el evangelio se extenderá más allá de los lamanitas, alcanzando a todas las naciones.

Aquí se evidencia la previsión divina: el Señor ya había preparado un registro alternativo, las Planchas de Nefi, para garantizar que la pérdida de las 116 páginas no impidiera que el mensaje esencial llegara a las generaciones futuras. Esto demuestra que Dios siempre tiene un plan superior para contrarrestar los ataques del adversario.

El pasaje también subraya la universalidad del evangelio. No está destinado solo a un grupo o nación, sino que debe llegar a todos los pueblos. Esto resalta el carácter expansivo de la obra de Dios y su deseo de que todos Sus hijos tengan acceso a la verdad.


4. El Establecimiento de la Iglesia y la Restauración del Evangelio (v. 53–63)

El Señor anuncia que establecerá Su iglesia y restaurará Su evangelio entre los hombres. La obra de restauración traerá claridad a las verdades del evangelio y eliminará la contención sobre la doctrina.

Este pasaje resalta la importancia de la organización de la Iglesia de Jesucristo. La Restauración no solo se trata de la traducción del Libro de Mormón, sino del restablecimiento de la Iglesia con autoridad divina. Aquí, el Señor reafirma que Su Iglesia será establecida y que su propósito es reunir a Sus seguidores en unidad.

El énfasis en la eliminación de la contención doctrinal es significativo. A lo largo de la historia, la división religiosa ha sido una barrera para la comprensión del evangelio. El Señor promete que Su restauración traerá claridad y verdad, disipando la confusión creada por interpretaciones humanas.

Este mensaje sigue siendo relevante hoy. La restauración del evangelio proporciona una base firme para la fe y la unidad entre los creyentes. La doctrina verdadera no está sujeta a opiniones cambiantes, sino que se establece en principios eternos revelados por Dios.


5. La Iglesia de Cristo: Características y Llamado al Arrepentimiento (v. 64–70)

El Señor describe Su Iglesia como un refugio para los arrepentidos y declara que solo aquellos que se arrepientan y obedezcan Sus mandamientos serán salvos. Además, advierte contra la creación de iglesias falsas con fines de lucro.

Aquí el Señor define claramente lo que significa ser parte de Su Iglesia: el arrepentimiento y la obediencia son los requisitos fundamentales. No se trata de una membresía nominal, sino de una conversión genuina.

La advertencia contra las iglesias establecidas por motivos egoístas es una crítica a las religiones que buscan ganancias materiales en lugar de la salvación de las almas. Esto resuena en la actualidad, donde algunas organizaciones religiosas priorizan el poder y la riqueza sobre el servicio a Dios y a los demás.

El Señor concluye con una promesa poderosa: aquellos que sean parte de Su Iglesia y perseveren serán protegidos, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ellos. Esto es un recordatorio de que, aunque haya oposición, la Iglesia del Señor permanecerá firme.


Conclusión General

Esta sección es una de las más significativas en la historia de la Restauración. En ella, el Señor demuestra que Su obra no será frustrada por los planes del adversario ni por la debilidad de los hombres. La pérdida de las 116 páginas, aunque fue un obstáculo, no impidió que el Libro de Mormón cumpliera su propósito.

El mensaje central es claro: el evangelio se restaurará, se predicará a todas las naciones y la Iglesia del Señor se establecerá con poder y autoridad. Además, el Señor advierte contra la influencia de Satanás y la oposición a Su obra, recordando que la luz siempre prevalecerá sobre la oscuridad.

Este pasaje también nos enseña lecciones personales. Nos recuerda que debemos confiar en el Señor, seguir Sus mandamientos y no temer la oposición. Aunque el enemigo busque engañar y destruir, la obra de Dios es firme y eterna.

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