Doctrina y Convenios
Sección 24
La Sección 24 de Doctrina y Convenios fue recibida en un momento crucial para José Smith y Oliver Cowdery, durante los primeros meses de la organización de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 1830. Este contexto histórico resalta los desafíos y las oportunidades que enfrentaron mientras cumplían con su llamamiento profético y misionero. A continuación se detalla el trasfondo histórico de esta revelación:
La Iglesia se organizó oficialmente el 6 de abril de 1830 en Fayette, Nueva York. Para julio de 1830, solo habían pasado unos cuatro meses desde su organización, y la Iglesia aún era pequeña y enfrentaba retos iniciales en su crecimiento y aceptación.
José Smith y Oliver Cowdery ya eran objeto de oposición y persecución, especialmente en las comunidades de Harmony, Colesville, Fayette y Manchester. La persecución incluía acusaciones, hostigamiento y rechazo por parte de los vecinos y otras figuras locales. Este clima adverso los obligó a buscar momentos de aislamiento para refugiarse y recibir guía divina.
José y Oliver necesitaban ánimo y dirección específica para enfrentar los desafíos de liderar la Iglesia, predicar el Evangelio y enseñar a los conversos. La revelación se dio para recordarles su llamamiento divino, fortalecer su fe en la promesa de protección y proveer orientación sobre cómo manejar sus responsabilidades.
José es recordado de su responsabilidad de traducir, enseñar las Escrituras y magnificar su oficio, dejando de lado los asuntos temporales para enfocarse en su misión espiritual. Oliver es reafirmado en su rol como predicador del Evangelio, con la promesa de fuerza divina y orientación continua. La revelación establece directrices claras sobre la administración de milagros y la predicación, subrayando que estos actos deben alinearse con la voluntad de Dios y las necesidades de las personas. Se instruye a los líderes a depender de la Iglesia para sus necesidades temporales, destacando la unidad y el apoyo dentro de la comunidad.
En el siglo XIX, el ambiente religioso en Estados Unidos estaba marcado por el fervor del Segundo Gran Despertar, lo que llevó a un alto nivel de actividad religiosa, pero también a tensiones entre grupos religiosos establecidos y nuevos movimientos como el mormonismo. La revelación refleja la transición de una comunidad pequeña hacia una organización más estructurada, enfrentando tanto oportunidades como oposicione.
La Sección 24 surge como una respuesta directa a las dificultades enfrentadas por José Smith y Oliver Cowdery al establecer una nueva iglesia en un entorno hostil. Proporciona consuelo, dirección práctica y recordatorios de su llamamiento divino, mientras sienta las bases para el crecimiento y la unidad de la Iglesia. Este contexto histórico destaca la importancia de la fe, el sacrificio y la dependencia de Dios en medio de la adversidad.
― Doctrina y Convenios 24:1. “He aquí, fuiste llamado y escogido para escribir el Libro de Mormón, y a mi ministerio; y te he elevado de tus aflicciones y te he aconsejado, de manera que has sido librado de todos tus enemigos, y de los poderes de Satanás y de las tinieblas.”
Este versículo recuerda a José Smith su llamamiento profético, específicamente su rol central en la traducción del Libro de Mormón. También subraya la protección divina que ha recibido en medio de las adversidades. Esto habría sido particularmente significativo para José, dado que ya enfrentaba una intensa oposición desde los primeros días de su ministerio.
“He aquí, fuiste llamado y escogido para escribir el Libro de Mormón”. El llamamiento de José Smith para traducir el Libro de Mormón es central en el plan de Dios para la restauración del Evangelio. La frase destaca tanto el llamado divino como la elección específica de José, lo que subraya la naturaleza profética de su ministerio. El Libro de Mormón es descrito como “la clave de nuestra religión” por el profeta José Smith, pues testifica de Jesucristo y complementa la Biblia.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “El Libro de Mormón es el instrumento por el cual Dios cumplirá la promesa hecha a José Smith de que su nombre sería tenido por bueno y por malo en todas partes” (Discurso de la Conferencia General, abril de 1986). Dios confió en José Smith como el instrumento para restaurar verdades eternas perdidas. Su llamamiento es testimonio de la soberanía de Dios al escoger a Sus siervos.
“y a mi ministerio”. José Smith no solo fue llamado a traducir el Libro de Mormón, sino a liderar el establecimiento del reino de Dios en la tierra. Este ministerio incluye la revelación de principios doctrinales, la organización de la Iglesia y la proclamación del Evangelio a todas las naciones.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Ningún hombre ha llevado a cabo una obra tan grande como la de José Smith. Su vida es un testimonio de que él fue un profeta de Dios” (Conferencia General, octubre de 1981). El ministerio de José Smith es un reflejo de la obra redentora de Cristo al preparar el camino para la salvación de las almas.
“te he elevado de tus aflicciones y te he aconsejado”. Dios demuestra Su amor y cuidado al fortalecer a José en momentos de prueba y debilidad. Este principio doctrinal resalta cómo el Señor guía y apoya a Sus siervos en medio de desafíos para cumplir con Su propósito divino.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Dios nunca abandonará a Sus siervos, especialmente cuando ellos están haciendo Su obra” (“La obra de nuestros días,” Liahona, mayo de 2003). El consuelo y la dirección divina dan fortaleza para perseverar en el servicio al Señor, recordándonos que las pruebas son oportunidades para confiar más plenamente en Él.
“de manera que has sido librado de todos tus enemigos”. Dios protege a Sus siervos cuando Su obra está en juego. Este principio se refleja en Su promesa de que los fieles serán librados del poder de los enemigos mientras confíen en Él y cumplan Su voluntad.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “El Señor protege a los que se entregan completamente a Su causa y los guía hacia la victoria espiritual” (Conferencia General, octubre de 2007). Esta frase es testimonio del poder protector de Dios en el cumplimiento de Su obra divina.
“y de los poderes de Satanás y de las tinieblas”. La frase enfatiza el poder redentor de Cristo para liberar a Sus siervos del pecado, la tentación y las influencias del adversario. Esto es un principio fundamental del Evangelio: la victoria de la luz sobre las tinieblas a través de Cristo.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “El poder de Cristo para superar las tinieblas y la adversidad es infinito, y está disponible para todos los que acudan a Él con fe” (Conferencia General, abril de 2019). La liberación de José Smith del poder de las tinieblas refleja el papel de Cristo como nuestro Redentor, quien nos rescata de toda influencia del adversario cuando buscamos Su ayuda.
-Este versículo subraya elementos esenciales de la doctrina: el llamamiento divino, el ministerio profético, el consuelo en las pruebas, la protección contra los enemigos y la liberación del poder de Satanás. Es un recordatorio de que Dios elige, guía y protege a Sus siervos para que cumplan Su propósito divino. Al hacerlo, les da la fuerza necesaria para triunfar sobre cualquier oposición.
La experiencia de José Smith como profeta elegido es un ejemplo de cómo el Señor obra a través de hombres humildes para realizar Sus propósitos eternos. Este versículo invita a reflexionar sobre nuestra disposición a aceptar el llamamiento que Dios nos da, a confiar en Su guía durante las pruebas y a depender de Su poder redentor para superar las tinieblas. Así como José Smith fue librado de sus enemigos y fortalecido en su ministerio, nosotros también podemos recibir fortaleza y dirección divina al confiar plenamente en el Señor y Su Evangelio.
― Doctrina y Convenios 24:3. “Magnifica tu oficio; y después de sembrar y asegurar tus campos, ve prestamente a la iglesia que está en Colesville, Fayette y Manchester, y te sustentarán; y los bendeciré espiritual y temporalmente.”
Dios instruye a José Smith a enfocarse en su ministerio, asegurando que la comunidad de santos lo apoyará. Este versículo resalta la importancia de la cooperación y el apoyo mutuo dentro de la Iglesia primitiva, así como la necesidad de equilibrio entre las responsabilidades temporales y espirituales.
Este versículo destaca principios fundamentales de la doctrina: magnificar los llamamientos, equilibrar las responsabilidades temporales y espirituales, ministrar a los demás, depender del apoyo mutuo dentro de la Iglesia y confiar en las bendiciones de Dios. Estos principios enseñan la importancia de una vida consagrada y unida al servicio del Señor.
“Magnifica tu oficio”. Magnificar un oficio significa cumplir plenamente con las responsabilidades del llamamiento que se nos ha otorgado, esforzándonos por servir a los demás con dedicación y fe. Este principio se aplica a todos los que son llamados a servir en el Reino de Dios.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Quienes sirven fielmente en sus llamamientos edifican el Reino de Dios y magnificarán su alma en el proceso” (Conferencia General, octubre de 2008). Dios espera que quienes son llamados a Su obra sirvan con diligencia y compromiso, no solo para beneficiar a los demás, sino también para que crezcan espiritualmente.
“y después de sembrar y asegurar tus campos”.Este consejo sugiere la importancia de mantener un equilibrio entre las responsabilidades temporales y espirituales. Antes de dedicarse por completo al ministerio, José debía cuidar de sus necesidades básicas.
El élder Dieter F. Uchtdorf declaró: “El Evangelio nos enseña a equilibrar nuestras prioridades, a buscar primero el Reino de Dios y luego poner en orden las demás cosas de nuestra vida” (Conferencia General, abril de 2009). El consejo a José Smith refleja que el trabajo temporal y las responsabilidades espirituales no están en conflicto; ambas deben gestionarse sabiamente para avanzar en la obra de Dios.
“ve prestamente a la iglesia que está en Colesville, Fayette y Manchester”. La frase resalta la importancia de ministrar y fortalecer a los miembros de la Iglesia. José Smith fue llamado a visitar y apoyar a las congregaciones en estos lugares, cumpliendo su responsabilidad como líder espiritual.
El presidente Russell M. Nelson afirmó: “Cuando fortalecemos a los miembros de la Iglesia, construimos la fe y creamos cimientos firmes para el futuro” (Conferencia General, abril de 2021). El llamado a ministrar a la iglesia en diferentes lugares refleja el modelo de Cristo de visitar, enseñar y fortalecer a Sus seguidores.
“y te sustentarán”. Dios promete que la comunidad de la Iglesia apoyará temporalmente a Sus siervos mientras estos dedican su tiempo y esfuerzos al ministerio. Esto subraya el principio de que el cuerpo de la Iglesia trabaja unido para cumplir los propósitos divinos.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “El Señor espera que nos cuidemos unos a otros, tanto espiritual como temporalmente” (Conferencia General, octubre de 1996). La promesa de sustento temporal refleja la confianza de Dios en la capacidad de los santos para unirse y cuidar de quienes se dedican a Su obra.
“y los bendeciré espiritual y temporalmente”. Esta promesa destaca que las bendiciones espirituales y temporales van de la mano para quienes son fieles en el cumplimiento de sus responsabilidades. Dios es el proveedor de todo, tanto en lo espiritual como en lo material.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Cuando ponemos al Señor en primer lugar en nuestras vidas, todo lo demás caerá en su lugar o se eliminará de nuestras vidas” (Liahona, marzo de 1988). La promesa de bendiciones espirituales y temporales muestra que Dios recompensa la fidelidad de Sus siervos de manera integral, según Sus propósitos eternos.
La instrucción dada a José Smith en este versículo trasciende su contexto histórico y tiene aplicación universal. Todos somos invitados a magnificar nuestros oficios, equilibrar nuestras prioridades y confiar en las promesas del Señor. Al hacerlo, no solo fortalecemos a los demás, sino que también recibimos bendiciones espirituales y temporales en nuestras vidas. Este versículo nos invita a consagrar nuestro tiempo, talentos y recursos a la obra de Dios, sabiendo que Él proveerá y bendecirá abundantemente.
― Doctrina y Convenios 24:8. “Sé paciente en las aflicciones, porque tendrás muchas; pero sopórtalas, pues he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días.”
Aquí se reconoce que las aflicciones son inevitables para José en su ministerio profético. Sin embargo, se le da una promesa poderosa: la constante presencia de Dios. Este versículo es un recordatorio de que, aunque el camino puede ser difícil, la compañía divina fortalece al creyente.
Este versículo encapsula principios esenciales del Evangelio: la importancia de la paciencia en las pruebas, la inevitabilidad de las aflicciones en el camino del discipulado y la promesa del constante acompañamiento divino. Las pruebas pueden ser difíciles, pero con la ayuda de Dios, se convierten en oportunidades para desarrollar fe, fortaleza y una relación más profunda con el Salvador.
“Sé paciente en las aflicciones”. La paciencia en las aflicciones es una virtud cristiana clave que permite a los discípulos de Cristo soportar pruebas con fe y esperanza. La paciencia implica confianza en que las dificultades tienen un propósito divino, ya sea para refinar el carácter, fortalecer la fe o cumplir los propósitos de Dios.
El élder Neal A. Maxwell enseñó: “La paciencia no es simplemente esperar, sino esperar con fe, creyendo que todo tiene un propósito eterno y que las pruebas pueden ser bendiciones disfrazadas” (Conferencia General, abril de 1998). Este consejo refleja la necesidad de desarrollar una perspectiva eterna y aceptar que las pruebas son una parte inherente del plan de salvación.
“porque tendrás muchas”. La promesa de que José tendrá muchas aflicciones enfatiza la realidad de la oposición en la vida de quienes se esfuerzan por cumplir la voluntad de Dios. Las pruebas no son señales de abandono divino, sino oportunidades para demostrar fe y confianza en el Señor.
El presidente Dallin H. Oaks declaró: “El sufrimiento y las pruebas son parte del plan de felicidad de Dios. Nos ayudan a aprender, crecer y depender más plenamente de nuestro Salvador” (Conferencia General, octubre de 2019). Las aflicciones son una parte integral de la experiencia mortal, diseñadas para ayudarnos a progresar y acercarnos más al Salvador.
“pero sopórtalas”. El mandato de soportar las aflicciones implica no solo perseverar, sino hacerlo con fe activa y esperanza en la liberación y las promesas de Dios. Este principio está relacionado con el poder de Cristo para sostenernos durante los desafíos.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “El Señor promete ayudarnos a soportar nuestras cargas y fortalecernos en el proceso, si acudimos a Él con fe” (Conferencia General, abril de 2009). Soportar las pruebas significa confiar en que el Señor nos sostendrá y nos capacitará para enfrentar los desafíos.
“pues he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días”. La promesa de la presencia constante del Señor es un principio fundamental del Evangelio. Dios no abandona a Sus siervos en sus pruebas, sino que les da consuelo y fortaleza a lo largo del camino.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “No importa cuán solitarios nos sintamos, el Señor siempre está con nosotros. Él nunca nos abandonará si somos fieles a Él” (Conferencia General, octubre de 2013). La presencia constante de Dios brinda esperanza y seguridad en medio de las pruebas, recordándonos que no estamos solos en nuestras luchas.
El consejo dado a José Smith en este versículo es aplicable a cada uno de nosotros. La vida está llena de desafíos, pero al enfrentar las pruebas con paciencia y fe, podemos experimentar la compañía consoladora del Señor. Este versículo nos invita a confiar en que nuestras dificultades, por intensas que sean, tienen un propósito eterno y que el Salvador está siempre presente para ayudarnos. Al recordar esta promesa, podemos encontrar paz y fortaleza para perseverar, sabiendo que no estamos solos y que nuestras aflicciones nos preparan para las bendiciones futuras.
― Doctrina y Convenios 24:9. “Mas para los trabajos temporales no tendrás fuerza, porque este no es tu llamamiento. Dedícate a tu llamamiento y tendrás lo necesario para magnificar tu oficio, y para explicar todas las Escrituras, y continuar imponiendo las manos y confirmando las iglesias.”
Dios aclara que José no está llamado a enfocarse en asuntos temporales, sino en su ministerio espiritual. Este versículo refleja una priorización clara: su responsabilidad como profeta y líder espiritual debe ser su enfoque principal, con la promesa de que sus necesidades serán cubiertas.
Este versículo subraya varios principios esenciales del Evangelio: el reconocimiento de que cada persona tiene un llamamiento divino único, la importancia de consagrarse plenamente a ese llamamiento, y el poder del sacerdocio en guiar y fortalecer a la Iglesia. Al hacerlo, también nos recuerda que Dios provee todo lo necesario para cumplir Su obra cuando se ejerce fe y dedicación total.
“Mas para los trabajos temporales no tendrás fuerza, porque este no es tu llamamiento.” Este pasaje resalta un principio clave: Dios asigna llamamientos específicos a Sus siervos según Su voluntad y propósito. No todos están destinados a cumplir roles en lo temporal; algunos son llamados a dedicarse exclusivamente a lo espiritual. Este enfoque subraya la importancia de cumplir con el rol asignado por el Señor.
El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “El Señor capacita a quienes llama, y espera que cumplan con sus responsabilidades de acuerdo con Su propósito divino” (Conferencia General, octubre de 1995). Dios reconoce las limitaciones de José en los asuntos temporales, pero lo redirige a enfocarse en su llamamiento espiritual, demostrando que la asignación divina está cuidadosamente diseñada.
“Dedícate a tu llamamiento y tendrás lo necesario para magnificar tu oficio”. El principio de dedicarse plenamente al llamamiento destaca la importancia de la consagración. Magnificar un oficio implica cumplir con sus deberes con diligencia y compromiso, confiando en que el Señor proveerá lo necesario para cumplir con Su obra.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Cuando damos todo al Señor en nuestros llamamientos, Él multiplica nuestros esfuerzos y nos bendice abundantemente con lo que necesitamos” (Conferencia General, octubre de 2012). El enfoque total en el llamamiento asignado permite a los siervos de Dios magnificar su influencia espiritual, sabiendo que Él suplirá sus necesidades.
“y para explicar todas las Escrituras”. La enseñanza y la interpretación de las Escrituras son responsabilidades fundamentales del ministerio de José Smith. Como profeta, su papel incluye hacer que las Escrituras sean comprensibles y relevantes para los miembros de la Iglesia, guiándolos en la doctrina correcta.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “Las Escrituras son un mapa para nuestra vida, pero necesitan ser comprendidas y enseñadas de manera clara por aquellos que tienen la guía del Espíritu” (Conferencia General, abril de 2020). El llamamiento de José para explicar las Escrituras subraya la conexión entre la revelación divina y la comprensión doctrinal de los miembros de la Iglesia.
“y continuar imponiendo las manos y confirmando las iglesias.” La imposición de manos y la confirmación son prácticas esenciales en el Sacerdocio. Este deber destaca la importancia de establecer el orden y la autoridad en la Iglesia mediante la administración de ordenanzas y el fortalecimiento espiritual de los miembros.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “A través del sacerdocio, el poder de Dios se manifiesta para bendecir y fortalecer a Sus hijos mediante ordenanzas y consagraciones sagradas” (Conferencia General, abril de 2019). Este mandato resalta la función central del sacerdocio en edificar la Iglesia y proporcionar guía espiritual continua.
Dios nos invita a aceptar y magnificar los roles específicos que nos asigna en Su reino. Este versículo nos enseña que el éxito en la obra del Señor no depende de nuestras propias habilidades temporales, sino de nuestra disposición a consagrarnos plenamente a Su servicio. Cuando hacemos esto, Él no solo nos capacita espiritualmente, sino que también provee lo necesario para nuestras necesidades temporales. Este principio nos recuerda que al cumplir con nuestro propósito divino, participamos activamente en la edificación del Reino de Dios.
― Doctrina y Convenios 24:13. “No exijáis milagros, a no ser que os lo mande, sino para echar fuera demonios, sanar enfermos, y para resistir serpientes ponzoñosas y venenos mortíferos.”
Este versículo enfatiza la importancia de usar el poder de Dios bajo Su dirección y únicamente para cumplir propósitos específicos. Los milagros no son un espectáculo, sino una herramienta sagrada para bendecir y edificar el Reino de Dios. Al seguir este principio, se preserva la santidad del sacerdocio y se asegura que Su obra sea llevada a cabo conforme a la voluntad divina.
“No exijáis milagros, a no ser que os lo mande”. Este mandato refleja la voluntad de Dios de que los milagros se utilicen únicamente según Su dirección, no como manifestaciones caprichosas para satisfacer la curiosidad o probar la fe de otros. Los milagros ocurren para cumplir propósitos divinos específicos y fortalecer el testimonio en el tiempo y lugar adecuados.
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “Dios no obra milagros para demostrar Su poder, sino para cumplir Su voluntad y bendecir a Sus hijos conforme a Su sabiduría” (Conferencia General, abril de 1977). Los milagros son una manifestación del poder de Dios, pero deben buscarse y emplearse bajo Su dirección, no por deseo humano ni como señales para convencer.
“sino para echar fuera demonios”. Este mandato refleja el poder del sacerdocio para liberar a las personas de la influencia espiritual maligna. Expulsar demonios es un acto de misericordia que restaura la paz y la claridad espiritual en la vida de quienes han sido oprimidos por el adversario.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “El poder de Jesucristo puede liberar a cualquier alma de las garras del adversario si esa alma lo busca con fe y arrepentimiento sincero” (Conferencia General, octubre de 2021). El acto de echar fuera demonios no solo es un testimonio del poder de Cristo, sino también una muestra de Su amor al liberar a las almas cautivas.
“sanar enfermos”. El mandato de sanar enfermos mediante el poder del sacerdocio refleja el papel del Evangelio como fuente de consuelo y sanación. Este poder está disponible para bendecir a los hijos de Dios en su necesidad física y espiritual, según Su voluntad.
El élder Dallin H. Oaks declaró: “La sanación que viene a través del poder del sacerdocio no siempre es física, pero siempre es una manifestación del amor y la voluntad de Dios” (Conferencia General, abril de 2010). Sanar enfermos simboliza la compasión de Cristo y Su capacidad para aliviar el sufrimiento de todas las formas, ya sea físico, emocional o espiritual.
“y para resistir serpientes ponzoñosas y venenos mortíferos”. Este mandato se refiere a la protección divina que puede otorgarse a los siervos de Dios en circunstancias específicas de peligro, según Su voluntad. No implica buscar el peligro, sino confiar en el poder del Señor para proteger a quienes cumplen Su obra.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El Señor da Su poder a los que son fieles en Sus mandamientos, incluso en circunstancias extremas, como una muestra de Su cuidado y Su plan eterno para Sus siervos” (Conferencia General, octubre de 1984). Este mandato resalta la protección divina en momentos de necesidad, cuando los siervos del Señor enfrentan peligros en el cumplimiento de su misión.
El mandato de no exigir milagros, sino usarlos bajo la dirección divina, nos invita a actuar con humildad y reverencia ante el poder de Dios. Este versículo enseña que los milagros son una extensión del amor de Cristo y Su deseo de bendecir a Sus hijos, pero siempre deben buscarse con un propósito piadoso, no como una demostración de poder. Como discípulos, debemos confiar en que Dios proveerá lo que necesitamos en el momento adecuado, sabiendo que Su sabiduría supera nuestras expectativas y deseos terrenales.
― Doctrina y Convenios 24:18. “Y no llevarás ni bolsa, ni alforja, ni bordones, ni dos prendas de vestir; porque en la hora de tu necesidad la iglesia te suministrará lo que fuere necesario de comida y de vestido, de zapatos, dinero y alforja.”
Este pasaje enfatiza la confianza en la provisión divina a través del cuerpo de la Iglesia. También refleja un patrón similar al mandato de Jesús a sus discípulos en el Nuevo Testamento (Mateo 10:9-10), subrayando la fe en el sustento divino mientras los líderes cumplen su misión.
“Y no llevarás ni bolsa, ni alforja, ni bordones, ni dos prendas de vestir”. Este mandato enfatiza la confianza total en el Señor para las necesidades temporales mientras los siervos dedican su tiempo y esfuerzo a Su obra. Representa un llamado a depender completamente de Dios y Su providencia en lugar de los recursos materiales.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “La confianza en el Señor nos libera de las preocupaciones temporales y nos permite concentrarnos plenamente en Su obra” (Conferencia General, octubre de 2009). El consejo de no llevar provisiones temporales simboliza un acto de fe y consagración, reconociendo que Dios es el proveedor supremo de todo lo necesario.
“porque en la hora de tu necesidad”. Esta frase asegura que las necesidades de los siervos del Señor serán suplidas en el momento oportuno, subrayando el principio de que Dios conoce nuestras circunstancias y provee según Su tiempo y manera.
El élder Dieter F. Uchtdorf declaró: “El Señor siempre está consciente de nuestras necesidades, y Su ayuda llega en el momento perfecto, aunque a menudo no sea en el momento que esperamos” (Conferencia General, abril de 2013). La promesa de provisión en el tiempo necesario invita a confiar plenamente en la omnisciencia y amor de Dios.
“la iglesia te suministrará lo que fuere necesario”. La Iglesia, como el cuerpo de Cristo, está llamada a apoyar a aquellos que dedican su vida al servicio. Este principio promueve la unidad y la corresponsabilidad entre los miembros, asegurando que nadie quede desamparado.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Cuando compartimos nuestras bendiciones con los demás, demostramos nuestro amor por el Señor y por aquellos a quienes Él llama a Su obra” (Conferencia General, octubre de 1996). El mandato de que la Iglesia provea para los siervos del Señor refuerza la idea de que la comunidad de santos trabaja unida para cumplir los propósitos divinos.
“de comida y de vestido, de zapatos, dinero y alforja”. Dios promete suplir las necesidades temporales básicas de quienes se dedican a Su obra, recordando que Él es el proveedor de todas las cosas. También subraya que las bendiciones temporales están al servicio del propósito espiritual.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor cuida de los detalles de nuestras vidas cuando dedicamos nuestro corazón, mente y fuerzas a Él y a Su obra” (Conferencia General, abril de 2018). La provisión de necesidades materiales por parte de Dios demuestra Su cuidado paternal por quienes confían en Él y sirven en Su obra.
Este versículo enseña lecciones fundamentales sobre la fe, la confianza en el Señor y la interdependencia dentro de la Iglesia. Subraya que los siervos de Dios deben depender completamente de Él y que la comunidad de santos tiene la responsabilidad de sostener a aquellos que se dedican a la obra del Señor. Este principio refuerza la naturaleza unida y cooperativa de la Iglesia como el cuerpo de Cristo.
El llamado a depender completamente del Señor y de la Iglesia en la obra misional nos recuerda que todo lo que tenemos proviene de Dios. Este versículo desafía nuestras inclinaciones naturales hacia la autosuficiencia y nos invita a desarrollar una fe profunda en la provisión divina. También nos recuerda nuestra responsabilidad de apoyar a los siervos del Señor, fortaleciendo los lazos de unidad y amor cristiano en la comunidad. A través de este principio, podemos aprender que al confiar en Dios y servirnos unos a otros, no solo edificamos Su reino, sino que también experimentamos Sus abundantes bendiciones.
― Doctrina y Convenios 24:19: “Porque has sido llamado para podar mi viña vigorosamente, sí, por última vez; sí, y también todos aquellos a quienes has ordenado, y obrarán de conformidad con esta norma. Amén.”
Dios establece la urgencia y la importancia de la misión de José Smith y los primeros líderes de la Iglesia. La metáfora de “poda” implica la preparación y limpieza espiritual necesaria para que el Evangelio se expanda y prospere. Esto refleja el carácter global y eterno del llamamiento recibido.
“Porque has sido llamado para podar mi viña vigorosamente”. La metáfora de “podar mi viña” simboliza el trabajo de purificar, corregir y preparar el mundo para la segunda venida de Cristo. Este llamamiento enfatiza la urgencia y el esfuerzo necesario en la obra del Señor. La poda es un proceso de eliminación de lo improductivo para fomentar el crecimiento y la fructificación.
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “El Señor realiza una poda espiritual en nuestras vidas, y también en Su Iglesia, para que podamos ser más fructíferos y cumplir Su propósito eterno” (Conferencia General, abril de 2011). El llamado a podar la viña vigorosamente destaca la necesidad de un esfuerzo constante y diligente para ayudar a los hijos de Dios a prepararse espiritualmente.
“sí, por última vez”. Esta frase indica que la dispensación actual del Evangelio, iniciada por José Smith, es la última antes de la Segunda Venida de Cristo. La “última vez” refleja el cumplimiento de todas las dispensaciones anteriores y la preparación final del mundo para el regreso del Salvador.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “Estamos viviendo en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, cuando todas las cosas serán restauradas en preparación para la venida del Salvador” (Conferencia General, abril de 2020).
La declaración de que es la última vez resalta la importancia de esta época como el clímax del plan de salvación, instando a los discípulos a trabajar con urgencia.
“sí, y también todos aquellos a quienes has ordenado”. La frase subraya que no solo José Smith tiene este llamamiento, sino también aquellos a quienes él ha ordenado al sacerdocio. Esto refuerza el principio de que la obra del Señor es colectiva y que cada individuo tiene un rol significativo en ella.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El Señor espera que todos los que han recibido Su sacerdocio y Sus llamamientos participen plenamente en Su obra redentora” (Conferencia General, abril de 2018). El trabajo de podar la viña no depende únicamente de un líder, sino de todos los que han sido llamados, demostrando la naturaleza colaborativa del Reino de Dios.
“y obrarán de conformidad con esta norma”. Este mandato establece la importancia de seguir los principios y normas revelados por el Señor al llevar a cabo Su obra. La unidad doctrinal y práctica es esencial para que la obra del Señor prospere.
El presidente Boyd K. Packer dijo: “El orden y la obediencia a los principios del Evangelio son esenciales para que el poder de Dios se manifieste en Su obra” (Conferencia General, octubre de 1993). Obrar de acuerdo con las normas establecidas por el Señor asegura que Su obra se lleve a cabo de manera eficaz y bajo Su autoridad.
Este versículo encapsula principios clave del plan de salvación: el llamamiento divino para trabajar en la obra del Señor, la importancia de hacerlo con diligencia, la colaboración entre todos los siervos del sacerdocio y la necesidad de adherirse a las normas divinas. Subraya la responsabilidad colectiva y la urgencia de preparar al mundo para el regreso de Cristo.
El llamado a podar la viña vigorosamente es una invitación a cada discípulo a participar plenamente en la obra del Señor, recordando que vivimos en un tiempo único y crucial en la historia del mundo. Este versículo nos enseña la importancia de trabajar juntos, siguiendo las normas reveladas, con un sentido de urgencia y propósito eterno. Al responder a este llamado, no solo ayudamos a los demás a acercarse a Cristo, sino que también fortalecemos nuestra propia fe y nos preparamos para recibir al Salvador en Su venida gloriosa.
Organización por temas
Sección 24: Instrucciones y Fortalecimiento para José Smith y Oliver Cowdery
1. José Smith es Llamado a Traducir, Predicar y Explicar las Escrituras
Versículos: 1–9
“Dedícate a tu llamamiento y tendrás lo necesario para magnificar tu oficio.”
El Señor reitera el llamamiento divino de José Smith como profeta, traductor y maestro de las Escrituras. Se le aconseja ser paciente en las aflicciones y enfocarse en su misión espiritual, ya que no se le dará fuerza para los trabajos temporales.
Versículo 1: Dios recuerda a José su llamamiento y cómo ha sido librado de sus enemigos.
Versículo 2: A pesar de su llamamiento, debe evitar el pecado y arrepentirse constantemente.
Versículos 3–4: Se le instruye a viajar a Colesville, Fayette y Manchester, donde los miembros de la Iglesia lo sostendrán.
Versículos 5–6: Se le manda continuar escribiendo bajo la inspiración del Espíritu y explicar las Escrituras.
Versículos 7–9: Su dedicación total a la obra de Sion es esencial, y Dios promete proveer para sus necesidades.
Este pasaje resalta que el profeta no fue llamado a las labores temporales, sino a la obra de la Restauración. En su servicio, encontraría fuerza y provisión. Dios le promete que, a pesar de las aflicciones, Él estaría con él hasta el final.
Presidente Russell M. Nelson: “Dios prepara el camino para aquellos a quienes llama. Su obra es espiritual, y Él se encargará de proveer para sus necesidades” (Conferencia General, abril 2018).
Élder Jeffrey R. Holland: “El llamado del profeta no es fácil, pero el Señor promete estar con él. Su labor es vital para la salvación de la humanidad” (Conferencia General, octubre 2006).
2. Oliver Cowdery es Llamado a Predicar el Evangelio
Versículos: 10–12
“En todo tiempo y en todo lugar, de día y de noche, abrirá su boca y declarará mi evangelio como con voz de trompeta.”
El Señor da instrucciones específicas a Oliver Cowdery, destacando su responsabilidad de predicar el evangelio tanto a la Iglesia como al mundo.
Versículo 10: Oliver debe continuar anunciando el nombre del Señor.
Versículo 11: Su gloria vendrá del Señor, no de sí mismo.
Versículo 12: Debe proclamar el evangelio con poder y se le promete fuerza sobrenatural.
La responsabilidad de Oliver era dar testimonio incansable de la Restauración. Su llamado no era temporal ni limitado; debía predicar en todo lugar y en todo momento. Se le promete una fortaleza espiritual sin precedentes.
Presidente Thomas S. Monson: “Cada miembro de la Iglesia tiene la responsabilidad de compartir el evangelio. No podemos ser espectadores en esta gran obra” (Conferencia General, abril 2008).
Élder D. Todd Christofferson: “La voz del evangelio debe resonar como una trompeta en todo el mundo. Es el mensaje de salvación para todos” (Conferencia General, octubre 2013).
3. La Ley Concerniente a los Milagros
Versículos: 13–14
“No exijáis milagros, a no ser que os lo mande.”
El Señor establece que los milagros no deben buscarse por señal, sino que deben ocurrir de acuerdo con la voluntad de Dios. Los milagros mencionados incluyen expulsar demonios, sanar enfermos y resistir peligros físicos.
Versículo 13: Los milagros deben realizarse solo cuando sean necesarios y bajo el mandamiento de Dios.
Versículo 14: Se harán conforme a lo escrito en las Escrituras y cuando sean solicitados.
Comentario
Este pasaje enfatiza que los milagros no son una herramienta de espectáculo, sino manifestaciones del poder de Dios en Su debido tiempo. La fe debe preceder a los milagros, y no al revés.
Presidente Gordon B. Hinckley: “Los milagros siguen ocurriendo en la Iglesia hoy en día, pero siempre de acuerdo con la voluntad del Señor y no como prueba de fe” (Conferencia General, octubre 2001).
Élder David A. Bednar: “Los milagros son una bendición divina, pero la fe genuina no depende de ellos” (Conferencia General, abril 2005).
4. Maldiciones y Testimonio Contra los Incrédulos
Versículos: 15–17
“Sacudiendo el polvo de vuestros pies en contra de ellos como testimonio.”
El Señor establece una ley en cuanto a cómo deben actuar los misioneros cuando son rechazados.
Versículo 15: Si alguien no los recibe, deben dejar una maldición simbólica sacudiendo el polvo de sus pies.
Versículo 16: Dios promete que, cuando sea necesario, castigará a quienes se opongan con violencia.
Versículo 17: La ley misma maldecirá a los que litigan contra ellos.
Este principio refleja la enseñanza de Jesús en Mateo 10:14. No significa que los misioneros deban buscar maldecir a las personas, sino que representa el juicio que Dios traerá a quienes rechacen el evangelio.
Élder Neil L. Andersen: “Cada persona tiene el albedrío para aceptar o rechazar el evangelio, pero el Señor ha advertido de las consecuencias de rechazar Su mensaje” (Conferencia General, abril 2015).
Presidente Boyd K. Packer: “El testimonio verdadero debe ser declarado sin miedo, pero siempre con amor y respeto” (Conferencia General, octubre 1994).
5. La Dependencia en el Señor y la Iglesia
Versículos: 18–19
“No llevarás ni bolsa, ni alforja, ni bordones.”
El Señor instruye a Sus siervos a confiar completamente en Él y en la Iglesia para su sustento.
Versículo 18: No deben llevar posesiones materiales extras, ya que Dios proveerá por medio de Su Iglesia.
Versículo 19: Se enfatiza la urgencia de la obra misional en los últimos días.
El énfasis aquí no es en la pobreza, sino en la fe y dependencia total en Dios. Los siervos del Señor no deben distraerse con preocupaciones materiales, sino confiar en Su provisión a través de la Iglesia y Sus miembros.
Presidente Henry B. Eyring: “Cuando servimos al Señor, Él proveerá el camino para que cumplamos con nuestra misión” (Conferencia General, octubre 2010).
Élder M. Russell Ballard: “La fe y la obediencia a la guía del Señor siempre traerán lo que necesitemos en Su servicio” (Conferencia General, abril 2016).
Conclusión General
Doctrina y Convenios 24 muestra el compromiso absoluto que se requiere para servir al Señor. José Smith y Oliver Cowdery reciben instrucciones clave sobre su labor en la Iglesia, la confianza en Dios, la predicación del evangelio y la realización de milagros solo cuando sean necesarios.
El Señor les promete Su ayuda en medio de la persecución y les recuerda que Su obra debe continuar sin distracciones materiales, confiando en Su provisión y la de la Iglesia.























