Doctrina y Convenios
Sección 30
La Sección 30 de Doctrina y Convenios tiene lugar en un momento crítico en la historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, poco después de su organización en abril de 1830. El contexto histórico en torno a esta revelación resalta tanto los desafíos iniciales como las oportunidades de la joven Iglesia.
En septiembre de 1830, la Iglesia tenía solo unos meses desde su fundación oficial, y los miembros estaban aprendiendo a comprender y cumplir sus responsabilidades dentro del Evangelio restaurado. José Smith actuaba como el Profeta y líder de la Iglesia, guiando a un grupo de creyentes que enfrentaban oposición y persecución.
Antes de recibir esta revelación, la Iglesia celebró una conferencia de tres días en Fayette, Nueva York, en la casa de la familia Whitmer. Las conferencias de este tipo eran momentos importantes para la organización de la Iglesia, la toma de decisiones y el fortalecimiento de los lazos entre los miembros.
En esta etapa, la misión a los lamanitas (es decir, los pueblos indígenas de América) era una prioridad. Esta misión buscaba cumplir una profecía central del Libro de Mormón, que declaraba que los descendientes de los lamanitas recibirían nuevamente el Evangelio. Oliver Cowdery lideraba esta misión, y se le unió Peter Whitmer, hijo, quien fue llamado específicamente en esta revelación.
La familia Whitmer fue una de las primeras en aceptar el Evangelio restaurado. Los hermanos Whitmer desempeñaron papeles clave en la traducción del Libro de Mormón y en la organización inicial de la Iglesia. Sin embargo, esta revelación muestra que incluso algunos de los primeros conversos enfrentaban desafíos para cumplir con sus llamamientos.
David Whitmer, quien había sido un testigo importante del Libro de Mormón, es reprendido por el Señor por haber permitido que las influencias mundanas y los temores lo desviaran de su llamado. Se le instruye a reflexionar y consultar directamente al Señor para fortalecer su fe y dedicación.
Peter es designado para acompañar a Oliver Cowdery en la misión a los lamanitas. Este llamado muestra la urgencia de llevar el Evangelio a todas las personas, especialmente a los pueblos mencionados en el Libro de Mormón. También enfatiza la importancia de la fe y el apoyo mutuo entre compañeros misioneros.
John Whitmer es llamado a predicar el Evangelio con dedicación en las regiones cercanas. Su misión demuestra que el ministerio no era solo para quienes salían a tierras lejanas, sino que también incluía predicar en comunidades locales y preparar a los santos para el establecimiento de Sión.
La Iglesia enfrentaba oposición significativa, tanto de críticos religiosos como de quienes veían la nueva fe como una amenaza social. Estos desafíos subrayaban la necesidad de fe y fortaleza en los llamados ministeriales.
La revelación destaca problemas comunes en las primeras etapas de la Iglesia, como la falta de confianza o de fe de algunos miembros en su capacidad para cumplir con las responsabilidades asignadas.
Este período marcó un tiempo de organización y establecimiento de roles definidos dentro de la Iglesia. Las revelaciones, como la Sección 30, ayudaban a clarificar las responsabilidades de los individuos y el funcionamiento del liderazgo.
Esta revelación es un recordatorio de que el Señor llama a las personas a pesar de sus debilidades y desafíos, pero espera que confíen plenamente en Él. También subraya que el ministerio es una labor tanto individual como colectiva, y que cada persona tiene un papel único en la obra del Señor.
― Doctrina y Convenios 30:1. “He aquí, David, te digo que has temido al hombre, y no has confiado en que yo te fortalecería, como debiste haberlo hecho.”
Este versículo muestra cómo el Señor corrige con amor, pero con firmeza, a David Whitmer por permitir que el temor al hombre debilitara su fe en Dios. Es un recordatorio de que confiar en el Señor debe ser una prioridad, especialmente en el ministerio.
Los seguidores de Cristo a menudo enfrentan momentos en los que el temor al juicio o rechazo humano puede desviarles de sus deberes espirituales. Este versículo nos invita a confiar en la fortaleza que viene de Dios, en lugar de buscar aprobación humana.
“He aquí, David”.
Esta introducción resalta que Dios conoce a cada uno de sus hijos de manera individual y dirige Su palabra de forma personalizada. El Señor no se dirige a David Whitmer como un extraño, sino como un hijo amado bajo Su guía.
El profeta Spencer W. Kimball enseñó: “Dios conoce a cada uno de nosotros individualmente… Él tiene un plan específico para cada uno.” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, capítulo 2). El llamado personal de Dios a David subraya Su amor y cuidado individual por Sus hijos.
“te digo que has temido al hombre”.
Temer al hombre implica dar prioridad a las opiniones o juicios humanos sobre los mandamientos y el propósito divino. Esto contradice la enseñanza de confiar plenamente en Dios como fuente de guía y fortaleza.
El presidente Dieter F. Uchtdorf declaró: “El temor puede limitar nuestra perspectiva y hacer que busquemos la aprobación de los hombres más que la de Dios.” (Conferencia General, octubre de 2014). Este temor no solo restringe la fe, sino que también desvía a los individuos de su misión divina. La Escritura recalca: “El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado.” (Proverbios 29:25).
“y no has confiado en que yo te fortalecería”.
La fortaleza viene del Señor cuando confiamos en Él y reconocemos nuestra dependencia de Su poder. La falta de confianza en el Señor refleja una fe débil o incompleta.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Cuando confiamos en el Señor y hacemos Su voluntad, encontramos una fortaleza que va más allá de nuestra capacidad.” (Conferencia General, abril de 2013). David fue llamado a confiar plenamente en la fortaleza del Señor, quien promete guiar y sostener a Sus siervos.
“como debiste haberlo hecho”.
Este recordatorio implica que David tenía el conocimiento y la capacidad para confiar en el Señor, pero no lo hizo. La doctrina de la responsabilidad personal es fundamental: aquellos que han recibido mayor luz y conocimiento tienen una mayor obligación de actuar de acuerdo con ellos.
El élder Jeffrey R. Holland señaló: “Cuando sabemos lo que se espera de nosotros, el Señor requiere que vivamos de acuerdo con ese conocimiento.” (Conferencia General, octubre de 2012). Dios no solo exhorta a Sus siervos, sino que también les recuerda su potencial y responsabilidad en Su obra.
Dios dirige Su palabra y corrección de manera individual, mostrando Su amor por Sus hijos. Temer las opiniones humanas puede interferir con el cumplimiento de los mandamientos y desviarnos de nuestra misión divina. Solo mediante una fe firme podemos recibir la fortaleza necesaria para cumplir con nuestras responsabilidades en el Reino. Aquellos que tienen luz y verdad tienen el deber de seguirla con diligencia.
Este versículo también nos recuerda que la corrección de Dios no es un castigo, sino una invitación a reflexionar, arrepentirnos y alinearnos con Su voluntad.
El temor al hombre es una lucha común en la vida moderna, donde buscamos aprobación social o nos preocupamos por las opiniones de los demás. Sin embargo, este versículo nos invita a cambiar nuestra perspectiva, centrándonos en confiar en Dios y en Su capacidad para fortalecernos. La verdadera fortaleza espiritual proviene de reconocer nuestra debilidad y depender completamente de Su guía.
Como dijo el presidente Russell M. Nelson: “El Señor nos llama en nuestra debilidad, pero nos capacita para hacer Su obra.” (Conferencia General, abril de 2018).
Este pasaje nos anima a evaluar nuestras prioridades y renovar nuestra fe en Aquel que puede fortalecernos y guiarnos más allá de nuestras limitaciones humanas. Al igual que David Whitmer, cada uno de nosotros está llamado a confiar plenamente en el Señor, incluso en medio de nuestras propias inseguridades y desafíos.
― Doctrina y Convenios 30:2. “Sino que tus pensamientos han estado en las cosas de la tierra más que en las que son de mí, tu Creador, y en el ministerio al cual has sido llamado.”
Este pasaje enfatiza la necesidad de centrar nuestros pensamientos y esfuerzos en las cosas de Dios en lugar de las preocupaciones terrenales. Aunque las responsabilidades temporales son importantes, no deben desplazar el enfoque en los llamamientos espirituales. En un mundo lleno de distracciones, este versículo invita a los creyentes a evaluar si sus prioridades reflejan su compromiso con el Señor y su Evangelio.
“Sino que tus pensamientos han estado en las cosas de la tierra”
Enfocar los pensamientos en las cosas terrenales implica una falta de prioridad en los asuntos espirituales. Esto contradice la enseñanza de buscar “primero el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33).
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “La obsesión con las cosas materiales puede distraernos de nuestras metas eternas. Debemos recordar que somos peregrinos en este mundo, destinados a un propósito superior.” (Conferencia General, abril de 1998). Esta frase subraya que los pensamientos y deseos terrenales pueden convertirse en una barrera para cumplir con los deberes espirituales.
“más que en las que son de mí, tu Creador”
Dios es el Creador de todas las cosas y merece nuestra atención y devoción por encima de cualquier otra cosa. Cuando nuestras prioridades están alineadas con las cosas de Dios, nuestras acciones reflejan nuestra fe y obediencia.
El élder Neal A. Maxwell declaró: “Si nuestra devoción está dividida entre Dios y el mundo, nuestra progresión espiritual será limitada. Debemos centrar nuestra vida en Cristo.” (Conferencia General, octubre de 1992). Dios invita a Sus hijos a recordar Su papel como su Creador, lo que debería motivarnos a priorizar Sus mandamientos y Su obra.
“y en el ministerio al cual has sido llamado”
El Señor asigna ministerios específicos a Sus hijos, y cumplir con estos llamamientos es una responsabilidad sagrada. Cuando los individuos descuidan estos llamamientos, no solo limitan su crecimiento espiritual, sino que también impactan la obra del Señor.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “Cuando el Señor nos llama a Su obra, nos da las herramientas y el poder para cumplir con nuestra misión. Pero depende de nosotros aceptar Su invitación con dedicación.” (Conferencia General, abril de 2009). Esta frase recuerda que el ministerio en el reino de Dios no debe ser visto como una tarea secundaria, sino como una prioridad que nos conecta con Sus propósitos eternos.
Este versículo resalta dos desafíos comunes en la vida espiritual: el enfoque en las cosas terrenales y la negligencia de los llamamientos divinos. Al hacerlo, David Whitmer recibe una amorosa reprensión para realinear sus prioridades. El Señor no solo corrige, sino que también llama la atención sobre la relación que cada individuo debe tener con Él como su Creador y fuente de propósito.
El mensaje de este versículo nos recuerda que el discipulado exige poner a Dios en primer lugar. Las cosas terrenales, aunque importantes en su lugar, no deben ocupar el lugar central de nuestra vida. Como enseñó el élder Dallin H. Oaks: “Nuestras prioridades revelan nuestro carácter. Cuando ponemos a Dios primero, todo lo demás encuentra su lugar adecuado.” (Conferencia General, octubre de 2001).
El mundo actual ofrece muchas distracciones que compiten por nuestra atención y tiempo. Este versículo nos invita a reflexionar sobre dónde están enfocadas nuestras prioridades: ¿en las cosas del mundo o en las del Señor? La vida espiritual exige sacrificios, pero esos sacrificios son pequeños comparados con las bendiciones eternas que el Señor promete a quienes dedican su mente y corazón a Su obra.
Como enseñó el presidente Russell M. Nelson: “Cuando buscamos las cosas de Dios primero, encontramos una alegría que el mundo no puede ofrecer.” (Conferencia General, abril de 2019). Esta enseñanza nos invita a recordar nuestra responsabilidad de enfocarnos en nuestro Creador y Su obra, y a buscar con sinceridad las bendiciones que vienen al priorizar lo eterno sobre lo temporal.
― Doctrina y Convenios 30:5. “He aquí, Peter, te digo que emprenderás tu viaje con tu hermano Oliver; porque ha llegado la hora en que me es prudente que abras tu boca para declarar mi evangelio; por tanto, no temas, sino da oído a las palabras y al consejo que te dé tu hermano.”
Este versículo marca el inicio del importante viaje de Peter Whitmer, hijo, junto a Oliver Cowdery para llevar el Evangelio a los lamanitas. Muestra la importancia de los compañeros en el ministerio y de seguir el consejo inspirado. Al igual que Peter, muchos sienten miedo al ser llamados a nuevas responsabilidades. Este versículo nos recuerda que Dios da fortaleza y guía a quienes confían en Él.
“He aquí, Peter, te digo que emprenderás tu viaje con tu hermano Oliver”
El Señor llama a Sus siervos a trabajar en equipo en Su obra. Este principio muestra que el ministerio no es un esfuerzo solitario, sino una obra compartida con otros para edificar el reino de Dios.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El trabajo en equipo en la obra del Señor no es solo un principio organizativo, sino una expresión del amor y la unidad que caracteriza el Evangelio de Jesucristo.” (Conferencia General, octubre de 2012). Peter y Oliver fueron llamados juntos, reflejando cómo el apoyo mutuo en el ministerio fortalece a quienes cumplen con los llamamientos divinos.
“porque ha llegado la hora en que me es prudente que abras tu boca para declarar mi evangelio”
El Señor llama a Sus siervos en Su tiempo perfecto. Declara que el momento ha llegado para que Peter Whitmer participe activamente en compartir el Evangelio, demostrando que Dios conoce y prepara a cada persona para Su obra.
El presidente Russell M. Nelson afirmó: “Cuando el Señor nos llama, Él sabe que estamos listos, incluso si no nos sentimos preparados. Su tiempo es perfecto y Su obra es segura.” (Conferencia General, octubre de 2018). El llamado a declarar el Evangelio también refleja la importancia de abrir la boca con valentía para testificar de la verdad.
“por tanto, no temas, sino da oído a las palabras y al consejo que te dé tu hermano”
El miedo no debe obstaculizar el cumplimiento de los llamamientos divinos. Dios provee fortaleza y guía a través de Su Espíritu, y a menudo utiliza a otros siervos, como Oliver, para proporcionar apoyo y consejo.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “El temor es reemplazado por la fe cuando confiamos en el Señor. Él camina con nosotros y nos guía a través de aquellos que ha llamado para ayudarnos.” (Conferencia General, abril de 2007). La frase también destaca la importancia de seguir el consejo inspirado de los líderes y compañeros en la obra del Señor, promoviendo la humildad y la cooperación.
Este versículo encapsula principios clave del discipulado y el ministerio: el trabajo en equipo, la obediencia a los tiempos del Señor, el valor para proclamar el Evangelio y la confianza en el consejo inspirado de los demás. A través de estas palabras, el Señor no solo llama a Peter Whitmer a una misión específica, sino que también lo equipa espiritualmente para cumplir con su responsabilidad.
En nuestra vida moderna, este pasaje nos recuerda que el Señor nos llama a Su obra en el momento adecuado, incluso si nos sentimos inseguros o temerosos. Él provee las herramientas, los compañeros y la guía para que podamos tener éxito en Sus propósitos.
El miedo y la duda son desafíos comunes cuando enfrentamos nuevas responsabilidades en el Reino de Dios. Este versículo nos enseña que el Señor conoce nuestras capacidades y nunca nos dejará solos en la obra. Al confiar en Su tiempo, seguir el consejo inspirado y enfrentar nuestras tareas con fe, nos convertimos en instrumentos en Sus manos para bendecir a otros y fortalecer Su reino.
Como declaró el élder Dieter F. Uchtdorf: “Nunca subestimes el poder que puedes ejercer al abrir tu boca y compartir el Evangelio. Tu testimonio puede ser la semilla que cambie vidas para siempre.” (Conferencia General, abril de 2008). Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestras propias oportunidades para compartir el Evangelio y confiar en que Dios caminará con nosotros mientras proclamamos Su mensaje al mundo.
― Doctrina y Convenios 30:6. “Y padece con él en todas sus aflicciones, elevando tu corazón hacia mí continuamente en oración y fe, para la liberación de él y la tuya.”
Este versículo subraya la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo entre compañeros en la obra del Señor. Compartir las cargas fortalece los lazos espirituales y permite que los desafíos sean más manejables. Elevar el corazón en oración constante demuestra confianza en la intervención divina. Este principio es esencial para los misioneros y para cualquier creyente que enfrente pruebas.
“Y padece con él en todas sus aflicciones”
Este mandato refleja el principio de unidad y apoyo mutuo en el ministerio del Evangelio. El Señor espera que Sus siervos trabajen juntos, compartan las cargas y permanezcan solidarios en medio de los desafíos.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “El Señor une a Sus hijos en Sus propósitos sagrados, no para que caminen solos, sino para que se fortalezcan unos a otros en amor y servicio.” (Conferencia General, abril de 2015). Padecer juntos simboliza la fraternidad y el compromiso compartido que fortalece tanto a quienes sirven como a quienes son servidos.
“elevando tu corazón hacia mí continuamente en oración y fe”
La oración constante y la fe en Dios son esenciales para superar las pruebas y encontrar fortaleza en el ministerio. Estas prácticas no solo conectan al individuo con el poder divino, sino que también les permiten ser instrumentos en Sus manos.
El presidente Thomas S. Monson declaró: “La oración es la llave para abrir las puertas de la fortaleza divina. A través de la fe, podemos confiar en que el Señor guiará nuestros pasos, incluso en los momentos más difíciles.” (Conferencia General, abril de 2009). Esta frase recalca que la oración y la fe no son solo prácticas personales, sino herramientas vitales para obtener la liberación tanto espiritual como temporal.
“para la liberación de él y la tuya”
La liberación prometida no siempre significa la eliminación inmediata de las pruebas, sino la fuerza espiritual para soportarlas y el progreso eterno que surge de la fidelidad. Esta promesa también destaca que el apoyo mutuo es clave para la salvación personal y comunitaria.
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “El Señor a menudo no nos libra de las pruebas, sino que nos da la fuerza para soportarlas, y al hacerlo, nos libera espiritualmente.” (Conferencia General, octubre de 1995). Este principio nos recuerda que al trabajar juntos en la obra del Señor, no solo ayudamos a otros a encontrar liberación, sino que también avanzamos hacia nuestra propia redención.
Este versículo enseña profundos principios de unidad, fe y oración en el servicio del Señor. En el ministerio, las pruebas son inevitables, pero el apoyo mutuo y la confianza en Dios permiten a los siervos perseverar y crecer espiritualmente. Este llamado a “padecer con él” enfatiza que la obra del Evangelio no es un esfuerzo individual, sino una tarea compartida que une corazones y propósitos en el amor de Cristo.
Además, la oración y la fe no solo fortalecen al individuo, sino que también traen consuelo y guía divina en tiempos de necesidad. Esta es una lección valiosa para todos los que enfrentan desafíos en su servicio al Señor y en la vida en general.
El ministerio cristiano es una labor compartida que nos invita a ser compasivos y solidarios con nuestros compañeros en sus momentos de prueba. Este versículo nos recuerda que al elevar nuestros corazones en oración y fe, podemos recibir fortaleza divina para soportar las cargas, tanto nuestras como las de otros.
Como enseñó el presidente Russell M. Nelson: “El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de esperanza, sanación y unidad. Cuando caminamos juntos en la obra del Señor, encontramos poder en Su amor y propósito en Su plan.” (Conferencia General, abril de 2021). Este pasaje nos invita a evaluar nuestra disposición a orar, apoyar y trabajar unidos con otros en la obra del Señor, confiando en que Su liberación nos sostendrá a todos en el camino hacia la vida eterna.
― Doctrina y Convenios 30:9. “He aquí, mi siervo John, te digo que desde ahora en adelante empezarás a proclamar mi evangelio como con la voz de trompeta.”
Se instruye a John Whitmer a proclamar el Evangelio con fuerza y claridad, como una trompeta que llama la atención. Este simbolismo subraya la necesidad de que el mensaje de salvación sea compartido con poder y convicción. Este llamado es un recordatorio de que predicar el Evangelio no es un acto pasivo, sino uno activo, que requiere entrega total y confianza en el Señor.
“He aquí, mi siervo John”
El uso de “mi siervo” enfatiza la relación de confianza y autoridad entre el Señor y aquellos a quienes Él llama a Su obra. Este título resalta que el servicio en el Reino de Dios es un privilegio sagrado.
El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “El Señor llama a hombres y mujeres ordinarios para realizar Su obra extraordinaria. Ser llamado Su siervo es un honor y una responsabilidad que requiere dedicación y humildad.” (Conferencia General, abril de 1995).
Esta frase nos recuerda que cada llamado divino viene con la certeza de que el Señor conoce y confía en Sus siervos.
“te digo que desde ahora en adelante empezarás a proclamar mi evangelio”
El mandato de proclamar el Evangelio resalta el deber de compartir el mensaje de Jesucristo con urgencia y dedicación. Este llamado es una invitación a cumplir con el propósito eterno de invitar a otros a venir a Cristo.
El élder Dallin H. Oaks enseñó: “Proclamar el Evangelio es una responsabilidad esencial de cada discípulo de Cristo. No es solo para aquellos con llamamientos específicos, sino para todos los que han recibido la luz del Evangelio.” (Conferencia General, abril de 2009). Este llamado a proclamar el Evangelio también refleja la necesidad de actuar inmediatamente en los mandatos divinos, confiando en el poder de Dios para guiar nuestras palabras y acciones.
“como con la voz de trompeta”
El simbolismo de la trompeta destaca la necesidad de proclamar el Evangelio con poder, claridad y sin temor. La trompeta es una metáfora de un mensaje que debe ser escuchado claramente y que llama la atención sobre su importancia.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Evangelio de Jesucristo debe proclamarse con valor y convicción. Nuestra voz, como una trompeta, debe resonar con el mensaje de esperanza, redención y salvación.” (Conferencia General, abril de 2018). El uso de la trompeta también recuerda a los santos que su testimonio debe ser poderoso y audible, llegando a todos los rincones posibles.
Este versículo encapsula el llamado divino a predicar el Evangelio con dedicación y valentía. La invitación a proclamar “como con la voz de trompeta” es una exhortación a ser claros, firmes y audaces en compartir el mensaje de salvación. Este llamado no solo es una instrucción para John Whitmer, sino un recordatorio para todos los seguidores de Cristo de su responsabilidad de dar testimonio de Él.
El versículo también destaca que el Señor no llama a Sus siervos sin prepararlos. Él los equipa con Su poder y guía para que puedan cumplir con Su obra. La proclamación del Evangelio no es solo un acto de obediencia, sino una manifestación de amor por Dios y por los demás.
El mandato de proclamar el Evangelio es tan relevante hoy como lo fue para John Whitmer. En un mundo lleno de incertidumbre y confusión, el mensaje de Jesucristo es una trompeta de esperanza y dirección. Este pasaje nos invita a examinar nuestra disposición a compartir el Evangelio con aquellos que nos rodean, siendo valientes y confiando en que el Señor magnifica nuestros esfuerzos.
Como declaró el presidente Spencer W. Kimball: “El mundo necesita la voz de los santos. Necesita la trompeta clara del Evangelio para guiar a las almas a la paz y la salvación.” (Conferencia General, abril de 1974). Este versículo nos desafía a responder con valentía al llamado del Señor, proclamando Su Evangelio con amor y determinación, para que Su mensaje resuene en todos los rincones de la tierra.
― Doctrina y Convenios 30:11. “Y toda tu obra será en Sion, con toda tu alma, desde ahora en adelante; sí, siempre abrirás tu boca por mi causa, no temiendo lo que pueda hacer el hombre, porque yo estoy contigo.”
Este versículo conecta el ministerio individual con la construcción de Sión, un lugar físico y espiritual donde los seguidores de Cristo trabajan juntos para establecer la rectitud y la paz. La promesa de que Dios está con Su siervo elimina cualquier temor humano. Es un recordatorio de que no estamos solos en nuestro servicio, pues Dios nos apoya y guía.
“Y toda tu obra será en Sion”
El concepto de Sion en las Escrituras representa un pueblo de pureza, unidad y devoción a Dios. Este mandato resalta que el trabajo de John Whitmer no solo debe estar enfocado en su ministerio local, sino que debe contribuir al establecimiento y edificación de Sion.
El élder Bruce R. McConkie explicó: “Sion no es solo un lugar físico, sino un estado espiritual de pureza y unidad entre los hijos de Dios. Construir Sion significa construir un pueblo que sea santo y consagrado al Señor.” (Doctrinal New Testament Commentary, Vol. 3). La obra en Sion implica un esfuerzo constante para fortalecer a los santos y avanzar en la causa del reino de Dios.
“con toda tu alma”
Servir con toda el alma requiere dedicación plena, amor y energía en el cumplimiento de los deberes espirituales. Este mandato enfatiza la necesidad de un compromiso total con el Evangelio.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Cuando damos todo nuestro corazón, alma y mente al servicio de Dios, descubrimos un gozo que no se encuentra en ningún otro lugar.” (Conferencia General, octubre de 2009). Este llamado nos recuerda que el servicio en el Evangelio no puede ser superficial ni esporádico; requiere una entrega completa y sincera.
“sí, siempre abrirás tu boca por mi causa”
Este mandato de hablar siempre por la causa de Dios resalta la importancia del testimonio y la predicación del Evangelio. Compartir la verdad es un deber constante y una expresión de fe.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “No debemos dudar en compartir nuestro testimonio del Salvador. Cada palabra que damos en Su nombre tiene el potencial de cambiar corazones y vidas.” (Conferencia General, abril de 2021). Abrir la boca por la causa del Señor no solo es un acto de valentía, sino una manifestación de amor por Dios y por Sus hijos.
“no temiendo lo que pueda hacer el hombre”
El temor al hombre puede limitar el poder del testimonio y el progreso en la obra del Señor. Este pasaje enseña que la fe y la confianza en Dios deben superar cualquier miedo o presión social.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El miedo es una herramienta del adversario para impedirnos cumplir con nuestro potencial divino. La fe en Dios elimina ese temor y nos permite actuar con confianza.” (Conferencia General, abril de 2004).
Este principio subraya que la fortaleza espiritual viene al recordar que la aprobación de Dios es más importante que la aceptación del mundo.
“porque yo estoy contigo”
La promesa de la presencia del Señor es una garantía de fortaleza, guía y protección. Cuando Dios está con nosotros, no hay desafío que no podamos enfrentar.
El presidente Harold B. Lee dijo: “La promesa de que el Señor estará con nosotros nos da el valor para enfrentar cualquier dificultad y cumplir con cualquier llamado.” (Conferencia General, octubre de 1972). Esta afirmación consoladora nos recuerda que nunca estamos solos en la obra del Señor.
Este versículo combina varios principios clave del discipulado: la importancia de trabajar en la edificación de Sion, el compromiso pleno y sincero con la obra del Señor, la valentía para proclamar la verdad y la confianza en la presencia constante de Dios. Estas enseñanzas son un llamado a consagrar todo lo que somos al servicio de Dios, confiando en Su apoyo en todas las circunstancias.
El pasaje también resalta que el miedo al hombre no tiene lugar en el corazón de un discípulo fiel. La promesa de que el Señor está con nosotros elimina cualquier razón para dudar o temer.
En un mundo donde las presiones sociales y los desafíos personales son constantes, este versículo es un recordatorio poderoso de que el Señor camina con nosotros. La obra en Sion no solo es una tarea, sino una forma de vida que requiere nuestra devoción total. Al confiar en Dios y superar el miedo al hombre, podemos abrir nuestras bocas con valentía y proclamación fiel.
Como declaró el élder Jeffrey R. Holland: “No estamos solos en la obra del Señor. Él está con nosotros, y Su fortaleza es suficiente para cumplir Su propósito.” (Conferencia General, octubre de 2012). Este versículo nos desafía a vivir con fe, trabajar con toda nuestra alma y recordar que el Señor nunca abandona a quienes Le sirven con amor y compromiso.
Organización por temas
Sección 30: Corrección y Llamamientos Misioneros a los Whitmer
1. Reprensión a David Whitmer por su Falta de Diligencia
Versículos: 1–4
“Has temido al hombre, y no has confiado en que yo te fortalecería.”
El Señor reprende a David Whitmer por su falta de fe y diligencia en el ministerio al que fue llamado. Se le dice que ha dado más importancia a las cosas del mundo que a las cosas de Dios.
• Versículo 1: David ha temido al hombre más que a Dios.
• Versículo 2: Ha permitido que otros lo persuadan en lugar de seguir la dirección del Espíritu.
• Versículo 3: Se le manda reflexionar sobre lo que ha recibido.
• Versículo 4: Debe dedicarse al ministerio en su comunidad.
El temor al hombre puede impedirnos cumplir con nuestro propósito divino. El Señor espera que Sus siervos confíen en Su poder en lugar de depender de la aprobación humana.
• Presidente Thomas S. Monson: “El temor es el enemigo de la fe. Si confiamos en Dios, podremos avanzar sin miedo” (Conferencia General, abril 2014).
• Élder Dieter F. Uchtdorf: “El mundo nos presiona para seguir su camino, pero debemos confiar en Dios y Su guía” (Conferencia General, octubre 2011).
2. Peter Whitmer es Llamado a Predicar a los Lamanitas
Versículos: 5–8
“No temas, sino da oído a las palabras y al consejo que te dé tu hermano.”
Peter Whitmer, hijo, recibe el mandato de acompañar a Oliver Cowdery en su misión a los lamanitas. Se le dice que escuche y aprenda de Oliver y que soporte con paciencia las dificultades de la misión.
• Versículo 5: Se le ordena viajar con Oliver y predicar el evangelio.
• Versículo 6: Debe apoyarlo y orar por la liberación de ambos.
• Versículo 7: Solo José Smith tiene autoridad sobre Oliver en los asuntos de la Iglesia.
• Versículo 8: Se le promete bendiciones eternas si es obediente.
Las misiones siempre han requerido sacrificio y unidad. Peter debía aprender de Oliver y apoyarlo en su llamamiento, mostrando la importancia del compañerismo misional.
• Presidente Russell M. Nelson: “El Señor confía en Sus siervos para llevar Su evangelio a todas las naciones” (Conferencia General, abril 2018).
• Élder Jeffrey R. Holland: “Los misioneros deben trabajar en unidad y con fe para cumplir su llamamiento” (Conferencia General, octubre 2012).
3. John Whitmer es Llamado a Predicar el Evangelio
Versículos: 9–11
“Desde ahora en adelante empezarás a proclamar mi evangelio como con la voz de trompeta.”
El Señor llama a John Whitmer a predicar el evangelio con fuerza y valentía, sin temor a la oposición.
• Versículo 9: Se le manda predicar con poder y determinación.
• Versículo 10: Debe comenzar su ministerio en su comunidad.
• Versículo 11: Toda su obra será en Sión, y debe hablar sin temor.
La predicación del evangelio requiere coraje y dedicación. John Whitmer debía declarar el evangelio con fuerza y constancia, sin preocuparse por la oposición.
• Presidente Dallin H. Oaks: “El evangelio de Jesucristo debe proclamarse con claridad y sin temor” (Conferencia General, abril 2016).
• Élder Quentin L. Cook: “Los discípulos del Señor deben ser testigos firmes y constantes” (Conferencia General, octubre 2018).
Conclusión General
Doctrina y Convenios 30 ofrece enseñanzas clave sobre la fe, la obediencia y la predicación del evangelio:
1. David Whitmer es reprendido por temer a los hombres en lugar de confiar en Dios.
2. Peter Whitmer es llamado a una misión entre los lamanitas y se le enseña la importancia de la obediencia y el compañerismo.
3. John Whitmer es instruido para predicar con valentía y dedicar su vida a la obra en Sión.
Estos principios siguen siendo fundamentales hoy, recordándonos que Dios nos fortalece cuando confiamos en Él y seguimos Sus mandamientos.
























