Doctrina y Convenios
Sección 38
La Sección 38 fue recibida el 2 de enero de 1831, durante una conferencia de la Iglesia en Fayette, Nueva York. Este periodo marca un momento de transición significativo en la historia temprana de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. La revelación incluye mandamientos, enseñanzas doctrinales, y direcciones específicas para los miembros de la Iglesia.
La Iglesia había sido organizada recientemente (6 de abril de 1830) en Nueva York, y los santos en esa región enfrentaban crecientes persecuciones. Estas dificultades no solo afectaban a José Smith, sino también a los miembros, quienes sufrían hostilidad por sus creencias y prácticas. Pocos días antes, en diciembre de 1830, el Señor había dado el mandamiento de congregarse en Ohio. La Sección 38 amplía las razones detrás de esta instrucción, ofreciendo más detalles sobre los propósitos espirituales y temporales del traslado. En Kirtland, Ohio, la predicación de misioneros como Oliver Cowdery y Parley P. Pratt había resultado en muchas conversiones. La creciente comunidad de santos en Ohio representaba una oportunidad para establecer un centro más seguro y organizado para la Iglesia. La conferencia de enero de 1831 reunió a los líderes y miembros para recibir dirección. En este contexto, José Smith recibió la revelación de la Sección 38, que no solo dio mandamientos específicos, sino también instrucción espiritual y consuelo para los santos.
El Señor instruyó a los santos sobre la importancia de la unidad, la caridad, y la pureza personal. Les recordó que Él está en medio de ellos, observando su fe y obediencia. La revelación destaca la amenaza del enemigo y las conspiraciones en “cámaras secretas” para destruirlos. El traslado a Ohio sería una medida para proteger a los santos y fortalecerlos como pueblo. El Señor prometió que en Ohio recibirían Su ley (revelada en la Sección 42) y serían “investidos con poder de lo alto,” preparando a los santos para su misión de llevar el evangelio a todas las naciones. La revelación llama a los santos a ser “uno” y a cuidar de los pobres y necesitados, reflejando los principios de la ley de consagración que serían introducidos más adelante.
La revelación comienza con un poderoso testimonio de la divinidad y soberanía de Jesucristo, recordando a los santos Su papel como Creador, Salvador y Legislador. El traslado a Ohio se relaciona directamente con la preparación para la Segunda Venida del Salvador, cuando Él será su Rey y Legislador. El mandamiento de ser “uno” y de estimar a los demás como hermanos destaca la importancia de la unidad y la caridad en la comunidad de los santos. El Señor advierte a los santos sobre el peligro del orgullo, recordándoles los ejemplos de los nefitas y las consecuencias de olvidar Sus mandamientos. Los santos serían enviados desde Ohio a todas las naciones, equipados con el poder del sacerdocio y el Espíritu.
Este mandamiento marcó el inicio de una nueva etapa en la historia de la Iglesia, con Kirtland convirtiéndose en un centro clave para la revelación, la organización y el crecimiento espiritual. Las enseñanzas sobre la unidad y el cuidado de los pobres establecieron los fundamentos para la introducción de la ley de consagración. En un tiempo de oposición y desafíos, la llamada a ser “uno” fortaleció la identidad y el compromiso colectivo de los santos. En Ohio, se construiría el Templo de Kirtland, un lugar donde los santos recibirían investiduras espirituales esenciales para su misión.
La Sección 38 fue dada en un momento crucial para la Iglesia, ofreciendo consuelo, dirección y propósito a los santos mientras se preparaban para trasladarse a Ohio. La revelación refuerza la soberanía de Cristo, llama a la unidad y la caridad, y prepara a los santos para recibir mayores bendiciones espirituales y enfrentar las pruebas por venir.
― Doctrina y Convenios 38:7. “Pero he aquí, de cierto, de cierto os digo, que mis ojos están sobre vosotros. Estoy en medio de vosotros y no me podéis ver;”
El Señor asegura a los santos que Él está presente entre ellos, observando y guiándolos, aunque Su presencia no sea visible. Esto resalta Su cuidado constante y Su proximidad a Su pueblo en tiempos de desafío.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “En los momentos de dificultad, podemos tener la certeza de que el Señor está con nosotros, incluso cuando no lo vemos.” (Conferencia General, abril de 2007). Este versículo es un recordatorio de Su cercanía y de Su disposición para fortalecernos.
“Pero he aquí, de cierto, de cierto os digo”
El Señor utiliza esta expresión enfática para captar la atención de los santos y resaltar la importancia del mensaje. La repetición de “de cierto” indica la veracidad y solemnidad de lo que sigue, subrayando que es una declaración divina de gran relevancia.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Cuando el Señor habla de esta manera, lo hace para asegurarnos que Sus palabras son ciertas y confiables, y que debemos prestarles atención con fe y seriedad.” (Conferencia General, abril de 1996). Este prefacio es una invitación a considerar Su mensaje con reverencia.
“Que mis ojos están sobre vosotros”
El Señor afirma que observa a Su pueblo constantemente. Esto refleja Su amor, cuidado y conocimiento perfecto de nuestras circunstancias, desafíos y acciones. Su mirada no es de juicio severo, sino de guía, consuelo y protección.
El presidente Russell M. Nelson explicó: “El Señor nunca pierde de vista a Sus hijos. Su amor y Su guía están siempre presentes, incluso cuando nos sentimos solos.” (Conferencia General, octubre de 2020). Este principio da consuelo, recordando que el Señor está siempre consciente de nuestras necesidades y esfuerzos.
“Estoy en medio de vosotros”
Jesucristo asegura a los santos que Su presencia está con ellos, aunque no puedan percibirla físicamente. Esto simboliza Su cercanía espiritual, especialmente en momentos de necesidad o desafío. Él está en medio de ellos, fortaleciendo y guiando a Su pueblo.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “El Salvador prometió estar en medio de los que le siguen, especialmente cuando se reúnen en Su nombre. Esta promesa nos asegura que nunca estamos solos en Su obra.” (Conferencia General, abril de 2009). Este pasaje fortalece la fe de los santos al recordarles que Su presencia está entre ellos, incluso en la adversidad.
“Y no me podéis ver”
El hecho de que los santos no puedan ver físicamente al Salvador subraya la importancia de la fe. Aunque Su presencia no es visible, se manifiesta espiritualmente a través del Espíritu Santo, Su palabra, y las bendiciones que Él otorga.
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “La ausencia de una visión física del Salvador nos invita a desarrollar una fe que confía en Su amor y Su poder sin necesidad de verlo.” (Conferencia General, octubre de 2013). Este principio nos enseña a reconocer Su presencia espiritual en nuestras vidas, incluso cuando no lo vemos con nuestros ojos.
Este versículo es un recordatorio poderoso del cuidado constante del Salvador hacia Su pueblo. Aunque los santos no pueden verlo físicamente, Él está en medio de ellos, observando sus esfuerzos, guiándolos en sus desafíos y fortaleciendo su fe. Su mirada amorosa y Su presencia espiritual aseguran que los santos no están solos en la obra que les ha sido asignada.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo reconocemos la presencia del Salvador en nuestra vida diaria. Nos enseña a confiar en Su guía y cuidado, incluso cuando no lo vemos físicamente. También nos recuerda que nuestra fe debe ser activa, buscando Su mano en las pequeñas y grandes bendiciones que nos rodean. Al reconocer Su presencia, podemos encontrar paz, fortaleza y propósito en medio de los desafíos, sabiendo que Él está con nosotros en todo momento.
― Doctrina y Convenios 38:9. “Por tanto, ceñid vuestros lomos y estad apercibidos. He aquí, el reino es vuestro, y el enemigo no triunfará.”
El Señor exhorta a los santos a prepararse espiritualmente para enfrentar los desafíos, asegurándoles que el reino les pertenece y que la victoria sobre el enemigo está garantizada si permanecen fieles.
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “La preparación espiritual nos da la fuerza para enfrentar cualquier prueba. El Señor promete que, si confiamos en Él, el adversario no tendrá poder sobre nosotros.” (Conferencia General, octubre de 2014). Este versículo inspira confianza y preparación activa.
“Por tanto, ceñid vuestros lomos”
La frase “ceñid vuestros lomos” es una expresión figurativa que se refiere a estar preparados para la acción, fortaleciendo la fe y el compromiso espiritual. En las escrituras, esta expresión se utiliza para exhortar a los seguidores del Señor a estar listos para cumplir Su obra y enfrentar los desafíos con valor y determinación.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Ceñir nuestros lomos espiritualmente significa prepararnos con las armas del evangelio: la fe, la rectitud y la verdad, para enfrentar lo que venga con valor.” (Conferencia General, abril de 2013). Este mandato llama a los santos a prepararse tanto física como espiritualmente para los desafíos y responsabilidades que les esperan.
“Y estad apercibidos”
La palabra “apercibidos” implica estar atentos, vigilantes y preparados para actuar. El Señor exhorta a los santos a estar espiritualmente alertas y conscientes de las amenazas del adversario, así como de las oportunidades para servir y edificar Su reino.
El presidente Henry B. Eyring declaró: “La vigilancia espiritual es esencial para protegernos de las tentaciones y cumplir con nuestras responsabilidades en el reino de Dios.” (Conferencia General, octubre de 2010). Este mandato subraya la importancia de la preparación constante y la sensibilidad espiritual.
“He aquí, el reino es vuestro”
El Señor asegura a los santos que el reino de Dios, con sus bendiciones espirituales y temporales, les pertenece si permanecen fieles. Esta frase destaca el privilegio y la responsabilidad de ser parte del reino del Señor, tanto en esta vida como en la eternidad.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El reino de Dios está destinado a bendecir a Sus hijos. A medida que participamos en Su obra, reclamamos las bendiciones de ser ciudadanos de Su reino eterno.” (Conferencia General, abril de 2019). Este pasaje fortalece la fe y el compromiso al recordar a los santos que tienen un lugar en el reino de Dios.
“Y el enemigo no triunfará”
El Señor promete que el adversario no tendrá éxito contra los santos si se mantienen fieles y siguen Sus mandamientos. Esta declaración reafirma Su poder sobre el mal y Su compromiso de proteger y guiar a Su pueblo.
El élder Dieter F. Uchtdorf declaró: “El poder del adversario es real, pero está limitado por el poder del Señor. La obediencia a Dios nos asegura la victoria final sobre el mal.” (Conferencia General, octubre de 2015). Este principio brinda confianza a los santos para perseverar en la rectitud, sabiendo que el Señor está con ellos.
Este versículo es una exhortación a la preparación espiritual, la vigilancia y la confianza en las promesas del Señor. El llamado a “ceñir vuestros lomos” y “estar apercibidos” recuerda a los santos que deben estar activos y preparados, mientras la promesa de que el “enemigo no triunfará” fortalece su fe y esperanza en la victoria divina.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra disposición para estar preparados espiritualmente y alertas a las necesidades de la obra del Señor. Nos recuerda que, aunque enfrentemos desafíos y oposición, el reino de Dios y Sus bendiciones están disponibles para aquellos que confían en Él. Este versículo inspira valor y compromiso para avanzar en la obra del Señor, sabiendo que Su poder nos asegura la victoria final sobre el mal.
― Doctrina y Convenios 38:19. “Y os ofrezco y estimo conveniente daros riquezas más grandes, sí, una tierra de promisión, una tierra en la que fluye leche y miel, sobre la que no habrá maldición cuando el Señor venga;”
El Señor promete bendiciones temporales y espirituales a los santos, incluyendo una “tierra de promisión” que simboliza tanto un lugar físico como la plenitud de las bendiciones del evangelio. Esta tierra es un símbolo de Su convenio eterno con Su pueblo.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor siempre cumple Sus promesas. Las tierras de promisión son más que lugares; son estados espirituales de paz y abundancia que obtenemos al seguir Sus mandamientos.” (Conferencia General, abril de 2019). Este versículo enfatiza que las mayores riquezas son las bendiciones eternas.
“Y os ofrezco y estimo conveniente daros riquezas más grandes”
El Señor promete bendiciones que trascienden lo material. Estas “riquezas más grandes” incluyen bendiciones espirituales como el conocimiento, la paz, y la promesa de una herencia eterna. Estas riquezas son otorgadas según Su sabiduría y el compromiso de los santos con Su obra.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Las verdaderas riquezas no son materiales, sino espirituales. Se encuentran en la paz, la revelación y el gozo que provienen de vivir el evangelio.” (Conferencia General, abril de 2019). Este pasaje nos recuerda que las bendiciones del Señor superan cualquier valor terrenal.
“Sí, una tierra de promisión”
La “tierra de promisión” simboliza tanto un lugar físico donde los santos pueden establecerse y prosperar como un estado espiritual de convenios cumplidos y bendiciones aseguradas. En este contexto, Ohio es la tierra de promisión inmediata, pero también apunta a las bendiciones eternas del evangelio.
El presidente Boyd K. Packer declaró: “Las tierras de promisión son lugares donde el Señor reúne a Su pueblo para protegerlo y bendecirlo.” (Conferencia General, octubre de 1992). Este versículo enfatiza que el Señor guía a Su pueblo hacia lugares que les brindarán seguridad y progreso.
“Una tierra en la que fluye leche y miel”
Esta expresión, tomada del lenguaje bíblico, simboliza abundancia, prosperidad y la provisión del Señor. Indica que el lugar preparado por el Señor será un refugio temporal y una bendición espiritual para quienes confíen en Él.
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “El lenguaje de la ‘leche y miel’ nos asegura que el Señor proporciona más de lo que necesitamos, no solo para sobrevivir, sino para prosperar espiritualmente.” (Conferencia General, abril de 2010). Este pasaje refuerza la idea de que el Señor cuida de Su pueblo en todas las dimensiones.
“Sobre la que no habrá maldición cuando el Señor venga”
Esta promesa está vinculada con la Segunda Venida de Jesucristo. La tierra preparada para los santos será purificada y protegida de las maldiciones que acompañan al pecado. Es un lugar de preparación para recibir al Señor y vivir bajo Su gobierno.
El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “La tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca en preparación para la Segunda Venida. El Señor prepara Su obra y Su pueblo para ese día.” (Conferencia General, octubre de 2004). Este pasaje nos invita a prepararnos espiritualmente para habitar en una tierra purificada y bendecida.
Este versículo promete bendiciones abundantes y duraderas para los santos que obedezcan al Señor. La “tierra de promisión” simboliza tanto un lugar de refugio temporal como una herencia eterna. El lenguaje del versículo subraya la generosidad del Señor y Su deseo de que Sus hijos reciban bendiciones que los fortalezcan temporal y espiritualmente. Estas promesas están condicionadas a la fe, la obediencia y el compromiso de los santos.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo valoramos las bendiciones del Señor en nuestra vida. Nos recuerda que las “riquezas más grandes” que Él ofrece son espirituales y eternas, y que nuestra fe y obediencia nos califican para recibirlas. También nos inspira a buscar lugares y estados espirituales donde podamos prosperar y prepararnos para el regreso del Señor, viviendo de una manera que elimine la maldición del pecado y atraiga la abundancia de Su gracia.
― Doctrina y Convenios 38:27. “Yo os digo: Sed uno; y si no sois uno, no sois míos.”
El Señor establece la unidad como una característica esencial de Su pueblo. La unidad no solo fortalece a los santos contra las amenazas externas, sino que también refleja el amor y el propósito divino en sus relaciones mutuas.
El presidente Henry B. Eyring declaró: “La unidad entre los santos refleja la unidad celestial que deseamos heredar. Solo al ser uno podemos cumplir con la obra del Señor.” (Conferencia General, octubre de 2008). Este versículo es un llamado a superar el egoísmo y trabajar juntos en la edificación del reino de Dios.
“Yo os digo: Sed uno”
El Señor llama a los santos a estar unidos en propósito, fe y acción. La unidad no significa uniformidad, sino que implica armonía en el evangelio, amor mutuo y un compromiso común de edificar Su reino. Esta unidad es esencial para reflejar la naturaleza celestial de Dios y Sus propósitos.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “La unidad es un don del Espíritu Santo. Cuando somos uno, reflejamos la unidad que existe en los cielos entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.” (Conferencia General, abril de 2008). Este llamado subraya la importancia de buscar la guía del Espíritu para lograr la verdadera unidad.
“Y si no sois uno”
El Señor advierte que la falta de unidad puede poner en peligro la identidad y el propósito de Su pueblo. La división, el egoísmo y la contención son obstáculos que impiden que los santos reflejen el amor de Cristo y cumplan con Su obra.
El presidente Dallin H. Oaks declaró: “La contención es obra del adversario, y nos aleja del Espíritu y de las bendiciones del Señor. La unidad es fundamental para la obra de Dios.” (Conferencia General, abril de 2019). Este principio enseña que la contención y el desacuerdo persistente nos separan de las bendiciones prometidas.
“No sois míos”
Esta declaración enfatiza la gravedad de la división entre los santos. Si no están unidos en Cristo, no pueden ser reconocidos como Su pueblo. La unidad es un requisito para ser contados entre los discípulos de Cristo y para participar plenamente en Su obra y bendiciones.
El élder Jeffrey R. Holland afirmó: “El Salvador espera que Su pueblo sea un reflejo de Su amor y unidad. Sin esa unidad, no podemos ser verdaderos discípulos de Él.” (Conferencia General, octubre de 2007). Este pasaje nos recuerda que la unidad no es opcional, sino esencial para nuestro discipulado.
Este versículo destaca la importancia de la unidad entre los santos como un principio central del evangelio. La unidad no solo fortalece a la comunidad de creyentes, sino que también refleja la naturaleza celestial de Dios y Su plan para Sus hijos. La advertencia de que los que no son uno “no son míos” subraya la gravedad de mantenernos unidos en propósito y amor.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo fomentamos la unidad en nuestras familias, comunidades y congregaciones. Nos llama a eliminar la contención, el egoísmo y las divisiones, esforzándonos por amar y servir como lo haría el Salvador. También nos recuerda que nuestra identidad como discípulos de Cristo está directamente relacionada con nuestra capacidad de ser uno en propósito y amor. Al buscar esta unidad, no solo fortalecemos a quienes nos rodean, sino que también demostramos nuestra disposición a ser parte del reino de Dios y recibir Sus bendiciones eternas.
― Doctrina y Convenios 38:30. “Mas si estáis preparados, no temeréis.”
El Señor enseña que la preparación espiritual, emocional y temporal elimina el temor. Este principio invita a los santos a confiar en Su guía mientras se esfuerzan por estar listos para las pruebas y bendiciones venideras.
El presidente Gordon B. Hinckley afirmó: “La preparación elimina la incertidumbre y el miedo. Cuando confiamos en el Señor y hacemos nuestra parte, podemos enfrentar el futuro con valor.” (Conferencia General, octubre de 2005). Este versículo motiva a los santos a prepararse diligentemente y confiar en el poder del Señor.
“Mas si estáis preparados”
La preparación es un principio clave en el evangelio, que incluye la preparación espiritual, emocional y temporal. Estar preparado implica vivir en armonía con los mandamientos, fortalecerse espiritualmente y anticipar las pruebas y bendiciones con fe y diligencia.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “La preparación elimina el miedo. Si estamos preparados espiritualmente, podemos enfrentar cualquier desafío con confianza y fe.” (Conferencia General, octubre de 2005). Este principio resalta que la preparación no solo es para eventos futuros, sino también para mantenernos firmes en nuestra relación con Dios.
“No temeréis”
El temor puede ser superado mediante la preparación y la confianza en el Señor. Cuando nos preparamos espiritualmente y confiamos en la dirección de Dios, eliminamos la incertidumbre y el miedo. Este pasaje subraya que el temor no tiene lugar en los corazones de quienes están firmes en el evangelio.
El élder David A. Bednar explicó: “La fe en Cristo elimina el miedo, porque el poder del Salvador nos asegura que podemos superar cualquier cosa con Su ayuda.” (Conferencia General, abril de 2015). Esta declaración reafirma que la preparación y la fe nos brindan paz en medio de las pruebas.
Este versículo enseña que la preparación es la clave para enfrentar los desafíos de la vida con fe y confianza. El Señor promete que, al estar preparados, no temeremos las pruebas ni las dificultades que puedan surgir. La preparación no solo elimina el miedo, sino que también fortalece nuestra fe y nos permite actuar con valor en todas las circunstancias.
“Mas si estáis preparados, no temeréis” nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas y nuestra disposición para enfrentar los desafíos espirituales y temporales. Este pasaje nos inspira a estar constantemente listos, no solo para los eventos futuros, sino también para vivir en armonía con el evangelio cada día. La preparación nos da paz, elimina el miedo y nos permite confiar plenamente en el poder del Señor para guiarnos y sostenernos en cualquier circunstancia.
― Doctrina y Convenios 38:32. “Y allí os daré mi ley, y allí seréis investidos con poder de lo alto;”
El Señor promete que en Ohio los santos recibirán Su ley (revelada en la Sección 42) y serán investidos con poder de lo alto. Esto apunta a la importancia de la obediencia a Su ley y las bendiciones espirituales que acompañan a la fidelidad.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor siempre prepara a Su pueblo con la guía y el poder necesarios para cumplir Su obra.” (Conferencia General, abril de 2018). Este versículo destaca que la obediencia y la preparación espiritual son esenciales para recibir el poder del Señor.
“Y allí os daré mi ley”
El Señor promete dar Su ley a los santos en Ohio, lo que alude a la revelación conocida como la ley del Señor (Sección 42 de Doctrina y Convenios). Esta ley incluye principios fundamentales del evangelio, como la consagración, el servicio y el amor mutuo. Representa un estándar divino para organizar la Iglesia y guiar a Sus miembros.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor da leyes y mandamientos no para restringirnos, sino para liberarnos y guiarnos hacia las bendiciones prometidas.” (Conferencia General, abril de 2018). Este versículo enfatiza que la ley del Señor es esencial para vivir como un pueblo consagrado y unido en propósito.
“Y allí seréis investidos con poder de lo alto”
La “investidura con poder de lo alto” se refiere a recibir bendiciones espirituales que capacitan a los santos para cumplir con su misión divina. Esto incluye el poder del sacerdocio, el don del Espíritu Santo y la fortaleza espiritual necesaria para llevar el evangelio al mundo. También anticipa las investiduras que se recibirían más tarde en el Templo de Kirtland.
El presidente Boyd K. Packer explicó: “El poder de lo alto es esencial para cumplir con la obra del Señor. Solo con este poder podemos enfrentar los desafíos y cumplir con nuestras responsabilidades eternas.” (Conferencia General, abril de 1997). Este pasaje subraya que la obra misional y la edificación del reino requieren la ayuda divina que viene a través de la investidura.
Este versículo revela dos aspectos cruciales del plan del Señor: primero, Su deseo de dar leyes divinas para guiar y unir a Su pueblo, y segundo, Su disposición a otorgar poder espiritual para que los santos puedan cumplir con Su obra. La referencia a la ley y la investidura indica que la preparación espiritual y la obediencia son esenciales para recibir las bendiciones del Señor.
“Y allí os daré mi ley, y allí seréis investidos con poder de lo alto” nos invita a reflexionar sobre nuestra disposición para recibir y vivir según las leyes de Dios y para buscar Su poder espiritual en nuestra vida. Nos recuerda que Su obra no puede llevarse a cabo solo con fuerza humana; requiere el poder divino que viene a través de la obediencia y las ordenanzas sagradas. Este pasaje nos inspira a prepararnos para recibir Su guía y fortaleza, permitiéndonos participar plenamente en Su plan eterno.
― Doctrina y Convenios 38:39. “Mas cuidaos del orgullo, no sea que lleguéis a ser como los nefitas de la antigüedad.”
El Señor advierte a los santos sobre los peligros del orgullo, recordándoles las consecuencias sufridas por los nefitas cuando olvidaron Sus mandamientos. Esta advertencia es una invitación a la humildad y la gratitud.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “El orgullo es el gran enemigo del progreso espiritual. Al eliminar el orgullo, abrimos nuestros corazones al Señor.” (Conferencia General, abril de 1989). Este versículo nos llama a ser humildes y a depender del Señor.
“Mas cuidaos del orgullo”
El Señor advierte sobre el orgullo, un pecado sutil pero devastador que lleva a la autosuficiencia, la arrogancia y el rechazo de Dios. El orgullo crea división, fomenta el egoísmo y aleja a los santos de las bendiciones prometidas por el Señor.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “El orgullo es el gran pecado universal, la raíz de muchos males. Nos separa de Dios y nos impide progresar espiritualmente.” (Conferencia General, abril de 1989). Este llamado a “cuidarse” del orgullo es un recordatorio de la necesidad de ser humildes y dependientes del Señor en todas las cosas.
“No sea que lleguéis a ser como los nefitas de la antigüedad”
El Señor utiliza a los nefitas como un ejemplo de las consecuencias del orgullo. Los relatos del Libro de Mormón muestran cómo, repetidamente, el orgullo llevó a la decadencia espiritual, la contención y la destrucción. Esta referencia sirve como una advertencia poderosa para evitar caer en patrones similares.
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “El Libro de Mormón es un espejo que nos muestra los resultados del orgullo y la contención. Nos invita a aprender de los errores del pasado para no repetirlos.” (Conferencia General, abril de 2003). Este ejemplo nos insta a examinar nuestras vidas y nuestras comunidades, evitando los comportamientos que llevaron a la ruina de los nefitas.
Este versículo subraya el peligro del orgullo como un obstáculo espiritual y una amenaza para la unidad y el progreso de los santos. Al mencionar a los nefitas, el Señor utiliza un ejemplo concreto para mostrar las terribles consecuencias del orgullo y la autosuficiencia. Esta advertencia no solo es relevante para los santos de esa época, sino también para nosotros hoy, quienes enfrentamos desafíos similares de egoísmo y divisiones.
“Mas cuidaos del orgullo, no sea que lleguéis a ser como los nefitas de la antigüedad” nos invita a reflexionar sobre nuestra humildad y nuestra disposición a seguir al Señor. Nos recuerda que el orgullo no solo afecta nuestras relaciones con los demás, sino también nuestra relación con Dios. Este pasaje nos inspira a buscar la humildad, fortalecer nuestra unidad y depender completamente del Señor, aprendiendo de los ejemplos del pasado para evitar caer en los mismos errores. Al hacerlo, podemos recibir las bendiciones de paz, progreso y propósito que Él desea para nosotros.
― Doctrina y Convenios 38:40. “Y además, os digo que os doy el mandamiento de que todo hombre, tanto el que sea élder, presbítero, o maestro, así como también el miembro, se dedique con su fuerza, con el trabajo de sus manos, a preparar y a realizar las cosas que he mandado.”
El Señor destaca que la obra de Su reino requiere la participación activa de todos, sin importar el llamamiento o posición en la Iglesia. Esto implica que la responsabilidad de preparar y realizar Su obra no es exclusiva de los líderes, sino de cada miembro. El énfasis en “su fuerza” y “el trabajo de sus manos” subraya que debemos ofrecer lo mejor de nosotros mismos.
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “El evangelio de Jesucristo es un evangelio de acción. Cada miembro debe ser un participante activo en la edificación del reino de Dios.” (Conferencia General, abril de 1979). Este versículo nos recuerda que cada esfuerzo, por pequeño que parezca, es valioso para el progreso de la obra del Señor.
Este pasaje nos invita a evaluar nuestra disposición y esfuerzo en la obra del Señor. ¿Estamos ofreciendo nuestras mejores habilidades y tiempo para cumplir con los mandamientos divinos? Nos anima a participar plenamente y ser una fuerza activa en el avance del reino de Dios.
― Doctrina y Convenios 38:41. “Y sea vuestra predicación la voz de amonestación, cada hombre a su vecino, con mansedumbre y humildad.”
El Señor establece que la predicación del evangelio debe hacerse con mansedumbre y humildad. La “voz de amonestación” no es una condena, sino una advertencia amorosa que busca invitar a las personas a seguir al Salvador. Cada miembro tiene la responsabilidad de compartir el evangelio en su círculo de influencia.
El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “Cuando enseñamos el evangelio con amor genuino y humildad, nuestro mensaje se convierte en una invitación atractiva en lugar de una imposición.” (Conferencia General, octubre de 2012). Este versículo resalta que la forma en que compartimos el evangelio puede marcar la diferencia en cómo es recibido.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la manera en que compartimos el evangelio. ¿Lo hacemos con amor y humildad, o con un espíritu de imposición? Nos anima a ser ejemplos vivientes del evangelio y a invitar a otros a conocer a Cristo de manera respetuosa y sincera.
― Doctrina y Convenios 38:42. “Y salid de entre los inicuos. Salvaos. Sed limpios, los que lleváis los vasos del Señor. Así sea. Amén.”
El Señor exhorta a Su pueblo a separarse de las influencias iniquas que puedan comprometer su pureza espiritual. La frase “los que lleváis los vasos del Señor” se refiere a aquellos que tienen llamamientos sagrados y representan al Señor en Su obra, quienes deben ser ejemplos de pureza y rectitud.
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “El Señor espera que Su pueblo viva de manera diferente al mundo. Nuestra pureza personal es esencial para llevar Su luz a los demás.” (Conferencia General, abril de 2015). Este versículo nos insta a mantenernos limpios, tanto espiritual como moralmente, para estar en sintonía con el Señor y Su obra.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra pureza personal y nuestras asociaciones. ¿Estamos evitando las influencias que puedan alejarnos de Dios? Nos recuerda que debemos ser dignos portadores de Su obra y vivir de manera que refleje Su santidad y amor. Al hacerlo, podemos ser instrumentos en Sus manos para llevar a cabo Su plan.
























hola buen día 🤗
me podrías explicar el versiculo 30 de doctrina y convenios seria 38:30
Gracias bendiciones
Me gustaMe gusta
El versículo de Doctrina y Convenios 38:30—“Mas si estáis preparados, no temeréis”—es un principio profundo y transformador que refleja la estrecha relación entre la preparación, la fe y la confianza en Dios. Al analizar este versículo con mayor profundidad, podemos explorar cómo la preparación en todas sus formas—espiritual, emocional y temporal—elimina el temor y nos permite enfrentar la vida con confianza, especialmente cuando nos encontramos ante desafíos y adversidades.
“Mas si estáis preparados”
El concepto de preparación en las escrituras y en la enseñanza del evangelio es fundamental para la vida de un santo. La preparación no es solo algo relacionado con lo material o lo físico, sino que también abarca el aspecto espiritual y emocional de nuestra vida. Estar preparado significa vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios, ser constantes en nuestras oraciones, estudiar las escrituras, fortalecer nuestra fe y confiar en Su dirección. Implica, además, anticipar las dificultades que podemos enfrentar, no con una actitud de miedo, sino con una preparación basada en la fe.
El presidente Gordon B. Hinckley, quien destacó el valor de la preparación en varias ocasiones, enseñó: “La preparación elimina el miedo. Si estamos preparados espiritualmente, podemos enfrentar cualquier desafío con confianza y fe” (Conferencia General, octubre de 2005). Esto refleja la idea de que nuestra disposición no solo se trata de estar listos para lo que sucederá, sino también de estar listos para lo que está sucediendo ahora. La preparación se convierte en un proceso continuo y activo de alinearnos con la voluntad de Dios, de modo que cuando surgen las pruebas, no estamos comenzando desde cero.
La Preparación Espiritual
Una de las formas más significativas de preparación es la espiritual. Prepararnos espiritualmente es establecer una relación constante con el Señor a través de la oración, el estudio de las escrituras, y la obediencia a los mandamientos. Esta relación nos da la paz que necesitamos para sobrellevar las dificultades. El élder David A. Bednar, en la Conferencia General de abril de 2015, comentó que “La fe en Cristo elimina el miedo, porque el poder del Salvador nos asegura que podemos superar cualquier cosa con Su ayuda.” Esta fe no solo es una creencia pasiva, sino que es un poder activo que nos fortalece para enfrentar todo lo que la vida nos presenta.
“No temeréis”
El segundo fragmento del versículo, “no temeréis”, es una promesa directa. El temor es algo humano, una respuesta natural ante lo desconocido o lo que está más allá de nuestro control. Sin embargo, el temor no debe dominar nuestras vidas como santos de Dios. El Señor nos enseña que el miedo puede ser disipado cuando vivimos preparados. A medida que seguimos Su camino y confiamos en Su poder, el temor se aleja porque sabemos que, independientemente de lo que ocurra, estamos en las manos de Dios.
El presidente Hinckley enseñó que “La preparación elimina la incertidumbre y el miedo. Cuando confiamos en el Señor y hacemos nuestra parte, podemos enfrentar el futuro con valor.” El miedo y la incertidumbre a menudo surgen de nuestra falta de control sobre los eventos futuros. Sin embargo, cuando estamos preparados, no importa cuán incierta sea la situación, porque tenemos la seguridad de que hemos hecho nuestra parte y que Dios, quien tiene todo el control, estará con nosotros.
La Paz que Surge de la Preparación
La preparación también trae consigo una paz interior. Cuando estamos listos para enfrentar lo que venga—ya sea una prueba, una bendición o incluso una adversidad inesperada—sabemos que tenemos la fuerza y la fe necesarias para superar cualquier desafío. El temor comienza a desvanecerse porque estamos en paz con nuestra preparación y con nuestra relación con Dios. Es una paz que sobrepasa el entendimiento y nos capacita para caminar por la vida con confianza, sabiendo que estamos siendo guiados por el Espíritu y que, a pesar de las dificultades, Su amor y Su poder estarán con nosotros.
El versículo de Doctrina y Convenios 38:30 nos invita a prepararnos en todos los aspectos de nuestra vida para que podamos enfrentar el futuro sin temor. La preparación no solo es algo que se hace antes de las pruebas, sino que es un proceso continuo de alineación con la voluntad de Dios. A medida que seguimos Su guía, desarrollamos la confianza de que Él nos llevará por los caminos correctos.
Este principio también nos recuerda que la preparación no se trata solo de anticipar las pruebas que puedan venir, sino de vivir con la esperanza y la fe de que todo lo que enfrentemos será para nuestro bien. La promesa del Señor es clara: “si estáis preparados, no temeréis”. Y esta preparación trae consigo una paz duradera que nos permite enfrentar cualquier cosa con fe, valor y confianza en Su divinidad.
Me gustaMe gusta