Doctrina y Convenios Sección 45

Doctrina y Convenios
Sección 45


El contexto histórico de la Sección 45 de Doctrina y Convenios se sitúa en un período crucial de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuando la iglesia era todavía joven y enfrentaba numerosos desafíos tanto externos como internos. Fue recibida el 7 de marzo de 1831, en Kirtland, Ohio, un lugar clave en el temprano desarrollo de la Iglesia.

En esta época, circulaban muchos rumores, falsas acusaciones y noticias negativas contra la Iglesia, buscando desacreditar su mensaje y disuadir a las personas de investigar sus enseñanzas. La Iglesia enfrentaba oposición tanto de líderes religiosos tradicionales como de grupos seculares. Los miembros estaban esforzándose por establecer una comunidad en Kirtland. El llamado a congregarse y prepararse para eventos proféticos futuros era una parte importante del desarrollo de la identidad de la Iglesia. José Smith estaba trabajando en la traducción de la Biblia (conocida como la Traducción de José Smith), un esfuerzo que buscaba restaurar verdades importantes perdidas o mal interpretadas a lo largo del tiempo.

La revelación reafirma que la misión de la Iglesia incluye preparar a sus miembros y al mundo para la Segunda Venida de Jesucristo. Este tema es central en la Sección 45, donde se detallan señales y eventos proféticos. La revelación introduce el concepto de Sión como un lugar de paz y seguridad, que sería un refugio para los justos durante los tiempos de tribulación. Esto está relacionado con la restauración del Israel disperso y el establecimiento de la Nueva Jerusalén. Jesús instruye a la Iglesia a no endurecer sus corazones y a escuchar Su voz. Además, la revelación contiene profecías y explicaciones sobre eventos futuros, tales como la destrucción del templo en Jerusalén y el cumplimiento de los tiempos de los gentiles.

La revelación busca fortalecer la fe de los santos en medio de la oposición, asegurándoles que Dios está al tanto de sus sufrimientos y esfuerzos. En los primeros versículos, se recalca el papel de Jesucristo como intercesor ante el Padre, lo que ofrece esperanza y motivación espiritual. Se invita a los santos a congregarse, a construir la Nueva Jerusalén y a prepararse tanto espiritual como físicamente para los eventos venideros.

La Sección 45 no solo respondió a las inquietudes inmediatas de los santos en Kirtland, sino que también estableció principios duraderos:

Presenta el evangelio como un convenio sempiterno, una luz y un estandarte tanto para los gentiles como para el pueblo del convenio. Refuerza la idea de que los eventos históricos y futuros forman parte del plan de Dios, invitando a los miembros a confiar en Su dirección. Se presenta una visión del Milenio, un tiempo en el que Cristo reinará y la tierra experimentará paz y justicia.

La Sección 45 es una revelación de gran importancia para los miembros de la Iglesia en 1831 y sigue siendo relevante hoy. Aborda las pruebas de los primeros santos, les brinda dirección y esperanza, y los conecta con el propósito eterno de la restauración del evangelio. En un tiempo de incertidumbre, esta revelación sirvió como una guía clara para avanzar en fe y compromiso hacia las promesas de Dios.


1. La intercesión de Cristo


Versículos:3–5: “Escuchad al que es vuestro intercesor con el Padre, que aboga por vuestra causa ante él, diciendo: Padre, ve los padecimientos y la muerte de aquel que no pecó, en quien te complaciste; ve la sangre de tu Hijo que fue derramada, la sangre de aquel que diste para que tú mismo fueses glorificado; por tanto, Padre, perdona a estos mis hermanos que creen en mi nombre, para que vengan a mí y tengan vida sempiterna.”
Estos versículos destacan el papel de Jesucristo como nuestro abogado ante el Padre. Su intercesión está fundamentada en Su sacrificio expiatorio, lo que subraya la centralidad de la Expiación en la doctrina cristiana. Este pasaje brinda consuelo al recordar que, gracias a Su amor y gracia, aquellos que creen en Él tienen acceso a la vida eterna.

“Escuchad al que es vuestro intercesor con el Padre”
Jesucristo es nuestro intercesor ante el Padre. Él aboga por nosotros, no con excusas ni justificaciones, sino con el poder de Su sacrificio expiatorio. Esta función resalta Su papel único como mediador, mostrando tanto Su amor por la humanidad como Su obediencia perfecta al Padre.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Jesucristo es nuestro intercesor, nuestro abogado y nuestro Salvador. Con infinita compasión y amor, Él presenta Su sacrificio expiatorio como la base de nuestra redención.” (Conferencia General, abril de 2016).
El presidente Russell M. Nelson explicó: “El Salvador es el único que puede interceder por nosotros ante el Padre, porque Él vivió una vida perfecta y ofreció un sacrificio infinito.” (Conferencia General, abril de 2019).

“Padre, ve los padecimientos y la muerte de aquel que no pecó, en quien te complaciste”
Cristo, siendo perfecto y sin pecado, se ofreció voluntariamente para sufrir por los pecados de toda la humanidad. Su sacrificio no solo satisface las demandas de la justicia, sino que también glorifica al Padre al cumplir el plan eterno de salvación.
El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “El sacrificio del Salvador es la expresión suprema de Su amor por el Padre y por cada uno de nosotros. Fue un acto voluntario, realizado con perfecto amor y obediencia.” (Conferencia General, octubre de 2003).
El élder Neal A. Maxwell explicó: “Cristo sufrió por nosotros, no porque lo mereciéramos, sino porque Su amor y Su obediencia a Su Padre lo hicieron posible.” (Conferencia General, abril de 1985).

“Ve la sangre de tu Hijo que fue derramada, la sangre de aquel que diste para que tú mismo fueses glorificado”
La sangre derramada del Salvador simboliza el precio infinito que Él pagó por nuestra redención. Este acto supremo glorificó al Padre al cumplir Su propósito de proporcionar salvación y exaltación a Sus hijos mediante la expiación de Cristo.
El presidente Howard W. Hunter enseñó: “La sangre derramada de Cristo es el precio más grande jamás pagado por la humanidad. En ese acto supremo, Dios fue glorificado y el plan de salvación se cumplió.” (Conferencia General, abril de 1994).
El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “La expiación de Jesucristo es el centro del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial. Por medio de Su sacrificio, Cristo glorificó al Padre y abrió las puertas de la redención para todos nosotros.” (Conferencia General, abril de 2015).

“Por tanto, Padre, perdona a estos mis hermanos que creen en mi nombre, para que vengan a mí y tengan vida sempiterna”
Cristo aboga por el perdón de aquellos que creen en Su nombre y aceptan Su evangelio. Este acto de intercesión demuestra Su amor fraternal y Su deseo de que todos regresen a la presencia de Dios y disfruten de la vida eterna.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “Creer en el nombre de Jesucristo significa aceptarlo como nuestro Salvador y demostrar nuestra fe a través de la obediencia a Sus mandamientos y convenios.” (Conferencia General, octubre de 2018).
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “El Salvador no solo desea que seamos perdonados; Él ruega al Padre por nosotros, recordándole Su sacrificio y Su amor infinito por nosotros.” (Conferencia General, abril de 2008).


Él aboga por nosotros ante el Padre, utilizando Su expiación como fundamento de Su súplica. Su sufrimiento y muerte fueron voluntarios y necesarios para cumplir con el plan de salvación. La intercesión de Cristo tiene como propósito llevarnos de regreso al Padre y permitirnos disfrutar de la vida eterna.

Esta frase subraya el papel central de Jesucristo en el plan de salvación. Su intercesión ante el Padre no solo asegura el perdón para los que creen en Su nombre, sino que también resalta Su amor infinito y Su deseo de que todos tengan acceso a la vida eterna. Este pasaje refleja la profundidad de Su sacrificio y Su continuo ministerio a nuestro favor.

El mensaje de esta frase es profundamente consolador. Nos recuerda que no estamos solos en nuestra lucha por la salvación. Cristo no solo pagó el precio por nuestros pecados, sino que también intercede continuamente por nosotros, ayudándonos a regresar al Padre.

El presidente Russell M. Nelson expresó esta verdad al decir: “Con Jesucristo como nuestro intercesor, tenemos esperanza, fortaleza y la certeza de que, al seguirlo, podemos superar todas las pruebas y regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial.” (Conferencia General, abril de 2020).

Este llamado nos invita a profundizar nuestra fe en Cristo, aceptar Su expiación y esforzarnos por vivir de manera que Su sacrificio sea plenamente efectivo en nuestras vidas. Su intercesión nos da la confianza de que, con Él, podemos alcanzar la vida eterna.


2. El evangelio como luz y convenio eterno


Versículos:7–9:”Porque, de cierto os digo, que soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, la luz y la vida del mundo, una luz que resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la comprenden. Vine a los míos, y los míos no me recibieron; mas a cuantos me recibieron les di el poder de hacer muchos milagros y de llegar a ser los hijos de Dios; y a los que creyeron en mi nombre les di poder para obtener la vida eterna.”
Cristo se describe como la fuente de luz y vida para el mundo. Estos versículos destacan cómo el evangelio es un mensaje que ilumina en medio de las tinieblas, aunque no siempre es comprendido o aceptado. Sin embargo, a quienes lo reciben se les promete poder y bendiciones eternas, lo que subraya la importancia de aceptar el convenio eterno ofrecido por Cristo.

“Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin”
Jesucristo es eterno, el principio y el fin de todo lo que pertenece al plan de salvación. Como el Alfa y la Omega, Él es el creador, sustentador y redentor de toda la creación. Este título resalta Su divinidad y Su papel central en el propósito eterno de Dios.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Jesucristo es el autor y consumador de nuestra fe. Todo lo que hacemos en Su Iglesia debe centrarse en Él y en Su misión divina.” (Conferencia General, abril de 2017).
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “El título ‘Alfa y Omega’ representa el alcance infinito del amor y la misión de Cristo, desde la creación hasta la redención final.” (Conferencia General, octubre de 2008).

“La luz y la vida del mundo, una luz que resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la comprenden”
Cristo es la luz que ilumina a toda la humanidad. Su luz representa Su verdad, Su ejemplo y Su poder redentor. Aunque las tinieblas del pecado y la incredulidad intentan cubrirla, no pueden extinguir Su luz ni vencer Su influencia.
El presidente Boyd K. Packer dijo: “Jesucristo es la luz del mundo. Su luz es inextinguible y guía a todos los que la buscan, incluso en los momentos más oscuros.” (Conferencia General, abril de 1983).
El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “El Salvador es nuestra luz en las tinieblas. Al seguir Su luz, encontramos esperanza, dirección y paz.” (Conferencia General, abril de 2011).

“Vine a los míos, y los míos no me recibieron”
Este pasaje refleja el rechazo que Cristo enfrentó por parte de Su propio pueblo, una prueba de la incredulidad y el orgullo humano. Sin embargo, también demuestra Su amor y disposición a ofrecer redención incluso a aquellos que inicialmente lo rechazan.
El presidente Howard W. Hunter dijo: “El rechazo que enfrentó el Salvador no disminuyó Su amor por nosotros. Su misión fue y sigue siendo ofrecer salvación a todos, independientemente de nuestra respuesta inicial.” (Conferencia General, octubre de 1994).
El élder Neal A. Maxwell explicó: “El rechazo de Cristo por parte de los suyos fue una de las pruebas más dolorosas de Su ministerio, pero también una demostración de Su paciencia infinita.” (Conferencia General, octubre de 1985).

“Mas a cuantos me recibieron les di el poder de hacer muchos milagros y de llegar a ser los hijos de Dios”
Aquellos que aceptan a Cristo y Su evangelio reciben poder divino. Esto incluye el poder de realizar milagros espirituales y físicos y, más significativamente, el privilegio de llegar a ser hijos e hijas espirituales de Dios, herederos de Su gloria.
El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “Convertirse en hijos de Dios mediante el convenio no es solo un cambio de estatus, sino una transformación espiritual que nos capacita para recibir las bendiciones eternas.” (Conferencia General, abril de 2016).
El élder David A. Bednar declaró: “El poder que recibimos al aceptar a Cristo nos transforma, nos fortalece y nos capacita para realizar cosas que no podríamos hacer por nosotros mismos.” (Conferencia General, abril de 2014).

“Y a los que creyeron en mi nombre les di poder para obtener la vida eterna”
La vida eterna es el mayor de todos los dones de Dios. Cristo otorga este poder a quienes tienen fe en Su nombre, viven Su evangelio y hacen convenios con Él. Este poder incluye la capacidad de superar el pecado, recibir el Espíritu Santo y perseverar hasta el fin.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La vida eterna, conocer a Dios y vivir con Él, es el don supremo del Salvador para aquellos que lo siguen con fe y obediencia.” (Conferencia General, octubre de 2018).
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “Creer en el nombre de Cristo no es solo una confesión de fe, sino un compromiso de vivir según Su evangelio y recibir Su poder redentor.” (Conferencia General, abril de 2015).


Su divinidad abarca toda la creación y redención. Aunque el mundo puede rechazar Su mensaje, Su luz permanece y guía a los fieles. Aquellos que lo aceptan reciben el poder divino para obrar milagros y alcanzar la vida eterna.

Esta frase subraya la centralidad de Jesucristo en el plan de salvación. Desde Su papel como creador y redentor hasta Su invitación a recibir Su luz y poder, Cristo es el Alfa y la Omega, la fuente de toda esperanza y redención. Aceptarlo no solo transforma nuestras vidas aquí, sino que nos asegura una herencia eterna como hijos e hijas de Dios.

El mensaje de esta frase nos recuerda que el Salvador es la fuente de toda luz, verdad y vida. Aceptarlo con fe nos permite superar las tinieblas del mundo, obrar milagros y recibir la promesa de la vida eterna. Su sacrificio y Su amor infinito nos ofrecen el poder para convertirnos en todo lo que Dios desea para nosotros.

El presidente Russell M. Nelson expresó esta verdad al decir: “El Salvador es el camino, la verdad y la vida. Al aceptarlo y seguirlo, encontramos paz en esta vida y la promesa de vida eterna en la venidera.” (Conferencia General, abril de 2021).

Este llamado nos inspira a recibir al Salvador plenamente, vivir Su evangelio y dejar que Su luz transforme nuestra vida y la de quienes nos rodean.


3. Las señales de los últimos días


Versículos:31–33: “Y vivirán hombres en esa generación que no morirán hasta que vean una plaga arrasadora, porque una enfermedad desoladora cubrirá la tierra. Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos; pero entre los inicuos, los hombres alzarán sus voces y maldecirán a Dios, y morirán.”
Estos versículos son una advertencia y una promesa. En los últimos días, habrá calamidades como enfermedades y devastaciones, pero se promete protección a quienes se encuentren en lugares santos. Este pasaje enfatiza la necesidad de buscar refugio espiritual a través de la fe y la obediencia.

“Vivirán hombres en esa generación que no morirán hasta que vean una plaga arrasadora, porque una enfermedad desoladora cubrirá la tierra”
Este pasaje profético describe los eventos de los últimos días, incluyendo una plaga desoladora que causará sufrimiento en todo el mundo. Esto es consistente con las señales y advertencias de los últimos tiempos, como se menciona en las Escrituras. La enfermedad desoladora simboliza no solo un juicio físico, sino también las consecuencias de la iniquidad y el rechazo del Señor.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Los últimos días traerán desafíos extraordinarios, incluyendo calamidades naturales y enfermedades devastadoras. Sin embargo, estas pruebas también son una oportunidad para fortalecer nuestra fe y prepararnos espiritualmente.” (Conferencia General, abril de 2020).
El élder Dallin H. Oaks explicó: “Las señales de los últimos días no son para causar temor, sino para invitarnos a prepararnos y fortalecer nuestra relación con Dios.” (Conferencia General, octubre de 2004).

“Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos”
Los lugares santos representan los templos, los hogares consagrados y los espacios espirituales donde los discípulos de Cristo pueden refugiarse. Permanecer en estos lugares implica vivir en rectitud, guardar los convenios y mantenerse firmes en la fe. La promesa de no ser movidos subraya la protección espiritual y, en muchos casos, física, que el Señor ofrece a Sus seguidores.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “El templo es un lugar santo donde podemos encontrar paz y refugio de las tormentas del mundo.” (Conferencia General, abril de 2004).
El élder David A. Bednar declaró: “Estar en lugares santos significa más que estar físicamente en ellos; significa vivir de tal manera que el Espíritu Santo pueda morar constantemente con nosotros.” (Conferencia General, abril de 2007).

“Pero entre los inicuos, los hombres alzarán sus voces y maldecirán a Dios, y morirán”
Esta frase describe la reacción de los inicuos ante las pruebas y calamidades: en lugar de volverse al Señor, se rebelan contra Él, maldiciéndolo y rechazando Su amor y salvación. Este comportamiento es un cumplimiento de la profecía de que, en los últimos días, muchos se endurecerán espiritualmente.
El presidente Boyd K. Packer dijo: “El rechazo de Dios en tiempos de crisis solo aumenta el sufrimiento. Volverse hacia Él, incluso en medio de la adversidad, es el camino hacia la paz y la redención.” (Conferencia General, abril de 1986).
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “La dureza de corazón es una barrera autoimpuesta que bloquea la ayuda divina y perpetúa la desesperación.” (Conferencia General, octubre de 2009).


Las pruebas físicas y espirituales son señales de la inminente venida del Señor y una invitación a prepararse. Permanecer en lugares santos ofrece refugio espiritual y protección divina frente a las calamidades del mundo. Los justos buscan refugio en el Señor, mientras que los inicuos se rebelan y enfrentan las consecuencias de su rechazo.

Este pasaje subraya la importancia de la preparación espiritual para los últimos días. Las calamidades profetizadas no son simplemente advertencias de destrucción, sino invitaciones a buscar al Señor, refugiarse en lugares santos y vivir con rectitud. La promesa de que los discípulos “no serán movidos” es un recordatorio del poder protector del Señor para aquellos que confían en Él.

El mensaje de esta frase es claro: la fidelidad a Cristo y la permanencia en lugares santos nos protegerán en tiempos de calamidad. Aunque los desafíos de los últimos días pueden ser aterradores, el Señor promete que aquellos que se refugian en Él encontrarán paz y seguridad.

El presidente Russell M. Nelson expresó esta verdad al decir: “Estar espiritualmente preparados significa estar firmes en lugares santos y mantenernos fieles al Señor, independientemente de las tormentas que puedan venir.” (Conferencia General, octubre de 2018).

Este llamado nos inspira a fortalecer nuestra fe, hacer del templo y nuestro hogar lugares santos, y vivir de tal manera que el Señor pueda protegernos y guiarnos, incluso en los tiempos más difíciles.


4. La Segunda Venida de Cristo


Versículos:44–45: “Vendré; y me verán en las nubes del cielo, revestido de poder y gran gloria, con todos los santos ángeles; y el que no me esté esperando será desarraigado. Pero antes que caiga el brazo del Señor, un ángel tocará su trompeta, y los santos que hayan dormido saldrán para recibirme en la nube.”
Estos versículos describen la majestuosa Segunda Venida de Cristo. Subrayan que Su regreso será visible y glorioso, acompañado por la resurrección de los santos. Es un llamado a estar preparados espiritualmente, ya que aquellos que no estén listos enfrentarán consecuencias severas.

“Vendré; y me verán en las nubes del cielo, revestido de poder y gran gloria, con todos los santos ángeles”
Este pasaje describe la Segunda Venida de Cristo como un evento visible y majestuoso. A diferencia de Su primera venida, que fue humilde, Su regreso será un momento de gloria y poder que todas las personas en la tierra podrán presenciar. La mención de los “santos ángeles” subraya que este evento será celestial y divinamente acompañado.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La Segunda Venida del Salvador será un evento glorioso y universal. Todo ojo lo verá y todo corazón será consciente de Su majestad y poder.” (Conferencia General, octubre de 2019).
El élder Bruce R. McConkie explicó: “El Salvador vendrá con poder y gran gloria, estableciendo Su gobierno y trayendo justicia y paz al mundo.” (Doctrinal New Testament Commentary, vol. 1).

“Y el que no me esté esperando será desarraigado”
Este versículo resalta la necesidad de estar espiritualmente preparados para la venida del Señor. Ser “desarraigado” simboliza la separación de los inicuos y los justos. Aquellos que no estén preparados no podrán permanecer en la presencia del Salvador ni disfrutar de las bendiciones de Su reino milenario.
El presidente Dallin H. Oaks declaró: “Estar preparados para la Segunda Venida no significa simplemente esperar, sino vivir en rectitud y obediencia a los mandamientos del Señor.” (Conferencia General, abril de 2004).
El élder Neal A. Maxwell enseñó: “La preparación para la venida del Señor es un proceso continuo que requiere fe, arrepentimiento y dedicación constante.” (Conferencia General, octubre de 1992).

“Pero antes que caiga el brazo del Señor, un ángel tocará su trompeta”
El toque de la trompeta anuncia el comienzo de eventos culminantes, como la resurrección de los justos y la separación de los inicuos. Este evento es parte de las señales que preceden el juicio del Señor, recordando que Su regreso está cerca y que es tiempo de arrepentirse.
El presidente Joseph Fielding Smith explicó: “El sonido de la trompeta será una señal para que los justos se levanten y participen en la resurrección, mientras que los inicuos enfrentarán las consecuencias de su rebelión.” (Doctrines of Salvation, vol. 1).
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “El Señor ha establecido señales para que Su pueblo esté alerta y preparado. Estas señales son oportunidades para fortalecer nuestra fe y arrepentirnos.” (Conferencia General, octubre de 2001).

“Y los santos que hayan dormido saldrán para recibirme en la nube”
La resurrección de los santos es una de las bendiciones gloriosas de la Segunda Venida. Este evento refleja el cumplimiento de las promesas del Señor a los fieles que han vivido con rectitud. Estos santos resucitados participarán en el encuentro con Cristo, simbolizando la victoria sobre la muerte y el pecado.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “La resurrección de los justos es un testimonio del poder redentor de Jesucristo. A través de Su expiación, todos los que Lo sigan con fe y obediencia serán levantados gloriosamente en el día de Su venida.” (Conferencia General, abril de 2006).
El presidente Russell M. Nelson dijo: “La resurrección es la culminación de la esperanza cristiana. Es el momento en que la mortalidad se convierte en inmortalidad y se cumplen las promesas del Señor.” (Conferencia General, abril de 2018).


Cristo regresará con poder, acompañado de ángeles, como cumplimiento de las profecías. Aquellos que no estén espiritualmente preparados enfrentarán consecuencias eternas. Los santos resucitarán para reunirse con el Salvador y participar en Su gloria eterna.

Estos versículos enfatizan la majestad y la solemnidad de la Segunda Venida de Cristo, subrayando la importancia de estar preparados espiritualmente. La resurrección de los justos y el juicio sobre los inicuos reflejan el cumplimiento del plan de salvación y la justicia divina. El toque de la trompeta y la reunión de los santos con el Salvador son recordatorios de que Su promesa de redención se cumplirá en toda su plenitud.

El mensaje central de estos versículos es que la Segunda Venida de Cristo será un evento glorioso, unificador y justo. La preparación espiritual no solo nos permite participar en este evento glorioso, sino que también asegura nuestra paz y esperanza mientras enfrentamos los desafíos de los últimos días.

El presidente Russell M. Nelson expresó esta verdad al decir: “El Salvador regresará. Prometió que lo haría, y Su palabra es segura. Nuestra tarea es prepararnos espiritual y temporalmente para recibirlo con gozo.” (Conferencia General, octubre de 2020).

Este llamado nos inspira a vivir en rectitud, permanecer alertas y fortalecer nuestra relación con Cristo, sabiendo que Su venida será un momento de gran esperanza y gloria para los fieles.


5. La Nueva Jerusalén y Sión


Versículos:66–67: “Y se llamará la Nueva Jerusalén, una tierra de paz, una ciudad de refugio, un lugar de seguridad para los santos del Más Alto Dios; y la gloria del Señor estará allí, y el terror del Señor también estará allí, de tal manera que los inicuos no llegarán a ella, y se llamará Sion.”
Este pasaje ofrece una visión de Sión como un lugar literal y espiritual de seguridad, paz y protección divina. La Nueva Jerusalén será un refugio para los justos en medio de las tribulaciones de los últimos días. Este concepto inspira a los creyentes a trabajar en la construcción de Sión tanto físicamente como en sus corazones.

“Y se llamará la Nueva Jerusalén, una tierra de paz, una ciudad de refugio, un lugar de seguridad para los santos del Más Alto Dios”
La Nueva Jerusalén será establecida en los últimos días como un lugar literal y simbólico donde los santos encontrarán paz, seguridad y refugio espiritual. Será un centro de adoración, justicia y orden divino, cumpliendo las promesas del Señor de reunir a Su pueblo en un lugar santo.
El élder Bruce R. McConkie explicó: “La Nueva Jerusalén será un lugar literal de reunión para los santos, un lugar donde la paz y la rectitud prevalecerán, y el Señor gobernará personalmente.” (Mormon Doctrine, 2ª edición, p. 532).
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “El establecimiento de Sion comienza en nuestros corazones y en nuestros hogares, y se extenderá a la Nueva Jerusalén, donde la paz y la justicia prevalecerán.” (Conferencia General, abril de 1978).

“Y la gloria del Señor estará allí, y el terror del Señor también estará allí”
La presencia del Señor será manifiesta en la Nueva Jerusalén, trayendo Su gloria para bendecir a los fieles y Su poder para mantener a los inicuos alejados. “El terror del Señor” refleja el respeto y la reverencia que Su presencia generará, especialmente entre aquellos que no estén preparados espiritualmente.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La presencia del Señor traerá paz y gozo a los justos, pero será un recordatorio de juicio y justicia para aquellos que no hayan vivido según Sus mandamientos.” (Conferencia General, abril de 2018).
El élder Neal A. Maxwell declaró: “El Señor no puede habitar donde no hay rectitud, y Su gloria será tanto una protección para los justos como un impedimento para los inicuos.” (Conferencia General, abril de 1985).

“De tal manera que los inicuos no llegarán a ella”
La Nueva Jerusalén será un lugar reservado para los rectos, donde los inicuos no tendrán cabida. Este principio subraya la necesidad de preparación espiritual y obediencia para formar parte de la comunidad de Sion. Los inicuos serán excluidos debido a su incapacidad para soportar la gloria del Señor.
El presidente Howard W. Hunter dijo: “La pureza y la rectitud son los requisitos para habitar en Sion. No es un lugar físico que cualquiera pueda alcanzar, sino un estado espiritual que se refleja en nuestras acciones y nuestro corazón.” (Conferencia General, abril de 1990).
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Sion es más que un lugar; es un pueblo preparado para recibir al Señor en rectitud y pureza.” (Conferencia General, octubre de 2009).

“Y se llamará Sion”
Sion es el nombre dado al lugar y al pueblo que vive en rectitud y unidad con el Señor. Representa el cumplimiento de las profecías de los últimos días, donde los santos serán reunidos y vivirán en paz, amor y rectitud.
El presidente Brigham Young explicó: “Sion es tanto un lugar físico como un estado espiritual donde los santos de Dios pueden vivir en armonía, justicia y rectitud.” (Journal of Discourses, vol. 9, p. 138).
El presidente Russell M. Nelson declaró: “Construir Sion es nuestra responsabilidad; comienza en nuestros corazones, se extiende a nuestras familias y comunidades, y culminará en la Nueva Jerusalén.” (Conferencia General, octubre de 2021).


Será un lugar de seguridad y paz para los fieles, tanto literal como espiritualmente. Su gloria protegerá a los justos y excluirá a los inicuos, reflejando Su poder y justicia. Más que un lugar físico, Sion representa la pureza, la unidad y la rectitud del pueblo de Dios.

Estos versículos destacan la majestuosa visión de Sion en los últimos días, una comunidad de santos que viven en armonía con el Señor. La Nueva Jerusalén será tanto un refugio físico como una manifestación de la rectitud espiritual, donde los fieles experimentarán la paz y la gloria de Dios. Los inicuos no podrán soportar Su presencia, subrayando la importancia de la preparación espiritual.

La promesa de la Nueva Jerusalén y Sion es una invitación a prepararnos espiritualmente para formar parte de este lugar santo. Construir Sion comienza en nuestros hogares y corazones, y requiere que vivamos en rectitud, unidad y amor.

El presidente Russell M. Nelson lo expresó claramente: “Al preparar nuestros corazones y vidas para el Señor, estamos construyendo Sion dondequiera que estemos. Esta preparación culminará en la Nueva Jerusalén, donde Él reinará personalmente entre nosotros.” (Conferencia General, abril de 2020).

Este llamado nos invita a vivir de manera que podamos ser parte de Sion, tanto ahora como en la gloriosa Nueva Jerusalén, y a esforzarnos por construir comunidades que reflejen los principios eternos de rectitud y paz.


6. La preparación para el Milenio


Versículos: 54–55: “Y entonces serán redimidas las naciones paganas, y los que no conocieron ninguna ley tendrán parte en la primera resurrección; y les será tolerable. Y Satanás será atado, para que no tenga cabida en el corazón de los hijos de los hombres.”
Estos versículos señalan un tiempo de justicia y paz universal durante el Milenio. Incluso aquellos que no tuvieron acceso pleno a la ley de Dios recibirán misericordia, y Satanás será atado, limitando su influencia. Este mensaje resalta la esperanza y el consuelo del plan divino.

“Entonces serán redimidas las naciones paganas”
Esta frase se refiere a la redención de aquellos que no han recibido el evangelio en esta vida. Dios es justo y misericordioso, y el sacrificio expiatorio de Jesucristo cubre a todos, incluidos aquellos que no tuvieron la oportunidad de escuchar Su evangelio. Estas personas serán juzgadas según la luz y el conocimiento que tuvieron en esta vida.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Dios juzgará a todos los hombres con justicia perfecta, y Su plan incluye la redención de aquellos que no tuvieron la oportunidad de conocer Su evangelio en la tierra.” (Conferencia General, octubre de 1991).
El élder Bruce R. McConkie explicó: “Las naciones paganas que vivieron sin ley serán redimidas en la medida en que vivieron de acuerdo con la luz que tuvieron, y su redención es posible gracias a la expiación de Jesucristo.” (Mormon Doctrine, p. 637).

“Y los que no conocieron ninguna ley tendrán parte en la primera resurrección; y les será tolerable”
Aquellos que no conocieron la ley del evangelio pero vivieron de acuerdo con los principios de verdad que entendieron recibirán una medida de misericordia divina. Tendrán parte en la primera resurrección, lo que indica que recibirán un grado de gloria celestial, aunque no hayan tenido el evangelio completo en la vida terrenal.
El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “Dios juzgará a los hombres según sus obras y los deseos de su corazón. Aquellos que no conocieron la ley, pero vivieron rectamente, recibirán un lugar entre los justos.” (Doctrines of Salvation, vol. 2, p. 23).
El presidente Russell M. Nelson declaró: “El Señor considera nuestras circunstancias individuales y juzga con misericordia a quienes no tuvieron la oportunidad de recibir Su evangelio.” (Conferencia General, abril de 2019).

“Y Satanás será atado, para que no tenga cabida en el corazón de los hijos de los hombres”
La atadura de Satanás se refiere a la limitación de su influencia durante el Milenio. Esta restricción será posible debido a la justicia de las personas y el poder del Señor en la tierra. Satanás no será destruido, pero su capacidad para tentar a los hijos de los hombres será prácticamente eliminada.
El élder Neal A. Maxwell explicó: “Satanás será atado no solo por el poder del Señor, sino también por la rectitud de las personas que eligieron seguir a Cristo.” (Conferencia General, octubre de 1993).
El presidente Russell M. Nelson dijo: “El Milenio será un tiempo de paz y justicia porque Satanás no tendrá poder para tentar ni influir a los hijos de los hombres. Este será un testimonio del poder redentor de Jesucristo.” (Conferencia General, abril de 2020).


El plan de salvación de Dios incluye a todos, incluso a aquellos que no recibieron el evangelio en esta vida. Aquellos que vivieron sin conocimiento del evangelio serán juzgados con equidad y recibirán oportunidades según su fidelidad a la luz que tuvieron. Durante el Milenio, Satanás será atado por el poder del Señor y la rectitud de las personas, marcando un período de paz y justicia.

Estos versículos destacan la justicia y la misericordia del plan de salvación. Dios provee oportunidades para todos Sus hijos, independientemente de las circunstancias de su vida terrenal. La redención de las naciones paganas y la atadura de Satanás subrayan la capacidad del Señor para traer paz y justicia a la humanidad, cumpliendo Su promesa de redimir y reunir a todos Sus hijos.

El mensaje de estos versículos nos recuerda que el plan de salvación es inclusivo y perfecto. El Señor, en Su justicia y misericordia, provee oportunidades para todos, incluso para aquellos que no conocieron Su evangelio en la vida terrenal. Además, la promesa de que Satanás será atado durante el Milenio nos inspira a vivir en rectitud y esperanza.

El presidente Russell M. Nelson expresó esta verdad al decir: “El amor y la misericordia del Salvador abarcan a todos los hijos de Dios. Él provee el camino para nuestra redención y la paz futura que solo Él puede ofrecer.” (Conferencia General, octubre de 2021).

Este llamado nos inspira a vivir con fe, compartir el evangelio con los demás y prepararnos para el glorioso Milenio, cuando la justicia y la paz prevalecerán en la tierra.


7. El llamado a lugares santos


Versículos: 32. “Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos; pero entre los inicuos, los hombres alzarán sus voces y maldecirán a Dios, y morirán.”
Este versículo enfatiza la importancia de buscar y permanecer en lugares santos como templos, reuniones sagradas o incluso en el hogar cuando se dedica al Señor. Es un recordatorio de que el compromiso espiritual proporciona protección y estabilidad en tiempos de crisis.

“Mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos”
El concepto de “lugares santos” se refiere tanto a ubicaciones físicas, como los templos y los hogares dedicados al Señor, como a estados espirituales, donde los discípulos viven en rectitud, guardando los mandamientos y permaneciendo cerca del Señor. Permanecer en lugares santos asegura la protección espiritual y, en muchos casos, física, ante las calamidades y las influencias del adversario.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Estar en lugares santos significa más que estar físicamente en ellos. Significa estar espiritualmente firmes en el evangelio, con la protección que ello conlleva.” (Conferencia General, octubre de 2018).
El élder David A. Bednar declaró: “Permanecer en lugares santos nos asegura la guía y protección del Espíritu Santo, incluso en medio de las tormentas espirituales del mundo.” (Conferencia General, abril de 2007).

“No serán movidos”
Esta frase subraya la promesa de estabilidad y seguridad espiritual para los que confían en el Señor. Estar firmes en lugares santos significa que los discípulos no serán sacudidos por las pruebas, las persecuciones ni las calamidades de los últimos días, sino que permanecerán firmes en su fe y devoción.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Aquellos que se aferran a la barra de hierro y permanecen en lugares santos no serán movidos por las tormentas de la vida ni las tentaciones del adversario.” (Conferencia General, octubre de 2004).
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El Señor promete que si construimos sobre el fundamento de Su evangelio, no seremos movidos, sin importar cuán feroces sean los vientos del mundo.” (Conferencia General, abril de 2016).

“Pero entre los inicuos, los hombres alzarán sus voces y maldecirán a Dios”
Esta descripción refleja la desesperación y la rebelión de los inicuos durante los últimos días. En lugar de volverse al Señor en momentos de tribulación, algunos optarán por maldecirlo y rechazar Su ayuda, endureciendo aún más sus corazones y sellando su destino espiritual.
El presidente Boyd K. Packer declaró: “La rebelión contra Dios solo aumenta el sufrimiento y cierra la puerta a Su amor y misericordia. En tiempos de prueba, debemos volvernos a Él, no alejarnos.” (Conferencia General, abril de 1986).
El élder Neal A. Maxwell enseñó: “La dureza de corazón es un rechazo consciente de Dios, que conduce a la desesperación y la separación espiritual.” (Conferencia General, octubre de 1992).

“Y morirán”
La muerte mencionada aquí puede entenderse tanto literal como espiritualmente. Los inicuos, al rechazar a Dios, sufren una muerte espiritual al separarse de Su presencia y poder. También enfrentarán las consecuencias de las calamidades y juicios de los últimos días.
El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “El rechazo de Dios trae consigo la separación de Su Espíritu y, eventualmente, la muerte espiritual para aquellos que eligen rebelarse contra Él.” (Doctrines of Salvation, vol. 2, p. 34).
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “La muerte espiritual es el resultado natural de rechazar la luz y la verdad de Dios.” (Conferencia General, abril de 2000).


Estar en lugares santos brinda protección espiritual y estabilidad frente a los desafíos y tribulaciones de los últimos días. Los inicuos que optan por maldecir a Dios se separan de Su poder, experimentando muerte espiritual y, en muchos casos, consecuencias físicas. Aquellos que permanecen fieles y confiados en el Señor no serán movidos por las tormentas del mundo.

Este versículo resalta el contraste entre la protección y estabilidad que disfrutan los discípulos del Señor y el destino desesperado de los inicuos. Mientras que los fieles encuentran refugio en lugares santos y se mantienen firmes, los inicuos eligen rebelarse, lo que resulta en sufrimiento y separación de Dios. Este contraste subraya la importancia de vivir en rectitud y buscar al Señor continuamente.

El mensaje central de este versículo nos invita a buscar y permanecer en lugares santos, tanto físicos como espirituales, y a vivir de manera que podamos disfrutar de la protección y guía del Señor. Al hacerlo, podemos enfrentar las pruebas y tribulaciones de los últimos días con confianza y paz.

El presidente Russell M. Nelson expresó esta verdad al decir: “Permanecer espiritualmente firmes y estar en lugares santos es esencial en estos tiempos. Al hacerlo, podemos estar seguros de la protección divina y preparados para lo que está por venir.” (Conferencia General, abril de 2021).

Este llamado nos inspira a fortalecer nuestra relación con Dios, a buscar refugio en Su evangelio y a vivir de manera que podamos permanecer firmes, incluso en los momentos más difíciles.

Deja un comentario