Doctrina y Convenios
Sección 47
La Sección 47 de Doctrina y Convenios fue dada en un momento en el que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días aún estaba en sus primeros años, estableciéndose formalmente en 1830. Para marzo de 1831, la Iglesia estaba experimentando un crecimiento significativo, y se hacía cada vez más necesario organizar y registrar sus eventos y revelaciones. A continuación, se presenta el contexto histórico en torno a esta revelación:
En los comienzos de la Iglesia, José Smith entendió la importancia de llevar un registro detallado de los eventos clave, las revelaciones y la historia de los miembros. Oliver Cowdery había servido como escriba y registrador en los primeros años, ayudando a transcribir la traducción del Libro de Mormón y manteniendo algunos registros iniciales. Sin embargo, para este momento, Oliver había sido llamado a otros deberes relacionados con su misión y su papel en la administración de la Iglesia. Por tanto, era necesario designar a alguien más para asumir estas responsabilidades.
John Whitmer era miembro de una de las familias clave en el establecimiento inicial de la Iglesia. Había sido uno de los Ocho Testigos del Libro de Mormón y ya tenía experiencia trabajando como secretario de José Smith. Sin embargo, cuando se le pidió que asumiera el papel de historiador y registrador, inicialmente expresó dudas, prefiriendo no aceptar esta responsabilidad. A pesar de ello, manifestó su disposición a seguir la voluntad del Señor si se confirmaba a través de una revelación.
Desde sus comienzos, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha enfatizado la importancia de registrar la historia y las revelaciones. Estos registros no solo servían como documentos históricos, sino también como testimonio de la obra de Dios en la restauración del Evangelio. La designación de John Whitmer como historiador garantizaba que los eventos clave y las enseñanzas de la Iglesia se preservaran de manera sistemática.
En marzo de 1831, Kirtland, Ohio, se había convertido en un centro importante para la Iglesia. Era un lugar donde muchos nuevos conversos se unían y donde se establecían las primeras estructuras organizativas de la Iglesia. En este contexto, mantener registros precisos y confiables era esencial para consolidar la historia y la identidad de la Iglesia en crecimiento.
Después de recibir esta revelación, John Whitmer aceptó su responsabilidad y comenzó a llevar los registros de la Iglesia. Sin embargo, su papel como historiador no estuvo exento de desafíos. Más tarde, cuando enfrentó desacuerdos con José Smith y otros líderes de la Iglesia, se apartó de la Iglesia en 1838 y llevó consigo algunos registros históricos. Esto subraya tanto la importancia como la vulnerabilidad de los registros históricos en la Iglesia primitiva.
La revelación refleja el principio de que los llamamientos en la Iglesia son inspirados y que los miembros deben buscar la voluntad del Señor al aceptar responsabilidades. También destaca que los registros y la historia tienen un propósito sagrado, pues son herramientas para preservar el conocimiento y la memoria colectiva del pueblo de Dios.
En resumen, la Sección 47 surge de una necesidad práctica dentro de la Iglesia primitiva: garantizar que la historia de la Restauración se documentara adecuadamente. Este llamado también resalta la participación activa de los miembros en la obra de la Iglesia, donde cada individuo desempeña un papel único según la inspiración divina.
La Sección 47 nos enseña que el registro de la historia no es solo una tarea administrativa, sino una responsabilidad espiritual. Estos registros son un testimonio para las generaciones futuras y una guía para los miembros de la Iglesia en su progreso. Además, el Señor asegura que siempre proveerá ayuda a quienes aceptan con fe los llamamientos que reciben, incluso si inicialmente dudan de su capacidad. La historia de John Whitmer es un ejemplo de cómo los miembros pueden crecer y contribuir al reino de Dios al seguir Su voluntad.
1. Importancia de registrar la historia de la Iglesia
Versículo 1:”He aquí, me es prudente que mi siervo John escriba y lleve una historia sistemática, y que colabore contigo, mi siervo José, transcribiendo todas las cosas que te serán impartidas, hasta que se le llame a otros deberes.”
Este versículo subraya la necesidad de preservar un registro sistemático de la Iglesia, resaltando la importancia de la documentación en la obra del Señor. Esto no solo garantiza la conservación de la historia, sino que también testifica de las revelaciones y los eventos que guían a la Iglesia. Este principio sigue vigente en la Iglesia moderna a través de los historiadores y registros oficiales.
“He aquí, me es prudente que mi siervo John escriba y lleve una historia sistemática”
El Señor establece la importancia de preservar una historia sistemática de Su obra. En las Escrituras, los registros han sido esenciales para transmitir las enseñanzas divinas y preservar el testimonio de los hechos. En el Libro de Mormón, Nefi declara: “Y nosotros escribimos para persuadir a nuestros hijos y también a nuestros hermanos, a que crean en Cristo, y se reconcilien con Dios” (2 Nefi 25:23).
Llevar una historia sistemática no solo organiza los eventos, sino que también los convierte en un medio para fortalecer la fe de generaciones futuras.
El élder Steven E. Snow, historiador de la Iglesia, enseñó: “El registro histórico es una parte esencial del Reino del Señor. Nos ayuda a comprender cómo el Señor ha guiado a Su pueblo en el pasado y a reconocer Su mano en el presente” (Discurso, 2013).
El registro de los acontecimientos de la Iglesia no es solo un deber práctico, sino un mandato divino. Este principio garantiza que las experiencias espirituales y las enseñanzas de los profetas se preserven para bendecir a los santos de todas las generaciones.
“y que colabore contigo, mi siervo José”
El Señor enfatiza la colaboración entre John Whitmer y José Smith. En la obra del Señor, las responsabilidades son compartidas, reflejando el principio de unidad y servicio conjunto:
“Por tanto, trabajen en mi viña por el bien de mi gloria” (D. y C. 24:7).
El trabajo en equipo permite que los diferentes talentos y habilidades de los individuos contribuyan a una causa mayor.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “Cuando trabajamos juntos en la obra del Señor, Él magnifica nuestros esfuerzos y nos ayuda a alcanzar metas que parecen inalcanzables por nosotros mismos” (“Nuestra herencia sagrada”, Conferencia General, octubre de 2002).
La colaboración entre José Smith y John Whitmer no solo resalta la organización divina de la Iglesia, sino también la humildad de los siervos de Dios para depender mutuamente en la obra.
“transcribiendo todas las cosas que te serán impartidas”
El Señor instruye a John Whitmer a transcribir lo que José Smith recibe por revelación. Esto refleja el principio de que las revelaciones y enseñanzas de los profetas deben ser registradas con exactitud, como ocurrió con los escritos de Moisés y los profetas antiguos.
“Escribe estas cosas, y guarda en el libro las palabras de este profeta” (Apocalipsis 1:11).
El presidente Spencer W. Kimball declaró: “Escribir nuestra historia, incluyendo los acontecimientos espirituales, nos permite recordar la mano del Señor en nuestras vidas y también fortalecer a otros” (“La enseñanza más eficaz”, Ensign, junio de 1985).
Transcribir las palabras del Señor no solo preserva la doctrina, sino que también actúa como testimonio del poder de la revelación continua.
“hasta que se le llame a otros deberes”
El Señor reconoce que los llamamientos pueden cambiar según Su voluntad y la necesidad de Su obra. Cada llamamiento tiene un propósito específico, pero ninguno es permanente, y los miembros deben estar dispuestos a aceptar nuevos roles.
“Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos” (1 Corintios 12:14).
El élder David A. Bednar enseñó: “El Señor nos prepara para cumplir con responsabilidades futuras a través de los llamamientos que desempeñamos hoy. Debemos confiar en que Él dirige nuestras oportunidades de servicio” (“Llamados y preparados”, Conferencia General, abril de 2005).
La disposición de John Whitmer a aceptar este llamamiento muestra un ejemplo de fe y obediencia. Al reconocer que sus responsabilidades podrían cambiar en el futuro, demuestra una actitud de humildad y preparación para seguir la voluntad del Señor.
Esta frase enseña principios clave sobre la importancia de los registros históricos, la colaboración en la obra de Dios, la exactitud en la preservación de las revelaciones y la disposición para aceptar los llamamientos del Señor. Cada una de estas enseñanzas subraya el orden divino que guía a la Iglesia y a Sus siervos.
2. Participación activa en el ministerio
Versículo 2: “Además, de cierto te digo que también puede alzar su voz en las asambleas, cuando sea oportuno.”
Aunque el enfoque principal del llamado de John Whitmer era registrar la historia, el Señor también permite que participe activamente en el ministerio mediante la predicación y enseñanza. Esto refleja un principio clave en la Iglesia: los miembros pueden cumplir diversos roles y contribuir en múltiples formas a la edificación del reino de Dios.
“Además, de cierto te digo”
Esta introducción reafirma la veracidad de la instrucción del Señor. La frase “de cierto te digo” es una expresión frecuente en las revelaciones, subrayando que las palabras proceden directamente de Dios y deben tomarse con seriedad. Esta declaración asegura a John Whitmer que su llamado es aprobado y respaldado por la autoridad divina.
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “Cuando el Señor habla, lo hace con claridad y certeza. Su palabra es un ancla segura en tiempos de incertidumbre y un recordatorio constante de Su amor y dirección” (“El verbo hecho carne”, Conferencia General, abril de 2007).
La introducción enfatiza que las palabras del Señor son claras y confiables, proporcionando a John Whitmer y a los lectores una base firme para actuar con confianza en el llamado recibido.
“que también puede alzar su voz en las asambleas”
El Señor otorga a John Whitmer la oportunidad de enseñar y testificar en público, en adición a su responsabilidad principal como historiador. Esto refleja el principio de que todos los miembros pueden ser instrumentos en la obra del Señor, ya sea mediante el testimonio o la enseñanza. En las Escrituras, se destaca que testificar de la verdad es un deber de los santos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “Cada uno de nosotros tiene algo valioso que aportar al Reino de Dios. Al compartir nuestro testimonio, ya sea en privado o en público, ayudamos a fortalecer la fe de los demás” (“Creed, Amad y Haced”, Conferencia General, octubre de 2012).
El privilegio de “alzar su voz en las asambleas” muestra que el Señor da oportunidades a cada individuo para participar activamente en Su obra. Aunque John Whitmer tenía un papel administrativo, también se le confiaba la responsabilidad espiritual de compartir su testimonio y enseñar.
“cuando sea oportuno”
El Señor establece una directriz sobre cuándo y cómo debe John Whitmer alzar su voz: “cuando sea oportuno”. Esto subraya el principio de actuar bajo la guía del Espíritu Santo para hablar en el momento y lugar adecuados. En Doctrina y Convenios 100:5-6, el Señor enseña: “Por tanto, levantaréis vuestras voces en todo momento y lugar, declarando lo que os será dado por mi Espíritu.”
El presidente Boyd K. Packer dijo: “El Espíritu Santo es el maestro supremo. Él nos guía para decir lo que se necesita y, lo que es igualmente importante, nos guía para saber cuándo guardar silencio” (“La luz interior”, Conferencia General, abril de 1994).
La frase “cuando sea oportuno” enseña que incluso los actos justos deben ser realizados con sabiduría y sensibilidad, buscando la dirección divina para maximizar su impacto espiritual y evitar el error.
El versículo refleja principios esenciales para los santos: la certeza de actuar bajo la autoridad del Señor, el privilegio de compartir el testimonio, y la importancia de seguir la guía del Espíritu Santo al determinar el momento adecuado para hacerlo. Estas enseñanzas muestran cómo equilibrar las responsabilidades individuales con la inspiración divina en la obra del Señor.
3. Responsabilidad continua como historiador
Versículo 3: “Y además, te digo que le será designado llevar continuamente el registro y la historia de la iglesia; porque he llamado a Oliver Cowdery a otro cargo.”
Aquí, el Señor designa específicamente a John Whitmer como el historiador y registrador de la Iglesia, marcando una transición en las responsabilidades. Este versículo ilustra la organización de la Iglesia en sus primeros años y cómo los roles individuales se asignan por revelación según las necesidades del momento.
“Y además, te digo”
La frase introduce una instrucción adicional, mostrando la naturaleza progresiva de las revelaciones divinas. Dios revela línea sobre línea y precepto sobre precepto (véase Isaías 28:10), dando instrucciones claras y específicas según las necesidades de Su obra.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El Señor no da todo a la vez; Él proporciona luz suficiente para dar el siguiente paso. A medida que somos fieles, se nos revelará más” (“La luz interior”, Conferencia General, abril de 1994).
Esto refuerza que las revelaciones divinas se dan en etapas, según la disposición y las necesidades del receptor. Es un recordatorio de que la obra de Dios se organiza con precisión y propósito.
“que le será designado llevar continuamente el registro y la historia de la iglesia”
El Señor enfatiza la necesidad de mantener registros continuos de Su obra, mostrando que la historia de la Iglesia es más que un documento histórico: es un testimonio vivo de la restauración. En Doctrina y Convenios 21:1, el Señor instruyó a José Smith que se llevara un registro, diciendo: “He aquí, habrá un registro entre vosotros.”
Los registros históricos permiten a los santos recordar la fidelidad del Señor en el pasado y guiarse por los principios eternos en el presente.
El élder Marlin K. Jensen, ex historiador de la Iglesia, enseñó: “Registrar nuestra historia no es simplemente un deber práctico; es un acto de fe, porque documentamos cómo Dios ha obrado entre Su pueblo” (“Conservar la historia”, Devocional de BYU, noviembre de 2005).
Llevar un registro continuo asegura que las generaciones futuras tengan acceso a un testimonio sólido y detallado de las doctrinas, experiencias y milagros que fortalecen a la Iglesia.
“porque he llamado a Oliver Cowdery a otro cargo”
Este pasaje enseña que los llamamientos dentro de la Iglesia son dirigidos por el Señor y pueden cambiar según las necesidades de Su obra. Oliver Cowdery, quien anteriormente había servido como escriba y registrador, ahora es llamado a otras responsabilidades. Este principio refleja la enseñanza de que los llamamientos en la Iglesia son inspirados por revelación:
“Sea hecho con diligencia conforme a los mandamientos que el Señor ha dado” (D. y C. 107:99).
El presidente Thomas S. Monson dijo: “Cuando el Señor extiende un llamamiento, también proporciona la capacidad y el poder para cumplir con las responsabilidades que conlleva” (“Deber sagrado de servir”, Conferencia General, abril de 2005).
Este cambio muestra la flexibilidad y la organización divina de la obra del Señor. Cada llamamiento, grande o pequeño, tiene un propósito, y los miembros deben estar dispuestos a aceptar nuevos roles según las revelaciones recibidas.
Este versículo subraya la importancia de los registros en la Iglesia, la revelación continua en los llamamientos, y la disposición de los miembros para adaptarse a las necesidades del Señor. A través de este versículo, aprendemos que Dios dirige Su obra de manera ordenada, asignando a cada persona un papel específico para el avance de Su reino.
4. Promesa de ayuda divina
Versículo 4: “Por tanto, si es fiel, le será dado por el Consolador el escribir estas cosas. Así sea. Amén.”
El Señor promete a John Whitmer que, si es fiel, recibirá la inspiración del Espíritu Santo para cumplir con su tarea. Este versículo resalta el papel del Consolador como guía en los llamamientos y deberes asignados por el Señor, especialmente cuando estos implican una responsabilidad sagrada como registrar la historia de Su Iglesia.
“Por tanto, si es fiel”
El Señor establece una condición para recibir bendiciones y guía: la fidelidad. Este principio es central en el Evangelio. La fidelidad implica obediencia, perseverancia y dedicación constante a los mandamientos de Dios. En Doctrina y Convenios 82:10, el Señor promete:
“Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis.”
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “Nuestra fidelidad no solo demuestra nuestro amor por Dios, sino que también abre las puertas a Su poder para guiarnos y fortalecernos” (“El poder del convenio”, Conferencia General, abril de 2009).
La fidelidad es una clave para recibir el respaldo del Señor en cualquier llamamiento. La obra de registrar la historia de la Iglesia, siendo sagrada, requiere el compromiso total de John Whitmer para contar con la ayuda prometida del Espíritu.
“le será dado por el Consolador”
El Consolador, que es el Espíritu Santo, es una fuente divina de guía, revelación e inspiración. En este contexto, el Consolador promete asistir a John Whitmer en la tarea de escribir con exactitud y espiritualidad. El Espíritu Santo no solo ayuda a recordar, como lo declara Juan 14:26 (“os recordará todas las cosas”), sino también a expresar la verdad con claridad.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “El Espíritu Santo puede ser nuestro compañero constante, guiándonos, inspirándonos y ayudándonos a cumplir con cualquier tarea que el Señor nos confíe” (“El don del Espíritu Santo”, Conferencia General, abril de 1985).
El Consolador es esencial para realizar cualquier labor que tenga un propósito espiritual. La promesa de Su ayuda asegura que la tarea será realizada bajo la influencia divina, lo cual añade valor eterno al registro histórico.
“el escribir estas cosas”
El acto de escribir no es meramente mecánico, sino que, bajo la guía del Espíritu, se convierte en un acto de inspiración y testimonio. Esto refleja el principio de que los registros escritos tienen el propósito de preservar las enseñanzas y eventos sagrados para generaciones futuras. En Mosíah 1:4-5, el rey Benjamín explica que las escrituras fueron esenciales para que su pueblo no olvidara la ley de Dios y pereciera en incredulidad.
El presidente Spencer W. Kimball declaró: “Lo que no se registre se pierde, y lo que se pierda en algún momento puede significar la diferencia entre la verdad y el error” (“Los registros sagrados”, Ensign, julio de 1979).
Escribir la historia de la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo asegura no solo la exactitud, sino también que el registro lleve consigo el poder de edificar la fe y testificar de la obra de Dios.
Este versículo enseña principios fundamentales de la doctrina del Evangelio: la fidelidad como requisito para recibir las bendiciones del Señor, la guía del Espíritu Santo como compañero constante en la obra divina, y la importancia de preservar las enseñanzas y experiencias sagradas. En su llamamiento, John Whitmer recibe la promesa de que, si es fiel, contará con el respaldo del Consolador para cumplir con esta sagrada responsabilidad, convirtiendo su labor en un testimonio eterno de la restauración.
























