Doctrina y Convenios
Sección 51
La Sección 51 fue revelada el 20 de mayo de 1831, en Thompson, Ohio, en respuesta a las necesidades urgentes de los santos que emigraban desde los estados del este hacia Ohio, siguiendo el mandamiento del Señor de congregarse (véanse D. y C. 37 y 38). Este traslado masivo requería organización y coordinación, particularmente en cuanto a la distribución de tierras y recursos para los nuevos miembros.
En cumplimiento del mandamiento de reunirse en Ohio, un número significativo de miembros comenzó a llegar desde Nueva York y otras regiones del este. Estos santos enfrentaban desafíos económicos, y muchos llegaban sin propiedades o recursos para establecerse.
Edward Partridge, el primer obispo de la Iglesia, era responsable de supervisar la gestión de las propiedades y recursos consagrados por los santos. Consciente de la magnitud de la tarea, solicitó instrucciones específicas al Profeta sobre cómo proceder.
Este período marcó los inicios de la implementación de la ley de consagración, un principio económico y espiritual que requiere que los miembros consagren sus propiedades al Señor para el beneficio de la comunidad. La sección establece directrices prácticas para su implementación inicial.
El propósito principal de esta revelación fue proporcionar a Edward Partridge y a la Iglesia un modelo de organización para: La revelación instruye que cada familia reciba su porción según sus necesidades, carencias y circunstancias (versículo 3).
Los santos debían recibir un documento legal que asegurara su derecho a las propiedades asignadas, con la condición de que fueran fieles y obedientes a las leyes y convenios de la Iglesia (versículos 4-5).
Los recursos sobrantes debían ser almacenados en un almacén gestionado por el obispo para satisfacer las necesidades futuras de la comunidad (versículo 13).
Aunque Ohio era un lugar temporal de recogimiento, los santos debían establecerse como si fueran a permanecer allí por un largo tiempo, mostrando fe y estabilidad (versículos 16-17).
La revelación establece los principios fundamentales de la ley de consagración: consagrar recursos al Señor, recibir de acuerdo con las necesidades, y gestionar los excedentes para el beneficio de la comunidad.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “La ley de consagración es un principio eterno. Aunque no siempre se aplica en su forma completa, sus principios fundamentales —el sacrificio, la generosidad y la mayordomía— son vitales para nuestra vida cristiana.” (Conferencia General, abril de 2001).
La revelación enfatiza la importancia de tratar a todos los miembros con honradez e igualdad, asegurando que cada familia reciba según sus circunstancias (versículos 3 y 9). El élder Jeffrey R. Holland declaró: “La verdadera hermandad en Cristo se basa en el cuidado y la provisión para las necesidades de todos, como se hace evidente en la ley de consagración.” (Conferencia General, abril de 2014).
Aunque Ohio era un lugar temporal, los santos debían establecerse con estabilidad y fe, demostrando su compromiso con el plan del Señor.
El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “Dondequiera que nos encontremos, debemos vivir con fe, actuando con propósito y confianza en el Señor, incluso cuando el futuro no sea claro.” (Conferencia General, abril de 2009).
Esta revelación proporcionó un modelo práctico para gestionar la consagración y distribución de recursos dentro de la Iglesia. Los principios establecidos en esta sección continúan siendo relevantes para los santos hoy: Nos recuerda que todo lo que tenemos pertenece al Señor, y somos responsables de administrar nuestros recursos de manera justa y con propósito. Enseña que la Iglesia busca tratar a todos sus miembros con equidad, proveyendo para las necesidades de cada uno. Invita a los miembros a actuar con fe, incluso en circunstancias temporales o inciertas.
La Sección 51 es un testimonio de la organización y guía divina en la Iglesia, especialmente en tiempos de cambio y desafío. A través de principios como la consagración, la igualdad y la mayordomía, el Señor no solo ayudó a los santos a establecerse en Ohio, sino que también les preparó para futuros recogimientos y el eventual establecimiento de Sión. Estos principios siguen siendo aplicables en nuestra vida moderna, recordándonos la importancia de vivir con fe, generosidad y propósito eterno.
La Sección 51 enfatiza principios como la justicia en la distribución, la responsabilidad personal, la mayordomía colectiva y la preparación para el futuro. Estos principios no solo guiaron a los santos en su tiempo, sino que siguen siendo relevantes hoy, recordándonos que la administración fiel de los recursos temporales tiene implicaciones eternas.
Doctrina y Convenios 51
Esta revelación fue dada en mayo de 1831, en Thompson, Ohio. En ese momento, los Santos comenzaban a llegar desde Nueva York para establecerse en Ohio. Se necesitaban normas para organizar la ley de consagración y establecer el orden temporal de la comunidad.
1. La ley de consagración y la administración de bienes (vv. 1–8): El Señor instruye al obispo Edward Partridge sobre cómo implementar la ley de consagración:
- Los miembros debían consagrar sus propiedades a la Iglesia.
- Luego, recibirían “una porción” o “herencia” de acuerdo con sus necesidades, circunstancias y familia.
- Las propiedades remanentes se usarían para ayudar a otros necesitados y avanzar la obra del Señor.
Este sistema refleja principios clave del Reino de Dios: igualdad, sacrificio, mayordomía y justicia divina.
2. El papel del obispo como juez en Israel (vv. 9–15): Edward Partridge debía actuar “con equidad y justicia” y rendir cuentas ante el Señor. Él tenía la responsabilidad de juzgar con rectitud y repartir las porciones justamente.
Este pasaje establece el modelo del oficio del obispo como un juez literal y espiritual, no sólo en lo temporal, sino también en lo eclesiástico.
3. La necesidad de integridad en el convenio (vv. 15–20): El Señor advierte que quienes no cumplan con sinceridad sus convenios serán hallados culpables. Se enseña que el Señor ve el corazón y juzga la intención con la cual se hacen los compromisos.
Quienes obran con rectitud y fidelidad son bendecidos y se les promete un lugar entre los elegidos.
El presidente Gordon B. Hinckley explicó la belleza de la ley de consagración y su aplicación espiritual en nuestros días: “Aunque no vivimos actualmente bajo la ley de consagración en su forma completa, debemos vivir de acuerdo con su espíritu. Se espera que demos generosamente, sirvamos con diligencia y pongamos nuestros recursos a disposición del Señor. El obispo, como juez común en Israel, sigue teniendo la sagrada responsabilidad de velar por los pobres y necesitados.” — Gordon B. Hinckley, Conferencia General, octubre de 1991, “La Iglesia avanza”
La Sección 51 de Doctrina y Convenios revela el corazón del evangelio en su aplicación comunitaria: el amor por el prójimo expresado a través de sacrificio voluntario, servicio y equidad. Aunque hoy no practicamos la ley de consagración en la misma forma, el principio sigue vigente en nuestra obediencia al diezmo, las ofrendas de ayuno y el servicio abnegado.
El obispo sigue siendo una figura central en la organización de la Iglesia, como administrador temporal y guía espiritual, lo que requiere inspiración, discernimiento y justicia.
El llamado final es a vivir de tal forma que podamos ser “hallados fieles” en todas las cosas. El Señor no mira solamente lo que damos, sino cómo y por qué lo damos. La consagración verdadera comienza en el corazón, y es esa consagración la que nos prepara para edificar Sion y recibir herencias eternas.
1. Organización y Justicia en la Distribución
Versículo:3 “Por tanto, señalen Edward Partridge y aquellos a quienes él ha escogido, con los cuales estoy bien complacido, su porción a este pueblo, a cada hombre igual, según su familia, conforme a sus circunstancias, carencias y necesidades.”
Este versículo subraya el principio de justicia y equidad en la distribución de recursos. El Señor instruye que las necesidades individuales y familiares sean consideradas para asegurar que todos reciban lo necesario.
“Por tanto, señalen Edward Partridge y aquellos a quienes él ha escogido”
El Señor designa a Edward Partridge, el primer obispo de la Iglesia, como encargado de regular la distribución de las porciones entre los santos. Esto resalta el papel de los líderes con autoridad divina para administrar los asuntos temporales según las revelaciones del Señor.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “El obispo tiene la sagrada responsabilidad de velar por las necesidades de los miembros de su barrio. Es un papel de liderazgo divino y de servicio desinteresado.” (Conferencia General, abril de 1999).
Edward Partridge, como obispo, actuó como un modelo de liderazgo basado en la revelación y la rectitud. Esto nos recuerda que los líderes llamados por Dios son instrumentos en la implementación de Sus mandamientos.
“Con los cuales estoy bien complacido”
El Señor expresa Su aprobación por aquellos que trabajan en rectitud y bajo Su guía. Este reconocimiento divino enfatiza que los líderes deben actuar con pureza de corazón y justicia.
El élder Neal A. Maxwell enseñó: “El Señor se complace en aquellos que no solo aceptan Su llamamiento, sino que también lo cumplen con integridad y amor.” (Conferencia General, abril de 1997).
La aprobación del Señor sobre los líderes indica que Su obra debe llevarse a cabo con dignidad y fe, siguiendo principios de rectitud y justicia.
“Su porción a este pueblo, a cada hombre igual”
La distribución equitativa de recursos refleja el principio de justicia divina. No significa necesariamente igualdad absoluta, sino equidad basada en las circunstancias y necesidades de cada individuo.
El presidente Henry B. Eyring explicó: “La verdadera igualdad en el evangelio es que cada uno reciba según sus necesidades y según la sabiduría del Señor.” (Conferencia General, abril de 2009).
La frase refleja el ideal de unidad y hermandad entre los santos, donde las necesidades de cada miembro son atendidas con justicia y amor.
“Según su familia, conforme a sus circunstancias, carencias y necesidades”
El Señor enfatiza que las porciones deben asignarse teniendo en cuenta las necesidades individuales y familiares, lo que subraya la importancia de un enfoque personalizado en la administración de recursos.
El élder Dallin H. Oaks enseñó: “El cuidado por los demás en el evangelio de Jesucristo implica considerar las circunstancias individuales y asegurarse de que cada uno reciba lo necesario para progresar espiritualmente.” (Conferencia General, abril de 2014).
El enfoque en las circunstancias personales refleja el amor y la compasión del Señor por cada individuo, asegurando que nadie sea olvidado en la comunidad del convenio.
Este versículo resalta principios fundamentales de la ley de consagración y mayordomía: Los líderes llamados por Dios tienen la responsabilidad de administrar los recursos de manera justa y con la guía del Espíritu. La distribución equitativa no significa igualitarismo, sino satisfacer las necesidades de manera que todos puedan progresar. Las circunstancias y carencias individuales deben ser consideradas en la administración de los recursos.
Este versículo nos invita a reflexionar sobre la importancia de la justicia, la compasión y la mayordomía en nuestra vida diaria. En el contexto de la Iglesia, nos recuerda que el Señor vela por cada uno de Sus hijos, asegurándose de que reciban lo necesario para prosperar espiritualmente y temporalmente. La administración de recursos en el evangelio no es solo una cuestión de provisión física, sino un acto de amor y servicio divino que une a la comunidad de los santos.
2. Escrituras de Propiedad y Responsabilidad
Versículo:4 “Y al señalarle a algún hombre su porción, mi siervo Edward Partridge le expedirá una escritura que le asegurará su porción para que la retenga.”
El otorgamiento de escrituras asegura la propiedad y la responsabilidad individual. Este principio fortalece el compromiso de los santos con la ley de consagración, proporcionando un balance entre comunidad y propiedad personal.
“Y al señalarle a algún hombre su porción”
Esta frase se refiere a la asignación de recursos bajo la ley de consagración. Cada hombre recibiría una “porción” conforme a sus necesidades, circunstancias y carencias, asegurando una distribución justa y equitativa.
El presidente Marion G. Romney enseñó: “La ley de consagración requiere que todo lo que se dé se distribuya según las necesidades de los santos. Es una ley divina basada en la justicia y la igualdad.” (Conferencia General, abril de 1976).
La porción asignada es un reflejo del cuidado individualizado del Señor por cada miembro de Su Iglesia. Este principio enfatiza la importancia de considerar las necesidades específicas de cada persona para mantener la equidad y unidad.
“Mi siervo Edward Partridge le expedirá una escritura”
La expedición de una escritura legal representa un acto formal y reconocido para garantizar los derechos de propiedad de los miembros. Este principio promueve orden y transparencia en la administración de los recursos.
El élder D. Todd Christofferson declaró: “La ley de consagración es tanto espiritual como práctica. Se requiere administración y orden para garantizar que las bendiciones materiales se distribuyan de manera justa y con propósito.” (Conferencia General, abril de 2011).
La escritura legal no solo formaliza la asignación, sino que también asegura que los recursos sean manejados de acuerdo con los principios de justicia establecidos por el Señor.
“Que le asegurará su porción para que la retenga”
Este segmento enfatiza el derecho del individuo a administrar la porción asignada como una mayordomía sagrada. Aunque todo pertenece al Señor, el individuo recibe el privilegio y la responsabilidad de manejarlo según Su voluntad.
El presidente Gordon B. Hinckley explicó: “La mayordomía es un principio clave en el evangelio. Somos responsables ante Dios por la forma en que usamos los recursos que Él nos confía.” (Conferencia General, abril de 1995).
La retención de la porción asignada subraya el equilibrio entre propiedad personal y consagración al Señor, recordando al receptor que su mayordomía debe ser justa y fiel.
Este versículo establece principios clave relacionados con la ley de consagración y la administración de recursos: Cada miembro recibe una porción según sus necesidades y circunstancias, asegurando que todos tengan lo necesario para prosperar. La expedición de escrituras garantiza transparencia y confianza en la administración de los recursos. Aunque los recursos son asignados individualmente, los miembros son responsables de administrarlos como una sagrada confianza dada por el Señor.
Este pasaje destaca la importancia de combinar los principios espirituales con prácticas ordenadas y justas. La ley de consagración, tal como se describe aquí, no solo busca satisfacer las necesidades temporales, sino también fomentar la unidad, la responsabilidad y el crecimiento espiritual. Al vivir este principio, los santos aprenden a administrar las bendiciones materiales con gratitud y a contribuir al bienestar de la comunidad del convenio.
3. Excedentes y Mayordomía
Versículo:13 “Y además, desígnele el obispo un almacén a esta iglesia; y guárdense en manos del obispo todas las cosas, tanto dinero como víveres, que excedan a las necesidades de este pueblo.”
La idea del almacén del obispo muestra el principio de mayordomía colectiva, asegurando que los excedentes sean utilizados para el beneficio de la comunidad y para ayudar a los necesitados.
“Y además, desígnele el obispo un almacén a esta iglesia”
El Señor establece la necesidad de un almacén bajo la supervisión del obispo para gestionar los recursos excedentes. Este almacén simboliza la confianza en una administración centralizada y organizada de los recursos para el bienestar de la comunidad.
El presidente Marion G. Romney enseñó: “El almacén del obispo es una expresión del principio de mayordomía, en el que los recursos consagrados se utilizan para atender las necesidades de los miembros y construir Sión.” (Conferencia General, abril de 1976).
El almacén del obispo se convierte en una herramienta práctica para implementar la ley de consagración, asegurando que los recursos sean distribuidos equitativamente y administrados de manera ordenada.
“Y guárdense en manos del obispo todas las cosas”
El obispo, como administrador llamado por Dios, actúa como mayordomo de los recursos consagrados. Este rol resalta la importancia del liderazgo inspirado en la administración de los asuntos temporales de la Iglesia.
El élder D. Todd Christofferson declaró: “El obispo es un administrador fiel de los recursos de la Iglesia. Su labor no solo es práctica, sino profundamente espiritual, guiada por la revelación para satisfacer las necesidades del pueblo.” (Conferencia General, octubre de 2010).
El obispo representa la confianza del Señor en un liderazgo inspirado, asegurando que los recursos sean utilizados de acuerdo con las leyes del evangelio.
“Tanto dinero como víveres, que excedan a las necesidades de este pueblo”
Los excedentes materiales son administrados para el beneficio de los necesitados, reflejando el principio de que los recursos consagrados pertenecen a toda la comunidad del convenio, no solo a los individuos.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Los recursos del almacén del obispo son un testimonio de la generosidad de los santos y de su compromiso con la obra del Señor al atender las necesidades de los demás.” (Conferencia General, abril de 1996).
El principio de usar los excedentes para el bien común refleja el amor cristiano y la responsabilidad de los santos hacia sus semejantes, promoviendo la unidad y la autosuficiencia dentro de la Iglesia.
Este versículo de la Sección 51 establece principios clave relacionados con la ley de consagración y la administración de recursos: Es un símbolo de unidad y confianza en el liderazgo inspirado. Asegura que los recursos sean administrados para el beneficio colectivo. El concepto de excedentes pone de manifiesto la importancia de compartir lo que se tiene más allá de las necesidades individuales, reflejando los principios de sacrificio y caridad. Este modelo garantiza que la administración de recursos se haga de manera justa, eficiente y conforme a las leyes de Dios.
El establecimiento de un almacén del obispo enseña a los santos la importancia de la confianza en sus líderes y en el sistema divino de mayordomía. Este principio es un recordatorio de que todos somos responsables de contribuir al bienestar colectivo, asegurando que las bendiciones temporales se utilicen para el fortalecimiento de la comunidad de los santos y la construcción de Sión.
4. Preparación para el Futuro
Versículo:16 “Y les consagro esta tierra por una corta temporada, hasta que yo, el Señor, disponga para ellos de otra manera, y les mande salir de aquí.”
Este versículo resalta la naturaleza temporal de Ohio como lugar de recogimiento, preparando a los santos para la eventual migración hacia otras tierras. También enfatiza la importancia de actuar con fe y preparación para los planes futuros del Señor.
“Y les consagro esta tierra por una corta temporada”
El Señor consagra temporalmente la tierra de Ohio como un lugar de recogimiento para los santos. Aunque esta tierra no es la ubicación final de Sión, se les da como un lugar de refugio y preparación.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “El Señor prepara a Su pueblo para los desafíos del presente y del futuro, asignándoles lugares donde puedan crecer espiritualmente y establecerse temporalmente.” (Conferencia General, abril de 1997).
La consagración de Ohio refleja cómo el Señor guía a Su pueblo paso a paso, proporcionando lugares seguros para su edificación espiritual y temporal mientras se preparan para Su obra futura.
“Hasta que yo, el Señor, disponga para ellos de otra manera”
El Señor tiene el control absoluto sobre los tiempos y las circunstancias de Su pueblo. Él revela Su voluntad de manera progresiva, guiándolos hacia Su propósito final.
El élder Dallin H. Oaks dijo: “El Señor guía a Su pueblo de acuerdo con Su sabiduría eterna. No siempre conocemos el final desde el principio, pero podemos confiar en Su dirección perfecta.” (Conferencia General, octubre de 2003).
Esta frase subraya la necesidad de fe y paciencia en los santos para aceptar que los planes de Dios son revelados gradualmente, según Su sabiduría y propósito.
“Y les mande salir de aquí”
El Señor anticipa un futuro cambio en el lugar de recogimiento. Este patrón de movimiento refuerza la idea de que la obra de los santos está en constante evolución, siempre dirigida hacia el establecimiento de Sión.
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “El recogimiento del pueblo del Señor siempre ha sido una obra en progreso, llevando a los santos a lugares donde puedan fortalecer su fe y cumplir con el propósito divino.” (Conferencia General, abril de 2011).
El mandato de salir refleja el carácter dinámico de la obra de Dios. Los santos deben estar preparados para seguir Su guía, dejando atrás la comodidad de lo conocido para avanzar hacia nuevas oportunidades espirituales.
Este versículo enseña varios principios clave: El Señor consagra lugares y tiempos específicos para el beneficio de Su pueblo, pero estas asignaciones no son permanentes. Aunque los detalles del futuro pueden ser inciertos, los santos pueden confiar en que el Señor dirige Su obra y a Su pueblo con sabiduría perfecta. Los santos deben estar dispuestos a moverse y adaptarse a las instrucciones del Señor, demostrando fe y obediencia en cada paso del camino.
Este versículo nos recuerda que la vida cristiana es un proceso continuo de fe, adaptación y progreso. A medida que el Señor guía a Su pueblo hacia la realización de Sus propósitos eternos, Él proporciona los recursos y las oportunidades necesarias para crecer espiritualmente. Al confiar en Su guía y estar dispuestos a seguir Su dirección, los santos pueden participar plenamente en la edificación de Sión y en la preparación para Su venida.
5. Fidelidad y Vida Eterna
Versículo:19 “Y el que fuere hallado mayordomo fiel, justo y sabio entrará en el gozo de su Señor y heredará la vida eterna.”
Este versículo conecta la mayordomía fiel con la promesa de vida eterna. Los santos son llamados a administrar sus recursos de manera justa y sabia, sabiendo que su fidelidad será recompensada por el Señor.
“Y el que fuere hallado mayordomo fiel”
La fidelidad en la mayordomía implica administrar los recursos que el Señor nos ha confiado con responsabilidad, gratitud y obediencia a Sus mandamientos. Este principio se aplica no solo a los bienes temporales, sino también a los talentos, el tiempo y las oportunidades espirituales.
El élder D. Todd Christofferson declaró: “Ser mayordomos fieles significa usar sabiamente los dones que Dios nos ha confiado para bendecir nuestras vidas y la de los demás, y para edificar el reino de Dios en la tierra.” (Conferencia General, abril de 2009).
La fidelidad en la mayordomía es una muestra de nuestra lealtad al Señor y nuestra disposición a actuar como colaboradores en Su obra. Aquellos que son fieles muestran confianza en el Señor y gratitud por Sus bendiciones.
“Justo y sabio”
Ser justo implica actuar con integridad y equidad en todas las cosas, mientras que la sabiduría se relaciona con la capacidad de tomar decisiones rectas basadas en principios eternos. Estas cualidades aseguran que los mayordomos cumplan con su responsabilidad de manera que refleje los atributos divinos.
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “El Señor espera que cada uno de nosotros actúe con justicia y sabiduría, tomando decisiones que reflejen nuestra comprensión de Su evangelio y nuestro deseo de seguirle.” (Conferencia General, octubre de 1977).
La justicia y la sabiduría en la mayordomía garantizan que nuestras acciones sean guiadas por el Espíritu y que nuestras decisiones estén alineadas con los propósitos del Señor.
“Entrará en el gozo de su Señor”
El “gozo de su Señor” simboliza la satisfacción y la recompensa espiritual que reciben aquellos que sirven fielmente. Este gozo no solo se experimenta en la vida eterna, sino también en la paz y la felicidad que acompañan a una vida de rectitud.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “El gozo duradero proviene de saber que estamos cumpliendo con los propósitos de Dios y caminando por el sendero del convenio hacia Su presencia.” (Conferencia General, octubre de 2016).
El gozo prometido por el Señor es una bendición que va más allá de las recompensas materiales. Es una manifestación del amor de Dios hacia aquellos que son fieles en su servicio.
“Y heredará la vida eterna”
La vida eterna es el don supremo de Dios, reservado para aquellos que son fieles y cumplen con Sus mandamientos. Este versículo conecta la mayordomía fiel con la exaltación, demostrando que nuestro uso de los recursos terrenales tiene implicaciones eternas.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “La vida eterna no es solo vivir para siempre, sino vivir en la presencia de Dios, con una plenitud de gozo.” (Conferencia General, abril de 2015).
La promesa de la vida eterna es el objetivo final de la obra del Señor. Los mayordomos fieles no solo reciben esta recompensa, sino que también demuestran su preparación para vivir con Dios eternamente.
Este versículo destaca principios fundamentales de la mayordomía en el evangelio: Los recursos y talentos que se nos confían deben ser utilizados para edificar el reino de Dios y bendecir a los demás. Los mayordomos deben actuar con rectitud e inteligencia, reconociendo su responsabilidad de reflejar los atributos de Cristo en sus acciones. La fidelidad en la mayordomía conduce al gozo espiritual y, finalmente, a la vida eterna con el Señor.
Este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como mayordomos en el reino de Dios. La mayordomía fiel no solo demuestra nuestra obediencia y amor por el Señor, sino que también nos prepara para recibir Su gozo y la vida eterna. Es un recordatorio de que cada acción que realizamos, grande o pequeña, tiene un propósito eterno y puede contribuir a nuestro progreso hacia la exaltación.
























