Doctrina y Convenios
Sección 8
Contexto Histórico
La Sección 8 se ubica en los primeros años de la Restauración, específicamente en abril de 1829, durante el proceso de traducción del Libro de Mormón. En este momento, José Smith y Oliver Cowdery trabajaban intensamente en Harmony, Pensilvania. José había comenzado a traducir el texto sagrado con la ayuda inicial de su esposa Emma Smith y, posteriormente, de Martin Harris. Para este momento, Oliver Cowdery había asumido el rol de escriba y era una figura clave en el proyecto de traducción.
La Sección 8 refleja la profunda confianza de Dios en Oliver Cowdery como colaborador clave de José Smith. Al mismo tiempo, subraya la necesidad de fe, preparación y una correcta disposición espiritual para participar en los dones espirituales. Esta sección también proporciona una ventana al proceso revelador único que marcó los comienzos del movimiento de los Santos de los Últimos Días y la traducción del Libro de Mormón como un evento milagroso y central en la Restauración.
Oliver, que había llegado a Harmony en abril de 1829, era profundamente impresionado por las experiencias de José y tenía un gran deseo de participar más directamente en la obra. Sentía una fascinación por el proceso de traducción y pidió al Señor que le concediera el poder de traducir, similar al don que había recibido José. En respuesta a este deseo, el Señor reveló esta sección, confirmando que Oliver podía participar en este don bajo ciertas condiciones de fe y obediencia.
El texto hace referencia al “don de Aarón”, que probablemente alude a un instrumento físico o simbólico que Oliver utilizaría en su obra. Algunos estudiosos interpretan que este “don” puede haber sido las varillas adivinatorias, un método aceptado culturalmente en la época para buscar inspiración divina. Sin embargo, también se le dio un significado más elevado al vincularlo con el poder de Dios para realizar su obra.
Uno de los conceptos clave de esta sección es el “espíritu de revelación”, que es descrito como la manera en que Dios se comunica directamente con las mentes y corazones de sus siervos a través del Espíritu Santo. Esto se compara con el poder que Moisés recibió para guiar a los hijos de Israel, enfatizando que esta revelación tiene un propósito divino y es vital para la obra de Dios.
En este período, la traducción del Libro de Mormón era central en el desarrollo del movimiento de la Restauración. Esta sección destaca la importancia de la fe como principio operativo, no solo para recibir revelación sino también para participar en el proceso milagroso de la traducción. Aunque Oliver recibió el permiso de intentar traducir, parece que no logró hacerlo por completo, lo que se menciona más adelante en la Sección 9.
Uso de instrumentos sagrados: En el contexto de la traducción, se destaca el uso de instrumentos como el Urim y Tumim, herramientas consideradas esenciales para recibir revelación.
Fe y obediencia: Este periodo recalca que los dones espirituales están directamente ligados a la fe y la disposición de obedecer los mandamientos de Dios.
Participación de Oliver Cowdery: Su involucramiento no solo como escriba sino como receptor de dones espirituales resalta la colaboración colectiva en la obra inicial de la Restauración.
La Sección 8 refleja la profunda confianza de Dios en Oliver Cowdery como colaborador clave de José Smith. Al mismo tiempo, subraya la necesidad de fe, preparación y una correcta disposición espiritual para participar en los dones espirituales. Esta sección también proporciona una ventana al proceso revelador único que marcó los comienzos del movimiento de los Santos de los Últimos Días y la traducción del Libro de Mormón como un evento milagroso y central en la Restauración.
D. y C. 8:1. “recibirás conocimiento concerniente a los grabados sobre anales antiguos”
La promesa de recibir conocimiento sobre “anales antiguos” mediante el Espíritu Santo es un recordatorio de que la revelación es fundamental en la comunicación entre Dios y Sus siervos. Este principio se encuentra en Amós 3:7: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”
La traducción del Libro de Mormón y otras escrituras sagradas, como los papiros de Abraham, son ejemplos claros de cómo Dios entrega conocimiento sagrado a través de instrumentos elegidos, guiados por Su revelación.
El conocimiento sobre “grabados sobre anales antiguos” tiene un cumplimiento directo en la obra de José Smith al traducir el Libro de Mormón. Este libro cumple la profecía de Ezequiel 37:16-17, que habla de la unión de los dos palos:
“Tú, hijo de hombre, toma ahora un palo y escribe en él: Para Judá y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.”
El Libro de Mormón, como la palabra de Dios, es una manifestación de la restauración de anales antiguos que testifican de Jesucristo y complementan la Biblia.
El presidente Russell M. Nelson enseñó sobre la importancia de las escrituras restauradas en su discurso “El Libro de Mormón: Una obra divina”:
“El Libro de Mormón es la evidencia tangible de que José Smith fue un profeta de Dios y que el Señor continúa revelando Su palabra a través de Sus siervos.”
La frase también resalta el concepto de dones espirituales específicos dados a los siervos de Dios para cumplir Sus propósitos. En el caso de José Smith y Oliver Cowdery, este don fue el de traducir. Moroni 10:9-10 enseña sobre los dones espirituales, incluyendo el don de sabiduría y conocimiento, que son esenciales para cumplir tareas divinas:
“Porque a uno le es dada, por el Espíritu de Dios, la palabra de sabiduría; a otro, la palabra de conocimiento según el mismo Espíritu.”
El élder Jeffrey R. Holland, en su discurso “La grandeza del Libro de Mormón”, subrayó que la traducción fue un milagro:
“José Smith tradujo el Libro de Mormón por el don y poder de Dios. No fue algo aprendido, sino una experiencia reveladora, un testimonio del poder de Dios para cumplir Su obra.”
El acceso al conocimiento de estos anales antiguos está condicionado por la fe y la obediencia, como se indica claramente en Doctrina y Convenios 8:10: “Recuerda que sin fe no puedes hacer nada; por tanto, pide con fe.”
El presidente Boyd K. Packer, en su discurso “La luz y el conocimiento”, destacó que el conocimiento espiritual se recibe a través de un corazón sincero y fe: “La fe es esencial para recibir revelación. Sin fe, el cielo está cerrado, y no podemos avanzar espiritualmente.”
La frase también alude a que estos anales antiguos no son solo para José y Oliver, sino para el beneficio de toda la humanidad, cumpliendo el propósito de traer conocimiento de los misterios de Dios. 2 Nefi 29:13 señala cómo los escritos antiguos de diversas naciones se unirán en los últimos días:
“Y también habrán otros que escribirán; y yo juzgaré al mundo por los libros que se escribirán, pues lo que se escriba según yo lo dicte será para el provecho de mis hijos de todas las naciones.”
El presidente Gordon B. Hinckley dijo en “El poder del Libro de Mormón”: “Los anales antiguos del Libro de Mormón no son solo un registro de los antiguos habitantes de América, sino una evidencia viva de que Dios obra entre Su pueblo.”
D. y C. 8:2. “hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo”
La frase destaca la forma en que Dios comunica Su voluntad a Sus hijos a través de revelación personal. Este principio doctrinal es fundamental en el Evangelio restaurado y se encuentra respaldado por las Escrituras y las enseñanzas de líderes de la Iglesia.
El Espíritu Santo es el agente principal mediante el cual Dios comunica Su voluntad a los hombres. En Juan 14:26, Jesús enseñó: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
El Espíritu Santo tiene la capacidad de tocar tanto la mente como el corazón, proporcionando conocimiento intelectual y confirmación emocional. Este equilibrio entre mente y corazón es clave para reconocer la verdad y recibir orientación divina.
El presidente Boyd K. Packer, en su discurso “El faro espiritual”, enseñó: “El testimonio espiritual no viene únicamente a través de la lógica y la razón. La voz suave y apacible toca el corazón y confirma la verdad al alma.”
La frase enfatiza que la revelación no solo es para los profetas, sino también para todos los hijos de Dios. Doctrina y Convenios 6:23 explica cómo el Espíritu Santo comunica paz al corazón: “¿No he hablado paz a tu mente concerniente al asunto? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que el de Dios?”
El élder David A. Bednar, en su discurso “El Espíritu de Revelación”, explicó que la revelación llega a menudo como una “luz que ilumina lentamente”: “La revelación se puede recibir gradualmente, como un amanecer, o de manera inmediata, como un interruptor de luz. En ambos casos, la mente y el corazón están involucrados.”
La doctrina de “hablaré a tu mente y a tu corazón” implica que la revelación no es puramente emocional ni puramente racional; es una combinación de ambas. El Señor usa estos dos canales para asegurar que Su mensaje sea claro y comprensible.
Doctrina y Convenios 9:8-9 proporciona un patrón para discernir la revelación: “Pero he aquí, debes estudiarlo en tu mente; entonces debes preguntarme si está bien, y si está bien haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien.”
El presidente Russell M. Nelson, en su discurso “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestra vida”, enfatizó la necesidad de buscar tanto la confirmación intelectual como espiritual:
“Cuando recibimos revelación, Dios confirma la verdad tanto a nuestra mente como a nuestro corazón. Esto nos ayuda a saber que Su voluntad es clara y verdadera.”
La promesa de que Dios hablará a nuestra mente y corazón también se conecta con el rol del Espíritu Santo como testigo de la verdad. Moroni 10:4-5 describe el proceso de obtener un testimonio mediante la guía del Espíritu: “Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas.”
El élder Jeffrey R. Holland, en su discurso “Un testimonio, una llave”, destacó: “El Espíritu Santo comunica verdad a nuestros corazones en formas que trascienden el entendimiento humano. Su influencia es inconfundible para quienes lo buscan sinceramente.”
Esta doctrina tiene implicaciones prácticas en la vida de los miembros, ya que fomenta la búsqueda constante de revelación personal. Reconocer cómo el Espíritu Santo trabaja en nosotros nos ayuda a tomar decisiones correctas y a fortalecer nuestra fe.
El presidente Gordon B. Hinckley, en su discurso “Permanecer firmes e inamovibles”, dijo: “El Espíritu Santo habla de maneras que no se pueden negar. Nos guía, nos corrige y nos consuela si estamos atentos a Su influencia.”
La frase “hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo” enseña que la revelación divina abarca tanto la razón como el sentimiento. Este principio subraya la importancia de estar en sintonía espiritual para recibir guía divina. Al estudiar las Escrituras, orar y obedecer los mandamientos, los santos pueden experimentar esta promesa en su vida diaria, fortaleciendo su testimonio y su relación con Dios.
Jay Jensen: Cuando el Espíritu Santo habla, nuestras mentes pueden ser iluminadas con claridad y comprensión, como si una luz repentina nos golpeara. Al mismo tiempo, nuestros corazones pueden arder o podemos sentirnos llenos de gozo, gratitud profunda o amor. Cualesquiera que sean los sentimientos particulares, ocurren simultáneamente en la mente y el corazón.
Algunas expresiones comunes que los investigadores usan durante las lecciones misionales son: “Eso tiene sentido”, “Siempre he creído eso”, “Por supuesto”. A veces, es un simple asentimiento afirmativo. En esos momentos, los investigadores están experimentando “iluminación”. Cuando reconocemos la verdad a través del Espíritu, entendemos las cosas; se vuelven claras para nosotros. Como el Señor prometió: “Te impartiré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente” (DyC 11:13).
Ese sentimiento de entendimiento siempre va acompañado de algún tipo de emoción positiva. En la escritura citada, después de las palabras “iluminará tu mente”, el Señor añade “lo cual llenará tu alma de gozo”. Alma describe este proceso de iluminación y su efecto en aquellos que lo experimentan:
“Compararemos la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que una semilla se plante en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o una semilla buena, si no la desecháis por vuestra incredulidad, que resistáis el Espíritu del Señor, he aquí, comenzará a hincharse dentro de vuestro pecho; y cuando sintáis estas inflamaciones, comenzaréis a decir… Comienza a ensanchar mi alma; sí, comienza a iluminar mi entendimiento, sí, comienza a ser deliciosa para mí” (Alma 32:28; cursiva añadida).
No solo se ve afectado nuestro entendimiento, sino que nuestras almas parecen expandirse: toda la experiencia es deliciosa para nosotros. (“¿He recibido una respuesta del Espíritu?”, Liahona, abril 1989, 22-23).
Boyd K. Packer: El Espíritu Santo habla con una voz que sentimos más que escuchamos. Se describe como una “voz apacible y delicada”. Y aunque hablamos de “escuchar” los susurros del Espíritu, con más frecuencia se describe una impresión espiritual diciendo: “Tuve un sentimiento…”
…La revelación viene como palabras que sentimos más que escuchamos. Nefi les dijo a sus hermanos desobedientes, quienes fueron visitados por un ángel: “Estabais más allá de los sentimientos, de modo que no pudisteis sentir sus palabras”.
Las escrituras están llenas de expresiones como “Se quitó el velo de nuestras mentes, y se abrieron los ojos de nuestro entendimiento”, o “Te diré en tu mente y en tu corazón”, o “Iluminé tu mente”, o “Habla los pensamientos que pondré en tu corazón”. Hay cientos de versículos que enseñan sobre la revelación.
El presidente Marion G. Romney, citando al profeta Enós, dijo: “Mientras yo luchaba en el espíritu, he aquí, la voz del Señor vino a mi mente”. Enós relató entonces lo que el Señor puso en su mente.
“Esto”, dijo el presidente Romney, “es un medio muy común de revelación. Llega a la mente en palabras y oraciones. Con este medio de revelación estoy personalmente muy familiarizado”.
No buscamos experiencias espectaculares. El presidente Spencer W. Kimball habló de los muchos que “no tienen oído para mensajes espirituales… cuando vienen en forma común. … Esperando lo espectacular, uno puede no estar plenamente alerta al flujo constante de comunicación revelada”. (“Revelación Personal: El Don, la Prueba y la Promesa”, Liahona, noviembre 1994, 60).
D. y C. 8:3. La frase “este es el espíritu de revelación” subraya uno de los principios fundamentales del Evangelio restaurado: la revelación como medio de comunicación divina. Este espíritu permite a los hijos de Dios recibir guía, conocimiento y confirmación de Su voluntad.
Esta frase resalta el papel del Espíritu Santo como guía en nuestras vidas. Este espíritu no solo proporciona conocimiento, sino que también da poder y dirección. Reconocer y actuar conforme a este espíritu es esencial para cumplir la voluntad de Dios, tanto en la vida personal como en la obra de la Iglesia. Los santos deben buscarlo activamente, cultivar la fe y estar atentos a las impresiones divinas para disfrutar de las bendiciones de la revelación continua.
El “espíritu de revelación” se refiere al poder del Espíritu Santo para comunicar la voluntad de Dios a los hombres. En Doctrina y Convenios 8:2-3, se explica que este espíritu actúa al hablar tanto a la mente como al corazón: “He aquí, hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón. Ahora, he aquí, este es el espíritu de revelación.”
El espíritu de revelación no es exclusivo de los profetas, sino que está disponible para todos los santos que buscan dirección divina. Es el medio mediante el cual Dios revela Sus misterios y guía a Su pueblo.
El espíritu de revelación puede manifestarse de diferentes maneras: como una impresión en la mente, un sentimiento en el corazón, o incluso como una voz suave y apacible. 1 Reyes 19:11-12 describe cómo Elías reconoció la voz del Señor: “Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.”
El presidente Boyd K. Packer, en su discurso “El faro espiritual”, enseñó: “El espíritu de revelación se siente más a menudo como un susurro apacible. Es sutil y requiere sensibilidad espiritual para reconocerlo.”
José Smith: Una persona puede beneficiarse al notar la primera insinuación del espíritu de revelación; por ejemplo, cuando sientes que la inteligencia pura fluye dentro de ti, puede darte ideas repentinas, de modo que al notarlo, puedes ver que se cumple el mismo día o pronto; (es decir) aquellas cosas que fueron presentadas a tu mente por el Espíritu de Dios, se cumplirán; y así, al aprender el Espíritu de Dios y comprenderlo, puedes crecer en el principio de la revelación, hasta que te perfecciones en Cristo Jesús. (Enseñanzas del Profeta José Smith, seleccionadas y organizadas por Joseph Fielding Smith [Salt Lake City: Deseret Book Co., 1976], 151).
Spencer W. Kimball: De todas las cosas, lo que más deberíamos agradecer hoy es que los cielos están abiertos de hecho y que la Iglesia restaurada de Jesucristo está fundada sobre la roca de la revelación. La revelación continua es de hecho el alma misma del evangelio del Señor y Salvador viviente, Jesucristo. (“Revelación: La Palabra del Señor para Sus Profetas”, Liahona, mayo 1977, 76).
D. y C. 8:3. La frase “este es el espíritu mediante el cual Moisés condujo a los hijos de Israel a través del mar Rojo sobre tierra seca” conecta la revelación personal con los grandes milagros de la historia sagrada. Este pasaje ilustra que el mismo poder que permitió a Moisés liderar a Israel sigue estando disponible para los siervos de Dios hoy en día, a través del Espíritu Santo. Esta frase nos enseña que el espíritu de revelación es el mismo en todas las dispensaciones. Este espíritu no solo guía en grandes eventos milagrosos, sino también en las decisiones cotidianas. Al buscar este espíritu con fe y obediencia, los miembros de la Iglesia pueden recibir poder y dirección divina para superar los desafíos y cumplir la voluntad de Dios en sus vidas.
El milagro del Mar Rojo, descrito en Éxodo 14:21-22, ocurrió porque Moisés actuó con fe bajo la dirección del Señor: “Extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche, y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.”
Este evento no solo es un acto de poder divino, sino también un ejemplo de cómo el espíritu de revelación guía a los siervos de Dios para realizar Su obra. Moisés no actuó por su propio poder, sino que recibió instrucciones específicas de Dios y confió en el espíritu de revelación.
El presidente Russell M. Nelson, en su discurso “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestra vida”, enseñó: “El espíritu de revelación puede guiarnos en todas las cosas, desde decisiones personales hasta eventos monumentales que afectan a muchas personas.”
El espíritu mediante el cual Moisés actuó es el mismo que los líderes y miembros de la Iglesia pueden experimentar en sus desafíos. Este espíritu guía en momentos críticos y proporciona claridad y fortaleza. Doctrina y Convenios 45:57 describe cómo los fieles pueden ser guiados por el Espíritu: “Y los sabios […] han recibido la verdad, y han tomado el Espíritu Santo por su guía.”
El élder Jeffrey R. Holland, en su discurso “Israel, Israel, Dios te llama”, señaló que el mismo poder que dividió el Mar Rojo está disponible hoy: “Dios todavía obra milagros mediante el espíritu de revelación. La clave está en seguir Su voz con fe, como lo hizo Moisés.”
El milagro del Mar Rojo simboliza cómo el espíritu de revelación puede ayudarnos a superar obstáculos aparentemente imposibles. Este espíritu no solo proporciona dirección, sino también el poder necesario para actuar. 2 Nefi 2:14 describe a Dios como el creador que actúa y permite actuar: “Y hay un Dios, y él ha creado todas las cosas, tanto los cielos como la tierra, y todas las cosas que en ellos hay, tanto cosas que actúan como cosas que son actuadas.”
El presidente Boyd K. Packer, en su discurso “El faro espiritual”, enseñó que el Espíritu Santo nos fortalece para enfrentar desafíos: “Cuando seguimos la guía del Espíritu Santo, recibimos poder para hacer cosas que están más allá de nuestra capacidad natural.”
El espíritu de revelación que guió a Moisés también está disponible para los miembros de la Iglesia en su vida diaria. Ya sea para superar desafíos personales, guiar a sus familias o cumplir asignaciones en la Iglesia, este mismo espíritu puede ayudarles a tomar decisiones y avanzar con confianza.
El élder David A. Bednar, en su discurso “El Espíritu de Revelación”, señaló: “El mismo espíritu que condujo a Moisés puede guiarnos hoy para cruzar nuestros propios ‘mares rojos’, cualquiera que estos sean.”
George Q. Cannon: El mismo Espíritu de revelación que tuvo Moisés… ha descansado sobre los hombres que han tenido las llaves de este reino, ya sea durante la vida del presidente [Brigham] Young o en la actualidad: ese mismo Espíritu de revelación descansa sobre quien ocupa la presidencia como apóstol senior en medio del pueblo de Dios. Los apóstoles de esta Iglesia tienen toda la autoridad, tienen todas las llaves, y está dentro de las funciones de su oficio y llamado tener todo el Espíritu de revelación necesario para guiar a este pueblo hacia la presencia del Cordero en el reino celestial de nuestro Dios. (JD, noviembre 1879, 21:264, 268, 270, 271).
Spencer W. Kimball: Digo, con la mayor humildad, pero también con el poder y la fuerza de un testimonio ardiente en mi alma, que desde el profeta de la Restauración hasta el profeta de nuestros días, la línea de comunicación está intacta, la autoridad es continua, y la luz, brillante y penetrante, sigue brillando. El sonido de la voz del Señor es una melodía continua y un llamado atronador. Durante casi un siglo y medio no ha habido interrupción.
El hombre nunca necesita estar solo. Cada persona fiel puede tener la inspiración para su propio reino limitado. Pero el Señor definitivamente llama profetas hoy y les revela sus secretos como lo hizo ayer, lo hace hoy y lo hará mañana: así es como funciona. (“Revelación: La Palabra del Señor para Sus Profetas”, Liahona, mayo 1977, 78).
D. y C. 8:6. Los dones espirituales y el “don de Aarón”. El versículo 6 menciona que Oliver Cowdery no tenía solo un don, sino múltiples dones espirituales, destacando especialmente el “don de Aarón”. Este don puede interpretarse de varias formas:
Aarón, como sumo sacerdote y portavoz de Moisés, recibió dones espirituales para desempeñar su rol divino. En este contexto, el “don de Aarón” dado a Oliver podría representar un don de liderazgo, autoridad o la capacidad de recibir revelación para la obra de Dios.
Algunos estudiosos han interpretado que el “don de Aarón” puede referirse a una herramienta física, como las varillas que Oliver usaba para buscar revelación antes de unirse a la obra de José Smith. Este uso se santificó al integrarse en el contexto de la obra del Señor.
Doctrina y Convenios 46:11-12 enseña que los dones espirituales se dan para beneficiar a los hijos de Dios: “Porque a todos no les son dados todos los dones; porque hay muchos dones, y a cada hombre le es dado un don por el Espíritu de Dios.”
El presidente Russell M. Nelson, en su discurso “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestra vida”, enfatizó que cada don espiritual es un medio por el cual Dios fortalece a Sus hijos: “Dios concede dones espirituales a cada uno de nosotros, según nuestra fe y nuestras necesidades en Su obra.”
Joseph Fielding Smith: Hubo otro don otorgado a Oliver Cowdery, y ese fue el don de Aarón. Al igual que Aarón con su vara en la mano yendo delante de Moisés como portavoz, así Oliver Cowdery debía ir delante de José Smith. Todo lo que pidiera al Señor por el poder de este don le sería concedido si lo pedía con fe y sabiduría. Oliver fue bendecido con el gran honor de poseer las llaves de esta dispensación junto con José Smith, y al igual que Aarón [Éxodo 4:10-17], llegó a ser portavoz en numerosas ocasiones. Fue Oliver quien pronunció el primer discurso público en esta dispensación.
D. y C. 8:7. Este versículo subraya que los dones espirituales provienen exclusivamente de Dios. No son el resultado de habilidades humanas, sino manifestaciones del poder divino. Esto es consistente con Éter 12:4, que señala que los dones espirituales están vinculados a la fe en Dios: “Por tanto, cualquiera que creyere en Dios con una firme esperanza, podrá abundar en buenas obras.”
El don de Aarón no puede ser retenido o usado independientemente de la voluntad de Dios. Este principio asegura que los dones no se usan para el engrandecimiento personal, sino para la gloria de Dios y el cumplimiento de Sus propósitos.
El presidente Russell M. Nelson, en su discurso “Los dones espirituales”, enseñó: “Todo don espiritual se da para ayudar a los demás y para edificar el Reino de Dios. Nunca debemos olvidar quién es la fuente de estos dones.”
El élder David A. Bednar, en su discurso “El Espíritu de Revelación”, destacó: “Los dones espirituales son un recordatorio del amor de Dios por nosotros y de Su deseo de que participemos en Su obra divina.”
D. y C. 8:8. La instrucción de “no dudar” recalca la importancia de la fe. Los dones espirituales operan a través de la confianza en Dios y en Su poder. Santiago 1:6 enseña: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.”
Ningún poder externo puede arrebatar los dones de Dios si se usan correctamente y con fidelidad. Esto refleja la promesa de que los hijos de Dios están protegidos mientras permanezcan en el camino del convenio. Doctrina y Convenios 121:46 confirma que el poder del sacerdocio y otros dones espirituales permanecen con quienes son fieles.
El presidente Spencer W. Kimball, en “El poder de Dios”, declaró: “Los dones de Dios no pueden ser anulados por las fuerzas de este mundo cuando los usamos según Su propósito.”
¿Cómo podría Oliver Cowdery sostener el don de Aarón en sus manos? Una revisión de la primera edición del Libro de Mandamientos aclara este versículo. En el original, los versículos anteriores decían lo siguiente:
“Ahora bien, esto no es todo, porque tienes otro don, que es el don de trabajar con la vara: he aquí, te ha dicho cosas: he aquí, no hay otro poder salvo Dios, que pueda hacer que esta vara de la naturaleza, obre en tus manos, porque es la obra de Dios.”
Es evidente que Oliver podría haber sostenido esta vara (simbólica de la vara de Aarón y el don de Aarón) en sus manos. Desafortunadamente, ya no se dispone de más información sobre esta vara. Parece que Oliver poseía una vara—un instrumento para conocer la voluntad del Señor que funcionaba de manera similar al Urim y Tumim. La posesión de esta vara explica por qué el siguiente versículo dice: “la sostendrás en tus manos… y ningún poder podrá arrebatártela de tus manos”.
“Parece evidente que el Señor confió a Oliver un instrumento sagrado mediante el cual podía traducir por el Espíritu de revelación… Habiendo recibido instrucciones sobre el uso del instrumento sagrado que poseía, Oliver Cowdery intentó traducir de las Placas de Mormón, probablemente a través del instrumento que se le había confiado. Pero falló.” (Hyrum L. Andrus).
D. y C. 8:9. Este versículo confirma que los dones espirituales, incluyendo el don de Aarón, son un canal para obtener revelación personal. El Espíritu Santo es el medio por el cual los hijos de Dios reciben respuestas específicas a sus preguntas, según lo enseñado en Moroni 10:5: “Y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas.”
El propósito de los dones espirituales: La revelación personal no se da para satisfacer curiosidades, sino para cumplir los propósitos de Dios y edificar Su reino. La confianza en que Dios responderá fortalece la fe y aumenta la capacidad de actuar con valentía en Su obra.
El presidente David A. Bednar, en su discurso “El Espíritu de Revelación”, enfatizó: “Cuando pedimos con fe y actuamos conforme a las respuestas que recibimos, demostramos nuestra disposición para seguir adelante con la obra de Dios.”
D. y C. 8:10. Este versículo enseña que la fe es el principio fundamental para acceder al poder de Dios. Pedir con fe requiere confianza en Dios y disposición para aceptar Su voluntad. Además, este versículo nos recuerda que los dones espirituales y la revelación son sagrados y deben tratarse con reverencia, evitando trivializarlos o utilizarlos para fines egoístas. Aplicar estos principios garantiza que nuestras oraciones y acciones estén en armonía con los propósitos divinos y nos acerca más a Dios en nuestra vida diaria.
La declaración “sin fe no puedes hacer nada” enfatiza que la fe es esencial para acceder al poder de Dios. La fe no es solo un deseo o creencia; es un principio de acción y poder que habilita a los hijos de Dios para recibir revelación y realizar Su obra.
En Hebreos 11:6, Pablo enseña este mismo principio: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
El presidente Russell M. Nelson, en su discurso “La fe y las obras”, señaló: “La fe precede al milagro. Es un principio de acción que lleva al cambio. Sin fe, no podemos acercarnos a Dios ni recibir Sus bendiciones.”
El mandamiento de “pedir con fe” implica más que simplemente desear algo. Requiere una confianza sincera en que Dios responde a nuestras oraciones según Su voluntad. Este principio está alineado con lo que enseñó Jesucristo en 3 Nefi 18:20: “Y todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, que sea justo, creyendo que recibiréis, he aquí, os será concedido.”
El élder David A. Bednar, en su discurso “Pedir con fe”, explicó: “Pedir con fe significa no solo creer que Dios puede bendecirnos, sino también estar dispuestos a aceptar Su voluntad y Sus tiempos perfectos.”
La advertencia “no juegues con estas cosas” señala la necesidad de tratar los dones espirituales y los principios sagrados con reverencia y respeto. Esto incluye no trivializar la revelación ni buscar respuestas para propósitos frívolos o egoístas.
En Doctrina y Convenios 6:12, el Señor da una advertencia similar: “Haz esto, y no pienses que puedes pedirlo para saberlo con el fin de gloriarte.”
El élder Jeffrey R. Holland, en su discurso “Dios obra de maneras misteriosas”, subrayó: “Los dones espirituales son sagrados y no deben ser usados para satisfacer curiosidades o propósitos mundanos. Dios confía estos dones a quienes los usan para Su gloria.”
El consejo de “no pidas lo que no debes” enfatiza la importancia de buscar la voluntad de Dios al orar. Esto significa evitar pedir cosas que van en contra de Sus propósitos o que no contribuyen a nuestra edificación espiritual. Santiago 4:3 advierte sobre oraciones mal dirigidas: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.”
El presidente Boyd K. Packer, en su discurso “La oración y la voluntad de Dios”, enseñó: “El Señor escucha nuestras oraciones, pero no siempre concede lo que pedimos. Su sabiduría y amor aseguran que recibamos lo que realmente necesitamos.”
Boyd K. Packer: El flujo de la revelación depende de tu fe. Ejercitas la fe al lograr que tu mente acepte o crea como verdad aquello que no puedes probar con certeza por la sola razón.
El primer ejercicio de tu fe debe ser la aceptación de Cristo y Su expiación.
A medida que pruebas los principios del evangelio creyendo sin saber, el Espíritu comenzará a enseñarte. Gradualmente, tu fe será reemplazada por conocimiento.
Serás capaz de discernir o ver con ojos espirituales.
Sé creyente, y tu fe será constantemente renovada, tu conocimiento de la verdad aumentará, y tu testimonio del Redentor, de la Resurrección y de la Restauración será como “un manantial de agua viva, que brota para vida eterna”. Entonces podrás recibir guía sobre decisiones prácticas en la vida diaria. (“Revelación Personal: El Don, la Prueba y la Promesa”, Liahona, noviembre de 1994, 61).
John K. Carmack: Oliver Cowdery pensó que podía traducir bajo la luz parpadeante de una vela. El Señor le instruyó: “Recuerda que sin fe nada puedes hacer; por lo tanto, pide con fe” (DyC 8:10).
Líderes del sacerdocio del pasado, como Pedro, Pablo, José Smith y Brigham Young, lograron resultados sorprendentes en sus llamamientos. ¿Cómo? Todos lo hicieron con fe. No tenían computadoras ni máquinas de fax. Su poder dependía de la fe. Jesús a menudo respondía a los ruegos de intervención milagrosa diciendo: “Conforme a vuestra fe os sea hecho” (véase Mateo 9:29; Mateo 15:28).
En lugar de confiar en la fe, somos tentados a permanecer con las herramientas cómodas y tangibles de nuestras vidas temporales para cumplir con los llamamientos del sacerdocio. La Iglesia también ha provisto algunas herramientas. Estas herramientas son útiles… Sin embargo, al añadir fe, el servicio en el sacerdocio se vuelve magnífico. Dos velas de repente se convierten en cuatrocientas vatios de luz. Más importante aún, accedemos a la fuente de poder del Señor, y nuestras acciones se mueven en armonía con la Suya. El Señor compensa nuestras deficiencias. Vastos y ocultos reservorios de poder dinámico abastecen nuestras necesidades. (“La Fe Produce Poder del Sacerdocio”, Liahona, mayo de 1993, 41-42).
Lindsay R. Curtis: “Debemos tener cuidado de no ‘pedir lo que [no] debemos’ (DyC 8:10). A veces pedimos cosas que no serían lo mejor para nosotros. En tales casos, el Señor es muy amable al no conceder nuestras solicitudes. Pero cuando queremos algo desesperadamente, muchas veces no escuchamos ninguna respuesta que no sea la respuesta que queremos. Y como el Señor no nos va a dar algo que Él sabe que sería dañino para nosotros, pensamos que no nos está respondiendo en absoluto”. (“Tengo una Pregunta”, Liahona, enero de 1980, 50).
Neal A. Maxwell: Es muy instructiva aquella circunstancia en la que la madre creyente de Jacobo y Juan, sin mucha mansedumbre, presionó al Salvador en favor de sus hijos, esperando que pudieran sentarse a su derecha y a su izquierda más tarde. Jesús no la reprendió indignado; en cambio, le habló con sinceridad, diciéndole que no se daba cuenta de lo que pedía. Señaló que esa decisión en particular correspondía a Su Padre de todos modos…
La petición de la madre se parece mucho a muchas de nuestras oraciones. No nos damos cuenta de las implicaciones de lo que pedimos. Pedimos de manera incorrecta y luego nos preguntamos por qué esas peticiones no se conceden exactamente como las formulamos. (3 Nefi 18:20; 2 Nefi 4:35; Santiago 4:3.) (Manso y Humilde, [Salt Lake City: Deseret Book Co., 1987], 10).
Organización por temas
Versículos 1–5
La revelación viene por el poder del Espíritu Santo
El Señor se dirige a Oliver Cowdery para instruirle sobre la naturaleza de la revelación y sobre el don espiritual que le había sido concedido.
El Señor comienza con una solemne promesa: “Ciertamente recibirás conocimiento de cuantas cosas pidieres con fe, con un corazón sincero, creyendo que recibirás” (v.1). Este principio doctrinal recalca que la revelación no depende de la curiosidad o de un deseo superficial, sino de la fe acompañada por sinceridad y confianza en que Dios cumplirá. Oliver recibiría luz en cuanto a los grabados antiguos —los anales que contenían las Escrituras ocultas por siglos— pero el principio aplica a toda búsqueda espiritual: la fe verdadera abre la puerta del conocimiento divino.
Luego, el Señor explica cómo llega la revelación: “Hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo” (v.2). Aquí se enseña claramente que la revelación no es solo un sentimiento emocional ni solo un razonamiento intelectual, sino una unión de ambos: mente iluminada y corazón tocado por el Espíritu. Esta descripción se convirtió en una de las definiciones más claras del espíritu de revelación en todo Doctrina y Convenios.
El Señor eleva la instrucción al recordar: “Este es el espíritu de revelación; es el espíritu mediante el cual Moisés condujo a los hijos de Israel a través del mar Rojo” (v.3). La revelación, por tanto, no es algo limitado a lo privado o pequeño, sino el mismo poder que ha guiado a profetas en grandes obras a lo largo de la historia. Así se enseña a Oliver que el don que recibe no es menor, sino de la misma naturaleza que los milagros de la antigüedad.
El Señor declara entonces: “Este es tu don” (v.4). Oliver debía ejercitarlo con diligencia, y ese don sería su protección contra los enemigos espirituales y temporales. El poder de la revelación no solo le permitiría traducir o recibir conocimiento, sino también mantenerse firme frente a los intentos de destrucción que el adversario levantaría contra él. La revelación, usada con fe y obediencia, es un refugio contra el error y la perdición.
Finalmente, el Señor concluye con un recordatorio solemne: “Acuérdate de estas palabras… recuerda que este es tu don” (v.5). Oliver debía atesorar esa instrucción, no tratarla con liviandad ni olvidarla, porque su vida espiritual y su misión dependían de ello.
Este pasaje enseña de manera clara y directa qué es el espíritu de revelación: Dios comunica simultáneamente al corazón y a la mente por el poder del Espíritu Santo. Esa combinación de claridad intelectual y paz espiritual es la confirmación de la voz divina.
Doctrinalmente, aprendemos que la revelación está disponible para todo aquel que pida con fe sincera, no solo para los profetas. Además, vemos que los dones espirituales son dados con un propósito divino: en este caso, para participar en la traducción de los anales antiguos y para ser preservado del mal.
En resumen, estos versículos enseñan que la revelación es un don sagrado, el mismo poder que guió a Moisés y que guía hoy a los discípulos de Cristo. Cuando se busca con fe sincera, la mente se ilumina, el corazón se confirma y la vida se protege. Por eso, la instrucción final es tan significativa: recordar siempre que este es nuestro don, y vivir de manera que nunca se apague el Espíritu.
Versículos 6–12
El conocimiento de los misterios de Dios y el poder para traducir anales antiguos vienen por la fe.
El Señor continúa instruyendo a Oliver Cowdery acerca de sus dones espirituales, y le da un entendimiento más profundo de su misión y de la manera en que debía ejercer esos dones.
El Señor declara que Oliver no tiene un solo don, sino también “el don de Aarón” (v.6). Esta expresión hace referencia a un poder sagrado vinculado con la autoridad de Dios. Así como Aarón fue llamado a sostener a Moisés en la obra de liberación de Israel, Oliver sería llamado a sostener a José Smith en la obra de la Restauración. El “don de Aarón” implicaba revelación y poder divino, manifestado en instrumentos sagrados (como las varas o báculos de autoridad en la antigüedad), pero sobre todo señalaba su rol como ayudante y testigo escogido en la obra.
El Señor afirma con fuerza que este don viene solo de Dios, y que ningún poder podría arrebatárselo (v.7–8). Esto recalca que los dones espirituales no se obtienen por artificios humanos ni pueden ser quitados por el hombre; pertenecen al Señor y permanecen con Sus siervos mientras son fieles. Con ellos, Oliver podría hacer “obras maravillosas”, no por su propia capacidad, sino por la intervención divina.
El Señor le promete que por medio de este don recibiría respuestas a lo que pidiera y conocimiento respecto a los anales antiguos (v.9). Sin embargo, inmediatamente establece una condición: “sin fe no puedes hacer nada” (v.10). Esta es la clave para el ejercicio de cualquier don espiritual: la fe constante y pura. Además, se le advierte que no debía “jugar con estas cosas” ni pedir lo que no convenía. Esto enseña un principio de reverencia: los dones espirituales son sagrados y no deben usarse con liviandad o para fines personales.
El Señor dirige su enfoque hacia lo que debía pedir: “conocer los misterios de Dios y… traducir y recibir conocimiento de todos esos antiguos anales” (v.11). El propósito de sus dones no era la curiosidad ni la demostración de poder, sino el descubrimiento de la verdad divina y la edificación de los santos. Según su fe, recibiría la bendición prometida.
Finalmente, el Señor sella Sus palabras recordándole: “Soy yo quien lo he hablado” (v.12). Así recalca que esta instrucción no proviene de hombre alguno, sino del mismo Dios, el mismo que le había hablado desde el principio.
Este pasaje enseña que los dones espirituales son múltiples y se otorgan según la misión divina de cada persona. Oliver Cowdery recibió el don de revelación y el don de Aarón, ambos destinados a fortalecer la obra de la Restauración y a apoyar al profeta José Smith.
Doctrinalmente, aprendemos que los dones espirituales deben ejercerse con fe, humildad y reverencia, nunca con liviandad. Su propósito es edificar, revelar la verdad y traer a luz lo que el Señor ha preparado. La advertencia de no “jugar con estas cosas” resuena como recordatorio de que lo sagrado exige respeto y pureza de intención.
En resumen, estos versículos muestran que el Señor concede dones según Sus propósitos, que nadie puede quitarlos cuando vienen de Él, y que la clave para recibir conocimiento y luz es la fe sincera. Oliver fue llamado a sostener la obra de la Restauración con poder divino, y este ejemplo nos recuerda que todos los dones que recibimos deben usarse para edificar el Reino de Dios y glorificar al Dador de todo don.
























