Doctrina y Convenios
Sección 87
Contexto Histórico
El contexto histórico de la Sección 87 de Doctrina y Convenios se sitúa en el período previo a la Guerra Civil de los Estados Unidos, en un tiempo de tensiones políticas, económicas y sociales que amenazaban con dividir al país. Esta revelación fue dada por José Smith el 25 de diciembre de 1832, mientras estaba en Kirtland, Ohio, en un ambiente de creciente conflicto y descontento.
En la década de 1830, el país estaba profundamente dividido en cuanto al tema de la esclavitud y los derechos estatales frente al poder federal. Uno de los episodios más significativos fue la crisis de la anulación en Carolina del Sur. Este estado había declarado su derecho a anular ciertos aranceles federales que consideraba perjudiciales para su economía, lo que puso al gobierno de los Estados Unidos, bajo la presidencia de Andrew Jackson, al borde de un conflicto armado con el estado rebelde. Esta crisis reflejaba la polarización entre los estados del norte, predominantemente industriales y con una postura más abolicionista, y los estados del sur, cuya economía dependía de la esclavitud.
El tema de la esclavitud en particular era un punto de fricción constante. Los debates sobre su abolición y la expansión de la institución esclavista hacia los nuevos territorios adquiridos en el oeste estaban intensificando las tensiones en el Congreso y en la sociedad en general.
José Smith, como líder de una comunidad de creyentes y profeta, observaba no solo los problemas internos de los Estados Unidos, sino también los conflictos en el extranjero. Las tensiones políticas y sociales no eran exclusivas de América; Europa también experimentaba revoluciones y guerras. La incertidumbre global y los problemas nacionales parecían ser parte de un panorama más amplio de agitación que José interpretaba como el cumplimiento de las profecías sobre los últimos días.
La revelación es notable porque anticipa la Guerra Civil estadounidense casi 30 años antes de su inicio, específicamente prediciendo que comenzaría con la rebelión de Carolina del Sur. El texto describe una división entre los estados del norte y del sur, con implicaciones que alcanzarían una escala global, ya que otras naciones, como Gran Bretaña, serían arrastradas al conflicto. Además, menciona la sublevación de los esclavos y el caos generalizado que incluiría guerras, hambrunas, plagas y desastres naturales.
Para los primeros santos, esta revelación no solo era una advertencia de las calamidades futuras, sino también un llamado a prepararse espiritual y físicamente. La instrucción de “permanecer en lugares santos y no ser movidos” indicaba la necesidad de buscar refugio en la fe, la obediencia y las comunidades de la Iglesia. Esta exhortación subrayaba la importancia de mantenerse firmes en el evangelio ante las tribulaciones que vendrían.
La Guerra Civil estadounidense comenzó oficialmente en 1861, con la secesión de varios estados del sur liderados por Carolina del Sur. Aunque la profecía va más allá del conflicto civil al hablar de guerras globales y calamidades naturales, los eventos que siguieron demostraron una correlación impresionante con lo revelado. Las guerras mundiales del siglo XX, los desastres naturales y las crisis sociales han sido vistas por muchos como una continuación de las advertencias contenidas en esta sección.
En resumen, la Sección 87 emerge en un momento de gran agitación en la historia estadounidense y mundial. Es una llamada profética que conecta eventos contemporáneos con un panorama profético mayor, exhortando a los santos a estar preparados para los desafíos espirituales y temporales de los últimos días.
Estos versículos, cada uno vinculado a un tema relevante, demuestran la naturaleza multifacética de la profecía en la Sección 87. Mientras que algunos pasajes advierten sobre las consecuencias de la guerra y las calamidades, otros ofrecen un llamado al arrepentimiento, la preparación y la fe en el Señor. La relevancia histórica de esta sección es un testimonio del don profético de José Smith, y su mensaje continúa siendo una guía para enfrentar los desafíos espirituales y temporales de los últimos días.
Versículo 1: “De cierto, así dice el Señor concerniente a las guerras que pronto acaecerán, comenzando por la rebelión de Carolina del Sur, de las cuales finalmente resultarán la muerte y la miseria de muchas almas;”
Este versículo profetiza específicamente el inicio de la Guerra Civil de los Estados Unidos en Carolina del Sur, destacando la capacidad de la revelación para anticipar eventos históricos importantes. También subraya las terribles consecuencias de la guerra: muerte y miseria. Esto es un recordatorio de las consecuencias devastadoras de la división y los conflictos no resueltos.
“De cierto, así dice el Señor”
Esta introducción afirma la autoridad divina de la revelación. Al decir “De cierto, así dice el Señor,” José Smith establece que estas palabras no son una especulación humana, sino una declaración directa de Dios. Este lenguaje es característico de las escrituras y enfatiza que el contenido de la revelación proviene del consejo eterno y la omnisciencia divina.
El Élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El Señor no nos deja en la oscuridad respecto a los eventos importantes que afectarán nuestra salvación; Él declara Su voluntad por medio de Sus profetas” (Conferencia General, octubre de 2006).
Esta frase establece un marco de confianza en la revelación moderna, recordando que Dios comunica Su voluntad a través de Sus profetas para preparar a Sus hijos para lo que viene.
“concerniente a las guerras que pronto acaecerán”
Aquí se introduce el tema central: la guerra. La frase “que pronto acaecerán” indica la inminencia de los eventos, destacando la capacidad de Dios para prever el futuro. En Doctrina y Convenios 1:37, el Señor instruye a los santos a prestar atención a Sus palabras, ya que “todo se cumplirá.” Este principio asegura que las profecías no son especulaciones, sino declaraciones inevitables de eventos futuros.
El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “Las profecías del Señor siempre se cumplirán, y nosotros debemos estar preparados para lo que venga” (Conferencia General, octubre de 2001).
La advertencia sobre guerras enfatiza la preparación espiritual y mental que los santos deben cultivar en un mundo lleno de conflictos.
“comenzando por la rebelión de Carolina del Sur”
Esta es una profecía específica sobre el inicio de un conflicto que posteriormente se cumpliría con la Guerra Civil de los Estados Unidos en 1861. La rebelión de Carolina del Sur fue una crisis real que ilustró las tensiones sociales y políticas de la época. Doctrinalmente, muestra que el Señor conoce no solo eventos generales, sino también detalles específicos de la historia.
El presidente Wilford Woodruff afirmó: “No hay profecía que el Señor haya dado que no se cumpla al pie de la letra” (Diario de Wilford Woodruff, 6 de enero de 1862).
El cumplimiento de esta profecía específica fortalece la confianza en la revelación moderna y subraya que Dios está al tanto de los eventos políticos y sociales de las naciones.
“de las cuales finalmente resultarán la muerte y la miseria de muchas almas”
Este segmento enfatiza las terribles consecuencias de la guerra: muerte y miseria. La doctrina enseña que el sufrimiento humano es una consecuencia del mal uso del albedrío y que la guerra es a menudo el resultado de la codicia, la ambición y la injusticia. En Mosíah 4:30, se advierte que los pensamientos y acciones contrarios a la voluntad de Dios conducen a la desgracia.
El élder Dallin H. Oaks declaró: “La guerra y sus consecuencias siempre han sido testigos del mal uso del albedrío humano, trayendo sufrimiento innecesario a las almas inocentes” (Devocional, Universidad Brigham Young, 2011).
Este versículo nos llama a reflexionar sobre las consecuencias del conflicto humano y la necesidad de promover la paz. La frase también recuerda que el sufrimiento puede ser una oportunidad para volvernos hacia Dios en busca de consuelo y redención.
Este versículo contiene enseñanzas doctrinales profundas que destacan la omnisciencia de Dios, la importancia de las revelaciones modernas y las consecuencias de los conflictos humanos. Las profecías específicas, como la de Carolina del Sur, fortalecen la fe en el llamado profético de José Smith y demuestran que el Señor está involucrado en la historia humana. A través de esta revelación, se exhorta a los santos a prepararse espiritualmente, buscar la paz y depender del Señor en tiempos de adversidad.
El cumplimiento de esta profecía también recuerda la invitación constante del Señor a permanecer fieles, confiando en que Su voluntad se cumplirá, incluso en medio de las pruebas más difíciles.
Doctrina y Convenios 87:1–2
De cierto, así dice el Señor concerniente a las guerras que pronto acaecerán, comenzando por la rebelión de , de las cuales finalmente resultarán la muerte y la miseria de muchas almas; y vendrá el tiempo en que se derramará la sobre todas las naciones, empezando en ese lugar.
Doctrina y Convenios 87 es una profecía extraordinaria que constituye una evidencia más del poder profético de José Smith. La revelación fue dada el día de Navidad de 1832, unos veintinueve años antes de que se disparara el primer tiro en la Guerra Civil estadounidense. Esa guerra comenzó en Carolina del Sur (v. 1), la división fue entre el Norte y el Sur (v. 3), la Confederación pidió ayuda a Gran Bretaña (v. 3), y los esclavos del Sur se rebelaron contra sus amos (v. 4).
Pero la Sección 87 tiene una aplicación más amplia. Esta profecía revela que una nueva era de guerras y derramamiento de sangre surgiría como consecuencia de la Guerra Civil. Desde la Guerra entre los Estados hasta hoy, millones han sufrido y muerto en guerras regionales y mundiales. Parece que los conflictos y la tecnología bélica se aceleran a nuestro alrededor. Esta revelación testifica del llamamiento profético de José Smith mientras prepara a los santos para la agitación venidera.
La Sección 87 de Doctrina y Convenios destaca como una de las profecías más claras y verificables de José Smith. Fue recibida en un momento de relativa paz, y sin embargo anticipa con precisión el conflicto más sangriento de la historia estadounidense hasta ese momento: la Guerra Civil. El detalle con el que se describe el inicio del conflicto —Carolina del Sur, la división entre el Norte y el Sur, la participación de Gran Bretaña, la rebelión de esclavos— no puede atribuirse a especulación o simple análisis político. Es revelación divina.
Además, el Señor amplía la visión para incluir una serie de guerras que vendrían tras ese conflicto inicial. Esta progresión de conflictos hasta el fin de los tiempos forma parte de lo que las Escrituras llaman “los principios de dolores” (véase Mateo 24:6–8). El mundo experimentará conmoción, no solo por los conflictos armados, sino también por los efectos espirituales y morales del rechazo al evangelio.
Esta sección también cumple una función profética y pastoral: advertir a los santos y prepararles para soportar el tumulto de los últimos días, no con miedo, sino con fe, conocimiento y firmeza en el Evangelio.
Esta profecía nos recuerda que vivimos en tiempos profetizados, y que el Señor no nos ha dejado sin guía. Nos ha advertido de los peligros de los últimos días, no solo para que estemos informados, sino para que estemos espiritualmente preparados. La agitación de las naciones, los conflictos sin tregua y el aumento del sufrimiento humano son señales del tiempo, pero también una llamada a fortalecer nuestra fe.
En medio de las guerras y rumores de guerras, los santos deben buscar la paz que solo Cristo puede dar. Esta paz no depende de las circunstancias externas, sino de una relación firme con Dios, de la obediencia a Sus mandamientos y de una esperanza viva en Su venida. Así, la revelación no solo predice destrucción, sino que apunta hacia la redención final que vendrá con el establecimiento del Reino de Dios en la tierra.
Versículo 3: “Porque he aquí, los estados del sur se dividirán en contra de los del norte, y los estados del sur llamarán a otras naciones, aun el país de la Gran Bretaña, como es llamado, y estas también llamarán a otras para defenderse de otras naciones; y entonces se derramará la guerra sobre todas las naciones.”
Este versículo conecta la Guerra Civil estadounidense con un conflicto global más amplio. Aunque Gran Bretaña no participó directamente en la Guerra Civil, este versículo puede interpretarse como un presagio de la globalización de los conflictos en las décadas posteriores, incluyendo las guerras mundiales. Nos enseña sobre las repercusiones en cadena de los conflictos locales cuando las naciones intervienen.
“Porque he aquí, los estados del sur se dividirán en contra de los del norte”
Esta frase profetiza una división interna en los Estados Unidos, específicamente entre los estados del norte y del sur, anticipando el inicio de la Guerra Civil en 1861. Doctrinalmente, subraya las consecuencias del pecado colectivo y del fracaso en resolver tensiones sociales y políticas a través de principios justos. La división refleja cómo la desigualdad y la falta de unidad conducen a conflictos mayores.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El Señor nos llama a la unidad porque sabe que la división conduce a la destrucción espiritual y social” (Conferencia General, abril de 2012).
Esta frase nos recuerda que la unidad es esencial para evitar el caos y el conflicto. Cuando las naciones o comunidades se dividen por intereses egoístas, el resultado es inevitablemente la discordia y la guerra.
“y los estados del sur llamarán a otras naciones, aun el país de la Gran Bretaña, como es llamado”
Aquí, el versículo predice que los estados del sur buscarán apoyo internacional, particularmente de Gran Bretaña. Aunque esto no ocurrió en la medida prevista, la doctrina enseña que las alianzas mundanas son inestables y no ofrecen verdadera seguridad. El confiar en la ayuda externa en lugar de en los principios de justicia y rectitud puede llevar a consecuencias inesperadas.
El presidente Brigham Young enseñó: “Cuando las naciones confían más en sus alianzas políticas que en la guía del Señor, su caída es inevitable” (Journal of Discourses, vol. 8, p. 123).
Este pasaje advierte contra confiar en las fuerzas del mundo para resolver problemas internos, subrayando la necesidad de buscar soluciones basadas en la fe y la rectitud.
“y estas también llamarán a otras para defenderse de otras naciones”
Esta frase ilustra cómo los conflictos locales pueden escalar y convertirse en guerras más amplias. Doctrinalmente, refleja el principio de que el mal tiene un efecto acumulativo, extendiéndose y afectando a otros si no se detiene a tiempo. En Doctrina y Convenios 1:35, el Señor advierte que la ira de las naciones está destinada a aumentar antes de la Segunda Venida.
El élder Neal A. Maxwell comentó: “El conflicto humano no conoce límites cuando las naciones persiguen sus propios intereses a expensas de la paz global” (Conferencia General, abril de 1982).
La interconexión de las naciones en conflictos destaca la importancia de resolver problemas de manera pacífica y justa antes de que se conviertan en tragedias globales.
“y entonces se derramará la guerra sobre todas las naciones”
Esta frase expande la profecía más allá del contexto de los Estados Unidos, indicando que los conflictos se extenderán a nivel global. Esto puede interpretarse como una referencia a las guerras mundiales del siglo XX y otros conflictos internacionales. Doctrinalmente, subraya el cumplimiento de las profecías de los últimos días, en las que las naciones serían probadas por guerras y calamidades (Mateo 24:6-7).
El élder Dallin H. Oaks declaró: “Las guerras y los conflictos globales son el resultado de una humanidad que ha rechazado la paz ofrecida por el Evangelio de Jesucristo” (Conferencia General, octubre de 2009).
La frase nos invita a reflexionar sobre cómo el alejamiento de los principios divinos puede conducir al sufrimiento global. También nos recuerda la responsabilidad de los santos de trabajar por la paz y ser una luz para el mundo.
El versículo 3 de Doctrina y Convenios 87 no solo es una profecía específica sobre los eventos históricos de la Guerra Civil estadounidense, sino también una advertencia sobre las consecuencias de la división, el egoísmo y la injusticia en el ámbito global. Las enseñanzas doctrinales de este versículo destacan la importancia de buscar soluciones divinas en lugar de depender únicamente de la política o las alianzas humanas. Además, subraya la interconexión del mundo, donde los conflictos en un lugar pueden afectar a todos.
El cumplimiento parcial de esta profecía refuerza la fe en la revelación moderna y nos llama a prepararnos espiritual y temporalmente para los desafíos venideros. Como santos, estamos invitados a promover la paz y la unidad como preparación para la venida del Señor, tal como se enseña en los versículos siguientes.
Versículo 4: “Y acontecerá, después de muchos días, que los esclavos se sublevarán contra sus amos, los cuales serán movilizados y disciplinados para la guerra.”
Este versículo menciona la sublevación de los esclavos, algo que se reflejó en la historia a través de la participación de antiguos esclavos en el esfuerzo bélico del norte durante la Guerra Civil. Es una potente declaración sobre la lucha por la justicia y la libertad. También puede interpretarse como una advertencia de que las desigualdades sociales, si no se abordan, conducen inevitablemente a conflictos y agitaciones.
“Y acontecerá, después de muchos días”
Esta frase establece que el cumplimiento de esta profecía no sería inmediato, sino que sucedería en el futuro. En las escrituras, “después de muchos días” frecuentemente señala eventos proféticos cuyo tiempo está fijado según el conocimiento divino. Esto enfatiza la paciencia y la confianza en que las palabras del Señor siempre se cumplen en su debido tiempo.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “La mano de Dios guía todas las cosas en su debido momento. Podemos no entender Su cronología, pero podemos confiar en que Su voluntad se cumplirá” (Conferencia General, octubre de 1995).
Este segmento nos enseña que las promesas y advertencias del Señor se cumplirán con exactitud, pero debemos tener fe y esperar en el tiempo del Señor.
“que los esclavos se sublevarán contra sus amos”
Este segmento profetiza un cambio social significativo relacionado con la esclavitud. Doctrinalmente, refleja el principio de justicia divina: que los opresores serán eventualmente confrontados por las injusticias cometidas contra los oprimidos. La Iglesia ha enseñado que todos los seres humanos son iguales ante Dios, como se declara en 2 Nefi 26:33: “Y todos son iguales ante Dios.”
El presidente Russell M. Nelson afirmó: “El racismo, la esclavitud y toda forma de opresión son contrarios al amor de Dios y al Evangelio de Jesucristo. Él nos invita a elevarnos por encima de las divisiones y tratar a todos como hijos de Dios” (Mensaje en redes sociales, junio de 2020).
La mención de la sublevación de los esclavos no solo refleja un evento histórico en la Guerra Civil (como la emancipación y la participación de los antiguos esclavos en la guerra), sino también un principio eterno de que Dios no tolera la opresión y defiende la justicia.
“los cuales serán movilizados y disciplinados para la guerra”
Esta frase señala que los esclavos emancipados serían organizados como una fuerza activa en la guerra. Esto se cumplió históricamente cuando miles de antiguos esclavos se unieron al Ejército de la Unión durante la Guerra Civil. Desde un punto de vista doctrinal, muestra cómo las personas marginadas pueden ser levantadas y puestas en posiciones de gran impacto.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “A través del Evangelio, Dios nos da la capacidad de transformar nuestras circunstancias y ser instrumentos en Sus manos para el cumplimiento de Sus propósitos” (Conferencia General, octubre de 2009).
Este segmento enfatiza que Dios puede usar incluso las circunstancias más adversas para cumplir Sus propósitos y permitir que Sus hijos jueguen un papel crucial en la historia. También resalta el papel de la preparación, la disciplina y el propósito en momentos de cambio significativo.
El versículo 4 aborda un tema delicado y poderoso: la liberación de los oprimidos y su participación activa en la transformación social. Este versículo no solo profetiza eventos históricos específicos relacionados con la Guerra Civil, sino que también enseña verdades doctrinales universales sobre justicia, igualdad y la capacidad de Dios para redimir a Sus hijos y utilizarlos en Su obra.
Al reflexionar sobre este versículo, se nos recuerda que Dios está al tanto de las injusticias en el mundo y que, en Su tiempo, proveerá un camino para rectificarlas. Nos invita a confiar en Su plan, a trabajar por la justicia y a ser instrumentos en Sus manos para establecer la paz y la igualdad, preparándonos así para los eventos de los últimos días y el cumplimiento de Sus propósitos eternos.
Doctrina y Convenios 87:1–4
La profecía de José Smith sobre la guerra
En Doctrina y Convenios 87:1–4, el profeta José Smith, el 25 de diciembre de 1832, recibió una revelación profética notable sobre una guerra futura que comenzaría en Estados Unidos, mucho antes de que existiera evidencia visible de tal conflicto. El Señor dijo: “De cierto, así me dice el Señor concerniente a las guerras que pronto sobrevendrán, comenzando por la rebelión de Carolina del Sur, que en definitiva traerá la muerte y la miseria a muchas almas…” (v. 1)
Este pasaje profetiza la Guerra Civil de los Estados Unidos, que no comenzaría sino hasta casi 30 años después, en 1861. Sorprendentemente, el conflicto sí comenzó con la rebelión de Carolina del Sur, el primer estado en separarse de la Unión en 1860. Las palabras del profeta no solo predijeron el punto de inicio, sino también la escala y gravedad del sufrimiento que seguiría: muerte, miseria, y una división que cambiaría el curso de la nación.
Este pasaje es una evidencia poderosa de que José Smith hablaba por inspiración divina, pues predijo con exactitud un conflicto que aún no era visible ni probable en 1832. Los historiadores coinciden en que en ese momento, las tensiones entre el norte y el sur existían, pero no apuntaban aún a una guerra total. Sin embargo, el Señor ya lo veía venir.
En el versículo 2, se afirma que la guerra “atraerá guerras sobre todas las naciones”. Aunque empieza en Estados Unidos, el espíritu de división, orgullo y violencia se extenderá, lo cual se cumplió no solo en la Guerra Civil, sino en las guerras mundiales del siglo XX. Esto muestra que la guerra no es simplemente política, sino también una manifestación de la apostasía y el quebrantamiento de convenios colectivos.
En el versículo 3, el Señor menciona que “los esclavos se levantarán contra sus amos”, lo que puede entenderse como una profecía sobre la emancipación y el cambio en las estructuras sociales que vendrían con el conflicto. En ese sentido, el Señor revela que la justicia divina también actúa a través de las convulsiones de la historia, y que nada escapa a Su conocimiento ni a Su propósito.
Esta profecía no es solo un anuncio de guerra, sino una advertencia espiritual: cuando las naciones rechazan la luz y la ley de Dios, cosechan división, sufrimiento y caos. El versículo 4 cierra con la imagen de los juicios de Dios que se derramarán como una tormenta sobre las naciones que no escuchan Su voz ni guardan Sus convenios.
El presidente Joseph Fielding Smith señaló: “Los mofadores han dicho que no fue nada asombroso que en 1832 José Smith predijera el comienzo de la Guerra Civil, y que otras personas que no afirmaban estar inspiradas por visiones proféticas habían hecho lo mismo… Es bien sabido que los senadores y los congresistas del Sur habían declarado que su parte del país tenía derecho a separarse de la Unión, puesto que era una confederación; y en 1832 se veían nubes de guerra en el horizonte. Fue por ese hecho que el Señor dio a conocer esta revelación a José Smith en la que declaró que pronto se producirían guerras, comenzando por la rebelión de Carolina del Sur, y que finalmente resultarían en guerras sobre todas las naciones y en la muerte y la aflicción de muchas almas. Es posible que en 1832, o incluso en 1831, resultara fácil para alguien predecir que habría una división entre los estados del Norte y los del Sur, puesto que ya entonces había rumores y Carolina del Sur había dado muestras de su espíritu rebelde. Sin embargo, los hombres no tenían poder para predecir, con el detalle con el que el Señor lo reveló a José Smith, lo que acontecería al poco tiempo como fruto de la Guerra Civil y la proliferación de guerras en todas las naciones” (Church History and Modern Revelation, 1953, tomo I).
Doctrina y Convenios 87:1–4 es un testimonio profético de la veracidad del llamamiento de José Smith. Predijo con claridad y precisión un evento histórico de gran magnitud, no por especulación, sino por revelación directa del Señor. Más allá de su cumplimiento histórico, este pasaje también ofrece una advertencia eterna: cuando los pueblos y gobiernos se alejan de la justicia, el orgullo, la esclavitud espiritual o literal, y la rebelión contra Dios, las consecuencias no tardan en llegar.
Para los santos, esta profecía es un llamado a vivir en santidad, a confiar en el Señor en tiempos de agitación y a recordar que Él está al mando de la historia. Aunque las naciones se tambaleen, el Reino de Dios permanece firme, y los que escuchen Su voz estarán preparados para soportar los días venideros con fe, esperanza y paz en Cristo.
Versículo 6: “Y así, con la espada y por el derramamiento de sangre se han de lamentar los habitantes de la tierra; y con hambre, plagas, terremotos, truenos del cielo, y también con violentos e intensos relámpagos, se hará sentir a los habitantes de la tierra la ira, la indignación y la mano disciplinaria de un Dios Omnipotente, hasta que la consumación decretada haya destruido por completo a todas las naciones;”
Este versículo describe un panorama de calamidades universales, tanto naturales como humanas. Subraya la conexión entre los eventos físicos y las consecuencias espirituales. Estas advertencias tienen un propósito: llevar a los habitantes de la tierra al arrepentimiento y a la comprensión de la soberanía de Dios. Es un llamado a prepararse espiritualmente y buscar refugio en el Señor.
“Y así, con la espada y por el derramamiento de sangre se han de lamentar los habitantes de la tierra;”
Esta frase profetiza el sufrimiento humano causado por la guerra y la violencia. La “espada” simboliza los conflictos armados y el “derramamiento de sangre” representa las pérdidas y sufrimientos resultantes. Doctrinalmente, esto señala las consecuencias del pecado y del alejamiento de los principios de paz enseñados por el Evangelio de Jesucristo (Juan 14:27).
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “El pecado es la causa de todos los conflictos, ya sean personales o entre naciones. Solo al vivir el Evangelio se puede encontrar paz verdadera” (Enseñanzas del Presidente Spencer W. Kimball, capítulo 15).
Este segmento recuerda la responsabilidad de los individuos y las naciones de vivir en justicia para evitar las terribles consecuencias de la violencia y el conflicto.
“y con hambre, plagas, terremotos, truenos del cielo, y también con violentos e intensos relámpagos,”
Esta frase describe calamidades naturales y tribulaciones que afectarán a la humanidad. Doctrinalmente, estas son manifestaciones del poder de Dios y del cumplimiento de las profecías de los últimos días (véase Mateo 24:7). Estos eventos también sirven como advertencias para que las personas se arrepientan y busquen refugio espiritual en el Señor.
El élder Dallin H. Oaks enseñó: “Las calamidades de los últimos días son un llamado divino a prepararnos, tanto espiritual como físicamente. Estas pruebas nos enseñan a depender del Señor y a buscar la paz que solo Él puede dar” (Conferencia General, octubre de 2004).
Los desastres naturales y las tribulaciones nos recuerdan nuestra dependencia de Dios y la necesidad de permanecer firmes en lugares espiritualmente seguros, como la fe en Cristo y los convenios sagrados.
“se hará sentir a los habitantes de la tierra la ira, la indignación y la mano disciplinaria de un Dios Omnipotente,”
La “ira” y la “indignación” de Dios no deben interpretarse como emociones humanas, sino como Su respuesta justa a la maldad persistente. La “mano disciplinaria” refleja Su deseo de corregir a Sus hijos para guiarlos de regreso al camino recto. Hebreos 12:6 enseña que “el Señor al que ama, disciplina.”
El presidente Dieter F. Uchtdorf declaró: “El amor de Dios incluye la corrección cuando es necesario. Su disciplina es una manifestación de Su interés en nuestro bienestar eterno” (Conferencia General, abril de 2012).
Este segmento resalta el propósito redentor de la disciplina divina. Aunque estas tribulaciones son difíciles, son expresiones del amor de Dios, diseñadas para llevar a las personas al arrepentimiento y a una vida recta.
“hasta que la consumación decretada haya destruido por completo a todas las naciones;”
La “consumación decretada” se refiere a la culminación de los planes de Dios en los últimos días, cuando las naciones terrenales serán reemplazadas por el Reino de Dios (véase Daniel 2:44). Esta destrucción no significa aniquilación total, sino la eliminación de las estructuras corruptas e injustas que prevalecen en el mundo.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Reino de Dios está destinado a llenar toda la tierra, reemplazando las estructuras humanas con un gobierno celestial que traerá paz, justicia y rectitud eternas” (Conferencia General, abril de 2020).
Este segmento subraya la inevitabilidad del cumplimiento de los propósitos de Dios. Aunque las naciones terrenales serán probadas, el Reino de Dios prevalecerá como una fuente de esperanza y justicia eterna.
El versículo 6 es una advertencia poderosa sobre las consecuencias del pecado y la rebelión contra los principios de Dios. Al mismo tiempo, es una invitación a prepararse espiritual y físicamente para las tribulaciones de los últimos días. A través de la disciplina divina, el Señor busca redimir a Sus hijos y prepararlos para la culminación de Su plan eterno.
Este versículo también destaca el contraste entre el sufrimiento temporal y la esperanza eterna. A pesar de las calamidades descritas, los santos pueden encontrar consuelo al saber que Dios está en control y que Su Reino triunfará. Nos llama a confiar en Su sabiduría, a vivir rectamente y a buscar la paz que solo el Salvador puede ofrecer.
Comentario de Doctrina y Convenios 87:1–6
“… se derramará la guerra sobre todas las naciones”
En esta poderosa revelación dada el 25 de diciembre de 1832, el profeta José Smith profetizó con notable precisión el inicio, la expansión y la naturaleza destructiva de guerras venideras, comenzando con un conflicto específico en los Estados Unidos: la rebelión de Carolina del Sur. Aunque la profecía se cumplió inicialmente con la Guerra Civil estadounidense (1861–1865), el lenguaje de los versículos 1–6 extiende su alcance hacia una visión global y progresiva de conflictos que afectarán a todas las naciones.
El comienzo profetizado: la rebelión de Carolina del Sur (v. 1)
“… comenzando por la rebelión de Carolina del Sur…”
Esto se cumplió literalmente. Carolina del Sur fue el primer estado en separarse de la Unión, en diciembre de 1860. En ese entonces, la idea de una guerra civil a gran escala parecía improbable, lo que hace que esta profecía tenga un peso doctrinal y testimonial importante: es evidencia de la inspiración profética de José Smith.
Expansión del conflicto y juicio divino (vv. 2–3)
“… la guerra se derramará sobre todas las naciones…”
“…y también el esclavo se levantará contra su amo…”
Aquí el Señor revela que el conflicto no se limitaría a una guerra interna en EE. UU., sino que eventualmente alcanzaría una escala global. Aunque la Guerra Civil fue un punto de inicio, los siglos XIX y XX vieron guerras de escala masiva —especialmente las dos guerras mundiales— que afectaron literalmente a todas las naciones.
La frase “el esclavo se levantará contra su amo” puede interpretarse en varios niveles: como una profecía sobre la emancipación de los esclavos en Estados Unidos, pero también como una alusión a movimientos sociales y políticos donde los oprimidos se levantarían contra las clases dominantes —algo que ha ocurrido en revoluciones y conflictos alrededor del mundo desde entonces.
Los juicios sobre las naciones (vv. 4–6)
“… los confines de la tierra llorarán, y se lamentarán, y perecerán…”
“… porque la espada desbordará, y su mano no será detenida hasta que el Señor venga.”
Estos versículos son de una naturaleza profética y apocalíptica. La guerra, la destrucción y el dolor serán tan extensos que la única esperanza de detenerlos será la Segunda Venida de Jesucristo. La “espada desbordada” representa el caos moral, político y militar que se esparcirá. La frase “su mano no será detenida” sugiere que el mundo, una vez encaminado hacia la violencia, no podrá revertir el curso sin intervención divina.
Y, sin embargo, en el versículo 6, el Señor señala con claridad:
“He aquí, el Señor os ha dicho estas cosas de antemano, a fin de que sepáis y os prepareis para lo que ha de venir.”
Aquí encontramos la intención redentora de la profecía: no para infundir temor, sino para motivar preparación espiritual, fidelidad al convenio y confianza en el Señor. No estamos sin guía ni advertencia.
El élder Neal A. Maxwell señaló el número continuo de guerras que han tenido lugar en la era moderna: “Aunque se nos ha pedido que seamos pacificadores, vivimos en una época en que la paz ha sido quitada de la tierra (véase D. y C. 1:35). La guerra ha sido una experiencia casi continua para el hombre moderno. Solo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, ha habido 141 conflictos, algunos grandes y otros de menor importancia. Poco antes de que la Guerra Civil de los Estados Unidos se iniciara, el Señor declaró que habría una sucesión de guerras en todas las naciones y su resultado sería ‘la muerte y la miseria de muchas almas’ (véase D. y C. 87:1).
Por otra parte, la continuidad del conflicto culminaría en la destrucción completa de ‘todas las naciones’ (véase D. y C. 87:6). Mientras tanto, dejemos que los mortales confíen en la protección que brindan las armaduras de los hombres, si así lo desean, pero nosotros nos vestiremos ‘de toda la armadura de Dios’ (véase Efesios 6:11). Y en medio de esa aflicción, si llegamos a morir y somos justos, moriremos para Él; y si vivimos, viviremos para Él (véase D. y C. 42:44)” (véase “Tened buen ánimo”, Liahona, enero de 1983).
Doctrina y Convenios 87:1–6 no solo profetiza guerras pasadas, sino que describe el patrón de agitación mundial que caracteriza los últimos días. Esta revelación muestra que Dios está al tanto de la historia y que Su propósito se cumplirá incluso en medio de la conmoción de las naciones.
Más aún, la profecía lleva un mensaje personal: el pueblo del convenio debe prepararse. No con miedo, sino con fidelidad. El Reino de Dios sigue creciendo, incluso cuando los reinos del mundo tambalean. Los que escuchen la voz del Señor, que vivan por el Espíritu, y que permanezcan firmes en sus convenios, podrán soportar estos días difíciles con esperanza, dirección y poder divino.
Porque aunque la guerra se derrame, la paz verdadera habitará en el corazón de los fieles. Y esa paz viene de saber que el Señor ya ha vencido, y que vendrá —con poder y gloria— a establecer justicia entre las naciones.
Versículo 8: “Por tanto, permaneced en lugares santos y no seáis movidos, hasta que venga el día del Señor; porque he aquí, viene pronto, dice el Señor. Amén.”
Este versículo es un llamado directo a los santos a buscar refugio espiritual y físico en lugares santos. La frase “no seáis movidos” implica no solo una permanencia física, sino también una firmeza espiritual frente a las pruebas y calamidades. Este versículo encapsula el mensaje central de la sección: estar preparados, confiar en el Señor y mantenerse firmes en la fe.
“Por tanto, permaneced en lugares santos”
Esta frase es un llamado directo a buscar y permanecer en lugares que sean espiritualmente seguros, como templos, hogares donde reine el evangelio y comunidades que promuevan la rectitud. Los “lugares santos” no son solo espacios físicos, sino también estados espirituales donde la presencia del Señor puede ser sentida.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Los templos son lugares santos donde podemos acercarnos más a Dios y prepararnos para las bendiciones de la eternidad. Al estar en lugares santos, también fortalecemos nuestro espíritu para resistir las tentaciones del mundo” (Conferencia General, octubre de 2010).
Este llamado nos recuerda la importancia de buscar refugio espiritual en medio de las tribulaciones. Estar en “lugares santos” no solo nos protege, sino que nos capacita para ayudar a otros a encontrar esa misma paz.
“y no seáis movidos”
Esta exhortación subraya la necesidad de firmeza en la fe. No ser “movidos” implica resistir la influencia del pecado, las dudas y las tribulaciones que podrían alejarnos de la verdad. En Efesios 6:13, Pablo enseña sobre la importancia de “estar firmes” en medio de las pruebas usando la armadura de Dios.
El élder Jeffrey R. Holland declaró: “En estos últimos días, mantenerse firme significa no ceder ante la presión del mundo, sino permanecer fieles a nuestras convicciones y principios, incluso cuando sea difícil” (Conferencia General, abril de 2014).
La invitación a no ser movidos nos llama a desarrollar una fe anclada en Cristo. Esto requiere constancia en la oración, el estudio de las escrituras y la obediencia a los mandamientos.
“hasta que venga el día del Señor;”
El “día del Señor” se refiere a la Segunda Venida de Jesucristo. Este evento es central en la doctrina de los últimos días y se describe como un tiempo de juicio y redención. La instrucción de permanecer en lugares santos hasta ese momento implica preparación espiritual constante y una vida de rectitud.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La preparación espiritual para la Segunda Venida debe ser nuestra prioridad. Debemos vivir cada día como si estuviéramos esperando al Salvador, fortaleciendo nuestra fe y ayudando a otros a hacer lo mismo” (Conferencia General, abril de 2019).
Este segmento nos recuerda la importancia de vivir en un estado de preparación continua, no solo por temor al juicio, sino por el deseo de estar listos para recibir al Salvador con gozo.
“porque he aquí, viene pronto, dice el Señor.”
Esta frase reitera la inminencia de la Segunda Venida, aunque “pronto” debe entenderse en el contexto del tiempo del Señor, que no sigue las mismas medidas que el tiempo humano (véase 2 Pedro 3:8). El propósito de esta declaración es instar a los santos a no procrastinar su preparación espiritual.
El élder D. Todd Christofferson dijo: “La declaración de que Cristo viene pronto no pretende fijar fechas, sino recordarnos la urgencia de arrepentirnos y vivir rectamente cada día” (Conferencia General, octubre de 2010).
La declaración del Señor sobre Su venida nos llama a vivir en un estado de alerta espiritual, sin dejarnos llevar por la complacencia o la procrastinación en nuestra preparación personal.
El élder Dennis B. Neuenschwander explicó: “En Doctrina y Convenios, tres veces el Señor aconseja a Su pueblo ‘permanec[er] en lugares santos’ (véanse D. y C. 45:32; 87:8; 101:22). El contexto de Su consejo tiene aún más significado si nos fijamos en la condición presente de nuestro mundo: enfermedades devastadoras, persecuciones y guerras son todos acontecimientos conocidos y se han hecho parte de nuestra vida diaria. Frente a esos problemas desconcertantes, el Señor aconseja esto: ‘He aquí, es mi voluntad que todos los que invoquen mi nombre, y me adoren de acuerdo con mi evangelio eterno, se congreguen y permanezcan en lugares santos’ (D. y C. 101:22).
“Los lugares santos siempre han sido esenciales para la forma apropiada de adorar a Dios. Para los Santos de los Últimos Días, esos lugares santos son los lugares de importancia histórica, nuestros hogares, las reuniones sacramentales y los templos. Mucho de lo que veneramos y que enseñamos a nuestros hijos a venerar como sagrado se refleja en esos lugares. La fe y la reverencia relacionadas con estos y el respeto que sentimos por lo que sucede o ha sucedido en ellos los hacen santos. Nunca será demasiado recalcar la importancia que tienen los lugares santos y el espacio sagrado en nuestra adoración…
“Esos lugares sagrados nos inspiran a tener fe y nos alientan a ser fieles y avanzar pese a las dificultades que puedan cruzarse en nuestro camino” (véase “Lugar santo, espacio sagrado”, Liahona, mayo de 2003).
El versículo 8 es una invitación poderosa a los santos de los últimos días a centrarse en la preparación espiritual. Nos recuerda que debemos buscar refugio en lugares santos, tanto físicos como espirituales, y mantenernos firmes en la fe frente a las adversidades del mundo. La promesa de la Segunda Venida del Salvador es tanto una advertencia como una fuente de esperanza y consuelo para aquellos que viven rectamente.
El llamado a “no ser movidos” nos anima a desarrollar una fe sólida, mientras que la referencia a la proximidad de Su venida nos insta a no procrastinar nuestra preparación. Este versículo encapsula el mensaje de seguridad espiritual que el Señor ofrece a Sus discípulos en medio de las tribulaciones de los últimos días: refugiarse en Él, prepararse y esperar con esperanza el cumplimiento de Sus promesas.
Doctrina y Convenios 87:8
En medio del conflicto y la agitación, debemos permanecer en lugares santos, apartados de la maldad del mundo (D. y C. 45:32). Al hacerlo, los fieles serán bendecidos “en medio de la penumbra que nos rodea” de las tribulaciones de los últimos días (D. y C. 63:34; 115:6; Himnos, Nº 97).
Los lugares santos son el hogar y la familia, el sitio donde se guardan los convenios en la interacción diaria con los demás. Los lugares santos son el templo, donde se hacen convenios que conducen al gozo eterno y la vida perdurable. Los lugares santos son la capilla, donde participamos del sacramento y nos servimos mutuamente con humildad y amor.
Un lugar santo es cualquier lugar donde retenemos al mundo, nos aferramos a la luz y crecemos en rectitud.
Como santos, nos congregamos en lugares santos, donde se fortalece nuestra fe y se renueva nuestro deseo de vivir el evangelio con mayor plenitud. Aquellos que permanecen apartados del mundo en lugares santos esperan con gozo el día venidero del Señor.
Este versículo y comentario expanden el mandato del Señor en Doctrina y Convenios 87:8: “Por tanto, permaneced en lugares santos y no seáis movidos”. En el contexto de tribulación, guerras y confusión moral, Dios ofrece una promesa de refugio espiritual. El “lugar santo” no es solo un espacio físico, sino una condición espiritual: un entorno consagrado donde la luz del Evangelio puede florecer.
Doctrinalmente, este principio subraya tres realidades importantes:
- La santidad se puede y se debe cultivar en lo cotidiano, especialmente en el hogar. Allí es donde primero se enseña y guarda el convenio del discipulado.
- El templo representa la culminación de estos lugares santos: es donde se hacen convenios eternos que vinculan a las familias y a los santos con Dios de manera directa y permanente.
- Las capillas y reuniones dominicales son lugares donde se renueva el alma por medio del sacramento y el servicio, y donde la comunidad del convenio se fortalece.
Por tanto, los lugares santos son espacios de resistencia espiritual, donde se vence la influencia del mundo y se cultiva la esperanza.
Esta enseñanza es profundamente relevante hoy, cuando el mundo se llena de ruido, confusión, contención y decadencia moral. Dios nos invita a crear y buscar refugios santos en medio del caos, donde Su Espíritu pueda morar con nosotros.
Cada hogar puede convertirse en un santuario. Cada momento de adoración sincera, un lugar sagrado. No necesitamos huir del mundo, pero sí elevarnos por encima de su influencia manteniéndonos firmes en la luz de Cristo.
Los que permanecen en lugares santos no solo sobreviven espiritualmente: prosperan. Y lo más glorioso es que lo hacen con la mirada puesta en la Segunda Venida del Salvador, aguardando no con temor, sino con esperanza.
























