Doctrina y Convenios Sección 92

Doctrina y Convenios
Sección 92


Contexto histórico y trasfondo 

Resunen breve por Steven C. Harper

Las personas viven por la ley de consagración y mayordomía. Cuando se dice que los primeros santos vivieron la “Orden Unida”, en realidad no se entiende lo que es—o lo que fue. United Order era en realidad un seudónimo para la United Firm (Compañía Unida), un grupo de varios líderes de la Iglesia que el Señor nombró específicamente en la sección 82. “Como un consejo financiero administrativo, la firma era responsable de imprimir publicaciones de la Iglesia, mantener las propiedades de la Iglesia en fideicomiso, ayudar a los pobres y operar tiendas en Independence, Misuri, y Kirtland, Ohio, para generar fondos para la Iglesia.”

El Señor estableció la United Firm en 1832 (véase sección 82). En 1833, el Señor llamó a Frederick Williams como consejero y escriba de José, y para consagrar su amplia granja a la Iglesia. “Sea tu granja consagrada para sacar a luz las revelaciones y serás bendecido”, le dijo el Señor a Frederick. La sección 92 hizo de Frederick un miembro de la United Firm. Las actas que describen lo que esto significa dicen que Frederick “debía ser recibido en la United Firm como socio pleno, de acuerdo con las especificaciones del convenio” mencionado en DyC 78:11 y 82:11. La sección 92 instruye a los miembros de la United Firm a recibir a Frederick y le manda a ser un “miembro animado.”

José envió una copia de la revelación a los miembros de la firma en Misuri. Aparentemente, ellos plantearon algunas preguntas sobre el papel de Frederick. Él se unió a la firma, consagró su granja, fue ordenado consejero de José Smith, continuó sirviendo como escriba y fue de otras maneras “animado”, aunque de carácter apacible, en la edificación de Sion. El diario de José dice: “El hermano Frederick es uno de esos hombres en quienes deposito la mayor confianza y seguridad porque siempre lo he hallado lleno de amor y de bondad fraterna… Es perfectamente honesto y recto y procura con todo su corazón magnificar su presidencia en la Iglesia.”

Contexto adicional por Casey Paul Griffiths

Cuando Frederick G. Williams fue incorporado a la presidencia del sumo sacerdocio el 8 de marzo de 1833 (DyC 90), vinieron junto con su nuevo llamamiento varias responsabilidades adicionales. Una de ellas involucraba a un grupo de líderes de la Iglesia que José Smith había organizado un año antes. Este grupo formaba la United Firm (denominada en esta sección como la “orden unida”), un consejo financiero administrativo que supervisaba varios proyectos cruciales para la Iglesia. La United Firm era responsable de “regular y establecer los asuntos del almacén para los pobres de mi pueblo” (DyC 78:3); mantener las propiedades de la Iglesia en fideicomiso; operar tiendas en Independence, Misuri, y en Kirtland, Ohio; y supervisar la publicación de las Escrituras. También supervisaban la planificación de ciudades y la construcción de edificios de la Iglesia, incluido el Templo de Kirtland. Los primeros miembros de la United Firm fueron José Smith, Oliver Cowdery, Sidney Gilbert, Martin Harris, Edward Partridge, William W. Phelps, Sidney Rigdon, John Whitmer y Newel K. Whitney. Frederick G. Williams fue el primer miembro nuevo desde su organización un año antes.

En la primavera de 1833, los planes para construir la ciudad de Sion y el templo en Kirtland se aceleraban, y Frederick G. Williams llegó a involucrarse profundamente en ambos proyectos. Tanto el plano de la ciudad de Sion como el diseño del templo quedaron registrados con la letra de Williams y fueron enviados a Misuri ese verano. Williams también copió con su propia mano la revelación que se encuentra en la sección 92 en el libro de cartas de José Smith.

Véase “Historical Introduction,” Revelation, 15 March 1833 [D&C 92]


Versículos 1–2
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)


El “mandamiento dado anteriormente” (DyC 92:1) se encuentra en Doctrina y Convenios 78:11, donde se pide a los miembros de la orden unida que “os organicéis por un convenio o pacto eterno que no pueda ser quebrantado” (DyC 87:13). En una parte de esta revelación, se le pidió a Frederick G. Williams que fuera un miembro “animado” de la orden. Uno de los sinónimos de lively en el lenguaje de la época era activo. Hoy en día en la Iglesia, la palabra activo se usa con frecuencia para distinguir a alguien que participa de manera constante en la Iglesia de alguien que solo figura en los registros de membresía pero que tiene poca o ninguna función en ella. Hay muchas razones por las que algunas personas caen en la inactividad o tienen dificultades para participar. Dichos individuos necesitan nuestro amor y aliento, no nuestro juicio.

Ser miembros animados de la Iglesia implica ver nuestra pertenencia como una oportunidad para ofrecer lo mejor de nosotros mismos, en lugar de exigir algo a cambio de nuestra participación. Daniel Becerra, profesor de Escrituras Antiguas en BYU, ha comparado estas dos actitudes con un restaurante y una comida de convivencia (potluck dinner). Algunas personas tratan a la Iglesia como si fuera un restaurante, asistiendo con la expectativa de ser atendidos. Estas personas suelen quejarse diciendo: “No obtengo nada de esto.” En cambio, la participación en la Iglesia es una experiencia mucho más enriquecedora si la tratamos como una comida de convivencia. Debemos entrar preguntando: “¿Qué estoy trayendo yo para bendecir y servir a los demás?” Cuando el Señor pidió a Frederick G. Williams que fuera un miembro animado de la orden unida, en realidad le estaba pidiendo que contribuyera y que fuera proactivo en su servicio. El Señor espera lo mismo de cada uno de nosotros: que seamos miembros animados de la Iglesia.


Versículo 1: “De cierto, así dice el Señor, doy a la orden unida, organizada conforme al mandamiento previamente dado, una revelación y mandamiento concerniente a mi siervo Frederick G. Williams, de admitirlo en la orden. Lo que digo a uno lo digo a todos.”
Este versículo destaca el propósito divino de la Orden Unida como un mandamiento para promover la unidad y la consagración entre los santos. El Señor llama específicamente a Frederick G. Williams, mostrando que los principios de la orden no están limitados a ciertos individuos, sino que se aplican a todos los que estén dispuestos a participar. La frase “lo que digo a uno, lo digo a todos” subraya la naturaleza universal de los principios de consagración y cooperación en la construcción del Reino de Dios.

“De cierto, así dice el Señor”
El uso de esta introducción reafirma la naturaleza divina de la revelación. Es una declaración solemne de que lo que sigue es la voluntad del Señor, comunicada a través de Su profeta. Este inicio enfatiza la importancia de la revelación moderna como una herramienta para dirigir la obra de Dios en la tierra.
Amós 3:7: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” David A. Bednar: “La revelación moderna es una muestra de que el Señor está al tanto de nuestras necesidades específicas y de que Su obra avanza de acuerdo con Su voluntad” (Conference Report, octubre de 2010).
Este inicio nos recuerda que la revelación moderna es un pilar fundamental del evangelio restaurado y que Dios se comunica activamente con Sus hijos mediante Sus profetas.

“Doy a la orden unida, organizada conforme al mandamiento previamente dado”
La Orden Unida fue establecida como una organización económica y espiritual basada en principios de consagración y mayordomía. Esta frase subraya que la creación y el funcionamiento de la orden no fueron ideas humanas, sino mandamientos divinos, diseñados para edificar el Reino de Dios y establecer Sión.
Doctrina y Convenios 82:19: “Cada hombre debe procurar el interés de su prójimo, y hacer todas las cosas con miras a la gloria de Dios.” Brigham Young: “La consagración no es solo un sistema económico; es una práctica espiritual que unifica nuestros corazones y nuestras vidas con Dios” (Journal of Discourses, 9:124).
Esta frase destaca que la Orden Unida no era solo un sistema para resolver necesidades temporales, sino una manifestación de los principios eternos del evangelio, como la caridad y la unidad.

“Una revelación y mandamiento concerniente a mi siervo Frederick G. Williams, de admitirlo en la orden”
El Señor llama específicamente a Frederick G. Williams a unirse a la Orden Unida, subrayando que la participación en este sistema es un mandamiento individual. Esto enfatiza que cada miembro tiene un papel específico y necesario en la construcción del Reino de Dios. La inclusión de Frederick en la orden también muestra que los líderes no están exentos de cumplir con los principios de consagración.
José Smith: “El Señor requiere que todos Sus hijos participen plenamente en Su obra, sin importar su posición o llamamiento” (Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 271). Dieter F. Uchtdorf: “El Señor nos llama individualmente a Su servicio, confiando en que daremos lo mejor de nosotros” (Conference Report, octubre de 2010).
La inclusión de Frederick G. Williams como miembro activo refuerza que la obediencia a los principios de consagración es universal y no depende del rango o posición en la Iglesia.

“Lo que digo a uno lo digo a todos”
Este principio refuerza que los mandamientos y principios revelados por el Señor no son exclusivos de una persona o grupo, sino aplicables a todos los santos. Aunque la revelación se dirige a Frederick G. Williams, el mandato de consagración, unidad y fidelidad es universal.
Doctrina y Convenios 1:38: “Lo que digo a uno lo digo a todos; y mi voz será oída por todos los hombres.” Gordon B. Hinckley: “Los mandamientos de Dios no son selectivos. Su mensaje de amor y obediencia es para todos Sus hijos” (Conference Report, octubre de 1999).
El Señor recalca que los principios de la revelación tienen aplicaciones generales, enseñando que los mandamientos no están limitados a circunstancias específicas, sino que son aplicables a toda la Iglesia.

Este versículo refleja principios clave del evangelio restaurado, como la importancia de la revelación, la universalidad de los mandamientos divinos y el llamado personal al servicio. La inclusión de Frederick G. Williams en la Orden Unida demuestra que todos, incluso los líderes, deben vivir los principios del evangelio de manera activa y sincera.
Además, el llamado a la consagración nos recuerda la importancia de vivir en unidad, compartiendo nuestras bendiciones temporales y espirituales con los demás. Como dijo el presidente Russell M. Nelson, “La unidad entre los santos refleja nuestra disposición a consagrar lo que tenemos y somos al Señor” (Conference Report, octubre de 2020).
En conclusión, este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestro propio compromiso con los principios de consagración, obediencia y participación activa en la obra del Señor, sabiendo que las bendiciones prometidas son para todos aquellos que respondan con fidelidad a Su llamado.


Doctrina y Convenios 92:2


Frederick G. Williams había sido recientemente nombrado consejero de José Smith en la Primera Presidencia y era miembro de la orden unida (D. y C. 92:1). En consecuencia, el Señor le indicó que “fuese un miembro activo en esta orden” (D. y C. 92:2). Ser activo significa estar involucrado, ansiosamente comprometido, diligente, lleno de energía. Estas son cualidades que cada uno de nosotros puede aplicar en sus respectivos llamamientos en la Iglesia y en las responsabilidades de mayordomía. No podemos ser simples espectadores en la importante y continua obra del reino (D. y C. 58:27–28). Para seguir creciendo espiritualmente como individuos y familias, debemos “poner el hombro a la lid” (Himnos, n.º 252) y hacer nuestra parte para contribuir al todo. La Iglesia necesita nuestra aportación y nuestro compromiso consciente en nuestras responsabilidades. La obra del Señor se lleva a cabo por medio de quienes magnifican sus llamamientos y dejan brillar su luz con amor y dedicación (D. y C. 84:33; Mateo 5:16). La actividad diligente es el semillero de la espiritualidad.

Esta revelación a Frederick G. Williams destaca un principio clave del discipulado en los últimos días: el servicio activo y comprometido en la obra del Señor. El mandamiento de ser “un miembro activo” en la orden unida no solo aplicaba a su rol económico dentro de esa organización, sino también a su posición en la Primera Presidencia, donde se esperaba diligencia, fe y entrega.

La doctrina subyacente aquí es que la espiritualidad crece mediante el trabajo consagrado. No se alcanza la santidad únicamente por contemplación o pasividad. Tal como enseñó el Salvador, dejar que nuestra luz brille (Mateo 5:16) requiere acciones concretas: enseñar, servir, ministrar, presidir, consolar y levantar.

El Señor espera que todos sus discípulos sean “ansiosamente comprometidos” (D. y C. 58:27), es decir, que no esperen ser obligados o empujados, sino que actúen por iniciativa propia, con fe y amor. Esto es vital no solo para el progreso de la Iglesia, sino también para el crecimiento espiritual personal.

El mandato de ser “un miembro activo” en la obra del Señor no se limita a un llamamiento específico ni a una época en particular. Es un llamado eterno al discipulado vivo y comprometido. La espiritualidad no florece en la pasividad, sino en la diligencia diaria, en el servicio con propósito y en la entrega con amor.

El Señor edifica Su reino por medio de personas comunes que están dispuestas a magnificar su llamamiento y a dar lo mejor de sí mismas. Cuando trabajamos con energía y devoción, no solo bendecimos a los demás: nos transformamos a nosotros mismos. La diligencia constante se convierte así en el terreno fértil donde germinan la fe, la revelación y la santidad.


Versículo 2: “Y además, te digo a ti, mi siervo Frederick G. Williams, tú serás un miembro activo en esta orden; y en tanto que seas fiel en guardar todos los mandamientos anteriores, serás bendecido para siempre. Amén.”
El Señor no solo invita a Frederick a unirse a la Orden Unida, sino que también le da el mandato de ser un miembro activo. Esto significa que no basta con pertenecer formalmente; la participación requiere dedicación, esfuerzo y fidelidad. Además, el Señor promete bendiciones eternas a cambio de la obediencia y la fidelidad a los mandamientos, reafirmando la conexión entre el servicio fiel y las recompensas espirituales.

“Y además, te digo a ti, mi siervo Frederick G. Williams”
El Señor se dirige personalmente a Frederick G. Williams, mostrando que las revelaciones divinas no son generales ni impersonales. Dios conoce a cada uno de Sus hijos individualmente y les da instrucciones específicas conforme a su situación y responsabilidad. Al llamarlo “mi siervo”, se resalta la relación de confianza y el compromiso que Frederick tenía con la obra del Señor.
Doctrina y Convenios 84:88: “Mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis ángeles a vuestro alrededor, para sosteneros.” Presidente Russell M. Nelson: “El Señor te conoce personalmente. Él tiene una misión específica para ti en Su obra” (Conference Report, abril de 2018).
Este enfoque personal enseña que el Señor está profundamente involucrado en la vida de Sus siervos y les da responsabilidades particulares adaptadas a sus habilidades y circunstancias.

“Tú serás un miembro activo en esta orden”
El Señor instruye a Frederick a ser más que un participante pasivo: debe ser un miembro activo en la Orden Unida. Esto implica compromiso, diligencia y acción. En el evangelio, la actividad no es opcional; requiere un esfuerzo constante por vivir los principios del reino y contribuir al bienestar colectivo.
Doctrina y Convenios 58:27: “El hombre debe ser ansiosamente dedicado a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad, y llevar a cabo mucha justicia.” Howard W. Hunter: “El verdadero discipulado requiere acción. No es suficiente simplemente declarar nuestra fe; debemos actuar de acuerdo con ella” (Teachings of Howard W. Hunter, p. 219).
El llamado a ser activo no solo aplica a Frederick G. Williams, sino a todos los miembros de la Iglesia. Ser activo significa participar plenamente en la obra del Señor y vivir los principios del evangelio con fidelidad.

“Y en tanto que seas fiel en guardar todos los mandamientos anteriores”
El Señor condiciona las bendiciones prometidas a la fidelidad en guardar los mandamientos. Esto subraya un principio clave del evangelio: las bendiciones divinas son predicadas por la obediencia (véase D. y C. 130:20–21). Frederick no solo debía cumplir con este nuevo mandamiento, sino permanecer fiel a los principios y ordenanzas ya establecidos.
Doctrina y Convenios 82:10: “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; pero cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis.” Joseph F. Smith: “La fidelidad en los mandamientos más pequeños muestra nuestro amor por Dios y prepara el camino para bendiciones mayores” (Teachings of Presidents of the Church: Joseph F. Smith, p. 291).
La fidelidad continua y constante es la clave para recibir las bendiciones del Señor. Esto implica una obediencia que abarca tanto lo que ya se ha mandado como lo que será revelado en el futuro.

“Serás bendecido para siempre”
El Señor promete bendiciones eternas a quienes sean fieles. Esto demuestra que los sacrificios y el esfuerzo en la obra de Dios tienen recompensas que trascienden esta vida. La promesa de bendiciones “para siempre” nos recuerda la perspectiva eterna del evangelio y la importancia de la obediencia a largo plazo.
Doctrina y Convenios 14:7: “Si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin, tendrás la vida eterna, que es el mayor de todos los dones de Dios.” Jeffrey R. Holland: “Dios nunca olvida los sacrificios de Sus hijos. Las bendiciones eternas están reservadas para quienes permanezcan fieles hasta el final” (Conference Report, octubre de 1999).
La promesa de bendiciones eternas nos recuerda que el Señor siempre cumple Su palabra y que la obediencia a los mandamientos trae recompensas que superan nuestras expectativas terrenales.

Este versículo subraya principios fundamentales del evangelio: Ser miembro de la Iglesia o de la Orden Unida no se trata de pertenecer pasivamente, sino de participar activamente en la obra del Señor. Las bendiciones prometidas están condicionadas a la obediencia y la constancia en guardar los mandamientos previos y futuros. Las bendiciones que el Señor promete no se limitan a esta vida, sino que abarcan la eternidad, fortaleciendo nuestra fe en Su plan.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La fidelidad en guardar los mandamientos es la manifestación más pura de nuestro amor por Dios. Cuando lo hacemos, Su promesa de bendiciones eternas se convierte en nuestra realidad” (Conference Report, abril de 2021).
Este versículo nos invita a evaluar nuestra propia fidelidad y actividad en la obra del Señor, recordando que el sacrificio y el servicio sincero conducen a bendiciones eternas.

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