El Evangelio Restaurado

Conferencia General Abril 1968

El Evangelio Restaurado

por el Élder Alma Sonne
Asistente al Consejo de los Doce


Mis hermanos y hermanas, el evangelio de Jesucristo ha sido restaurado en su plenitud. No tiene sustituto. Es el plan de Dios para salvar a la humanidad y llevar a sus hijos de regreso a él. En tiempos modernos, comenzó a operar el 6 de abril de 1830, cuando la Iglesia fue organizada. La Iglesia de Cristo crecerá y florecerá en el futuro, como lo ha hecho en el pasado; cito de la revelación moderna: “…la gloria de Dios estará sobre ella; …y de toda nación bajo el cielo vendrán a ella” (DyC 64:41-42).

Estas palabras proféticas, dadas el 11 de septiembre de 1831, se están cumpliendo. La Iglesia ha alcanzado un momento en el que tiene la oportunidad de ser escuchada. Muchos obstáculos y prejuicios han sido eliminados, y personas prominentes en el mundo están realizando sus propias investigaciones.

Fórmula para la Paz
El mensaje del evangelio se presenta ante el mundo. Está siendo estudiado e investigado por pensadores y eruditos. Libros y revistas sobre la palabra revelada se están leyendo. Eventualmente, los hombres sabios llegarán a comprender que la única fórmula para la paz se encuentra en el evangelio de Jesucristo.

El odio, el rencor y la venganza deben dar paso al amor defendido y ejemplificado por el Señor Jesucristo. No hay otra forma eficaz, porque en su evangelio está el poder para salvar.

Plan para la Redención del Hombre
Pablo, el apóstol a los gentiles (Romanos 11:13), entendió que el evangelio es el convenio que el Señor ha hecho con los hombres para su salvación y exaltación. Incluye todos los derechos, poderes y autoridad para salvar y exaltar a la familia humana. Es definitivo en todos sus compromisos y no debe ser pervertido ni modificado para satisfacer conveniencias o caprichos de falsos maestros y otros que buscan evadir sus responsabilidades.

Cito las palabras de Pablo a los Gálatas: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8). Jesús fue igualmente enfático cuando dijo: “…estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14). También advirtió a sus seguidores a “guardar[se] de los falsos profetas”, que vendrían a ellos con vestiduras de oveja (Mateo 7:15).

No debe haber desviación del plan establecido para la redención de la humanidad. Es específico y claro en todos sus requisitos; la obediencia es el precio de la salvación.

Misión de la Iglesia
La misión de la Iglesia es establecer el reino de Dios en la tierra, protegerlo de errores y falsedades, y promover una vida recta entre sus miembros. Para cumplir con este propósito, se han organizado estructuras, se ha instituido la obra misional y se han establecido cimientos sólidos.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días proclama la restauración del evangelio con todos sus dones, llaves, poderes y autoridad. Funciona tal como lo hizo en la antigüedad, con “apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelistas, etc.” (Artículos de Fe 1:6).

“Debes nacer de nuevo”, dijo Jesús a Nicodemo, quien confesó su fe y mostró interés en aprender de las enseñanzas del Maestro (véase Juan 3:7). En su conversación con el líder judío, Jesús se refirió a la Iglesia como el reino de Dios, una organización mediante la cual se lleva a cabo la obra de regeneración (Juan 3:3-5). Nicodemo quedó impresionado, pero no fue convertido, aunque el Maestro le explicó los principios fundamentales del evangelio. “Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos” (DyC 121:34).

El Plan del Evangelio
El evangelio restaurado es idéntico en todos los aspectos al evangelio enseñado por el Salvador y sus apóstoles. Sus requisitos, principios y ordenanzas son los mismos. No hay desviación en las enseñanzas fundamentales ni en los altos estándares exigidos, ni tampoco modificaciones en los procedimientos autorizados.

La ley de salud, conocida como la Palabra de Sabiduría, es parte del plan del evangelio. Su cumplimiento fomenta la aptitud física, la claridad mental, la integridad moral y el desarrollo espiritual. La ley del diezmo es el método del Señor para proporcionar los recursos necesarios para el funcionamiento de la Iglesia en todas sus áreas, y también es parte del evangelio restaurado.

Misión del Espíritu Santo
Cuando al profeta José Smith se le preguntó sobre una característica distintiva de la Iglesia, respondió: “Tenemos el Espíritu Santo”.

El Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, es el espíritu de revelación sobre el cual se fundamenta la verdadera Iglesia. Él es el Consolador y el “testigo permanente” (Juan 14:16) del que habló el Señor Jesús, conferido mediante la imposición de manos.

Él testifica a los creyentes bautizados y arrepentidos que Jesús es el Cristo, llenándolos con la convicción de que el evangelio restaurado es verdadero y divino. Esta convicción es un testimonio sagrado y personal, que es la fortaleza de la Iglesia y explica sus logros y la firmeza de sus miembros. La misión del Espíritu Santo es inspirar a los Santos de los Últimos Días en sus esfuerzos por edificar el reino de Dios, fortalecer la obra misional y alumbrar las mentes de aquellos que buscan la verdad.

El Hombre, un Hijo de Dios
El evangelio restaurado declara que el hombre es un hijo de Dios y que vivió antes de venir a la tierra. Así, un ser humano es más que una creación física; es un ser espiritual dotado de los atributos de su Padre Celestial. El hombre progresa hacia la perfección al honrar y obedecer los mandamientos divinos, que son el único camino hacia la perfección.

La vida tiene un propósito profundo. La existencia del hombre en la tierra es una oportunidad para crecer y desarrollarse, para adquirir conocimiento, poder y experiencia, y para prepararse para la vida eterna en el reino de Dios.

No Hay Sustituto para el Plan de Dios

La enseñanza de los principios de la verdad es una responsabilidad que recae sobre la Iglesia. No existe ningún sustituto para el plan de vida enseñado por el Salvador. Este plan no se originó en el hombre; provino de Dios a través de hombres santos llamados profetas, quienes fueron preordenados para realizar su obra. Su propósito era llevar a los pecadores al arrepentimiento y proporcionar protección contra las influencias destructivas que prevalecían en su época.

Jesús y sus apóstoles denunciaron la corrupción y la hipocresía entre los escribas y fariseos y reprendieron el pecado en lugares altos. Su condena de los hipócritas religiosos no tiene igual en la literatura mundial.

Un Profeta Moderno

Dios ha hablado al mundo moderno a través de José Smith, el hijo de un humilde agricultor. A través de él, se ha inaugurado una nueva dispensación de conocimiento revelado. Las profecías sobre los últimos días se están cumpliendo, y la responsabilidad del hombre hacia Dios ha sido claramente delineada.

La misión de este profeta moderno fue organizar y establecer las cosas que corresponden al reino de Dios. Era un hombre humilde, perteneciente a la clase común, sin antecedentes mundanos, logros académicos o posición social que justificaran su elección. Su mente estaba libre de las tradiciones, supersticiones y falacias del pasado.

Tenía poco que desaprender, pocos prejuicios que superar y ninguna teoría humana que desechar. Era dócil en las manos de Dios y receptivo a las inspiraciones del Espíritu.

Fue escogido antes de nacer y vino a la tierra en el tiempo señalado. Fue preordenado para cumplir con su obra, y sus capacidades fueron determinadas antes de su llegada a este mundo.

Él fue el “escogido de Dios y amigo del hombre” (John Taylor, “El Vidente, José el Vidente”, Himnos, 206).

Así testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

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