Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón
Jacob Capítulo 5
A menudo se hace referencia a Jacob 5 como “La Alegoría del Olivo”. Una «alegoría” es una historia o una parábola que simboliza o representa cosas de la vida real. Esta “alegoría” proviene de los escritos de Zenós (véase el versículo 1), un profeta cuyos escritos no se encuentran en la Biblia.
Teniendo en cuenta que este es un capítulo importante en el Libro de Mormón, y se hace referencia a menudo, tomaremos un momento para tratar algunos antecedentes que nos ayudarán a entender los diversos mensajes de la alegoría. Por ejemplo, tanto el olivo “cultivado” como las «ramas” que se cortan de este son muy importantes.
Además, al entrar de lleno en el estudio de este capítulo, lo repetiremos dos veces, para así poder señalar que el simbolismo de las escrituras puede ser entendido de diferentes maneras. Se dice que el simbolismo de las escrituras puede ser infinitamente profundo. Es decir, a través del simbolismo, el Señor nos puede enseñar muchas cosas diferentes, según nuestras necesidades del momento. Es importante que nos permitamos cierta flexibilidad para captar las diferentes interpretaciones de dichas escrituras. De otro modo, podríamos desaprovechar grandes tesoros de sabiduría al leer una y otra vez la misma escritura y al ser estrictos en la interpretación.
Primero, aprenderemos algo en cuanto a los olivos, los cuales se usan constantemente en esta alegoría. En El Libro de Mormón: Manual del Alumno de Religión; Rel. 121 y 122, que se usa en los institutos de religión de la iglesia (1996, páginas 47 y 48) se nos dice lo siguiente en cuanto a este tema:
“El uso del olivo como símbolo de la casa de Israel es un ejemplo excelente de cómo Dios utiliza el simbolismo para enseñar a sus hijos las leyes y los principios del evangelio. Durante siglos se ha asociado el árbol del olivo con la paz. La guerra y sus penosas consecuencias de destrucción, el saqueo de la tierra, el sitio y la muerte, eran difícilmente condiciones apropiadas para el cultivo de huertos de olivos, los cuales requieren muchos años de cuidados para alcanzar una producción plena. Cuando la paloma volvió al arca de Noé, llevaba en su pico una hoja de olivo como símbolo de que Dios se encontraba nuevamente en paz con la tierra (véase Génesis 8:11). La rama de olivo se utilizó en Grecia y en Roma para representar la paz, y todavía se usa en ese sentido en los escudos de varios países del mundo. La única fuente de paz es Jesucristo, el Príncipe de Paz, y Su paz sólo se obtiene por medio de la obediencia a las leyes y ordenanzas del evangelio. Esas leyes y ordenanzas se dan al mundo mediante la casa de Israel, simbolizada por el olivo. Alguien dijo una vez que no se eligió a Israel para ser un pueblo altivo, cuyo fin fuera elevarse por encima de los demás, sino por el contrario, para elevar a los demás”.
“En el cultivo del olivo existe otro significado simbólico evidente. Si el vástago verde de un olivo se planta directamente y se le permite crecer, se convierte en un olivo silvestre, un arbusto que crece sin control en una maraña de gajos y ramas que solamente producen un pequeño fruto inservible (véase Harold N. y Alma L. Moldenke, Plants of the Bible, pág. 159). Para llegar a obtener un olivo productivo, el gajo principal del silvestre se debe cortar totalmente e injertar en él una rama de un olivo cultivado. Mediante podas y cuidados, el árbol comenzará a dar fruto a los siete años, pero no alcanzará su máxima productividad hasta después de los quince años”.
“En otras palabras, el olivo no puede producir buen fruto por sí mismo, sino que requiere injertos y cuidados por parte del horticultor para alcanzar su máxima producción. A través de su historia, Israel ha demostrado una y otra vez cuán apropiado es el simbolismo que comparte con el olivo. Cuando el pueblo de Israel se puso en las manos de su Dios para que lo podara e injertara, prosperó y dio buen fruto; pero cuando se apartó de Cristo, el Amo de la viña, y buscó su propia fuente de vida y sostén, se tornó silvestre e infructífero”.
«Otras dos características importantes del olivo ilustran aún más cuán apropiado es este símbolo para Israel. Primero, aunque un olivo requiere casi quince años para alcanzar su plena fructificación, luego podrá producir durante siglos. Algunos de los olivos que se encuentran en la Tierra Santa han producido frutos abundantemente por lo menos durante cuatrocientos años. La segunda y asombrosa cualidad de este árbol es que cuando finalmente envejece y comienza a morir, las raíces echan nuevos brotes, que si se injertan y se podan en la forma correcta, crecerán hasta convertirse en árboles productivos. Por lo tanto, aparte de que el árbol mismo puede producir fruto durante siglos, la raíz del árbol puede seguir produciendo fruto y nuevos árboles durante Milenios. Se cree que algunos de los antiguos olivos que existen en Israel en la actualidad provienen de árboles que ya eran antiguos durante el ministerio terrenal de Cristo. Es increíble la forma en que se puede comparar a Israel con un olivo; cuando muchas veces parece que ha sido cortado y destruido, pero aun así, cada vez surge un nuevo brote y se levanta de sus raíces”.
“Zenós no fue el único profeta que utilizó el olivo como símbolo figurativo para representar al pueblo escogido de Dios. Jeremías, previendo la destrucción de los judíos por los babilonios, comparó al pueblo del convenio con un olivo verde consumido por el fuego (véase Jeremías 11:16). También el apóstol Pablo utilizó una breve alegoría sumamente parecida a la de Zenós con el fin de amonestar a los cristianos romanos contra el orgullo, cuando éstos compararon su posición favorecida con la de los judíos (véase Romanos 11:16-24). En la revelación moderna, el Señor utiliza la parábola de la viña y del plantío de olivos para demostrar cuál es Su voluntad concerniente a la redención de Sión (véase DyC. 101:43-58)”.
Tras haber estudiado, arriba, el simbolismo del olivo mismo, ahora volveremos a tomar un fragmento del mismo Manual del Alumno (pág. 48), para señalar varios elementos individuales o puntos en la alegoría que simbolizan cosas específicas.
“Aun cuando no debemos ahondar demasiado y tratar de correlacionar cada punto de una alegoría o parábola, con infinita precisión, con una realidad externa, es obvio que tenemos que comprender ciertos elementos principales si deseamos entender su significado. Los siguientes puntos son importantes en la alegoría de Zenós:
Punto
- La viña.
- El amo de la viña.
- El siervo.
- El olivo cultivado.
- El olivo silvestre.
- Las ramas.
- Las raíces del olivo cultivado.
- El fruto del árbol.
- Cavar, podar, abonar.
- El trasplante de las ramas.
- Los injertos.
- Las ramas arruinadas.
- Echar las ramas al fuego.
Interpretación
- El mundo.
- Jesucristo.
- Los profetas del Señor.
- La casa de Israel, el pueblo del convenio del Señor
- Los gentiles (los que no eran israelitas). Al final de la parábola las ramas silvestres simbolizan al Israel apóstata.
- Grupos de personas.
- El convenio del evangelio y las promesas hechas por Dios que constantemente dan vida y sostén al árbol.
- La vida u obras de los hombres.
- La obra del Señor con sus hijos. Él intenta persuadirlos a ser obedientes y a producir buen fruto.
- El esparcimiento de grupos por todo el mundo o la restauración de éstos.
- El proceso de renacimiento espiritual mediante el cual el hombre entra en el convenio.
- Iniquidad y apostasía.
- El juicio de Dios.
Un mensaje muy importante en Jacob 5 es que el Señor no deja de obrar con nosotros, tanto a nivel individual como colectivo y como naciones. Como vemos, el Señor logra algunos éxitos, pero también tiene algunos fracasos con cada uno de nosotros. Sin embargo, Él sigue trabajando y haciendo todo lo que puede para traernos permanentemente de vuelta al Padre sin violar nuestro albedrío. Al revisar la alegoría por primera vez, resaltaremos este tema. De vez en cuanto usaremos negrita para señalar estos conceptos. También incluiremos algunas interpretaciones posibles. Nos daremos cuenta de que el Señor de la viña hará cuatro visitas distintas y específicas a Su viña. Encontrarás dichas visitas en los siguientes versículos:
1a. Versículos 4-14
2a. Versículos 15-28
3a. Versículos 29-51
4a. Versículos 52-77
1 HE aquí, hermanos míos, ¿no os acordáis de haber leído las palabras del profeta Zenós, las cuales habló a la casa de Israel (el pueblo del convenio del Señor), diciendo:
2 ¡Escuchad, oh casa de Israel, y oíd las palabras mías, que soy un profeta del Señor!
3 Porque he aquí, así dice el Señor: Te compararé, oh casa de Israel, a un olivo cultivado (el pueblo del convenio del Señor) que un hombre (Jesús) tomó y nutrió en su viña (el mundo); y creció y envejeció y empezó a secarse (apostasía).
4 Y acaeció que salió el amo de la viña (Cristo), y vio que su olivo (el pueblo del convenio) empezaba a secarse (a caer en la apostasía), y dijo: Lo podaré (cortaré o quitaré lo más inicuo; cortaré las falsas doctrinas, etc.), y cavaré alrededor de él, y lo nutriré para que tal vez eche ramas nuevas y tiernas, y no perezca.
5 Y aconteció que lo podó, y cavó alrededor de él, y lo nutrió según su palabra (tal como prometió hacer cuando Él nos envió aquí desde la vida premortal).
6 Y sucedió que después de muchos días empezó a echar algunos retoños pequeños y tiernos, mas he aquí, la copa principal (la mayoría de Su pueblo en ese tiempo) empezó a secarse (se apartaron de Él; apostataron). (Un cumplimiento posible entre otros muchos de estas palabras podría ser la apostasía del antiguo Israel. Otro podría ser el grupo de Lehi con el paso de los siglos).
7 Y ocurrió que lo vio (vio la apostasía) el amo de la viña (Jesús), y dijo a su siervo: Me aflige que tenga que perder este árbol; por tanto, ve, y arranca las ramas de un olivo silvestre (dad el evangelio a los gentiles) y tráemelas aquí; y arrancaremos esas ramas principales que empiezan a marchitarse (el Israel apóstata), y las echaremos en el fuego para que se quemen (los castigos y destrucciones que Dios envía a los inicuos o malvados).
En el versículo 8, el Señor parece estar dispersando a varios grupos de gente y al mismo tiempo recogiendo o reuniendo a otros, tal como ha hecho a lo largo de la historia. Recuerda que esta alegoría se cita para mostrarnos de qué manera obra el Señor para salvar a Su pueblo.
8 Y he aquí, dijo el Señor de la viña (Cristo), tomaré muchas de estas ramas nuevas y tiernas y las injertaré (distribuiré, esparciré) donde yo quiera, y no importa si acaso la raíz (convenios) de este árbol (el olivo cultivado; Israel) perece, yo puedo conservar (recoger) su fruto para mí; por tanto, tomaré estas ramas nuevas y tiernas, y las injertaré donde yo quiera (los dispersaré por todo el mundo).
9 Toma las ramas del olivo silvestre (a los gentiles), e injértalas en lugar de ellas (en el lugar de Israel); y estas que he cortado, las echaré al fuego y las quemaré, a fin de que no obstruyan (confundan) el terreno de mi viña.
10 Y aconteció que el siervo del Señor de la viña hizo según la pal-abra de su amo, e injertó las ramas del olivo silvestre.
11 Y el Señor de la viña hizo que se cavara alrededor, y se podara y se nutriera, y dijo a su siervo: Me aflige que tenga que perder este árbol; por tanto, para que tal vez pueda yo preservar sus raíces a fin de que no perezcan y pueda yo preservarlas para mí, he hecho esto.
12 Por tanto, ve; cuida el árbol y nútrelo, según mis palabras (el evangelio).
13 Y éstos yo pondré en la parte más baja (la más alejada) de mi viña, donde bien me parezca, esto no te incumbe (Yo sé lo que estoy haciendo); y lo hago a fin de preservar para mí las ramas naturales del árbol; y también con objeto de guardar para mí su fruto para la estación (quiero traerme a la gente de vuelta a casa, junto a Mi, para siempre); porque me aflige que tenga que perder este árbol y su fruto.
14 Y aconteció que el Señor de la viña se marchó, y escondió las ramas naturales del olivo cultivado (el Israel dispersado) en las partes más bajas de la viña, unas en una parte y otras en otra, según su voluntad y placer.
Puede que tu estés entre aquellos que han sido “dispersados” por el Señor a fin de que estés en el lugar donde Él te necesita para hacer Su obra.
15 Y sucedió que pasó mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que podamos trabajar en ella. (La segunda visita de que se habla al principio del capítulo. Aquí tenemos un mensaje importante. El Señor constantemente envía a Sus profetas y misioneros al mundo para dar a las personas la oportunidad de escuchar y aceptar el evangelio).
16 Y aconteció que el Señor de la viña (aquí el Salvador está muy involucrado con nosotros) y también su siervo bajaron a la viña a trabajar; y sucedió que el siervo dijo a su amo: He aquí, mira; contempla el árbol.
17 Y ocurrió que el Señor de la viña miró y vio el árbol en el que se habían injertado las ramas del olivo silvestre (gentiles); y había retoñado y comenzado a dar fruto (muchos de ellos aceptaron y vivieron el evangelio); y vio que era bueno, y su fruto era semejante al fruto natural (si se guardan los convenios hechos al bautizarse, etc., no hay diferencias entre los miembros israelitas y los miembros gentiles de la iglesia).
18 Y dijo al siervo: He aquí, las ramas del árbol silvestre han alcanzado la humedad de la raíz, por lo que la raíz (los convenios del evangelio) ha producido mucha fuerza; y a causa de la mucha fuerza de la raíz, las ramas silvestres han dado fruto cultivado (los gentiles son miembros fuertes en la iglesia). Así que, si no hubiéramos injertado estas ramas, el árbol habría perecido. (Un significado posible de esta frase en negrita es que los conversos europeos fortalecieron la iglesia en sus principios). Y he aquí, ahora guardaré mucho fruto que el árbol ha producido; y su fruto lo guardaré para mí mismo, para la estación (Yo llevaré a muchos de vuelta al Padre).
19 Y sucedió que el Señor de la viña dijo al siervo: Ven, vamos a la parte más baja de la viña, y veamos si las ramas naturales (los del pueblo de Israel a los cuales hemos dispersado) del árbol no han dado mucho fruto también, a fin de que pueda yo guardar su fruto para la estación, para mí mismo.
20 Y aconteció que fueron a donde el amo había escondido las ramas naturales del árbol, y dijo al siervo: Mira éstas; y vio que la primera había dado mucho fruto, y también vio que era bueno. Y dijo al siervo: Toma de su fruto y guárdalo para la estación, a fin de que yo lo preserve para mí mismo; pues, dijo él, lo he nutrido mucho tiempo, y ha producido fruto abundante. (Mucho éxito. Muchas almas llevadas de regreso a casa, al cielo).
21 Y aconteció que el siervo dijo a su amo: ¿Cómo fue que viniste aquí a plantar este árbol, o esta rama del árbol? Porque he aquí, era el sitio más estéril de todo el terreno de tu viña.
22 Y le dijo el Señor de la viña: No me aconsejes. Yo sabía que era un lugar estéril; por eso te dije que lo he nutrido tan largo tiempo, y tú ves que ha dado mucho fruto.
El versículo 22, arriba, es un recordatorio de que hay santos maravillosos los cuales viven en circunstancias desfavorables (quizás espiritualmente o económicamente, etc.).
23 Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Mira acá, he aquí, he plantado otra rama (otro grupo) del árbol también; y tú sabes que esta parte del terreno era peor que la primera. Pero mira el árbol. Lo he nutrido todo este tiempo, y ha producido mucho fruto; por tanto, recógelo y guárdalo para la estación a fin de que yo lo preserve para mí mismo.
24 Y aconteció que el Señor de la viña dijo otra vez a su siervo: Mira acá y ve otra rama que también he plantado; he aquí, también la he nutrido, y ha producido fruto.
Un mensaje importante de estos versículos es que el Señor tiene mucho éxito con muchas personas, sin importar en qué lugar del mundo estén. Esto es muy alentador.
Parece ser, que el versículo 25, a continuación, se puede aplicar al grupo de Lehi, después de que llegaran a América (véanse los versículos 43 al 45).
25 Y dijo al siervo: Mira hacia acá y ve la última. He aquí, ésta la he plantado en terreno bueno, y la he nutrido todo este tiempo; y solo parte del árbol ha dado fruto cultivado, y la otra parte del árbol ha producido fruto silvestre (apostasía); he aquí, he nutrido este árbol igual que los otros (todos han sido tratados de manera justa y tuvieron oportunidades para aceptar el evangelio).
26 Y sucedió que el Señor de la viña dijo al siervo: Arranca las ramas que no han producido fruto bueno y échalas en el fuego.
27 Mas he aquí, el siervo le dijo: Podémoslo, y cavemos alrededor de él, y nutrámoslo un poco más, a fin de que tal vez te dé buen fruto, para que lo guardes para la estación.
28 Y aconteció que el Señor de la viña y su siervo nutrieron todos los árboles frutales de la viña.
A continuación, tenemos la tercera visita de la cual se habla al principio del capítulo. Parece ser que hay un sentimiento de urgencia ya que se está terminando el tiempo.
29 Y aconteció que había pasado mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que trabajemos de nuevo en ella. Porque he aquí, se acerca el tiempo, y el fin viene pronto; por tanto, debo guardar fruto para la estación, para mí mismo.
30 Y sucedió que el Señor de la viña y el siervo descendieron a la viña; y llegaron al árbol (Israel) cuyas ramas naturales habían sido arrancadas (dispersadas), y se habían injertado las ramas silvestres en su lugar; y he aquí, estaba cargado (lleno de confusión) de toda clase de fruto. (Quizás se refiera a la apostasía universal con todo tipo de iglesias y una gran variedad de prácticas y falsas doctrinas y credos).
31 Y aconteció que el Señor de la viña probó el fruto (juzgó lo que producían las iglesias falsas), cada clase según su número. Y el Señor de la viña dijo: He aquí, por largo tiempo hemos nutrido este árbol (desde el principio hemos obrado pacientemente con Israel), y he guardado para mí mucho fruto, para la estación (y hemos tenido mucho éxito).
32 Pero he aquí, esta vez (¿la gran apostasía?) ha producido mucho fruto, y no hay ninguno que sea bueno. Y he aquí, hay toda clase de fruto malo (hay muchas maneras de ser malvado); y no obstante todo nuestro trabajo, de nada me sirve; y me aflige ahora que tenga que perder este árbol.
33 Y el Señor de la viña dijo al siervo: ¿Qué haremos por el árbol, para que de nuevo pueda yo preservar buen fruto de él para mí mismo?
34 Y el siervo dijo a su amo: He aquí, a causa de que injertaste las ramas del olivo silvestre, éstas han nutrido sus raíces, de modo que están vivas y no han perecido; por tanto, ves que están buenas todavía.
35 Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Ningún provecho me deja el árbol, y sus raíces no me benefician nada, en tanto que produzca mal fruto.
36 No obstante, sé que las raíces son buenas; y para mi propio fin las he preservado; y a causa de su mucha fuerza, hasta aquí han producido buen fruto de las ramas silvestres.
37 Mas he aquí, las ramas silvestres han crecido y han sobrepujado a sus raíces; y debido a que las ramas silvestres han sobrepujado a las raíces, ha producido mucho fruto malo; y porque ha producido tanto fruto malo, ves que ya empieza a perecer; y pronto llegará a la madurez (en iniquidad) para ser echado al fuego, a menos que algo hagamos para preservarlo.
38 Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Descendamos a los parajes más bajos de la viña, y veamos si las ramas naturales han producido también mal fruto. (Vamos a ver que ha sucedido en las regiones más lejanas de la tierra).
39 Y aconteció que descendieron a los parajes más bajos de la viña (posiblemente América entre los lamanitas de la antigüedad). Y ocurrió que vieron que el fruto de las ramas naturales se había corrompido también; sí, el primero, y el segundo, y el último también; y todos se habían corrompido.
40 Y el fruto silvestre (apostasía) del último había sobrepujado a esa parte del árbol (¿a los nefitas?) que produjo buen fruto, de tal modo que la rama se había marchitado y secado (la iglesia había perecido completamente).
41 Y aconteció que el Señor de la viña lloró, y dijo al siervo: ¿Qué más pude haber hecho por mi viña?
42 He aquí, yo sabía que todo el fruto de la viña, exceptuando éstos, se había corrompido. Y ahora éstos, que en un tiempo habían producido buen fruto, se han corrompido también; y ahora todos los árboles de mi viña para nada sirven sino para ser cortados y echados en el fuego.
43 Y he aquí que este último (véase el versículo 25), cuya rama se ha marchitado, lo planté en un terreno fértil (América); sí, el que para mí era el más escogido de todos los demás parajes de mi viña.
44 Y tú viste que también derribé (¿a los Jareditas?) lo que obstruía (obstaculizaba con sus iniquidades) este pedazo de tierra, a fin de que yo pudiera plantar este árbol (¿Lehi?) en su lugar.
45 Y viste que parte de él (¿los nefitas?) produjo buen fruto, y parte de él (¿los lamanitas?) dio fruto silvestre; y porque no le arranqué sus ramas y tas eché al fuego, he aquí, (¿los lamanitas?) han sobrepujado a la rama buena (¿los nefitas?) de modo que ésta se ha secado,
46 Y ahora bien, he aquí, no obstante todo el cuidado que hemos dado a mi viña (el mundo), sus árboles se han corrompido, de modo que no dan buen fruto; y yo había esperado preservar a éstos, a fin de haber guardado su fruto para la estación, para mí mismo. Mas he aquí, se han vuelto como el olivo silvestre (los inicuos), y no valen nada sino para ser cortados y echados al fuego; y me aflige que tenga que perderlos.
47 ¿Pero qué más pude yo haber hecho en mi viña? ¿He retajado mi mano de modo que no la he nutrido? No, la he nutrido y cavado alrededor; la he podado y abonado; y he extendido la mano casi todo el día, y el fin se acerca. Y me aflige que tenga que talar todos los árboles de mi viña, y echarlos en el fuego para que sean quemados. ¿Quién es el que ha corrompido mi viña?
La pregunta al final del versículo 47 es importante. Usaremos negrita para señalar la respuesta en el versículo 48.
48 Y acaeció que el siervo dijo a su amo: ¿No será la altura (el orgullo) de tu viña? ¿No habrán sobrepujado sus ramas a las raíces (tas personas viven el evangelio de manera superficial) que son buenas? Y a causa de que tas ramas han sobrepujado a sus raíces, he aquí que aquéllas crecieron más aprisa que la fuerza de tas raíces, tomando fuerza para sí mismas (quizás significa el no seguir a las Autoridades Generales) He aquí, digo: ¿No será ésta la causa de la corrupción de los árboles de tu viña?
49 Y aconteció que el Señor de la viña dijo al siervo: Vayamos y cortemos los árboles de la viña y echémoslos al fuego para que no obstruyan el terreno de mi viña, porque he hecho todo. ¿Qué más pude yo haber hecho por mi viña?
50 Mas he aquí, el siervo dijo al Señor de la viña: Déjala un poco más.
51 Y dijo el Señor: Sí, la dejaré un poco más, porque me aflige que tenga que perder los árboles de mi viña.
Empezando con el versículo 52, tenemos el recogimiento de Israel en los últimos días.
52 Por tanto, tomemos algunas de las ramas de éstos que he plantado en las partes más bajas de mi viña, e injertémoslas en el árbol del cual procedieron; y arranquemos del árbol esas ramas cuyo fruto es el más amargo, e injertemos en su lugar las ramas naturales del árbol.
Tal como dice el versículo 52, arriba, los conversos no llegan a convertirse de manera repentina en “miembros para toda la vida”. Se requiere tiempo para cambiar viejos hábitos y dejar atrás las tradiciones incorrectas. Pero con paciencia y la ayuda continua del Espíritu Santo, este cambio se dará con el pasar del tiempo.
53 Y haré esto para que no perezca el árbol, a fin de que quizá preserve sus raíces para mi propio fin.
54 Y he aquí, todavía están vivas las raíces de las ramas naturales del árbol que planté donde me pareció bien; por tanto, a fin de que yo las conserve también para mi propio fin, tomaré de las ramas de este árbol, y las injertaré en ellas. Sí, injertaré en ellas las ramas de su árbol original, para que yo preserve también las raíces (los convenios y doctrinas originales, etc.) para mí, para que cuando lleguen a tener suficiente fuerza tal vez me produzcan buen fruto, y me gloríe aún en el fruto de mi viña.
55 Y aconteció que tomaron del árbol natural que se había vuelto silvestre, e injertaron en los árboles naturales que también se habían vuelto silvestres.
56 Y también tomaron de los árboles naturales que se habían vuelto silvestres, e injertaron en su árbol original.
57 Y el Señor de la viña dijo al siervo: No arranques las ramas silvestres de los árboles, sino aquellas que son las más amargas (la manera en la que el Señor obra con cada uno de nosotros); y en ellas injertarás de acuerdo con lo que he dicho.
58 Y de nuevo nutriremos los árboles de la viña, y podaremos sus ramas; y arrancaremos de los árboles aquellas ramas que han madurado, que deben perecer, y las echaremos al fuego.
59 Y hago esto para que quizá sus raíces se fortalezcan a causa de su buena calidad; y que, a causa del cambio de ramas, lo bueno sobrepuje a lo malo,
60 Y porque he preservado las ramas naturales y sus raíces, y he injertado nuevamente las ramas naturales en su árbol original y he preservado las raíces de su árbol original, para que quizá los árboles de mi viña (todos los pueblos de la tierra) produzcan nuevamente buen fruto; y que yo tenga de nuevo gozo en el fruto de mi viña, y tal vez me alegre en extremo porque he preservado las raíces y las ramas del primer fruto;
El versículo 61 parece referirse al recogimiento final en los últimos días. El Señor llama a muchos siervos para que le sirvan. Nosotros estamos entre ellos. Fíjate y te darás cuenta de que Él está muy cerca de nosotros en Su obra.
61 ve, pues, y llama siervos para que trabajemos diligentemente con todo nuestro empeño en la viña, a fin de que podamos preparar el camino para que yo produzca otra vez el fruto natural (gente del convenio), el cual es bueno (rectitud personal) y más precioso que cualquier otro fruto (que todos los demás estilos de vida).
62 Por tanto, vayamos y trabajemos con nuestra fuerza esta última vez (nuestros días, la dispensación del cumplimiento de los tiempos); porque he aquí, se acerca el fin (del mundo), y ésta es la última vez que podaré mi viña.
63 Injerta las ramas; empieza por las últimas (los gentiles), para que sean las primeras, y que las primeras (los judíos) sean las últimas; y cava alrededor de los árboles, viejos así como nuevos, los primeros y los últimos; y los últimos y los primeros, a fin de que todos sean nutridos de nuevo por la postrera vez.
64 Por tanto, cava alrededor de ellos, y pódalos, y abónalos de nuevo por última vez, porque el fin se acerca. Y si acaso estos últimos injertos crecen y producen el fruto natural, entonces les prepararás el camino para que crezcan.
En la alegoría ya hemos visto varias veces el mensaje que viene a continuación. Nos enseña que debemos ser pacientes con los nuevos conversos, además de serlo con los miembros de toda la vida. Debemos tener mucho cuidado y no criticarlos, no sea que se alejen de la iglesia. Esta es la misma manera en la que el Espíritu Santo obra con cada uno de nosotros.
65 Y a medida que empiecen a crecer, quitarás las ramas que dan fruto amargo, según la fuerza y el tamaño de las buenas; y no quitarás todas las ramas malas de una vez, no sea que las raíces resulten demasiado fuertes para el injerto, y éste perezca, y pierda yo los árboles de mi viña.
66 Porque me aflige que tenga que perder los árboles de mi viña; por tanto, quitarás lo malo a medida que crezca lo bueno, para que la raíz y la copa tengan igual fuerza, hasta que lo bueno sobrepuje a lo malo, y lo malo sea talado y echado en el fuego, a fin de que no obstruya el terreno de mi viña; y así barreré lo malo de mi viña,
67 Y de nuevo injertaré las ramas del árbol natural en el árbol natural;
68 e injertaré las ramas del árbol natural en las ramas naturales del árbol; y así las juntaré otra vez para que produzcan el fruto natural, y serán uno.
69 Y lo malo será echado fuera, sí, fuera de todo el terreno de mi viña; pues he aquí, tan solo esta vez podaré mi viña. (Es decir, esta es la última vez que el evangelio irá al mundo; después tendrá lugar la Segunda Venida).
70 Y aconteció que el Señor de la viña envió a su siervo, y éste fue e hizo lo que el Señor le había mandado, y trajo otros siervos; y eran pocos (relativamente habrá pocos miembros de la iglesia llevando el evangelio a todo el mundo en los últimos días).
71 Y les dijo el Señor de la viña: Id y trabajad en la viña con todas vuestras fuerzas. Porque he aquí, ésta es la última vez que nutriré mi viña; porque el fin se aproxima y la estación viene rápidamente; y si vosotros trabajáis conmigo con toda vuestra fuerza, os regocijaréis en el fruto que recogeré para mí mismo, para el tiempo que pronto llegará. (Vemos que el Señor nos brinda esta oportunidad una vez más bajo los siguientes términos: “si vosotros trabajáis conmigo… os regocijaréis”. Es nuestra decisión).
72 Y sucedió que los siervos fueron y trabajaron con todas sus fuerzas; y el Señor de la viña también trabajó con ellos; y en todo obedecieron los mandatos del Señor de la viña.
73 Y empezó de nuevo a producirse el fruto natural en la viña (la iglesia empezó a crecer); y las ramas naturales comenzaron a crecer y a medrar (prosperar) en sumo grado (una descripción del crecimiento de la iglesia en los últimos días); y empezaron luego a arrancarse las ramas silvestres (¿las doctrinas falsas y las conductas inicuas?) y a echarse fuera; y conservaron iguales la raíz y la copa, según su fuerza.
74 Y así trabajaron con toda diligencia, según los mandamientos del Señor de la viña, sí, hasta que lo malo hubo sido echado de la viña, y el Señor hubo logrado para sí que los árboles volviesen nuevamente al fruto natural; y llegaron a ser como un cuerpo; y los frutos fueron iguales, y el Señor de la viña había preservado para sí mismo el fruto natural, que fue sumamente precioso para él desde el principio.
75 Y aconteció que cuando el Señor de la viña vio que su fruto era bueno y que su viña (¿la iglesia?) ya no estaba corrompida, llamó a sus siervos y les dijo: He aquí, hemos nutrido mi viña esta última vez; y veis que he obrado según mi voluntad; y he preservado el fruto natural que es bueno, aun como lo fue en el principio. Y benditos sois (miembros fieles en los últimos días), porque a causa de que habéis sido diligentes en obrar conmigo en mi viña, y habéis guardado mis mandamientos, y me habéis traído otra vez el fruto natural, de modo que mi viña ya no está más corrompida, y lo malo se ha echado fuera, he aquí, os regocijaréis conmigo a causa del fruto de mi viña.
El versículo 76 describe el Milenio, al final del cual le sigue un “poco de tiempo” (véase Apocalipsis 20:3), el cual se describe en el versículo 77.
76 Pues he aquí, por mucho tiempo guardaré del fruto de mi viña para mí mismo, a la estación, la cual se aproxima velozmente; y por la última vez he nutrido mi viña, y la he podado, y he cavado alrededor de ella, y la he abonado; por tanto, guardaré de su fruto para mí mismo, por mucho tiempo (el Milenio), de acuerdo con lo que he hablado,
77 Y cuando llegue la ocasión en que nuevamente vuelva el mal fruto a mi viña (el período corto o el “poco de tiempo” al final de los mil años), entonces haré recoger lo bueno y lo malo; y lo bueno preservaré para mí, y lo malo arrojaré a su propio lugar (el juicio final). Y entonces viene la estación y el fin; y haré que mi viña sea quemada con fuego (un repaso rápido de lo que se ha dicho arriba).
Es importante darse cuenta de que las parábolas o alegorías que tienen tanto simbolismo como esta de Jacob 5, pueden dar lugar a diferentes interpretaciones. Debido a este simbolismo, el Espíritu Santo nos puede mostrar diferentes mensajes cada vez que la leemos. Por ejemplo, supongamos que eres una madre o un padre y que has hecho todo lo posible por criar hijos obedientes y aún así algunos se han apartado del evangelio. Imagina que un día te encuentras leyendo Jacob 5 en el Libro de Mormón y que tu corazón está angustiado y lleno de preocupación, incluso por tu propia posición ante el Señor … y a medida que lees, el Espíritu Santo te llena de consuelo y esperanza al susurrarte que el Señor sabe cómo te sientes y que Él continuará ayudándote.
A continuación (sin incluir ningún comentario o nota), usaremos negrita para resaltar aquellas cosas que el Espíritu Santo podría susurrar al corazón de una madre o un padre afligido.
Jacob 5:1-77 (Repetido por razones de enseñanza).
1 He aquí, hermanos míos, ¿no os acordáis de haber leído las palabras del profeta Zenós, las cuales habló a la casa de Israel, diciendo:
2 ¡Escuchad, oh casa de Israel, y oíd las palabras mías, que soy un profeta del Señor!
3 Porque he aquí, así dice el Señor: Te compararé, oh casa de Israel, a un olivo cultivado que un hombre tomó y nutrió en su viña; y creció y envejeció y empezó a secarse.
4 Y acaeció que salió el amo de la viña, y vio que su olivo empezaba a secarse, y dijo: Lo podaré, y cavaré alrededor de él, y lo nutriré para que tal vez eche ramas nuevas y tiernas, y no perezca.
5 Y aconteció que lo podó, y cavó alrededor de él, y lo nutrió según su palabra.
6 Y sucedió que después de muchos días empezó a echar algunos retoños pequeños y tiernos, mas he aquí, la copa principal empezó a secarse.
7 Y ocurrió que lo vio el amo de la viña, y dijo a su siervo: Me aflige que tenga que perder este árbol; por tanto, ve, y arranca las ramas de un olivo silvestre y tráemelas aquí; y arrancaremos esas ramas principales que empiezan a marchitarse, y las echaremos en el fuego para que se quemen.
8 Y he aquí, dijo el Señor de la viña, tomaré muchas de estas ramas nuevas y tiernas y las injertaré donde yo quiera, y no importa si acaso la raíz de este árbol perece, yo puedo conservar su fruto para mí; por tanto, tomaré estas ramas nuevas y tiernas, y las injertaré donde yo quiera.
9 Toma las ramas del olivo silvestre, e injértalas en lugar de ellas; y estas que he cortado, las a fin de que no obstruyan el terreno de mi viña.
10 Y aconteció que el siervo del Señor de la viña hizo según la palabra de su amo, e injertó las ramas del olivo silvestre.
11 Y el Señor de la viña hizo que se cavara alrededor, y se podara y se nutriera, y dijo a su siervo: Me aflige que tenga que perder este árbol; por tanto, para que tal vez pueda yo preservar sus raíces a fin de que no perezcan y pueda yo preservarlas para mí, he hecho esto.
12 Por tanto, ve; cuida el árbol y nútrelo, según mis palabras.
13 Y éstos yo pondré en la parte más baja de mi viña, donde bien me parezca, esto no te incumbe; y lo hago a fin de preservar para mí las ramas naturales del árbol; y también con objeto de guardar para mí su fruto para la estación; porque me aflige que tenga que perder este árbol y su fruto.
14 Y aconteció que el Señor de la viña se marchó, y escondió las ramas naturales del olivo cultivado en las partes más bajas de la viña, unas en una parte y otras en otra, según su voluntad y placer.
15 Y sucedió que pasó mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que podamos trabajar en ella.
16 Y aconteció que el Señor de la viña y también su siervo bajaron a la viña a trabajar; y sucedió que el siervo dijo a su amo: He aquí, mira; contempla el árbol.
17 Y ocurrió que el Señor de la viña miró y vio el árbol en el que se habían injertado las ramas del olivo silvestre; y había retoñado y comenzado a dar fruto; y vio que era bueno, y su fruto era semejante al fruto natural.
18 Y dijo al siervo: He aquí, las ramas del árbol silvestre han alcanzado la humedad de la raíz, por lo que la raíz ha producido mucha fuerza; y a causa de la mucha fuerza de la raíz, las ramas silvestres han dado fruto cultivado. Así que, si no hubiéramos injertado estas ramas, el árbol habría perecido. Y he aquí, ahora guardaré mucho fruto que el árbol ha producido; y su fruto lo guardaré para mí mismo, para la estación.
19 Y sucedió que el Señor de la viña dijo al siervo: Ven, vamos a la parte más baja de la viña, y veamos si las ramas naturales del árbol no han dado mucho fruto también, a fin de que pueda yo guardar su fruto para la estación, para mí mismo.
20 Y aconteció que fueron a donde el amo había escondido las ramas naturales del árbol, y dijo al siervo: Mira éstas; y vio que la primera había dado mucho fruto, y también vio que era bueno. Y dijo al siervo: Toma de su fruto y guárdalo para la estación, a fin de que yo lo preserve para mí mismo; pues, dijo él, lo he nutrido mucho tiempo, y ha producido fruto abundante.
21 Y aconteció que el siervo dijo a su amo: ¿Cómo fue que viniste aquí a plantar este árbol, o esta rama del árbol? Porque he aquí, era el sitio más estéril de todo el terreno de tu viña.
22 Y le dijo el Señor de la viña: No me aconsejes. Yo sabía que era un lugar estéril; por eso te dije que lo he nutrido tan largo tiempo, y tú ves que ha dado mucho fruto.
23 Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Mira acá, he aquí, he plantado otra rama del árbol también; y tú sabes que esta parte del terreno era peor que la primera. Pero mira el árbol. Lo he nutrido todo este tiempo, y ha producido mucho fruto; por tanto, recógelo y guárdalo para la estación a fin de que yo lo preserve para mí mismo.
24 Y aconteció que el Señor de la viña dijo otra vez a su siervo: Mira acá y ve otra rama que también he plantado; he aquí, también la he nutrido, y ha producido fruto.
25 Y dijo al siervo: Mira hacia acá y ve la última. He aquí, ésta la he plantado en terreno bueno, y la he nutrido todo este tiempo; y solo parte del árbol ha dado fruto cultivado, y la otra parte del árbol ha producido fruto silvestre; he aquí, he nutrido este árbol igual que los otros.
26 Y sucedió que el Señor de la viña dijo al siervo: Arranca las ramas que no han producido fruto bueno y échalas en el fuego.
27 Mas he aquí, el siervo le dijo: Podémoslo, y cavemos alrededor de él, y nutrámoslo un poco más, a fin de que tal vez te dé buen fruto, para que lo guardes para la estación.
28 Y aconteció que el Señor de la viña y su siervo nutrieron todos los árboles frutales de la viña.
29 Y aconteció que había pasado mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que trabajemos de nuevo en ella. Porque he aquí, se acerca el tiempo, y el fin viene pronto; por tanto, debo guardar fruto para la estación, para mí mismo.
30 Y sucedió que el Señor de la viña y el siervo descendieron a la viña; y llegaron al árbol cuyas ramas naturales habían sido arrancadas, y se habían injertado las ramas silvestres en su lugar; y he aquí, estaba cargado de toda clase de fruto.
31 Y aconteció que el Señor de la viña probó el fruto, cada clase según su número. Y el Señor de la viña dijo: He aquí, por largo tiempo hemos nutrido este árbol, y he guardado para mí mucho fruto, para la estación.
32 Pero he aquí, esta vez ha producido mucho fruto, y no hay ninguno que sea bueno. Y he aquí, hay toda clase de fruto malo; y no obstante todo nuestro trabajo, de nada me sirve; y me aflige ahora que tenga que perder este árbol.
33 Y el Señor de la viña dijo al siervo: ¿Qué haremos por el árbol, para que de nuevo pueda yo preservar buen fruto de él para mí mismo?
34 Y el siervo dijo a su amo: He aquí, a causa de que injertaste las ramas del olivo silvestre, éstas han nutrido sus raíces, de modo que están vivas y no han perecido; por tanto, ves que están buenas todavía.
35 Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Ningún provecho me deja el árbol, y sus raíces no me benefician nada, en tanto que produzca mal fruto.
36 No obstante, sé que las raíces son buenas; y para mi propio fin las he preservado; y a causa de su mucha fuerza, hasta aquí han producido buen fruto de las ramas silvestres.
37 Mas he aquí, las ramas silvestres han crecido y han sobrepujado a sus raíces; y debido a que las ramas silvestres han sobrepujado a las raíces, ha producido mucho fruto malo; y porque ha producido tanto fruto malo, ves que ya empieza a perecer; y pronto llegará a la madurez para ser echado al fuego, a menos que algo hagamos para preservarlo.
38 Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Descendamos a los parajes más bajos de la viña, y veamos si las ramas naturales han producido también mal fruto.
39 Y aconteció que descendieron a los parajes más bajos de la viña. Y ocurrió que vieron que el fruto de las ramas naturales se había corrompido también; sí, el primero, y el segundo, y el último también; y todos se habían corrompido.
40 Y el fruto silvestre del último había sobrepujado a esa parte del árbol que produjo buen fruto, de tal modo que la rama se había marchitado y secado,
41 Y aconteció que el Señor de la viña lloró, y dijo al siervo: ¿Qué más pude haber hecho por mi viña?
42 He aquí, yo sabía que todo el fruto de la viña, exceptuando éstos, se había corrompido. Y ahora éstos, que en un tiempo habían producido buen fruto, se han corrompido también; y ahora todos los árboles de mi viña para nada sirven sino para ser cortados y echados en el fuego.
43 Y he aquí que este último, cuya rama se ha marchitado, lo planté en un terreno fértil; sí, el que para mí era el más escogido de todos los demás parajes de mi viña.
44 Y tú viste que también derribé lo que obstruía este pedazo de tierra, a fin de que yo pudiera plantar este árbol en su lugar.
45 Y viste que parte de él produjo buen fruto, y parte de él dio fruto silvestre; y porque no le arranqué sus ramas y las eché al fuego, he aquí, han sobrepujado a la rama buena de modo que ésta se ha secado.
46 Y ahora bien, he aquí, no obstante todo el cuidado que hemos dado a mi viña, sus árboles se han corrompido, de modo que no dan buen fruto; y yo había esperado preservar a éstos, a fin de haber guardado su fruto para la estación, para mí mismo. Mas he aquí, se han vuelto como el olivo silvestre, y no valen nada sino para ser cortados y echados al fuego; y me aflige que tenga que perderlos.
47 ¿Pero qué más pude yo haber hecho en mi viña? ¿He relajado mi mano de modo que no la he nutrido? No, la he nutrido y cavado alrededor; la he podado y abonado; y he extendido la mano casi todo el día, y el fin se acerca. Y me aflige que tenga que talar todos los árboles de mi viña, y echarlos en el fuego para que sean quemados. ¿Quién es el que ha corrompido mi viña?
48 Y acaeció que el siervo dijo a su amo: ¿No será la altura de tu viña? ¿No habrán sobrepujado sus ramas a las raíces que son buenas? Y a causa de que las ramas han sobrepujado a sus raíces, he aquí que aquéllas crecieron más aprisa que la fuerza de las raíces, tomando fuerza para sí mismas. He aquí, digo: ¿No será ésta la causa de la corrupción de los árboles de tu viña?
49 Y aconteció que el Señor de la viña dijo al siervo: Vayamos y cortemos los árboles de la viña y echémoslos al fuego para que no obstruyan el terreno de mi viña, porque he hecho todo. ¿Qué más pude yo haber hecho por mi viña?
50 Mas he aquí, el siervo dijo al Señor de la viña: Déjala un poco más.
51 Y dijo el Señor: Sí, la dejaré un poco más, porque me aflige que tenga que perder los árboles de mi viña.
52 Por tanto, tomemos algunas de las ramas de éstos que he plantado en las partes más bajas de mi viña, e injertémoslas en el árbol del cual procedieron; y arranquemos del árbol esas ramas cuyo fruto es el más amargo, e injertemos en su lugar las ramas naturales del árbol.
53 Y haré esto para que no perezca el árbol, a fin de que quizá preserve sus raíces para mi propio fin.
54 Y he aquí, todavía están vivas las raíces de las ramas naturales del árbol que planté donde me pareció bien; por tanto, a fin de que yo las conserve también para mi propio fin, tomaré de las ramas de este árbol, y las injertaré en ellas. Sí, injertaré en ellas las ramas de su árbol original, para que yo preserve también las raíces para mí, para que cuando lleguen a tener suficiente fuerza tal vez me produzcan buen fruto, y me gloríe aún en el fruto de mi viña.
55 Y aconteció que tomaron del árbol natural que se había vuelto silvestre, e injertaron en los árboles naturales que también se habían vuelto silvestres.
56 Y también tomaron de los árboles naturales que se habían vuelto silvestres, e injertaron en su árbol original,
57 Y el Señor de la viña dijo al siervo: No arranques las ramas silvestres de los árboles, sino aquellas que son las más amargas; y en ellas injertarás de acuerdo con lo que he dicho.
58 Y de nuevo nutriremos los árboles de la viña, y podaremos sus ramas; y arrancaremos de los árboles aquellas ramas que han madurado, que deben perecer, y las echaremos al fuego.
59 Y hago esto para que quizá sus raíces se fortalezcan a causa de su buena calidad; y que, a causa del cambio de ramas, lo bueno sobrepuje a lo malo.
60 Y porque he preservado las ramas naturales y sus raíces, y he injertado nuevamente las ramas naturales en su árbol original y he preservado las raíces de su árbol original, para que quizá los árboles de mi viña produzcan nuevamente buen fruto; y que yo tenga de nuevo gozo en el fruto de mi viña, y tal vez me alegre en extremo porque he preservado las raíces y las ramas del primer fruto;
61 ve, pues, y llama siervos para que trabajemos diligentemente con todo nuestro empeño en la viña, a fin de que podamos preparar el camino para que yo produzca otra vez el fruto natural, el cual es bueno y más precioso que cualquier otro fruto.
62 Por tanto, vayamos y trabajemos con nuestra fuerza esta última vez; porque he aquí, se acerca el fin, y ésta es la última vez que podaré mi viña.
63 Injerta las ramas; empieza por las últimas, para que sean las primeras, y que las primeras sean las últimas; y cava alrededor de los árboles, viejos así como nuevos, los primeros y los últimos; y los últimos y los primeros, a fin de que todos sean nutridos de nuevo por la postrera vez.
64 Por tanto, cava alrededor de ellos, y pódalos, y abónalos de nuevo por última vez, porque el fin se acerca. Y si acaso estos últimos injertos crecen y producen el fruto natural, entonces les prepararás el camino para que crezcan.
65 Y a medida que empiecen a crecer, quitarás las ramas que dan fruto amargo, según la fuerza y el tamaño de las buenas; y no quitarás todas las ramas malas de una vez, no sea que las raíces resulten demasiado fuertes para el injerto, y éste perezca, y pierda yo los árboles de mi viña.
66 Porque me aflige que tenga que perder los árboles de mi viña; por tanto, quitarás lo malo a medida que crezca lo bueno, para que la raíz y la copa tengan igual fuerza, hasta que lo bueno sobrepuje a lo malo, y lo malo sea talado y echado en el fuego, a fin de que no obstruya el terreno de mi viña; y así barreré lo malo de mi viña.
67 Y de nuevo injertaré las ramas del árbol natural en el árbol natural;
68 e injertaré las ramas del árbol natural en las ramas naturales del árbol; y así las juntaré otra vez para que produzcan el fruto natural, y serán uno.
69 Y lo malo será echado fuera, sí, fuera de todo el terreno de mi viña; pues he aquí, tan solo esta vez podaré mi viña.
70 Y aconteció que el Señor de la viña envió a su siervo, y éste fue e hizo lo que el Señor le había mandado, y trajo otros siervos; y eran pocos.
71 Y les dijo el Señor de la viña: Id y trabajad en la viña con todas vuestras fuerzas. Porque he aquí, ésta es la última vez que nutriré mi viña; porque el fin se aproxima y la estación viene rápidamente; y si vosotros trabajáis conmigo con toda vuestra fuerza, os regocijaréis en el fruto que recogeré para mí mismo, para el tiempo que pronto llegará.
72 Y sucedió que los siervos fueron y trabajaron con todas sus fuerzas; y el Señor de la viña también trabajó con ellos; y en todo obedecieron los mandatos del Señor de la viña.
73 Y empezó de nuevo a producirse el fruto natural en la viña; y las ramas naturales comenzaron a crecer y a medrar en sumo grado; y empezaron luego a arrancarse las ramas silvestres y a echarse fuera; y conservaron iguales la raíz y la copa, según su fuerza.
74 Y así trabajaron con toda diligencia, según los mandamientos del Señor de la viña, sí, hasta que lo malo hubo sido echado de la viña, y el Señor hubo logrado para sí que los árboles volviesen nuevamente al fruto natural; y llegaron a ser como un cuerpo; y los frutos fueron iguales, y el Señor de la viña había preservado para sí mismo el fruto natural, que fue sumamente precioso para él desde el principio.
75 Y aconteció que cuando el Señor de la viña vio que su fruto era bueno y que su viña ya no estaba corrompida, llamó a sus siervos y les dijo: He aquí, hemos nutrido mi viña esta última vez; y veis que he obrado según mi voluntad; y he preservado el fruto natural que es bueno, aun como lo fue en el principio. Y benditos sois, porque a causa de que habéis sido diligentes en obrar conmigo en mi viña, y habéis guardado mis mandamientos, y me habéis traído otra vez el fruto natural, de modo que mi viña ya no está más corrompida, y lo malo se ha echado fuera, he aquí, os regocijaréis conmigo a causa del fruto de mi viña.
76 Pues he aquí, por mucho tiempo guardaré del fruto de mi viña para mí mismo, a la estación, la cual se aproxima velozmente; y por la última vez he nutrido mi viña, y la he podado, y he cavado alrededor de ella, y la he abonado; por tanto, guardaré de su fruto para mí mismo, por mucho tiempo, de acuerdo con lo que he hablado.
77 Y cuando llegue la ocasión en que nuevamente vuelva el mal fruto a mi viña, entonces haré recoger lo bueno y lo malo; y lo bueno preservaré para mí, y lo malo arrojaré a su propio lugar. Y entonces viene la estación y el fin; y haré que mi viña sea quemada con fuego.
No cabe duda de que el Señor entiende los sentimientos de una madre o un padre afligido que sufre.
























