Tu estudio de — El Libro De Mormón
Primera Parte:
1 Nefi Hasta Palabras de Mormón
Jacob Capítulo 7
Sherem es el primero de los tres “anticristos” que vamos a encontrar en el Libro de Mormón. Los otros dos son Nehor (Alma 1) y Korihor (Alma 30). Sherem es un ejemplo típico de las muchas personas que hoy en día se oponen a la iglesia. Verás que tiene un buen nivel de educación en las cosas del mundo y que se considera a sí mismo alguien muy importante. Al estudiar su encuentro con Jacob, podemos aprender varias cosas, las cuales nos ayudan a estar alerta ante tales enemigos de la rectitud. Usaremos negrita para señalar algunas cosas.
1 Y ACONTECIÓ que después de transcurrir algunos años, vino entre el pueblo de Nefi un hombre que se llamaba Sherem.
2 Y aconteció que empezó a predicar entre los del pueblo, y a declararles que no habría ningún Cristo; y predicó muchas cosas que lisonjeaban (cautivaban) al pueblo (cosas que querían oír); e hizo esto para derribar la doctrina de Cristo. (Esto lo hizo intencionalmente).
3 Y trabajó diligentemente para desviar el corazón del pueblo, a tal grado que desvió a muchos corazones; y sabiendo él que yo, Jacob, tenía fe en Cristo, que había de venir, buscó mucho una oportunidad para verse conmigo.
Te habrás dado cuenta que muchos apóstatas y otros que están enojados con la iglesia en nuestros días buscan oportunidades para debatir a las Autoridades Generales (e incluso a los miembros como tú y yo) en público. Parece ser que este método de Satanás no ha cambiado.
4 Y era un hombre instruido, pues tenía un conocimiento perfecto de la lengua del pueblo (tenía una educación muy buena y era muy hábil para hablar en público); por tanto, podía emplear mucha lisonja y mucha elocuencia, según el poder del diablo. (El diablo puede inspirar a personas y ayudarlas a tener mucha habilidad para desviar al pueblo).
A continuación, veremos que Sherem no fue muy sabio al escoger a Jacob como su próxima víctima.
5 Y tenía la esperanza de desprenderme de la fe, a pesar de las muchas revelaciones y lo mucho que yo había visto concerniente a estas cosas; porque yo en verdad había visto ángeles, y me habían ministrado. Y también había oído la voz del Señor hablándome con sus propias palabras de cuando en cuando; por tanto, yo no podía ser descarriado.
Quizás puedas imaginarte a Sherem vociferando engreída-mente ante Jacob y dirigiéndose a él con un tono sarcástico. Hasta le llega a llamar “hermano». Observa con qué técnica ataca a Jacob y al evangelio con frases diseñadas para generar dudas.
6 Y aconteció que me vino a ver, y de esta manera me habló, diciendo: Hermano Jacob, mucho he buscado la oportunidad para hablar contigo, porque he oído, y también sé, que mucho andas, predicando lo que llamas el evangelio o la doctrina de Cristo.
7 Y has desviado a muchos de los de este pueblo, de manera que pervierten la recta vía de Dios y no guardan la ley de Moisés, que es el camino verdadero; y conviertes la ley de Moisés en la adoración de un ser que dices vendrá de aquí a muchos siglos. Y ahora bien, he aquí, yo, Sherem, te declaro que esto es una blasfemia, pues nadie sabe en cuanto a tales cosas; porque nadie puede declarar lo que está por venir (nadie puede saber el futuro; esta declaración se volverá en contra de Sherem en el versículo 9; también, entre otras cosas, está negando la existencia de profetas verdaderos). Y así era como Sherem contendía contra mí.
8 Mas he aquí que el Señor Dios derramó su Espíritu en mi alma, de tal modo que lo confundí (lo detuve) en todas sus palabras.
9 Y le dije: ¿Niegas tú al Cristo que ha de venir? Y él dijo: Si hubiera un Cristo, no lo negaría; mas sé que no hay Cristo, ni lo ha habido, ni jamás lo habrá.
En el versículo 7, arriba, Sherem dice que nadie puede saber el futuro. Sin embargo, en el versículo 9 vemos que se contradice así mismo, pues nos dice que el conoce el futuro al saber que nunca habrá un Cristo.
10 Y le dije: ¿Crees tú en las Escrituras (Antiguo Testamento)? Y dijo él: Sí.
En el versículo 11 Jacob se dirige a Sherem de una manera bastante diplomática al tratar de darle una oportunidad para que Sherem recapacite en cuanto a lo que había dicho anteriormente. Se trata de una medida bondadosa, pues si Sherem se hubiese aprovechado de esta oportunidad, su posición orgul-losa no se habría expuesto tanto. Sin embargo, solo necesitaba que se le enseñase la verdad.
Y aunque Jacob lo intentó de manera respetuosa, desafortunadamente Sherem no aprovechó esta oportunidad para aprender.
El versículo 11 es un recordatorio poderoso para todos nosotros de que el Antiguo Testamento, en su forma pura y original, enseñaba muy claramente en cuanto a Cristo.
11 Y le dije yo: Entonces no las entiendes; porque en verdad testifican de Cristo. He aquí, te digo que ninguno de los profetas ha escrito ni profetizado sin que haya hablado concerniente a este Cristo.
A continuación, Jacob compartirá con Sherem un testimonio simple y puro. Una vez más, se nos recuerda que esta es una manera poderosa de enseñar y dar a conocer el evangelio: dar un testimonio sencillo y puro.
12 Y esto no es todo. Se me ha manifestado, porque he oído y visto; y también me lo ha manifestado el poder del Espíritu Santo; por consiguiente, yo sé que si no se efectuara una expiación, se perdería todo el género humano (compárese con 2 Nefi 9:7-9).
Seguidamente, podemos notar el sarcasmo al escuchar las palabras de Sherem cuando este contradice el humilde testimonio de Jacob y demanda una señal.
13 Y aconteció que me dijo: Muéstrame una señal mediante este poder del Espíritu Santo, por medio del cual sabes tanto.
14 Y le dije: ¿Quién soy yo para que tiente a Dios para que te muestre una señal en esto que tú sabes que es verdad? (Jacob sabe por el poder del Espíritu que Sherem está mintiendo, ya que Sherem sabe que Jacob está diciendo la verdad). Sin embargo, la negarás, porque eres del diablo (el diablo es un mentiroso). No obstante, no sea hecha mi voluntad; mas si Dios te hiriere (este no es el tipo de señal que Sherem estaba pensando), séate por señal de que él tiene poder tanto en el cielo como en la tierra; y también de que Cristo vendrá. ¡Y sea hecha tu voluntad, oh Señor, y no la mía!
15 Y sucedió que cuando yo, Jacob, hube hablado estas palabras, el poder del Señor vino sobre él, de tal modo que cayó a tierra. Y sucedió que fue alimentado por el espacio de muchos días.
El hecho de que Sherem no muriera inmediatamente es un recordatorio de la bondad del Señor, incluso para con los pecadores más viles. A pesar de la actitud sarcástica de Sherem y sus doctrinas falsas tan dañinas, se trata de una persona, un hijo de Dios, con un valor infinito.
El Señor muestra su misericordia al darle tiempo a Sherem para que recapacite sobre lo que ha hecho antes de que muera. Como veremos en los versículos 17-19, esto funcionó.
16 Y aconteció que él dijo al pueblo: Reuníos mañana, porque voy a morir; por tanto, deseo hablar al pueblo antes que yo muera.
17 Y aconteció que a la mañana siguiente la multitud se hallaba reunida; y les habló claramente y negó las cosas que les había enseñado, y confesó al Cristo y el poder del Espíritu Santo y la min-istración de ángeles.
18 Y les dijo claramente que había sido engañado por el poder del diablo. Y habló del infierno, y de la eternidad, y del castigo eterno. (Vemos que Sherem sabe muy bien el «vocabulario de las doctrinas del evangelio”, lo cual puede indicar que él conocía bien el evangelio antes de apostatar).
19 Y dijo: Temo que haya cometido el pecado imperdonable, pues he mentido a Dios; porque negué al Cristo, y dije que creía en las Escrituras, y éstas en verdad testifican de él. Y porque he mentido a Dios de este modo, temo mucho que mi situación sea terrible; pero me confieso a Dios.
Muchos estudiantes de las escrituras se preguntan si Sherem llega a ser un hijo de perdición o no. Si bien es cierto que el juicio final está en manos del Salvador (Juan 5:22), podemos concluir que aquellas personas que llegasen a convertirse en hijos de perdición actuarían y pensarían igual que el diablo (véase DyC 76:31-35), y en este caso, Sherem expresa un remordimiento sincero.
20 Y acaeció que después que hubo dicho estas palabras, no pudo hablar más, y entregó el espíritu (murió).
21 Y cuando los de la multitud hubieron presenciado que él había dicho estas cosas cuando estaba a punto de entregar el espíritu, se asombraron en extremo; tanto así que el poder de Dios descendió sobre ellos, y fueron dominados de modo que cayeron a tierra. (Muchos se volvieron a convertir).
22 Y ahora bien, esto me complació a mí, Jacob, porque lo había pedí-do (la reconversión o reactivación de aquellos que habían seguido a Sherem) a mi Padre que estaba en el cielo; pues él había oído mi clamor y contestado mi oración.
23 Y sucedió que la paz y el amor de Dios nuevamente se restablecieron entre el pueblo; y escudriñaron las Escrituras (la clave para evitar la apostasía personal); y no hicieron más caso de las palabras de este hombre inicuo.
A continuación, Jacob se lamentará al ver que no tuvieron éxito al recuperar (hacer volver a Cristo) a los lamanitas de su época.
24 Y aconteció que se idearon muchos medios para rescatar a los lamanitas y restaurarlos al cono-cimiento de la verdad; mas todo fue en vano, porque se deleitaban en guerras y en el derramamiento de sangre, y abrigaban un odio eterno contra nosotros, sus hermanos; y de continuo buscaban el modo de destruirnos por el poder de sus armas.
Hoy en día, muchas personas se oponen firmemente a la fabricación de armas para luchar o defenderse. A continuación, el Libro de Mormón nos aconseja en cuanto a este asunto.
25 Por tanto (esta es la razón por la cual), el pueblo de Nefi se fortificó contra ellos con sus armas y con todo su poder, confiando en el Dios y roca de su salvación; por tanto, pudieron ser, hasta el momento, vencedores de sus enemigos.
26 Y aconteció que yo, Jacob, empecé a envejecer; y como la historia de este pueblo se lleva en las otras planchas de Nefi (las Planchas Mayores), concluyo, por tanto, esta relación (la parte que contiene el registro de Jacob dentro de las Planchas Menores de Nefi), declarando que la he escrito según mi mejor conocimiento, diciendo que el tiempo se nos ha pasado, y nuestras vidas también han pasado como si fuera un sueño, pues somos un pueblo solitario y solemne, errantes, desterrados de Jerusalén, nacidos en la tribulación, en un desierto, y aborrecidos por nuestros hermanos, cosa que ha provocado guerras y contenciones; de manera que nos hemos lamentado en el curso de nuestras vidas.
Seguidamente, Jacob delegará la responsabilidad de preservar las planchas y grabar sobre ellas a su hijo, Enós.
27 Y yo, Jacob, vi que pronto tendría que descender al sepulcro. Por tanto, dije a mi hijo Enós: Toma estas planchas. Y le declaré lo que mi hermano Nefi me había mandado, y prometió obedecer los mandamientos. Y doy fin a mis escritos sobre estas planchas (las Planchas Menores), y lo que he escrito ha sido poco; y me despido del lector, esperando que muchos de mis hermanos lean mis palabras. Adiós, hermanos.
























