Moisés 2:1–25
LA CREACIÓN FÍSICA DE LOS CIELOS Y DE LA TIERRA
Moisés 2. Un relato de la creación física.
El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “El relato de la creación de la tierra como se describe en Génesis, y en el Libro de Moisés, y como se relata en el templo, es la creación física de la tierra, de los animales y de las plantas” (Doctrina de Salvación, tomo I, pág. 71).
Moisés 2:1. ¿Quién creó la tierra?
Jesucristo creó el cielo y la tierra bajo la dirección del Padre (véase Moisés 1:31–33; 2:1). A otros se les concedió el privilegio de ayudarle en la Creación; entre ellos estaba Miguel, o sea, Adán. El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “Cierto es que Adán ayudó a formar esta tierra, pues trabajó junto a nuestro Salvador Jesucristo. Yo poseo un fuerte punto de vista o convicción de que hubo otros que también cooperaron con ellos. Tal vez Noé y Enoc, ¿y por qué no José Smith y aquellos que fueron señalados para ser gobernantes antes de que la tierra fuese formada?” (Doctrina de Salvación, tomo I, págs. 70–71).
Moisés 2:1. La tierra no fue creada por accidente ni por casualidad.
El élder John A. Widtsoe, que fue miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “La tierra existe por la voluntad y el poder de Dios… La casualidad está descartada. Los Santos de los Últimos Días creen que la tierra y los cielos, y las diversas funciones que existen dentro del universo, son producto de una inteligencia en acción, de la mente de Dios” (Evidences and Reconciliations, arr. G. Homer Durham, 1960, pág. 150).
Moisés 2:3. Dios obra por el poder de la fe.
El profeta José Smith enseñó:
“Cuando un hombre obra mediante la fe, hace uso de sus facultades mentales en vez de la fuerza física. Toda persona, cuando obra mediante la fe, lo hace por medio de las palabras en vez de los poderes físicos. Dios dijo: ‘Haya luz; y hubo luz’… Y el Salvador dice: ‘…si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará’ o ‘podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería’. Por lo tanto, la fe obra por las palabras; y por su intermedio las obras más grandiosas se han efectuado y se efectuarán…
“…La Creación total que está a la vista, tal como existe en el momento, es el resultado de la fe. Fue por medio de la fe que se formó, y es por el poder de la fe que continúa en su forma organizada, mediante la cual los planetas siguen sus órbitas y hacen brillar su gloria” (Lectures on Faith, págs. 72–73; véase también Mateo 17:20; Jacob 4:6, 9).
Moisés 2:3–4. “Y hubo luz”.
El élder John Taylor, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que Dios “hizo que la luz brillara sobre [la tierra] antes de que el sol brillara en el firmamento [véase Moisés 2:3–4, 14–19]; porque Dios es luz y no hay tinieblas en Él. Él es la luz del sol y el poder por el cual fue hecho; es la luz de la luna y el poder por el cual fue hecha; es la luz de las estrellas y el poder por el cual fueron hechas” (en Journal of Discourses, 18:327; véase también Apocalipsis 21:23–25; D. y C. 88:7–13).
Moisés 2:5. ¿Cuán largo fue un día de la Creación?
El presidente Brigham Young, al hablar sobre los seis días de la Creación, dijo que seis días “es simplemente un término, pero da igual si llevó seis días, seis meses, seis años o seis mil años. La Creación ocupó ciertos lapsos de tiempo. No estamos autorizados a decir qué duración tuvieron esos días; ya sea que Moisés haya escrito esas palabras tal como las tenemos ahora o que los traductores de la Biblia hayan dado la interpretación correcta a ellas.
Sea como sea, Dios creó el mundo. Dios hizo traer la materia con la cual formó esta tierra sobre la cual deambulamos. ¿Desde cuándo existe esa materia? Desde siempre, en alguna forma o condición ha existido siempre” (Discourses of Brigham Young, sel. John A. Widtsoe, 1971, pág. 100; véase también Alma 40:8).
El élder Bruce R. McConkie enseñó que un día, en el relato de la Creación, “es un periodo específico; es una era, un eón, una parte de la eternidad; es la época entre dos acontecimientos identificables. Y cada día, sea cual fuere su duración, consta del tiempo necesario para sus propósitos…
“No existe nada revelado que especifique que cada uno de los ‘seis días’ de los que se habla en la Creación fueron de la misma duración” (véase “Cristo y la Creación”, Liahona, septiembre de 1983, pág. 27).
Moisés 2:6–8. El firmamento dividió las aguas.
El élder Bruce R. McConkie enseñó: “ ‘…las aguas’ fueron separadas de entre las superficies de la tierra y de los cielos atmosféricos que la rodeaban. Un ‘firmamento’ o una ‘expansión’ llamado ‘Cielo’ se creó ‘de tal modo que separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban sobre la expansión’. Es así, que al ver el desarrollo de los acontecimientos creativos, parece haberse previsto que nubes, lluvias y tormentas dieran vida a lo que aún en el futuro crecería y moraría sobre la tierra. (Véase Moisés 2:6–8; Abraham 4:6–8.)” (véase “Cristo y la Creación”, Liahona, septiembre de 1983, pág. 28).
Moisés 2:11–12, 21, 24–25. “Según su especie”.
El élder Boyd K. Packer enseñó: “No encontramos en la naturaleza ninguna lección más clara que el hecho de que todas las cosas vivientes hacen como el Señor mandó en la Creación. Se reproducen ‘según su especie’. (Véase Moisés 2:12, 24.) Siguen el modelo de sus progenitores… Un pájaro no crecerá para llegar a ser una bestia ni un pez. Un mamífero no engendrará reptiles ni los hombres ‘recogen… higos de los abrojos’ (Mateo 7:16)” (véase “El modelo de nuestro Progenitor”, Liahona, octubre de 1984, pág. 53).
Moisés 2:26–31
LA CREACIÓN FÍSICA DEL HOMBRE Y DE LA MUJER
Moisés 2:26–27. LA CREACIÓN FÍSICA DEL HOMBRE Y DE LA MUJER
La revelación moderna declara que el Padre Celestial “tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre” (D. y C. 130:22). La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días acepta literalmente Génesis 1:26 y Moisés 2:26. Como hijos de nuestro Padre Celestial, nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo espiritual son a Su imagen.
Moisés 2:26–27. “Varón y hembra los creé”.
La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles han afirmado: “Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y el propósito eternos de los seres humanos en la vida premortal, mortal y eterna” (“La familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, junio de 1996, pág. 10 y octubre de 1998, pág. 24).
Moisés 2:28. ¿Qué significa henchid?
Un análisis del texto de Génesis 1:28 en hebreo nos ayuda a comprender mejor las instrucciones de Dios al hombre y a la mujer cuando les dijo: “…Fructificad y multiplicaos; llenad [henchid] la tierra” La palabra de la cual se tradujo “fructificad” en este versículo es en hebreo parah, que significa “aumentar, dar a luz o dar fruto”. La palabra de la cual se tradujo “multiplicaos” es rabah y significa “llegar a ser muchos”. La palabra en hebreo male se tradujo allí como “llenad o henchid”, que significa eso, “llenar o colmar”. El Señor dice al hombre y a la mujer que tengan hijos (multiplicaos, fructificad).
En 1942, la Primera Presidencia enseñó: “El Señor nos ha dicho que es el deber de todo marido y mujer obedecer el mandamiento dado a Adán de multiplicarse y henchir la tierra, para que las legiones de espíritus escogidos que esperan tabernáculos de carne puedan venir a la tierra y progresar por medio del gran plan de Dios y llegar a ser almas perfectas, porque sin estos tabernáculos de carne no pueden progresar y llegar al destino que Dios ha planeado para ellos. Por lo tanto, todos los maridos y las mujeres en Israel deben llegar a ser padres de niños que nazcan bajo el sagrado convenio eterno” (citado por el élder Boyd K. Packer, “Por esta vida y por la eternidad”, Liahona, enero de 1994, pág. 25).
Moisés 2:28. Al hombre se le dio dominio.
El élder Joseph Fielding Smith, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, escribió que tener “dominio” significa tener responsabilidad (véase The Way to Perfection, sexta edición, 1946, pág. 221). Tener dominio sobre todas las cosas vivientes es una responsabilidad sagrada que no debemos utilizar incorrectamente (véase D. y C. 49:19–21; 59:17–20; 104:13–18; 121:39–46).
El élder Sterling W. Sill, en ese entonces Ayudante del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Uno de los mensajes más inspiradores de las sagradas Escrituras es la historia del sexto día de la Creación, cuando Dios hizo al hombre a Su imagen, al que dotó también de una serie de Sus propios atributos. Entonces, como el punto culminante de la Creación, Dios dio al hombre dominio sobre todo lo que había en la tierra, incluso sobre él mismo. El diccionario dice que ‘dominio’ significa control o el poder para gobernar. La parte más importante del dominio que se le dio al hombre fue el autodominio” (en “Conference Report”, octubre de 1963, págs. 77–78).
























