El Plan de Salvación

Capítulo 7

La probación: Redención de la muerte
espiritual por medio de
la Fe y del Arrepentimiento


Hasta ahora, hemos visto como el plan de salvación fue establecido en la vida pre-mortal para damos a todos los hijos e hijas espirituales de nuestro Padre Celestial, una oportunidad de lograr ser como él, ganar un cuerpo in­mortal y la vida eterna. Para alcanzar esa meta, Dios instituyó la caída y la redención. La caída trajo dos tipos de muerte a todos los que vienen a este mundo: la muerte temporal así como la muerte espiritual. Y el sacrifi­cio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo redime a tos seres humanos de esas dos muertes: (1) Redime a todos, incondicionalmente, de la muerte temporal, ya que todos resucitaremos. Y (2) nos da la oportunidad a todos de redimirnos de la muerte espiritual, oportunidad que requiere nuestro profundo envolvimiento en un preciso proceso de rehabilitación.

Así, al tratar de llegar a ser como nuestros Padres Celestiales, debemos dejar nuestra habitación pre-mortal para venir a este mundo telestial. Aquí nos espera la difícil prueba de sobreponernos a las tentaciones del mundo y de Satanás, subyugando a nuestro cuerpo camal, remontándonos hacia Dios al buscar el camino estrecho y derecho que nos lleva a la vida eterna y la exaltación. Y en el proceso, por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, limpiamos nuestro cuerpo y nuestra mente de toda impureza, para ser limpios cuando comparecemos de nuevo ante nuestro Padre Celestial.

El Artículo de Fe No. 4, presenta la lista de lo que debemos hacer para ser salvos: (1) desarrollar nuestra fe en el Señor Jesucristo; (2) arrepentimos de nuestros pecados; (3) bautizarnos para la remisión de nuestros pecados; y (4) recibir por medio de la imposición de manos el don del Espíritu San­to. Al escrudiñar las escrituras, pronto se nos demuestra que ese simple pro­ceso es, realmente muy exigente, ya que requiere grandes cambios en nuestra naturaleza, en nuestra manera de pensar, en nuestra manera de ser.

En este capítulo, al tratar de entender lo que debemos hacer para vencer a la muerte espiritual y volver a Dios, primero revisaremos la potencialidad que poseemos de llegar a ser dioses, así como la condición humana y caída en la cual nos encontramos ahora. Después veremos que nuestro mayor desafío en esta vida es, al encontrar el evangelio verdadero, el desarrollar suficiente fe para arrepentimos. En los siguientes capítulos, estudiaremos el bautismo por agua y por fuego para erradicar nuestros pecados. Y vere­mos cómo, al ganar el don del Espíritu Santo, nuestro corazón cambia y podemos seguir en el buen camino, perseverando hasta el fin. Porque si no somos limpios como la nieve, no podemos conquistar la muerte espiri­tual y entrar donde Dios está.

NUESTRA POTENCIALIDAD DIVINA

Desde el principio del mundo, Dios, considerándonos entidades distintas y muy superiores al resto de sus creaciones, nos da dominio sobre todas las obras de sus manos. (Gn 1:26; Sal 8:6) Eso es porque, las escrituras sugie­ren, nuestra naturaleza es similar a la de Dios.

SOMOS LOS HIJOS E HIJAS LITERALES DE DIOS:     

Dios se preocupa por nosotros: nos engrandece, nos visita, nos prueba; Job 7:17-18
nos hizo un poco menor que los ángeles, coronados de gloria y honra, a cargo de todas sus obras. Sal 8:4-6
Es que Dios es el Padre de nuestros espíritus: He 12:9
por eso, como Dios, conocemos el bien y el mal. Gn 3:22
Como el Padre y el Hijo resucitado, tenemos un cuerpo de carne y huesos. DyC 130:22
Por eso podemos hablar con seres celestiales como un hombre habla con otro, 1Ne 11:11
porque son hombres como nosotros. DyC 130:1
En Dios vivimos, nos movemos, y somos. . . porque pertenecemos al linaje de Dios, Hch 17:28
y estabamos al principio con Dios. DyC 93:29
Si somos hijos de Dios, también somos herederos de Dios y coherederos con Cristo, por medio de Cristo, Ro8:17 Ga4:7;3Ne9:17
y (potencialmente al menos) somos dioses. Sal 82:6; Jn 10:34 DyC 76:58

En resumen, somos de Dios. Y potencial mente, podemos volver a él. Pe­ro, al venir al mundo, sufrimos la muerte espiritual: perdemos gran parte de nuestro conocimiento y gloria, y se nos da un cuerpo físico. Por eso, todo depende de nosotros. Si nos sobreponemos a nuestro cuerpo y a nuestro ambiente telestial, podemos volver a Dios. Si no, perdemos nuestra gloria divina para siempre.

EL HOMBRE NATURAL

Las escrituras explican que, después de recibir el evangelio, Adán y Eva fueron a hablar con sus hijos, enseñándoles lo que habían oído del Señor. Pero cuando Satanás les aconsejó que no creyeran, los hijos e hijas de Adán y Eva rechazaron al evangelio. A ese punto, los hombres y mujeres de esta tierra empezaron a ser carnales, sensuales y diabólicos. (Moisés 5:6-13)

Al venir al mundo, todos nosotros heredamos ese ambiente telestial. Eventualmente todos, a distintos grados, sucumbimos a las tentaciones del mundo y a las de Satanás. Esto es la muerte espiritual que nos cambia y aleja de nuestro Padre Celestial. Y según las escrituras, todos somos afecta­dos,

TODOS SOMOS PECADORES Y REBELDES:

A causa de la caída, somos ahora carnales, sensuales y diabólicos; Mos 1 6:3 Moisés 5:13; 6:49
hacemos la voluntad de nuestra carne, Ef2:3
ejercitamos injusto dominio, DyC 121:39
nos envolvemos en celos, contiendas, y disensiones, 1Co 3:1-3
y transgredimos las leyes de Dios. DyC 20:20
En comparación con Dios, no somos ni sabios, ni poderosos, ni nobles. 1 Co 1:25-26
Mucho de lo que creemos es sublime, es abominación delante de Dios. Lc 16:15
Como seres humanos, no entendemos ni buscamos a Dios; Ro 3:10-11
pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios. Ro3:23
Somos rebeldes y provocamos a Dios por nuestra falta de conocimiento, nuestra maldad, nuestros pecados. Is 1:2-4
Perdemos la habilidad de ser espirituales, 1Co2:14
de distinguir entre el bien y el mal, Jon4:9-11
o de hacer el bien, aún si queremos hacerlo. Ro7:18
Por eso, todos pecamos. Ro5:12

ÚNICAMENTE JESÚS FUE PERFECTO

Jesús es el único que vino a este mundo y NO HIZO CASO de las tentaciones que sufrió; por eso, después de su sacrificio, ascendió al cielo para sentarse, un Dios, a la diestra del Padre. DyC 20:22-24

En cuanto a nosotros, los seres humanos, si no cambiamos del «hombre natural» al «hombre espiritual,» sufriremos un destierro eterno de la pre­sencia de nuestro Padre Celestial.

SI NO ABANDONAMOS NUESTRA NATURALEZA HUMANA, NO PODEMOS VOLVER A DIOS:

El vivir según la carne no puede agradar a Dios. Ro 8:6-8
Al obrar contrario a la naturaleza de Dios, perdemos nuestra felicidad, Al 41:11
y somos desterrados de la presencia de Dios, Moisés6:49
porque el «hombre natural» no puede aguantar la presencia de nuestro Padre Celestial. DyC67:10-13
Si pecamos y nos rebelamos contra Dios, permanecemos en nuestro estado caído y el diablo tiene poder sobre nosotros. Quedamos como si no hubiera ninguna redención, enemigos de Dios, como el diablo. Mos 16:5
Nos hallamos en la obscuridad, ceñidos en las ligaduras de la muerte y las cadenas del infierno, y nos espera una eterna destrucción. Al 5:7
Habiendo sufrido la muerte espiritual, se nos dice: Apartaos, malditos. DyC 29:41
El ocuparnos de la carne trae la muerte (espiritual). Ro 8:6-8

Así las escrituras claramente nos dicen que el cuerpo nos lleva al pecado y a la muerte. (Ro 8:6-8) Pero nuestro Padre Celestial, en su bondad para con nosotros, hace de esta muerte espiritual, esta vida telestial, un estado preparatorio: un tiempo durante el cual tenemos una oportunidad de arrepentimos y prepararnos para la vida eterna por medio del sacrificio de nues­tro hermano mayor. (Al42:10-13)

ESTA VIDA ES NUESTRO ESTADO DE PROBACIÓN:

Este estado de probación nos provee con tiempo para prepararnos; Al 42:10
una oportunidad para probar lo amargo, apreciar lo bueno, distinguir el bien del mal; Moisés 6:55-56
conocer las cosas de Dios. Al 26:21

Además nuestro Señor, por medio de sus profetas, nos dice claramente lo que debemos hacer para entender las cosas de Dios y volver a él:

DURANTE NUESTRA PROBACIÓN, DEBEMOS CAMBIAR DEL   «HOMBRE NATURAL» AL «HOMBRE ESPIRITUAL»:

Debemos perder nuestra naturaleza humana, arrepentimos, Al 26:21;36:4
someternos a la influencia del Espíritu Santo, hacernos santos por la expiación de 2P1:4
Cristo, y volvernos como niño, sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someternos a nuestro Señor tal como un niño se sujeta a su padre, y nacer de nuevo Mos 3:19 Al 38:6:Mos 27: 25-26

Así el plan de salvación, por medio de la caída y la redención, nos provee con un espíritu divino, un cuerpo telestial, y un tiempo en esta vida para encontrar el camino de vuelta a Dios.

LOS CUATRO REQUISITOS EN EL CAMINO A LA EXALTACIÓN

El Artículo de Fe No. 4 indica que, para vencer la muerte espiritual y alcanzar salvación, debemos cumplir con los siguientes requisitos: (1) Fe; (2) Arrepentimiento; (3) Bautismo por agua; (4) Bautismo por el Espíritu Santo (o por fuego).

Ahora escrudiñaremos las escrituras para ganar un mejor entendimiento de los dos primeros requisitos que nos pueden llevar a la vida eterna.

A. FE EN NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Pablo, Alma y Moroni dan una definición similar del concepto: fe. Para ellos, la fe es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (He 11:1), «esperanza en cosas que no se ven» (Al 32:21), «las cosas que se esperan y no se ven.» (Et 12:6) La fe en las cosas de Dios, por eso, es la creencia que Dios está a cargo del universo y de este mundo. Y esa fe, esa certeza, esa convicción, esa esperanza nos ayuda a percibir nuestra existencia como una cosa temporal, en las manos de una deidad justa y bondadosa que eventualmente recompensará gloriosamente a los que lo respetan y lo siguen.

Veamos ahora la naturaleza de esa fe que nos lleva a cumplir con todos los requisitos, y a alcanzar el reino de Dios.

I. FE ES UN DON QUE PUEDE SER GANADO.

Las escrituras nos dicen que la fe es un don.

LA FE ES UN DON: 

Fe es uno de los frutos del Espíritu, un don de Dios. Ga 5:22 Ef2:8
El Espíritu Santo nos puede dar fe, una fe sumamente grande: 1Co12:9 Moro 10:11
Fe para sanar, fe para ser sanados; DyC 46:19-20
Fe que Jesucristo es el Hijo de Dios, sacrificado por los pecados del mundo; DyC 46:13
Fe en las palabras de los que lo saben, para que todos tengan vida eterna si continúan fieles. DyC 46: 14

Pero en el plan de Dios, dones no son dados arbitraria y gratuitamente. Son dados «después de hacer cuanto podamos» (2Ne 25:23), ganados por «gran fe y buenas obras» por los que han «escogido el bien y ejercido una fe sumamente grande» en la vida pre-mortal. (Al 13:3)

Por eso, aquí en la tierra, encontramos distintos grados de fe: personas que tienen gran fe, y otras que parecen tener grandes dificultades en conce­bir la existencia de lo espiritual. Esa diferencia se nota aún dentro de una misma familia. Y es por eso que nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del sembrador, describe las distintas reacciones entre los que oyen del evange­lio, comparando varios grados de fe con varios grados de fertilidad de la tierra. (Mt 13:1-9; 1 8-23)

Sin embargo, el no tener ese don de fe no nos excusa, ya que el obtener fe es un principio eterno y unjnandamiento de Dios, un mandamiento con promesa.

EL OBTENER FE ES UN MANDAMIENTO CON PROMESA:       

Debemos creer en Jehová o Cristo, Morm 7:5
fiarnos de él, temerlo y apartarnos del mal. Pr 3:5, 7
Así prosperaremos, 2Cr 20:20
venceremos al mundo, 1Jn 5:10
y obtendremos salvación en el reino de Dios. DyC 20 29

En su bondad, el Señor nos enseña cómo obtener esa fe.

GANAREMOS FE EN CRISTO SI:

aguardamos, esperamos a Jehová; Sal 27:13-14
nos arrepentimos clamando hacia Dios, Mr 1:15; 11:22-4
en oración, aceptando las obras de Cristo. Hel 5:41; Jn 10: 37-38
Y aún si no tenemos mucha fe, si ejercitamos lo que tengamos (como una semilla) nuestra fe crecerá. Al 32:27-28

Nuestro Padre Celestial quiere que todos tengamos una oportunidad de desarrollar nuestra fe. Por eso, el manda a sus siervos para que nos en­señen el evangelio en esta vida (Moisés 6:22-23; Ro 10:17; DyC 19:31-32), y en la otra. (DyC 138:31-35)

Así desde el principio, aún antes de la fundación de esta tierra, la respon­sabilidad de desarrollar y ejercer nuestra fe en nuestro Señor Jesucristo ha sido nuestra. Y en el proceso de ganar y ejercer nuestra fe, podemos vencer la muerte espiritual y ganar grandes y maravillosas promesas.

II. POR FE, PODEMOS RECIBIR BENDICIONES TEMPORALES

Las escrituras explícitamente prometen muchas bendiciones temporales a los que tienen fe.

NECESIDADES DIARIAS:  
Nuestra salud puede ser restaurada; Al 15:10; Hch 14:9; DyC 42:48
nuestra vida puede ser salvada. Al 2:30; 57:26; Stg 5:15
Podemos evitar hambre, sed, aflicciones, Al 31:38
y recibir comida, agua, ropa, Mt 6:30
fuerzas en angustia, así como Nah 1:7
paz y completa sanidad. Hel 5:47; Hch 3:16
PROTECCIÓN:    
Podemos ser librados de prisiones y cautiverio, Mos24:16; Al 14:26; Et 12:13
y protegidos en contra de fieras. Dn 6:22-23
PODER:   
Podemos mover árboles, montañas o ríos; Mt 21:21; Le 17:6; Moisés 7:13
podemos recibir señales y maravillas, hacer grandes obras y milagros. 3Ne 19:35;2Ne 26:1 3; DyC 35:8-9; 45:8; 63:10; Jn 14:12

Así por fe, nuestras necesidades temporales pueden ser satisfechas. Y po­demos recibir gran protección por medio de nuestra fe en el poder de Dios.

III. POR FE, PODEMOS RECIBIR BENDICIONES ESPIRITUALES.

Más importante aún, si creemos, el Señor nos provee con todas las ben­diciones espirituales que necesitamos para ganar exaltación.

POR FE RECIBIMOS REVELACIONES:      

Al gozar de comunión con el Espíritu Santo, Jar 1:4
por el don de profecía, Ro 12:6
o por medio del Liahona, 1 Ne 16:28-29
los que piden en fe, sin dudar, pueden recibir Stg 1:56
un testimonio de la verdad de las escrituras, Moro 10:4
la luz de Cristo, Jn 12:46
todas sus revelaciones, Et4:7
nuevas escrituras, o sea, los misterios de Dios. DyC 8:11-12
Pueden ver en el futuro, como Enoc; Moisés 7:47
pueden oír la voz de Cristo; Mos 24:16
o pueden verlo, como el hermano de Jared. Et3:15

POR FE RECIBIMOS LOS REQUISITOS PARA SALVACIÓ:

Fe en Dios y arrepentimiento pueden traernos la esperanza de salvación, de gloria, Al 22:16; Ro5:2
porque por oración de fe, pecados serán Stg 5:15-16
perdonados por medio del Espíritu del Señor, Mos4:3; 3Ne27:19
en el nombre de Cristo, Hch 10:43
el que vino a quitar los pecados del mundo. Al 5:48
Pero los malvados quedan como si Cristo no hubiese hecho ninguna redención. Al 11:40
Fe puede traer un cambio de corazón, justificación y paz, Al 24:19; Mos 27:14 Ro5:1
el Espíritu Santo qué manifiesta todo a los hijos de los hombres, DyC 18:18
santificación, Et4:7
y el ver a Cristo. Et3:15, 19

POR FE PODEMOS RECIBIR LA EXALTACIÓN:

Si creemos en Cristo, aunque muertos, viviremos; Jn 11:25
seremos redimidos; Sal 34:22
ganaremos salvación, 1Ti 4:10; Mos 3:9;
y vida eterna. Enós 1:8 Jn 3:15, 36; 5:24; 6:40, 47 1 Jn 5:10-13; Al 11:40Jn20:31; DyC 45:8

Y TODO LO QUE QUERRAMOS EN RECTITUD:

Al que cree, todo le es posible, Mr 9:23
conforme a su deseo, DyC 11:17
que sea menester a nuestro Señor; Moro 7:33
porque solamente pedirá lo justo, DyC 10:46-52
conforme a la voluntad de Dios. Hel 10: 5

Así la fe nos ayuda en esta vida y nos salva en la otra. En cambio, donde no hay fe, no hay salvación (Is 7:9; Jn 8:24; Moro 7:38), porque el no te­ner fe es un pecado. (Ro 14:22-23)

Como vemos, la fe es la base, el comienzo de nuestra salvación. Algunos reciben la fe como un don ganado en la vida pre-mortal. Otros tienen la oportunidad de ganar fe en esta vida. Y todos tenemos la oportunidad, aquí en la tierra, de ejercer nuestra fe para ganar muchas bendiciones temporales. Pero también nos es dada la oportunidad de desarrollar el tipo de fe que nos trae las experiencias espirituales que nos llevan más allá de la muerte espiri­tual y más cerca de Dios, el tipo de fe que trae salvación.

IV. LA FE QUE SALVA

Específicamente, la fe que salva es:

FE EN NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO:

que trae remisión de nuestros pecados, Mos 4:3
y salvación en el reino de Dios. 2Ne 9:23

UNA FE DEDICADA Y ABNEGADA:

Esa fe, nos advierten, será probada, aún hasta la muerte. 3Ne26:9; Et 12:6; DyC 105:19 DyC 98:11
Por eso, nuestra fe debe ser sumamente fuerte para que podamos seguir fieles cuando dolorosos sacrificios (sacrificios en obediencia) son requeridos, DyC 132:50
para ver si permanecemos en nuestros convenios, DyC 98:14
fieles y pacientes en nuestras tribulaciones, DyC 58:2; 54:10
haciendo todas las cosas que Dios manda. Abraham 3:25

Es ese tipo de fe que crea dentro de nosotros un poder maravilloso, un poder que nos da fuerza para llevar a cabo las obras de Dios, para obedecer, conquistar, y sacrificar. (He cap. 11) Esa fe es poder, poder sobre nuestro universo y poder sobre nuestra naturaleza humana, el hombre natural. Por eso, la fe que salva es la fe que demanda todo empeño, toda promesa, todo sacrificio.

Aún así la fe, por si sola, no es suficiente para ganar la salvación. La pri­mera función de la fe es el llevarnos a cumplir con todo lo requerido, y primero que todo, al arrepentimiento.

B. EL ARREPENTIMIENTO

El arrepentimiento es el segundo requisito para vencer la muerte espiri­tual y ganar la vida eterna. El plan de salvación explica que, para ganar en­trada en el reino de Dios, debemos alejarnos de nuestro Padre Celestial para ser probados. Esa probación viene al nacer en una tierra telestial con un cuerpo «natural» que, muy pronto, nos lleva a ser enemigos de Dios. Nues tra responsabilidad es el tornarnos hacia Dios, sobreponernos a nuestros cuerpos, a nuestro ambiente social, y a Satanás, y pasar por el proceso de impiarnos de nuestros pecados: pasados y presentes.

Al estudiar nuestros libros sagrados, entendemos que (1) todos estamos bajo la LEY DE JUSTICIA (ya que todos pecamos), hasta el momento cuando aceptamos (2) la LEY DEL ARREPENTIMIENTO que nos permite escapar, condenación si nos arrepentimos sinceramente y nuestro arrepenti­miento es aceptado. Entonces, estamos bajo (3) la LEY DE MISERICOR­DIA que puede aplicar si, al arrepentimos, decidimos obedecer todos los mandamientos de Dios y tener compasión para con nuestros semejantes, y si reconocemos y declaramos nuestra fe en el sacrificio expiatorio de nues­tro Señor Jesucristo.

I. LA LEY DE JUSTICIA

La ley de justicia declara que todos tendremos que comparecer delante del tribunal de Cristo y responder por los actos, las palabras, los pensamien­tos, y los deseos que tenemos y expresamos mientras estamos en el cuerpo. (2Co 5:10; Alma 12:14; 41:3-8)

LA LEY DE JUSTICIA DEMANDA QUE SEAMOS JUZGADOS Y CASTIGADOS:

Porque segamos lo que sembramos, 2Co 9:6; Ga 6:7-9
seremos juzgados por las cosas que están escritas en los libros, según nuestras obras, Ap 20:12
cada uno pagando por nuestras propias iniquidades: Dt 24:16; Jer 31:30 A. de F. 1:2
vida eterna recibirán los que perseveraron en bien hacer y buscaron gloria, honra, e inmortalidad; Ro 2:6-7, 10
ira y enojo recibirán los contenciosos que obedecen a la injusticia, y hacen lo malo; Ro2:8-9
y peor aún será para los que optan por obedecer al espíritu malo, a Satanás. Mos2:33; DyC10:20-27

PERO TODO SERA HECHO CON JUSTICIA:

el Judío primeramente y también el Gentil, 2Ne30:2; Hch11:18
el castigo dependiendo no solamente en el grado de la ofensa, pero también en el grado de conocimiento de la ley. Ro 2:10-11 Ro 2:1 2-14 Le 12:47-48

Así, la ley de justicia nos advierte que, después de esta vida, seremos juzgados por nuestros actos, pensamientos, y deseos, frente al tribunal de Dios. Seremos juzgados con justicia, en base «a nuestro conocimiento, por el grado de consideración que hemos dado, durante nuestra vida, a la voluntad de nuestro Padre Celestial.

Estas conclusiones sugieren que, aunque la ley es universal, justicia no se ejerce con todos de la misma manera. Y de cierto, al buscar más profunda­mente en las escrituras, encontramos que la ley de justicia aplica a la gran mayoría, pero no absolutamente todos los seres humanos.

EXCEPCIONES A LA LEY DE JUSTICIA      

Las escrituras tilicamente sugieren que «todos» los seres humanos somos manchados por el pecado, y por eso «todos» debemos arrepentimos o sufrir las consecuencias. Eso es muy cierto para todos los adultos, con la excep­ción de Cristo que únicamente actuó en obediencia a nuestro Padre Celes­tial, y por eso nunca pecó. Además, algunas referencias indican que los ni­ños, así como los que no entienden la ley y a quienes no se les dio la ley, escapan a la ley de justicia.

Las escrituras nos dicen que todos pecamos, y por eso «todos» somos re­gidos por la ley de justicia, y si queremos escapar al castigo, debemos arre­pentimos.

“TODOS” PECAMOS:

No hay hombre justo en la tierra, que haga bien y nunca peque. Ro 3:10-12; 5:12; Ec 7:20 Sal 14:1; 53:1-3; He 13:10
Y si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, la verdad no está con nosotros y hacemos a Dios mentiroso. 1Jn 1:8-10

“TODOS” SOMOS RESPONSABLES Y “TODOS” SEREMOS JUZGADOS Y CASTIGADOS:

Es que al responder a las demandas de nuestro cuerpo natural, Ec11:9-10; Ro7:18
a las tradiciones de nuestros padres y a las tentaciones del maligno, perderemos luz y verdad, y pecamos. DyC 93:39
Pero dentro del plan, Dios nos dio el albedrío moral, para que todos podamos responder por nuestros propios pecados en el día del juicio. DyC 101:78
Seremos juzgados y convictos, Jud 1:15
castigados por nuestras maldades, Am 3:2
rayados del Libro de Jehová. Ex 32:33
Aún por nuestras palabras ociosas tendremos que dar cuenta en el día del juicio. Mt 1 2:36
Y si hemos sabido los mandamientos de Dios y no quisimos observarlos, no tendremos parte  en la primera resurrección. Mos 15:26

Muy claramente todos nosotros, aún habiendo recibido el evangelio de Cristo, somos impulsados a desobedecer los mandamientos de Dios a causa de nuestro cuerpo natural, de las tradiciones falsas de los hombres, y de la influencia de Satanás. Pero porque tenemos nuestro albedrío moral, sere­mos juzgados por nuestra desobediencia, si no nos arrepentimos.

Los que escapan la ley de justicia son:

CRISTO QUE VIVIÓ EN LA TIERRA SIN PECAR, AUNQUE SUFRIÓ AUN MAS TENTACIONES QUE NOSOTROS SUFRIMOS:               

Jesús era el cordero sin defecto, Ex 12:5
sin mancha, sin contaminación. 1P 1:19
En su estado mortal, Jesús sufrió todas las tentaciones y pruebas que nosotros sufrimos, y mucho más, Mt 4:1; Lc22:28; He 2:18; Al 7:11 Mos 3:7
pero sin nunca pecar, sin nunca ceder, sin nunca hacerles caso. He 4:15; Mos 15:5 DyC 20:22
Y Jesús nunca pecó porque ya era uno con el Padre, recibiendo de su plenitud, haciendo sus obras, haciendo lo que le agrada a Dios. Jn 14:11; DyC 50:43; DyC 93:34 Jn 14:11; 8:29
Porque era inocente, Cristo tuvo el poder de quitar el pecado del mundo por medio de    su sacrificio infinito, el poder de emblanquecer nuestras ropas en su sangre. Jn 1:29;1 Ne 10:10; 2Ne 31:4; Alma 7:14  Ap 7: 14; 1Ne 12:11; Al 13:11;Morm 9:6; Et 13:10

Por su perfección, Cristo no fue afectado por la ley de justicia. Además, por su sacrificio expiatorio, a él le fue dado el poder de redimir a los que no son responsables por su desobediencia: los que mueren de niños, los que no pueden entender la diferencia entre el bien y el mal, y los que nunca reci­bieron la ley de Dios.

ADULTOS A QUIENES NO SE LES DIO EL EVANGELIO:

Los que murieron sin saber la voluntad de Dios, Mos3:11-12
los que pecaron sin ley tienen parte en la primera resurrección, Ro 2:12,14; Moro 8:22-24; Mos 15:24
por medio de la expiación del Santo de Israel; y al menos, ganan la gloria terrestre. DyC 76:72 DyC 45:54 2Ne 9:25

ADULTOS QUE NO PUEDEN ENTENDER EL EVANGELIO:

Los que no distinguen el bien del mal no son culpables. Alma 29:5
y será hecho con ellos lo que está escrito: DyC29:49-50
Los que han muerto sin el conocimiento del evangelio, quienes lo habrían recibido, serán herederos del reino celestial de Dios,… pues yo el Señor, juzgaré a todos según sus obras, según el deseo de sus corazones. DyC 137:7, 9

NIÑOS QUE MUEREN ANTES DE LLEGAR A LA EDAD DE RESPONSABILIDAD:

La maldición de Adán es quitada de los niños y son redimidos desde la fundación del mundo, Moro 8:8
mediante el sacrificio del Unigénito de Dios. DyC 29:46
No le es dado poder a Satanás para tentar a los niños pequeños, por eso no pueden pecar, DyC29:47
y son sin culpa ante Dios, Mos3:21
Viven en Cristo, no necesitan arrepentirse, y no deben ser bautizados. Moro8:11,22-25 Moro8:11, DyC20-71
Sin embargo, reciben la vida eterna, Mos15:25; DyC137-10
aún la plenitud de esa luz, gloria e inteligencia preparada en el reino celestial. Enseñanzas, pp125,236-8 Enseñanzas, p. 241

De este modo, además de Jesús que nunca pecó, los que nunca conocie­ron la ley de Dios y los niños que mueren antes de la edad de responsabili­dad son los únicos que no necesitan arrepentirse. Escapan la ley de justicia por medio del sacrificio de Cristo. En cambio, todos nosotros arriba de los ocho años pecamos y estamos bajo la ley de justicia. Para escapar nuestro justo castigo así como la muerte espiritual, y ganar de nuevo el derecho de volver a Dios, se nos ofrece, dentro del plan de Dios, una promesa de com­pleto perdón si nos arrepentimos.

II, LA LEY DEL ARREPENTIMIENTO

Arrepentirse es un mandamiento de Dios. El arrepentimiento verdadero trae gloria y exaltación, pero el no arrepentirse trae el castigo de Dios. Por eso el mayor mensaje de los profetas en las diversas dispensaciones del evan­gelio, ha sido que todos debemos arrepentimos.

ARREPENTIMIENTO ES UN MANDAMIENTO DE DIOS:

¡Arrepiéntanse oh pecadores! Mt3:8; 4:17; Hch17:30-31Stg4:8-10
¡Arrepiéntanse todos en todas partes! DyC29:49; 133:16
¡Arrepiéntanse y crean en Cristo! 3Ne 11:32
¡Arrepiéntanse y crean en el evangelio! Mr1:15
¡Arrepiéntanse y sed bautizados en el nombre de Cristo, para la remisión de pecados! DyC18:41 Lc24:47; DyC49:13
iArrepiéntanse y sed bautizados por agua y fuego! DyC33:11
Además, el Señor nos manda que persuadamos a todos a que se arrepientan, predicando, después de recibir el Espíritu Santo. 2Ne 26:27; DyC 6:9 DyC 14:8
De hecho, la doctrina del arrepentimiento es tan importante que si los líderes de Dios no la predican, serán condenados. Pero si traen almas a Dios, podrán reposar con ellas en su reino. Ez 3:1 7-21; 33:4-9 Jac 1:19; Moro 8:10 DyC 16:6

Si no nos arrepentimos, las consecuencias son muy graves, en esta vida y en la otra.

SI NO NOS ARREPENTIMOS:

EN ESTA VIDA, podemos ser castigados o aún destruidos. DyC98:21;5:19;Ap2:5 1Ne1:4; jac 3:3-4; Al 9:12 3Ne9:2; Moro 9:3; Moisé s 8:24
DESPUÉS DE LA MUERTE, llenos de culpa, sufriremos dolor y angustia como él describió como algo tan doloroso que fuego inextinguible, el dolor de Cristo que sangró por cada poro. Mos 2:38 DyC 19:4 DyC 19:16-18
Y PARA LAS ETERNIDADES, seremos condenados fuera del reino de Dios, pereciendo, sin obtener salvación. 2Ne9:23-24 1Ne14:5; Lc13:3; 2P3:9 Al5:31

En cambio, si nos arrepentimos aquí en la tierra, bendiciones maravillosas pueden venir ahora, después, y para la eternidad.

SI NOS ARREPENTIMOS:             

EN ESTA VIDA, seremos perdonados de nuestros pecados por los justos y por Dios; Mos26:29
la nube de tinieblas que nos cubre será quitada y nos será permitido conocer los misterios de Dios; Hel.5:41

Al26:22

no seremos destruidos, Jon3:4-10
viviremos con seguridad en el Santo de Israel, 1Ne22:28
y podremos establecer Sión. Moisés7:12,17-19

Al 13:17-18

DESPUÉS DE LA MUERTE, estaremos entre los justos, en un estado de felicidad, descanso y paz, llamado paraíso. Al 40:12
Y PARA LAS ETERNIDADES, tendremos vida eterna. Hel12:23,26

Así, la ley de justicia demanda que paguemos por nuestros propios peca­dos y que nos quedemos alejados de Dios para siempre. Pero la ley del arrepentimiento se sobrepone, dándonos la oportunidad de escapar a la ley de justicia, y venir bajo la ley de misericordia, dejando que el sacrificio expiatorio de Cristo pague por nuestros pecados personales. Y así, podemos volver a Dios.

Pero las escrituras nos enseñan que el arrepentimiento, para ser efectivo, debe ser el producto de un cambio tremendo dentro de cada individuo.

EL ARREPENTIMIENTO QUE SALVA:

Vimos antes que la fe que salva es una fe muy especial, una fe que requie­re grandes sacrificios. Por la misma razón, el arrepentimiento que salva requiere:

EL TORNARNOS HACIA DIOS:

Si nos tornamos hacia Dios, el Señor se tornará hacia nosotros, Zac1:3; Mal3:7
nos tendrá compasión, Isa55:7-8
nos contará entre los de su pueblo, 3Ne16:13
porque la vía ha sido preparada desde la fundación del mundo. 1Ne10:18

UN CAMBIO DE CORAZÓN:

el sentirnos avergonzados al recordar nuestras abominaciones, Ez 16:61
contristados por nuestros pecados, Sal 38:18
con la tristeza que es según Dios (no la tristeza del mundo). 2Co7:10
con el corazón quebrantado y un espíritu contrito, viniendo al Señor como un niño, Ez 6:9; 3Ne 9:20 3Ne9:22
humillándonos ante El, y pidiendo con sinceridad que nos perdone, Mos4:10
siendo convertidos, Hch 3:19
y haciendo restitución. Ex 22:1 ;Lv 6:4

UN CAMBIO DE ACTOS Y PENSAMIENTOS:

el volvernos de nuestro mal camino y el enmendar nuestras obras; Jer 35:15; Jon 3:10
el abandonar nuestros pecados, y pensamientos, Mos 4:10; Isa 55:7
y el cumplir con los mandamientos del Señor, DyC 1:32
para ganar misericordia. Prov 28:13

NUESTRA PURIFICACIÓN:

el crear un corazón limpio y un espíritu recto, Sal51:10
limpiándonos y santificándonos, DyC88:74
purificándonos para que se nos confiera el Espíritu Santo. DyC76:116

EL CONFESARNOS A DIOS:

el confesar nuestros pecados e iniquidades, Neh9:2
luchando ante El, Enós1:2
dándole gloria y haciendo su voluntad, Esd10:10-11
en el nombre de Cristo. Moisés5:8
Así seremos perdonados y limpios de toda maldad. 1Jn1:9

ADEMAS EL ARREPENTIMIENTO DEBE OCURRIR DURANTE NUESTRA ESTADÍA EN LA TIERRA:

mientras gozamos de salud, fuerza y poder de mente, Enseñanzas pp. 237-238
en la carne, 2Ne2:21
en esta vida mortal, Al34:33
en este estado de probación, Al 1 2:24
porque los que mueren en sus pecados no tienen parte en la primera resurrección. Mos 15:26
Si no, morimos enemigos de Dios, y la ley de justicia debe aplicarse. Mos 2:38-39

Así el arrepentimiento que salva debe incluir cambios mayores en nues­tras vidas presentes. Requiere una nueva y completa identificación con Dios y con nuestro Señor Jesucristo. Requiere el reconocer con profunda tristeza nuestros pecados pasados y presentes. Requiere obedecer todos los mandamientos y toda la voluntad de Dios. Requiere seguir el modelo que nos ofrece la vida de Cristo. Requiere desear con toda nuestra alma la ayuda de Dios para desechar nuestras tendencias humanas que nos conducen a pe­cados futuros. Requiere nuestro sacrificio de un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Y requiere entender claramente que, por medio del sacrificio, expiatorio de Jesús, todos nuestros pecados pueden ser perdona­dos, dejándonos limpios y aceptables en el Reino de Dios.

Y todo eso es posible gracias a nuestro Señor Jesucristo quien ofreció su sacrificio sublime para traernos la ley de misericordia.

III.  LA LEY DE MISERICORDIA.

El plan de Dios es un plan de misericordia, un plan de salvación. Pero como siempre dentro del plan, misericordia es condicional. Misericordia so­lamente nos es dada cuando hemos desarrollado dentro de nosotros el arre­pentimiento que salva, y después de sobreponernos a nuestros cuerpos naturales.

DIOS Y SU HIJO JESUCRISTO SON MISERICORDIOSOS:

Dios es rico en misericordia y en amor, Ef2:42
el Padre de misericordias, Dios de toda consolación. Co 1:3
Jehová tiene misericordia y es clemente, Ex 33:19; Ro9:15-16;Neh 9:31
y su misericordia es eterna, 1Cr 16:34, 41 ;2Cr 5:13; 7:3, 6
para siempre, Esd 3:11; Sal 106:1; 107:1
en todas las cosas. Sal 118: 1-4; 136; Sal 23:6
Es tardo para la ira. Ex 34:6; Jon 4:2
Perdona maldad, iniquidad, rebelión y pecado. Mi 7:18; Ex 34:7
Jesús, en su vida entre los seres humanos, tiene compasión:  
para la viuda de Nain, Lc 7:11-15
para una mujer adúltera, para los hombres que lo crucifican. Jn 8:11 Lc 23:33-34
Y en nuestra dispensación, nuestro Señor tiene compasión por nosotros, por eso le da poder a José Smith para traducir el Libro de Mormón; DyC 1:29
se manifiesta en el templo de Kirtland; y promete ser misericordioso con nuestras flaquezas. DyC 110:7 DyC 38:14; 50:16;64:4 DyC 101:9

EL PLAN DE DIOS ES UN PLAN DE MISERICORDIA:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Jn 3:16
Así Cristo ha expiado nuestros pecados, DyC29:1
dándonos esperanza por medio de su resurrección, salvándonos de miseria y angustia. 1P1:3;AI9:11; DyC19:16

Sin embargo, el plan de salvación, aunque primeramente un plan de mise­ricordia, no puede robar a la ley de justicia. Por eso,

MISERICORDIA ES UN DON CONDICIONAL:       

Jehová no tendrá por ¡nocente al malvado, Ex 34:7
porque si se permitía que la misericordia robara a la justicia, Dios dejaría de ser Dios. Al 42:25
Por eso para que la misericordia satisfaga la justicia, todos debemos ejercer la fe que salva, DyC 88:40
la fe que trae el arrepentimiento. Al 34:15-16

1. RECIBIREMOS MISERICORDIA SI DEMOSTRAMOS FE Y ARREPENTIMIENTO:

si nos volvemos a El; 2Cr 30:9
si tenemos fe en Cristo, Al 15:10
si nos arrepentimos, Al 12:33-34; DyC 19:16-17
si nos arrepentimos de nuestra iniquidad, DyC 3:10; Et 11:8
confesando nuestros pecados con humildad. DyC 61:2

2. RECIBIREMOS MISERICORDIA SI TENEMOS MISERICORDIA PARA OTROS;

Si tenemos compasión y misericordia para otros, tratando y juzgando con justicia Zac7:9-10; Mt 23 Mt 5:7 Al 41:14
y rectitud, soportándonos y Mt 18:33; Lc 6:36
perdonándonos, llenos de humildad, Stg2:13 Mt6:8;
mansedumbre y paciencia, Col3:12-14
como un niño pequeño. DyC97:1-2; 99:3

3. RECIBIREMOS MISERICORDIA SI OBEDECEMOS LOS MANDAMIENTOS DE DIOS:

amamos al Señor y guardamos sus mandamientos,sus leyes: Dt 5:10; DyC 54:6; Mt 9:13 Ex 20:6; Dn 9:4 DyC 130:20-21

POR MISERICORDIA DE DIOS, RECIBIMOS:

Preservación y muchas bendiciones y gozo; verdad, gloria, justicia y paz. DyC 70:18; 2Ne 9:53 Sal 85:8-11
Seremos recogidos por el Señor. Is 54:7; 2Ne 4:26

PODEMOS ORAR POR MISERICORDIA:

Si queremos misericordia, la podemos obtener: Ro 9:18
para nosotros mismos; 1Ne 8:8; Al2:30
para otros. AI 15:10; DyC 109:50

PERO PARA ALGUNOS, ES DEMASIADO TARDE:

los hipócritas y malhechores, 2Ne19:17
los que, por lucro, niegan milagros, 3Ne29:7
los que bebieron la copa de la ira de Dios, Mos3:26
los que no están arrepentidos a su muerte. Mos2:38-39

Así, vemos que los que no se arrepientan con el arrepentimiento que sal­va, están sujetos a la ley de justicia, la ley que trae castigo a los que no obe­decen las leyes de Dios.

Pero el plan de salvación es un plan de misericordia. Por eso desde el principio, en la vida pre-mortal, Dios ha establecido un sacrificio infinito que satisface la ley de justicia. Ese sacrificio provee a todos los que pasan por la prueba terrenal, una oportunidad de arrepentirse, de obedecer los mandamientos de Dios, y de ser misericordiosos con sus semejantes. Y los que cumplen con esos requisitos ya no tienen que responder a la ley de justicia, sino que, por medio de sacrificio de Cristo, están bajo la ley de mi­sericordia y son perdonados si cumplen con el resto de los requisitos de salvación. Y así vencemos a la muerte espiritual.

RESUMEN

En este capítulo, vimos que la muerte espiritual que sufrimos al venir a éste mundo hace que el «hombre natural» en nosotros casi domine nuestra potencialidad divina. Pero, en su amor, Dios nos provee, en el plan de sal­vación, con los medios para volver a él.

Estudiamos dos de los cuatro requisitos para vencer a la muerte espiri­tual: fe y arrepentimiento. Al escudriñar las escrituras para entender mejor estos dos conceptos, encontramos lo siguiente:

  1. La fe es un don, un don que puede y debe ser ganado. La fe nos per­mite recibir bendiciones temporales así como bendiciones espirituales. Y es al realizar la magnitud de esas bendiciones que nuestra fe en Cristo puede crecer hasta llegar a ser la fe que salva.
  2. El arrepentimiento requiere un entendimiento de la ley de justicia así como de la ley de misericordia.

La ley de justicia simplemente declara que eventualmente tendremos que comparecer delante de Cristo, nuestro Señor y Juez, y pagar por los peca­dos que hemos cometido aquí en la tierra. Solamente los que murieron sin conocer la ley de Dios escapan responsabilidad por sus actos.

La ley de misericordia está establecida por medio del sacrificio infinito de Cristo, quien pagó con su sangre el derecho de perdonarnos por nuestros pecados. Pero ese perdón, como todo don dentro del plan de salvación, tie­ne que ser ganado por nuestro arrepentimiento.

Por eso, se nos da el mandamiento que debemos obtener el arrepenti­miento que salva. Ese arrepentimiento es el que nos lleva a dominar nuestra naturaleza humana y a demostrar con un corazón quebrantado y un espíri­tu contrito que ya sentimos horror al recordar nuestra desobediencia pasa­da. Y ese arrepentimiento nos lleva a ser, como Jesús, completamente obe­dientes hacia Dios y completamente misericordiosos hacia nuestros seme­jantes.

Y es ese arrepentimiento que salva el que satisface a la ley de justicia, nos coloca bajo la ley de misericordia, y nos permite volver a Dios.

Ahora veremos que fe y arrepentimiento deben llevamos al bautismo por agua y al bautismo por el Espíritu Santo, para la completa remisión de nuestros pecados. Y si ganamos esa purificación, esa santificación, y somos limpios de todo pecado, podemos ser librados de la muerte espiritual, y volver al reino de Dios.