El Plan de Salvación

Capitulo 9

Redención de la muerte
espiritual por medio de la
santificación y de la elección


En este libro, al revisar el plan de salvación, hemos discutido nuestra existencia pre-mortal, la creación, la caída, y la redención. Hemos visto, cómo la caída del género humano nos ha traído la muerte temporal y la muerte espiritual. Pero tam­bién hemos visto cómo el sacrificio de Jesucristo trae a todos la resurrección y la inmortalidad. También vimos que Dios no nos deja en completa obscuridad ya que nos manda profetas que nos enseñan los cuatro principios requeridos para entrar en el reino celestial. Así al escudriñar las escrituras encontramos que, para ser redimidos de la muerte espiritual, todos debemos ejercer fe, arrepentimos, bauti­zarnos por inmersión para la remisión de pecados, y recibir, por imposición de manos, el don del Espíritu Santo.

A través de las escrituras, también vimos que esos cuatro principios son mucho más que simples demandas de reconocer la existencia de Dios, de sentirse mal por nuestros pecados y de pasar por las dos ceremonias de bau­tismo y confirmación. Las escrituras hablan de la FE QUE SALVA, una fe que requiere sacrificios en obediencia, del ARREPENTIMIENTO QUE SALVA, un arrepentimiento que incluye no solamente pena por nuestros pecados pasa­dos, sino un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Los profetas explican que si el BAUTISMO redime nuestros pecados, también demanda que haga­mos un convenio solemne con Dios, un convenio que requiere que cuidemos de nuestros hermanos en la fe, y que sirvamos a Dios, guardando sus manda­mientos y testificando de Él aún hasta la muerte. Además, las escrituras indi­can que la IMPOSICIÓN DE MANOS nos otorga el don del Espíritu Santo, pero para ganar la compañía constante del Espíritu Santo debemos mantener­nos completamente limpios aún en nuestros pensamientos.

En el capítulo anterior ya aprendimos que el Espíritu Santo es un persona­je de espíritu que puede morar en nuestro corazón, un personaje que revela, que testifica, y consuela. También aprendimos que ese ser divino nos puede guiar hacia la vida eterna, ya que nos puede enseñar la verdad, nos pue­de ayudar a ser más perfectos, nos puede limpiar, purificar, santificar, y puede cambiar nuestro corazón hasta que odiemos al mal y seamos puros y sin mancha ante Dios.

En este capítulo, seguiremos escudriñando las escrituras para entender mejor el proceso por el cual podemos obtener el bautismo por el Espíritu Santo, o sea el bautismo por fuego, o la SANTIFICACIÓN, para lograr en­trar en el reino celestial. Luego buscaremos el significado del hacer firme nuestra vocación y ELECCIÓN, para entender lo que debemos hacer para llegar a ser dioses en el reino de Dios. Y en nuestra búsqueda, esperamos poder identificar todo lo requerido, no solamente para entrar en el reino Celestial, sino para alcanzar la más alta exaltación.

LA SANTIFICACIÓN O EL BAUTISMO POR FUEGO Y POR EL ESPÍRITU SANTO

Después de recibir la imposición de manos para obtener el don del Espí­ritu Santo, cada uno de nosotros tenemos el derecho de recibir revelaciones personales, consolación, y ayuda en el proceso de ganar perfección. Cierta­mente muchos entre nosotros sentimos, en ocasiones, esa influencia divina. Pero las escrituras nos dicen que esto no es suficiente. Lo que el Señor quie­re es que seamos SANTIFICADOS, o sea, bautizados por el fuego del Espí­ritu Santo, para poder recibir la purificación de todo pecado, un cambio dé corazón (para poder mantener dentro de nosotros esa pureza necesaria para entrar en la gloria celestial), así como la compañía constante del Espíritu Santo.

Nuestros libros sagrados describen repetidamente el proceso de obtener el bautismo por fuego. En esta sección, PRIMERO, veremos quienes poseen el poder de santificar. SEGUNDO, veremos que nuestro Señor Jesucristo y sus profetas, a través de los siglos, nos han dicho repetidamente que debe­mos santificarnos, purificarnos, “convertirnos,” y ser bautizados por el fuego y por el Espíritu Santo. TERCERO, veremos que el recibir el Espíritu Santo, el alcanzar la santificación, funciona para purificarnos y CUARTO, para cambiar nuestro corazón. QUINTO, examinaremos varios eventos que describen, como ciertos individuos y grupos recibieron esta santificación.

A. EL PODER DE SANTIFICAR

Las escrituras nos dicen que los tres miembros de la presidencia divina tienen el poder de santificar, por medio de la redención de Cristo.

DIOS SANTIFICA, PURIFICA:

Dios el Padre santifica a Cristo.

Jn 10:36

Jesús, en Jerusalén, ora pidiendo al Padre que santifique a sus apóstoles.

Jn 17:17-19

Y Cristo resucitado agradece al Padre por haber purificado a sus doce apóstoles Nefitas, por causa de su fe.

3Ne 19:28

EL SEÑOR SANTIFICA Y PURIFICA:

Jesús viene al mundo para ser crucificado y llevar los pecados del mundo, para que podamos santificarnos y limpiarnos de toda injusticia,

DyC 76:41

dejándonos perfectos mediante la ofrenda de su cuerpo, su sangre, y padecimiento.

1Co 1:2,30; He 9:14; 10:10, 14;13:12

Se da a sí mismo para redimir y purificar un pueblo propio, celoso de buenas obras,

Ef5:25-26  Tit 2:14

refinándolos y purificándolos como oro y plata.

Mal 3:3; 3Ne 24:3

Y así Jehová santifica a Israel.

Ez20:12;37:27-28

EL SEÑOR SANTIFICA POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO:

A los que creen en sus palabras, el Señor visita con la manifestación de su Espíritu para que nazcan de él, del agua y del Espíritu,

DyC5:16

lavados, santificados y justificados en su nombre y por el Espíritu de nuestro Dios.

1 Co 6:11

Así, Dios el Padre, Jesucristo, y el Espíritu Santo tienen el poder de san­tificar, porque Cristo redimió al mundo en el meridiano de los tiempos. Pero esta santificación se efectúa por medio del Espíritu Santo. Podemos deducir que esto se debe al hecho de que, como vimos en el capítulo ante­rior, el Espíritu Santo todavía no ha tomado un cuerpo. Así él puede en­trar en nuestros cuerpos y con su gloria y fuego, quemar, purificar y refinar hasta que seamos limpios de toda iniquidad ante Dios.

B. EL SANTIFICARNOS Y OBTENER EL ESPÍRITU SANTOES UN MANDAMIENTO

Las escrituras están repletas de referencias a la necesidad de santificarnos, de ser bautizados por el Espíritu Santo y por fuego, de renacer espiritualmente. En nuestra propia dispensación, el profeta José Smith claramente nos dice que, sin el segundo bautismo, no hay salvación.

EN NUESTRA DISPENSACION JOSE SMITH RATIFICA LA NECESIDAD DEL OBTENER EL ESPÍRITU SANTO, DE LA SANTIFICACIÓN:

El profeta enseña que la mayor diferencia entre nuestra iglesia y las demás es el don del Espíritu Santo.

History of the Church, 4:42

Al interpretar la parábola de las diez vírgenes, el Señor explica por medio de José Smith, que las vírgenes prudentes están listas para la segunda venida porque tomaron al Espíritu Santo por guía y por eso no han sido engañadas.

DyC 45:56-57

El profeta explica que el Espíritu Santo es el primer Consolador, el que, al morar con nosotros, trae una inteligencia pura que ensancha nuestra mente, que ilumina el entendimiento, y llena nuestro intelecto de conocimiento. Y a los que no son descendientes directos de Abraham, hasta les cambia la sangre.

Enseñanzas, p. 177

En la Hoja de Olivo (DyC 88), nuestro Señor revela por medio de José Smith que, de la misma manera que la tierra será santificada para ser preparada para la gloria celestial,

DyC 88:17-18

debemos ser santificados por la ley de Cristo, o heredar otro reino.

DyC88:21

Debemos ser perfeccionados y santificados;

DyC88:34

vivificados en Dios y por Dios;

DyC88:49

santificados, purificados y limpios;

DyC 88:74

con vestidos limpios de la sangre de esta generación.

DyC88:85

El profeta se refiere al pasaje donde Jesús explica a Nicodemo que “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Jn 3:5) Y luego comenta que sería tan provechoso bautizar un costal de arena como a un hombre, ya que el bautismo de agua es solo medio bautismo y no vale nada sin el bautismo del Espíritu Santo.

Enseñanzas, p. 384(también pp. 446-447)

Así, José Smith atribuye un papel muy central al bautismo por el Espíritu Santo, porque según sus enseñanzas, al nacer de nuevo, somos perfeccio­nados y santificados, así como “convertidos”, vivificados en Dios. Sola­mente por medio de ese bautismo, podemos obtener y guardar la pureza necesaria para volver a Dios.

De esa misma manera, a través de los años, nuestro Señor y sus profetas hablan de la necesidad de recibir el Espíritu Santo. Y a través de ellos se aclara aún más que el ser bautizado por el Espíritu Santo es un proceso de RENACIMIENTO. (Nacer de nuevo, nacer de Cristo, nacer espiritualmente de Dios) Y ese proceso de renacimiento se compone del proceso de (1) SANTIFICACIÓN (una purificación, limpieza de manchas); y del proceso de (2) CONVERSIÓN (volverse, ser vivificado, tener un corazón y espíritu nuevo, un cambio en el corazón).

EL SEÑOR Y LOS PROFETAS TESTIFICAN DE LA NECESIDAD DE OBTENER EL ESPÍRITU SANTO (DE NACER DE NUEVO), O SEA: (1) SANTIFICARNOS; Y (2) CONVERTIRNOS.

EL SEÑOR A ADÁN: Tendréis que nacer otra vez del agua y del Espíritu, ser purificados y santificados de todo pecado para gozar de la vida eterna.

Moisés 6:59

JESÚS A SUS DISCÍPULOS: Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Mt18:3

JESÚS A PEDRO: Y tu, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

Lc22:32

EL SALMISTA: La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma.

Sal 19:7

EZEQUIEL: El Señor nos dará un corazón y un espíritu nuevo, quitándonos el corazón de piedra para que andemos en sus ordenanzas y guardemos sus decretos.
y seremos su pueblo y el será nuestro Dios.

Ez11:19-2018:31; 36:26

JUAN EL APÓSTOL: Cuando nacemos de Dios, ya no practicamos el pecado: hacemos justicia, amamos a otros, y podemos vencer al mundo.

1Jn3:9;2:29 1Jn4:7;5:4

PEDRO: Arrepentios y convertios, para que sean borrados vuestros pecados.

Hch 3:19

Podemos purificar nuestras almas por obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, amándonos unos a otros, siendo renacidos por la palabra de Dios.

1 P 1 :22-23

PABLO: Si somos de Cristo, somos nuevas criaturas.

2Co5:17

Vestidos del nuevo hombre, somos creados en la  justicia y la santidad de la verdad.

Ef4:24-32

EL REY BENJAMÍN: Al nacer de Cristo, somos sus hijos e hijas, nuestros corazones cambian y somos librados.

Mos 5:7-8

Porque como “hombre natural,” somos enemigos de Dios hasta que nos sometamos al influjo del Espíritu Santo, y nos hagamos santos por la expiación de Cristo.

Mos3:19

ALMA: Quiere traer almas al arrepentimiento para que como él, también puedan “nacer de Dios” y ser “llenas del Espíritu Santo,” porque el Espíritu dice que si no nacemos otra vez , no podemos heredar el reino de los cielos.

Al 36:24 Al 7:14-16

Al nacer de nuevo somos cambiados del estado carnal y caído a un estado de rectitud, nuevas criaturas redimidas de Dios.

Mos 27:25

Cuando nacemos espiritualmente de Dios, recibimos su imagen en nuestros rostros, experimentamos un gran cambio en nuestros corazones, nuestros vestidos son purificados y limpios de toda mancha mediante la sangre de Cristo.

Al 5:14, 21,26-29

MORÓNI: Si venimos a Cristo y nos perfeccionamos en él, si nos abstenemos de toda impiedad y amamos a Dios con todo nuestro poder, alma y fuerza, por su gracia somos perfectos mediante la sangre de Cristo, y somos santificados para que lleguemos a ser santos y sin mancha.

Moro 10:32-33

Así a través de los tiempos, los profetas son conscientes de esta impor­tantísima etapa en el proceso de nuestra salvación. Y todos confirman que al obtener el Espíritu Santo, renacemos. Y al nacer de nuevo:

  1. NOS SANTIFICAMOS: nos purificamos y quedamos sin mancha.
  2. NOS CONVERTIMOS: nuestros corazones cambian, ya no somos “hombres naturales,” y no podemos tolerar el pecado.

Ahora escudriñemos las escrituras para entender mejor estos dos procesos.

C. VEL PROCESO DE SANTIFICACIÓN Y PURIFICACIÓN

Los libros sagrados, sin ninguna ambigüedad, indican que el santificarnos, el purificarnos es un mandamiento de Dios. Y si cumplimos con este man­damiento, nos son dadas promesas maravillosas.

I. EL SANTIFICARNOS ES UN MANDAMIENTO CON PROMESA

Las escrituras indican la necesidad de perfeccionarnos, santificarnos, y purificarnos, no solamente como individuos, pero como un pueblo de Dios.

DEBEMOS LLEGAR A SER PERFECTOS:

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto,

Mt5:48

y como nuestro Señor Jesucristo.

3Ne 12:48

DEBEMOS NACER DE NUEVO, SANTIFICARNOS Y PURIFICARNOS:

A causa de la caída, tendréis que nacer otra vez del agua y del Espíritu, y ser purificados por la sangre de mi Unigénito, para ser santificados de todo pecado, y gozar de la vida eterna.

Moisés 7:59

Limpiad sus manos y purificad vuestros corazones.

Stg 4:8

Os santificaréis y seréis santos.

Lv 11 :44; DyC 43:9, 11

DEBEMOS SANTIFICARNOS Y PURIFICARNOS COMO PUEBLO:

Purificad vuestro corazón y vestidos, y predicad el evangelio, no sea que la sangre de esta generación sea requerida de vuestras manos.

DyC 112:28
DyC 112:33

También deberá santificarse la iglesia, para levantar un pueblo puro que servirá en justicia.

DyC 100:15-16

Santifícaos y juntaos en Sión, porque el Señor contenderá con Sión y litigará hasta que triunfe y se purifique ante él.

DyC 133:4
DyC 90:36

Y cuando cumplamos con ese mandamiento, bendiciones maravillosas vendrán.

CON LA SANTIFICACIÓN VIENEN BENDICIONES:

Dios será bueno para con nosotros.

Sal 73:1

Recibiremos bendiciones de Jehová, justicia del Dios de salvación,

Sal 24:4-5

y nos regocijaremos.

DyC 97:21

CON LA SANTIFICACIÓN, VIENE LA REMISIÓN DE NUESTROS PECADOS:

Los que hemos salido de la gran tribulación y lavado y emblanquecido nuestras ropas en la sangre del Cordero,

Ap7:14

somos vestidos de pureza y con el manto de rectitud.

2Ne 9:14

Recibiremos la remisión de nuestros pecados, y tendremos una conciencia tranquila y una plenitud de gozo.

Mos 4:3

Tendremos un conocimiento perfecto del gozo y de la justicia de Dios.

2Ne 9:14

Y porque el Señor nos limpia,

DyC 88:74

nos limpia de la sangre de esta perversa generación,

DyC 88:74

podremos presentarnos ante el Señor sin mancha.

3Ne 27:20

CON LA SANTIFICACIÓN VIENE LA REVELACIÓN:

Si nos santificamos, nuestras mentes serán sinceras para con Dios, y

DyC 88:68

recibiremos revelaciones y visiones como el hermano de Jared.

DyC 76:115-116
Et. 4:7

Comprenderemos las cosas de Dios,

Dn 12:10

y Dios descubrirá su faz y lo veremos.

DyC 88:68; 68:97; 84:23 3N12:8; Mt 5:7

CON LA SANTIFICACIÓN, VIENEN LOS DONES ESPIRITUALES:

Recibiremos esperanza,

Al 22:15-16

y amor perfecto,

Moro 8:25-26

y podremos hacer milagros en el nombre de Cristo.

3Ne 8:1

CON LA SANTIFICACIÓN VIENE PODER, EL PODER DE DIOS:

Poseeremos todas las cosas.

DyC 50:28

Los espíritus nos serán sujetados,

DyC 50:30

y todo lo que queremos, en el nombre de Jesús, se cumplirá.

DyC 50:29

Recibiremos el poder para instruir a otros,

DyC43:16

el poder de poblar y establecer Sión,

DyC101:18; 105:36-37

de formar un ejército fulguroso como el sol, esclarecido como la luna, con pabellones imponentes a los ojos de todas las naciones.

DyC 105:31

CON LA SANTIFICACIÓN, VIENE LA VIDA ETERNA:

En el postrer día, podremos presentarnos ante Dios sin mancha.

3Ne 27:20 Moro 10:33

Nuestros cuerpos serán renovados,

DyC84:33

seremos uno con Cristo y sus hermanos,

He2:11

nuestro juicio será aplazado.

DyC39:18

Seremos salvos,

DyC 124:54

y entraremos en el reposo del Señor.

Al 13:12

Estaremos delante del trono de Dios, sirviéndolo día y noche en su templo;

Ap7:15

nos sentaremos en el lugar preparado en las mansiones de nuestro Padre,

Et 12:38

añadiendo gloria al reino que ganamos.

DyC 43:9-10

Por otra parte, SI NO SOMOS PURIFICADOS, NO SOPORTAREMOS EL DÍA DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO.

DyC 38:8

Así encontramos, en cada uno de los libros sagrados, el mandamiento de obtener perfección, purificación, santificación. Y si ganamos ese perdón, esa pureza, recibiremos un mayor entendimiento de las cosas espirituales, así como gloria y vida eterna.

II. SANTIFICACIÓN ES UN DON GANADO EN EL PROCESO DE SANTIFICARNOS

Por medio de las escrituras, nuestro Señor nos enseña que el Espíritu Santo nos santifica y purifica solamente después que nosotros hayamos he­cho todo lo que podamos para quedar limpios por nuestros propios esfuer­zos.

Este principio refleja la filosofía de un Dios que promete, en la resurrec­ción, darnos la plenitud de la clase de gloria que hemos ganado parcialmen­te por nosotros mismos. (“Vosotros que seáis vivificados por una porción de la gloria celestial, recibiréis entonces de la misma, sí, una plenitud”. DyC 88:22-35) Y también refleja la escritura que dice: “. . .pues sabemos que es por la gracia que nos salvamos, DESPUÉS DE HACER CUANTO PODAMOS.” (2Ne 25:23)

Así, para santificarnos y purificarnos, debemos arrepentimos, vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. . . y santificarnos.

LA SANTIFICACIÓN VIENE POR EL PROCESO DEL ARREPENTIMIENTO:

Arrepintiéndonos de nuestra iniquidad;

Et4:6-7

demostrando gran fe y rectitud;

Hch15:9; Al 13:10-11

y volviéndonos como un niño pequeñito;

3Ne 11:35-37

creyendo que debemos abandonar nuestros pecados, humillándonos ante Dios, y pidiendo con sinceridad de corazón que él nos perdone;

Mos 4:10

manifestando obras dignas de arrepentimiento,

Al 5:54

dejando de hacer el mal y aprendiendo a hacer el bien.

Is 1:16-17

LA SANTIFICACIÓN VIENE POR EL PROCESO DE LA OBEDIENCIA:

Obedeciendo,

1P1:2

obedeciendo la verdad;

1P1:22-23

guardando la palabra de Dios;

Sal119:9

andando en rectitud;

DyC100:15

caminando según el santo orden de Dios;

Al5:54

dejándonos regir por la ley de Dios,

DyC88:35

dispuestos a guardar los mandamientos de Dios;

2Ne31:14

siendo fiel;

Et12:37

fieles en guardar todas las palabras del Señor, desde Adán hasta José Smith;

DyC136:37

amando y sirviendo a Dios con toda nuestra alma, mente y fuerza,

DyC20:31

haciendo las cosas que nuestro Señor y Redentor hizo en la tierra.

2Ne31:17

LA SANTIFICACIÓN VIENE POR EL PROCESO DE LA PURIFICACIÓN:

Guardando un corazón puro y manos limpias;

Al 5:19-21

quedando limpios de la sangre de esta generación;

DyC 88:74-75, 85

humillándonos delante de Dios con la mente espiritual, no con la mente carnal o natural;

DyC 67:10

volviéndonos puros ante el Señor;

Et 4:6-7

limpiándonos de toda contaminación de carne y de espíritu, amando a Dios y purificándonos ante él;

2Co 7:1
DyC 76:116

perfeccionándonos en santidad, en el temor de Dios,

2Co 7:1

absteniéndonos de toda impiedad, y siendo perfectos en Cristo.

Moro 10:32-33

Porque los hombres justos son hechos perfectos mediante Jesús que obró la perfecta expiación derramando su propia sangre.

DyC 76:69

Así para recibir al Espíritu Santo como nuestro compañero constante, debemos ser santificados, o sea, purificados. Para obtener ese estado, las escrituras nos dicen que debemos arrepentimos de todos los pecados que hemos cometido (desde nuestro bautismo), como de todas nuestras trans­gresiones diarias. Debemos empeñarnos en obedecer a Dios en todas las cosas. Debemos purificar nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras almas. Y sin desviarnos, debemos tomar la vida de Jesucristo como nuestra guía.

Y al momento de recibir la santificación, nuestro corazón cambia y so­mos nacidos de nuevo, nacidos de Dios.

D. EL CAMBIO DE CORAZÓN

En relación con el recibir la santificación, las escrituras explican que tam­bién viene un cambio de corazón, una conversión. Y esa conversión, ese cambio de corazón nos hace odiar y rechazar el pecado.

En todos los libros sagrados ese principio se menciona. Pero es en el Li­bro de Mormón donde se desarrolla con más detalles, particularmente por medio del rey Benjamín y de Alma.

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO, LOS PROFETAS ENSEÑAN LA NECESIDAD DE CONVERTIRSE, DE CAMBIAR NUESTROS CORAZONES:

Jehová, por medio de sus profetas, declara a Israel:

 

Cuando entiendan los caminos de Dios, los pecadores se convertirán a él, porque la ley de Jehová es perfecta y convierte el alma.

Sal 51:13
Sal 19:7

Convertios a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.

Jl 2:12

Convertios y apartaos de todas vuestras transgresiones, y haceos un corazón nuevo, un espíritu nuevo. Convertíos y viviréis.

Ez 18:31

Perdonaré vuestra maldad y no me acordaré de vuestro pecado, y os daré mi ley en vuestra mente, escribiéndola en vuestro corazón.

Jer 31:34
Jer 31:33

Os daré un corazón y un camino para que me temáis perpetuamente.

Jer 24:7
Jer 32:39-40

Os daré un espíritu nuevo: os quitaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, guarden mis decretos y los cumplan. Seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

Ez36:26-27
Ez 11:19-20

EN EL NUEVO TESTAMENTO, JESUS Y LOS APOSTÓLES TAMBIÉN HABLAN DE TORNARNOS HACIA DIOS, DE RECONCILIARNOS, DE RENOVARNOS, DE VESTIRNOS DEL NUEVO HOMBRE:

JESÚS se dirige a Pedro diciendo: Yo he rogado por ti que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

Lc 22:32

Y PABLO dice: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.

Ro12:2

Despojaos del viejo hombre viciado conforme a deseos engañosos. Renovaos y vestios del nuevo hombre, creado según Dios.

Ef 4:22-24
Col 3:9-10

Podemos aceicarnos por medio de la sangre de Cristo, y si en Cristo nuevas criaturas somos, reconciliados por él.

2Co 5:1 7-18

Entonces podemos abolir nuestras enemistades, y la ley de mandamientos y ordenanzas puede crear un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.

Ef 2:13-15

DE ESTA MANERA ADÁN FUE RENOVADO:

El Espíritu de Dios descendió sobre él, y así nació el Espíritu, vivificado en el hombre interior.

Moisés 6:65 Moisés 5:10

Fue lleno y empezó a profetizar.

 

Y EN NUESTRA DISPENSACIÓN NUESTRO SEÑOR EXPLICA:

Si no se obstina su corazón ni se endurece su cerviz en contra de mí, serán convertidos y yo los sanaré.

DyC 112:13

Pero es por medio del Libro de Mormón que entendemos mejor la cone­xión entre el cambio de corazón y la santificación: sin el cambio de corazón, no podríamos mantener el estado de santificación, de purificación.

EN EL LIBRO DE MORMÓN, EL CAMBIO DE CORAZÓN SIGUE A LA SANTIFICACIÓN:

Al ser santificados, nuestros vestidos son blanqueados por la sangre del Cordero. Y encontrándonos puros y sin mancha ante Dios, no podemos ver el pecado sino con repugnancia.

Al 13:11-12

SIGUE Y MANTIENE A LA SANTIFICACIÓN:

Al experimentar un cambio en el corazón, podemos conservarnos inocentes delante de Dios.

Al 5:26

Al nacer de nuevo, nuestros corazones cambian por fe en Jesucristo y somos hijos e hijas del Señor. Y si seguimos en un convenio de obediencia, nos salvaremos.

Mos 5:8-15

AL SOMETERNOS AL ESPÍRITU SANTO, PERDEMOS EL “HOMBRE NATURAL”:   

El hombre natural es enemigo de Dios, lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será siempre a menos que nos sometamos al influjo del Espíritu Santo, nos despojemos del hombre natural, y nos hagamos santos por medio de la expiación de Cristo el Señor.

Mos 3:19

Al nacer espiritualmente de Dios, recibimos su imagen en nuestros rostros, y experimentamos un gran cambio en nuestros corazones.

Al 5:14

Al creer, el Espíritu del Señor puede efectuar un  potente cambio en nuestros corazones, y ya no tendremos más disposición de obrar mal.

Mos 5:1-2

Nos volveremos como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente imponer sobre nosotros, tal como un niño se sujeta a su padre.

Mos 3:19

SENTIMOS AMOR Y GOZO:

Con la visitación del Espíritu Santo viene el amor perfecto, el amor que perdura hasta el fin cuando todos los santos moran con Dios.

Moro 8:26

Es el amor nacido de corazón limpio y de buena conciencia.

1 Ti 1:5

Así, llenos de amor,

Mos 3:19

sentimos el deseo de cantar la canción del amor que redime.

Al 5:26

Y nos regocijamos con un gozo sumamente grande.

Mos 5:4

Y SOLAMENTE NOS QUEDA SER FIELES HASTA EL FIN:  

Después de la remisión de nuestros pecados por fuego y por el Espíritu Santo, nos hallamos en el recto y estrecho camino que conduce a la vida eterna.

2Ne 31 :17-18

Y ahora debemos conservarnos inocentes delante de Dios;

Al 5:26

ser fieles hasta el fin;

Al 5:12-13

perseverar hasta el fin,

1 Ne 13:37

perseverar hasta ser salvos, siguiendo el ejemplo del Hijo del Dios viviente;

2Ne32:15-16

hasta ser salvos en el reino de Dios, que es el máximo de todos los dones de Dios.

DyC6:13

PERO se nos advierte que aún los santificados pueden caer.

DyC 20:31-34

Y si caen, habría sido mejor para ellos nunca haber conocido a nuestro Señor.

 

Así vemos como un cambio de corazón acompaña la santificación. En su sabiduría y bondad, nuestro Señor sabe que para mantenernos limpios des­pués del perdón de todos nuestros pecados y la purificación de nuestros cuerpos, necesitamos un cambio de corazón. Ese cambio de corazón nos ayuda a perder nuestras tendencias de “hombre natural,” nos provee con amor o caridad, así como con gozo. Y solamente nos queda el guardarnos firmes y fieles hasta el fin.

E. LA PAUTA: EL NACER DE NUEVO, EN EL PROCESO DE GANAR FE, ESPERANZA, Y CARIDAD

Por medio de las escrituras, particularmente el Libro de Mormón, sabe­mos ahora de que manera todos podemos entrar en el reino celestial, des­pués de obtener, y expresar pertinente fe y arrepentimiento, PRIMERO, las dos ordenanzas requeridas:

  1. el bautismo por el agua que lava nuestras transgresiones anteriores;
  2. la imposición de manos para recibir el don del Espíritu Santo.

Y SEGUNDO, al recibir estas dos ordenanzas, tenemos el derecho de ganar, si cumplimos con las condiciones requeridas:

  1. la santificación, o sea la purificación de nuestro cuerpo y de nuestra mente, acompañada por
  2. el cambio de corazón que nos permite mantener esa pureza, seguida por
  3. un tremendo amor, o caridad. Y con ese amor viene
  4. un gozo indescriptible.

Varias versiones de esta pauta se encuentran en el Libro de Mormón. A veces las referencias son algo incompletas, pero todas nos ayudan a enten­ der mejor ese proceso divino.

Particularmente, al tratar de generalizar para identificar una pauta, podemos reconocer en la mayoría de estos relatos, que la santificación viene en el proceso de ejercer Y OBTENER tres dones repetidamente mencionados en nuestras escrituras: fe, esperanza, y caridad. Así casi todos los relatos mencionan, de una manera u otra, el surgimiento de la FE (el expre­sar una creencia en Dios al reconocer nuestra dependencia en él), ESPE­RANZA (el deseo de ser reconciliados con Dios al saber que solamente por medio del sacrificio infinito de nuestro Señor podemos obtener redención), y CARIDAD (el obtener el amor de Cristo que tanto amó al mundo que dio su vida para que todos nosotros podamos ganar salvación, un sentimiento mayormente indicado por un poderoso deseo de convertir a otros, seguido por gran gozo).

LA SANTIFICACIÓN DE PERSONAS Y GRUPOS EN EL LIBRO DE MORMÓN            

Al analizar las palabras usadas para describir algunos eventos históricos típicamente identificados como momentos durante los cuales una persona o grupos de personas recibieron la santificación, encontramos que el pa­trón identificado más arriba, es bastante consistente. En casi todos los ejemplos, directamente o por implicación, se verifica la presencia de:

  1. La FE en Dios y en Cristo.
  2. La ESPERANZA que el sacrificio de Cristo puede salvar.
  3. La CARIDAD, el deseo de salvar a otros, acompañado por un gozo divino.

A. LA SANTIFICACIÓN DE BUENOS MIEMBROS DE LA IGLESIA

1. LA SANTIFICACIÓN DE ENOS: 

El libro de Enos

FE: Instruido por su padre en el idioma, conocimiento y amonestación del Señor, Enós bendice el nombre de su Dios…Más tarde, él oye la voz que le dice que su fe en Cristo lo ha salvado.

Enos1:1-3, 8

ESPERANZA: Su alma tiene hambre y clama con potente oración, suplicando todo el día. Y cuando anochece, aún eleva su voz en alto hasta llegar a los cielos…y sus pecados le son perdonados y es bendecido.

Enos 1:4

CARIDAD: Empieza a anhelar el bienestar de sus hermanos los nefitas, y derrama toda su alma a Dios por ellos…Luego anhela que Dios el Señor preserve la historia de su pueblo, para que algún día futuro sea llevada a los Lamanitas. ..

Enos 1:9-17

2. LA SANTIFICACION DEL PUEBLO DEL REY BENJAMÍN:

Mos caps. 4-5

FE: El temor del Señor viene sobre ellos.

Mos 4:1

Creen las palabras de! rey Benjamín quien les describe la sabiduría y el poder de Dios.

Mos 4:9

ESPERANZA: Se ven en su estado carnal, aún menos que el polvo de la tierra. Y claman por misericordia por medio de la sangre expiatoria de Cristo para recibir el perdón de sus pecados y la purificación de sus corazones, porque creen en Jesucristo, el Hijo de Dios.

Mos 4:2

GOZO: El Espíritu del Señor desciende sobre ellos. Y, llenos de gozo, reciben la remisión de sus pecados. Ahora, con una conciencia tranquila, sus corazones se llenan de alegría.

Mos 4:3
Mos 4:20

B. LA SANTIFICACIÓN DE REBELDES APOSTATAS

1. LA SANTIFICACIÓN DE ALMA:

Al cap. 36

FE o CREENCIA: Herido de gran temor y asombro de que tal vez fuese destruido, Alma cae al suelo y no oye más. Sus iniquidades han sido tan grandes que el pensamiento de volver a la presencia de su Dios atormenta su alma con indecible horror. ..

Al 36:11-16

ESPERANZA: Al acordarse de un Jesucristo, un Hijo de Dios, que expiaría los pecados del mundo, Alma clama en su corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí que estoy en la hiel de amargura, y ceñido con las eternas cadenas de la muerte!

Al 36:17-18

CARIDAD: Y he aquí deja de atormentarlo el recuerdo de sus pecados. . . Y desde ese día. Alma trabaja sin cesar para poder traer almas al arrepentimiento, a gustar el sumo gozo del cual había probado, para  que también puedan nacer de Dios, y sean llenas del Espíritu Santo.

Al 36:19-26

 

2. LA SANTIFICACIÓN DE ZEEZROM:

Al caps. 11-15

FE: Zeezrom empieza a temblar porque más y más se convence del poder de Dios. . . Dice: yo soy culpable y estos hombres son sin mancha ante Dios.

Al 12:7

Y empieza a abogar por ellos.

Al 14:7

ESPERANZA: Alma pregunta: ¿Crees en el poder de Cristo para salvar? Zeezrom responde: Sí, creo todas las palabras que has enseñado.

Al 15:6-10

CARIDAD: Zeezrom de un salto se pone de pie, causando gran asombro entre el pueblo. . . Desde entonces empieza Zeezrom a predicar al pueblo.

Al 15:11-12

De esta manera vemos, cómo eventos que han sido identificados como el momento de santificación involucran, directa o indirectamente, la plenitud de los tres dones más preciados por los profetas del Señor.

Además, esos eventos ejemplifican muchas de las cosas que las escrituras nos han enseñado: (1) que nuestro Padre Celestial quiere que nos santifi­quemos, o sea que obtengamos el Espíritu Santo como un compañero constante; (2) que la santificación consiste de un proceso de purificación; (3) que la santificación nos preparar para aguantar la gloria del reino celestial; (4) que la santificación se obtiene por medio del proceso del arrepentimien­to, de la obediencia, y de la purificación; (5) que la santificación es acom­pañada por un cambio de corazón que nos quita las tendencias del “hombre natural;” y (6) que la santificación trae el auge de fe, esperanza, y caridad.

Y así podemos concluir que, para la mayoría de los miembros de la iglesia en nuestra dispensación, el obtener la santificación consiste en un proceso. Ese proceso empieza al momento de la imposición de manos para obtener el don del Espíritu Santo, y debe culminar en un evento sublime que nos permite entrar en el reino celestial.

EL HACER FIRME NUESTRA VOCACIÓN Y ELECCIÓN LA PREPARACIÓN PARA LLEGAR A SER DIOSES

Si perseveramos hasta el fin y nunca negamos el poder del Espíritu San­to, la santificación nos garantiza la entrada en el reino celestial y el morar donde Dios está. Pero no garantiza que lleguemos a ser dioses.

Según Doctrina y Convenios, sección 131, en la gloria celestial hay tres cielos o grados. Y solamente en el más alto entran los que han cumplido con el nuevo y sempiterno convenio de matrimonio y recibido la palabra profética más segura, la revelación que les informa que son sellados para la vida eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio. (DyC 131:1-5)

En nuestra dispensación, José Smith habla de la doctrina de la elección, refiriéndose a ella como el hacer firme nuestra vocación y elección, el ser sellado con el Espíritu Santo de la promesa, el recibir el segundo Consolador. (Enseñanzas, pp. 176-179) Por supuesto que ese honor es muy espe­cial. El profeta explica que Isaías, Ezequiel, Juan el Revelador, y Pablo recibieron este otro Consolador y por eso alcanzaron un conocimiento per­fecto de los misterios del reino de Dios. Porque al ganar el segundo Conso­lador, les fueron descubiertas las visiones de los cielos. Jesucristo los aten­dió, apareciéndoles e instruyéndolos de cuando en cuando. (Enseñanzas, p. 179)

José Smith también explica, cómo esos grandes profetas recibieron estaexaltación. Explica que, después de recibir el primer Consolador, o el Es­píritu Santo, continuaron humillándose ante Dios, teniendo hambre y sed de justicia. Vivieron de acuerdo con todas las palabras de Dios, y fue­ron probados en todas las cosas. Y el Señor vio que estaban resueltos aservirlo, pasara lo que pasara. Así su vocación y elección fueron confirma­das. El Señor les dijo: “Hijo, serás exaltado.” Y les fue dado el privilegio de recibir el otro Consolador. (Enseñanzas, p. 178)

El profeta suplica a los miembros de nuestra dispensación diciendo: “Os ruego que sigáis adelante, que avancéis y hagáis firme vuestra vocación y elección!” (Enseñanzas, p. 455) Y dice que el enseñar este principio es correcto, ya que Dios da revelaciones a su profeta para que las enseñe a los Doce así como al menor de sus santos. No obstante, sugiere cuidado cuan­do agrega: “. . .tan pronto como puedan soportarlas.” (Enseñanzas, p. 177)

Es probablemente por eso que esta doctrina no es discutida muy a menu­do en nuestras reuniones, a pesar del hecho de que es presentada muy clara­mente por el profeta en nuestra dispensación, y aunque puede ser identifi­cada fácilmente en las escrituras. Así nuestro Señor nos da completa responsabilidad individual, como miembros, por reconocer, entender, y prepararnos para vivir de acuerdo a esas profundas verdades.

Al tener la oportunidad de aceptar el evangelio, somos LLAMADOS. Al obtener la santificación podemos entrar en el reino celestial. Pero son los que hacen firme su vocación y elección los que son los elegidos, los ESCO­GIDOS, los de quienes nuestro Señor dijo: “. . .muchos son llamados, mas pocos escogidos.” (Mt 20:16; DyC 95:5; 121:34; 63:31)

Veamos ahora lo que las escrituras dicen sobre los elegidos, los escogidos de Dios.

LOS ESCOGIDOS SON LLAMADOS EN LA VIDA PRE-MORTAL:

Los escogidos son seleccionados desde el principio,

2Ts 2:13

antes de la fundación del mundo,

Ef 1:4

según la presciencia de Dios.

1P 1:2; Al 13:3

EL HACER FIRME NUESTRA VOCACIÓN Y ELECCIÓN ES UN MANDAMIENTO:

Como José Smith, el apóstol Pedro nos invita a hacer firme nuestra vocación y elección. . . porque haciendo estas cosas no caeremos jamás.

Enseñanzas p. 455 2P 1:10

LOS ESCOGÍDOS OBEDECEN A DIOS Y AMAN A SUS PROJIMOS:

Los escogidos de Dios escuchan su voz y no endurecen su corazón

DyC 29:7.

Anuncian las virtudes de aquel que los llama de las tinieblas a su luz admirable.

1P2:9

Hacen sacrificios al obedecer,

DyC84:33-34

obrando con fe, amor y constancia, con esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

1Ts1:4

Tienen fe y son firmes e inmutables, abundando en buenas obras.

Al 13:2
Mos5:15

Se visten de entrañable misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, de amor que es el vínculo perfecto, soportándose y perdonándose unos a otros.

Col 3:12-15

LOS ESCOGIDOS HAN GANADO LA SANTIFICACIÓN:

Ganan la elección y son santos, sin mancha delante de él, por medio de la santificación por el Espíritu, y fe en la verdad.

Ef 1:4 Tit 1:1-22Ts2:13;
DyC 84:99

Magnifican los dos sacerdocios y son santificados por el Espíritu para la renovación de sus cuerpos y entran a la iglesia y reino de los elegidos de Dios.

DyC84:33-34

LOS ESCOGIDOS, AL HACER FIRME SU VOCACIÓN Y ELECCIÓN, SON SELLADOS:

Al recibir la palabra profética más segura saben por revelación que son sellados para vida eterna,

DyC 1 31:5

sellados entre esposos por el Santo Espíritu de la promesa,

DyC132:18-19,26

y sellados por Cristo como suyos

Mos5:15

recibiendo exaltación y gloria en todas las cosas, según lo que ha sido sellado sobre su cabeza.

DyC 132:19

LOS ESCOGIDOS RECIBEN PROMESAS MARAVILLOSAS.. . Y UNA ADVERTENCIA:

El alma de Dios tiene contentamiento en los escogidos, los que recibieron su Espíritu.

Is42:1

A la segunda venida, los ángeles de Dios, con gran voz de trompeta, juntarán a los escogidos desde un extremo del cielo hasta el otro,

Mt 24:31

y la tierra les será dada por herencia.

Is 65:9

Después de ser sellados, los elegidos serán perdonados de sus pecados o blasfemias, después de pagar por ellos en el infierno hasta el día de redención.

DyC 132:26

Pero si cometen blasfemia contra el Espíritu Santo, asesinando, y virtiendo sangre inocente, no tendrán perdón,

DyC132:27

y serán hijos de perdición.

DyC76:31-38

LOS ESCOGIDOS DE DIOS RECIBIRÁN DEIDAD:  

Tendrán la gloria más alta dentro del reino celestial.

DyC 131:1-1 2

Serán coronados de gloria.

DyC 1 33-32

Serán dioses en las eternidades, porque no tienen fin; existirán de eternidad en eternidad, porque continúan.

DyC 132:20

Serán herederos de Dios y coheredores con Cristo.

Ro 8:1 7

Todas las cosas, aún los ángeles, les serán sujetos, porque serán dioses.

DyC 132:20

Recibirán tronos, reinos, principados, potestades y dominios.

DyC 132:19

Recibirán salvación sin fin y vida eterna.

Mos5:15

Recibirán coronas de vidas eternas en los mundos eternos, y continuación de las simientes por siempre jamás.

DyC 132:55
DyC 132:19

Así, la santificación nos permite morar como ángeles en el reino celestial. Pero, según la doctrina de la elección, si perseveramos hasta el fin, si conti­nuamos, a pesar de cualquier obstáculo, obedeciendo a nuestro Padre Celes­tial y demostrando el amor de Cristo hacia nuestros semejantes, una voz vendrá que nos dirá que somos escogidos y sellados. Recibiremos entrada en la gloria más alta dentro de la gloria celestial. Recibiremos una corona y un trono. Pero más que todo, recibiremos las bendiciones de deidad y de simientes eternas.

Entonces, con los poderes de un Dios podremos, como nuestro Padre Celestial, crear espíritus. Y podremos crear mundos para ayudar a nuestros hijos espirituales a pasar, como nosotros ahora, por la experiencia de un plan de salvación. Y así el universo de Dios sigue ensanchándose en un giro eterno.

RESUMEN

En este capítulo hemos escudriñado las escrituras para entender mejor el proceso de santificación así como el proceso de hacer firme nuestra vocación y elección.

Primero, vimos que Dios el Padre así como Jesucristo pueden santificar y purificar por medio del poder dado al Espíritu Santo, un poder autoriza­do por el sacrificio expiatorio de Cristo.

Segundo, encontramos que en todos los libros sagrados, el mandamiento nos es dado de nacer de nuevo, eso es, (1) de obtener la santificación o purificación, y (2) de convertirnos y obtener un corazón y espíritu nuevo y este mandamiento nos es dado a todos nosotros, como individuos así como pueblo.

Tercero, las escrituras aclaran que el santificarnos es un mandamiento con promesa. Así al santificarnos, muchas bendiciones vienen, tales bendi­ciones como la remisión de todos nuestros pecados, revelación, dones es­pirituales, poder, y la vida eterna. Y sin la santificación, no podemos sopor­tar el día de la segunda venida de Cristo o la gloria celestial.

Cuarto, la santificación es un don de Dios, pero es un don que todos no­sotros debemos ganar en el proceso de santificarnos a nosotros mismos. Por eso las escrituras enseñan que debemos santificarnos por medio de obedecer, de arrepentimos, y de purificarnos.

Quinto, con la santificación viene un cambio de corazón que quita la naturaleza del “hombre natural” y el deseo de hacer el mal. Las escrituras explican que ese cambio sigue a la santificación, permitiendo que mantengamos la pureza adquirida al momento de recibir el Espíritu Santo. Y cuan­do ese cambio viene a nuestros corazones, nos sentimos llenos de amor y gozo, y si seguimos fieles hasta el fin, podemos entrar en el reino de Dios.

Sexto, todo eso nos ayuda a identificar una pauta que indica que pode­mos entrar al reino celestial al obtener (por medio de la fe y de la esperan­za en Cristo) el bautismo por fuego y por el Espíritu Santo. Al obtener esa santificación, también recibimos un cambio de corazón que incluye el recibir el don de la caridad, que nos llena de un tremendo amor para con nues­tros prójimos y de un gozo indescriptible. Y así obtenemos el Espíritu Santo como nuestro compañero constante.

Esa pauta es demostrada en varios relatos del evento de santificación experimentado por personajes en el Libro de Mormón, como Enós, Alma, y Zeezrom, y por el pueblo del rey Benjamín. Y esa pauta nos enseña que, como todas las bendiciones de Dios, el nacer de nuevo no viene automáti­camente al momento de la imposición de manos, pero viene a los que cumplen las condiciones que Dios demanda de los que reciben esa gran bendición.

Pero la santificación solamente promete entrada al reino celestial. No promete la deidad.

Séptimo, por eso, después de la santificación, si perseveramos hasta el fin, podemos ser sellados y oir la palabra profética más segura que nos revela que hemos hecho firme nuestra vocación y elección. Con esa seguridad, vienen las bendiciones de deidad y de simientes eternas. Y somos coherederos con Cristo, y dioses en las eternidades.

Estas promesas tan gloriosas merecen todos los esfuerzos necesarios para entender claramente las cosas que nos son requeridas para alcanzar estas etapas cruciales en nuestro progreso hacia la gloria celestial. En el capítulo siguiente, veremos lo que se nos requiere, en nuestra dispensación, para llegar a ser como Dios.