Resumen final
En este libro, hemos tratado de adquirir un entendimiento más claro y más completo del plan de salvación. Asi», al escudriñar las escrituras, encontramos lo siguiente:
(1) El plan de salvación ha sido enseñado en la tierra, por medio de los profetas al menos siete veces: una vez en La Perla de Gran Precio, una vez en Doctrina y Convenios, y cinco veces en el Libro de Mormón. Sin mencionar el Plan, la Biblia menciona partes de él.
Por eso este entendimiento del propósito de la vida (de donde venimos, porque estamos aquí, y donde vamos después) es únicamente mormón. Otras iglesias solamente tienen pedacitos de la verdad. Y ninguna otra iglesia provee una estructura, un sistema, un armazón, por medio del cual cualquier cosa que ocurre en nuestras vidas puede ser entendido en términos de un plan eterno, de las eternidades.
(2) Nuestros Padres Celestiales usaron una materia prima que siempre ha existido (la inteligencia), para hacernos sus hijos e hijas espirituales. Finalmente Dios nos llamó en un gran concilio donde nos presentó su plan para que pudiéramos llegar a ser seres resucitados, y dioses como él. En ese concilio fue elegido nuestro Redentor. Pero Lucifer se rebeló llevándose una tercera parte de los espíritus.
No hay otra iglesia Cristiana que enseña que hemos vivido antes de esta vida con Dios corno espíritus. Sin embargo, el tener esta visión explica tantas cosas. Nos identifica como hijos e hijas literales de nuestro Padre Celestial. Nos provee con los dos mayores propósitos de la vida: el obtener un cuerpo y el ser probados. Nos da una perspectiva más realista de la vida (un momento en nuestra existencia eterna) y de la muerte (un pasaje de un estado a otro estado).
El saber del gran concilio también aclara muchas cosas. Nos da a conocer el origen del libre albedrío del ser humano, la introducción del mal en la tierra, la necesidad de la caída y la redención, así como el poder de Dios y su mano en todas las cosas.
(3) Cristo, por el poder de Dios y con la ayuda de los espíritus más adelantados, tomó al menos seis mil años en la creación de la tierra y de todo lo que en ella existe. Nuestro hermano mayor lo hizo organizando materiales ya existentes. Y Adán, bajo Cristo, dirige las fuerzas del bien en contra de las fuerzas del mal encabezadas por Lucifer.
Esto nos provee con una perspectiva única de la creación, una creación basada en el poder del conocimiento más bien que en poder mágico, una creación en la cual, tal vez, muchos de nosotros participamos. También nos ayuda a entrever la majestad y el poder de nuestro hermano mayor, Jesucristo, el Dios de esta tierra. Y nos hace apreciar la grandeza de nuestro progenitor, Adán, el que luchó con Lucifer, el que participó en la creación, el que nos introdujo a la vida terrenal.
(4) Por medio de las escrituras sabemos que el jardín de Edén, donde Adán y Eva fueron colocados, se estableció en el estado de Misurí, en los Estados Unidos. Proveídos con dos mandamientos contradictorios, y tentados por Satanás, nuestros primeros padres comen del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Con esa transgresión, esa caída, vienen mayores consecuencias: la tierra cambia de lo terrestre a lo telestial; Adán y Eva ganan el conocimiento del bien y del mal; y sufren la muerte temporal así como la muerte espiritual.
Con la caída fue introducida la reproducción, el medio por el cual todos los hijos e hijas de nuestro Padre Celestial pueden ganar un cuerpo. Pero con esta maravillosa oportunidad también vienen las dos muertes que producen el alejamiento de Dios necesario para la probación.
(5) La misión principal de nuestro Señor Jesucristo, desde el principio, ha sido el venir al mundo en el meridiano de los tiempos para ofrecer su sacrificio expiatorio y contrarrestar la caída. Por eso, después de morir por nosotros, él resucitó para permitir que TODOS seamos redimidos de la MUERTE TEMPORAL incondicionalmente. Así todos resucitamos. Al tomar sobre sí nuestros pecados, él también puede redimimos de la MUERTE ESPIRITUAL. Pero esta redención es condicional. Y Cristo solamente puede ofrecer la exaltación a ios que ejercitan su fé para arrepentirse de sus pecados, cumplen con las ordenanzas del evangelio, obedecen a Dios en todo, y ofrecen como sacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito, santificándose y limpiándose de toda injusticia.
Desde el principio, para poder cumplir con todas estas cosas, nuestro hermano mayor, el primogénito de Dios, fue un personaje muy especia!. Fue el Creador. Fue jehová el Dios de Israel. Fue Jesús de Nazaret. Vendrá en toda su gloria a su segunda venida. Y al final, será nuestro juez.
Así Cristo ha sido el único ser viviente que ha tomado un cuerpo aquí entre nosotros, sin jamás haber pecado. Esto es porque él vino al mundo para hacer no su voluntad propia, sino la voluntad de Dios. Por eso las escrituras repiten que debemos tomar a Cristo como nuestro modelo en nuestra vida diaria y alcanzar su perfección.
(6) Después de recibir un cuerpo y venir al mundo, al aceptar las tradiciones de nuestros padres o la influencia de Satanás, adquirimos la naturaleza del «hombre natural.» Pero Dios, en su amor para con nosotros, no nos deja en completa obscuridad. Con la redención de Cristo ya establecida, nuestro Padre Celestial, por medio de sus profetas, nos enseña todo lo que debemos hacer para volver a Dios.
Primero, deberlos desarrollar nuestra fe hasta obtener la fe que salva. Debemos arrepentimos de todos nuestros pecados y ser bautizados por inmersión por hombres que poseen la autoridad del Sacerdocio. Y debemos ser bautizados por el fuego del Espíritu Santo. Este segundo bautismo nos purifica y también produce un cambio de corazón que nos quita nuestra naturaleza del «hombre natural», llenándonos de caridad, el amor de Cristo, para con todos nuestros semejantes.
Este bautismo por el fuego del Espíritu Santo nos promete entrada al reino celestial. Y si perseveramos hasta el fin a este mismo nivel de perfeccionamiento, podremos ser sellados y oir la palabra profética más segura. Haremos firme nuestra vocación y elección, recibiremos la promesa de tronos y de simientes eternas, y seremos dioses.
(7) Para adquirir estas bendiciones de exaltación y vida eterna, INDIVIDUALMENTE no podemos quedarnos satisfechos con vivir la ley de Moisés. Debemos vivir por la ley de Cristo: OBEDECER Y AMAR. Debemos OBEDECER todos los mandamientos de Dios, aun al costo de grandes sacrificios personales, demostrando una dedicación total a Dios y a sus profetas. Y debemos AMAR y SERVIR a nuestros semejantes, tal como lo hace nuestro Señor Jesucristo: con la única mira de ayudarles a ganar salvación y de glorificar a nuestro Padre Celestial. Y debemos perseverar en todas las cosas a pesar de las pruebas que puedan venir.
Como PUEBLO DE DIOS, para ganar exaltación y vida eterna, debemos representar frente al mundo, la luz y el amor de Dios hacia todos nuestros semejantes. Y así muchos, al reconocer los frutos del evangelio, se tornarán hacia Dios.
Además en nuestra dispensación y como pueblo de Dios, debemos cumplir dos asignaciones que deben ser cumplidas antes de la segunda venida de Cristo. Debemos llevar a cabo, primero, el recogimiento de Israel por medio del trabajo misionero por todo el mundo; segundo, el establecimiento de Sión, lo cual incluye el vivir, como pueblo, la ley de consagración, para que podamos recibir a Cristo en su segunda venida.
Comentario final
Si los hombres no hubieran abandonado o perdido la verdad revelada, la humanidad no hubiera sufrido tanta obscuridad sobre el origen del hombre, el propósito de la vida y la esperanza del futuro. Pero no solamente una, sino seis veces la humanidad ha sufrido las consecuencias de ese abandono o pérdida. Lo que se perdió fue el conocimiento sobre el Plan de Salvación, el plan preparado antes de la fundación del mundo, para guiar al hombre en su paso por este mundo. Ese plan fue revelado a Adán, y a otros profetas, para ser usado como un mapa para vivir una vida que se sabía iba a ser dura y llena de conflicto, pero también de grandes experiencias y aún de gran gozo. Adán, Enoc, Noé, Abraham y Moisés recibieron, cada uno a su vez, la dispensación de ese plan para el beneficio de los hijos de Dios. En el meridiano de los tiempos, Jesús El Cristo, el Primogénito del Padre en el mundo espiritual, el Redentor y Unigénito en la carne, y la figura central del Plan de Salvación, trajo, El mismo, otra vez ese plan al mundo. Cinco profetas y el Redentor mismo dieron el Plan al mundo y seis veces el mundo lo perdió o lo abandonó. Entre cada dispensación hubo un período de obscuridad. Los hombres, ignorantes del propósito de la vida y del propósito y origen de la creación, inventaron mitos para explicar la realidad que les rodeaba. El dolor, la incertidumbre y el temor a la muerte por un lado, y por el otro lado el milagro de la vida, el amor humano y el deseo de la inmortalidad, necesitaban explicación. Las filosofías humanas han tratado de dar explicación. Sin embargo ninguna ¡dea inventada por el hombre puede reemplazar la revelación Divina. Sin fe en el creador que le dio el Ser, el hombre busca y busca y nunca encuentra.
La séptima vez que el Plan de Salvación ha sido revelado al mundo es la época en que ahora vivimos. Esta es la última vez. La tierra tiene su tiempo señalado y en esta Dispensación su tiempo se termina. Esta vez no habrá Apostasía o pérdida o abandono del Plan que ha venido al mundo por medio de Profetas modernos. Esta vez los profetas modernos están informando a todas las naciones, gentes y lenguas que Dios ha hablado por la última vez antes del asesoramiento final. Las escrituras perdidas, que contenían el Plan, han sido restauradas por revelación. Escrituras guardadas en planchas de metal que los profetas de Israel anunciaron para estos últimos días ya han sido entregadas y traducidas a lenguas modernas y están al alcance de todos. El completo Plan de Salvación se sabe hoy como se supo en la antigüedad. La segunda gloriosa venida de Cristo, entendida por los profetas, tanto como entendieron su primera venida, porque todo estaba incluido en ese Plan preparado desde el principio, esa segunda venida ya está por realizarse. La Iglesia de Jesucristo está otra vez firmemente establecida sobre la tierra con toda la autoridad divina para predicar el Evangelio y administrar las debidas ordenanzas.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la iglesia que tiene esas escrituras que describen y explican ese eterno Plan de Salvación, ese plan preparado para todos los hijos de Dios, ese plan que satisface todas las ansiedades del ser humano porque contesta todas las preguntas sobre su origen, su propósito en la vida, su naturaleza divina y eterna y su glorioso futuro si solamente usa su voluntad para creer en Jesús el Cristo y vivir de acuerdo con esa creencia.
























