El Plan de Salvación

Capítulo 1

El Plan de Salvacion


En una ocasión, dos jóvenes recién casados y recientemente convertidos a nuestra iglesia nos pidieron que fuéramos a visitar a los padres de la esposa, para hablarles del evangelio. Los visitamos un Domingo. Los padres eran Protestantes y en la mañana, los acompañamos a su iglesia. El ministro predicó, el coro cantó, y durante la escuela dominical, el maestro discutió la necesidad de ayudarnos los unos a los otros.

Después, de vuelta en su casa, nos sentamos todos en el salón y los padres de nuestros amigos nos pidieron que explicáramos nuestras creencias. Si­guiendo el ejemplo de Ammón, cuando predicó al Rey Lamoni (Al, 17), presentamos el Plan de Salvación. Explicamos que si somos dignos y acepta­mos el sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo, podremos resucitar y gozar para siempre de la vida eterna con nuestro Padre Celestial. Con algu­nos detalles, les contamos de la vida pre-mortal, la necesidad de tener un cuerpo y la posibilidad de llegar a ser dioses como nuestro Padre Celestial; la selección de Jesucristo como líder y redentor, la creación del mundo y de Adán y Eva, la caída, las dispensaciones del evangelio, y sobre todo, la venida del Señor, su ministerio, su sufrimiento redentor en Getsemaní y en la cruz, y su resurrección gloriosa que abrió las puertas para el trabajo mi­sionero entre los muertos. Concluimos explicando la Segunda Venida del Señor que introducirá el Milenio, y en debido tiempo, la lucha final, el últi­mo juicio y el establecimiento de las tres glorias. Explicamos que ese plan fue establecido con el propósito de llevar a cabo la obra y gloria de Dios: o sea, lograr la inmortalidad y la vida eterna de sus hijos espirituales. (Moi­sés 1:39).

Cuando terminábamos de explicar el plan de salvación, el ministro llegó. Después de breves presentaciones, alguien mencionó que recién habíamos explicado el plan de salvación como nuestra creencia básica. Muy rápida­mente, repasamos el plan para dar al ministro una idea de nuestras creencias y le preguntamos si su iglesia también ofrecía alguna explicación global del propósito de la vida. El ministro pensó, y luego nos relató una pequeña his­toria. Para él, esa historia representaba la razón de la vida humana.

“Una vez, un extranjero caminaba por el campo,” dijo el ministro. “Des­pués de un tiempo, cansado, se sentó en una piedra, observando la naturale­za alrededor. De pronto se fijó en una hormiguita que desesperadamente trataba de arrastrar una ramita mucho más grande que ella misma. El hom­bre se compadeció de la hormiguita y usando su bastón, trató de levantar la ramita para aliviar el peso. Pero la hormiguita se asustó y empezó a correr y correr en círculos alrededor de la ramita. Al fin, el extranjero decidió que la única manera en que podría ayudar a la hormiguita era hacerse hormiguita él mismo. . .”

“Esta historia,” el ministro dijo, “explica el mayor aspecto de la relación entre los humanos y Dios: el extranjero caminando es Dios, la hormiguita es el ser humano, y Dios para ayudarnos, se hace hombre: Jesucristo.”

Aunque la historia sí explica la venida de Cristo, nos deja con muchas preguntas: de dónde viene la hormiguita?, cuál es el propósito de la vida de esa hormiguita?, cuando muere, qué pasa? y sigue interesado ese hombre en la hormiguita o está ahora interesado en otras cosas?

El plan de salvación, presentado en las escrituras y revelado más comple­tamente por el profeta José Smith, nos provee con mucha más información. Nos explica de dónde venimos, el propósito de esta vida, y la función de la muerte, del sufrimiento y del dolor en este mundo. Explica la naturaleza de la caída, así como la relación entre la caída de Adán y la venida de Cristo. Nos da a conocer la responsabilidad que viene con nuestro libre albedrío, responsabilidad que debemos enfrentar al momento del juicio final. Y nos ayuda a imaginar la posición que ocuparemos en la eternidad. En fin, el plan de salvación (que es el evangelio de Jesucristo, o las buenas nuevas) es la filosofía más completa, más clara y más satisfactoria a la mente humana.

Escrudiñando las escrituras encontramos información sobre el Plan de Salvación.

EL PLAN DE SALVACION

El Señor explica a Moisés cuál es su mayor propósito en estas palabras: Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. (Moisés 1:39)

Y para llevar a cabo este propósito, nuestro Padre Celestial y Jesucristo establecieron un plan: el plan de salvación.

Las escrituras están llenas de referencias al plan de salvación. Además, en detalle, el plan total fue presentado una vez en la Perla de Gran Precio, cin­co veces en el Libro de Mormón, y una vez en Doctrina y Convenios:

por Dios a Adán por Lehi a su hijo Jacob por Jacob a su pueblo por Alma en Ammioníah

Moisés 6:48-62 2Ne 2:1-30 2Ne 9:1-53 Al 12:25-37

por Amulek entre los Zoramitas por Alma hablando a Coriantón por José Smith en esta dispensación

Al 34:1-41 Al 42:1-28 DyC 128:7-19

El tema central de esas siete presentaciones es el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo, el evangelio, las buenas nuevas que Cristo murió para que tengamos todos una oportunidad de recobrar la gloria que tenía­mos con Dios, como sus hijos espirituales. Y al analizar cada presentación punto por punto, podemos apreciar el cuidado y amor con que nuestro Pa­dre Celestial preparó el plan que nos puede llevar a la vida eterna.

A. EL PLAN DADO POR DIOS A ADAN

Enoc, después de recibir una visión de Dios, sale entre el pueblo a predi­car el evangelio. Al explicar la caída, Enoc relata sus consecuencias: la muerte, la influencia de Satanás, la miseria y aflicción, la tendencia humana de ser carnal, sensual y diabólico, concluyendo que todos debemos arrepen­timos. Pero Enoc no deja a sus oyentes deprimidos y sin esperanza. Relata la conversación que Dios tuvo con Adán cuando le explicó el plan de salva­ción, el camino que nos trae redención y nos lleva a la vida eterna. (Moisés 6:48-62).

DIOS INSTRUYE A ADAN:

MOISES

Jesucristo es el único nombre debajo del cielo mediante el cual podemos ser salvos. El Unigénito de Dios viene en el meridiano de los tiempos.

6:52, 57

El Hijo de Dios expía el pecado original así que somos limpios al venir al mundo.

6:54

Pero, porque tenemos el libre albedrío, al crecer, el pecado se concibe en nuestros corazones y probamos lo amargo para apreciar lo bueno.

6:55

Todos debemos volver a Dios, arrepentimos, bautizamos por agua, recibir el don del Espíritu Santo, de otra manera no podemos heredar el reino de Dios porque ninguna cosa inmunda puede morar allí.

6:52, 57

Debemos nacer otra vez del agua y del Espíritu, ser purificados y santificados por la sangre del Unigénito, y ser justificados por el Espíritu.

6:59-60

ESTE ES EL PLAN DE SALVACION:

6:62

el libre albedrío y la caída

6:56, 59

la expiación de nuestro Señor Jesucristo

6:52

la necesidad del arrepentimiento

6:57

bautismo por el agua

6:52

don del Espíritu Santo

6:52

la necesidad de ser justificados

6:60

y santificados.

6:59-60

Así que el plan de salvación consiste en el proceso de regresar a Dios con cuerpos exaltados, mediante la resurrección que es hecha posible por la san­gre del Unigénito. El plan toma la forma de un convenio entre Dios y los se­res humanos: Dios provee el sacrificio expiatorio, pero nosotros debemos arrepentimos, bautizarnos por agua y por el espíritu, ganando nuestra justi­ficación y santificación para llegar limpios al reino celestial.

B. LEHI A SU HIJO JACOB

Lehi sabe que su hijo Jacob (“mi primer hijo nacido en los días de mi tri­bulación”), ha sufrido mucho. Y parece sentir la obligación de explicarle por qué la vida es a veces tan dura. La razón, Lehi expone, es porque el plan de Dios requiere que haya “oposición en todas las cosas.” Por eso, Lehi no solamente subraya que después de la caída es necesario una redención (2Ne 2:3, 6, 10, 26), sino también recalca que nuestra probación requiere que usemos nuestro albedrío para elegir a Cristo y rechazar a Satanás.

LEHI EXPLICA A JACOB:

2NEFI

Cuando hay ley, hay pecado.
El diablo quiere que violemos la ley y que

2:13

seamos tan miserable como él.
El libre albedrío nos permite escoger libertad y

2:17-18

vida eterna o cautividad y muerte.

2:5, 11,16, 27

La redención requiere arrepentimiento, obediencia, un corazón quebrantado y espíritu contrito, y creencia en Cristo.

2:21, 28, 7, 9

La redención trae la resurrección de los muertos y el juicio final con castigo y miseria, o recompensa y gozo.

2:8, 10

De esa manera Lehi también demuestra que nuestro retorno glorioso a nuestro Padre Celestial depende del sacrificio de nuestro Señor. . . siempre que hayamos usado nuestro libre albedrío para escoger el bien y a Cristo. Además, el juicio final restituirá todo.

C. JACOB A SU PUEBLO

Jacob, en el capítulo nueve del Segundo Libro de Nefi, explica a su pue­blo el “misericordioso designio del gran Creador.” En su discurso, Jacob también se refiere primeramente a la redención de Cristo (2Ne 9:5-7, 21), la resurrección del hombre, y al juicio final. (2Ne 9:11-17, 22) Pero tam­bién menciona otros aspectos del plan.

EN SU DISCURSO, JACOB DICE:

2NEFI

En el plan, Israel recibe el evangelio por medio de los profetas.

9:1-2

Sin el sacrificio de Cristo, quedaríamos prisioneros de Satanás, muertos de cuerpo y espíritu.

9:4, 8-10

Los que heredan el reino de Dios son los fieles a Cristo, los que se arrepienten, se bautizan, tienen perfecta fé, soportan su propia cruz y menosprecian la vergüenza del mundo, perseverando hasta el fin.

9:18, 23-24

El plan está basado sobre la ley de Dios. Por eso, ay de aquel que recibe la ley y la quebranta.

9:25-40

Además de discutir el sacrificio expiatorio de Cristo, Jacob nos provee con una lista de lo que necesitamos hacer para heredar el reino de Dios. Y también nos recuerda que el Señor manda a sus profetas para enseñarnos la ley.

D. ALMA AL PUEBLO DE AMMONIAH

Alma, habiendo dejado su puesto como juez superior, sale a predicar, te­niendo gran éxito en Zarahemla, Gedeón, y Melek. En Ammoníah, sin em­bargo, lo rechazan y sale de la ciudad. Mandado de vuelta por un ángel, Al­ma convierte a Amulek quien decide acompañarlo. Amulek predica a sus conciudadanos y confunde a Zeezrom, el abogado. Después, Alma toma lav palabra y explica el plan de salvación, llamándolo plan de redención.

En su discurso, Alma repite el tema ya familiar: el sacrificio de Cristo redime a todos los humanos de la muerte física (Al 12:25), y a los que se arrepientan, de la muerte espiritual. (Al 12:32-37) Además, nos dice:

ALMA SE DIRIGE AL PUEBLO DE AMMONIAH:

ALMA

El plan de redención fue establecido desde la fundación del mundo.

12:25

Para obtener la vida eterna, se necesita un período de probación que justifique el ser juzgados a base de las leyes de Dios.

12:26-31

Dispensaciones del evangelio son proveídas por medio de ángeles que enseñan el plan de redención si el pueblo demuestra fe, arrepentimiento, y obras santas.

12:28-30

De esta manera, Alma nos enseña que Dios establece periódicamente dispensaciones del evangelio para que podamos ser juzgados por nuestras acciones durante nuestro período de probación. Y también nos dice que este plan fue establecido desde la fundación del mundo.

E. AMULEK A LOS ZORAMITAS

La mayoría de los Zoramitas son demasiado orgullosos para escuchar a Alma y a su compañero Amulek, pero los pobres de entre el pueblo sí ios oyen. Alma pronuncia su famoso discurso sobre la palabra del evangelio que puede crecer como una semilla. Inmediatarfiente después, Amulek da su testimonio del plan de salvación (Al 34).

Amulek también se refiere a la redención del Hijo de Dios que viene a tomar sobre sí las transgresiones de los que se arrepientan (Al 34:7-9; 15-16), aconsejándonos que ejercitemos nuestra fe, derramando nuestra alma im­plorando a Dios en oración por su misericordia. (Al 34:28-36).

AMULEK AGREGA:

ALMA

El sacrificio debe ser un sacrificio infinito y eterno del Hijo de Dios, que pueda responder por los pecados del mundo.

34:10-14

Demuestren el fruto de su arrepentimiento y no demoren el día de vuestro arrepentimiento porque esta vida es cuando deben prepararse para comparecer ante Dios.

34:28-36

Como Dios no mora en templos impuros, labren su salvación con temor ante Dios, aceptando sus aflicciones, blanqueando sus vestidos por medio de la sangre del Cordero, recibiendo el Espíritu Santo, y tomando sobre vosotros el nombre de Cristo.

34:37-41

Amulek, después de reconocer la. obra infinita del Señor para con noso­tros, recalca nuestras obligaciones en el convenio: para obtener la miseri­cordia divina, debemos ejercitar fe derramando nuestra alma en oración y demostrando nuestro arrepentimiento con nuestras obras: EN ESTA VIDA.

Y porque Dios no mora en templos impuros, debemos purificarnos de todo pecado por medio de la sangre del Cordero, en el proceso de recibir el Es­píritu Santo.

F. ALMA A CORIANTON

Después de entregar las planchas a su hijo Helamán, Alma habla a cada uno de sus hijos. (Al 36-42) Alma percibe que su hijo Coriantón (el joven que había caido en el pecado entre los Zoramitas), está preocupado con la vida venidera. Respondiendo a esa preocupación, Alma explica el plan de redención.

Alma menciona el plan de misericordia y justicia establecido desde la fundación del mundo (Al 42:12-15, 24-26), y el tiempo de probación con­cedido a los seres humanos para que se arrepientan. Nos recuerda que no podemos demorar el día de nuestro arrepentimiento porque es en esta vida que debemos prepararnos para comparecer ante Dios. (Al 34: 28-36)

ALMA AÑADE:

ALMA

La caída causó la muerte física y espiritual, y los seres humanos se volvieron carnales, sensuales, y diabólicos. Pero debemos arrepentimos durante los días de probación

42:6-11; 16-23, 27-28

En el intervalo entre la muerte y la resurrección, los espíritus van al paraíso si son justos, al infierno si son injustos, todas las cosas siendo re-establecidas en su propio orden: los pecadores en el mal, los justos en gloria.

Caps. 40-41

Para convencer a sus hijos de la necesidad de arrepentirse en esta vida. Alma pone énfasis en el período de probación. Durante esta vida, los seres humanos se vuelven carnales, sensuales, y diabólicos. Al conocer la ley de Dios, los justos se arrepienten. Y por último, todos resucitan, siendo juz­gados según sus obras terrenales.

G. JOSE SMITH A LOS SANTOS DE LOS ULTIMOS DIAS

En una epístola a los miembros de la iglesia (DyC 128), José Smith pro­vee instrucciones adicionales sobre el bautismo por los muertos. En el pro­ceso, nos explica lo que el plan de salvación ofrece a los que no recibieron el evangelio en la tierra: una voz de misericordia para los vivos y los muer­tos. (DyC 128:19).

PORQUE TENEMOS LA OBRA PARA LOS MUERTOS:

DyC

Todos deben ser bautizados por agua como símbolo de la muerte y resurrección. Los muertos son juzgados por las obras escritas en los registros de la tierra y de los cielos, obras cumplidas por ellos mismos o trabajo hecho por agentes autorizados.

128:7-8, 12-13

Existe un encadenamiento de dispensaciones, llaves, poderes y glorias revelados desde Adán hasta el presente.

128:18

En esta epístola, José Smith nos enseña que el plan de salvación incluye el medio por el cual los que murieron sin conocer el plan de salvación, tie­nen una oportunidad de aceptar el evangelio y sus ordenanzas. Y ese traba­jo será tomado en cuenta en el juicio final. También nos ayuda a visualizar que todas las dispensaciones representan los esfuerzos incesantes de Dios para traernos salvación.

En resumen, estas declaraciones inspiradas que se refieren al plan de sal­vación nos enseñan que:

  1. El tema central del plan de salvación es el evangelio, las buenas nue­vas que, como el hombre ha caído, el Hijo Unigénito de Dios vino a redimir a los seres humanos de la muerte física y espiritual con su sacrificio expia­torio.
  2. El plan de salvación provee inmortalidad a todos los seres humanos. También provee la oportunidad de ganarse la vida eterna a los que usan su libre albedrío para arrepentirse, bautizarse por agua y por el espíritu, vivir la ley de Dios, aceptar a Cristo y purificarse por medio de su sangre.
  3. Ese plan de salvación fue establecido durante nuestra vida pre-mortal, antes de que fuera fundada la tierra, para darnos experiencias que puedan traernos la gloria celestial. Ya aprendimos que Dios nos provee con un pe­ríodo de probación, así como con dispensaciones del evangelio por medio de ángeles y profetas que enseñan la misión de Cristo y todo lo que necesi­tamos saber para volver a nuestro Padre Celestial. El plan también nos da un tiempo en el mundo de los espíritus donde los que no oyeron del evan­gelio en la tierra tienen una oportunidad de escuchar a los misioneros que predican allá. Por último, todos tendremos que enfrentar un juicio final que determinará nuestro estado de gloria eterna.

LAS ETAPAS DEL PLAN DE SALVACION

Básicamente cinco etapas del plan pueden ser identificados en las escri­turas:

  1. La vida pre-mortal.
  2. La caída.
  3. La probación mortal y la obra redentora de Jesucristo.
  4. La Segunda Venida del Señor y el Milenio.
  5. El juicio y disposición final: las tres glorias.

En este libro solamente intentamos estudiar en detalle algunos aspectos básicos de los tres primeros estados, poniendo énfasis sobre lo que nos es requerido cumplir para obtener salvación y exaltación. Pero primero, en este capítulo, revisaremos a grandes rasgos el plan de salvación.

A. LA VIDA PRE MORTAL

La vida pre-mortal consiste en: (1) nuestro estado original como inteli­gencia(s) y (2) nuestra creación como hijos espirituales de nuestro Padre Celestial.

I. INTELIGENCIAS

Según las escrituras, nuestra inteligencia es eterna y no tuvo ni comienzo ni fin. Siempre tuvimos libre albedrío, pero en la forma original no podía­mos desarrollarnos y alcanzar toda nuestra potencialidad.

De esta materia prima, nuestros espíritus fueron creados.

II. HIJOS ESPIRITUALES.

Nuestro Padre Celestial y nuestra Madre Celestial nos crearon como sus hijos e hijas espirituales. Y vivimos con ellos en la vida pre-mortal.

Cuando nuestros espíritus alcanzaron un cierto nivel de progreso, un con­cilio nos congregó a todos y allí nos informaron que podíamos llegar a ser como nuestros padres celestiales. Para llegar a ser como ellos, sin embargo, debíamos emprender una nueva experiencia durante la cual conseguiríamos un cuerpo físico y tendríamos una oportunidad de demostrar nuestra leal­tad a nuestros padres.

Nos regocijamos y nuestro Padre Celestial explicó su plan: una caída to­maría lugar para que todos pudiéramos estar alejados de nuestro hogar celestial. Al tomar nuestro cuerpo físico, tendríamos problemas en guardar todas las leyes de Dios, y eso nos impediría volver a Dios después de nues­tro tiempo de probación.

Por eso se necesitaría un sacrificio expiatorio para ganar de nuevo un cuerpo resucitado y para volver a morar con nuestros Padres Celestiales. El Hijo Mayor, Jesucristo, se levantó y simplemente dijo que haría toda la voluntad del Padre. Luego Lucifer, el Hijo de la Mañana, se levantó y ofre­ció tomar a cargo todo el programa. Ignorando nuestro libre albedrío, pro­metió que todos tendríamos la oportunidad de volver a Dios. Por lograr eso, el honor sería suyo. Nuestro Padre Celestial eligió al primero.

Luego, el plan de salvación fue desarrollado. Convenios fueron estable­cidos entre Dios y nosotros, dependiendo en el grado de fe y conocimien­to alcanzado por cada uno. Líderes fueron escogidos. Y poco a poco en­tendimos la grandeza del plan. Todos tendríamos una parte en él, y nuestro hermano mayor, Jehová, Jesucristo, sería nuestro salvador, nuestro Dios.

Pero Lucifer no aceptó la decisión de Dios, no aceptó el plan, y se rebe­ló, tratando de que todos lo siguieran. Dos campos se formaron y hubo una guerra, una guerra de palabras y de testimonios. Lucifer y sus seguido­res perdieron la lucha, y fueron expulsados.

Mientras tanto nuestro lugar de probación, la tierra, había sido creada por Cristo con la ayuda de Miguel (Adán) y de sus seguidores. En su debido tiempo, Adán y Eva, los primeros seres mortales, fueron puestos en el Jar­dín de Edén.

B. LA CAIDA

Adán y Eva cultivaron y guardaron el jardín de Edén y eran ¡nocentes. Nuestro Padre Celestial les dió permiso de comer cualquier fruta en el jar­dín, pero les prohibió formalmente el comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Lucifer engañó a Eva, convenciéndola a que comiera del fruto del árbol prohibido. Cuando Adán también comió del fruto, ambos fueron expulsa­dos del jardín. Este evento introdujo la probación de los hijos de Dios.

C. LA PROBACION MORTAL Y EL SACRIFICIO EXPIATORIO DE JESUCRISTO

En ese mundo caído, Dios no abandonó a Adán y Eva. Les explicó el plan del evangelio, y ellos lo aceptaron. Esta fue la primera dispensación del evangelio.

Como la mayoría de los hijos e hijas de Adán y Eva rechazaron el evan­gelio, hubo una apostasía parcial, y ENOC fue nombrado profeta, estable­ciendo la ciudad de Sión. Más tarde, otra apostasía trajo el diluvio, y enseguida, una tercera dispensación, la de NOE.

Después de una nueva apostasía, vino una cuarta dispensación, la de ABRAHAM. Esa fue seguida por la de MOISES. La sexta dispensación fue encabezada por JESUCRISTO, en el meridiano de los tiempos. Fue enton-

ces cuando él cumplió con su cometido, sufriendo y muriendo por nuestros pecados. Su dispensación fue seguida por una larga y oscura apostasía que duró siglos. Finalmente, JOSE SMITH fue llamado para re-establecer el evangelio por la séptima y última vez.

En cada una de esas dispensaciones, se enseña el mismo evangelio las buenas nuevas, que Jesús viene al mundo, con dos naturalezas (mortal e inmortal), para ser sacrificado voluntariamente y en gran dolor, por nues­tros pecados. Y resucita después de tres días, para ocupar de nuevo su trono a la diestra de Dios.

Y como convenido, nuestra responsabilidad en el plan es el volver a Dios, obedeciendo todos sus mandamientos, amando y sirviendo a nuestros seme­jantes, y cumpliendo con cuatro requisitos: fe, arrepentimiento, bautismo por agua, y bautismo por el Espíritu Santo, el que nos puede limpiar, santi­ficar, purificar de todos nuestros pecados.

Como no todos los seres humanos tienen la oportunidad de conocer el evangelio, Cristo, en los tres días entre su muerte y su resurrección, esta­bleció un programa misionero para los espíritus en prisión. Este programa sigue ahora y seguirá hasta el fin.

Así, en su debido tiempo, todos los hijos e hijas de Dios reconocerán que Jesús es el Cristo, nuestro hermano mayor, el que murió por nosotros, dándonos una oportunidad de volver a nuestro Padre Celestial, si cumpli­mos con todos los requisitos del plan.

D. LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR Y EL MILENIO

Como las injusticias de los hombres pueden perjudicar a los que prefieren seguir el camino del bien, nuestro Padre Celestial nos da un milenio (mil años) para re-establecer orden entre sus hijos e hijas.

Cuando el Señor venga por segunda vez, su gloria destruirá a los injustos, y Satanás y sus huestes serán atados por mil años. Con los justos que sobre­vivirán a los desastres de los últimos días y los justos resucitados que Cristo traefá con él, nuestro Señor vendrá a establecer la sociedad perfecta dentro de la cual la salvación de muchos podrá ser obrada. Niños resucitados y niños nacidos durante el Milenio tendrán la oportunidad de aprender y vivir a base del evangelio. Y mucho trabajo será hecho en genealogía y en los templos.

Después de la resurrección de los justos, viene la segunda resurrección, la de los injustos. En ese tiempo será desatado Satanás y sus huestes. La guerra final entre el bien y el mal tendrá lugar. Y al ganar, Cristo establecerá el juicio final.

E. EL JUICIO Y LA DISPOSICION FINAL: LAS TRES GLORIAS

El juicio final será dirigido por los profetas de cada dispensación, bajo la supervisión directa de Jesucristo. Durante ese juicio, los libros serán abier­tos, testigos serán llamados a testificar, pero cada persona recordará clara­mente sus obras terrenales y el juicio que merece.

Las condiciones para entrar en cada reino ya fueron reveladas. Así sabe­mos que para entrar en la gloria celestial, debemos haber sido santificados. Para entrar en la gloria terrestre, necesitamos ser justos aún si no hemos sido suficientemente valientes o si no hemos cumplido con todos los requi­sitos del evangelio. Los injustos tienen que pagar por sus propios pecados ya que la redención de Cristo no los cubre a ellos. Y aún así, después de ser perdonados, pertenecerán a la gloria telestial, la gloria más numerosa de todas.

Además hay distintos niveles dentro de las glorias. Por ejemplo, sabemos que dentro de la gloria celestial, hay tres divisiones. En la división más alta solamente pueden entrar los que hacen firme su vocación y elección, los que son dignos de ser sacerdotes y reyes. A estos se les dará la habilidad de tener progenie y ser dioses. A ellos el Padre entregará todas las cosas.

Entre los que serán juzgados estarán también los hijos de perdición, los que, habiendo recibido un conocimiento absoluto de Cristo por manifesta­ción del Espíritu Santo, se rebelaron y lo negaron. Estos irán al mismo lugar que las huestes de Satanás.

En este libro, discutiremos la vida pre-mortal, la caída, el sacrificio expia­torio de Jesucristo, y la probación mortal. Nuestro propósito es el entender, por medio de las escrituras, todo lo que es requerido. Esto es porque cree­mos que una de las condiciones básicas para entrar en la gloria celestial es el escudriñar las escrituras, una fuente importante de conocimiento divino. Por medio de ellas, podemos obtener completo conocimiento del evangelio, así como vida eterna y exaltación.

ESCRUDRIÑAR LAS ESCRITURAS

Más de cuarenta escrituras nos dicen que debemos estudiar (no solamente leer) nuestros libros sagrados.

EL ESCUDRIÑAR LAS ESCRITURAS:

 

El escudriñar las escrituras es un mandamiento.

Dt 17:19; Hch 17:11; Mos 1 :7; DyC 1:37.

Nos hace prosperar en esta vida porque nos ayuda a entender y guardar los mandamientos de Dios.

Jos 1:8, Mos 1:7; Dt 17:19; Mt 22:29; 2Ti 3:15-16; Ap 1:3; 1 Ne 15:25; DyC 21:4; 84:57

Nos permite enseñar a otros, particularmente a nuestros hijos.

3Ne 23:14; DyC 26: l ; 88 : 118 2Ne 4:15.

Nos enseña a reconocer el poder de Dios y glorificarlo.

Dt 17:19; Mt22:29;2Ne 6:4

Nos ayuda a entender el evangelio y a persuadirnos de su veracidad.

Lc 16:31; Hch 17:11; Al 17:2; DyC 18:4; 33:16

Nos ayuda a evitar el ser engañados.

Jac 7:23; JS-M 1:37

Nos ayuda a estar preparados para los últimos días,

3Ne 10:14; DyC 1:37

y a obtener más escrituras y revelaciones.

DyC 11:22; 138:1

El escudriñar las escrituras nos enseña a ganar la esperanza de que por medio de Jesucristo nos podemos salvar.

Ro 15:4; Jn 5:47; Hch. 18:28, 1 Ne. 19:24

Y sobre todo, nos ayuda a ganar la vida eterna.

Jn 5:39; 2Ti 2:15; 3: 15-16; Al 13:20.

De esta manera, el Señor nos manda que estudiemos las escrituras porque en ellas encontraremos el plan de Dios, lo que nuestro Padre Celestial espera de nosotros, y los medios por los cuales podemos ganar paz en esta vida y gozo en la vida venidera.

RESUMEN

En este primer capítulo, hemos presentado un bosquejo general del plan de salvación por medio de las escrituras. Mencionamos siete discursos sobre el plan de salvación: una explicación por Dios el Padre a Adán, una discu­sión sobre la oposición en todas las cosas por Lehi a su hijo Jacob, un dis­curso por Alma al pueblo de Ammoníah, una presentación por Amulek a los pobres entre los Zoramitas, otra presentación a Coriantón por su padre Alma, y una epístola por José Smith a los santos de esta dispensación.

Todas esas discusiones ponen énfasis en el sacrificio de Cristo, el sacrifi­cio que redime a los seres humanos de la caída.

A base de esas escrituras, concluimos que:

  1. El tema central del plan de salvación es el evangelio, las buenas nue­vas, el sacrificio de Cristo por medio del cual podemos volver a Dios.
  2. El plan de salvación provee inmortalidad a todos, y la vida eterna a los que cumplen con los requisitos del evangelio.
  3. En el plan de salvación, gran parte de la salvación depende de nuestra voluntad para vivir de acuerdo a los mandamientos de Dios durante nuestra probación sobre la tierra.

Sugerimos que el plan de salvación incluye cinco etapas o estados; la vida pre-mortal, la caída, la probación mortal y el sacrificio expiatorio de Jesu­cristo, la segunda venida del Señor y el milenio, el juicio final y la disposi­ción final o las tres glorias.

Finalmente, un breve bosquejo de los pasajes que nos alientan a escrudiñar las escrituras, sugiere que haciéndolo, nos prepararemos mejor para esta vida y para la vida venidera.