El Plan de Salvación

Capítulo 5

La redención de Cristo


En capítulos anteriores hemos visto como dos hijos espirituales de nues­tro Padre Celestial, Adán y Eva, fueron creados terrenalmente. Y vimos como cayeron cuando comieron del fruto prohibido. Al caer, fueron cam­biados física y espiritualmente. Físicamente perdieron su inmortalidad, in­troduciendo entre los seres humanos la muerte temporal. Espiritualmente, fueron echados del jardín de Edén y separados de Dios y de su vida pre­mortal por un velo tan denso que fue llamado la muerte espiritual. Además, al rechazar el evangelio presentado por sus padres, los hijos de Adán y Eva se volvieron carnales, sensuales y diabólicos, trayendo todavía más oscuri­dad entre los seres mortales.

Estas dos muertes eran necesarias para dar a los hijos espirituales de Dios una oportunidad de ser probados. Afortunadamente estas separaciones sola­mente son temporales ya que con el plan de salvación se provee un rescate. Este rescate, establecido desde la fundación de la tierra, es la redención obrada por nuestro hermano mayor, nuestro Señor Jesucristo.

Después de la caída, Adán y Eva recibieron el evangelio. (Moisés caps. 5 y 6) Este evangelio que nuestros primeros padres recibieron fue el plan de salvación: las buenas nuevas, las nuevas de que Jesucristo vendría en el meridiano de los tiempos como nuestro Redentor para servir como cordero expiatorio, para pagar con su sangre por nuestros pecados, y darnos una oportunidad de volver a Dios.

En este capítulo, examinaremos lo que significa para nosotros la reden­ción de nuestro hermano mayor:

  1. Inmortalidad, (o redención de la muerte temporal) porque Cristo mu­rió para que todos podamos resucitar.
  2. Vida Eterna, (o redención de la muerte espiritual) porque Cristo su­frió, tomando sobre sí mismo todos nuestros pecados, para que si creemos en él, podamos volver a la gloria eterna que teníamos con nuestro Padre Celestial antes de venir a este mundo.

LA CAÍDA Y LA REDENCIÓN

Las escrituras están llenas de referencias en cuanto al tema de la reden­ción, que es el tema central del evangelio. Este tema establece el hecho de que después de la caída viene la redención. De esto le testifica el Espíritu Santo a Adán cuando el Señor declara:

Soy el Unigénito del Padre desde el principio, desde ahora y para siem­pre, para que así como has caído puedas ser redimido; y también todo el género humano, sí, cuantos quieran. (Moisés 5:9)

Y así también lo declaran los profetas de Dios.

LOS PROFETAS ENSEÑAN LA RELACIÓN ENTRE LA CAÍDA Y LA REDENCIÓN:

MORONI dice que por causa de la caída del hombre, vino Jesucristo, y por Jesucristo vino la redención del hombre. Morm9:12
ALMA, en Ammoníah, explica lo mismo: Adán cayó al comer del fruto prohibido y por eso la humanidad está caída y perdida. Pero el plan de redención, establecido desde la fundación del mundo, trae la probación y luego la resurrección de los muertos. Al 12:22-26
PABLO enseña a los Romanos y a los Corintios que el pecado entró en el mundo por un hombre(Adán), pero por la justicia de otro (Jesús) viene la redención. Ro 5:12,18 1Co 15:21-22
EL REY BENJAMÍN, Mos 4:7
SAMUEL EL LAMANITA, Hel 14:16-17
LEHI, 2Ne 2:25-26
JACOB, 2Ne 9:6-7
y AARON repiten el mismo principio: por la caída  de Adán todos mueren, pero la expiación de Cristo redime. Al 22:14

Así que el plan de Dios, desde el principio, es perfecto: LA CAÍDA nos da la oportunidad de venir al mundo para obtener un cuerpo y para ser pro­bados. Y LA REDENCIÓN DE CRISTO trae la resurrección de este cuerpo así como un cierto grado de gloria en el reino de Dios. Si la expiación de Cristo no hubiera tenido lugar, terminaríamos como espíritus sin cuerpo en algún lugar fuera del reino de Dios, sujetos al diablo (2Ne 9:8, 17-27), en un estado similar a los hijos de perdición.

Por eso nuestra deuda con Cristo es tan inmensa, porque él, como Re­dentor, se ofreció voluntariamente como un sacrificio expiatorio para que todos nosotros, sus hermanos y hermanas menores, podamos tener la oportunidad de volver a Dios. Por eso el rey Benjamín nos hace notar, al maravillarse de lo mucho que le debemos a nuestro Señor, que aún si le diéramos todas las gracias y alabanza que nuestra alma entera es capaz de poseer, y aún si le sirviéramos con toda nuestra alma. . . todavía seríamos »servidores inútiles.» (Mos 2:21)

LA REDENCIÓN

La redención es el convenio (Ex 24:8; Zac 9:11) que nuestro Padre Ce­lestial hizo con nosotros en el Gran Concilio en el mundo espiritual. Es el nuevo y sempiterno convenio, la plenitud del evangelio que fue instituida para que podamos entrar como dioses en la gloria de Dios. (DyC 132:4-6; 133:57)

Es el evangelio, las buenas nuevas de que Jesús vino al mundo para ser crucificado por el mundo y para salvar a todas las obras de sus manos, con la excepción de ¡os hijos de perdición. (DyC76:4(3-43)

De acuerdo con este convenio, Jesús vino en el meridiano de los tiempos para sacrificar su vida por nosotros. En el proceso, sufrió lo indecible. Pero su sufrimiento nos puede liberar de la muerte y de nuestros pecados.

I. CRISTO REDIMIÓ AL MUNDO

Nuestros libros sagrados están llenos de referencras al hecho de que Cris­to se sacrificó por nosotros.

CRISTO, EL SACRIFICIO SIN MANCHA, ES EL REDENTOR DEL MUNDO:

Cristo ha efectuado la redención del mundo DyC 138:2; ls 49:26; 2Ne 2:6
Sin él, no habría resurrección, y el aguijón de la muerte hubiera triunfado. Mos 16:6-8
El es quien dio su vida en rescate por muchos, Mt 20:28
el sacrificio sin mancha ofrecido para llevar los pecados del mundo. He 7:26-28
El murió por nosotros, reconciliándonos con Dios. Ro 5:6-19
Y ese plan de redención que trae la resurrección de los muertos fue establecido desde la fundación del mundo. Al 12:25

Por eso, Jehová puede decirle a Israel:

«Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.

Yo anuncié, y salvé, e hice oir… Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios..

Asi dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel. . .

Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.»  (Is 43:11-15)

Por cierto, Jehová, Cristo, nuestro hermano mayor, el Unigénito de Dios, es el único que nos puede llevar de nuevo a la presencia de nuestro Padre Celestial. Sin él, estaríamos perdidos y miserables para siempre.

II. EN DOLOR. CRISTO NOS REDIMIÓ

El salvarnos le costó a Jesús muchísimo dolor. De hecho, él sufrió más de lo que cualquiera de nosotros podemos sufrir aquí en la tierra.

CRISTO, SIENDO INOCENTE, SUFRIÓ TODO POR NOSOTROS:

Sufrió los dolores de todos los hombres. 2Ne 9:21; DyC 18:11
Fue despreciado y desechado, varón de dolores, experimentado en quebranto. Is 53:3
Sufrió tentaciones, dolor del cuerpo, hambre, sed y fatiga, más de lo que podemos sufrir sin morir. Mos 3:7
Y la sangre le brotó de cada poro, tan grande era su angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo. Mos 3:7
Nos redimió por medio de su sangre, Ef 1:7; Col. 1:14
por sus padecimientos y muerte, Mos 18:2
sin pecado y sin engaño, 1P 2:22
el justo por los injustos. 1P 3:18

En la presente dispensación, el Señor recordó su terrible dolor, diciendo:

Padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar. (DyC 19:18)

III.  EL SACRIFICIO DE CRISTO NOS REDIME DE LA MUERTE TEMPORAL Y DE LA MUERTE ESPIRITUAL

Las escrituras aclaran dos tipos de redención: una redención incondicio­nal que trae la resurrección así como la inmortalidad, y una redención condicional que trae la vida eterna. Así la redención de nuestro Señor Jesucristo nos trae:

LA INMORTALIDAD que viene con la resurrección de todos los que pasan por esta vida terrenal, elimina la muerte temporal y nos da el privile­gio de vivir para siempre jamás como seres resucitados, en algún lugar den­tro del reino de nuestro Padre Celestial. Esta inmortalidad es una dádiva incondicional, un don para todos, que nos viene por la muerte de nuestro hermano mayor, Cristo.

LA VIDA ETERNA, (el tipo de vida que vive nuestro Padre en el reino Celestial) tiene que ser ganada individualmente. La vida eterna es dada sola­mente a los que subyugan a la muerte espiritual, los que aceptan a Jesús, guardan todos los mandamientos de nuestro Padre, son limpios de los pecados del mundo, y aprenden a vivir la ley celestial. (Doctrina de Salvación, Tomo II, págs. 8-10)

Los profetas y misioneros del Libro de Mormón entienden esa distinción perfectamente, y a menudo se refieren a esos dos tipos de redención en el mismo pasaje.

LOS PROFETAS ENSENAN QUE HAY DOS TIPOS DE REDENCIÓN:

ALMA recalca la diferencia entre la resurrección de los muertos y la redención. Mos 1 8:2
SAMUEL EL LAMANITA aclara que Cristo redime a toda la humanidad de la primera muerte espiritual, por medio de la resurrección. Pero para evitar la segunda muerte espiritual, debemos arrepentimos. Hel 14:15-18
AMULEK explica que aún a los malvados se les romperán las ligaduras de la muerte, pero tendrán que comparecer delante de Dios para ser juzgados según sus obras. Al 11:41
Y MORONI verifica que, aún cuando la muerte de Cristo hace efectiva la resurrección, después viene el juicio. Morm 9:12-14

Así, la expiación de Cristo nos da la seguridad de que, después de esta muerte terrenal, resucitaremos, nuestro cuerpo juntándose de nuevo con nuestro espíritu para formar un ser eterno y físicamente perfecto. Pero el grado de gloria en la cual podamos morar, y cuan cerca podamos estar de Dios dependerá de nuestro arrepentimiento y del grado de perfección que hayamos obtenido en esta vida.

RESURRECCIÓN: LA REDENCIÓN DE LA MUERTE TEMPORAL POR EL SACRIFICIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Las escrituras prometen resurrección universal, es decir, la resurrección de todos los que han vivido en esta tierra, por medio del sacrificio expiato­rio de Cristo. Pero el orden de la resurrección anticipa el juicio final.

1. CRISTO CONQUISTA A LA MUERTE TEMPORAL

Los profetas del Antiguo Testamento saben que sería Jehová el que trae­ría la resurrección, Jehová que sería el Mesías, el ungido de Dios.

LOS PROFETAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO TESTIFICAN DE JEHOVA, EL QUE TRAE LA RESURRECCIÓN:

MOISÉS alaba a Jehová que hace morir y hace vivir. Dt 32:39
ISAÍAS, en un canto, declara que los muertos vivirán, los cadáveres resucitarán, y la tierra dará sus muertos, porque Jehová destruirá la muerte para siempre. Is 26:19; 25:8
OSEAS escribe las palabras de Jehová: «De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte; y seré tu destrucción, oh Seol. . .» Os 13:14

En el proceso de morir por nosotros, Cristo gana poder sobre todas las cosas, incluyendo la muerte.

CRISTO GANA PODER SOBRE LA MUERTE:

Con su muerte, Cristo sujeta todas las cosas a él. Fil 3:21
Logra la victoria sobre la tumba. En él es sorbido el aguijón de la muerte, Morm 7:5
el aguijón de la muerte que, siendo el pecado, 1Co 15:55
es consumido en Cristo, Mos 16:8
porque es imposible que él fuese retenido por ella. Hch 2:24

Y al ganar esa victoria, el Cristo Resucitado puede organizar su trabajo de redención para los muertos (1 P 3:18-20; 4:6), estableciendo un programa misionero entre ellos. (DyC 76:73; 138:57-59)

II. CRISTO REDIME A TODOS DE LA MUERTE TEMPORAL

Desde el principio de la tierra, el Señor ha enseñado, por medio de sus profetas, que su sacrificio expiatorio traería la resurrección de TODOS los seres humanos.

CRISTO, POR SU MUERTE, ASEGURA NUESTRA RESURRECCIÓN:

Dios el Señor declara que su obra y gloria es la de llevara cabo la inmortalidad del hombre. Moisés 1:39
Y Cristo murió para efectuar la resurrección de Hel 14:15
T0DO los seres humanos. Moisés 7:62
Así, en Adán todos mueren, pero en Cristo, TODOS serán vivificados. 1Co 15:22
Por eso el plan de salvación provee una época Al 40:4; DyC 29: 26-27
señalada en que TODOS se levantarán de los muertos, Morm 9:13-14
los justos como los injustos. Hch 24:15; Jn 5:28-29
La tierra dará sus muertos: sus cadáveres resucitarán; sus muertos vivirán. Is 26:19
Daniel explica que los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados. Dn 12:2
Adán, Job, y Jacob, el hermano de Nefi, Moisés 5:10
testifican que en nuestro cuerpo, veremos a Dios. Job 19:26; 2Ne 9:4
Aún el rey David tiene esperanza. Sal 16:9-10

TODOS LOS SERES HUMANOS resucitan. Esto incluye los hijos de perdición, los que, después de recibir de Dios (por medio del Espíritu Santo) un conocimiento completo de Cristo, lo niegan y se rebelan en contra de él. (DyC 76:43; Doctrina de Salvación, Tomo I, págs. 44-47) Pero después de su resurrección, esos hijos de perdición no serán incluidos dentro del rei­no de Dios. En lugar de eso, serán mandados al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. (DyC 29: 27-29, 2Ne 9:14-16)

Obviamente entonces, la dádiva de Cristo es gratuita y tanto los justos como los injustos la reciben. Pero no al mismo tiempo, porque las escritu­ras nos dicen que hay un orden de resurrección, un orden basado sobre la rectitud.

III. LA NATURALEZA DE LA RESURRECCIÓN

Jehová muestra al profeta Ezequiel cómo la resurrección se efectuaría: cada hueso se junta con su hueso; los tendones se juntan a ellos y la carne sube, la piel cubriéndolo todo. Y Ezequiel profetiza que el Señor abriría los sepulcros y nos haría subir de nuestras sepulturas. (Ez 37:1-14)

Las escrituras también nos enseñan en cuanto a la naturaleza de los seres resucitados.

CARACTERÍSTICAS DE LOS SERES RESUCITADOS:

Como el Cristo resucitado lo demuestra, los seres resucitados tienen carne y huesos, y pueden comer. Lc. 24:39-43
Seres resucitados son restaurados a su perfecta forma, sin perder un solo pelo de su cabeza, con un cuerpo inmortal, sus coyunturas restauradas a su propia forma, sus espíritus unidos a sus cuerpos para no ser separados nunca más, ya sin corrupción. Al 11:43-45
Habiendo resucitado en poder y gloria, son incorruptibles y espirituales. 1Co 15:42-44
Y en la resurrección, con nuestro espíritu y nuestro cuerpo inseparable y eternamente unidos,podemos recibir una plenitud de gozo. DyC 93:33

Así Cristo conquistó la muerte temporal. Por eso todos resucitaremos. Y como seres resucitados podremos obtener una plenitud de gozo.

IV. EL ORDEN DE LA RESURRECCIÓN

Aunque todos resucitaremos, tanto los justos como los injustos, no todos resucitaremos al mismo tiempo. De hecho, las escrituras nos dicen que hay un orden de resurrección.

EL ORDEN DE LA RESURRECCIÓN INDICA UN JUICIO:

Hay un orden de resurrección y Cristo es la primicia. 2Ne 2:8
Después de él vienen los que son de Cristo, 1Co 15:23
los que murieron en Cristo. 1Ts 4:16
Por eso los santos salen de sus sepulcros y los profetas del Antiguo Testamento están con Cristo en su resurrección. Hel 14:25; Mt 27: 52-53 3Ne 23:9 DyC 133:55

Las escrituras indican que cuatro distintas resurrecciones tomarán lugar durante el Milenio:

CUATRO RESURRECCIONES:

1. La mañana de la primera resurrección para los que mueren en Cristo. DyC 29:13 Ap 20:3-7
2. La tarde de la primera resurrección para los hombres honorables de la tierra, los que en el mundo, no vivieron o no conocieron completamente el evangelio y pasaron tiempo en la prisión espiritual donde fueron enseñados. DyC 88:99; 76: 71-80
3. La segunda resurrección, para los injustos, para los que se hallan bajo condenación. DyC 88:100
4. Y al final de esta segunda resurrección, los que “permanecerán sucios aún,” los hijos de perdición. DyC 88:102

Por implicación, podemos concluir que antes de cada resurrección, un juicio sumario toma lugar. Y eso indica ¡a relación estrecha que existe entre la redención temporal (la resurrección) y la redención espiritual (la. exaltación). Todos resucitamos a causa de la redención temporal, pero el tiempo así como la gloria dentro de la cual resucitamos depende del grado de perfección que ganamos aquí en la tierra.

Y eso indica la diferencia básica entre la redención de la muerte temporal y la redención de la muerte espiritual. La RESURRECCIÓN es gratuita, totalmente pagada por el sacrificio de nuestro Señor. Pero la REDENCIÓN DE NUESTRO ESPÍRITU depende (1) del sacrificio que Cristo hizo por nosotros, y (2) de la habilidad que hemos ganado de arrepentimos, de lmipiarnos de nuestros pecados, y de aprender cómo vivir de acuerdo a las leyes que rigen el reino celestial.

VIDA ETERNA: LA REDENCIÓN DE LA MUERTE ESPIRITUAL POR EL SACRIFICIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Hasta ahora en este capitulo, hemos visto que la caída requiere una re­dención: un sacrificio que nos redime de la muerte temporal así como de la muerte espiritual. Cristo, nuestro hermano mayor, al sufrir en el jardín de Getsemaní y al morir en la cruz obró un sacrificio infinito que no solamen­te nos asegura un cuerpo resucitado, sino que nos da una oportunidad de volver a Dios. . . si es que nos arrepentimos de los pecados que cometemos aquí en la tierra.

I. CRISTO MURIÓ PARA REDIMIRNOS DE NUESTROS PECADOS

Muchas escrituras nos dicen que Cristo ha sufrido y muerto con el propó­sito de redimirnos de nuestros pecados. Más específicamente, la redención que obró en el jardín del Getsemaní y en la cruz, nos trae el perdón de nues­tros pecados, nuestra purificación, y nuestra salvación:

EL PERDÓN DE NUESTROS PECADOS:

Jesucristo ha sido crucificado por los pecados del mundo, los pecados de su pueblo. 3Ne 11:14 DyC 35:2; Mt 1:21
Con sus padecimientos y muerte, carga, expía y quita nuestros pecados, Is 53:6; DyC 29:1 He 2:17; Al 22:14 DyC 29:1;Jn 1:29 1 Jn 3:5; AI 34:8
los pecados del mundo. 1Ne 10:10; 2Ne 31:4
Por su sangre nos redime y nos da perdón. Ef 1:7; Mt 26:28
Sufre el dolor de todos los hombres para que no padezcamos si nos arrepentimos. Mos 3:16 DyC 18:11;19:16
NUESTRA PURIFICACIÓN:  
Nos redime y purifica de toda iniquidad. Col 1:14; Tit 2:14
Con su sangre nos limpia, lava, justifica y  redime de nuestros pecados. 1 Jn 1:7; Moro 10:33 Ap 1:5; Ro 5:9
Con su sangre limpia, purifica y emblanquece nuestros vestidos. Morm 9:6; Al 5:27 1Ne 12:11 ; Et 13:10
NUESTRA SALVACIÓN:  
Dios envía a su Hijo para que el mundo sea salvo, para que él sea nuestro salvador. Jn 3:17; 6:37-40; 51 1TJ 4:10
Cristo, salva a los pecadores, a los que se habían perdido. 1Ti 1:15; Mt 18:11
Como un buen pastor, da su vida por sus ovejas. Jn 10:15
Sin su expiación, pereceríamos por nuestros pecados e iniquidades. Mos 13:28
Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otra manera u otro nombre dado bajo el cielo a los hombres para ser salvos. Hel 5:9 Hch 4:12; DyC 18:23

Así los profetas de Dios, a través de los tiempos, han reconocido a Cristo como el autor de nuestra salvación. Y repiten muchas veces que sin su sacri­ficio infinito no hubiera habido manera de volver al reino y gloria de Dios. Porque Dios el Padre, en toda justicia, no puede perdonarnos sin violar su ley, la ley que él mismo ha establecido. Solamente porque Cristo se ofreció como sacrificio expiatorio para todos nosotros, nuestro Padre Celestial pue­de establecer su plan de misericordia, satisfaciendo la justicia sin violarla. (2Ne 2:6-10;Mos 15:9; Al 42:15)

Pero para tener el poder de redimirnos, Cristo tenía que ser un sacrificio sin mancha, un sacrificio perfecto Porque si no hubiera sido perfecto, su sacrificio no hubiera sido aceptable. Por eso,

PORQUE CRISTO FUE PERFECTO, LE FUE DADO EL PODER PARA SALVAR:

Jesús fue un cordero sin mancha y sin contaminación, un cordero con sangre preciosa: 1P1:19
el que fue inmolado por los pecados del mundo, 1 Ne 11:33
el  rescate, el sacrificio por el pecado, 1 Ti 2:6; 2Ne 2:7
propiciacíón por nuestros pecados; 1Jn 2:2; 4:10
el que llevó nuestros pecados en su cuerpo, por cuya herida fuimos sanados, 1P 2:24
el que obró una expiación infinita y perfecta; 2Ne 9:7; DyC 76:69
el que tiene poder para interceder por los hijos de los hombres, Mos 15:8;DyC 45:3
para reconciliar, para abogar, Ef 2:16; DyC 38:4
para mediar un mejor pacto y establecer mejores promesas; He 8:6
el que es poderoso para salvar, 2Ne 31:19;Moro 8:20
el que redime nuestras almas del infierno, 2Ne 2:7
el autor de eterna salvación. He 5:9

Así nuestro Señor es nuestro redentor, el que por medio de su sacrificio expiatorio, nos puede perdonar, purificar, y salvar. Y ahora él es nuestro abogado con el Padre (DyC 110:4; 45:3), el que intercede por nosotros. (2Ne 2:9) Pero porque la exaltación es, por definición, condicional, Cristo tomará sobre sí solamente las transgresiones de los que creen en él. (Al 11: 40-41) y ios que no se arrepientan tendrán que padecer como Cristo pade­ció, para pagar por sus propios pecados. (DyC 19:1 6-17)

II. LA REDENCIÓN DE NUESTROS PECADOS REQUIERE NUESTRO ARREPENTIMIENTO:

El plan de redención fue, desde el principio, establecido como un conve­nio, un contrato entre dos participantes: el nuevo y sempiterno convenio del evangelio. Ese convenio del evangelio, nos promete exaltación en la gloria celestial a condición de que nos arrepintamos de nuestros pecados y que vivamos de tal manera que podamos merecer ser limpiados de nuestros pecados y declarados puros ante Dios.

Las escrituras dicen que Dios purifica a un pueblo «celoso de buenas obras.» (Tit 2:14)

POR ESO, LOS QUE SERÁN EXALTADOS SON:

los que ejercitan su fe para arrepentirse, Al 34:16
en este estado probatorio; Al 42:1 3
los que son «bautizados para arrepentimiento,» por medio de fe en el nombre de Cristo, Al 9:27
los que quieren creer en el nombre de Cristo, Al 22:13
y lo reciben; 3Ne 9:17;DyC 49:5
los que tienen fe en Jesús y en su sangre; Ro 3:24-25
los que escogen la libertad y la vida eterna. 2Ne 2:27
Todos los que queramos podemos ser redimidos, queramos serlo. Moisés 5:9
El sacrificio requerido es un corazón quebrantado y un espíritu contrito, ser bautizado con fuego y con el Espíritu Santo, 2Ne 2:7; 3Ne 9:17-20
ser declarado inocente ante nuestro Señor, Morm 7:7
y santificado de toda injusticia, a fin de estar preparado para la gloria celestial. DyC 88:18

Según las palabras del Presidente Joseph F. Smith, los justos que alcan­zaron salvación hicieron sacrificios muy especiales:

Y se hallaba reunida en un lugar una compañía innumerable de los espíritus de los justos que habían sido fieles en el testimonio de Jesús mientras vivieron en la carne.

Y quienes habían ofrecido un sacrificio a semejanza del gran sacrificio del Hijo de Dios, y habían padecido tribulaciones en el nombre de su Redentor.

Todos estos habían partido de la vida terrenal, firmes en la esperanza de una gloriosa resurrección mediante la gracia de Dios el Padre y de su Hijo Unigénito, Jesucristo. (DyC 138:12-14)

Y todo eso solamente puede ser cumplido con temor y temblarante Dios, porque nadie que se rebela y muere en sus pecados puede tomar parte en la primera resurrección de los elegidos. (Mos 15:26)

Así el plan de salvación nos provee una completa oportunidad de volver a Dios en gloria, para vivir con El, para siempre jamás. Y eso fue porque Dios mandó a su Hijo Unigénito que viniera a éste mundo para morir por noso­tros. Y él obedeció. Pero a causa de que al venir a este mundo la carne es débil y aceptamos el pecado, es nuestra responsabilidad arrepentimos y tratar de vivir según el modelo demostrado por Cristo durante su vida aquí.

Ahora la responsabilidad es nuestra. Pero somos humanos, el pecado nos rodea, y se nos hace difícil entender la voluntad de Dios. Por eso, nuestro Señor nos aconseja que ganemos (como Cristo, DyC93:12-13) gracia sobre gracia hasta recibir el grado de gloria que merecemos.

RESUMEN

Hemos visto que el plan de salvación desde el principio, anticipando la caída, incluyó la necesidad de una redención. Por eso en el Gran Concilio, Dios llamó al Mesías que vendría en el meridiano de los tiempos para redi­mir al mundo. Y el plan de redención fue establecido, Adán proveyendo la caída y Jesús proveyendo el sacrificio expiatorio.

LA CAÍDA TRAE:

  1. la muerte temporal; y
  2. la muerte espiritual.

Esas dos muertes son indispensables al plan de salvación ya que traen aislamiento de Dios, un aislamiento necesario para que seamos propiamente probados. Pero finalmente, esas dos muertes deben ser eliminadas para lo­grar los propósitos de Dios. Por eso nuestro Señor dice que su obra y gloria es llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna del hombre.

Cuando vino a la tierra, Cristo vino no solamente para ganar un cuerpo y ser probado, sino también para sacrificar su vida para conquistar la muerte temporal y la muerte espiritual. Después de sufrir lo indecible, Cristo reco­bra todo poder:

Poder sobre la muerte temporal: poder que le permite resucitarse a sí mismo, resucitar a los justos que murieron antes que él, y en su debido tiempo, resucitar a TODOS los seres humanos que pasaron por la probación terrenal.

Poder sobre ¡a muerte espiritual: poder que le permite ofrecer la exalta­ción a todos los que ejercitan la fe para arrepentirse de sus pecados, todos los que creen en el Señor y viven de una manera que lo complace, todos los que ofrecen como sacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito, todos los que se santifican y limpian de toda injusticia.

Así el plan de redención fue establecido en el gran concilio en la vida pre-mortal. Ahí el Hijo Unigénito de Dios fue elegido para ser el salvador del mundo, el que vendría en el meridiano de los tiempos para salvar incon­dicional mente a todos los seres humanos de la muerte temporal, y para salvar condicionalmente de la muerte espiritual a todos los que siguen a Cristo y guardan sus mandamientos.