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Las parábolas
Una de las pocas ocasiones en que el Señor respondió una pregunta en forma directa está relatada de la siguiente manera:
“Entonces, acercándose los discípulos. le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
“El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos: mas a ellos no les es dado.
“Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quilado.
“Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven. y oyendo no oyen, ni entienden.
“De manera que se cumple en eltos la profecía de Isaías. que dijo: ‘De oído oiréis, y no entenderéis: y viendo veréis. y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado. y con los oídos oyen pesadamente. y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.’
“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven: y vuestros oídos, porque oyen.
“Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oir lo que oís. y no lo oyeron.” (Mateo 13:10-17.)
Representación de una situación real
En los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, se encuentran registradas treinta y seis parábolas usadas por el Señor. Con un poco de imaginación, todos los que somos maestros podemos valemos de la misma técnica. Se trata simplemente de desarrollar, de crear o inventar una situación que sirva para representar un hecho real. Por alguna razón que desconozco, se le usa muy poco, lo cual es lamentable. pues constituye una forma fácil de hacer entender algo que de otra manera resultará muy difícil. Cuando digo una forma fácil, es en sentido figurado. El crear una parábola requiere esfuerzo e imaginación, pero los resultados que se obtienen hacen que tal esfuerzo bien valga la pena.
El Salvador se basó en las experiencias de quienes le escuchaban al instarles a considerar (meditar sobre u observar) las lilas del campo (Mateo 6:28; Lucas 12:27) y los cuervos (Lucas 12:24), o a contemplar las aves del cielo (Mateo 6:26). Entonces pasó a comparar el interés del Señor en cuanto a estas cosas con el interés que siente por Sus hijos (aplicación). Las. parábolas o las ilustraciones bien pueden introducirse usando expresiones tales como «consideren» o «miren» así como “supongan» o “imaginen».
El maestro debe ser poseedor de una buena imaginación. Una vez que logre desarrollarla, dispondrá de ilustraciones constantes al alcance de la mano.
No fueron pocas las veces que el Señor concluyó sus parábolas con una pregunta, la cual servía para estimular en los que le escuchaban el interés de meditar en cuanto al significado que El intentaba darles a Sus parábolas.
Las parábolas y los relatos del Señor tienen enorme significado. pero el maestro que se refiere a ellas o el alumno que las escucha debe estar dispuesto a emplear el gran poder de la mente humana y tratar de entender la semejanza y no el aspecto literal. Por ejemplo. el Señor dijo: «El reino de los cielos es semejante a una red.» Si uno se empeña en ser absolutamente literal, comprenderá que el reino de los cielos no se parece a una red. Una red, como dijo en una ocasión uno de mis alumnos, es apenas unos cuantos agujeros entrelazados con un cordel. Si uno se ajusta demasiado a lo literal, de seguro que no encontrará mucha semejanza entre una red y el reino de los cielos. Sin embargo, no es la red lo que debe resaltar en esta ilustración, ya que es tan sólo un elemento de juicio, una referencia; apenas un punto de partida.
Para todas las edades
Un alumno puede extraer de las enseñanzas del Señor un caudal que estará en proporción a lo que él contribuya de sí mismo. Esa es la razón por la cual cualquiera de las grandes ilustraciones que El empleó puede resultar útil para inculcar en la tierna mente de los niños principios que ellos llegarán a entender más adelante en una medida mayor. Es interesente notar que esa misma parábola o ese mismo relato puede emplearse con igual grado de eficacia en una lección de Doctrina del Evangelio de la Escuela Dominical o en una clase de un grupo de sumos sacerdotes en el sacerdocio. En cualquier caso se pueden extraer importantes lecciones, instrucciones y significado al asociar esas ilustraciones con otras cosas que han aprendido a lo largo de la vida.
Realmente no hay una edad ideal en la que todas o una de las ilustraciones en particular pueda ser usada, sino que son aplicables a todas las edades. Jamás pierden actualidad. Fueron útiles en Palestina en el meridiano de los tiempos; surtieron gran efecto en la edad media; fueron necesarias en el siglo pasado, nos resultan vitales en la actualidad, y estamos seguros de que serán importantes en el próximo siglo, ya sea que nos encontremos de éste o del otro lado del velo.
El Libro de Mormón cuenta con innumerables ejemplos del uso de simbolismos. Uno en particular es el sueño de Lehi en cuanto al árbol de la vida (1 Nefi 8) y la visión que Nefi tuvo sobre el mismo incidente (1 Nefi 11 y 12).
Otro buen ejemplo de los simbolismos que encontramos en el Libro de Mormón es la comparación que se hace de la casa de Israel con el olivo, según se le emplea en forma extensa en los capítulos 5 y 6 de Jacob. Las siguientes citas indican cómo la explicación del simbolismo recalca en el alumno el concepto que debe aprender.
“He aquí, os digo que la casa de Israel fue comparada a un olivo por el Espíritu del Señor que estaba en nuestros padres; y he aquí, ¿no hemos sido desgajados de la casa de Israel? ¿No somos nosotros una rama de la casa de Israel?
“Ahora, lo que nuestro padre quiere decir concerniente al injerto de las ramas naturales, por medio de la plenitud de los gentiles, es que en los días postreros, cuando nuestros descendientes hayan degenerado en la incredulidad, sí, por el espacio de muchos años, y muchas generaciones después que el Mesías sea manifestado en la carne a los hijos de los hombres, entonces la plenitud del evangelio del Mesías vendrá a los gentiles; y de Ios gentiles vendrá al resto de nuestra posteridad.
“Y en aquel día el resto de los de nuestra posteridad sabrán que son de la casa de Israel, y que son el pueblo del convenio del Señor; y entonces sabrán y llegarán al conocimiento de sus antepasados, y también al conocimiento del evangelio de su Redentor, que él ministró a sus padres. Por tanto, llegarán al conocimiento de su Redentor y la verdad pura de su doctrina, para que sepan cómo venir a él y ser salvos.
“Y entonces, ¿no se regocijarán en aquel día, y alabarán a su eterno Dios, su roca y su salvación? Sí, ¿no recibirán en aquel día la fuerza y nutrición de la verdadera vid? Sí, ¿no vendrán al verdadero rebaño de Dios? (1 Nefi 15:12-15.)
“Así pues, amados hermanos míos, allegaos al Señor, el Santo. Recordad que sus sendas son justas. He aquí, la vía para el hombre es angosta, mas se halla en Iínea recta ante él; y el guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; porque él no puede ser engañado, pues su nombre es el Señor Dios.” (2 Nefi 9:41.)
Los maestros que emplean las parábolas y las comparaciones a fin de que sus alumnos puedan entender saben que imparten mucho más significado. Los principios del evangelio cobrarán vida si se les relaciona con las experiencias que a diario viven quienes escuchan.
























