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La poesía en la enseñanza
Por los detalles e ideas que se pueden cristalizar en una o dos estrofas, la poesía ocupa un lugar importante en la enseñanza, particularmente cuando se trata de impartir valores morales y espirituales. La destreza del poeta para conmovernos espiritual y emocionalmente constituye un componente sumamente importante en la educación.
La poesía es importante debido a las imágenes que emplea, ya que éstas no sólo transmiten hechos sino también sentimientos.
Me gusta mucho leer poesía y a menudo me valgo de ella en mis discursos y en mis clases. Los poetas gozan de una gran capacidad para ver el aspecto interior de las cosas y así como a todos nos gustan las historias, también la mayoría de las personas disfrutan de la poesía. Generalmente no se emplea la totalidad de un poema, sino apenas una estrofa o dos para ilustrar un concepto o para recalcarlo. Un poema en una lección es como un toque de color que sirve para iluminar un paisaje.
En nuestra familia tenemos un par de estrofas de rima que han sido muy importantes y que provienen de la generación anterior. Mi suegra, ya fallecida, abría la puerta de los dormitorios cuando mi esposa era apenas una niña y recitaba cada mañana las siguientes palabras:
El alba de un nuevo día se apresta a romper; ¿Permitarás que éste se marche, echado a perder?
– Thomas Carlyle
Uno de nuestros poemas predilectos que mi esposa ha usado por años en la Primaria se entitula «Niños de arcilla».
Pequeños niños de arcilla
moldeados con yeso eterno,
danos, oh Padre, buen juicio
en la forma que les demos.
¡Dioses aún en potencia!
La ayuda del padre implorad;
pues tal como hoy os formemos
así seréis por la eternidad.
– Autor desconocido
Puesto que estamos escribiendo sobre la enseñanza, este capítulo presenta algunos poemas sobre ese tema. No sería mala idea que cada uno fuera creando su propio archivo. Yo generalmente los clasifico de dos maneras: Bajo el tema del poema y en un archivo simplemente titulado «Poesías». De los himnos de la Iglesia podemos extraer una maravillosa fuente de mensajes poderosos en forma de verso. La letra de algunos de nuestros himnos es estremecedora, algunas de ellas con mucha más fuerza como poesía que en forma cantada.
Un buen ejemplo de un poema que se puede emplear para enseñar un aspecto importante es «Los ciegos y el elefante» de John Godfrey Saxe. A menudo se le usa en clases de seminarios para ilustrar cómo la gente de otras iglesias pueden ser muy sinceras en sus creencias y al mismo tiempo estar tan equivocadas cuando se les compara a la Iglesia verdadera. Hace hincapié en la declaración del profeta José Smith de que el Libro de Mormón contiene la plenitud del evangelio y no únicamente el evangelio en sí. El poema, aunque quizás no sea una obra maestra de la literatura, es de igual modo útil para ayudar al maestro a inculcar ese punto tan importante a alumnos de todas las edades.
Los ciegos y el elefante
Seis hombres del oriente, sabios, estudiosos, a «ver» el elefante acudieron ansiosos, aun siendo todos ciegos, pues eran muy curiosos.
El primero de ellos
Cayó, dándose duro
contra el macizo lado,
Y dijo a todos: «¡Juro,
que este tal elefante,
no es otra cosa que un muro!
El segundo, el colmillo asió y,
con gran ansia, examinó su
forma gritando con confianza:
«¡Pero, este elefante
es semejante a una lanza!»
Al llegar el tercero,
la gruesa trompa siente,
ondulante y tosca,
y exclama complaciente:
«¡Claro es que el elefante
se parece a una serpiente!»
Cuando llegó el cuarto,
deseoso de hablar pronto,
tocó la gruesa pata
y dijo, algo ronco:
«¡Es obvio que el elefante,
es bien parecido a un tronco!»
El quinto, la oreja palpó y serio dijo:
«aun entre los ciegos es claro lo que digo.
Este animal es sólo un enorme abanico,»
Apenas llegó el sexto, sintió la moción
lerda de la cola inquieta y
exclamó sin reserva: «¡Veo que el
elefante es tan sólo una cuerda!»
Los siguientes poemas tratan sobre
alumnos o maestros o sobre la enseñanza,
y sirven apenas para ilustrar el tipo
de estrofas que pueden resultar
útiles en la preparación de una lección.
Edificar un templo
Un arquitecto un templo diseñó
de intensa majestuosidad,
con alta columna, arco sutil
forjados a su voluntad.
Dijeron los hombres al su obra ver:
«Jamás derrumbado será.
tu destreza ha sido tal
que tu fama no perecerá.»
Una maestra un templo creó
forjado con gran devoción;
columnas altas moldeadas con fe,
paciencia y mucha oración.
Su gran esfuerzo siguió sin cesar,
mas nadie lo alabó;
pues era suyo el templo aquel
que ningún hombre notó.
El templo que el arquitecto diseñó
cayó en las ruinas al fin.
Arco y columna tendidos están,
manojos de polvo y hollín.
Pero aquel templo que ella creó
por siempre jamás vivirá,
porque el templo que nadie alabó
es de un niño el alma inmortal.
– Hattie Vose Hall
The Instructor, julio de 1946
Tributo a una maestra de la Escuela Dominical
Tal vez me brindó más que ideas, quizás su sonrisa me guió, tal vez fue su fe tan sincera, que del evangelio me habló.
Tal vez fue susurro a mi alma su noble y genuina humildad, quizás su voz tierna me hablaba de amor por la humanidad.
Tal vez la verdad que enseñaba fue guía de mi corazón. ¿O fueron quizás sus acciones de todas mi mayor inspiración?
No sé con mayor certeza qué hubo en las clases que dio, que sigue presente en mi vida aun cuando el tiempo pasó.
Sí sé que por ella hoy siento que mi testimonio de ayer, pequeño cual fue, ha crecido hasta henchir todo mi ser.
-Mabel Jones Gabbott
A aquellos que enseñan a los niños
Se os llama a ser pastores que a
tiernos corderos vigilan,
conduciéndolos a los vergeles
más preciados que el oro de estima.
A vosotros confiamos los niños,
el tesoro más noble del cielo.
Derramad vuestro amor sobre ellos,
enseñándoles el evangelio.
¿Pedís siempre la ayuda del
Padre cuando vais a enseñar a
los niños? ¿Tiene fuerza y vigor el
mensaje? ¿Es constante el
esfuerzo genuino?
¿Don vuestra vida y carácter dignos.
que de ejemplo puedan servirles,
de manera que siempre «Siguidme» con
confianza podáis decirles?
Al esfuerzo le sigue el premio,
recompensa de todo obrar bien. Dad
a Dios vuestras gracias y honra,
siendo fiel en el cargo que os den.
– Jayne Bradford Terry
-The Instructor, noviembre de 1956
El maestro
Es maravilloso que el hombre construya
con genio y materia un puente ideal,
que una el abismo de la catarataal correr su curso a paso mortal.
Es maravilloso que el hombre escriba
pinte en telas el cielo celeste,
y ofrezca al mundo sus obras de arte
las cuales perduran sin conocer muerte.
Más maravilloso es forjar a los seres
que habitan ciudades y puentes construyen,
que estampan con plumas y diestros pinceles.
Y aún más grandioso es moldear su alma,
cumpliendo el deber del fiel instructor
que anima y nutre el justo deseo
del adolescente en su intenso vigor.
y al lograr victoria tras ardua tarea,
tras gran sacrificio, desvelo y lucha,
qué maravilloso será el irrumpir de
todo maestro que en verdad diga:
¡Yo les enseñé cómo deben vivir?»
-Autor desconocido
Un profesor hoy en quieto descanso, tal como Platón en tiempos antiguos, habló como yo no le había oído y en pocas palabras esto es lo que dijo:
Supongamos que la sabiduría
no es para el deleite sólo de una mente,
sino es tesoro valioso y seguro
para enriquecer a loda la gente.
Tal como la antorcha y lumbre carecen
de todo sentido se su luz no dan, Las
tesis y tomos ningún valor tienen a
menos que prueben su utilidad.
Con celo labramos a los estudiosos,
buscando otra perla para el caudal;
pero es preciso que quienes
aprenden descubran el uso de tanto ideal.
Y muy cierto es que todo
estudio sujeto está a uso
cotidiano, ya que la virtud,
verdad y belleza derivan su
gloria del vivir diario.
-Autor desconocido
Nota del traductor: Los poemas que aparecen en este capítulo son traducción libre del inglés para los únicos efectos de esta obra.
























