La Gran Apostasía

La Gran Apostasía
por James E. Talmage

Capítulo 9

Las Causas Internas – Continuación


  1. Entre las causas controlantes que se dirigieron a la apostaría general de la iglesia, hemos especificado como la tercera en la serie: CAMBIOS DESAUTORIZADOS EN LA ORGANIZACION DEL GOBIERNO DE LA IGLESIA.
  2. Una comparación entre el plan de organización sobre el cual se fundó la iglesia Primitiva y el sistema eclesiástico que tomó su lugar, proveerá evidencia valiosa en cuanto a la condición verdadera o apóstata de la iglesia moderna. La Iglesia Primitiva fue oficializada por apóstoles, pastores, sumos, sacerdotes., setentas, élderes (ancianos), obispos, sacerdotes: (presbíteros), maestros y diáconos. (Véase Lucas 6;13; Marcos 3:14; Efes. 4:11; Heb. 5:1-5; Lucas 10:1-11; Hech. 14:23, 15:6; 1 Pedro 5:1; 1 Tim. 3:1; Tito 1:7; Apoc. 1:6; Hech. 13:1) No tenemos evidencia alguna de que el consejo presidente de la iglesia, compuesto de los doce apóstoles, fue continuado más allá del ministerio general de aquellas que habían sido ordenados a ese santo llamamiento durante la vida de Cristo o luego de su ascensión. Ni hay registro de ordenación alguna de individuos al apostolado, irrespectivo de miembros en el consejo de los doce, además de aquellos cuyo llamamiento y ministerio están historia dos, en el Nuevo Testamento, el cual, como un registro histórico termina con el primer siglo.
  3. La historia eclesiástica, además de las Santas Escrituras, nos informa, sin embargo, que dondequiera que se organizaba una rama o una iglesia, un obispo o un élder (anciano – presbítero) fue puesto en cargo. No hay duda de que mientras vivían los apóstoles, ellos fueron reconocidos y respetados como las autoridades presidentes de la iglesia. A medida que establecían ramas o iglesias, ellos seleccionaban a los obispos y proponían sus nominaciones al voto de los miembros. Como ya se dijo, el principio de auto – gobierno o el acuerdo común, fue respetado en los días apostólicos con un cuidado que se aumentaba a un deber sagrado; leemos que los obispos fueron ayudados en su administración local por los presbíteros y diáconos.
  4. Después de que se habían ido los apóstoles, los obispos y otros ofíciales fueron nominados por o a la instancia de las autoridades existentes. Los asuntos de cada iglesia o rama, fueron conducidos y regulados por los oficiales locales, a fin de que existiese una igualdad entre las varias iglesias, ninguna ejerciendo o reclamando supremacía, excepto en cuanto a la deferencia voluntariamente pagada a esas iglesias que habían sido organizadas mediante el ministerio personal de los apóstoles. A través de la primera y la mayor parte del segundo siglo, las iglesias Cristianas estaban independientes una de otra, ni estaban unidas por una asociación, una confederación u otras ligaduras, sino lasa de caridad. Cada asamblea Cristiana era una estado pequeño, gobernada por sus propias leyes, las cuales fueron impuestas, o por lo menos a probadas, por la sociedad». (Mosheim, op. Cit. Siglo II, Parte II, Cap. 2:2)
  5. Como con las iglesias, así también con sus obispos, . había una igualdad reconocida entre ellos. Tarde en el segundo y a través del tercer siglo, distinciones marcadas y el reconocimiento del rango surgió entre los obispos, los de las ciudades grandes y ricas asumiendo autoridad y dignidad, más de la que ellos otorgaban a los obispos de las provincias del campo. Los obispos de las ciudades o provincias más grandes, tomaron para sí el titulo distinguidor de «metropolitanos» y tomaron un poder de presidencia sobre los obispos de una jurisdicción más limitada.
  6. El segundo siglo fue marcado por la costumbre de tener sínodos o consejos de la iglesia; la práctica se originó entre las iglesias en Grecia. De ahí, se hizo general. Estos consejos crecieron rápidamente en podar, hasta que en el tercer siglo los encontramos legislando para las iglesias y dirigiendo por edictos y mandatos en los asuntos que anteriormente habían sido dejados al voto de la plebe. Superfluo decir que con tales suposiciones de autoridad vinieron la arrogancia y la tiranía al gobierno de la iglesia. A medida que se cambiaba la forma de dicho gobierno, muchas órdenes menores del clero u oficiales eclesiásticos surgieron, así que en la tercera centuria leemos de subdiáconos, acólitos, ostiales (ostiarios), lectores, exorcistas y copiantes. Como ejemplo del orgullo del oficio, es digno hacer notar de que a un subdiácono le era prohibido sentarse en la presencia de un diácono sin el consentimiento expreso de éste.
  7. Roma, por tanto tiempo la «soberana del mundo, en los asuntos seculares, se arrogaba una preeminencia en los asuntos de la iglesia y el obispo de Roma la declaró supremacía. Es indudablemente verdad que la iglesia de Roma fue organizada por Pedro y Pablo. La tradición fundada en el error decía que el apóstol Pedro fue el primer obispo de Roma y aquellos que sucesivamente fueron reconocidos como obispos de la metrópoli profesaron ser, en verdad, los sucesores lineales del apóstol presidente. Esta pretensión, sin embargo falsa, se hace hoy en día por la iglesia Católica, de que el Papa actual es el último sucesor lineal, no solamente al obispado, sino también al apostolado.
  8. La supremacía legitima de los obispos de Roma, o los pontífices Romanos como llegaron a ser conocidos, fue cuestionada tempranamente y cuando Constantino fundó Bizancio o Constantinopla, la capital del imperio, el obispo de ésta declaró la igualdad. La disputa dividió a la iglesia y por quinientos años la distinción fue aumentando hasta que en el noveno siglo (855 D.C.) terminó en una gran separación, a consecuencia de la cual el obispo de Constantinopla, distintivamente conocido como el patriarca, se retractó de toda lealtad al obispo de Roma, de otra manera conocido cono el pontífice Romano. Esta separación se marca hoy por la distinción entre Católicos Romanos y los Católicos Griegos.
  9. La elección del pontífice u obispo de Roma, por mucho tiempo fue dejada al voto de la plebe y el clero; luego, la función electoral se redujo solamente al clero; y en el siglo once el poder reposó sobre el colegio de los Cardenales, donde permanece investido hasta hoy. Los pontífices Romanos se esforzaban con celo incesante por adquirir autoridad, tanto temporal como espiritual y su influencia habla llegado a ser tan grande que en la décima primera centuria, los encontramos profesando el derecho de gobernar a los príncipes, reyes y emperadores en los asuntos de las varias naciones. Fue en éste, el periodo temprano de su mayor poder temporal, que los pontífices tomaron el titulo de PAPA palabra con significado literal de papá o padre: y aplicada en el sentido de ser pariente universal. El poder de los Papas se aumentó durante el siglo doce y se puede decir que alcanzó su altura en el siglo trece.
  10. No contentos con la supremacía asumida en todos los asuntos de la iglesia, los Papas «llevaron sus pretensiones: insolentes tan lejos como para creerse señores del universo, árbitros del hado, de los reinos y de los imperios, y los gobernantes supremos sobre los reyes y príncipes de la tierra. (Mosheim, ob. Citada siglo XI, parte II cap.) Ellos reclamaban el derecho de autorizar y dirigir en los asuntos internos de las naciones y de hacer licita la rebelión de los súbditos contra sus gobernantes, si estos dejaren de mantener favor con el poder papal.
  11. Comparad a esta iglesia arrogante y tiránica del mundo con la iglesia de Cristo. A Pilato nuestro Señor declaró: “Mi reino no es de este mundo» (Juan 18:36) y en una ocasión anterior, cuando la gente le hubo proclamado rey con dominio terrenal, (Juan 6:15) El se apartó de ellos. Más, la iglesia que se jacta de su origen divino como fundada por el Cristo, quien no sería un rey, se levanta sobre todo rey y gobernante y se proclama el poder, supremo en los asuntos de las naciones.
  12. En el cuarto siglo, la iglesia había promulgado lo que desde entonces ha sido designado como una infamia, es decir, que “los errores en la religión cuando se mantenían y se les adhería después de la admonición apropiada, eran castigados con penas civiles y con torturas reales”. (Mosheim, Ob. Citada, IV parte II, Cap. 3:16) El efecto de este mando injusto parecía ser más y más con el paso del tiempo, hasta que en el siglo once encontramos a la iglesia imponiendo el castigo de multa, encarcelamiento, tortura corporal y aún la muerte, como penas por el rompimiento de los reglamentos de la iglesia, y más infamoso aún proveyendo por la mitigación o anulación de tales sentencias condicionadas al pago de dinero. Esto resultó ofensivo en la práctica al vender INDULGENCIAS o perdones, costumbre que después fue llevada al extremo terrible de promulgarla antes de la comisión de la ofensa específica así, literalmente, ofreciendo por venta licenciosa para pecar, con la seguridad de la inmunidad temporal y la promesa de la espiritual. [41]
  13. La concesión de indulgencias como exenciones de las penas temporales, al principio, fue confinada a los obispos y a sus agentes; la práctica data como un tráfico organizado desde mediados del siglo doce.
    Quedaba a los Papa, sin embargo, que fuesen al extremo blasfemoso de asumir la remisión de las penas en lo futuro en pago de las sumas prescritas. Su justificación, pretendida de la suposición impía era tan terrible como el hecho mismo y constituye la terrible DOCTRINA DE LA SUPEREROGACION.
  14. Como se formuló en la centuria trece, esta doctrina fue dada a conocer de la siguiente manera: «Que en realidad existía un tesoro inmenso de MERITO, compuesto de los hechos píos y los actos virtuosos que los Santos habían efectuado MAS ALLA DE LO QUE ERA NECESARIO PARA SU PROPIA SALVACION y que, por lo tanto, era aplicable al beneficio de otros; que el guardián, y dispensador de este precioso tesoro era el pontífice Romano y por consecuencia él era comisionado para asignar, a su consideración, una porción de esta fuente inagotable de mérito, según la culpabilidad respectiva y suficiente como para rescatarlo del castigo, debido a sus crímenes».
  15. La doctrina de la supererogación es tan inagotable como es inconforme con las Escrituras, y falsa. La responsabilidad individual del hombre por sus actos es tan ciertamente un hecho, como lo es su albedrío para actuar por sí mismo. El se salvará mediante los méritos y el sacrificio expiatorio de nuestro Redentor y Señor; su reclamo sobre la salvación proveída depende estrictamente del cumplimiento de los principios y ordenanzas del evangelio como Jesucristo lo estableció. La remisión de pecados y la salvación eventual del alma humana, se proveen, pero estos dones de Dios no se pueden comprar con dinero. Comparad las falacias de la supererogación y la blasfemosa práctica de suponer la remisión de los pecados de un hombre en consideración a los méritos de otros, con la declaración del único Salvador del género humano: » Más yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio».  Su apóstol inspirado, viendo en visión profética el día de certeza terrible: «Y vi a los muertos, grandes y pequeños de pie ante Dios y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es El libro de la vida y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, SEGUN SUS OBRAS. Y .el mar entregó los muertos que había en él y la muerte y el Hades (infierno) entregaron los muertos que había en ellos; y FUERON JUGADOS CADA UNO SEGUN SUS OBRAS».
  16. Las Escrituras proclaman la verdad eterna de la responsabilidad individual; la iglesia en los días de su degeneración declara que El mérito de uno puede ser por otro y ser pagado con moneda terrenal. ¿Puede tal iglesia, en cualquier medida, la iglesia de Cristo?
  17. La ilustración de las indulgencias que se venían en Alemania en el siglo dieciséis, tenemos el registro de los hechos de Juan Tetzel, agente del Papa, quién viajaba vendiendo el perdón de pecados. Dice Milner: «Miconio nos asegura de que él mismo escuchó a Tetzel declarar con descaro increíble concerniente al poder ilimitado del Papa y la eficacia de las indulgencias. La gente creía que al momento en que uno había pagado el dinero por la indulgencia, llegaba a estar seguro de su salvación y que las almas por quienes fueron compradas las indulgencias, instantáneamente fueron liberados del purgatorio. Juan Tetzel se jactarla de que él había salvado más almas del infierno mediante sus indulgencias, que San Pedro había convertido a la Cristiandad mediante su predicación. El aseguró a los compradores de ellas que sus crímenes, no – obstante cuán enormes, serian perdonados; de ahí llegó a ser casi superfluo para él, pedirles, cesar todo temor concerniente a su salvación. Porque la remisión de pecados, siendo plenamente obtenida ¿qué duda habría de salvación? (Milner, obra cit. siglo XVI, cap. 2)
  18. Una copia de una indulgencia escrita por la mano de Tetzel, el vendedor de los perdones papistas, nos ha sido preservada como la siguiente: “Que nuestro Señor Jesucristo tenga misericordia contigo y te absuelva mediante los méritos de su más santa pasión. Yo, por su autoridad, la de sus apóstoles Pedro y Pablo y del más santo papa concedida y cometida a mí en estas partes, te absuelvo en primer lugar, de toda censura eclesiástica de cualquier manera en que hubiese sido incurrirla y entonces, de todo pecado, transgresión y exceso, no obstante cuán enorme que fuesen aún de tales que están reservados a la observación de la santa sede; y hasta donde extienden las llaves de la santa iglesia, yo te remito todo el castigo que mereces en el purgatorio a causa de ellos; y te restauro a los santos sacramentos de la iglesia, a la unidad de los fieles y a la en bautismo, a fin de que cuando mueras, cerradas y las puertas del paraíso de delicia estarán abiertas, y su tu no mueres en lo presente, esta gracia permanecerá en plena vigencia cuando esté al punto de morir. En el nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo. » (Milner, obra cit. siglo XVI, cap. 2)
  19. Por vía de excusa o defensa, se ha proclamado por la Iglesia Católica Romana, que una profesión de contrición o de arrepentimiento de cada candidato para indulgencia, y que el perdón se concedió sobre la base de tal penitencia, y no principalmente por dinero o su equivalente, pero que los recipientes de las indulgencias, al principio voluntariamente, y luego en cumplimiento con la costumbre establecida, hacían una ofrenda o donación material a la iglesia. Se informa, además, que algunos de los abusos con los cuales la venta de las indulgencias habían sido asociados, fueron desaprobados por el Concilio de Trento, a mediados del siglo dieciséis. No obstante, el hecho horrible queda de que por cuatrocientos años, la iglesia había reclamado para su papa el poder de remitir todo pe codo, y que la promesa de remisión había sido vendida y comprada. (Paolo revisar versión inglés * versión Inglés)
  20. El terrible pecado de blasfemia consiste en tomar para sí mismo las prerrogativas y los poderes divinos. Aquí hallamos al papa de Roma, la cabeza de la única iglesia, reconocida en ese tiempo, suponiendo remitir los debidos castigos en lo futuro por los pecados cometidos en la mortalidad. ¡Un papa suponiendo sentarse en juicio como Dios mismo! ¿No es esto un cumplimiento de las horribles condiciones de apostasía prevista y predicha como antecedente al segundo advenimiento da Cristo? Leed para vosotros mismos: “Nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que antes venga la apostaría (desviación)* y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, El CUAL SE OPONE Y SE LEVANTA CONTRA LO QUE SE LLANA DIOS O ES OBJETO DE CULTO. TANTO QUE. SE SIENTA EN El TEMPLO DE DIOS COMO DIOS, HACIÉNDOSE PASAR POR DIOS”. (2 Tesa. 2:3-4)
  21. Otro abuso perpetrado por los concilios mediarte las cuales asambleas, los pontífices supremos ejercían sus poderes autocráticos, se ve en las restricciones impuestas sobre el leer y El interpretar escrituras. El mismo Concilio de Trento, el cual había declarado autoridad o culpa por los hechos de los oficiales de la iglesia, con respecto al tráfico escandaloso de indulgencias, prescribió los reglamentos más estrictos prohibiendo leer las escrituras por la plebe. Por ende: «Una ley severa e intolerable fue impuesta con respecto a todos los intérpretes y expositores de las escrituras, mediarte la cual ellos, fueron prohibidos de explicar el sentido de estos libros divinos, en los asuntos de fe y práctica, de tal modo para hacerles hablar un idioma diferente del de la iglesia y de los doctores antiguos. La misma ley declaró, además, que solamente su gobernante, el pontífice Romano, tenía el derecho de determinar el significado e intención de la escritura. Para llenar la medida de estos procedimientos tiránicos e inicuos, la iglesia de Roma persistió obstinadamente en afirmar, aun que no siempre con la misma prudencia y claridad en hablar, que LAS SANTAS ESCRITURAS NO FUERON COMPUESTAS PARA El USO DE LA MULTITUD NI SOLAMENTE PARA El USO DE SUS MAESTROS ESPIRITUALES; y, en consecuen¬cia ordenó que estos registros divinos fuesen quitados de la gente en todo lugar donde se permitía ejecutar sus demandas imperiosas”. (Mosheim ob. cit. siglo XVI parte I – cap.1:25; mayúsculas impuestas por El autor presente)
  22. ¿Es posible que una iglesia enseñando tales herejías pueda, ser la iglesia establecida por Jesucristo?. El Señor Jesús mandó a todos el “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi.» (Juan 5:39 comparece vers. 46 ó también 2 Isaías 8:20; Lucas 16:29; Hechos 17:11)
  23. Seguramente un velo de tinieblas había caído sobre la tierra. La iglesia de Cristo hace mucho había dejado de existir. En lugar de un sacerdocio conferido por la autoridad divina, un papado creado por el hombre reinaba con la mano de hierro de la tiranía y sin respeto por la moderación moral. En una obra erudita El Dr. J. W. Draper, da una lista de los pontífices que habían estado a la cabeza de la iglesia de mediados del siglo ocho a mediados del siglo once, con notas biográficas de cada uno. [42]¡Y qué dibujo ahí se pinta!. Para ganar la corona papal no hubo crimen demasiado grande y durante un período de siglos las inmoralidades de muchos de los papas y de sus subordinados son demasiado fuertes para una descripción detallada. Se puede reclamar que el que el autor más citado y cuyas palabras se presentan más adelante, era un oponente declarado de la iglesia Católica Romana y, por ende, su juicio as perjudicial, en respuesta dígase que los hechos atestiguados de la historia sostienen la terrible acusación. AL comentar sobre los hechos propuestos, el Dr. Draper dice:
  24. «Más que mil años habían transcurrido desde el nacimiento de nuestro Salvador, y tal era la condición de Roma. Bien haya cerrado el historiador los anales de esos tiempos con disgusto. Bien se hunda el corazón del Cristiano dentro de sí a tal catálogo de crímenes horrorosos. Bien podríamos preguntar: ¿Eran éstos los representantes de Dios sobre la tierra, éstos quienes en realidad habían logrado la meta más allá de la cual el último esfuerzo de la iniquidad humana no puede pasar? No fue sino hasta varios siglos después de estos acontecimientos, que la opinión pública llegó a la conclusión verdadera y filosófica, el rechazo total de las pretensiones divinas del papado. Por un tiempo las maldades se atribulan al modo de la elección pontificial, como si eso pudiera influir, por cualquiera posibilidad, al descenso de un poder que profesaba ser sobrenatural y bajo el cuidado inmediato de Dios…Nadie puede estudiar el desarrollo del poder Italiano eclesiástico sin descubrir cuán completamente dependía del albedrío humano, demasiado frecuentemente de la pasión e intriga humanas; cuán completamente necesitado era de cualquier señal de cuidado y construcción divinos, la progenie del hombre y no de Dios y, por lo tanto, acarreándose los lineamientos de las pasiones humanas, las virtudes humanas y los pecados humanos”. (Draper, Intellectual Development, Tomo I, pág. 382)
  25. Al aumentar los cambios y alteraciones desautorizadas en la organización y gobierno, la fundación primitiva conocida como la «iglesia», con papas, cardenales, abades, frailes, monjes, exorcistas, acólitos, etc., perdió toda semejanza a la iglesia como Jesucristo la estableció y mantenida por sus apóstoles. El argumento Católico de que ha habido una sucesión no interrumpida de autoridad en el sacerdocio, desde el apóstol Pedro hasta el ocupante del trono papal, es intinable en la luz de la historia e irrazonable en la luz de la verdad. La autoridad para hablar y actuar en el nombre de Dios, el poder para oficiar en las ordenanzas salvadoras del evangelio de Cristo, el sumo privilegio de servir como embajador debido comisionado de la corte del cielo, éstos no han de poseerse como los dones de los príncipes, ni se han de comprar con dinero, ni se pueden ganar como trofeos de la espada sangrienta. La historia del papado es la condenación de la iglesia de Roma. [43][44]

NOTAS

[41] “LA IGLESIA ROMANA RESPONSABLE POR SU TRAFICO EN LAS INDULGENCIAS» En vista de la suposición afirmada por algunos defensores de la iglesia Romana, al efecto de que el, tráfico escandaloso de las indulgencias no fue sancionado por la iglesia y de que a ésta no se puede tener por responsable por los excesos a los cuales sus subordinados quizás vayan en sus supuestos hechos oficiales, el siguiente comentario de Milner, la autoridad cuerda en la Historia de la iglesia (siglo XVI, cáp. 2), tal vez, sea de interés: » No parece que los gobernadores de la jerarquía jamás encontrarán la menor falta en Tetzel de haber excedido su comisión, hasta que una oposición a la práctica de indulgencias fue hecha abiertamente, Desde ya es evidente que los protestantes no hayan censurado, injustamente, las corrupciones de la corte de Roma a este respecto.., «‘ Las indulgencias fueron arrendadas a las ofertas más altas, y los Directores empleaban a tales diputados para seguir adelante con el comercio como ellos pensaban, más probablemente para promover sus propósitos lucrativos. Los oficiales inferiores involucrados en este comercio fueron vista: diariamente en las casas públicas divirtiéndose en borracheras y en la voluptuosidad (Mambours, pág. 11). En esencia, cualesquiera cosa que pudiese haber querido el mayor enemigo del papismo, en tiempo fue exhibido con la imprudencia y temeridad más no disfrazadas, como si fuera con el propósito de dejar a ese sistema eclesiástico e inicuo, infamoso ante todo el género humano.
El autor procede a comentar sobre los precios graduales por los, cuales fueron impuestas estas indulgencias dentro del alcance pecuniario de toda clase, y halla en el tráfico a bulto la evidencia de una ignorancia profunda y una superstición horrorosa y después señala la necesidad de una nueva dispensación del evangelio, de la siguiente manera: «Esto, sin embargo, era la situación misma de las cosas LA CUAL ABRIO El CAMINO PARA, LA RECEPCION DEL EVANGELIO. Pero ¿quien sabía de proclamar el evangelio en su belleza y simplicidad originales? Los príncipes, los obispos y los hombres letrados de los tiempos vieron todo este tráfico escandaloso respecto al perdón de pecados, pero ninguno poseía el conocimiento, el coraje y la honestidad necesaria para detectar el fraude y para revelar al género humano la verdadera doctrina de salvación por la remisión de pecados mediante Jesucristo” Milner encuentra la inauguración de la nueva era de la Reforma durante el siglo dieciséis. Es suficiente para nuestro propósito presente el saber que él reconoció la necesidad de una preparación mediante la cual la vía podría ser abierta» para la recepción del evangelio”. (Milner, ob. cit. siglo XVI, cap. 2)

[42] TRES PAPAS AL MISMO TIEMPO. «Uno de los golpes más severos dado a la autoridad tanto temporal como espiritual de los papas., fue la mudanza en 1309 D.C., mediante la influencia del rey Francés Felipe, El Hermoso, del asiento papal de Roma a Aviñón en Provenza, cerca de la frontera de Francia. Ahí quedó por un espacio de casi setenta años, una era conocida en la historia de la iglesia como el Cautiverio Babilonio. Mientras fue establecida aquí, todos los papas eran Franceses y por supuesto todas sus políticas fueron formadas y controladas por los reyes Franceses. El disgusto despertado entre los Italianos por la situación de la corte papal, a la larga se tornó en una ruptura entre ellos y la parte Francesa. En 1378 las facciones oponentes eligieron cada una un papa y así, había dos cabezas de la iglesia, uno en Aviñón y el otro, en Roma.. El espectáculo de dos papas rivales, cada uno profesando ser el sucesor legítimo de San Pedro y la única infalible cabeza de la iglesia, naturalmente hizo a los hombres cuestionar las suposiciones y la inefabilidad de ambos. Esto dio a la reverencia que el mundo tan generalmente había mantenido para la Sede Romana, una sacudida de precepto y de la cual jamás se recuperó. Finalmente en 1409, un Concilio general da la iglesia se congregó en Pisa, con el propósito de apaciguar la disputa escandalosa. El Concilio depuso a ambos papas y eligió a Alejandro V como la cabeza suprema de la iglesia. Mas, las cosas en vez de ser repasadas, se hicieron peores porque ninguno de los pontífices depuestos cedería su autoridad a las demandas del Concilio y consiguientemente AHORA HABIA TRES PAPAS EN VEZ DE DOS. En 1414 otro Concilio fue llamado en Constanza para resolver la creciente disputa. Dos de los clamantes fueron depuestos, uno se resignó. Un papa nuevo fue entonces elegido, el papa Martín V. En su persona el mundo Católico una vez más fue unido bajo una sola cabeza espiritual. El cisma se sanó exteriormente, pero la herida había sido demasiado profunda, para no dejar cicatrices permanentes en la iglesia (P.V N. – Meyers, «Gen. Hist. pág. 457 – 458).

[43] La ruptura entre las facciones Francesa e Italiana, referida por Meyers en la cita dada arriba, se conoce en la historia como El Gran Cisma. Se le puede considerar el comienzo decisivo de la declinación del poder temporal de los papas.

[44] El PAPADO SE CONDENA.. La línea de sucesión en el papado por un periodo limitado referido en el texto, se da por Draper de la siguiente manera: “Parecería a algunos, considerando solamente los intereses de la religión, deseable omitir toda referencia biográfica a los papas; pero esto no se puede hacer con justicia al sujeto. El principio esencial del papado de que el pontífice Romano es el vicario de Cristo sobre la tierra, necesariamente obstruye su relación personal con nosotros. ¿Cómo podremos comprender su fe, a menos que la veamos ilustrada en su vida? En verdad, el carácter triste de esas relaciones fue la causa incitante de los movimientos en Alemania, Francia e Inglaterra, terminándose, en la extinción del papado como un verdadero poder político, movimientos que deben entenderse sólo mediante un conocimiento suficiente de las vidas privadas y opiniones de los papas. Está bien, hasta donde sea posible, abstenerse de los sistemas pasados con las imperfecciones de los individuos. En este caso están inseparablemente entretejidos. La peculiaridad del papado es que, aunque su historia sea imponente, su biografía es infamosa. Yo, sin embargo, guardaré para hablar de ella a este respecto más de lo que la ocasión necesariamente requiera; pasaré en silencio, por alto, algunos de esos casos que profundamente asombrarían a mi lector religioso, por lo tanto me restrinjo a las edades entre mediados del siglo ocho y mediados del siglo once, disculpándome el critico imparcial por la excusa de que estas eran las edades con las cuales yo principalmente me he estado preocupando en este capítulo.
Al morir el papa Pablo I que había logrado el pontificado el año 757 D.C., el duque de Nepi compelió a algunos obispos a que consagraran a Constantino, uno de sus hermanos, como El papa; pero, subsiguientemente cuando algunos electores más legítimos, en el año 768 D.C., eligieron a Esteban IV, el usurpador y sus adherentes fueron severamente castigados los ojos de Constantino fueron desarraigados, la lengua del obispo Teodoro fue amputada y él fue dejado en un calabozo para expiar en las agonías de la sed. Los sobrinos del papa Adriano perdieron a su sucesor el papa León III, en el año 735 D.C., en la calle y llevándolo a una iglesia cercana, intentaron desarraigar sus ojos y recortar su lengua; en un período posterior, este pontífice, tratando de suprimir una conspiración para deponerle a él, Roma llegó a ser la escena de la rebelión, asesinato y conflagración. A su sucesor, Esteban V, 816 D.C., se le acusó de haber cegado y asesinado a dos eclesiásticos en el Palacio Luterano; era necesario que unos comisionados imperiales investigaran el asunto, pero el papa murió después de haberse disculpado por un juramento delante de treinta obispos. Juan VIII, 872 D.C., incapaz de resistir a los Mahometanos fue compelido a pagarles tributo; el obispo de Napla, manteniendo una alianza secreta con ellos recibió su porción del botín que juntaron. A él, Juan excomulgó y no le daría absolución a menos que traicionara a los mahometanos principales y asesinara a otros él mismo. Había una conspiración eclesiástica para asesinar al papa; algunos de los tesoros de la iglesia fueron perdidos y la puerta de San Pancracio fue abierta con llaves falsas para admitir a los Sarracenos en la ciudad. Formoso, quien había estado involucrado en estas transacciones y excomulgado como conspirador en El asesinato de Juan fue en lo siguiente, elegido papa y en el año 891 sucedido por Bonifacio VI, 896 D.C., quien había sido depuesto del diaconado y de nuevo del sacerdocio por su vida lujuriosa e inmoral. Por Esteban VII que le siguió, el cuerpo muerto de Formoso fue sacado de la tumba, vestido de los aditamentos papales, apuntalado en una silla, juzgado delante de un consejo y la escena absurda e indecente fue completa da cortando tres dedos al cadáver, echándolo después en la Tiberia; pero Esteban mismo fue destinado a ejemplificar hasta cuán bajo había cate do el papado: él fue echado en prisión y estrangulado. En el transcurso de cinco años, 896 – 900 D.C., cinco papas fueron consagrados: León V que sucedió en el año 904 D.C., en menos de dos meses fue echado en la cárcel por Cristóbal, uno de sus capellanes que usurpó su lugar, el que a su turno fue expulsado luego de Roma por Sergio III el que con la ayuda de una fuerza militar se apoderó del pontificado en 905 D.C.. Este hombre, según el testimonio de los tiempos, vivía en relaciones criminales con la prostituta Teodora que, con sus hijas Marozia y Teodora también prostitutas, ejercía control extraordinario sobre él. El amor de Teodora también fue compartido por Juan X: ella le dio a él primero, el arzobispado de Ravena y después le trasladó a Roma en el año 915 D.C.; como papa Juan no estaba mal acostumbrado a los tiempos; él organizó una confederación que tal vez previno que Roma fuese capturada por los Sarracenos y el mundo se asombró y se edificó mediante la apariencia de este pontífice guerrero a la cabeza de sus tropas. Por el amor de Teodora, como se decía, él se habla mantenido en el papado durante catorce á nos; mediante las intrigas y odio de su hija Marozia, él fue echado abajo. Ella le sorprendió en el Palacio Luterano, mató a su hermano Pedro en su presencia, le echó en la prisión donde él murió al ser ahogado con una almohada. Después de un corto intervalo Marozia hizo papa a su propio hijo., como Juan XI en el año 931 D.C.. Muchos afirmaban que el papa Sergio era su padre, pero ella misma se inclinó para atribuirlo a su marido Albérico, con cuyo hermano Guido ella se casó después. Otro de sus hijos llamado Albérico por su supuesto padre, celoso de su hermano Juan le echó a él y a su madre en la cárcel. Después de un tiempo el hijo de Albérico fue escogido papa, 956 D.C.; él asumió el título de Juan XII y de esta manera la amorosa Marozia dio un hijo y un nieto al papado. Juan tenia solamente diecinueve años cuando así llegó a ser la cabeza del Cristianismo. Su reinado se caracterizaba por las inmoralidades más asombrosas, así que el emperador Oto I, fue compelido a intervenir por al clero Alemán. Un sínodo se convocó para un tribunal en la iglesia de San Pedro, antes del cual parecía que Juan habla recibido sobornos para la consagración de obispos; que él habla ordenado a uno cuando tenía sólo diez años y que había efectuado esa ceremonia muchas otras veces en un estable; se le acusó de incesto con una de las concubinas de su padre y de tantos adulterios, que el Palacio Luterano llegó a ser una confraternidad; él desarraigó los ojos de un eclesiástico y castró a otro: ambos murieron a consecuencias de sus heridas. El se daba a borrachera. y juegos y a la invocación de Júpiter y de Venus. Cuando se le citó a comparecer ante el consejo, él envió un recado diciendo que «se fue a cazar» y a los padres que protestaban contra él, amenazadoramente les respondió “que tanto Judas como los otros discípulos, recibieron de su Maestro el poder de atar y de desatar pero, tan pronto como se le comprobase ser un traidor a la causa común, el único poder que él retenía era el de atar su propio cuello». Fue depuesto y a León VIII se le eligió en su lugar en el año 963 D.C. pero enseguida obteniendo la mano mayor, prendió a sus antagonistas, cortó la mano de uno, la nariz, dedo v lengua de otros. Su vida eventualmente, llegó a su fin por la venganza de un hombre a cuya esposa él habla seducido.
Después de tales detalles es casi innecesario aludir a los anales papeles sucesores: se relata que Juan XIII fue estrangulado en la prisión; que Bonifacio VII encarceló a Benedicto VII y le mató por hambre; Juan XIV fue secretamente muerto en las mazmorras del castillo de San Angelo; el cadáver de Bonifacio fue arrastrado en las calles por el populacho. El sentimiento de reverencia por el pontífice soberano, ni aún de respeto, se habla extinguido en Roma; a través de Europa el clero es taba tan asombrado por el estado de las cosas, que en su indignación ellos comenzaron a mirar con aprobación la intención del Emperador Oto I, de quitar a los Italianos su privilegio para designar el sucesor de San Pedro y de confirmarlo a su propia familia. Pero su pariente Gregorio V a quién él había puesto en el trono pontifical, luego fue compelido a votar por los Romanos; sus excomuniones y truenos religiosos se tornaron en decisiones por ellos; bien conocían ellos la naturaleza verdadera de esos terrores; estaban viviendo detrás de las escenas. Un castigo terrible esperaba al anti papa Juan XVI. Oto regresó a Italia, lo apresó, desarraigó sus ojos, cortó su nariz y lengua y lo mandó por las calles montado en un asno, con cara hacía la cola y un odre de vino en su cabeza. Parecía imposible que las cosas pudieran empeorarse más, pero Roma aún había de ver a Benedicto IX, 1033 D.C., un muchacho menor de doce años levantándose al trono apostólico. De este pontífice, uno de sus sucesores, Víctor III, declaro que su vida era tan escandalosa, tan sucia, tan execrable que el se estremecía al describirla. El gobernaba como un capitán de bandidos, más bien que como un prelado. El pueblo, al final, no pudiendo soportar sus adulterios, homicidios y abominaciones se levantó contra él. En la desesperación el papado a subasta. Fue comprado por un presbítero llamado Juan, quien llegó a ser Gregorio VI, en el año 1045 D.C. (J.W. Draper, Intellectual Development of Europe, tomo I, cap. XII, pág. 378 – 321)

[45] COMENTARIO SOBRE El PASAJE 2 TES. 21:3-4. Se debe recordar que la aplicación de la declaración de Pablo tocando a la apostasía, hecha en el texto, es la que generalmente se hace por los teólogos de las denominaciones Protestantes. De ninguna manera es peculiar a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Leamos el pasaje de nuevo: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición 4, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios cómo Dios, haciéndose pasar por Dios”.
En la BIBLE COMMENTARY (Comentario sobre la Biblia) el Dr. Adam Clarke dice de esta escritura: “La serie general de escritores protestantes entienden la totalidad como refiriéndose a los papas e iglesia de Roma o al sistema entero del papado. …El Obispo Newton ha examinado la profecía entera con su habilidad y juicio usuales …La parte principal de los comentaristas modernos, siguen sus pasos. El aplica el todo a la Iglesia Romana: la apostasía, su defección de los principios puros de la cristiandad y el “hombre de pecado», etc., la sucesión general de los papas de Roma. Un compendio de la interpretación del Obispo Newton entonces, es agregado; este aspecto es lo siguiente:
“PORQUE(ESE DIA) NO VENDRA SIN QUE ANTES, etc. – El día de Cristo no vendrá excepto que venga la apostaría primero. La apostasía descrita aquí, obviamente no es de una naturaleza civil, sino más bien religiosa; no una revuelta del gobierno, sino una defección de la religión y adoración verdaderas.
…TANT0 QUE SE SIENTA EN El TEMPLO DE DIOS COMO DIOS, etc. Por ‘el templo de Dios’ el apóstol no podía haber querido decir ‘el templo de Jerusalén» porque ése, él sabía, sería destruido dentro de unos pocos años. Después de la muerte de Cristo, el templo de Jerusalén nunca es llamado el ‘templo de Dios’; y si en cualquier caso, ellos hagan mención de la casa ó templo de Dios, quieren decir la iglesia en general o cada creyente particular. Quienquiera que consultara 1 Cor. 3:16-17; 2 Cor. 6:16; 1 Tim. 3:15 y Apoc. 3:12, no querrá más ejemplos para comprobar que bajo la dispensación del evangelio, el templo de Dios es la iglesia de Cristo y el hombre de Pecado asentado, implica que él mandaba y presidía allí…
“De este examen, parece haber poco espacio para dudar del sentido y significado generales del pasaje. Los Tesalonicenses, (como hemos visto de ciertas expresiones: en aquella epístola) se alarmaron como si el fin del mundo estuviese próximo. El apóstol, para corregir sus errores y para disipar sus temores, les asegura que una gran apostaría o defección de los Cristianos, de la fe y culto verdaderos, tenía que acontecer antes de la venida de Cristo. Esta apostasía, todas las marcas y caracteres nos justificarán en acusárselas a la iglesia de Roma. La verdadera adoración Cristiana es la adoración del único Dios verdadero, mediante el único mediador, el hombre Cristo Jesús, y de esta adoración la iglesia de Roma más notoriamente se ha alejado, al sustituir a otros mediadores y al invocar y adorar a los santos y ángeles; nada es apostasía si la idolatría no lo sea. Si se le acusa justamente de apostaría a la iglesia de Roma, sigue, de consecuencia que ‘el hombre de pecado’ es el papa, no queriendo decir cualquier papa en particular, sino el papa en general, como la cabeza y apoyador principal de esta apostaría.
La opinión del Dr. Mac Knight también se cita con la aprobación de Clarke. En su ‘Comentario y Notas’ (tomo III, pág. 100, etc.) Mac Knight dice: «Como, se dice, el hombre de pecado había de SER REVELADO EN SU SAZON; no puede haber mucha duda de que las edades obscuras en las cuales todo aprendizaje se trastornó por la irrupción de los bárbaros nórticos, fuesen la razón adjudicada al hombre de pecado por haberse revelado. En conformidad sabemos que en estas edades las corrupciones de la Cristiandad y las usurpaciones del clero, se llevaron a las alturas mayores. En breve, los anales del mundo no pueden producir las personas y eventos a los cuales las cosas escritas en este pasaje, pueden ser aplicadas con tanta idoneidad como a los obispos de Roma”.