Capitulo 10
El Conflicto Universal y la Caída de las Naciones Cristianas
Se ha mostrado que antes de que se cumplan los tiempos de los Gentiles, es anticipado que guerras y revoluciones revolcarán en cierto grado los gobiernos despóticos que no permiten que sea predicado el Evangelio dentro de sus bordes. Los Santos de los Últimos Días han tomado tal guerrillear como un factor que ayuda en establecer gobiernos que serán más dispuestos a recibir a los misioneros “Mormones” y permitirles llevar su mensaje a aquellos que lo reciban. Durante el tiempo de estas guerras no se anticipa que los Santos saldrán de sus tierras nativas en gran números, pero aparentemente se quedarán en sus hogares aunque es posible que sufrirán brusca persecución y mucha tribulación. No obstante, cuando se cumplen los tiempos de los Gentiles, se anticipa que muchas naciones se derrumbarán, para nunca jamás componerse.
Está previsto que si los Gentiles en América no se arrepientan, la tensión interna, que resultará en mayor parte por la decadencia espiritual, precipitará en caos a la nación. Durante ese tiempo de desorden se anticipa que el lugar de mayor seguridad se encontrará entre los Santos en las Montañas Rocosas. Se cree que durante esa época el Lugar Céntrico de Sión será redimido y edificado. Cuando este programa de construcción comienza y los Lamanitas y las Diez Tribus vienen a Sión, el tiempo llegará para que se nombren los 144.000 ministros de entre las tribus de Israel y los sellen con poder para administrar el Evangelio a las naciones de la tierra. Se anticipa que estos Sumo Sacerdotes serán investidos con poderes especiales para afrontar las plagas que se derramarán en ese día.
La Guerra Global—la Cuarta Guerra Mundial
Cinco de esta plagas profetizadas por Juan el Revelador fueron tratadas en el capítulo anterior. La sexta será una gran guerra que aparentemente comenzará cerca del río Eufrates y que se cree destruirá la tercera parte de la humanidad:
El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número.
Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.
Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.1
Una revelación a José Smith que se refiere a la Nueva Jerusalén en esa época, enfatiza que este conflicto tendrá proporciones mundiales, porque dice que “se recogerán en ella de todas las naciones debajo del cielo; y será el único pueblo que no estará en guerra el uno contra el otro.”2 Ésto probablemente será por razón de la gloria de Dios que habrá rodeado la ciudad.
Orson Pratt enseñó que en aquel día en el futuro, cuando el Espíritu del Señor se habrá retirado de los Gentiles y los misioneros de Sión habrán sido mandados a buscar a Israel, se derramarán los juicios del Señor. En esa hora los misioneros enfatizarán aun más la proclamación del Señor de los juicios universales:
No es solo un Evangelio para predicarse a todas las naciones de la tierra, sino que como parte de la prédica tendréis que proclamar a todo pueblo a temer a Dios y darle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Y al llegar estos juicios, reinos y tronos serán derrumbados y revolcados. Imperio guerreará contra imperio, reino contra reino, y ciudad contra ciudad, y habrá una revolución general por toda la tierra, los judíos huyendo a su propio país, desolación atrapando a los inicuos, con la ligereza de torbellinos y furias derramados.3
En otra ocasión Orson Pratt habló de una gran guerra de desolación sobre la tierra, después que se cumplan los tiempos de los Gentiles y el Señor haya retirado a sus siervos de entre ellos. Con una énfasis especial al escenario europeo, él explicó:
Cuando llegue ese día [cuando los misioneros serán mandados a volver a sus hogares] habrán guerras, no guerras tales como se han luchado en los siglos y años ya pasados y fugados, sino una guerra de desolación. Cuando digo desolación, quiero decir que malgastará a estas naciones europeas. Ciudades serán dejadas vacías, sin habitantes. Las personas se destruirán por la espada en sus propias manos. No solo ésto pero muchas otras ciudades se quemarán; porque cuando los ejércitos en contención están enfurecidos con horrible enojo, sin el Espíritu de Dios entre ellos, cuando no tienen ese espíritu de humanidad que ahora caracteriza muchas de las guerras entre las naciones, cuando están dejados solos, no habrá merced, no tomarán presos, sino una guerra de destrucción, de desolación, de incendio de ciudades y aldeas, hasta que la tierra yace en desolación.4
Élder Pratt habló también del alcance universal de este conflicto y dijo que los judíos que han quedado esparcidos entra las naciones en ese tiempo huirán en grandes números a Palestina:
Más luego el Espíritu de Dios saldrá por completo de esas naciones gentiles, y las dejará solas. Entonces encontrarán alguna otra ocupación en vez de guerrear contra los Santos que moran entre ellos—en vez de alzar la espada y luchar contra el Cordero de Dios; porque entonces la guerra comenzará con fervor, y una guerra tal cual probablemente nunca fue concebida en los corazones de los hombres de nuestra época. No habrá nación de los Gentiles sobre la faz del mundo entero que no será involucrada en guerra fulminante sino solamente el Reino de los Santos de los Últimos Días. Estarán luchando la una contra la otra. Y cuando llegue ese día, los judíos huirán a Jerusalén, y estas naciones casi se malgastarán la una a la otra, y aquellos que quedan serán quemadas; porque ése será el último sobresaliente juicio que cubrirá la tierra para limpiarla de iniquidad.5
Sus palabras parecen proveer la solución al problema de cual será la influencia que causará a los judíos congregarse en Palestina. Por otra parte, la congregación de los judíos en Jerusalén sirve para indicar que el conflicto universal ocurrirá después de la venida de las Diez Tribus y la selección de los 144.000 sumo sacerdotes.
Las Naciones Cristianas Caerán
Orson Pratt pronosticó el derrumbe de Inglaterra después que los rectos de esa nación hayan sido recogidos. En consideración de otras declaraciones que hizo, parece que anticipó el cumplimiento de esta profecía durante este período de devastación universal:
Pero, si como nación, no os arrepintáis y no os juntéis con el reino de Dios, entonces los días ya están a mano cuando los rectos serán recogidos de entre vosotros; y ¡ay de vosotros cuando venga ese día! Porque será un día de venganza sobre la nación británica; y perecerán vuestros ejércitos; vuestras fuerzas marinas cesarán; vuestras ciudades serán pilladas, quemadas y despojadas, y vuestras fortalezas serán derrumbadas; los pobres se levantarán en contra de los ricos, y sus almacenes y sus mansiones espléndidas serán rapiñadas, su mercadería, y su oro, y su plata y sus ricos tesoros serán saqueados; entonces los Señores, los Nobles y los mercantes del país, y todos aquellos en altos lugares serán derrumbados, y se sentarán en el polvo y aullarán por razón de las miserias que vendrán sobre ellos; y aquellos que trafican por el mar lamentarán y se dolerán; porque su tráfico cesará. Y así os visitará el Señor Todopoderoso, por razón de vuestra gran iniquidad en rechazar a Sus siervos y Su reino; y si continuáis en endurecer vuestros corazones, vuestro resto que quedará será consumido como el seco rastrojo ante la llama devoradora, y todo el país será limpiado por el fuego del Señor, para que su suciedad no más suba delante de Él.6
Carlos W. Penrose también habló de esta época de guerrillear universal y amonestó de las muchas manifestaciones de destrucción y tensión que entonces acaecerán. Explicó que
Por rechazar este Evangelio que “será predicado en todo el mundo para testimonio” de la venida de Cristo, el mundo aumentará en confusión, duda, y horrible tensión. A la vez que los puros de corazón, los mansos de la tierra, saldrán de entre ellos, así también se retirará de entre ellos el Espíritu de Dios. La obscuridad de sus mentes en relación a cosas eternas llegará a ser más negra, las naciones se confrontarán en espantosa y sangrienta guerra, los crímenes que ahora están llegando a ser tan frecuentes sucederán continuamente, las ligas que atan familias serán echadas abajo y violadas, las pasiones de la naturaleza humana serán usadas en maneras de lo más pervertido, hasta que los mismos elementos parecerán ser afectados por las convulsiones nacionales y sociales que agitarán al mundo, y tormentas, terremotos, y espantosos desastres por mar y por tierra causarán terror y espanto entre los pueblos; nuevas enfermedades incinuarán su horrible camino por las filas de los malvados; la tierra, remojada con cuajaron y profanada con la suciedad de sus habitantes, empezará a retener sus frutos en su estación; las olas del mar se arrojarán allende de sus bordes, y todas las cosas estarán en conmoción; y en medio de todas estas calamidades, los doctos entre las naciones desaparecerán, y miedo tomará poder de los corazones de toda persona.7
Una profecía pronunciada por el Profeta Daniel habla del tiempo de conflicto universal y predice el resultado de esta contención. Profetizó sobre cuatro bestias, que los Santos de los Últimos Días entienden que se refiere a cuatro grandes poderes mundiales en varias épocas del pasado. El primero era Babilonia; el segundo, los medas y los pérsicos; la tercera, Grecia; y la cuarta, Roma y los reinos que nacieron del Imperio Romano. Aunque cada uno de estos poderes fue derrumbado por los ataques del que le siguió, sus pueblos continuaron en existir y sus descendientes han continuado hasta el día de hoy. Daniel habló del derrumbamiento de los descendientes de cada uno de esto cuatro reinos en un tiempo aún en el futuro. Aparentemente hablando de la destrucción de las naciones que tuvieron su origen en el Imperio Romano, dijo:
Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, . . . miraba hasta que
mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo.8
Orson Pratt, comentando sobre la profecía de Daniel, explicó su mensaje como que el conflicto universal resultaría en la destrucción de las naciones que han descendido del Imperio Romano:
La cuarta bestia, representada por el Imperio Romano, y los reinos que han brotado de este, será “destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.” Aquí, pues, podemos leer del destino de aquella parte de los habitantes de la tierra que componen la cuarta bestia: o, en otras palabras, el destino de los reinos de Europa, es decir, Alemania, Francia, Italia, España, Portugal, Escandinavia, y el gran poder norteño de Rusia, Austria y Prusia, y todas aquellas varias naciones que pertenecen más especialmente a este gran poder de hierro que una vez oprimió tan cruelmente al pueblo; “su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego,” que significa la naturaleza del juicio que les acaecerá. De acuerdo con otras profecías en el libro de Daniel, una serie de juicios, grandes y terribles, les sobrevendrán antes que venga el fuego del cual se habla. Nación se levantará en guerra en contra de nación, reino en contra de reino: o sea, en las palabras de Isaías, “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados.”
Así parece que el cuerpo del cuarto poder será entregado a la ardiente llama, que significa la completa extinción de ese poder de la faz de la tierra. Las naciones paganas representando a las otras tres bestias, no serán destruidas en ese tiempo: sino que sus vidas serán prolongadas, y su dominio será retirado de ellos. Aunque sus vidas serán prolongadas, no obstante no tendrán poder para reinar y gobernar, solo como son permitidos. Si leeréis desde el comienzo de capítulo 36 hasta el fin de capítulo 39 de Ezequiel, encontraréis mucho declarado en cuanto a las naciones paganas. “Y los paganos sabrán que yo soy Jehová,” etcétera. Pero el cuarto poder representa las naciones del Cristianismo moderno. No tendrán el privilegio de la prolongación de sus vidas como los paganos. ¿Porque no? ¿Quiere decir él que habla que el Cristianismo moderno es más inicuo que los paganos? Sí: los pueblos del Cristianismo poseen más luz y conocimiento que los paganos, y por lo tanto, están bajo la mayor condenación; porque serán juzgados según la luz y el conocimiento que ya tienen. Las naciones más avanzadas, así llamadas, están rechazando el mensaje del Evangelio que les es enviado por autoridad divina; y por esa razón su destrucción es inevitable, y como se ha decretado, tendrán que fallecer. Sus vidas no serán prolongadas. No solamente serán así visitados los reinos y gobiernos de Europa, y las porciones occidentales de Asia, sino también aquellos que han nacido de estos reinos, que han inmigrado a este hemisferio del Oeste, y a otras partes.9
Así enseñó Eider Pratt el mensaje de Daniel: que en un tiempo todavía en el futuro las naciones que originaron en el Imperio Romano, o las naciones que han abrazado al Cristianismo, serán derrotadas. Esos pueblos que descendieron de Babilonia, Meda, Persia y Grecia perderán su dominio y poder político en el mismo conflicto, pero no perderán su identidad cultural como naciones hasta un tiempo más luego.
Fue su enseñanza, sin embargo, que todos los gobiernos por fin serán destruidos:
Esta profecía de Daniel dará un verídico entendimiento del asunto a nuestros sabios y nuestros hombres de Estado, y todos que desean saber el destino futuro del gobierno Americano, los gobiernos de Europa, y todos los reinos de la tierra. Su destino es su total destrucción de sobre la tierra, no obstante lo grande o poderoso que lleguen a ser. Aunque nuestra nación pueda pillar sobre la mano derecha y la mano izquierda; aunque pueda anexar las posesiones británicas, y extender sus dominios hacia el sur y tomar posesión de todo este gran hemisferio del Oeste, y aunque nuestra nación llegue a ser tan poderosa en población como es en el extenso de su territorio, su destino está predicho por la declaración del Profeta Daniel. “Fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno.” Así con los reinos de Europa, así con los reinos del oeste de Asia y el este de Europa.10
Sumario
1. Habrá un período de conflicto universal cuando terrible guerra engolfará al mundo. Vendrá después de la construcción de la Nueva Jerusalén y durante el tiempo en que Israel estará congregándose a Palestina.
2. El único lugar que estará libre de guerra durante este período será la Nueva Jerusalén—aparentemente por razón de la gloria de Dios que destellará de ella.
3. El conflicto aparentemente servirá como una influencia en motivar a muchos judíos a volver a Palestina, quienes de otro modo se hubiesen quedado en otros países.
4. El conflicto destruirá, como entidades políticas, a las naciones que han descendido del Imperio Romano. Puesto que éstas son las naciones que han adoptado principios Cristianos, ésto representa un juicio mayor sobre el Cristianismo de hoy día.
5. Las naciones no Cristianas, o paganas, también serán alteradas por la guerra. Perderán su poder y dominio pero mantendrán sus identidades nacionales.
6. La guerra será mucho más devastadora que cualquier guerra anterior, porque causará la muerte de la tercera parte de la población de la tierra. Los sobrevivientes quedarán en una condición desorganizada en tierras llenas de cascotes y caos.
Notas, Capitulo Diez
- Apocalipsis 9:13-18.
- Doctrina y Convenios 45:69.
- Diario de Discursos, 14:65-66.
- Diario de Discursos, 20:150-51.
- Diario de Discursos, 7:188.
- Estrella Milenaria, Tomo 19, pp. 680-681, 24 de octubre de 1857.
- Estrella Milenaria, Tomo 21, p. 582, 19 de septiembre de 1859.
- Daniel 7:9, 11-12.
- Diario de Discursos, 18:339-40. Líneas repetidas en el texto han sido omitidas por el autor.
- Diario de Discursos, 15:72-73.
























