La Profecía – Llave al Futuro

Capítulo 17

El Estado Final de la Tierra


Después que la tierra haya sobrepasado su existencia temporal hacia un estado caótico, aparentemente será llamada a reunirse de nuevo y será formada como una esfera celestial. Juan dijo que vio en visión “un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”.

Una descripción de la tierra en su estado final se encuentra en la sección 130 de Doctrina y Convenios, donde se declara lo siguiente:

Esta tierra, en su estado santificado e inmortal, llegará a ser semejante al cristal, y será un Urim y Tumim para los habitantes que moren en ella, mediante el cual todas las cosas pertenecientes a un reino inferior, o sea, a todos los reinos de un orden menor, serán manifestadas a los que la habiten; y esta tierra será de Cristo.

Orson Pratt enseñó que esta tierra santificada llegará a ser un “cielo” como muchos otros que Dios ha creado:

Esta tierra, esta creación, llegará a ser un cielo. Los cielos que ahora existen son innumerables para los hombres. Dios ha estado organizando, redimiendo y perfeccionando las creaciones en la inmensidad del espacio por toda la eternidad; todas las cuales, cuando son santificadas por la ley celestial y formadas nuevas y eternas, llegan a ser las moradas de los fieles habitantes anteriores, quienes también llegan a ser inmortales, por medio de la ley celestial.

Son las moradas de que habló el Salvador: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”. En otras palabras, podemos decir: en los dominios del Padre hay muchas moradas. No son como las moradas edificadas por los hombres; son mundos de mayor y menor magnitud. Los del primer grado son cuerpos celestiales y exaltados, de los cuales irradiará la luz celestial a través de la inmensidad del espacio.

El Descenso de la Nueva y la Antigua Jerusalén

Juan el Revelador vio en visión el descenso tanto de la Nueva Jerusalén como de la santa Jerusalén, las cuales habrán sido arrebatadas al nuevo mundo celestial antes de la desintegración de la tierra. Describió el descenso de la Nueva Jerusalén como “[descendiendo] del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”.

Su descripción de la Jerusalén que estaba en Palestina, es decir, la santa Jerusalén, es mucho más completa. Se debe reconocer que, según la descripción profética de Juan, la ciudad será de forma cúbica y de tamaño gigantesco, ya que la medida que Juan da para su longitud, anchura y altura es de doce mil estadios, o 2.200 kilómetros en cada una de las tres dimensiones:

La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña: doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.

Y midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.

Vio que no habría templo allí, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero serán el templo, y que:

“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.”

Juan señaló que, aun en su estado exaltado, la tierra será poblada por varias naciones que tendrán reyes que las gobiernen:

Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.

No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Juan habló también del árbol de la vida que se encontrará dentro de la ciudad, y vio que habría:

“un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.”

El Significado de Vivir en la Presencia de Dios

Juan reveló que, cuando la tierra alcance su condición celestial, “no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”. Esto también se enseña en Doctrina y Convenios:

Y la redención del alma viene por medio del que vivifica todas las cosas, en cuyo seno se ha decretado que los pobres y los mansos de la tierra la heredarán.
Por tanto, es menester que sea santificada de toda injusticia, a fin de estar preparada para la gloria celestial; porque después de haber cumplido la medida de su creación, será coronada de gloria, sí, con la presencia de Dios el Padre;
para que los cuerpos que son del reino celestial la posean para siempre jamás; porque para este fin fue hecha y creada, y para este fin ellos son santificados.

El élder Orson Pratt comentó repetidamente sobre la cercanía de Dios y de Cristo después de que la tierra alcance su estado celestial. Explicó que Cristo, después del Milenio, tendría que retirarse de esta tierra para poder visitar otras de Sus creaciones:

Dice el interrogador: “No comprendo esta idea de que el Señor se retirará de una [tierra] e irá a otra”. Para poder comprender esto, volvamos a nuestro globo. ¿No anticipamos que, más adelante, vendrá a visitarnos y que se quedará por un tiempito, como mil años? Sí, y en ese entonces seremos hechos alegres con el gozo del semblante de nuestro Señor. Estará entre nosotros, y será nuestro Rey, y reinará como Rey de reyes y Señor de señores. Tendrá un trono en Sion y otro en el templo de Jerusalén, y tendrá consigo a los doce discípulos que estuvieron con Él durante su ministerio en Jerusalén; y comerán y beberán con Él en Su mesa; y toda la gente de este globo que sea digna de ser nombrada Sion y pura de corazón, se alegrará con el semblante de su Señor por mil años, durante los cuales la tierra descansará.

¿Y entonces, qué? Se retira. ¿Para qué? Para cumplir otros propósitos; porque tiene otras creaciones y otros hijos e hijas, quizás tan buenos como los que moran sobre este planeta, y ellos, tanto como nosotros, serán visitados, y se alegrarán con el semblante de su Señor. Así irá, en Su tiempo y sazón, de reino en reino o de mundo en mundo, haciendo que los puros de corazón, la Sion arrebatada de estas creaciones, se regocijen en Su presencia.

Pero hay otra cosa que quiero que entendáis: esto no continuará para toda la eternidad; es solamente una preparación para algo aún más grande. ¿Y qué es esto? Más adelante, cuando cada una de estas creaciones haya cumplido la medida y los límites establecidos, y los tiempos dados para su continuación en un orden temporal, ella y sus habitantes dignos serán hechos celestiales y glorificados conjuntamente. Entonces, desde ese momento en adelante y para siempre jamás, no habrá ningún velo interpuesto entre Dios y Su pueblo que haya sido santificado y glorificado. Y Él no tendrá necesidad de retirarse de una para visitar otra, porque todos estarán en Su presencia.

El élder Pratt explicó que no será necesario que Dios esté físicamente sobre esta tierra para que los hombres que la habiten estén en Su presencia:

No importa cuán lejos en el espacio se encuentre cualquiera de estas creaciones de cualquier reino especial en donde habite el Señor nuestro Dios, ellos podrán verle en todo momento. ¿Por qué? Porque es solo la caída y el velo que ha cubierto esta creación lo que nos aleja de la presencia de Dios…

Diría uno: “¿Quieres decir, pues, que hay en el hombre una facultad que le permitirá observar al Señor en otra creación y estar en Su presencia, aunque separados por millones y millones de kilómetros?” Sí, con tanta facilidad como podemos vernos unos a otros aquí en esta sala. Entonces veremos como somos vistos, y conoceremos como somos conocidos, y habrá una redención perfecta.

De esta manera, todas las creaciones que son redimidas pueden gozar de la continuada y eterna presencia del Señor su Dios. Me refiero a aquellos que son hechos celestiales, no a los que están en órdenes menores, que son gobernados por leyes telestiales, sino a los que son exaltados al más alto grado de gloria; aquellos que serán hechos reyes y sacerdotes; aquellos que han guardado la ley celestial, que han obedecido las ordenanzas celestiales, y que han recibido el sacerdocio que Dios ha ordenado, y al cual ha dado el poder y la autoridad para administrar y para sellar en la tierra a fin de que sea sellado en los cielos.

Se dice de las personas así glorificadas que son recibidas en el seno del Todopoderoso; como dice Enoc: “De todas tus creaciones has tomado a Sion a tu propio seno, y tu seno está allí”, etcétera. No quiere decir que el Señor Dios esté allí a unos metros de cada individuo; esto sería una imposibilidad en cuanto concierne a Su persona. Más bien, quiere decir que hay un canal de comunicación, el privilegio de ver a Sion, sin importar cuán grande sea la distancia; y el privilegio de gozar de facultades y poderes como estos está limitado a aquellos elevados y exaltados seres que ocupan el mundo celestial.

Todos los que sean hechos semejantes a Él, en el debido tiempo podrán ver, comprender y comunicarse entre sí, aunque estén separados por millones y millones de kilómetros.

La Vida en la Tierra Celestializada

Según Juan, Dios morará entre los hombres:

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”

Una interpretación de una sección del Apocalipsis registrada por José Smith parece indicar que no solo los hombres, sino también los animales morarán allí como seres resucitados. Al hablar de las cuatro bestias de Apocalipsis 4:6, el pasaje dice:

Son expresiones metafóricas que usa Juan el Revelador para describir los cielos, el paraíso de Dios, la felicidad del hombre, y la de los animales, y de lo que se arrastra y de las aves del cielo, siendo lo espiritual a semejanza de lo temporal, y lo temporal a semejanza de lo espiritual; el espíritu del hombre a semejanza de su persona, como también el espíritu de los animales y de toda otra criatura que Dios ha creado.

Doctrina y Convenios enseña que los animales serán resucitados y formarán parte del nuevo cielo y la tierra celestializada:

Y vendrá el fin, y el cielo y la tierra serán consumidos y pasarán, y habrá un cielo nuevo y una tierra nueva.
Porque todas las cosas viejas pasarán, y todo será hecho nuevo: el cielo y la tierra, y toda la plenitud de ellos, tanto hombres como bestias, las aves del aire, y los peces del mar;
y ni un cabello ni una mota se perderán, porque es la obra de mis manos.

Los que vivan sobre la tierra tendrán hijos espirituales, y morarán en ella hasta que sean tan numerosos que necesitarán otra creación, según enseñó Orson Pratt:

Pero aquel mismo Ser que organizó esta tierra hablará de nuevo, y la eternidad volverá a oír Su voz, y las materias de nuestra tierra se juntarán otra vez, y cuando las una en uno y las forme en un mundo, será un mundo glorioso, una habitación para seres celestiales, para reyes y sacerdotes y para los que han sido fieles hasta el fin. Ellos morarán sobre él, y las generaciones de sus hijos morarán sobre él, hasta que hayan llegado a ser tan numerosos como para necesitar otra creación.

¿Cuál generación? ¿Dice «generaciones», Señor Pratt? ¿Quiere decir que estos seres inmortales tendrán posteridad? Sí. Quiero decir justamente lo que digo. Los que sean juzgados dignos de heredar esta tierra, cuando sea hecha celestial, como seres celestiales poblarán la tierra con su propia posteridad, sus propios hijos e hijas; y estos hijos e hijas que nacerán de estos seres inmortales serán semejantes a como éramos nosotros antes de ocupar estos tabernáculos mortales.

También enseñó que estos seres celestializados podrán viajar de un planeta a otro:

El que recibe a mi Padre —dice el Salvador— recibe el reino de mi Padre; por tanto, todo lo que mi Padre tiene le será dado. Es como una especie de coherencia de valores: seremos coherederos con Jesucristo de todas las herencias y de todos los mundos que se han hecho.

Tendremos el poder de locomoción; y como Jesús, después de Su resurrección, podremos montar y pasar de un mundo a otro. No estaremos limitados a nuestra tierra nativa. Hay muchos mundos habitados por personas glorificadas, porque el cielo no es un solo lugar, sino muchos; el cielo no es un solo mundo, sino muchos.

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay.” En otras palabras: en la casa de mi Padre hay muchos mundos, que en su debido tiempo se convertirán en cielos glorificados, las herencias de los redimidos de todos los mundos, quienes, habiendo sido preparados mediante experiencias similares a las nuestras, los habitarán. Cada uno, a su debido tiempo, será exaltado mediante las revelaciones y las leyes del Altísimo, y continuarán multiplicando su descendencia por toda la eternidad, y se crearán nuevos mundos para su posteridad.

Sumario

  1. El estado final de la tierra será un mundo inmortal que tendrá la apariencia de cristal. Servirá como un Urim y Tumim para sus habitantes, permitiéndoles mirar en la tierra y recibir revelaciones concernientes a otras creaciones.
  2. Según Juan el Revelador, en la tierra celestializada habrá diferentes naciones gobernadas por reyes. Estos reyes aparentemente serán seres que habrán alcanzado su exaltación y deidad. Sus naciones estarán compuestas por aquellos que hayan alcanzado el reino celestial sin llegar a la exaltación, así como por la progenie de los dioses. Según Orson Pratt, la descendencia de los seres exaltados morará en la tierra celestializada hasta que ya no haya lugar para ellos, y entonces sus padres crearán un nuevo mundo para que lo habiten.
  3. Parece que los seres celestializados tendrán la capacidad de comunicarse con Dios, lo cual les permitirá hablarle y verle aunque estén separados de Él por millones de kilómetros. Dios no siempre morará sobre esta tierra. Además, estos seres tendrán la habilidad de viajar de planeta a planeta.
  4. Habrá animales resucitados sobre la tierra en su estado celestializado.