La Restauración de Todas las Cosas


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Una Voz de los Muertos


Objetivo: Testificar que el Libro de Mormón contiene la plenitud del evangelio cual los reveló Jesucristo a los antiguos habitantes de América, y que salió a luz por poder divino.

La visita de Moroni

José Smith declaró que la noche del 21de setiembrede 1823, después de acostarse, y estando fervientemente orando, se apareció en su alcoba un personaje, rodeado de una luz más brillante que el sol al mediodía. Este personaje vino al lado de su cama, de pie en el aire, porque sus pies no tocaban el suelo.

Llamó a José por su nombre y le impartió instrucciones, en el curso de las cuales le dijo “que se hallaba depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los habitantes de este continente, así como del origen de su procedencia. Dijo también que la plenitud del evangelio sempiterno, cual lo enseñó el Salvador a los antiguos habitantes, estaba comprendida en el libro.

“Asimismo, que junto con las planchas estaban depositadas dos piedras en aros de plata, las cuales aseguradas a una pieza que se ceñía alrededor del pecho, formaban lo que se llama el Urim y Tumim; que la posesión y uso de estas piedras era lo que constituía y que Dios las había preparado para la traducción del libro.”

José Smith pasó por cuatro años de preparación, recibiendo instrucciones periódicamente del mensajero celestial; y el día veintidós de setiembre de 1823 fue puesto en sus manos esta historia antigua. Con la ayuda principalmente de Oliverio Cowdery, que actuó como su escribiente, tradujo una parte de los anales mediante la ayuda del Urim y Tumim y el don y el poder de Dios.

En los primeros meses del año de 1830 se publicó esta obra con el nombre de Libro de Mormón, tomado del nombre del profeta que preparó, en forma compendiada, la mayor parte de la historia de su pueblo.

Ante las mofas del mundo

La narración de la visita del ángel fué recibida con burlas y escarnio, y no tardaron en cumplirse parte de las palabras del ángel, en las que dijo que el nombrede José Smith sería considerado bien o mal entre todos los pueblos. Después de publicarse el libro se desató una tremenda ola de oposición, cada vez mayor. En la Oficina del Historiador de la Iglesia tenemos una colección de centenares de libros, folletos, revistas y otros artículos que se han publicado contra José Smith y el Libro de Mormón.

Estas críticas comenzaron mucho antes de imprimirse el Libro de Mormón, y fueron aumentando durante los primeros cincuenta años después de su publicación. Aun en la actualidad continúan los ataques, aunque menos numerosos, la crítica ha sido, por lo general, de lo más rencorosa y vil que la mente humana ha podido concebir.

Se han circulado por todo el mundo falsedades respecto del origen del libro. Algunos de los que hna impugnado el libro han tratado de despedazarlo, disecarlo, despojarlo de toda su inspiración y cosas buenas, y han ridiculizado sus profecías. Parece que nada han dejado pasar por alto en sus críticas y ataques. Sin embargo, el libro permanece. Ha resistido con éxito la tormenta de la crítica y el odio por más de cien años, mientras que la mayor parte de estos ataques se han derrotado a sí mismos por el peso de sus propias contradicciones.

La declaración de Orson Pratt

Hablando de la autenticidad divina del Libro de Mormón, el hermano Orson Pratt ha dicho:

“El libro ha de ser verdadero o falso. Si es verdadero, viene a ser uno de los mensajes mas importantes que Dios jamás ha comunicado al hombres, pues causa efecto en los intereses temporales así como eternos de todo pueblo bajo los cielos, en el mismo grado que el mensaje de Noé causó efecto en los habitantes del mundo antiguo.
Si es falso, constituye una de las imposturas más astutas, viles, descaradas y falaces que jamás se ha introducido en el mundo con el objeto de engañar y perder a millones que lo recibirán sinceramente como la palabra de Dios, y se harán la ilusión de estar firmemente establecidos sobre la roca de la verdad, hasta ser arrojados, con sus familias, en la más negra desesperación.

“Es de tal naturaleza el mensaje del Libro de Mormón, que, de ser cierto, nadie puede salvarse si lo rechaza; si es falso, nadie puede ser salvo por recibirlo. Por tanto, todo ser, en todo el mundo, está igualmente interesado en precisar su veracidad o falsedad.
En un asunto de tan trascendental importancia, nadie debe quedar satisfecho con las conjeturas o parecer de otros. Debe esforzarse personalmente por conocer a fondo la naturaleza del mensaje. Debe examinar cuidadosamente la evidencia que se ofrece al mundo.

Con toda paciencia y perseverancia debe procurar obtener el conocimiento preciso de que si es de Dios o no. Sin tal investigación, efectuada de la manera más cuidadosa cándida e imparcial, la persona no puede juzgar con seguridad sin poner en extremo peligro su futuro y eterno bienestar!

“Si después de un riguroso examen se descubre que es una impostura, debe publicarse extensamente al mundo que tal es el caso; clara y lógicamente se deben presentar la evidencia y argumentos que resultaron en el descubrimiento de la impostura.
A fin de que aquellos que han sido sincera, aunque lamentablemente engañados, puedan percibir la naturaleza de la decepción y sean rescatados, y que aquellos que continúan publicando el fraude sean denunciados y callados, no por la fuerza física, ni por persecusiones, falsas aserciones o el escarnio, sino por fuertes y convincentes argumentos y por evidencia deducida de las Escrituras y la razón.

Estas, y solamente éstas deben ser las armas que se han de emplear para descubrir y echar abajo las falsas doctrinas, para rescatar al género humano de sus errores, para denunciar el fanatismo religioso y hacer callar a los ruines y viles impostores.

“Por otra parte, si la investigación demuestra que el Libro de Mormón es verdadero y de origen divino, entonces la importancia del mensaje se vuelve tan grande, y las consecuencias de rechazarlo o aceptarlo tan trascendentales, que las diferentes naciones, a las que en la actualidad se envía, y en cuyo idioma se publica, deben arrepentirse rápidamente de todos sus pecados y renunciar a todas las inicuas tradiciones de sus padres, como imperativamente se lo manda hacer el mensaje.” Orson Pratt’sWorks, págs. 124-125.

Una posición razonable

Esta afirmación del hermano Pratt es ciertamente justa. En toda nuestra historia, los Santos de los Ultimos Días, han estado dispuestos a guiarse por la lógica de esta tesis. Las rencorosas denuncias y censuras de los que nunca han leído el libro, así como la circulación de mentiras, como la anticuada acusación de que el libro es obra de Spaulding, no deben ser creídas ni difundidas por personas honradas.

Cuando los judíos aprehendieron a Pedro y sus hermanos y les mandaron que cesaran de predicar “a Jesucristo, y a éste crucificado”, ellos contestaron: “Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch. 5:29). . . y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.” (Hch. 5:32).
Llenos de ira, aquellos príncipes de los judíos querían matar a los apostóles, “cuando levantándose en el concilio un Fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerable a todo el pueblo, mando que sacasen fuera un poco a los apostoles”, y entonces, dirigiéndose a aquellos príncipes, les dijo:

“Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerás
“Mas si es de Dios, no la podréis deshacer, no seáis tal vez hallados resistiendo a Dios.” (Hch.5:34,38-39)

Igual cosa diría yo a todos. Apartaos del espíritu de condenación y rencor contra la obra de José Smith. Si es de los hombres, inevitablemente fracasará. Si es de Dios, no lo podréis destruir, y es cosa terrible ser hallados resistiendo a Dios.
No estoy hablando en esta ocasión con el propósito de argüir, sino simplemente dar testimonio de lo que yo sé que es verdad. Moroni, último escritor del Libro de Mormón, prometió lo siguiente a todos los que viven en la actualidad:

“Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntaseis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo.” (Moro.10:4)

Millares de personas han puesto a prueba esta promesa. Yo soy uno de ellos, y solemnemente testifico que el Señor me ha hecho saber, por la voz de su Espíritu, que lo que está escrito en este libro es ciertamente verdad. Lo digo entendiendo perfectamente bien lo que significa tal declaración. No me atrevería a decir tal cosa con una mentira en los labios.

Cuando el Libro de Mormón fue presentado al mundo, fue una sorpresa desagradable para la gente pensar que un mero joven pretendiera hacer semejante declaración en esa época. Cuando los primeros elderes de la Iglesia salieron con el mensaje, el espíritu de oposición y rencor los siguió a todo pueblo y aldea.
La gente, casi universalmente, opinó y expresó esa creencia, de que la narración era demasiado ridícula e irrazonable para esta época de esclarecimiento en que no hay visiones ni revelaciones de origen celestial.

El poeta Thomas Campbell dijo:” Es la distancia lo que da la belleza al panorama.” Cuán cierto es. La gente inmediatamente acepta todas las manifestaciones que se hallan en la Biblia, algunas de las cuales son asombrosamente raras, pero mueven la cabeza y condenan a José Smith por declarar que recibió un registro antiguo escrito en planchas de oro. Elbert Hubbard, escritor y filósofo, de hace pocos años, dijo una vez:

“Por qué algunas personas, que creen que Moisés halló las tablas de piedra grabadas por Jehová, cavilan y se burlan de las planchas de metal descubiertas por José Smith, no puedo comprenderlo. Solo es una cosa de tiempo y distancia; pero el tiempo no puede hacer que lo falso llegue a ser verdadero. Lo que sucedió una vez puede acontecer de nuevo. Si Dios fué Dios en el tiempo de Moisés, es Dios todavía.

La razón justifica la declaración

Sin duda la razón sostiene esta clara declaración dicha por aquel filósofo de pensamientos independientes. Además lo dicho por élder Pratt, si el libro es verdadero, y el Señor en su misericordia ha dado al mundo luz adicional, entonces se lo debiese recibir con alegría porque el mensaje es urgente. Dos de los profetas del Libro de Mormón nos han dejado una advertencia, “como la voz de uno que clama desde el polvo.” Nefi, el primero, ha escrito:

Y ahora bien, amados hermanos míos, todos los que sois de la casa de Israel, y todos vosotros, ¡oh extremos de la tierra!, os hablo como la voz de uno que aclama desde el polvo: Adiós, hasta que venga ese gran día.
Y vosotros, los que no queréis participar de la bondad de Dios, ni respetar las palabras de los judíos, ni mis palabras, ni las palabras que saldrán de la boca del Cordero de Dios, he aquí, me despido de vosotros para siempre, porque estas palabras os ccondenarán en el postrer día.
Pues lo que sello en la tierra será presentado contra vosotros ante el tribunal del juicio; porque así me lo ha mandado el Señor, y yo debo obedecer. Amén. (2N.33:13-15)

El otro profeta es Moroni, el que cerró el registro, y al cerrarlo dijo en relación a su testimonio y las palabras del libro:

Y os exhorto a que recordéis estas cosas; pues se acerca rápidamente el día en que sabréis que no miento, porque me veréis ante el tribunal de Dios; y el Señor Dios os dirá: ¿No os declaré mis palabras, que fueron escritas por este hombre, como uno que clamaba de entre los muertos, sí, como uno que hablaba desde el polvo? (Mor. 10:27)

Se debe conceder, ciertamente, que si este libro es verdadero, y Nefi y Moroni en verdad fueron comisionados a testificar por Cristo, “hablando desde el polvo,” no cabe la menor duda que todos los que escuchan estas palabras de testimonio y las rechazan tienen una grave responsabilidad cuando sean llamados a juicio.

Además, todos los que han condenado dichos escritos como falsos y han persuadido a otros a rechazarlos tendrán que dar cuenta por la sangre de todos los que han persuadido así a oponerse a la voluntad del Señor.

Nuestro Salvador dijo a los judíos de su generación; “Por tanto, he aquí, yo os envío aprofetas, y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la asangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, al que matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta ageneración. (Mt.23:34-36)

Es cosa justa que todos los que persuaden a otros a rechazar las palabras de vida, respondan por el sufrimiento que hacen venir sobre otros.

Todos tendremos que presentarnos en aquel día del gran juicio y se nos dice que todo hombre será juzgado según sus obras.

Quiero dejar mi testimonio con ustedes junto con los testimonios de aquellos dos profetas antiguos. Yo se que Jesucristo es el Unigénito Hijo de Dios en la carne: que sí habló a los antiguos habitantes de este hemisferio; que tuvieron profetas y se les enseñó el evangelio.

Fueron visitados por el Hijo de Dios después de su resurrección y El estableció su iglesia entre ellos. Es mi solemne deber como un siervo del Señor dar testimonio, que yo, también, pueda presentarme sin mancha en aquel gran día.

No quiero que ningún hombre que escuche mi voz se levante a condenarme por no haberle dado la admonición.

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