La Restauración de Todas las Cosas


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La Fe:
El Fundamento de toda Justicia


Objeto: Entender que la fe es “el primer principio de la religión revelada y el fundamento de toda rectitud”, y que es de primera consideración en nuestras vidas.

La fe es la causa de toda acción

El profeta José Smith dijo que la fe es “el primer principio de la religión revelada, y el fundamento de toda justicia”, y el escritor de la epístola a los Hebreos:

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron aprobación los antiguos.
Por la fe entendemos que los mundos fueron formados por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue de lo que no se veía. (Heb. 11:1-3) Comentando sobre esto el profeta José Smith también dijo:

“Por esto aprendemos que la fe es la seguridad que los hombres tienen de la existencia de cosas que no han visto, y el principio de acción de todos los seres inteligentes.

“Si los hombres se considerasen así mismos debidamente y tornasen sus pensamientos y reflecciones a la operación de sus propias mentes, descubrirían en seguida que es la fe, y únicamente la fe, la causa movedora de toda acción en ellos; que sin ella la mente y el cuerpo estarían en un estado de inactividad y todos sus esfuerzos cesarían, tanto físicos como mentales.

“Si esta clase de hombres volviesen a refleccionar sobre la historia de sus vidas, desde el período de suprimera memoria, y se preguntasenque principio les incito a actuar, o que les dio la energía y actividad para cumplir con todas sus vocaciones, llamamientos y empresas, ¿cual sería la respuesta?
¿No sería acaso la seguridad que tenían de la existencia de algo que no habían visto todavía? ¿No sería la esperanza consecuentemente derivada de su creencia de cosas no vistas que los estimulo a actuar y los impulso a obtenerlas?

¿No se depende de la fe o creencia, para la adquisición de todo conocimiento, sabiduría e inteligencia? ¿Se esforzarían para obtener sabiduría e inteligencia a menos que creyesen que las podría obtener? ¿Habrían jamás pedido, a menos que hubiesen creído que recibirían?

¿Habrían jamás buscado, sino hubiesen creído que hallarían? 0, ¿habrían jamás llamado si no hubiesen creído que les sería abierto? En una palabra, ¿hay alguna cosa que habrían hecho, sea física o mental, si no antes hubieran creído que la realizarían.

¿No están todos sus esfuerzos de cualquier clase dependiendo de su fe? Dense cuenta y pregúntense si estas cosas no son verdaderas.. Refleccionen y vean si la fe no es la causa movedora de toda acción; y, si es la causa movedora en ustedes, ¿no podría ser en todos los otros seres inteligentes?

Los grandes descubrimientos han venido por la fe

Vemos por nuestras reflecciones que es el principio de la fe que impulsa a la acción, ¡Cuántas maravillas se han logrado en estos tiempos modernos por el ejercicio de la fe debidamente acompañada de las obras! En verdad ha venido el tiempo que fue profetizado por el profeta Joel.

El Señor ha derramado de su espíritu sobre toda carne. Los grandes descubrimientos en la física, química, medicina, cirujia, mecánica, los cuales se han realizado porla inspiración concedida a los hombres en todas partes de la tierra, y los cuales nos han traído un mundo de maravillas.

Pero es palpable que ninguna de estas grandes cosas habrían acontecido si el espíritu de fe no hubiera reposado sobre estos científicos, inventores y descubridores, al ser inspirados por el Todopoderoso, y aún estaríamos viviendo sin estas cosas tal como nuestros abuelos. Cuántas horas de fastidiosa labor y prolongados sufrimientos padecieron aquellos investigadores para traer a luz mejores condiciones, nunca sabrá el mundo.

Rindamos honor a los nombres de Pasteur, Lister, Jermer, Morton, los Curie, Roentgen y una hueste de otros que resultan demasiados para mencionar, los cuales por su fe y obras han aliviado el sufrimiento y las cargas de sus semejantes. Igualmente rindamos honor a Edison, Whitney, Watt, Morse, Marconi y todos los demás que han hecho la vida más placentera con sus descubrimientos e invenciones.

La perversión del principio de la fe

Desafortunadamente los hombres a veces han puesto su fe en el desarrollo de instrumentos de maldad, y han convertido los descubrimientos más útiles en medios de destrucción y muerte. Entre los descubrimientos que han venido al hombre son relativamente muy pocos los que no se han tornado en contra de su propósito original y se han vuelto instrumentos para lograr algún designio malvado y mezquino.

Uno de los más diabólicos es el uso de los descubrimientos científicos para la fabricación de bombas “robot” que no tienen otro objeto que ser lanzadas sobre ciudades y gente inocente y suscitar así el pánico y terror. Todo esto viene por una fe errante y por la influencia nefasta de personas sin escrúpulos.

Es verdad que la fe puede, y frecuentemente es, usada para incitar la maldad; y por su mala aplicación ambos, el conocimiento y poder se han logrado por una temporada, pero todos los designios traídos a luz han sido por el mal uso del poder, la mala aplicación del conocimiento y la falsa ejecución de la fe. Sólo aquella fe que se establece en la rectitud perdurará.

Andamos por fe

Andamos por fe y por tanto nuestra fe debe ser inspirada por, y basada sobre, los principios de rectitud. En otras palabras debe venir de las fuentes de luz y verdad, Santiago ha dicho acertadamente. “Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Stg. 1:17)

Nuestra fe, entonces debe fundarse en Dios como la fuente de toda luz, sabiduría y poder, en el cual la plenitud de la perfección mora. Debemos tener fe en su Hijo Jesucristo, como el Bedentor del mundo, y esto viene sólo por nuestra obediencia y humildad, sujetándonos a “cada palabra que sale de la boca de Dios.”

La fe es el principio de la sabiduría

Mi colaborador el hermano Juan A. Widtsoe, ha dicho:

“La fe es el principio de la sabiduría evangélica; el fundamento de la ejecución humana, el elemento vital del progreso. Es mejor tener fe en Dios que tener pan. Los dones de fe son dos: conocimiento y poder. Estos son para cada cual como las orillas de un escudo, donde está una, allí está la otra.

Estos dones estaban en la mente del apóstol Pablo cuando definió la fe como, ‘’La sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.” La fe es el conocimiento que sobrepuja los linderos ordinarios. El alcance del ojo físico rigurosamente limitado, percibe sólo una parte del material del mundo; pero la visión de fe percibe el misterio del mundo invisible y sus límites siempre se extienden.

Tal supremo conocimiento se edifica sobre la experiencia humana. Recopila o suma el total que la existencia ha enseñado. Así, la fe es todo el conocimiento del hombre a mas de la interpretación divina. El conocimiento humano es como la crisálida en su capullo; la fe como la mariposa, con su prisión muerta quedando atrás, Tal conocimiento no conoce ninguna duda, porque no se precisa de ningún andamio donde la verdad se presenta cabalmente revelada.”

Lo que se enseña por el evangelio restaurado

El evangelio nos enseña que somos linaje de Dios; sus hijos e hijas. Moramos con El en el preexistente mundo espiritual, antes que viniéramos a esta tierra para habitar en cuerpos de carne y huesos.

Todos hemos visto a nuestro eterno Padre, porque en aquella vida anterior anduvimos en su presencia, pero para que el hombre pudiera llenar la medida de su creación era necesario que tuviese una probación en la vida mortal (terrenal), donde se le requeriría andar por fe, y no por vista.

Para llevar a cabo este gran de propósito todo nuestro conocimiento anterior nos fue quitado y venimos a este mundo como niños inertes para comenzar de nuevo y aprender aquí, línea por linea, precepto por precepto, un poco aquí, y un poco allí. Le fue revelado a José Smith que en los concilios de los cielos cuando se consideró el plan de salvación para este mundo mortal, Jesús dijo:

“Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos estos materiales, y haremos una tierra en donde estos puedan morar:
“Y así los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare.
“Y a los que guardaren su primer estado les sera añadido; ya que los que no guardaren su primer estado no recibirán gloría en el mismo reino con los que lo hayan guardado; y quienes guardaren su segúndo estado, recibirán aumento de gloria sus cabezas para siempre jamás.” (P. de G. P. Abrahán 3:24-26)

De modo que, cuando el mundo fue preparado, los espíritus de los hombres fueron mandados a este mundo y aquí se les visitó con cuerpos de carne y huesos, mas fueron desterrados de la presencia del Todopoderoso.

No fueron abandonados, sin embargo, ni dejados a tropezar en la obscuridad espiritual, porque el Señor se les reveló por medio de ángeles y por su propia voz, los mandamientos que les mandó guardar por lo cual pudiesen volver a supresencia.

Es aquí en esta vida donde el gran principio de fe debe ser ejercido por todos nosotros y por elcual se nos probará y así hacernos dignos, por medio de nuestro libre albedrío y por ejercer la fe, para las recompensas que el Señor tiene guardadas para todos los que le sirven.

La voluntad de nuestro Padre Eterno

La voluntad de nuestro Padre Eterno se nos ha hecho saber. Ha sido proclamada por su Hijo Unigénito, Jesucristo y por sus siervos los profetas desde la fundación del mundo. Ningún hombre debe ser ignorante de este eterno plan de salvación que le traerá de vuelta a la presencia de Dios para ser coronado con la inmortalidad y vida eterna. Cada principio, que se requiere para lograr dicho propósito ha sido revelado y el Señor ha dicho explícitamente:

“El qué quisiere hacer su voluntad, conocerá! de la doctrina si viene de Dios, o sí yo hablo de mí mismo.” (Jn. 7:17)

Y de nuevo; “Si vosotros permaneciereis en mí palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.” (Jn 8:31-32)

El engaño de la justificación de la fe

Una de las más perniciosas doctrinas jamás anunciadas por el hombre es la doctrina de la “justificación por la fe solamente,” que ha entrado en el corazón de millares desde los días de la susodicha “reformación”. Una vez un ministro protestante me dijo a m íy a mi compañero, Stephen W.Walker, lo siguiente; “Si toda la Biblia fuese perdida con excepción del versículo nueve del capítulo diez de Romanos, tendríamos suficiente para salvar al mundo”. Este versículo es:

“Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.

Este hombre había hecho lo que millares han hecho, separar un pasaje del contexto, aislarlo y fijar su fe en él rechazando la necesidad de todo lo demás que se enseña para la salvación del hombre. Entonces de nuevo, había pasado por alto el hecho que estas palabras fueron escritas a los que ya por sus obras eran miembros de la Iglesia. Cuando le pregunté que explicara el sentido de las palabras de nuestro Señor, y que las pusiera de acuerdo no pudo hacerlo. Estas palabras son las siguientes:

Todo árbol que no da buen afruto es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.
No todo el que ame dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.
Y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos y azotaron aquella casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Y a cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena.
Y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. (Mateo 7:19-27)

Es un falso concepto por parte de los que afirman que S.Pablo enseñó que el hombre se salvará simplemente por una confesión de labios, o por una declaración que Jesucristo es el Hijo de Dios. Pablo enseñó que ningún hombre podía salvarse sin acompañar su fe con obras. Lo más enfático fueron sus palabras a los santos en Roma:

“Mas por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesorarás para tí mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios;
“El cual pagará a cada uno conforme a sus obras”. (Rom. 2:5,6)

Cuando Santiago enseñó a los santos, “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos,” y otra vez. “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta.”

Estaba perfectamente de acuerdo con S.Pablo y también con el Maestro Jesucristo. Cuando el hombre trajo a su hijo afligido a los discípulos y pidió que lo sanasen, no pudieron. Cuando Jesús apareció el hombre le dijo:

Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y padece terriblemente; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas otras en el agua.
Y lo he traído a tus discípulos, pero no lo han podido sanar. Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
Y Jesús reprendió al demonio, y este salió del muchacho, y quedó sano desde aquella hora. Entonces, los discípulos se acercaron a Jesús aparte y dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?
Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno. (Mateo 17:15-21)

En otras palabras, para poder ejercer tal fe, tiene que haber obras. En verdad la fe sin obras es y siempre será muerta.

Hoy día en la tierra hay una gran falta de fe en Dios. El Señor predijo que esto sucedería. En su ministerio se les preguntó a sus discípulos: “Os sigo que los defenderé presto. Empero cuando el Hijo del Hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra? Dió respuesta a su propia pregunta por declarar que como era en los días de Noé así sería en el día de su venida como el Hijo del Hombre.

La Burla es la orden del día

El esceptisismo, la birria, y la incredulidad de los milagros de las Escrituras parece ser el orden del día. Los hombres eruditos se han burlado de estos milagrosos hechos en las Escrituras y han tratado de explicárselos como la nada.

Se han mofado de las sagradas palabras de nuestro Señor cuando dijo:

“Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte? Quítate, y echate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que sera hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.
“Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. (Mr. 11:22-24)

La verdadera fe acompañada por el espíritu de humildad les llevará a los hombres al conocimiento de la verdad. No hay ninguna buena razón por qué los hombres en todas partes no han de saber o reconocer la verdad que hace a los hombres libres.

No hay ninguna buena razón para que todos los hombres no puedan descubrir la luz de verdad y conocer que el Señor ha hablado otra vez en estos últimos días.

Pablo declaró que los hombres deben “buscar a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros”.

Aun en medio de la obscuridad espiritual y la falta de fe, que cubre la tierra, el brazo del Señor no se ha acortado.

El escuchará la sincera súplica del honesto buscador de la verdad; y nadie precisa andar sin el conocimiento de la divina verdad y de hallar la verdadera Iglesia de Jesucristo. Todo lo que precisa una persona es la humilde fe y un espíritu contrito con la determinación de andar en la luz, y el Señor se lo revelará.

“Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. (Heb. 11:6)

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