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Capítulo VIII
El juicio final
El Gran Día del Juicio Final
Las actividades de cada hombre en la vid a preterrenal, en la vida mortal y en el mundo espiritual alcanzarán su culminación al ser revisadas y examinadas en el gran día del juicio final. Esa gran prueba y evaluación final sirve de línea de demarcación entre la preparación del hombre y el recibimiento de sus responsabilidades eternas y herencia celestial. Todas sus labores y esfuerzos por innumerables milenios, sólo han sido una preparación para este gran evento.
Aunque el tiempo de cada hombre para comparecer ante la barra del juicio de Cristo sea breve, el tiempo total de juicio para todos los hombres tiene necesariamente que ser un período largo. Si a cada hombre se le dieran sólo diez minutos, ¡imagínense cuántos años tomaría considerar el caso de todos! Según los comentarios de Orson Pratt:
Podemos anticipar un ajuste general de cuentas con todos los habitantes de la tierra, justos e injustos. No se ha revelado cuan largo será ese día que llaman el día del juicio. Pero puede ser bastante más extenso de lo que suponemos.1
Aunque las revelaciones no declaran explícitamente la duración del día del juicio final, ciertos indicios revelados en varios pasajes de la escrituras demuestran ampliamente que ese día se extenderá sobre un período de mil años o más. Por eso, con referencia a la palabra día2 del juicio, todos deberíamos recordar la admonición de Pedro que dijo: “no ignoréis esta una cosa, que un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.”3
Las escrituras dan evidencia de que el juicio final comenzará inmediatamente después de que Cristo haya venido en su gloria, y continuará durante Su reinado milenario, pasando la segunda resurrección, hasta que la tierra haya pasado y todos los hombres hayan sido enviados al reino de Gloria que se les haya asignado. No se debe permitir ninguna confusión concerniente a la naturaleza del juicio final mientras hablamos de su duración. El término, juicio final, se refiere al examen que todo hombre recibirá después de su resurrección. Aunque a su venida, Cristo juzgará a todo mortal que se encuentre en la tierra,4 tal juicio no se considera como el final, ya que los que mueran en ese día, todavía se levantarán en la resurrección para de nuevo dar cuenta de sus obras.
Parece que aquellos que se levantan en la primera resurrección, al principio del milenio, serán juzgados inmediatamente al salir de la tumba, en vez de esperar hasta el fin del milenio. Esto se demuestra por medio de varios pasajes que indican los resultados del juicio final pero que cronológicamente, se refieren al comienzo de la época milenaria. Por ejemplo, Juan El Revelador escribió:
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue dado juicio; y vi las almas de los degollados por el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios, y que no habían adorado la bestia, ni a su imagen, y que no recibieron la señal en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Mas los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección: la segunda muerte no tiene potestad en estos: antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.5
Las palabras reveladas por el Salvador contienen Su promesa:
Porque en mi propio y debido tiempo vendré sobre la tierra en juicio, y mi pueblo será redimido y reinará conmigo sobre la tierra.
Porque vendrá el gran Milenio, del cual he hablado por boca de mis siervos.6
Una vez más el Maestro, durante los últimos días de Su vida mortal, describió eventos concernientes a Su gloriosa venida al comienzo del milenio, que indican que ese será el tiempo del juicio para los justos que se levantarán en la primera resurrección:
Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentara sobre el trono de su gloria.
Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartar á los unos de los otros, como apart a el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondr á las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.7
El apóstol Pablo dijo:
Para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles delante de Dios y nuestro Padre, para la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus Santos.8
Y finalmente, el Señor ha revelado que aquellos que le ayudan a juzgar a los justos de la casa de Israel vendrán en Su Gloriosa Venida a juzgar a aquellos que hayan guardado los mandamientos “Y a nadie más”:
.. . y ha salido como un firme decreto por la voluntad del Padre, que mis apóstoles, los Doce que estuvieron conmigo durante mi ministerio en Jerusalén, estarán a mi diestra, el día de mi venida en una columna de fuego, ataviados con vestidos de justicia, y coronas sobre su cabeza, en gloria igual que yo, para juzgar a toda la casa de Israel, sí, a cuantos me hayan amado y guardado mis mandamientos, y a ningún otro.
Porque sonará una trompeta larga y fuertemente, así como en el Monte de Sinaí, y toda la tierra temblará; y saldrán, sí, los que murieron en mí, para recibir una corona de justicia y ser revestidos así como yo, par a estar conmigo, a fin de que seamos uno.9
Otros pasajes indican que el proceso del juicio continuará o será resumido al fin del milenio, después de la segunda resurrección. El juicio que se llevará a cabo en ese tiempo se concretará a los inicuos que se levantarán en la resurrección de los injustos. El Señor ha revelado: “Mas he aquí, he guardado al resto de los inicuos en cadenas de tinieblas hasta el juicio del gran día que vendrá al fin de la tierra.”10 Y mientras revelaba la naturaleza de las trompetas que controlarán los eventos de los últimos días, el Señor reveló que:
Y además, sonará otra trompeta, que es la tercera trompeta; y entonces vienen los espíritus de los hombres que han de ser juzgados, y que se hallan bajo condenación.
Y éstos son el resto de los muertos; y no vuelven a vivir sino hasta que pasen los mil años, ni vivirán hasta el fin de la tierra.11
Así que se entiende que el día del juicio incluirá y aun se extenderá más allá de la época milenaria. El hombre puede esperar ser juzgado individualmente poco después del día de su resurrección. Aquellos que se levantan en la primera resurrección, serán juzgados en los primeros días del milenio, mientras que aquellos que sean retenidos hasta la segunda resurrección, se enfrentarán a su Creador al final de la existencia mortal de la tierra. El hombre determina durante su estado mortal su día de juicio, así como también escoge su reino en el mundo espiritual y su grado de resurrección y gloria. Según lo que el Señor ha revelado:
He aquí, mis ojos ven y conocen todas sus obras, y tengo reservado en su sazón un juicio repentino par a todos ellos; porque para cada hombre hay una hora señalada, de acuerdo con sus obras.12
Todos Serán Juzgados
El gran juicio final será universal; ningún hombre se librará de él. Según escribió Pablo a los Corintios:
Porque es menester que todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo.13
A los Santos en Roma les escribió lo siguiente:
Porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo.
Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.14
Para nosotros en los últimos días, Mormón nos dio su testimonio de que,
Todos tendréis que comparecer ante el tribunal de Cristo, sí, toda alma que pertenece a la familia humana completa de Adán; y os presentaréis par a ser juzgados por vuestras obras, ya sean buenas o malas.15
No solamente todo hombre y mujer será juzgado, sino que todo acto oculto será examinado en el gran día del juicio final. “Porque Dios traerá toda obra a juicio, el cual se hará sobre toda cosa oculta, buena o mala.”16
Cristo el Juez
El proceso del juicio está centrado en Jesucristo. Sobre esto, el Salmista escribió lo siguiente:
Vendrá nuestro Dios, y no callará: fuego consumirá delante de él, y en derredor suyo habrá tempestad grande.
Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo.
Juntadme mis santos; los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.
Y denunciarán los cielos su justicia; porque Dios es el juez.17
Aunque se verá que mucha de la responsabilidad para juzgar será delegada, este pasaje parece indicar que el Salvador bendecirá a los justos con el privilegio de reunirse personalmente con El mientras reciben su recompensa eterna. Cristo mismo clarifica que El es el Dios de quien la escritura habla, cuando declara a un grupo de Judíos no creyentes:
Porque el Padre a nadie juzga, mas todo el juicio dio al Hijo.
Para que todos honren al Hijo como honran al Padre.18
La responsabilidad de juzgar la tierra, fue en verdad una delegación de autoridad de Dios el Padre a Jesucristo.
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo:
Y también le dio poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre.19
Por esta razón Pablo escribió que Jesús “nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.”20
Otros Servirán de Jueces Bajo Cristo
En una ocasión el apóstol Orson Pratt, mientras consideraba la manera en que se conduciría el juicio, comentó:
Me parece que a menos que haya un gran número de seres encargados de juzgar a los muertos, ese proceso requeriría un período muy largo de tiempo. Par a que alguien investigue personalmente todas las palabras y pensamientos ociosos de los hijos de los hombres, desde los días de Adán hasta nuestros días, requeriría muchos millones de años. Por lo tanto, he llegado a otra conclusión, y éso es que Dios tiene Sus agentes, y que a través de esos agentes serán juzgados los muertos.21
Estos comentarios no son meramente la lógica personal de Orson Pratt, porque el Señor ha revelado que otros lo ayudarán durante el juicio. A sus apóstoles en Palestina, Cristo dijo:
Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó a mí,
Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos juzgando a las doce tribus de Israel.22
Según el profeta Mormón, mientras los doce discípulos de Jerusalén juzgarán a toda la Casa de Israel, los doce discípulos que Jesús seleccionó en América juzgarán a los Nefitas y a los Lamanitas, después de que ellos mismos hayan sido juzgados por los doce discípulos de Jerusalén:
Sí, he aquí, escribo a todos los extremos de la tierra; sí, a vosotros, doce tribus de Israel, que seréis juzgadas según vuestras obras por los doce que Jesús escogió en la tierra de Jerusalén para que fuesen sus discípulos.
Y escribo también al resto de este pueblo, que igualmente será juzgado por los doce que Jesús escogió en esta tierra; y éstos serán juzgados por los otros doce que Jesús escogió en la tierra de Jerusalén.23
Parecería que en el juicio, así como en la vida mortal, el mundo espiritual y la resurrección, la responsabilidad será delegada por dispensaciones y por generaciones dentro de cada dispensación. José Smith, como cabeza de la dispensación del cumplimiento de los tiempos, será responsable de juzgar a todos los que hayan vivido durante los últimos días. Como Parley P. Pratt enseñó:
Este día les doy este testimonio de que José Smith fue y es un Profeta, Vidente, y Revelador—un apóstol que posee las llaves de esta última dispensación del reino de Dios, bajo la dirección de Pedro, Santiago, y Juan. Y no sólo fue un profeta y apóstol de Jesucristo que vivió y murió como un profeta sino que ahora vive en el mundo espiritual y posee las mismas llaves para toda esta generación. Así también él poseerá esas llaves por toda la eternidad. Y ningún poder en el cielo o en la tierra jamás se las quitarán, porque permanecerán con él por toda la eternidad. Y él se levantará—sí, otra vez en la carne sobre esta tierra, a la cabeza de los Santos de los Últimos Días bajo la dirección de Jesucristo, y de Pedro, Santiago y Juan . El poseerá las llaves para juzgar a la generación de aquellos a quienes fue enviado, y juzgará a mis hermanos que presiden sobre mí. Y me juzgará a mí, junto con los apóstoles que han sido ordenados por la palabra del Señor a través de él y bajo su administración.
Cuando ésto se lleve a cabo, esos apóstoles juzgarán a esta generación y a los Santos de los Últimos Días. Y los juzgará n con ese juicio que Jesucristo les dar á a ellos. Y ellos tendrán el mismo espíritu y la misma mente que Cristo, y el juicio de ellos será Su juicio, porque serán uno. . . .
Yo espero, por el poder de la resurrección y por el poder vivificante de la gloria celestial, que mi memoria será perfeccionada, y que podré recordar todos los hechos, deberes y actos de mi propia vida. También recordaré, más correcta y perfectamente, cada acto de benevolencia que jamás haya sido hecho por mí en el nombre del Señor y por causa de mi llamamiento. Y recordaré con más claridad, toda negligencia y todo desprecio de parte de aquellos a quienes he sido enviado.
Podré decirle al justo, ‘Bien hecho, siervo bueno y fiel, porque has hecho bien a mí y a mis hermanos: por lo tanto, entrad en el gozo del Señor.’ También podré decirles a otros, ‘Alejaos de mí porque sufrí hambre y no me alimentasteis. Estuve desnudo, y no me vestísteis. Estuve enfermo o encarcelado, o perdido, y no me ayudasteis. Tuve una misión que cumplir, y no mostrasteis interés en ella.’
Así será con el hermano José, o el hermano Brigham, o con cualquiera de los apóstoles o élderes que tienen una porción de las llaves del sacerdocio en esta generación, si las mantienen fielmente. Podrá n recordar y entender todos sus propios actos y todos los hechos de esta generación a quienes ha n sido enviados. Y ellos juzgarán en el nombre del Señor Jesucristo. Nosotros seremos juzgados por José Smith, y él será juzgado por Pedro, Santiago y Juan, y sus compañeros. El hermano Brigham, quien preside ahora sobre nosotros, poseerá las llaves bajo la dirección del hermano José. Y él y sus hermanos, quienes poseen las llaves junto con él o bajo su dirección, juzgarán al resto de la gente. Y ellos poseerán esas llaves por toda la eternidad, a través de mundos sin fin. Con esas llaves ellos tendrá n que juzgar a esta generación. Y Pedro, Santiago y Juan poseerán las llaves par a presidir, juzgar, y dirigir al hermano José Smith a través de toda la eternidad. Y Jesucristo poseerá las llaves sobre ellos y sobre nosotros, bajo la dirección del Padre para quien sea toda la gloria. Este es mi testimonio y en obediencia a esas llaves si Dios me abre el camino y me concede la vida, continuaré mi obra.24
También parece que juzgar no sólo les corresponde a los apóstoles, sino también a muchos miembros justos de la Iglesia de Cristo. Cristo ha revelado:
He aquí, en estos postreros días, yo, el Señor, he hecho a mi Iglesia semejante a un juez que se sienta en un monte, o en un lugar alto, para juzgar a las naciones.
Pues sucederá que los habitantes de Sión juzgarán todas las cosas pertenecientes a Sión.25
El Profeta Daniel vio los últimos días y vio que “Se dio el juicio a los Santos del Altísimo; y vino el tiempo, y los Santos poseyeron el reino.”26 Y Pablo les escribió a los Santos en Corinto, diciendo:
¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?. . .
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de este siglo?27
Como vemos, el ser juez es parte de la responsabilidad y bendición de aquellos que llegarán a ser “sacerdotes y reyes”28 en el mundo celestial. Aunque parte de esta responsabilidad puede ser la de participar en el proceso del juicio final, el llamamiento para actuar como juez también consistirá en continuar como una autoridad para presidir y gobernar en la misma forma que lo hacían los jueces de la Biblia,29 los jueces que gobernaron en la época del Libro de Mormón,30 así como nuestros obispos hoy. Esta manera de juzgar ha sido definida en una revelación del Señor:
Y el que desempeñe esta misión es nombrad o para ser juez en Israel, como fue en los días antiguos, para repartir las tierras de la herencia de Dios a sus hijos;
y par a juzgar a su pueblo por el testimonio de los justos, y con la ayuda de sus consejeros, conforme a las leyes del reino dadas por los profetas de Dios.
Pues de cierto os digo que se guardar á mi ley en esta tierra.
No piense ningún hombre ser gobernante; más bien, gobierne Dios, según el designio de su voluntad, al que juzga, o en otras palabras, al que aconseja o se sienta en el tribunal.31
Los Propósitos del Juicio Final
El proceso del juicio final logrará por lo menos ocho propósitos que son necesarios en el gran plan de salvación que Dios ha preparado. Cada fase del proceso es esencial al hombre en su relación futura con Dios. Esos propósitos son:
Causar que el hombre se dé cuenta de que sus propios actos determinan su destino.”El Señor sabe todas las cosas desde el principio,”32 ”sabe todas las cosas que han de suceder,”33 y “conoce todas las épocas que le están señaladas al hombre.”34 El “no tenía necesidad que alguien le diese testimonio del hombre; porque él sabía lo que había en el hombre.”35 El conoce las habilidades del hombre, su fortaleza y sus debilidades. Y tiene presciencia divina para anticipar el destino final del hombre aun antes de que el individuo entre en la vida mortal. El juicio no ha sido diseñado para el beneficio de Dios, poque El ya sabe los resultados. Al contrario, el juicio tiene el propósito de beneficiar al hombre que pasa por ese proceso.
El hombre no podrá alegar que la presciencia de Dios controló sus acciones y lo predestinó a cierto destino, porque aunque Dios le haya dado pruebas y desafíos, también le ha dejado su libre albedrío para “escoger la libertad y la vida eterna .. . o escoger la cautividad y la muerte.”36 Y El ha proclamado que:
Para que todo hombre pueda obrar en doctrina y principio pertenecientes a lo futuro, de acuerdo con el albedrío moral que yo le he dado, para que todo hombre responda por sus propios pecados en el día del juicio.37
En ese día de juicio, ningún hombre podrá decir que se le negó su albedrío. Todos se verán obligados a admitir que eligieron el comportamiento que determinó su destino eterno.
Causar que el hombre revise su vida mortal.Al presentarse el hombre ante el tribunal de Dios, revisará totalmente su existencia probatoria y tendrá un conocimiento perfecto de todos sus actos, buenos y malos. El proceso por medio del cual esto se llevará a cabo, puede ser similar a lo que experimentó el Presidente George Albert Smith cuando fue desafiado por su abuelo en el mundo de los espíritus. Según él relató:
Todo lo que antes había hecho pasó frente a mis ojos como una película sobre una pantalla—todo lo que había hecho. Muy rápido esta clara visión del pasado llegó hasta el momento mismo en que la experimentaba. Toda mi vida se había proyectado delante de mí.38
Parecería que el recuerdo de su pasado como lo describió el Presidente Smith, fue similar a la experiencia profetizada por el profeta Jacob:
Por lo que tendremos un conocimiento perfecto de toda nuestra culpa, y nuestra impureza, y nuestra desnudez; y los justos, hallándose vestidos de pureza, sí, con el manto de rectitud, tendrán un conocimiento perfecto de su gozo y de su justicia.
Y acontecerá que cuando todos los hombres hayan pasado de esta primera muerte a la vida, de modo que hayan llegado a ser inmortales, deberán comparecer ante el tribunal del Santo de Israel; y entonces viene el juicio, y luego deben ser juzgados según el santo juicio de Dios.39
Como veremos más adelante en este capítulo, en el proceso de repasar todos los hechos de la vida, será usada la evidencia de varios registros y libros, así como, en algunos casos, confrontaciones con testigos.
Por eso, el juicio final causará que todos los hombres repasen todos los hechos de su vida con el propósito de entender plenamente la razón de la recompensa obtenida.
Causar que el hombre reconozca la justicia del juicio de Dios.Una tercera responsabilidad que el hombre debe cumplir en el juicio final, es el reconocer que la determinación de justicia del Señor es, en su caso, justa y verdadera. Alma enseñó:
. . . tendremos que ir y presentarnos ante él en su gloria, y en su fuerza, en su poder, majestad y dominio, y reconocer, para nuestra eterna vergüenza, que todos sus juicios son rectos; que él es justo en todas sus obras y es misericordioso con los hijos de los hombres, y que tiene todo poder para salvar a todo hombre que crea en su nombre y dé fruto digno de arrepentimiento.40
Cada hombre se verá obligado a proclamar el mensaje que Juan el Revelador oyó desde el altar de Dios: “Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.”41
Causar que el hombre reconozca que Jesús es el Cristo.Aunque muchos han rechazado el evangelio y rehusado poner sus vidas en orden de acuerdo con el programa de Dios, en el día del juicio toda persona se verá obligada a reconocer la divinidad de Cristo y que El es el rey supremo, quien establece la ley. La voz del Señor ha proclamado que “Todos éstos doblarán la rodilla, y toda lengua confesará al que se sienta sobre el trono para siempre jamás.”42 El profeta Alma enseñó:
Sí, toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará ante él. Sí, en el postrer día, cuando todos los hombres se presenten para ser juzgados por él, entonces confesarán que él es Dios; y los que vivan sin Dios en el mundo entonces confesarán que el juicio de un castigo eterno sobre ellos es justo; y se estremecerán y temblarán, y se encogerán bajo la mirada de su ojo que todo lo penetra.43
De acuerdo al horario de los eventos de los últimos días, establecido en la sección 88 de Doctrina y Convenios, la trompeta angelical dará la orden de postrarse delante de Dios. Esa trompeta será oída y obedecida por todos los hombres, ya sea que estén en el cielo o en la tierra o que sus cuerpos estén todavía en la tumba:
Y otra trompeta sonará, la cual es la quinta trompeta, y es el quinto ángel que vuela por en medio del cielo y entrega el evangelio eterno a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos;
Y éste será el sonido de su trompeta, diciendo a todo pueblo, tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; porque todo oído lo oirá, y toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará, al escuchar el sonido de la trompeta, que dice: Temed a Dios y dad gloria al que se sienta sobre el trono, para siempre jamás; porque la hora de su juicio ha llegado.44
Los cuatro propósitos del juicio enumerados anteriormente serán cumplidos por la persona bajo juicio. Pero los cuatro propósitos siguientes serán cumplidos por el Señor y Sus representantes.
Otorgar perdón por los pecados. Dios ha revelado que “nada impuro puede entrar en su reino,”45 y también dijo que “no podéis ser salvos en vuestros pecados.”46 Sin embargo, “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”47 Por eso, a menos que haya un camino por medio del cual el hombre pueda arrepentirse y ser perdonado de sus pecados, ninguna persona podrá entrar en el reino celestial. Por medio de su expiación, Cristo puede permitirle al hombre sufrir por sus propios pecados o excusarlo del sufrimiento por medio del proceso del perdón. Esta decisión tiene que ser hecha por el Señor o Sus siervos, basándose en la actitud de la persona, sus obras, grado de arrepentimiento y deseo de confesar voluntariamente sus pecados en el día del juicio. Como testificó el apóstol Juan:
.. . y la sangre de Jesucristo . . . nos limpia de todo pecado.
Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.48
El perdón y la exoneración de toda responsabilidad de pecado por medio del arrepentimiento es a lo que Amulek se refería cuando dijo que “los justos se sentarán en su reino, para ya no volver a salir; y sus vestidos serán blanqueados por medio de la sangre del Cordero.”49
En el gran plan de salvación, el tiempo asignado para que el hombre reciba la remisión de sus pecados es durante la vida mortal, por medio del bautismo.50 A los que se bautizan les es dado el mandamiento de luchar para retener siempre “la remisión de vuestros pecados.”51 Si así lo hacen, encontrarán que la promesa del Señor se cumplirá en el día del juicio, “y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades.”52 Otros, sin embargo, no serán redimidos durante la vida mortal, pero habiendo mejorado su situación ante Dios en el mundo de los espíritus, se les otorgará el perdón a la hora del juicio final.
Interceder ante Dios a favor del hombre.Cristo “es mediador del nuevo testamento.”53 En Su responsabilidad de intermediario entre el hombre y Dios el Padre, el Señor “conforme a la voluntad de Dios intercede por los Santos.”54 Cristo maneja los asuntos de la tierra en el nombre de Su Padre y se prepara para “cuando entregue el reino y lo presente sin mancha al Padre.”55 El Padre ha encomendado todo juicio en las manos de Cristo, y por eso aceptará Su testimonio concerniente al mérito de aquellos que entran en el reino. El hombre recibe el testimonio de aprobación de Cristo ante el Padre al esforzarse por guardar los mandamientos del Señor y al hacerse digno del sacrificio expiatorio. Según lo que Juan escribió, … y si algunos hubieren pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo;
Y él es la propiciación por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos.5 6
Entonces, una parte del juicio es que Cristo abogará por la causa del hombre ante el Padre, y certificará que el juicio es justo, testificando que cada uno merece la recompensa que recibe.
Restaurar al hombre para bien o para mal. El séptimo propósito del juicio es restaurar al hombre a una vida que sea compatible con sus obras y deseos mortales. Alma explicó este principio diciendo:
. . . el plan de la restauración es indispensable para la justicia de Dios, porque es esencial que todas las cosas sean restablecidas a su propio orden. He aquí, es preciso y justo, según el poder y resurrección de Cristo, que el alma del hombre sea restituida a su cuerpo, y que al cuerpo le sean restauradas todas sus partes.
Y es indispensable para la justicia de Dios, que los hombres sean juzgados según sus obras; y si sus hechos fueron buenos en esta vida, y buenos los deseos de sus corazones, que también sean ellos restituidos a lo que es bueno en el postrer día.
Y si sus obras son malas, les serán restituidas para mal. Por tanto, todas las cosas serán restablecidas a su propio orden; cada cosa a su forma natural—la mortalidad levantada en inmortalidad; la corrupción en incorrupción—resucitada a un a felicidad sin fin par a heredar el reino de Dios, o a un a miseria interminable para heredar el reino del diablo; una cosa por un lado y otra por el otro;
uno resucitado a la dicha, de acuerdo con sus deseos de felicidad, o a lo bueno, según sus deseos del bien; y el otro al mal, según sus deseos de maldad; porque así como ha deseado hacer mal todo el día, así recibirá su recompensa de maldad cuando venga la noche.
Y así sucede del otro lado. Si se ha arrepentido de sus pecados y deseado la justicia hasta el fin de sus días, en igual manera será recompensado en justicia.”57
Alma continuó explicando que, en el juicio final, el hombre será restituido al mismo nivel de vida que caracterizó su vida mortal:
Y he aquí, ¿significa la palabra restauración tomar una cosa de un estado natural y colocarla en un estado innatural, o ponerla en una condición que se opone a su naturaleza?
Oh, hijo mío, tal no es el caso; sino que el significado de la palabra restauración es volver de nuevo mal por mal, o carnal por carnal, o diabólico por diabólico; bueno por lo que es bueno, recto por lo que es recto, justo por lo que es justo, clemente por lo que es clemente.
Por tanto, hijo mío, procura ser misericordioso con tus hermanos; trata con justicia, juzga con rectitud, y haz lo bueno sin cesar; y si haces todas estas cosas, entonces recibirás tu galardón; sí, la misericordia te será restablecida de nuevo; la justicia te será restaurada otra vez; se te restituirá un justo juicio nuevamente; y se te recompensará de nuevo con lo bueno.
Porque lo que de ti salga, volverá otra vez a ti, y te será restituido; por tanto, la palabra restauración condena al pecador más plenamente, y en nada lo justifica.58
Así que la recompensa final del hombre es una continuación de su curso mortal, y el juicio sirve para las condiciones que verdaderamente buscó y creó para sí mismo durante su vida mortal.
Asignar al hombre al lugar de su herencia final.El juicio final será cuando el hombre será asignado a su herencia individual en una de la muchas mansiones del Padre.59 Como el Salvador lo explicó en la parábola de los talentos, vendrá un tiempo cuando el Señor dirá a los fieles,
Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor.60
Pero a los inicuos les ordenará: “apartaos de mí, obradores de maldad.”61
Debe notarse que, para el día del juicio, el hombre ya habrá resucitado y sabrá qué reino de gloria va a heredar. Parece que ese día será también una ocasión para totalizar y establecer el galardón y la posición final del hombre. Pero la herencia celestial del hombre no podrá ser recibida sino hasta que la tierra sea renovada como esfera celestial después del reino de Cristo, la segunda resurrección y el cumplimiento del juicio.
La Ley de Cristo es la Norma para el Juicio
Antes de presentarse ante el tribunal de Dios, cada persona habrá tenido la oportunidad, tanto en la tierra como en el mundo de los espíritus, de escuchar la ley de Jesucristo. Tal como lo explicó el presidente José Fielding Smith:
En su justicia, nuestro Padre Celestial dará a cada hombre el privilegio de oír el evangelio. Ni una sola alma será dejada a un lado u olvidada. Ya que esto es verdad, ¿qué acontecerá con los miles que han muerto y nunca oyeron de Cristo, que nunca tuvieron la oportunidad de arrepentirse y de tener Su autoridad? Algunos de nuestros buenos vecinos cristianos os dirán que ésos están perdidos para siempre, pues no hay esperanza más allá.
¿Serí a justo eso? ¿Sería equitativo? ¡No! El Señor dará a cada hombre la oportunidad de oír y recibir la vida eterna, o un lugar en su reino. Somos mu y afortunados porque hemos tenido ese privilegio aquí y hemos pasado de muerte a vida.
El Señor ha dispuesto su plan de redención par a que todos los que han muerto sin esta oportunidad en vida la reciban en el mundo espiritual. Allá, élderes de la Iglesia están proclamando el evangelio entre los muertos. .. . El Señor ha hecho saber que su misericordia se extiende hasta los extremos de la tierra y que cada alma tiene el derecho de oír el plan del evangelio, ya sea en esta vida o en el mundo espiritual. Todos los que oyen y creen, se arrepienten y reciben el evangelio en su plenitud, sean vivos o muertos, serán herederos de la salvación en el reino de Dios.62
La ley y los mandamientos que se encuentran en las enseñanzas de Cristo, proveerán el criterio de conducta por el cual todo hombre será juzgado. Según el apóstol Pablo, el día del juicio es el día en que “juzgará el Señor lo encubierto de los hombres, conforme a mi evangelio, por Jesucristo.”63 Pablo enseñó que “por la ley es el conocimiento del pecado,”64 y que “Todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados.”65
El Rey Benjamín entendió que los mandamientos de Cristo serían la norma para el juicio en el último día. Por eso enseñó a su pueblo:
Y ahora he declarado las palabras que Dios el Señor me ha mandado.
Y así dice el Señor: Estarán como reluciente testimonio contra los de este pueblo en el día del juicio, y por las cuales ellos serán juzgados según sus obras, ya sea que fueren buenas o que fueren malas.66
Durante su ministerio mortal, Cristo enseñó concerniente a aquellos que decidieron no creer en Sus palabras, diciendo que El no juzgaría personalmente a tales individuos sino que Su palabra serviría como la norma de juicio:
Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido a juzga r al mundo, sino a salvar al mundo .
El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.67
En los últimos días el Maestro nuevamente ha revelado que Sus mandamientos, como se encuentran en las escrituras, serán la norma del juicio:
Se os dan estas palabras y son puras ante mí; por tanto, tened cuidado de cómo las consideráis, porque vuestras almas responderán por ellas en el día del juicio.68
Las escrituras no sólo servirán como base para el juicio, sino que con la palabra de Dios mismo viene la obligación de prepararnos por medio del estudio. Los Santos de los Últimos Días, quienes gozan de mayor oportunidad de conocer la palabra de Dios que el mundo en general, están bajo una obligación mayor de vivir de acuerdo a la palabra revelada de Dios. Según enseñó Cristo:
Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho.
Mas el que no entendió, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco: porque a cualquiera que fue dado mucho, mucho será vuelto a demandar de él.69
El Señor reveló el mismo principio aun con mayor claridad en los últimos días:
Porque de aquel a quien mucho se da, mucho se requiere; y el que peque contra mayor luz, mayor condenación recibirá.
Pedís revelaciones en mi nombre, y os las concedo; y si no observáis mis instrucciones que os doy, os hacéis trangresores; y justicia y juicio son el castigo que prescribe mi ley.70
El Hombre Se Juzgará a Sí Mismo
El hombre mismo testificará en el día del juicio final, y su testimonio lo exaltará o lo condenará. Como Pablo enseñó: “cada uno de nosotros dará a Dios razón de sí.71 Ya los Fariseos el Maestro les dio este mensaje:
Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.72
El presidente John Taylor explicó lo justa que es esta forma de juzgar, diciendo:
El hombre dormirá por un tiempo en el sepulcro y eventualmente se levantará otra vez par a ir al juicio final. Entonces todos los pensamientos secretos de todos los hombres serán revelados ante Dios. No podremos esconder nuestros pensamientos. Sería en vano que un hombre diga en ese entonces: no hice esto o aquello. La orden será: Que se lea el registro que él ha hecho de sí mismo, y que eso testifique en relación a estas cosas, y todos lo verán. Si un hombre ha cometido fraude contra su vecino, ha matado o cometido adulterio, o cualquier otra cosa y quiere encubrirlo, ese registro estará delante de él mirándole en la cara. El hombre mismo contará la historia, testificando contra sí mismo. Está escrito que Jesús juzgará no con la vista del ojo, o con lo que oye el oído, sino con justicia juzgará al pobre, y reprenderá con equidad al sufrido de la tierra. El hombre no será juzgado y condenado por lo que alguna otra persona haya visto y oído, sino por ese registro que fue escrito por el hombre mismo en las tablas de su propia mente. Ese registro no puede mentir. En ese día, ese registro será abierto ante Dios, los ángeles, y aquellos que se sentarán como jueces.73
Es por el hecho de que este juicio es decidido por la persona misma, que Jesús dijo: “No puedo yo de mí mismo hacer nada: como oigo, juzgo: y mi juicio es justo.”74 Este juicio propio tendrá que ver especialmente con las mayordomías a las que el hombre ha sido llamado durante la mortalidad. El Señor reveló lo siguiente concerniente a la mayordomía de los líderes de la Iglesia:
Yo, el Señor, los he nombrad o y ordenado mayordomos de las revelaciones y mandamientos que les he dado , y que en lo porvenir les daré; y les exigiré un informe de esta mayordomía en el día del juicio.75
Este método de juicio es completamente equitativo, porque cada hombre testificará concerniente a sus actos, conociendo el grado de entendimiento de lo bueno y de lo malo que tenía cuando dichos actos fueron cometidos. Cada hombre sabrá si sus malas acciones fueron intencionales o accidentales, pecado deliberado o accidental, y de acuerdo a eso asi testificará. Se juzgará a sí mismo de acuerdo al conocimiento que tuvo durante la vida mortal. Por eso Pablo advirtió:
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, cualquiera que juzgas: porque en lo que juzgas a otro, te condenas a tí mismo; porque lo mismo haces, tú que juzgas.
Mas sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que hacen tales cosas.
¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas, y haces las mismas, que tú escaparás del juicio de Dios?76
El juicio del hombre cubrirá todo aspecto de su vida: sus pensamientos, palabras, acciones y obras, pecados de omisión y comisión. Como advirtió Alma,
Porque nuestras palabras nos condenarán, sí, todas nuestras obras nos condenarán; no nos hallaremos sin mancha, y nuestros pensamientos también nos condenarán. Y en esa terrible condición no nos atreveremos a mirar a nuestro Dios, sino que nos daríamos por felices con poder manda r a las piedras y montaña s que cayesen sobre nosotros, par a que nos escondiesen de su presencia.77
Libros y Testigos También Serán Usados en el Juicio
Parece ser que además del relato personal que cada hombre tiene que dar en el día del juicio, el hombre también será confrontado por testigos y por la historia escrita en los registros del cielo y de la tierra. Por ejemplo, Moroni advirtió a los lectores del Libro de Mormón que él los confrontaría ante el tribunal de Dios:
Y os exhorto a que recordéis estas cosas; pues se acerca rápidamente el tiempo en que sabréis que no miento, porque me veréis ante el tribunal de Dios; y Dios el Señor os dirá: ¿No os declaré mis palabras, que fueron escritas por este hombre, como si fuese uno que clamaba de entre los muertos, sí, como uno que hablaba desde el polvo?78
En verdad, los ángeles actuarán de testigos, proclamando los pensamientos, intentos y actos secretos de todos los hombres en el día del juicio:
Y entonces el primer ángel hará sonar de nuevo su trompeta en los oídos de todos los vivientes, y revelará los hechos secretos de los hombres, y las prodigiosas obras de Dios durante el primer milenio.
Y entonces el segundo ángel tocará su trompeta, y revelará las obras secretas de los hombres, y los pensamientos e intenciones de su corazón, y las prodigiosas obras de Dios durante el segundo milenio.
Y así hasta que el séptimo ángel toque su trompeta.79
El testimonio de registros celestiales y terrenales también será considerado en el gran día del juicio final. Juan el Revelador vio que: ”fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.”80 Hay siete tipos de registros mencionados en las escrituras que tienen que ver con el juicio final. Estos son:
Las escrituras—como se vio anteriormente, contienen el criterio que se usará en el juicio. Jesús reveló:
Porque mand o a todos los hombres, tanto en el este, como en el oeste, y en el norte, así como en el sur y en las islas del mar, que escriban las palabras que yo les hable; porque de los libros que se escriban juzgaré yo al mundo, cada cual según sus obras, conforme a lo que esté escrito.81
Las minutas y registros estadísticos de la Iglesia—Estos registros mostrarán las ordenanzas llevadas a cabo, la asistencia y actividad, las contribuciones financieras, y los llamamientos y asignaciones que desempeñó cada miembro. Dichos registros deben mantenerse localmente.
…en cada barrio de la ciudad se puede nombra r un registrador que sea hábil para tomar notas precisas; y ejerza él mucho esmero y exactitud al levantar un acta de todo lo transcurrido, dando fe en su registro que vio con sus ojos y oyó con sus oídos, citando la fecha, nombres, etcétera, y la relación completa de todo el asunto… 82
Se debe de mantener “una lista formal de los nombres de todos los miembros de la Iglesia.”83 Los nombres de miembros que abandonan la Iglesia o son excomulgados serán borrados. . . “del registro general de nombres de la iglesia.”84
El Libro de la Ley de Dios—En la historia y registro general de nombres de la Iglesia hay indicaciones sobre el valor o la falta de diligencia de varios miembros, así como comentarios sobre su grado de dedicación, su fe, sus obras, sus genealogías, etc. Estas cosas también serán consideradas en el gran día del juicio. En una carta que José Smith escribió a W. W. Phelps en 1832, la cual más tarde fue incluida en Doctrina y Convenios, se establece la manera de guardar tales registros:
Es el deber del secretario del Señor, a quien él ha nombrado, llevar una historia y un registro general en la iglesia de todas las cosas que acontecen en Sión, y de todos los que consagran bienes y reciben legalmente herencias del obispo; así como su manera de vivir, su fe y obras; y también de los apóstatas que se apartan después de recibir sus herencias.
Es contrario a la voluntad y mandamiento de Dios que estén inscritos con los del pueblo de Dios los nombres de aquellos que no reciban su herencia por consagración, conforme a su ley que él ha dado, para que pueda diezmar a su pueblo, a fin de prepararlo para el día de la venganza y el fuego.
Ni tampoco se guardará su genealogía ni ha de hallarse en ninguno de los registros o historia de la iglesia.
Ni sus nombres, ni los nombres de sus padres, ni los de sus hijos se hallarán escritos en el libro de la ley de Dios, dice el Señor de las Huestes.85
En varias ocasiones, José Smith escribió que en este libro, él había registrado los nombres y acciones de Santos fieles.86 También en otras dispensaciones se han mantenido registros similares. Por ejemplo, el Salvador les pidió a los doce apóstoles Nefitas,
Escribid los hechos de este pueblo, que serán, tal como se ha escrito, de aquello que ya ha pasado.
Pues he aquí, por los libros que se han escrito, y los que se escribirán, será juzgado este pueblo, porque por medio de ellos serán manifestadas sus obras a los hombres.87
Otros Registros e Historias—Varios registros seculares tales como archivos de cortes, archivos de escuelas, historias, diarios personales, etc., también incluirán comentarios sobre los actos de los hombres durante su vida mortal. Y si fuera pertinente y necesario, esos registros podrán ser escudriñados durante la hora del juicio, porque toda evidencia será considerada. Tales registros podrían ser parte de lo que vio Juan el Revelador en su visión del día del juicio, concerniente a la cual escribió, “. . . los libros fueron abiertos.. . y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.”88
Libros de Memorias—Un verdadero libro de memorias es un relato de nuestros actos y pensamientos preservado, como dice el profeta Malaquías, “para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.”89 Parecería que todos los que verdaderamente buscan al Señor y Su reino son dirigidos por inspiración a mantener un registro personal. Moisés relató que desde el principio de esta tierra “. . . se llevaba un libro de memorias, el cual se escribía en el lenguaje de Adán, porque a cuantos invocaban a Dios les era concedido escribir por el espíritu de inspiración.”90Enoc dijo: “porque hemos escrito un libro de memorias entre nosotros, de acuerdo con el modelo dado por el dedo de Dios.”91
Es una ofensa seria ante los ojos del Señor no tener registrado nuestro nombre e información básica en un libro de memorias. El ha dicho:
Y todos aquellos cuyos nombres no estén asentados en el libro de memorias, no hallarán herencia en aquel día, antes serán desarraigados y se les señalará su porción entre los incrédulos, en donde es el lloro y el crujir de dientes.92
El registro familiar—El hombre debe de establecer debidamente su lugar correcto en el orden patriarcal por medio de un cuidadoso registro de sus antepasados y de sus descendientes. Esta práctica comenzó con Adán quien “declaró esta profecía al ser inspirado por el Espíritu Santo, y se guardaba una genealogía de los hijos de Dios. ”93 El no tener un registro genealógico adecuado puede ocasionar serias consecuencias como aconteció con los desafortunados hijos de algunos de los sacerdotes en los días de Esdras:
Estos buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron echados del sacerdocio.94
El profeta José Smith propuso lo siguiente en relación a este tipo de registro el cual se lleva individualmente y es recopilado colectivamente por la Iglesia:
Ofrezcamos, pues, como iglesia y como pueblo, y como Santos de los Últimos Días, una ofrenda al Señor en justicia; y presentemos en su santo templo, cuando quede terminado, un libro que contenga el registro de nuestros muertos, el cual sea digno de toda aceptación.95
Todos los registros mencionados hasta ahora son registros temporales. Serán escritos por mortales en material perecedero que eventualmente se descompondrá y se volverá polvo. Sin embargo, estos no estarán perdidos para Dios, porque ”todas las cosas son escritas por el Padre; por consiguiente, el mundo será juzgado por los libros que se escriban.”96 Según escribió el profeta José Smith”.. . y cual los registros en la tierra relacionados con vuestros muertos, debidamente llevados, tales también los registros en los cielos.”97 En otra ocasión, advirtió, “aquello que registréis en la tierra será registrado en los cielos, y lo que no registréis en la tierra no será registrado en los cielos. ”98
Hay un séptimo tipo de registros que influenciará al hombre en el gran día del juicio final. Este no es un registro mortal, sino un registro muy importante que se lleva en el cielo. Este es:
El Libro de la Vida del Cordero—Este es el más importante de los libros que se usarán en el juicio, y es el que más frecuentemente se menciona en las escrituras. Parece que es “el libro de los nombres de los santificados, a saber los del mundo celestial.”99 ”Son aquellos cuyos nombres están escritos en el cielo,”100 quienes se han unido “a la congregación de los primogénitos,”101 y los que entrarán en la Ciudad Santa de Dios.102 Son los que “trabajaron juntamente” en el evangelio,103 y que han vencido todas las cosas, porque el Salvador reveló que:
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.104
Este registro divino ayudará en la selección de aquellos que se levantarán en la primera resurrección.105 Este libro de la vida representa la fuerza selladora de las ordenanzas del evangelio,106 porque el Señor ha revelado:
Entonces se escribirá en el Libro de la Vida del Cordero,… les será cumplido en todo cuanto mi siervo haya declarado sobre ellos, por tiempo y por toda la eternidad; y estará en pleno vigor cuando ya no estén en el mundo.107
José Smith enseñó:
Hasta que hayamos logrado el amor perfecto, corremos peligro de caer y cuando tengamos el testimonio de que nuestros nombres han quedado grabados en el libro de la vida del Cordero, tendremos el amor perfecto. Entonces será imposible que nos engañen los falsos Cristos.108
En cambio, aquellos que adoraron falsamente no aparecerán en el libro de la vida del Cordero.109 El Señor ha declarado “Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.”110
La Misericordia no Puede Robar a la Justicia
Ya que todos los hombres han caído en pecado, sólo por medio de la misericordia y expiación de Jesucristo podrán ser redimidos. El puede interceder ante el Padre por aquellos que creen en El, y de esa forma lograr que sean admitidos en la gloria celestial. Sin embargo esto no puede ser hecho por los rebeldes que no se han arrepentido porque la ley de oposición demanda tanto el castigo como el galardón. Este principio lo explicó el profeta Lehi:
Por tanto, la redención viene en, y por medio del Santo Mesías, porque él es lleno de gracia y de verdad.
He aquí, él se ofrece a sí mismo en sacrificio por el pecado, para satisfacer las demandas de la ley, por todos los de corazón quebrantad o y de espíritu contrito; y por nadie más responde ante los requerimientos de la ley.
Por lo tanto, cuan grande es la importancia de dar a conocer estas cosas a los habitantes de la tierra, para que sepan que ninguna carne puede morar en la presencia de Dios, sino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías, quien da su vida, según la carne, y la vuelve a toma r por el poder del Espíritu, par a poder efectuar la resurrección de los muertos, siendo el primero que ha de resucitar.
De manera que él es las primicias para Dios, pues él intercederá por todos los hijos de los hombres; y los que crean en él serán salvos.
Y por motivo de la intercesión hecha por todos, todos los hombres vienen a Dios; de modo que comparecen ante su presencia para que él los juzgue de acuerdo con la verdad y santidad que hay en él. Por tanto, lo que demanda la ley que ha sido dad a por el Muy Santo, es la imposición del castigo que se ha fijado, el cual castigo que se ha fijado se halla en oposición a la ley de la felicidad, que se ha fijado, para cumplir los fines de la expiación.
Porque es preciso que haya una oposición en todas las cosas. Pues de otro modo, mi primer hijo nacido en el desierto, no se podría llevar a efecto la justicia ni la iniquidad, ni tampoco la santidad ni la miseria, ni el bien ni el mal.111
De acuerdo al Rey Benjamín, la rebelión en contra de Dios causa que el hombre se aparte de Su presencia y por eso que pierda el derecho de participar de la misericordia de Cristo:
Y ahora os digo, hermanos míos, que después de haber sabido y de haber sido instruidos en todas estas cosas, si transgredís y obráis contra lo que se ha hablado, de modo que os separáis del Espíritu del Señor, par a que no tenga cabida en vosotros para guiaros por las sendas de la sabiduría, a fin de que seáis bendecidos, prosperados y conservados,
os digo que el hombre que esto hace, tal se declara en rebelión manifiesta contra Dios; por tanto, prefiere obedecer al mal espíritu y se convierte en enemigo de toda rectitud; por tanto, el Señor no tiene lugar en él, porque no habita en templos impuros.
De manera que si ese hombre no se arrepiente, y permanece y muere enemigo de Dios, las demandas de la divina justicia despiertan en su alma inmortal un vivo sentimiento de su propia culpa que lo hace retroceder de la presencia del Señor, y le llena el pecho de culpa, dolor y angustia, que es como un fuego inextinguible, cuya llama asciende par a siempre jamás.
Y ahora, os digo que la misericordia no tiene derecho sobre ese hombre; por tanto, su destino final es padecer un tormento sin fín.112
El profeta Alma dio una explicación más extensa aun de la relación entre la misericordia y la justicia. El enseñó que la expiación de Jesucristo satisfizo las demandas de la justicia para que Cristo pudiera extender misericordia a aquellos que se arrepintieran, pero también para que las demandas de la justicia y el castigo reclamaran a todos aquellos que no se arrepintieran:
Por tanto, según la justicia, el plan de redención no podría realizarse sino de acuerdo con las condiciones del arrepentimiento en este estado probatorio, sí, este estado preparatorio; porque a menos que fuera por estas condiciones, la misericordia no podría surtir efecto, salvo que destruyese la obra de la justicia. Pero la obra de la justicia no podía ser destruida; de ser así, Dios dejaría de ser Dios.
Y así vemos que toda la humanidad se hallaba caída, y que estaba en manos de la justicia; sí, la justicia de Dios que los consignaba par a siempre a estar separados de su presencia.
Ahora, no se podría realizar el plan de la misericordia salvo que se efectuase un a expiación; por tanto, Dios mismo expía los pecados del mundo, para realizar el plan de la misericordia, para apaciguar las demandas de la justicia, para que Dios sea un Dios perfecto, justo y misericordioso también.
Mas el arrepentimiento no podía llegar a los hombres a menos que se fijara un castigo, igualmente tan eterno como la vida del alma, en oposición al plan de la felicidad, tan eterno también como la vida del alma. . . .
Mas se ha dad o un a ley, y se ha fijado un castigo, y se ha concedido un arrepentimiento, el cual la misericordia exige; de otro modo, la justicia demanda al ser viviente y ejecuta la ley, y la ley impone el castigo; pues de no ser asi, las obras de la justicia serían destruidas, y Dios dejaría de ser Dios.
Mas Dios no cesa de ser Dios, y la misericordia reclama al que se arrepiente; y la misericordia viene a causa de la expiación; y la expiación lleva a efecto la resurrección de los muertos; y la resurrección de los muertos lleva a los hombres de regreso a la presencia de Dios; y así son restaurados a su presencia, par a ser juzgados según sus obras, de acuerdo con la ley y la justicia.
Pues he aquí, la justicia ejerce todos sus derechos, y también la misericordia reclama cuanto le pertenece; y así, nadie se salva sino los que verdaderamente se arrepienten.
¡Qué! ¿Supones tú que la misericordia puede robar a la justicia? Te digo que no, ni un ápice. Si fuera así, Dios dejaría de ser Dios.
Y de este modo realiza Dios sus grandes y eternos propósitos, que fueron preparados desde la fundación del mundo.113
RESUMEN
- El gran día del juicio final se extenderá desde el comienzo del reinado milenario de Cristo, por más de mil años, pasando la segunda resurrección, hasta el fin del estado temporal de la tierra. No se sabe si será intermitente o si continuará durante todo ese tiempo.
- El día de juicio de cada hombre seguirá inmediatamente después de su resurrección. Por lo tanto, aquellos que se levantan en la primera resurrección al comienzo del milenio, serán juzgados temprano, mientras que aquellos que resucitan en la segunda resurrección no serán juzgados hasta después de la época milenaria.
- El juicio final no debe confundirse con otros juicios tales como el que se espera cuando Cristo venga en Su gloria. El juicio final representa la última vez en que el hombre se presentará ante el tribunal de Dios con el propósito de recibir una evaluación relacionada con esta tierra y su estado mortal.
- Cada persona se enfrentará al juicio final.
- El Padre ha delegado todo juicio a Su Hijo, Jesucristo, pero otros servirán de jueces bajo la dirección del Salvador. Parece que el proceso del juicio será organizado por dispensaciones y por generaciones dentro de cada dispensación. José Smith presidirá el proceso del juicio para nuestra dispensación.
- Los doce apóstoles de Palestina juzgarán a toda la casa de Israel. Juzgarán también a los doce apóstoles Nefitas, quienes a su vez juzgarán a los Lamanitas y a los Nefitas. Muchos de los Santos recibirán responsabilidades para juzgar.
- El juicio final satisfará por lo menos, ocho propósitos. Los primeros cuatro serán llevados a cabo por la misma persona que esté bajo juicio. Los otros cuatro estarán a cargo de Cristo y de Sus representantes:
A. El hombre verá que sus propias acciones determinan su destino.
B. El hombre revisará su vida mortal.
C. El hombre reconocerá la justicia del juicio de Dios.
D. El hombre reconocerá que Jesús es el Cristo.
E. Cristo otorgará el perdón por los pecados.
F. Cristo intercederá ante Dios a favor del hombre.
G. Cristo restaurará al hombre para bien o para mal.
H. Cristo asignará al hombre al lugar de su herencia final. - El juicio final es básicamente más para el beneficio del hombre que para el de Dios. Desde el principio Dios ha tenido conocimiento del juicio final del hombre.
- El evangelio de Jesucristo será la base para el juicio. Para el día del juicio final, todo hombre habrá tenido la oportunidad de aceptar o rechazar el mensaje, y podrá ser juzgado bajo el mismo criterio. De aquellos que gozaron de un conocimiento mayor, se esperará que hayan avanzado a un nivel más alto.
- El hombre ha de servir como su propio acusador y defensor.
Pudiendo recordar perfectamente todos sus pensamientos, motivos, hechos y acciones, se juzgará a sí mismo con el mismo conocimiento con que juzgó a otros y a sí mismo durante su estado mortal. - Testigos testificarán en contra de algunos individuos en el día del juicio.
- Seis clases de registros que se llevan en la tierra serán usados como evidencia en el juicio. Algunos de esos registros, habrán sido duplicados en el cielo para asegurar que estén disponibles en ese día.
A. Las escrituras.
B. Los registros estadísticos y minutas de la Iglesia.
C. El Libro de la Ley de Dios.
D. Otros registros e historias.
E. Libros de memorias.
F. Registros familiares. - El Libro de la Vida del Cordero es un registro que se lleva en el cielo sobre aquellos que heredarán el reino celestial.
- La misericordia no robará a la justicia. La expiación de Cristo le permite extender misericordia y perdón a aquellos que se arrepienten. Aquellos que no se arrepienten, sino se rebelan en contra de Dios, están sujetos a la justicia y al castigo. La misericordia de Dios ya no estará al alcance de tales personas.
























