Las Cosas Que Vio Mi Padre

Capítulo 15

Lo que la visión de Nefi enseña
sobre la Biblia y el Libro de Mormón

Frank F. Judd Jr.
Frank F. Judd Jr. era profesor asociado de escrituras antiguas en la Universidad Brigham Young cuando se publicó este artículo.


Cuando los hermanos de Nefi tenían dificultades para entender el sueño de su padre, Nefi les preguntó directamente: “¿Habéis preguntado al Señor?” (1 Nefi 15:8). El propio Nefi ejemplificó el proceso mediante el cual los discípulos del Señor buscan y reciben revelación personal. Después de que Lehi relatara su sueño a su familia, este hijo justo declaró: “Yo, Nefi, también deseaba ver, oír y saber estas cosas” (1 Nefi 10:17). Nefi sabía que “el que busca diligentemente, hallará; y los misterios de Dios le serán descubiertos” (1 Nefi 10:19). Al buscar este entendimiento más profundo, fue “arrebatado en el Espíritu del Señor” (1 Nefi 11:1) y se le mostraron cosas maravillosas.

Tanto el proceso como el contenido de la revelación en la visión de Nefi ayudan al lector a entender muchas cosas sobre las Escrituras. La visión de Nefi hace numerosas referencias a la Biblia (es decir, el libro que procedería de la boca de un judío), así como al Libro de Mormón (es decir, el registro de la descendencia de Nefi). Estas enseñanzas importantes se dividen en tres categorías básicas. Primero, la visión de Nefi menciona elementos de relatos que se encuentran en la Biblia y actúa como testigo confirmador de que la Biblia es verdadera. Segundo, la visión de Nefi proporciona detalles esenciales que arrojan luz sobre la naturaleza de la Biblia y el proceso mediante el cual fue transmitida a lo largo de los siglos. Tercero, la visión de Nefi enseña verdades importantes sobre el papel de la Biblia y del Libro de Mormón en la restauración del evangelio. Los escritores del Libro de Mormón testificaron repetidamente que escribían para generaciones futuras bajo la inspiración de Dios (véase 1 Nefi 6:3–6; 19:6; 2 Nefi 33:10–15; Jacob 7:27; Mormón 8:35; Mormón 9:30–31; y Éter 8:26). Por tanto, es vital que los Santos de los Últimos Días comprendan lo que enseña la visión de Nefi sobre el testimonio de la Biblia, la naturaleza de la Biblia, y el papel tanto de la Biblia como del Libro de Mormón en los últimos días.

Testimonio confirmador de la Biblia

En una revelación dada por medio del profeta José Smith en abril de 1830, el Señor testificó que uno de los propósitos importantes del Libro de Mormón era “demostrar al mundo que las Escrituras santas son verdaderas” (D. y C. 20:11). Por lo tanto, una de las razones fundamentales del Libro de Mormón es que corrobora los eventos y enseñanzas contenidas en la Biblia. Este propósito se cumple especialmente en lo referente a la vida y misión del Salvador Jesucristo, las cuales la visión de Nefi confirma clara y repetidamente. Antes de que su familia huyera al desierto, Nefi ya había escuchado a su padre predicar a los habitantes de Jerusalén acerca de “la venida de un Mesías, y también la redención del mundo” (1 Nefi 1:19). El relato de Nefi sobre la visión de Lehi, sin embargo, ofrece detalles importantes que no están incluidos en su resumen del registro de su padre y, por tanto, confirma la veracidad de esos elementos mencionados en la Biblia.

Después de relatar el sueño de Lehi, Nefi profetizó que “seiscientos años después de que mi padre salió de Jerusalén, levantaría el Señor Dios a un profeta entre los judíos, sí, un Mesías, o en otras palabras, un Salvador del mundo” (1 Nefi 10:4). La palabra Mesías proviene del hebreo y significa “el ungido.” Una palabra equivalente en griego es Cristo. Durante la época del Antiguo Testamento, los profetas, sacerdotes y reyes eran ungidos con aceite y considerados como mesías. Sin embargo, estas figuras importantes eran simbólicas del único y verdadero Mesías que habría de venir y que sería el Profeta, Sacerdote y Rey supremo.

Durante su ministerio terrenal, el Salvador declaró en ocasiones especiales que Él era en verdad el Mesías prometido. Un ejemplo de ello fue cuando una mujer en el pozo de Jacob en Samaria le dijo a Jesús: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas” (Juan 4:25). El Salvador le respondió simplemente: “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:26). Por lo tanto, la visión de Nefi confirma uno de los propósitos principales del Libro de Mormón, que es “convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo” (portada), o en otras palabras, que Jesús es el Mesías.

La visión de Nefi también confirma detalles esenciales sobre la naturaleza del nacimiento mortal del Salvador. El Espíritu del Señor le explicó a Nefi que él “vería a un hombre que descendía del cielo, y le verías; y después que le hubieres visto, darás testimonio de que es el Hijo de Dios” (1 Nefi 11:7). El nacimiento del Salvador no fue un nacimiento común. Jesús no fue literalmente hijo de José el carpintero, sino que fue “el Hijo del Dios Altísimo” (1 Nefi 11:6). Nefi vio que la madre del Salvador era “una virgen, muy hermosa y blanca” (1 Nefi 11:15), que vivía “en la ciudad de Nazaret” (1 Nefi 11:13). Esta joven se convirtió en “la madre del Hijo de Dios, según la carne” (1 Nefi 11:18), después de haber sido “arrebatada en el Espíritu por el espacio de un tiempo” (1 Nefi 11:19).

El comienzo de la visión de Nefi confirma estos elementos sagrados tal como están registrados en el Nuevo Testamento. El Evangelio de Lucas testifica que Jesús no sería hijo biológico de José, sino que el hijo de María “será llamado Hijo del Altísimo” (Lucas 1:32). En el relato de Lucas se nos dice que María era “una virgen desposada con un varón que se llamaba José” (Lucas 1:27) y que vivía en “una ciudad de Galilea, llamada Nazaret” (Lucas 1:26). Antes de la concepción y el nacimiento de Jesús, el ángel Gabriel le instruyó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35). La visión de Nefi confirma la realidad de la identidad del Salvador como el Hijo de Dios.

Justo antes de recibir su visión, Nefi relató que Lehi profetizó en detalle sobre Juan el Bautista, “un profeta que vendría antes del Mesías, para preparar el camino del Señor” (1 Nefi 10:7). Después de esto, Nefi vio al Mesías en visión y también “vio al profeta que había de preparar el camino delante de él” (1 Nefi 11:27). Los detalles compartidos tanto por Lehi como por Nefi confirman muchas enseñanzas importantes de los Evangelios del Nuevo Testamento sobre Juan el Bautista y el bautismo del Salvador. Por ejemplo, Juan fue el cumplimiento de la profecía de Isaías: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Isaías 40:3). El testimonio de Juan a su audiencia fue que, sin que ellos lo supieran, el Salvador ya estaba entre ellos, y que debido a la virtud del Salvador, él se sentía indigno de siquiera desatarle las sandalias. Nefi vio claramente en su visión que Juan bautizó “al Redentor del mundo” (1 Nefi 11:27). Lehi profetizó que Juan bautizaría “en Betábara, al otro lado del Jordán” (1 Nefi 10:9). Aunque hoy no se sabe con certeza dónde se ubicaba exactamente el antiguo sitio de Betábara, la profecía de Lehi confirma la ubicación mencionada en Juan 1:28.

Lehi también declaró que después de que Juan bautizara al Salvador, entonces él “daría testimonio de que había bautizado al Cordero de Dios, que quitaría los pecados del mundo” (1 Nefi 10:10). Este testimonio posterior al bautismo está registrado en Juan 1:29. Nefi vio en visión que, después del bautismo, el Espíritu Santo descendería del cielo “y reposaría sobre él en forma de paloma” (1 Nefi 11:27). Aunque la palabra forma puede significar “figura o apariencia externa,” cuando José Smith tradujo el Libro de Mormón también podía significar otras cosas, como “modelo” o incluso “belleza; elegancia, esplendor; dignidad.” Estos significados de forma corresponderían mejor con el lenguaje e intención de los relatos del Evangelio: el Espíritu descendió “como paloma.”

El profeta José Smith enseñó lo siguiente sobre la aparición de la paloma en el bautismo de Jesús:

¿Quién condujo al Hijo de Dios a las aguas del bautismo, y tuvo el privilegio de ver al Espíritu Santo descender en forma de paloma, o más bien en la señal de la paloma, como testimonio de esa administración? La señal de la paloma fue instituida antes de la creación del mundo, como testimonio del Espíritu Santo, y el diablo no puede venir en la señal de la paloma. El Espíritu Santo es un personaje, y tiene la forma de un personaje. No se limita a la forma de la paloma, sino que es en señal de la paloma. El Espíritu Santo no puede transformarse en una paloma; pero la señal de una paloma le fue dada a Juan para significar la verdad del acto, ya que la paloma es un emblema o símbolo de verdad e inocencia.

Así, según el Profeta, una paloma real estuvo presente en el bautismo del Salvador, pero el Espíritu Santo no se transformó en paloma ni estaba dentro de la paloma. Más bien, la paloma en el bautismo fue una señal para Juan el Bautista de que el Espíritu estaba presente y de que Juan efectivamente había bautizado al Cordero de Dios. La visión de Nefi confirma la veracidad de los relatos del Nuevo Testamento, donde el Espíritu Santo descendió como paloma y luego permaneció con el Salvador.

Nefi también aprendió muchas cosas en su visión acerca del ministerio terrenal de Jesús. Vio “muchedumbres de personas que estaban enfermas y afligidas con toda clase de enfermedades, y con demonios y espíritus inmundos… Y fueron sanados por el poder del Cordero de Dios; y los demonios y los espíritus inmundos fueron echados fuera” (1 Nefi 11:31). El Nuevo Testamento está repleto de ejemplos de los milagros del Salvador, tanto de “sanar toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 4:23), como de expulsar demonios y espíritus inmundos. Además, Nefi vio que el Salvador enseñaba su evangelio mientras “se congregaban multitudes para oírlo” (1 Nefi 11:28). La popularidad de Jesús como Maestro se ilustra claramente en los Evangelios, ya que “se juntaron a él grandes multitudes” (Mateo 13:2) en numerosas ocasiones para escuchar sus enseñanzas. Asimismo, Nefi vio que muchos que tuvieron contacto con el Salvador “se postrarían a sus pies y lo adorarían” (1 Nefi 11:24), una reacción que se repite múltiples veces durante la vida del Salvador (véanse, por ejemplo, Mateo 2:11; 8:2; 9:18; 14:33; 15:25; 20:20 y 28:9).

La visión también proporcionó a Nefi información valiosa sobre los discípulos de Cristo. Nefi vio a “otros doce que le seguían” (1 Nefi 11:29). El ángel del Señor llamó a estos doce seguidores con el nombre de “apóstoles” (1 Nefi 11:34). El término en inglés Apostle proviene de una palabra griega que significa “mensajero” o “enviado.” Los relatos de los Evangelios relatan consistentemente que el Salvador llamó a sus doce mensajeros especiales con el nombre de Apóstoles. El ángel también le explicó a Nefi que estos Apóstoles “juzgarían a las doce tribus de Israel” (1 Nefi 12:9), una mayordomía sagrada confirmada por el Salvador durante su ministerio terrenal.

Nefi recibió información específica sobre uno de estos Apóstoles. Vio a alguien que estaba “vestido con un manto blanco” (1 Nefi 14:19). El ángel del Señor le explicó que este hombre era “uno de los doce apóstoles del Cordero” (1 Nefi 14:20) y que su nombre era Juan. El ángel explicó además que Juan vería las mismas cosas que Nefi había contemplado en su visión y que “vería y escribiría el resto de estas cosas… y también escribiría acerca del fin del mundo” (1 Nefi 14:21–22; véase también 1 Nefi 14:24–25). Esta es una identificación muy importante para los Santos de los Últimos Días. El autor del libro de Apocalipsis se identifica simplemente como Juan (véanse Apocalipsis 1:1, 4, 9). Sin embargo, muchos estudiosos no santos de los últimos días no están dispuestos a identificar al autor del Apocalipsis con Juan el Amado, el Apóstol del Señor. El Libro de Mormón confirma que este apóstol especial fue, en efecto, el autor del libro de Apocalipsis.

Más importante aún, la visión de Nefi ofrece un testimonio confirmador del rechazo, la expiación, muerte y resurrección de Jesucristo. Nefi vio que, después de que el Redentor “salió a ministrar al pueblo con poder y gran gloria;… lo expulsaron de entre ellos” (1 Nefi 11:28). Nefi parece haber visto con detalle los acontecimientos relacionados con la muerte del Mesías: “Y miré y vi al Cordero de Dios, que fue apresado por el pueblo; sí, el Hijo del Dios eterno fue juzgado por el mundo; y vi y doy testimonio. Y yo, Nefi, vi que fue levantado sobre la cruz y muerto por los pecados del mundo” (1 Nefi 11:32–33). Antes de esta visión, el padre Lehi ya había testificado a sus hijos que “después de que [el Mesías] hubiera sido muerto, se levantaría de entre los muertos, y se manifestaría, por el Espíritu Santo, a los gentiles” (1 Nefi 10:11).

Estos acontecimientos sagrados están en el centro del Nuevo Testamento. El Salvador fue rechazado en muchas ocasiones por quienes le escuchaban enseñar (véase, por ejemplo, Lucas 4:16–30). Este rechazo culminó en su traición por parte del apóstol Judas Iscariote y su arresto por una guardia armada para ser juzgado. Los relatos del arresto y los juicios—primero ante el Sanedrín y luego ante Poncio Pilato, el gobernador romano—así como la crucifixión misma, están contenidos en los Evangelios. Sin embargo, lo más importante es que Nefi entendió por medio de su visión que el propósito de la crucifixión del Salvador fue expiatorio: “por los pecados del mundo” (1 Nefi 11:33). El testimonio fundamental declarado por los primeros misioneros cristianos, como el apóstol Pablo, fue precisamente este: “Cristo murió por nuestros pecados” (1 Corintios 15:3; véase también Romanos 5:19; 2 Corintios 5:21; Gálatas 1:4; Efesios 1:7; Colosenses 1:14; Hebreos 9:28 y 10:12; 1 Pedro 2:24). Además, los relatos contenidos en los Evangelios y en el libro de los Hechos testifican ampliamente que el Mesías resucitó de entre los muertos y se apareció a sus discípulos escogidos (véase Mateo 27; Marcos 16; Lucas 24; Juan 20–21; y Hechos 1:1–9; 9:1–9).

Sin embargo, una vez más, Nefi enseñó un detalle importante de su visión: que el Salvador resucitado se “manifestaría, por el Espíritu Santo, a los gentiles” (1 Nefi 10:11). Cuando Cristo se apareció a los nefitas, enseñó sobre los gentiles: “No me manifestaré a ellos sino por el Espíritu Santo” (3 Nefi 15:23). Además explicó sobre sus discípulos judíos que “los gentiles serían convertidos por la predicación de ellos” (3 Nefi 15:22). El ejemplo de Cornelio, el centurión romano, confirma este proceso: un mensajero celestial se apareció a Cornelio “en una visión” (Hechos 10:3) y lo condujo al apóstol Pedro. Después de ser enseñados por el apóstol principal, “el Espíritu Santo descendió sobre todos los que oían el discurso” (Hechos 10:44), incluido el gentil Cornelio. Después de esto, los miembros judíos de la Iglesia quedaron asombrados “de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo” (Hechos 10:45). El relato de la visión de Nefi cumple hermosamente con el propósito declarado por el Señor en Doctrina y Convenios 20: demuestra que la Biblia es verdadera, especialmente los Evangelios.

La naturaleza de la Biblia

La Biblia tal como la conocemos hoy ha pasado por un proceso largo y complejo de transmisión. La visión de Nefi enseña muchas verdades importantes sobre este proceso y la naturaleza de nuestra Biblia. Una vez que la familia de Lehi huyó al desierto y acampó en el valle de Lemuel, Nefi y sus hermanos recibieron el mandamiento de regresar a Jerusalén para obtener las planchas de bronce de Labán (véase 1 Nefi 3:1–12). Después de que Nefi trajo las planchas de bronce de regreso al campamento en el desierto, Lehi descubrió que contenían “una genealogía de sus padres” (1 Nefi 5:14), así como “los cinco libros de Moisés” (1 Nefi 5:11). También contenían “una historia de los judíos” y “las profecías de los santos profetas” desde la época del padre Adán hasta la del rey Sedequías de Judá, incluyendo muchas de las profecías de Jeremías (véanse 1 Nefi 5:12–13).

Nefi vio en su visión otro libro—la Biblia—que también era “un registro de los judíos” (1 Nefi 13:23). El ángel le dijo a Nefi que este otro libro era “un registro semejante a las grabaciones que hay sobre las planchas de bronce” (1 Nefi 13:23). El ángel también explicó que la diferencia principal entre los dos registros era que la Biblia no contenía tantas “profecías de los santos profetas” (1 Nefi 13:23). Ejemplos de profetas cuyas profecías se encuentran en las planchas de bronce pero no en la Biblia son Zenós, Zenoc, Neum y Ezías. Es posible que las planchas de bronce representaran una versión de las escrituras del Reino del Norte—en contraste con la Biblia, que sería una versión del Reino del Sur—y que fueron llevadas al sur, al Reino de Judá, por los antepasados de Labán y Lehi que huyeron del ejército invasor asirio alrededor del año 722 a.C. Se habría seguido agregando material a las planchas de bronce, especialmente muchas de las profecías de Jeremías, hasta que Nefi las obtuvo. Independientemente de cómo llegaron las planchas de bronce a manos de Labán, contenían más pronunciamientos de los antiguos profetas que la Biblia.

Aunque la Biblia que Nefi vio en visión contenía menos libros proféticos que las planchas de bronce, la información que incluía era, sin embargo, precisa y verdadera. El ángel del Señor testificó a Nefi que la Biblia originalmente “contenía la plenitud del evangelio del Señor” (1 Nefi 13:24) y que cuando este registro pasó de los judíos a los gentiles—es decir, de los apóstoles judíos originales a los primeros miembros gentiles de la Iglesia—lo hizo “en pureza” (1 Nefi 13:25). Más adelante, el ángel le dijo a Nefi: “Cuando el libro salió de la boca del judío, las cosas que estaban escritas eran claras y puras, y más preciosas, y fáciles de entender para todos los hombres” (1 Nefi 14:23). Lamentablemente, después de que Nefi vio que los primeros cristianos gentiles recibían la Biblia de los apóstoles, también vio la formación de una organización que era “la más abominable” (1 Nefi 13:26). Nefi vio que “muchas cosas claras y preciosas fueron quitadas” de la Biblia por este grupo (1 Nefi 13:28).

El profeta José Smith también enseñó sobre la condición pura original de la Biblia y su posterior corrupción. En una ocasión, el profeta testificó: “Creo en la Biblia tal como se leía cuando salió de la pluma de los escritores originales.” Además, el profeta también observó: “De varias revelaciones que se han recibido, era evidente que muchos puntos importantes tocantes a la salvación del hombre, habían sido quitados de la Biblia, o se habían perdido antes de que se compilara.” Es importante señalar que José Smith enseñó que las diversas corrupciones de la Biblia incluyeron tanto cambios intencionales (es decir, “quitados”) como no intencionales (es decir, “perdidos”). En un estudio profundo sobre las diferencias entre los manuscritos del Nuevo Testamento, Bart D. Ehrman concluyó que “la mayoría de los cambios fueron accidentales, resultado de ineptitud, descuido o fatiga por parte de los escribas. Otros fueron intencionales y reflejan los contextos controversiales dentro de los cuales fueron producidos.” La visión de Nefi enfatiza los tipos de cambios deliberados: “Y todo esto han hecho para pervertir los caminos rectos del Señor, a fin de cegar los ojos y endurecer los corazones de los hijos de los hombres” (1 Nefi 13:27). Sin embargo, ya fueran intencionales o no, los cambios ciertamente tuvieron un efecto perjudicial sobre las personas, como previó el ángel: “A causa de estas cosas que han sido quitadas del evangelio del Cordero, muchos tropiezan, sí, de tal manera que Satanás tiene gran poder sobre ellos” (1 Nefi 13:29).

El proceso de quitar “cosas claras y preciosas” (1 Nefi 13:28) probablemente fue más complicado de lo que uno podría suponer. El ángel del Señor enseñó a Nefi que “muchas cosas claras y preciosas han sido quitadas del libro” (1 Nefi 13:28; énfasis añadido), o “sacadas del libro” (1 Nefi 13:29; énfasis añadido). Ciertamente hay abundante evidencia de esto cuando se comparan los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento, como ha concluido el profesor Ehrman: “Los escribas a veces cambiaron sus textos sagrados para hacer que dijeran lo que ya se sabía que debían significar.” Pero para los Santos de los Últimos Días, la idea de que los escribas realizaron cambios en los manuscritos para ajustarlos a sus puntos de vista teológicos presupone que estos escribas ya funcionaban con algún nivel de corrupción doctrinal antes de alterar realmente los manuscritos de la Biblia.

El guía celestial de Nefi bien pudo haber tenido este fenómeno en mente cuando enseñó a Nefi acerca de ese gran y abominable grupo: “han quitado del evangelio del Cordero muchas partes que son claras y sumamente preciosas; y también han quitado muchos convenios del Señor” (1 Nefi 13:26; énfasis añadido). Además, el ángel testificó que “a causa de estas cosas que han sido quitadas del evangelio del Cordero, muchos tropiezan” (1 Nefi 13:29; énfasis añadido). En cuanto a lo que podría significar quitar verdades claras y preciosas del evangelio, más que simplemente de los manuscritos, Richard L. Anderson ha escrito: “En siglos recientes, el racionalismo más que los cambios en manuscritos ha sido el que ha atacado el evangelio y la divinidad de Cristo. Aunque ciertamente hubo cambios en los documentos, como señaló Nefi en su profecía (véase 1 Nefi 13:28), las mayores pérdidas se dieron cuando el evangelio y sus ceremonias fueron alterados. Al ignorar partes importantes de las Escrituras, varias teologías cristianas han explicado o modificado convenios y ritos vitales que aún se mencionan en la Biblia.” Así, la corrupción doctrinal original pudo haber conducido eventualmente a una corrupción ceremonial y de convenios, así como también a cambios en los manuscritos. Estos diversos procesos pueden haberse alimentado mutuamente con el tiempo en un ciclo vicioso. No obstante el proceso preciso de los acontecimientos, la visión de Nefi testifica que la Biblia tal como la conocemos hoy no se encuentra en su condición original y prístina. Además, es importante señalar, como demostraré a continuación, que el Señor ha provisto a los Santos de los Últimos Días con abundante testimonio sobre el gran valor de la Biblia a pesar de su estado actual imperfecto.

El papel del Libro de Mormón y la Biblia

La visión de Nefi revela verdades importantes sobre el papel sagrado de la Biblia y el Libro de Mormón en los últimos días. Cuando fue escrita originalmente, la Biblia contenía “los convenios del Señor que ha hecho con la casa de Israel” (1 Nefi 13:23). Como se mencionó anteriormente, el grupo grande y abominable alteró la Biblia y el evangelio, quitando “muchos convenios del Señor” (1 Nefi 13:26), y como resultado “muchos tropiezan” (1 Nefi 13:29). Pero el ángel testificó a Nefi que el Señor no “sufrirá que los gentiles permanezcan para siempre en aquel estado espantoso de ceguera” (1 Nefi 13:32). Misericordiosamente, Él proveería un medio para superar los tropiezos causados por una Biblia corrompida y un evangelio incompleto. Esto formaría parte de “una obra grande y maravillosa” (1 Nefi 14:7) que el Señor tenía previsto realizar en los últimos días. El Señor testificó a Nefi por medio de su mensajero celestial: “Seré misericordioso con los gentiles en aquel día, al grado que sacaré para ellos, por mi propio poder, gran parte de mi evangelio, que será claro y precioso” (1 Nefi 13:34; véase también Moisés 1:41).

El Señor, a través del guía angelical, explicó a Nefi el proceso mediante el cual se llevaría a cabo esta restauración de la verdad: “Me manifestaré a tu descendencia, y ellos escribirán muchas cosas que yo les ministraré, las cuales serán claras y preciosas” (1 Nefi 13:35). Luego de que los descendientes de Nefi registraran estos elementos sagrados, “estas cosas serán escondidas, para salir a luz a los gentiles por el don y poder de Dios” (1 Nefi 13:35). Este registro es el Libro de Mormón, el cual contiene varias declaraciones que testifican de la inspiración con la que fue escrito, preservado y traído a la luz. Por ejemplo, la portada del Libro de Mormón testifica que este registro fue “escrito por mandato, y también por el espíritu de profecía y de revelación—escrito y sellado, y escondido para el Señor, para que no fuese destruido—Para salir a luz por mano de Mormón, y escondido para el Señor, para salir a luz en el debido tiempo por medio de los gentiles—La interpretación de ello por el don de Dios.” De igual manera, el profeta José Smith declaró con respecto a su papel en la publicación del Libro de Mormón: “Tradují el registro por el don y poder de Dios.”

El ángel le dijo a Nefi que estos dos registros de escritura—la Biblia y el Libro de Mormón—serían “establecidos como uno solo,” y como resultado “las palabras del Cordero serán dadas a conocer” (1 Nefi 13:41). El registro de los judíos y el registro de los nefitas debían trabajar en una asociación sagrada para adelantar la obra de Dios. Esta relación entre dos libros de escritura debía cumplir propósitos importantes. Primero, como vio Nefi, los “otros libros” de escritura saldrían a luz para testificar de la Biblia, en específico para convencer a las personas “de que los anales de los profetas y de los doce apóstoles del Cordero son verdaderos” (1 Nefi 13:39). En su testimonio final a los futuros lectores del Libro de Mormón, el profeta Mormón testificó que esta relación especial debía fluir en ambas direcciones: “Este [el Libro de Mormón] ha sido escrito con el fin de que creáis aquel [la Biblia]; y si creéis aquel [la Biblia], creeréis este también” (Mormón 7:8). En segundo lugar, el ángel del Señor declaró a Nefi que uno de los propósitos principales del Libro de Mormón era “dar a conocer las cosas claras y preciosas que han sido quitadas” (1 Nefi 13:40). El ángel especificó además verdades importantes que el Libro de Mormón restauraría al mundo: “que el Cordero de Dios es el Hijo del Eterno Padre, y el Salvador del mundo; y que todos los hombres deben venir a él, o no podrán salvarse” (1 Nefi 13:40). La visión de Nefi da a los Santos de los Últimos Días la esperanza de que, por medio de profetas modernos y las escrituras, las corrupciones de la Biblia no constituirán un obstáculo para la obra de Dios.

Conclusión

Los detalles de la visión de Nefi han sido preservados para que podamos aprender de ellos. Los profetas modernos han enfatizado esta realidad. Por ejemplo, el presidente Ezra Taft Benson testificó: “El Libro de Mormón… fue escrito para nuestra época. Los nefitas nunca tuvieron el libro; tampoco lo tuvieron los lamanitas de la antigüedad. Fue escrito para nosotros… Bajo la inspiración de Dios, quien ve todas las cosas desde el principio, [Mormón] resumió siglos de registros, escogiendo los relatos, discursos y acontecimientos que serían más útiles para nosotros… Deberíamos preguntarnos constantemente: ‘¿Por qué inspiró el Señor a Mormón (o a Moroni, o a Alma) para incluir eso en su registro? ¿Qué lección puedo aprender de eso que me ayude a vivir en esta época?’” Cuando hacemos esas importantes preguntas sobre el relato de la visión de Nefi en el Libro de Mormón, varias respuestas testifican hermosamente del amor de Dios por sus hijos.

Primero, los Santos de los Últimos Días no solo necesitan tener un testimonio de los profetas modernos y de las Escrituras de los últimos días, sino que también deben valorar la veracidad de la Biblia. El Señor profetizó a José de Egipto que uno de los dones del vidente futuro, José Smith, sería no solo “sacar mi palabra para la descendencia de tus lomos”—refiriéndose al Libro de Mormón—sino también “convencerlos de mi palabra, que ya habrá salido entre ellos” (2 Nefi 3:11). Como enseña nuestro cuarto Artículo de Fe: “Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente” (Artículos de Fe 1:8). Más específicamente, debemos tener una mayor apreciación por la Biblia precisamente porque el Libro de Mormón, la palabra de Dios en los últimos días, testifica de su veracidad.

Segundo, los Santos de los Últimos Días entienden que la Biblia no contiene actualmente todas las verdades que tenía cuando fue escrita originalmente. Esto resalta no solo la necesidad de verdad revelada adicional que complemente y corrija lo que es incompleto o erróneo, sino también el amor que Dios tiene por sus hijos al proporcionar estas cosas en los últimos días. La palabra traducida en la frase del Artículo de Fe “hasta donde esté traducida correctamente” implica más que simplemente transformar de un idioma a otro. Como explicó Robert J. Matthews: “José Smith usó con frecuencia las palabras ‘traducido’ y ‘traducción,’ no solo en el sentido restringido de verter un texto de un idioma a otro, sino en sentidos más amplios como ‘transmisión,’ refiriéndose a copiar, editar, añadir, quitar, reformular e interpretar. Esto va sustancialmente más allá del significado usual de ‘traducción.’” Así, los Santos de los Últimos Días también creen que la Biblia es la palabra de Dios en la medida en que ha sido transmitida correctamente a través del tiempo.

Estas dos perspectivas de los últimos días sobre la Biblia no son incompatibles. A pesar de habernos sido transmitida en un estado incompleto y corrompido, la Biblia sigue siendo verdadera—es la palabra de Dios. Por ejemplo, el presidente J. Reuben Clark Jr. enseñó: “A pesar de las corrupciones mismas, el Buen Libro Antiguo permanece como registro del trato de Dios con sus hijos, y de sus mandamientos y promesas para ellos, en sus días de rectitud y en sus generaciones de pecado. Todavía, aunque corrompida, señala el camino de la rectitud al hombre de fe que desea servir a Dios. Contiene parte del consejo de Dios a sus hijos.” Los Santos de los Últimos Días deberían ser un pueblo que cree en la Biblia y que ama la Biblia.

Finalmente, así como las personas valoran más plenamente la Expiación de Cristo cuando reconocen la realidad de su condición caída, así también el reconocimiento de las limitaciones de la Biblia debería ayudar a los Santos de los Últimos Días a apreciar más plenamente la necesidad de la Restauración del evangelio, en particular la necesidad de profetas modernos y de las Escrituras de los últimos días, como el Libro de Mormón. El élder M. Russell Ballard enseñó: “Aunque aceptamos la Biblia como la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente, creemos que esta generación necesita tanto o más la guía y dirección de Dios que las generaciones de tiempos pasados. Nuestra creencia de que nuestro Padre Celestial ha enviado profetas y apóstoles, y nos ha dado Escritura adicional para nuestros días, es una manifestación de Su gran amor e interés por Sus hijos.” Ese amor, que Dios ha demostrado hacia nosotros al proporcionarnos revelación y Escritura adicional, es el rasgo central de la visión de Nefi, representado por el árbol de la vida. En palabras de Nefi: “Es el amor de Dios, que se derrama en el corazón de los hijos de los hombres; por tanto, es lo más deseable sobre todas las cosas” (1 Nefi 11:22).

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