Conferencia General Abril 1968
Luz y Verdad
Abandonan el Mal
Élder Delbert L. Stapley
Del Consejo de los Doce Apóstoles
Citando al apóstol Pablo: “Hermanos” —y permítanme añadir, hermanas y amigos— “el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios por Israel es para su salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” (Romanos 10:1-4).
Voz para Todos los Hombres
Muchas personas profesan tener un celo por Dios, pero sus vidas no siempre armonizan plenamente con el conocimiento espiritual. Aquellos que creen sinceramente seguirán y harán las obras de Cristo; de lo contrario, en su búsqueda de la gloria eterna, no alcanzarán su meta celestial. En esta dispensación del evangelio, el Señor dio esta advertencia: “Escuchad, oh pueblo de mi iglesia… [y] vosotros pueblos de lejos; y… escuchad juntos. Porque en verdad la voz del Señor está sobre todos los hombres, y no hay ninguno que escape; ni ojo que no vea, ni oído que no oiga, ni corazón que no sea penetrado. Y los rebeldes serán traspasados con mucha tristeza.” (D. y C. 1:1-3).
Así, vemos que la voz del Señor es para todos los hombres, en todas partes, y nadie puede escapar del juicio por violar sus leyes y mandamientos.
Luz y Verdad Abandonan el Mal
Quizás no haya otra escritura más conocida y citada por los miembros de la Iglesia que esta: “La gloria de Dios es la inteligencia” (D. y C. 93:36). Debemos también comprender el versículo que sigue a esta profunda declaración: “La gloria de Dios es la inteligencia, o, en otras palabras, luz y verdad. La luz y la verdad abandonan a ese ser maligno.” (D. y C. 93:36-37).
Si la gloria de Dios es la inteligencia, entonces la gloria del hombre, como descendencia espiritual de la Deidad, también debe ser la inteligencia, pues el hombre es la creación más grande y más importante de Dios. Nuestro Padre Celestial se preocupa profundamente por el bienestar y la felicidad eterna de sus hijos, pero les ha dado el albedrío para que elijan por sí mismos.
El presidente George Q. Cannon dijo: “Doy gracias a Dios por darnos nuestro [libre] albedrío, porque creo que esta tierra será un horno para limpiarme y prepararme para una mejor condición y una vida mejor, y creo esto de todos nosotros… Estos cuerpos nuestros son naturalmente rebeldes [y] están llenos de apetitos extraños. Estamos aquí para conquistar estos deseos… [y] someter esta sustancia terrenal a la voluntad de Dios. …Es cierto que algunos tienen mayor poder de resistencia que otros, pero cada uno tiene el poder de cerrar su corazón contra la duda, contra la oscuridad, contra la incredulidad, contra la depresión, contra la ira, contra el odio, contra los celos, contra la malicia, contra la envidia… Siempre que la oscuridad llene nuestras mentes, podemos saber que no estamos poseídos del Espíritu de Dios, y debemos deshacernos de ella. Cuando estamos llenos del Espíritu de Dios, estamos llenos de gozo, de paz y de felicidad.” (Gospel Truths, Vol. 1, pp. 15, 19-20).
Enseñar a los Niños Luz y Verdad
Cuando nuestro Dios define la inteligencia como luz y verdad (D. y C. 93:36), no está contemplando solo el conocimiento secular y mundano, sino también las realidades espirituales y eternas de la vida.
El Señor ha ordenado a los padres criar a sus hijos en luz y verdad (D. y C. 93:40). A algunos de los hermanos se les reprochó por haber fallado en esta responsabilidad, y se les advirtió: “No habéis enseñado a vuestros hijos luz y verdad, según los mandamientos; y aquel ser maligno tiene poder, aún, sobre vosotros, y esta es la causa de vuestra aflicción. Y ahora, os doy un mandamiento: si queréis ser librados, debéis poner en orden vuestra propia casa, porque hay muchas cosas que no están bien en vuestra casa.” (D. y C. 93:42-43).
No podemos permitir que nuestro sentido de valores eternos se distorsione, corrompiendo nuestras vidas o las de nuestros seres queridos y destruyendo así nuestras oportunidades de gloria eterna.
Ejemplo en la Vida de Jesús
Dado que el manto de la gloria es también el manto de la responsabilidad, nos corresponde no solo obtener toda la luz y la verdad posibles, sino también usar la inteligencia que tenemos para ajustar nuestras vidas y conformarnos más estrechamente al ejemplo de Jesús.
Juan el Amado se refiere a Cristo como el “Verbo,” lo cual es apropiado, pues Él fue y es el mensajero de salvación para todas las naciones y pueblos (véase Juan 1:1,4 y D. y C. 93:8-9). Él es la luz y la vida de los hombres. Nadie puede venir a la presencia eterna de Dios el Padre, sino a través de su Hijo amado (Juan 14:6), nuestro Salvador, quien es la luz y el Redentor del mundo.
Para definir la luz y la verdad aún más, cito otra revelación en la cual el Señor ordena a su pueblo “prestar atención diligente a las palabras de vida eterna y vivir de toda palabra que procede de la boca de Dios. Porque la palabra del Señor es verdad, y todo lo que es verdad es luz, y todo lo que es luz es Espíritu, aun el Espíritu de Jesucristo. Y el Espíritu da luz a cada hombre que viene al mundo; y el Espíritu ilumina a cada hombre en el mundo que escucha la voz del Espíritu. Y todo aquel que escucha la voz del Espíritu, viene a Dios, aun el Padre.” (D. y C. 84:43-47).
La Esclavitud del Pecado
El Señor añade además: “Porque quien no viene a mí, está bajo la esclavitud del pecado. Y quien no recibe mi voz no conoce mi voz, y no es de mí. Y por esto podéis conocer a los justos de los malvados.” (D. y C. 84:51-53).
Escuchar la voz del Espíritu es la clave y el desafío que conduce a las mansiones eternas de Dios. Escuchen esta advertencia: “Todo espíritu de hombre fue inocente al principio… Y aquel ser maligno viene y quita la luz y la verdad, por medio de la desobediencia, de los hijos de los hombres.” (D. y C. 93:38-39).
Es a través de la desobediencia y del fracaso del hombre en escuchar la voz del Espíritu y los consejos de Dios que Satanás puede venir y quitarle al hombre la luz y la verdad del evangelio. Cuando la luz dentro de nosotros comienza a apagarse, Satanás se infiltra. Cuando la luz dentro de nosotros se apaga, estamos bajo su poder y control.
Cuando Saúl, quien no cumplió con las instrucciones del Señor, trató de justificar su desobediencia, el profeta Samuel le dijo: “…He aquí, el obedecer es mejor que el sacrificio, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” (1 Samuel 15:22).
En las escrituras de los últimos días, el Señor usa palabras de acción en las primeras frases para introducir muchas de sus revelaciones. Es interesante notar que la palabra “escuchad” se usó 23 veces. El Señor nos amonesta a través del profeta José Smith a contemplar, escuchar, prestar atención y oír en más de 60 revelaciones.
La Obediencia Trae Bendiciones
Las siguientes declaraciones de las escrituras ofrecen advertencias y consejos que sirven como guías significativas para nuestro comportamiento en esta vida mortal: “Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual se basan todas las bendiciones. Y cuando obtenemos alguna bendición de Dios, es por obediencia a esa ley en la cual se basa.” (D. y C. 130:20-21).
Además: “Porque todos los que reciban una bendición de mis manos, deberán cumplir con la ley que fue establecida para esa bendición y las condiciones que se instituyeron desde antes de la fundación del mundo.” (D. y C. 132:5).
“…a toda ley le corresponden también ciertos límites y condiciones. Todos los seres que no permanecen en esas condiciones no son justificados. Porque,” dijo el Señor, “la inteligencia se aferra a la inteligencia; la sabiduría recibe sabiduría; la verdad abraza la verdad; la virtud ama la virtud; la luz se adhiere a la luz; la misericordia tiene compasión de la misericordia y reclama lo que es suyo; la justicia sigue su curso y reclama lo que es suyo; el juicio precede al que se sienta en el trono y gobierna y ejecuta todas las cosas.” (D. y C. 88:38-40).
Estas escrituras nos enseñan la importancia de los límites y las condiciones que debemos cumplir para alcanzar la paz y la felicidad eternas. Solo la obediencia a los mandamientos de Dios traerá a nosotros, sus hijos, las bendiciones del cielo. Si escuchamos las palabras de vida eterna (D. y C. 84:43) y ponemos nuestra “confianza en ese Espíritu que nos lleva a hacer el bien, a actuar con justicia, a andar humildemente y a juzgar con rectitud,” nuestra salvación y gloria pueden asegurarse. (Véase D. y C. 11:12).
Dios es Luz
Juan el Amado dio este testimonio de Cristo y sus enseñanzas: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y en él no hay ninguna oscuridad. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:5-7).
Como pueblo, debemos mantenernos firmes, constantes e inamovibles, evitando los males del mundo y sosteniendo con todo el fervor de nuestro ser las verdades, normas, principios e ideales del evangelio de Jesucristo.
Satanás es un oponente formidable, y vencerlo a él y a sus agentes requerirá una fortaleza extraordinaria. El Señor nunca prometió que superar el mal sería fácil, pero cada persona puede, si así lo desea, ganar la batalla contra el poder de Satanás. El evangelio de Cristo es una lámpara en nuestras manos para guiarnos en los caminos de rectitud. La luz siempre puede disipar la oscuridad, pero la oscuridad nunca puede reemplazar la luz. Solo cuando la luz del Espíritu dentro de nosotros se debilita o se apaga es cuando entra la oscuridad de la tentación y el pecado, y Satanás toma el control.
Obras Infructuosas de las Tinieblas
El apóstol Pablo, en sus epístolas a los Efesios, aconsejó: “… no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas.” (Efesios 5:11).
Algunas de las obras infructuosas de las tinieblas enumeradas por Pablo son:
“…no andéis… en la vanidad de su mente, Teniendo el entendimiento entenebrecido, alejados de la vida de Dios… Quienes, después de haber perdido toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia, para cometer con avidez toda clase de impurezas.” (Efesios 4:17-19).
“…quitad la mentira.” (Efesios 4:25).
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca… no contristéis al Espíritu Santo de Dios… Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia.” (Efesios 4:29-31).
“Pero fornicación, y toda impureza, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; Ni palabras indecentes, ni necedades, ni chistes groseros, que no convienen… Porque sabéis esto, que ningún fornicario, ni impuro, ni avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.” (Efesios 5:3-5).
El consejo de Dios es claro: evitar estas “obras infructuosas de las tinieblas” y andar en luz y verdad.
“Renovaos en el espíritu de vuestra mente; …vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en justicia y santidad de la verdad… hablad cada uno la verdad con su prójimo… no se ponga el sol sobre vuestro enojo, Ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:23-27).
Así, el apóstol Pablo designó algunas de las cosas que debemos evitar como obras infructuosas de las tinieblas y algunas de las cosas positivas que debemos hacer para andar en la luz del evangelio de Jesucristo. Hoy en día operan dos fuerzas poderosas en el mundo: una es la influencia poderosa de Dios; la otra emana de Satanás. Aunque el mal compite constantemente con lo bueno, lo noble y lo bello de la vida, debemos recordar la declaración de Josué: “…pero yo y mi casa serviremos al Señor.” (Josué 24:15).
Fuerzas Opuestas en la Vida
Las fuerzas opuestas en la vida son esenciales para nuestro crecimiento y desarrollo. Se nos requiere reconocer los poderes que nos alejan del Espíritu del Señor y elegir el camino de la rectitud, que nos llevará de regreso a la presencia de Dios. A medida que tengamos éxito en esta “lucha de fuerzas” entre el bien y el mal, traeremos gozo a nuestras vidas aquí y ganaremos recompensas y exaltación en la vida venidera.
Quizás nunca antes en nuestra historia ha sido tan urgente que los miembros de la Iglesia comprendan las fuerzas opuestas que enfrentan y reúnan la fortaleza suficiente para resistir las fuerzas del mal y abrazar las fuerzas del bien. Un antiguo profeta americano dijo: “Y para llevar a cabo sus eternos propósitos en el fin del hombre, era necesario que hubiera una oposición… Por tanto, el Señor Dios dio al hombre el albedrío para actuar por sí mismo. Por tanto, el hombre no podía actuar por sí mismo si no fuera que era atraído por uno o por el otro.” (2 Nefi 2:15-16).
La oposición parece ser tan extensa y omnipresente como las palabras familiares que la representan. Se manifiesta en todas las ideas básicas que vienen en pares contrastantes: bien y mal, vida y muerte, guerra y paz, placer y dolor, necesidad y contingencia, virtud y vicio. Otros términos, como casualidad frente a destino, libertad frente a esclavitud, tiempo frente a eternidad, conocimiento frente a opinión, y materia frente a forma, representan esta oposición. Aún otros conceptos no pueden discutirse sin referencia a sus opuestos, como verdad y falsedad, amor y odio, justicia e injusticia, riqueza y pobreza.
La Vida Hecha de Elecciones
La elección depende de nosotros al ejercer nuestro libre albedrío. Consideremos las palabras del predicador que resumió este tema de la oposición con esta idea: “Hay una elección en curso todo el tiempo. El Señor vota por ti, y el diablo vota en contra de ti, pero tú tienes el voto decisivo.”
“La vida se compone de elecciones. Hay dos maneras de hacer las cosas: la correcta y la incorrecta. Cada individuo responsable se encuentra casi a diario en una encrucijada y debe elegir el camino por el que viajará. Puede tomar el camino que lleva a las alturas donde se reúnen los buenos y grandes de la tierra, o puede tomar el camino que lleva a las profundidades donde van las víctimas del remordimiento y la desesperación. La vida exige decisiones constantes, y las decisiones que tomamos reflejan con precisión nuestro pensamiento y nuestros valores.
“…es el desarrollo de normas éticas y espirituales lo que hará que la elección correcta sea clara y fácil… Lo que somos y lo que logramos es, en gran medida, el resultado de lo que elegimos.” (Bryant S. Hinckley, Not by Bread Alone, p. 39).
El Mensaje del Rey Benjamín
El rey Benjamín, un amado profeta del Libro de Mormón, exhortó a su pueblo: “Abrid vuestros oídos para que oigáis, y vuestros corazones para que entendáis, y vuestras mentes para que los misterios de Dios se os desvelen.”
Luego les recordó sus enseñanzas, diciendo: “Ni he permitido… que asesinéis, ni robéis, ni cometáis adulterio; ni siquiera he permitido que cometáis ninguna clase de maldad, y os he enseñado que debéis guardar los mandamientos del Señor, en todas las cosas que él os ha mandado.” (Mosíah 2:9,13).
El mensaje del rey Benjamín fue proclamado desde una torre, en contraste con el sistema de comunicación mundial de hoy, a través del cual muchos escuchan los sermones de esta conferencia.
Más Fácil Andar en la Luz
El propósito de estos mensajes es el mismo ahora que entonces: alentar a las personas a aceptar y vivir el evangelio de Jesucristo tal como fue revelado por Dios para el beneficio y bendición de sus hijos. Los sufrimientos y las tristezas que resultan de la desobediencia son extremadamente difíciles de soportar. Es mucho más fácil andar por los caminos de la rectitud y la luz de las verdades del evangelio que caer en la tristeza de la desobediencia y el mal. Si caminamos en la luz, como Cristo está en la luz, la paz mental, la felicidad y el gozo serán nuestra recompensa eterna.
Concluyo con otra declaración del profeta nefita, el rey Benjamín:
“Y además, quisiera que consideraseis la bendita y feliz condición de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Pues he aquí, son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si perseveran fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que puedan morar con Dios en un estado de felicidad sin fin.” (Mosíah 2:41).
Mis hermanos y hermanas, doy un humilde testimonio de la verdad de estas enseñanzas. Que todos vivamos de tal manera que podamos disfrutar de la felicidad y la paz eternas en nuestras vidas personales, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.

























