Moralidad Legal:
Justicia Sin Venganza Personal
Cargo del Honorable Z. Snow, Juez del Primer Tribunal de Distrito Judicial de los Estados Unidos para el Territorio de Utah, dirigido al Jurado, en el juicio de Howard Egan por el asesinato de James Monroe
Por Z. Snow
Gran Ciudad del Lago Salado, Término de Octubre de 1851.
Señores del Jurado:
El gran jurado, convocado y juramentado en nombre de los Estados Unidos, ha presentado una acusación contra Howard Egan por el asesinato de James Monroe. Esto nos impone la obligación de proceder con el caso y, si resulta condenado o hallado culpable de violar las leyes de los Estados Unidos en este caso, dictar sentencia contra él. Con el fin de determinar los hechos, ustedes han sido seleccionados y juramentados para emitir un veredicto verdadero, de acuerdo con la evidencia que se les presentará en el tribunal. Verán fácilmente que su deber es importante. Es el derecho de los Estados Unidos, el derecho de los ciudadanos de este territorio y el derecho del acusado exigir que cumplan con ese deber sin temor, afecto ni parcialidad. Es el derecho de todos nosotros insistir en que, cuando se ha cometido un crimen, el delincuente debe ser castigado mediante el debido proceso legal, pero no de otra manera. No tenemos derecho a castigar a una persona por un agravio real o imaginario, excepto con la autoridad de la ley. La seguridad de nosotros mismos como individuos y de la sociedad depende de la correcta y fiel administración de leyes justas y saludables. Nadie debe ser castigado a menos que sea culpable de un acto digno de castigo, ni siquiera entonces, a menos que ese acto haya sido declarado punible por la ley del país y la pena establecida, ni hasta que haya tenido la oportunidad de un juicio justo e imparcial, porque, tal vez, no sea culpable de lo que se le acusa. Si la ley permitiera que una persona fuera castigada simplemente por rumores o por circunstancias fuertes, acompañadas de la comunicación de nuestros amigos más cercanos, sin las pruebas establecidas por la verdad, bien podríamos detenernos y preguntarnos hacia dónde llegaría esto.
Señores, ustedes son los jueces exclusivos de los hechos, y el tribunal es el juez de la ley cuando los hechos son establecidos por ustedes. El asesinato puede definirse como la muerte ilegal de un ser humano en paz de la República, con malicia premeditada o intencionada, por parte de otro ser humano que esté en pleno uso de sus facultades mentales y discreción.
En este caso, no hay duda de que el acusado, en el momento del presunto asesinato de James Monroe, estaba en pleno uso de sus facultades mentales y discreción, por lo que esa parte del caso queda eliminada. Cuando se retiren a la sala del jurado, primero deberán proceder a investigar a partir de las pruebas si James Monroe está muerto o no. Si no lo encuentran muerto, el caso termina y su veredicto debe ser de no culpable. Si lo encuentran muerto, procederán a investigar por qué medios falleció; si fue por violencia, entonces investiguen si el acusado le causó la herida mortal. Si encuentran que no lo hizo, su investigación termina, y él tiene derecho a un veredicto de no culpable. Si encuentran que el acusado le causó la herida mortal, entonces investigarán si la muerte fue legal o ilegal. Según la ley, toda muerte de un ser humano por parte de otro en pleno uso de sus facultades es ilegal, excepto en los casos en los que la ley lo excusa o justifica.
Si una persona, al realizar un acto legal, mata a otra accidentalmente, es un homicidio excusable. Si una persona mata a otra en un ataque repentino en defensa propia, de su esposa, hijo, padre o sirviente, es un homicidio excusable. Si el funcionario adecuado ejecuta la sentencia de la ley sobre otra persona, quitándole la vida conforme al fallo legalmente dictado por un tribunal, es un homicidio justificable. Si un funcionario de la ley, en el ejercicio de un deber legal particular, es resistido o impedido por la fuerza y, sin malicia, mata a quien lo resiste, es un homicidio justificable. Si se comete un homicidio para evitar la comisión violenta de un crimen atroz, como asesinato, robo, violación, etc., es justificable; pero no lo es si se hace para castigar al delincuente después de haber cometido el crimen. Si encuentran que alguno de estos casos favorece al acusado, entonces su veredicto debe ser de no culpable; pero si ninguno de estos casos existe, entonces la muerte, si ha ocurrido, es ilegal: en ese caso, procederán a investigar sobre la malicia premeditada o intencionada. La malicia premeditada o intencionada significa malicia planeada antes de que ocurra la muerte. Puede ser una premeditación de unos pocos momentos o de mucho tiempo; puede deberse a una injuria, real o imaginaria, recibida por parte del acusado de la persona fallecida. La ley no permite que una persona tome la justicia por su propia mano. Aunque el fallecido haya seducido a la esposa del acusado, como ahora alega, aun así no tenía derecho a tomar la justicia por su cuenta. Si, por seducción, la ley infligiera el castigo de muerte, no justificaría ni excusaría al perjudicado de la culpa si infligiera la muerte sin un fallo de la ley en ese sentido, ni siquiera con tal fallo, a menos que sea el funcionario de la ley designado para ese fin. Si, como sostiene el abogado del acusado, mató a Monroe en nombre del Señor, esto no cambia la ley del caso. Una persona puede violar una ley del país y ser culpable, y aun así, desde su perspectiva, hacerlo en nombre del Señor. Si, como sostiene el fiscal, el acusado, antes de salir de la ciudad, formó el plan de matar a Monroe; o si lo formó después de salir y antes de encontrarse con él; o si lo formó mientras conversaba con él, fue malicia premeditada o intencionada. Si el fallecido sedujo a la esposa del acusado y engendró un hijo con ella, y si por esto el acusado lo mató, según la ley, el homicidio fue ilegal.
Si concluyen que el acusado es culpable en todos estos puntos, entonces el lugar donde se cometió el acto se vuelve relevante. Esto no afectaría el resultado general en la mayoría de los casos, siempre que el crimen se haya cometido dentro de la jurisdicción del tribunal que juzga al acusado.
La relevancia en este caso surge debido a la peculiar relación entre los tribunales de los Estados Unidos y los tribunales de los distintos Estados y Territorios. La jurisdicción de los tribunales de los Estados Unidos es separada y distinta de la jurisdicción de los tribunales estatales. Sin embargo, en los Territorios, los mismos jueces atienden tanto asuntos que surgen de la Constitución y las leyes de los Estados Unidos, como de las leyes de sus respectivos Territorios. Esta ha sido, para mí, la parte más difícil del caso. Dado que los tribunales territoriales tienen una jurisdicción mixta, en parte nacional y en parte local, es importante mantener en vista estas dos jurisdicciones. Cuando actuamos como tribunal de los Estados Unidos, debemos juzgar a los delincuentes según las leyes de los Estados Unidos, no las leyes territoriales; debemos recurrir a ellas para obtener nuestra autoridad para castigar a los violadores de la ley.
Cuando actuamos como tribunales territoriales, debemos juzgar a los delincuentes según las leyes del Territorio y recurrir a ellas para obtener nuestra autoridad para castigar. Si las leyes de los Estados Unidos no nos autorizan a castigar en un caso como el presente, ya que estamos actuando como un tribunal de los Estados Unidos, el acusado, por esta razón, tiene derecho a un veredicto de no culpable.
Los Estados Unidos no tienen derecho a aprobar una ley para castigar a los delincuentes, excepto en aquellos casos que están autorizados por la Constitución. Estos pueden considerarse de carácter nacional y se extienden a todos los lugares bajo la jurisdicción exclusiva de los Estados Unidos, pero no se aplican a los lugares dentro de los Estados Unidos donde existe una jurisdicción estatal o territorial, a menos que sea para proteger sus autoridades internas, como sus disposiciones postales, sus leyes de ingresos, sus tribunales y funcionarios, entre otros casos similares. Existe una vasta extensión de tierra entre esta ciudad y el río Missouri, sobre la cual los Estados Unidos tienen jurisdicción exclusiva; y hay una parte de este mismo territorio dentro de la jurisdicción del estado de Missouri, y otra parte dentro de la jurisdicción de este Territorio.
Es derecho de todo ciudadano estadounidense tener plena protección en el disfrute de la vida, la libertad y la felicidad; y es deber de los Estados Unidos, en aquellos lugares donde tienen jurisdicción exclusiva, extender esa protección. Asimismo, es el deber de los Estados y Territorios, dentro de sus respectivas jurisdicciones, sujetos a la Constitución y las leyes de los Estados Unidos, extender una protección similar. Como verán, cuando los Estados Unidos establecieron los gobiernos territoriales, les otorgaron el derecho de legislar, creando una jurisdicción dentro de su propia jurisdicción, pero sujeta a su control supervisor; por lo tanto, no tienen jurisdicción exclusiva dentro de los límites de los territorios existentes.
Por la sección 3 de la ley del Congreso, aprobada el 30 de abril de 1790, capítulo 9, se establece que “si alguna persona, dentro de cualquier fuerte, arsenal, astillero, polvorín u otro lugar o distrito de país bajo la jurisdicción exclusiva de los Estados Unidos, cometiera el crimen de asesinato premeditado, dicha persona, al ser convicta, sufrirá la pena de muerte.”
Verán por esta ley que el crimen debe cometerse dentro de los lugares bajo la jurisdicción exclusiva de los Estados Unidos. Deben revisar las pruebas presentadas en el tribunal para encontrar los hechos del caso; si encuentran que el crimen, si se ha cometido, ocurrió dentro de esa extensión de país entre esta ciudad y el río Missouri, sobre la cual los Estados Unidos tienen jurisdicción exclusiva, su veredicto debe ser culpable. Si no encuentran que el crimen se cometió allí, sino en el Territorio de Utah, el acusado, por esa razón, tiene derecho a un veredicto de no culpable. Si en cualquiera de estos puntos albergan dudas razonables, deben otorgar al acusado el beneficio de esas dudas. Las dudas razonables no son meramente caprichosas, sino aquellas que hombres razonables pueden sinceramente albergar. A menudo tenemos deberes difíciles que cumplir, pero no por ello debemos evadir nuestros deberes. Es mejor soportar muchos actos incorrectos que, en la búsqueda de un objetivo, apartarnos de los grandes y bien aprobados principios de los que dependen nuestra vida, libertad y felicidad.
Señores, el caso queda ahora en sus manos para su consideración.
Resumen:
El discurso del Honorable Z. Snow, Juez del Primer Tribunal de Distrito Judicial de los Estados Unidos para el Territorio de Utah, está dirigido al jurado durante el juicio de Howard Egan, acusado del asesinato de James Monroe en 1851. En su cargo al jurado, el juez Snow explica la importancia de su labor y los principios legales que deben seguir para llegar a un veredicto justo. Destaca la importancia de basar el juicio en los hechos presentados y no en rumores o emociones. Define el asesinato como la muerte ilegal de una persona con malicia premeditada y señala que solo ciertas circunstancias, como la defensa propia o la ejecución legal de un castigo, justifican el homicidio. Snow también menciona que aunque el acusado alegue que actuó en «nombre del Señor» o como represalia por la seducción de su esposa, la ley no permite tomar justicia por mano propia. Además, el juez explica la relación entre las leyes territoriales y las leyes federales, subrayando la jurisdicción del tribunal en el caso. Si el crimen fue cometido fuera de la jurisdicción de los Estados Unidos, en el Territorio de Utah, el acusado podría ser exonerado.
El cargo del juez Snow es un ejemplo de la aplicación rigurosa del estado de derecho y la importancia de la justicia imparcial. En este discurso, Snow subraya la necesidad de basar los juicios en pruebas concretas y el cumplimiento estricto de la ley. El juez resalta los principios fundamentales del derecho: que nadie puede ser castigado sin pruebas claras de culpabilidad y que la justicia no debe basarse en emociones o venganzas personales. En el caso de Howard Egan, aunque el delito parece haber sido motivado por una razón personal (la seducción de su esposa), el juez deja en claro que el sistema legal no puede permitir que los individuos tomen la justicia en sus propias manos, incluso si sienten que están justificados. Además, el juez Snow muestra la complejidad del sistema judicial en los territorios de los Estados Unidos, donde la distinción entre las leyes federales y territoriales influye en los resultados del juicio.
Este discurso refleja un sistema legal en desarrollo en un territorio fronterizo, donde las leyes y jurisdicciones de los Estados Unidos aún están en proceso de consolidación. El énfasis del juez Snow en la importancia de los hechos y la evidencia, en lugar de rumores o pasiones, es un intento claro de imponer un orden legal que pueda proteger tanto al individuo como a la sociedad. También es interesante que Snow aborde directamente la alegación del acusado de que actuó «en nombre del Señor», demostrando la tensión entre la ley secular y las creencias religiosas en un territorio que, en ese momento, estaba profundamente influenciado por la religión.
El discurso también pone en evidencia un conflicto interno entre los sentimientos de justicia personal y el imperio de la ley. Al rechazar la idea de que el adulterio justifica la violencia, el juez busca reafirmar la idea de que solo los tribunales pueden dictar castigos. Este es un mensaje importante para una sociedad en transición, donde muchas personas podrían estar más inclinadas a la venganza personal que a confiar en el sistema judicial.
El cargo del juez Snow representa un esfuerzo por establecer un sistema judicial justo y basado en el respeto por la ley en un territorio donde la justicia podría haberse sentido como un concepto inestable. La insistencia en el uso de pruebas sólidas y la neutralidad del jurado son fundamentales para asegurar un veredicto justo. Además, el rechazo a la justicia personal y la aclaración sobre las diferencias entre la jurisdicción federal y territorial subrayan los desafíos legales únicos de esa época en Utah.
En última instancia, este discurso reafirma la importancia de un sistema de justicia que proteja los derechos tanto del acusado como de la sociedad, y que no permita que los actos de venganza, las emociones o las creencias personales tomen el lugar de la ley. El juicio de Egan no solo fue una prueba de su culpabilidad, sino también de la capacidad del sistema judicial de funcionar de manera justa y eficaz en un entorno complejo.
























