Conferencia General Octubre 1968
Prueba Tu Linaje
por el Élder Theodore M. Burton
Asistente al Consejo de los Doce
Queridos hermanos y hermanas, y a todos los que están viendo y escuchando estos mensajes: Si te acercaras a una instalación militar en una noche oscura, un centinela te retaría inmediatamente con la pregunta: “¿Quién va allí?” Si respondieras al desafío con la palabra “amigo,” el centinela te diría: “Avanza, amigo, y da la contraseña.” Si no pudieras dar la contraseña ni identificarte, te encontrarías en una situación incómoda y peligrosa.
Sin embargo, millones de personas que actualmente viven en la tierra están totalmente despreparadas para la muerte y para atravesar las puertas del reino celestial. No conocen la contraseña ni pueden identificarse como hijos e hijas de Dios. Nunca han tomado sobre sí el nombre del Hijo Unigénito de Dios ni han pasado por las pruebas de fe, arrepentimiento, bautismo y el don del Espíritu Santo. Sin embargo, esta identificación es necesaria para entrar en el reino de los cielos, al que podemos referirnos como la familia de Dios, nuestro Padre Eterno.
Importancia de los registros
No solo es necesario haber realizado las ordenanzas en la tierra, sino también tenerlas debidamente registradas aquí, por un administrador legal autorizado a efectuar un registro vinculante tanto en la tierra como en el cielo. Juan el Revelador contemplaba esto cuando escribió:
“Y vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida: y los muertos fueron juzgados de acuerdo a las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12).
Estos libros deben ser los que contienen el registro de sus obras en la tierra, y se refieren a los registros que se mantienen en la tierra. El otro libro, llamado “libro de la vida,” es el registro que se guarda en el cielo. José Smith explicó en una carta preservada como la Sección 128 de Doctrina y Convenios que todo lo que registres en la tierra será registrado en el cielo, y lo que no registres en la tierra no será registrado en el cielo (D&C 128:7-8).
Auditoría de registros
Actualmente estamos comprometidos en un proceso de simplificación del registro de ordenanzas tanto para los vivos como para los muertos. Estamos coordinando los registros de la Sociedad Genealógica, la Oficina del Historiador de la Iglesia y la oficina de la Presidencia del Obispado en un archivo maestro. Nuestros secretarios de barrio están auditando todos los registros de los miembros vivos de la Iglesia para asegurarse de que sean correctos y completos. Como resultado de esta revisión, hemos descubierto muchos casos en los que, debido a descuidos o negligencias al registrar nombres, fechas y lugares, se han cometido errores. Sorprendentemente, en ocasiones no se encuentran registros de bautismos, confirmaciones, ordenaciones del sacerdocio u otras ordenanzas.
Me sorprende la complacencia y la indiferencia de algunas personas cuando se les señala estos errores. Comúnmente responden: “Bueno, sé que fui bautizado [o que fui ordenado o investido], y eso es todo lo que necesito saber. Debe estar registrado en algún lugar, y es responsabilidad tuya [del secretario] encontrarlo.”
Esta suposición es muy errónea y peligrosa. Depende de cada individuo asegurarse de que la ordenanza esté debidamente registrada. Es mi responsabilidad asegurarme de que mis obras estén correctamente registradas. Si no puedo encontrar este registro a través de una búsqueda diligente o mediante testigos adecuados que puedan testificar sobre la ordenanza, debo acudir a mi obispo, exponerle mi problema y solicitar que se me permita ser bautizado de nuevo y que se ratifiquen mi ordenación al sacerdocio y mi investidura para establecer un registro adecuado en los libros de la Iglesia.
Responsabilidad por registros correctos
Ningún registro por sí solo me asegurará mi exaltación en el reino celestial; esta exaltación debe ganarse mediante una vida recta en la tierra, por virtud, amor, obediencia y conformidad a cada ley dada por Dios. Las Escrituras afirman: “Y os doy un mandamiento, que debéis abandonar todo mal y aferraros a todo lo bueno, que debéis vivir por cada palabra que sale de la boca de Dios” (D&C 98:11).
Es mi responsabilidad asegurarme de que mi nombre esté también registrado en la familia de Dios en la tierra y de que mi conformidad a las ordenanzas necesarias del evangelio haya sido debidamente registrada en los libros de la Iglesia.
Mi salvación y exaltación dependen de dos principios: vivir rectamente y cumplir los requisitos escritos del evangelio. Esta es mi bendición en juego, no la de alguien más. Me corresponde vivir rectamente y establecer un registro adecuado para mí sin demora. No es momento de enfadarse, de reclamar derechos o de arriesgarme a corregir mis registros en el futuro. Si mis bendiciones futuras están en riesgo por una identificación faltante, debo humillarme y hacer lo necesario para asegurarme de que mi registro y los registros de mi familia estén debidamente registrados y protegidos.
Prueba a partir de registros
Al leer las Escrituras, tiemblo por aquellos que no viven rectamente y que no tienen un registro de conformidad con las leyes de Dios. Incluso si fuera un descendiente literal de Aarón, viviera una vida justa y tuviera derecho heredado al oficio del obispado, existen estándares adicionales que deben cumplirse:
“Y un descendiente literal de Aarón, también, debe ser designado por esta Presidencia [refiriéndose a la Primera Presidencia], y hallarse digno, y ser ungido y ordenado bajo las manos de esta Presidencia; de lo contrario, no están legalmente autorizados para oficiar en su sacerdocio.
Pero, en virtud del decreto acerca de su derecho al sacerdocio que desciende de padre a hijo, pueden reclamar su unción si en cualquier momento pueden probar su linaje, o si lo determinan por revelación del Señor bajo las manos de la Presidencia mencionada anteriormente” (D&C 68:20-21).
Enfatizo que incluso el Obispo Presidente en tal caso, además de vivir en rectitud y reclamar ser un descendiente de Aarón, debe probar su linaje, y esto debe hacerse a partir de los registros.
Registros de ordenaciones del sacerdocio
Permítanme compartir una declaración contundente sobre los registros de las ordenaciones del sacerdocio en general:
“Y todos los que no se encuentren escritos en el libro de la remembranza no tendrán herencia en aquel día, sino que serán cortados, y su porción será asignada entre los incrédulos, donde habrá llanto y crujir de dientes.
Estas cosas no las digo de mí mismo [es decir, este es un mandamiento o decisión de Dios el Padre Eterno]; por lo tanto, así como el Señor habla, también cumplirá.
Y aquellos que son del Sacerdocio de Melquisedec, cuyos nombres no se encuentren escritos en el libro de la ley, o que se encuentren en estado de apostasía, o que hayan sido cortados de la Iglesia, así como el sacerdocio menor, o los miembros, en aquel día [en otras palabras, cada uno de nosotros está sujeto a este mismo requisito] no hallarán una herencia entre los santos del Altísimo;
Por lo tanto, se les hará a ellos como a los hijos del sacerdote, como se encuentra registrado en el segundo capítulo y en los versículos sesenta y uno y sesenta y dos de Esdras” (D&C 85:9-12).
Cuando no se encontraba su genealogía, fueron separados del sacerdocio porque no podían probar que habían cumplido los mandamientos de Dios y que verdaderamente habían recibido el sacerdocio.
Base para el juicio
Ruego a todos los que escuchen mi voz que se aseguren de que su nombre, y el de sus antepasados a través de los cuales obtienen su herencia en la tierra, esté debidamente registrado en los libros del reino de Dios. Solo de esta manera podemos estar seguros de que esta parte de nuestra conformidad a los mandamientos de Dios sobre nuestras obras en la tierra ha sido registrada correctamente. Solo cuando conozcas la contraseña correcta y tengas una identificación válida de ti mismo y de tu linaje podrás entrar por las puertas del cielo y reclamar tu exaltación eterna.
Insto a todos los secretarios y registradores a reconocer la gran importancia de su trabajo en el plan de salvación. La correcta documentación es de suma importancia, ya que formará una base esencial sobre la cual seremos juzgados como pueblo. El llamado de un secretario es tan espiritual como cualquier otro que tenemos en la Iglesia y nunca debe considerarse una mera formalidad.
Hermanos y hermanas, testifico que volveremos a vivir, que la vida después de la muerte es real, y que solo podemos reclamar una herencia entre las mansiones de nuestro Padre en el cielo si podemos probar nuestro derecho a ella mediante una vida recta y manteniendo nuestros nombres en justa comunión en los registros del reino de Dios en la tierra, así como en el cielo. De la veracidad e importancia de estos principios testifico, en el nombre de Jesucristo. Amén.

























