Responder al Llamado

Conferencia General de Octubre 1960

Responder al Llamado

Por el Élder Nathan Eldon Tanner
Asistente del Quórum de los Doce Apóstoles


Presidente McKay, hermanos y hermanas, me presento ante ustedes esta mañana con toda humildad. Deseo expresar mi sincera gratitud por la confianza demostrada por las Autoridades Generales, el presidente McKay y aquellos asociados con él, al llamar a alguien tan poco preparado para ocupar un puesto tan elevado en esta, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Nadie con menos capacidad podría ser llamado a esta posición. Deseo asegurar al presidente McKay, a los miembros de las Autoridades Generales y a ustedes, mis hermanos y hermanas, que haré mi mejor esfuerzo y estoy preparado para dedicar mi vida y lo mejor de mí a la obra del Señor.

Sé que esta es la Iglesia de Jesucristo, el reino de Dios aquí en la tierra, y sé que necesitaré su fe y sus oraciones. Les pido que me las brinden, para que pueda llevar a cabo esta labor de una manera digna de esta posición tan responsable y pueda representar a la Iglesia dondequiera que vaya de una forma que sea agradable a nuestro Padre Celestial.

En este momento, quisiera expresar mi sincero agradecimiento a mi familia. Mi tatarabuelo paterno fue un amigo muy cercano de José el Profeta. Y por parte de mi madre, ustedes han leído sobre James Brown y su obra, y conocen a Hugh B. Brown, quien es hermano de mi madre. Deseo agradecerles a todos ellos: a mi padre, quien fue uno de los hombres más finos que jamás conocí; a mi amorosa madre; y particularmente quisiera expresar mi profunda gratitud al élder Hugh B. Brown por la influencia que ha tenido en mi vida desde que era un niño. He tenido el gran privilegio de asociarme estrechamente con él a lo largo de mi vida.

Quisiera expresar mi aprecio por mi esposa. Probablemente podría mostrarles el tipo de mujer que es citando a mi madre, quien un día me dijo: «Eres afortunado, hijo mío, de tener a Sarah como esposa. Ella ha sido un gran apoyo para ti como esposa y una madre maravillosa. No cualquiera podría vivir contigo como ella lo ha hecho y soportar las cosas que ha tenido que soportar».

Tenemos cinco hijas encantadoras, y quisiera decirles cuánto aprecio su lealtad y fidelidad, lo poco que nos han preocupado y lo bien que están preparadas para aceptar cualquier llamamiento en la Iglesia.

Hablando de mi familia, supongo que debería decirles que tenemos veintidós nietos. Espero y oro para que ellos sigan adelante en la Iglesia.

Presidente McKay, nuevamente deseo agradecerle sinceramente a usted y a quienes le apoyan en este llamado. Quisiera reiterar que amo al Señor con todo mi corazón, y en este momento me comprometo a servirle a Él y a usted con toda mi alma, mente y fuerza (DyC 59:5). Oro por su fe, sus oraciones y las bendiciones de Dios, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.

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