Vivir y Enseñar la Verdad con Ejemplo

Conferencia General de Octubre 1960

Vivir y Enseñar la Verdad con Ejemplo

por el Presidente David O. McKay


Hermanos, hemos recibido grandes mensajes esta noche. Espero que esta vasta audiencia haya sido despertada a la realidad de que los enemigos de la verdad son tan activos hoy como lo han sido desde que Cristo fue tentado, y aún antes, cuando dos poderes estuvieron ante el Creador y cada uno presentó su plan.
Espero que también haya una conciencia igual de grande de que la responsabilidad de enseñar la verdad recae sobre el Sacerdocio de la Iglesia, como siempre ha sido.

Esta tarde, justo antes de venir a esta reunión, leí una línea del Jefe de los Apóstoles de hace dos mil años. Se dirigió a los ancianos de la Iglesia y dijo:

“Yo también soy anciano, y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que será revelada. Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros. Sed ejemplos de la grey. Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:1-9). Sed ejemplos de la grey.

Ahora, un testimonio. Cuanto más envejezco, más agradecido estoy por mis padres, por cómo vivieron el evangelio en aquella vieja casa de campo. Mi padre solía predicarlo, incluso a los visitantes que se quedaban en la casa—y ese era un lugar de paso para ellos—y tanto mi padre como mi madre vivieron el evangelio.

He sentido durante esta conferencia, quizá como nunca antes, que mi testimonio de la realidad de la existencia de Dios se remonta a ese hogar cuando era niño, y fue a través de sus enseñanzas y de su ejemplo que recibí en ese entonces el conocimiento de la realidad del mundo espiritual. Y testifico que es una realidad.

Para mí es tan fácil aceptar como una verdad divina el hecho de que Cristo predicó a los espíritus encarcelados mientras su cuerpo yacía en la tumba (1 Pedro 3:18-19) como lo es mirar sus rostros esta noche. Su cuerpo estaba en silencio. Su espíritu estaba en el ámbito espiritual con su Padre. Es verdad.

Y es igual de fácil para mí comprender que alguien puede vivir de tal manera que reciba impresiones y mensajes directos a través del Espíritu Santo. El velo es delgado entre quienes poseen el Sacerdocio y quienes están al otro lado del velo. Ese testimonio comenzó, repito, en mi hogar durante mi juventud, debido al ejemplo de un padre que honró el Sacerdocio y de una madre que lo apoyó y vivió conforme a él en el hogar.

No sé si Pedro tenía eso en mente particularmente cuando mencionó ser ejemplos de la grey (1 Pedro 5:3), pero sé que un hogar así es parte de esa grey. La influencia que se extiende desde su hogar llegará a todo el pueblo, al condado, a los barrios y a las estacas. Lo más precioso en el mundo es un testimonio de la verdad. La verdad nunca envejece, y la verdad es que Dios es la fuente de su Sacerdocio y del mío. La verdad es que Él vive; que Jesucristo, el Gran Sumo Sacerdote, está a la cabeza de la Iglesia y que todo hombre que posea el Sacerdocio, si vive de manera adecuada, sobria, trabajadora, humilde y con oración, tiene derecho a la inspiración y guía del Espíritu Santo. Sé que eso es verdad.

Que Dios nos ayude a defender la verdad—y mejor que eso, a vivirla. Ejemplifíquenla en sus hogares. No podemos expresar lo que debemos a nuestros padres. ¿Tendrán ustedes esa misma influencia en sus hijos, padres—padres y madres? Que Dios les dé el poder de lograrlo, para que ellos sean fieles hasta el final, hasta la muerte si es necesario, a la verdad del evangelio de Jesucristo, que magnifica a Dios, nuestro Padre, quien mira como nuestro líder, Salvador y Redentor del mundo, a Su Amado Hijo, Jesucristo; que se aparecieron al Profeta José y se revelaron en esta dispensación; que Su obra está establecida, para nunca más ser derribada ni entregada a otro pueblo (Daniel 2:44).

Satanás sigue determinado a salirse con la suya, y sus emisarios tienen poder hoy como no lo han tenido a lo largo de los siglos. Prepárense para enfrentar condiciones que pueden ser severas—condiciones ideológicas que parecen razonables—pero dependan de ese espíritu interior. Ustedes tienen el derecho de interpretar los susurros del Espíritu Santo. Son reales. Dios está guiando esta Iglesia. Sean fieles a ella, leales a ella. Sean fieles a sus familias, leales a ellas. Protejan a sus hijos. Guíenlos, no arbitrariamente, sino a través del amable ejemplo de un padre, de una madre amorosa, y así contribuyan a la fortaleza de la Iglesia ejerciendo su Sacerdocio en su hogar y en sus vidas.

Esto ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

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