CAPÍTULO 19
La obra en Gran Bretaña
Conferencia general, abril de 1960.
Algunos de los episodios y experiencias más conmovedores en la historia de la obra misional en esta dispensación ocurrieron en la región central de Gran Bretaña, en Preston. Los primeros misioneros allí fueron sometidos a una de las manifestaciones más intensas del poder de los espíritus malignos que quizá haya experimentado alguien. El hermano Heber C. Kimball, el élder Willard Richards, el élder Orson Hyde y el élder Isaac Russell vivieron, durante una hora y media —según lo cronometraron—, una espantosa demostración de ese poder.
El presidente Heber C. Kimball, al escribir sobre ello posteriormente, dijo:
“No puedo ni siquiera mirar atrás a esa escena sin sentir horror; sin embargo, mediante ella aprendí el poder del adversario, su enemistad contra los siervos de Dios, y obtuve algo de comprensión del mundo invisible.” (Orson F. Whitney, Life of Heber C. Kimball, Deseret Book Co., segunda edición, 1945, pp. 130–131.)
Cuando regresó a casa, preguntó al profeta José qué les había sucedido para que tuvieran que ser sometidos a tal experiencia, y el Profeta los sorprendió al decir algo como lo siguiente:
“Cuando oí de [su experiencia], me llené de gozo, porque entonces supe que la obra de Dios había echado raíces en esa tierra.” Luego relató algunas de sus propias experiencias y dijo esta declaración significativa:
“Cuanto más se acerca una persona al Señor, mayor será el poder que manifestará el adversario para impedir el cumplimiento de Sus propósitos.” (Ibid., p. 132.)
No cabe duda de que el profeta tenía en mente la aterradora experiencia que vivió en la arboleda cuando oró por luz y fue dominado por ese poder hasta que fue liberado por la llegada del Padre y del Hijo. Sin duda también pensaba en la ocasión en que fue por primera vez a ver las planchas, cuando, al tratar de recibirlas, volvió a presenciar una demostración de los poderes del mal.
Tuvimos el privilegio, mientras viajábamos por esa misma zona en Inglaterra, de seguir el camino que Wilford Woodruff recorrió guiado por inspiración, desde las fábricas de loza cerca de Hanley hasta Froomes Hill, probablemente a unos cincuenta o sesenta kilómetros al sur, donde, guiado por el Espíritu, encontró a un pueblo preparado para recibir a los siervos del Señor. Dentro de los dos días siguientes a su llegada, tras haber conocido a John Benbow y su esposa, y a aquellos afiliados a una secta llamada los Hermanos Unidos, bautizó a seis miembros; y en treinta días había bautizado a cuarenta y cinco predicadores de los Hermanos Unidos y a 160 miembros, y había obtenido la posesión de una capilla y cuarenta y cinco casas para usarlas como lugares de reunión. En ocho meses había bautizado a más de 1.800 personas, incluyendo a todos menos uno de los 600 miembros de los Hermanos Unidos y a 200 ministros de varias denominaciones en el área.
Como un verdadero misionero lo haría, sin jactancia escribió este sencillo resumen:
“El poder de Dios reposó sobre nosotros y sobre la misión en nuestro campo de trabajo. … Los enfermos fueron sanados, los demonios fueron expulsados y los cojos anduvieron.”
La obra de estos primeros misioneros no estuvo exenta de oposición, y más tarde, en un artículo en el Times and Seasons, relataron lo siguiente sobre la obra en los alrededores de Liverpool:
“[Los ministros] eran tan buenos en general y tan puros que no tenían lugar para el evangelio. Eran demasiado santos para ser justos, demasiado buenos para ser puros, y tenían demasiada religión como para entrar en el Reino de los Cielos.” Y luego añadieron:
“Parecía que se requería casi una trompeta tocada desde los cielos más altos para captar la atención del pueblo.” (Times and Seasons, vol. 2, p. 404.)
Pensé en esa experiencia cuando, después de que el presidente T. Bowring Woodbury de la Misión Británica hiciera todos los arreglos posibles para obtener la máxima cobertura publicitaria, a través de los grandes servicios noticiosos internacionales, sobre la organización de una estaca en Mánchester, descubrimos al día siguiente, en un lugar casi escondido de uno de los dos periódicos de Mánchester, esta breve referencia a nuestra conferencia misional en la que se creó dicha estaca y se organizó una nueva misión:
Los mormones británicos formaron ayer su primera diócesis en Europa durante una reunión masiva de más de 2.000 miembros de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días en Mánchester. El nuevo centro se construirá sin demora en Wythenshawe, Mánchester, a un costo de aproximadamente 100.000 libras. La diócesis, o estaca, abarca Mánchester, Halifax, Huddersfield, Dewsbury y Leeds.
(Manchester Guardian)
En un solo año, de 1840 a 1841—un año y catorce días, para ser exactos—nueve miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles fueron llamados a trabajar en la Misión Británica. Mientras tanto, en casa, esos años marcaron un período de algunas de las persecuciones más severas que la Iglesia sufriría en esta dispensación. En ese año y catorce días, los nueve apóstoles, junto con sus compañeros, establecieron ramas de la Iglesia en todas las ciudades y pueblos importantes del Reino Unido. Bautizaron entre 7.000 y 8.000 conversos. Imprimieron 5.000 ejemplares del Libro de Mormón, 3.000 himnarios y 50.000 folletos, además de publicar 2.500 ejemplares de la Millennial Star y dirigir la emigración de 1.000 almas a América.
Estas cifras de la obra misional en Gran Bretaña pueden darte una idea de lo que ha ocurrido en ese gran país durante el último siglo y cuarto. Entre 1849 y 1851 se realizaron más de 8.000 bautismos cada año, lo que equivale aproximadamente a 1.000 conversos por cada misionero en cada uno de esos años. El número total de conversos desde 1837, cuando se inició la obra, hasta finales de 1959 fue de 136.026. El número registrado de emigrantes durante ese mismo período fue de 57.159, y hay razones para creer que miles más emigraron sin que se llevara un registro oficial.
Doce de nuestras Autoridades Generales han nacido en Gran Bretaña. El élder Richard L. Evans, quien escribió una excelente historia de la Iglesia en Gran Bretaña durante los primeros cien años, estimó que un gran porcentaje de los miembros actuales de la Iglesia pueden rastrear su genealogía hasta el Reino Unido.
Por asignación de la Primera Presidencia, el domingo 27 de marzo de 1960 organizamos la Estaca de Mánchester con un total de 2.400 miembros—la primera estaca en Gran Bretaña.
Fue interesante descubrir que el liderazgo de la estaca, los barrios y las ramas estaba compuesto en gran medida por hermanos que eran conversos bautizados en la Iglesia hacía menos de cinco años. Esta estaca se ha convertido en un terreno de preparación para futuros líderes de organizaciones venideras.
Esta estaca [y otras estacas organizadas en las Islas Británicas desde entonces] permite que todo el programa de la Iglesia entre en funcionamiento, como una demostración ante el mundo para “resplandecer” como “estandarte a los pueblos”, mostrando la obra de la Iglesia en su plena expresión. Sion, que el Señor declaró que son “los puros de corazón”, en Gran Bretaña ahora “aumentará en hermosura y en santidad.” Sion está comenzando a “levantarse y vestirse con sus ropas hermosas.” (Véase DyC 115:5; 82:14; 97:21.)
En verdad, entonces, ahora empieza a edificarse “una defensa,… un refugio contra la tempestad y contra la ira cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra” (DyC 115:6), lo cual, según declaró el Señor, era el propósito de organizar una estaca. El poder de Dios vuelve a reposar en las misiones de Europa hoy, como lo hizo en el siglo que ha pasado.
























