Vosotros Sois la Luz del Mundo


CAPÍTULO 33

El glorioso propósito de la mujer

Relief Society Magazine, enero de 1968.


El Dr. David Sarnoff, a quien se le conoce como el padre de la televisión y la radio, dijo:

“Las personas más felices que he conocido no han sido los hombres de grandes logros mundanos o de grandes fortunas. Han sido las personas sencillas, felizmente casadas, con buena salud y una vida familiar armoniosa.” (Wisdom Magazine)

Una epístola dirigida a la Iglesia por el presidente Brigham Young y sus consejeros John W. Young y Daniel H. Wells declaró:

Entre los muchos deberes que recaen sobre nosotros, no hay ninguno que deba recibir más atención cuidadosa y constante que la educación de nuestros hijos. Son numerosos, y si se les entrena debidamente, se convertirán en una gran bendición para los habitantes de la tierra.
Los padres deben tomarse el tiempo —si no todos los días, al menos con la mayor frecuencia posible y sin dejar pasar muchos días— de reunir a sus familias e interrogarlas respecto a sus amistades, palabras, acciones, etc., y enseñarles los principios del Evangelio. Deben enviarlos con regularidad a la escuela diaria y a la escuela dominical, y proporcionarles todas las facilidades posibles para obtener una educación sólida y completa, especialmente en los principios del Evangelio y la historia de la Iglesia.
Los maestros a quienes confiamos la educación de nuestros hijos deben ser fieles Santos de los Últimos Días, firmes en la doctrina y completamente imbuidos del amor a Sion. De este modo, podremos criar una generación de hombres y mujeres que amarán y defenderán la verdad y la rectitud en la tierra. (11 de julio de 1877)

El presidente Joseph F. Smith, después de citar el mandamiento del Señor de enseñar a los hijos, contenido en Doctrina y Convenios 68, dijo:

Y si los padres no hacen esto y los hijos se extravían y se apartan de la verdad, entonces el Señor ha dicho que el pecado recaerá sobre la cabeza de los padres.
La pérdida de los hijos será cargada a los padres y ellos serán responsables por su apostasía y oscuridad.
Llegué a la conclusión, después de reflexionar sobre este asunto… No creo que me sea posible ser admitido en la exaltación y la gloria del Reino de Dios, si por negligencia de mi deber, mis hijos llegaran a ser hijos de tinieblas en este aspecto.
Mis hijos no deben, y no se apartarán con mi consentimiento. Rogaré por mis hijos; me esforzaré con todo el poder que poseo para que sean tan fieles y leales a este evangelio como lo sea yo; porque, sin todos ellos en el Reino de Dios, sentiría que mi hogar no está completo.

Recordarás que el Señor llamó a Samuel tres veces, y cada vez Samuel fue a Elí y le dijo: “Heme aquí; porque me llamaste.” Las dos primeras veces, Elí le dijo que no lo había llamado, pero la tercera vez percibió que era el Señor quien lo había llamado. Entonces el Señor, al reprender a Elí, dijo a Samuel:

“He aquí, haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos…
Porque ya le he dicho que juzgaré su casa para siempre por la iniquidad que él sabe.”

Ahora nota que dice que la iniquidad fue “porque sus hijos se hicieron viles, y él no los estorbó.”
(Ver 1 Samuel 3:3–13). Eso fue lo que causó la caída de Elí.

La importancia de enseñar el Evangelio en el hogar se expresa en la primera sección de Doctrina y Convenios, y también se revelan los propósitos importantes de la restauración del Evangelio, aplicados particularmente al hogar:

Para que también aumente la fe en la tierra;

Y en cuanto hayan errado, sea manifiesto;

Y en cuanto hayan buscado sabiduría, sean instruidos;

Y en cuanto hayan pecado, sean reprendidos, para que se arrepientan;

Y en cuanto hayan sido humildes, sean fortalecidos, bendecidos desde lo alto y reciban conocimiento de cuando en cuando. (DyC 1:21, 25–28)

El papel glorioso de la mujer: El rol de la madre

El papel de la madre en este evangelio vital y centrado en el hogar es claro. A continuación se presentan cinco de sus responsabilidades principales en el hogar:

  1. El primer consejo que le daría es este: No se rinda con el hijo o la hija que está atravesando ese estado insoportable de super-egoísmo por el que algunos adolescentes pasan. Le ruego que no se rinda con esos muchachos y muchachas. No se dé por vencida con el hijo o la hija que se encuentra en esa etapa imposible de independencia y desprecio por la disciplina familiar. No lo haga cuando muestren un asombroso nivel de irresponsabilidad. La persona que “todo lo sabe” y se siente autosuficiente no desea consejo alguno, porque para él, un consejo no es más que un sermón de un adulto que, según él, ya ha perdido conexión con la juventud. Saber no es suficiente: debemos aplicar. Estar dispuesto no basta: debemos actuar.

Una madre agobiada recibió una llamada de una amiga que le preguntó:
—¿Qué opinas de todos los disturbios que están ocurriendo en las ciudades del país?
Y esta madre respondió:
—Estoy tan ocupada apagando todos los pequeños disturbios en mi propia casa que no tengo tiempo para preocuparme por los disturbios de otros lugares.

Tuvimos un nieto misionero en la Misión Norte de Gran Bretaña. No llevaba mucho tiempo allí cuando escribió una carta interesante en la que decía que los consejos de sus padres ahora regresaban a él con gran fuerza. Era como un libro que había estado en una estantería durante diecinueve años y que recién ahora comenzaba a bajar y leer por primera vez. Así es tu hijo o tu hija. Tal vez pienses que no están escuchando. Tal vez ellos mismos piensen que no están escuchando. Pero llegará el momento en que tu ejemplo o tus palabras serán ese “libro” que tomarán y volverán a leer cuando más lo necesiten.

Hay fuerzas que entran en acción después de que los padres han hecho todo lo posible por enseñar a sus hijos. Una fuerza así influyó en el joven Alma, quien, junto con los hijos de Mosíah, intentó destruir la obra de sus grandes padres. Un ángel, recordarás, fue enviado y derribó a Alma. Estuvo como muerto durante tres días y tres noches, y el ángel dijo:

He aquí, el Señor ha escuchado las oraciones de su pueblo y también las oraciones de su siervo Alma, que es tu padre; porque él ha orado con mucha fe respecto a ti, para que fueras llevado al conocimiento de la verdad; por tanto, con este propósito he venido: para convencerte del poder y autoridad de Dios, a fin de que se contesten las oraciones de sus siervos conforme a su fe. (Mosíah 27:14)

Así también sucedió con Nefi, a quien sus rebeldes hermanos quisieron destruir. Él les dijo:

Sois rápidos para hacer iniquidad, pero lentos para acordaros del Señor vuestro Dios. Habéis visto a un ángel, y él os ha hablado; sí, habéis oído su voz de tiempo en tiempo; y él os ha hablado en voz apacible, pero estabais tan endurecidos, que no podíais sentir sus palabras; por tanto, os ha hablado como con voz de trueno, que hizo temblar la tierra como si estuviera a punto de partirse.

… En el nombre del Dios Todopoderoso os mando que no me toquéis, porque estoy lleno del poder de Dios, hasta el punto de que mi carne se consume; y quienquiera que ponga su mano sobre mí se marchitará como una caña seca; y será como nada ante el poder de Dios, porque Dios lo herirá. (1 Nefi 17:45, 48)

Recuerdo ahora un momento dramático durante un funeral, cuando el hijo rebelde de una madre a quien estábamos honrando pidió hablar. Y allí, con gran detalle y más franqueza de la que yo me habría atrevido a usar hablando de él —porque conocía su vida—, contó cómo, siendo un muchacho en crecimiento, había desobedecido por completo las amonestaciones de su padre y su madre. Ahora, finalmente, con sus padres fallecidos, comenzaba a leer, por así decirlo, ese “libro” que había estado sin abrir durante todos esos años. Y dio testimonio de la influencia que su madre y su padre habían tenido sobre él, incluso mientras transgredía casi cada ley existente.

  1. La segunda responsabilidad que enumeraría como deber de la madre es poner al padre como cabeza del hogar.
    Un juez famoso dijo que creía que la raíz de muchos de los problemas en hogares con hijos descarriados estaba en el descuido de este deber. ¿Cómo lo hace la madre? Alguien dijo que los niños pequeños pronto dejan de necesitar afecto, pero los padres nunca lo hacen. Esposas: nunca, nunca permitan que su esposo sienta que no lo comprenden. Pongan al padre como la cabeza del hogar.

El presidente Brigham Young dijo:

“Creo que algunos han enseñado que, al poner nuestros cuerpos en la tumba, resucitaremos con todos los impedimentos e imperfecciones que tuvimos aquí; y que si una esposa no ama a su esposo en esta vida, no podrá amarlo en la próxima. Esto no es así. Aquellos que alcancen las bendiciones de la primera o celestial resurrección serán puros y santos, y perfectos en cuerpo. Cada hombre y mujer que logre esa inefable bendición será tan hermoso como los ángeles que rodean el trono de Dios.” (Journal of Discourses, tomo 10, p. 24)

Así que, hermanas, púlannos todo lo que puedan mientras los tengan aquí, y luego esperen que el Señor continúe el proceso más allá del velo.

  1. Otro deber de la madre es incitar a su esposo a honrar su sacerdocio.
    Su esposo tiene la llave que abre la puerta eficaz hacia un hogar celestial en la eternidad para ella y sus hijos; y si él no honra el sacerdocio, ella y su familia sufrirán por ello, incluso hasta el punto de ser privados de ese hogar celestial sin él. Esposas, hagan las oraciones familiares, incluso si deben tomar la iniciativa. Procuren que sea él quien las dirija, si pueden. Asegúrense de que asista a sus reuniones del sacerdocio, que responda al llamado de hacer la enseñanza en el hogar, y luego hagan todo lo posible, con amor y paciencia, para ayudarlo a cumplir y magnificar sus deberes.
  2. A continuación, diría: recurran a la ayuda del sacerdocio al enfrentar problemas que para ustedes puedan parecer insuperables.
    A veces existe la tendencia de evitar al obispo, diciendo que está demasiado cerca, o que es muy joven e inexperto, o que no guardará confidencias —lo cual puede ser simplemente una excusa. Una mañana temprano recibí una llamada de larga distancia. La operadora me dijo que era una llamada por cobrar: “La persona que llama dice que pertenece a su iglesia y necesita ayuda.” Le dije: “Bueno, dígale que mire al otro lado de la calle: su obispo podría estar allí, o el presidente de estaca. Esa es una estaca completamente organizada, y no hay nada que se pueda hacer desde aquí que no se pueda hacer con los líderes que tiene justo a su lado.”

El obispo tiene a su disposición todas las fuerzas del sacerdocio para poner en marcha la acción necesaria, así que los miembros están perdiendo el tiempo si intentan acudir a las Autoridades Generales y saltarse al obispo y al presidente de estaca.

Recibí una carta de una dulce joven cuyo matrimonio yo había sellado años antes. Comenzaba hablando de sus problemas, y pensé: aquí hay un matrimonio en el templo que ha fracasado. Pero esto fue lo que dijo:

“Desde el inicio comenzamos a tener problemas. Tratamos entonces —y lo hemos hecho desde entonces— de entender por qué. No hubo una causa particular que provocara constantemente nuestras dificultades. Estábamos activos en la Iglesia, asistíamos a nuestras reuniones; orábamos; pagábamos el diezmo; regresábamos al templo con regularidad. Nos amábamos tanto y teníamos grandes expectativas de nuestro matrimonio. Luego esperábamos un bebé y, a pesar de nuestra enorme alegría por ese hijo que venía en camino, las cosas se pusieron tan mal que parecían insolubles.

Casi un año después de haber comenzado, sabíamos que no podíamos continuar juntos en esas condiciones, así que llamé al obispo, que también era nuestro amigo, y fuimos a verlo. Los tres hablamos… un poco. Sabes, no recuerdo nada específico de lo que se dijo, salvo el cuestionable consuelo que él ofreció al decir que él y su esposa también habían tenido una etapa difícil después de casarse. La implicación era: nosotros resolvimos nuestros problemas, ¿por qué ustedes no pueden?

Pero cuando salimos de la oficina del obispo, sabíamos que de alguna manera habíamos llegado al punto de quiebre. Habíamos tocado fondo y estábamos comenzando a salir de ahí. No puedo explicar por qué ni qué pasó, pero comenzamos a mejorar y desde entonces hemos seguido mejorando.”

Ese resultado feliz vino porque siguieron el consejo de acudir a su obispo.

  1. Finalmente, el último consejo que mencionaré es mantener a la madre del hogar en la “encrucijada” del hogar.
    Existe un gran peligro hoy en día de que los hogares se desmoronen debido a los atractivos que inducen a las madres a descuidar su presencia en casa cuando los miembros de la familia llegan o se marchan. Ahora bien, reconozco que algunas madres se ven en la necesidad de proveer sustento para su familia. Pero incluso en esos casos, las presidentas de la Sociedad de Socorro y los obispos deben tener cuidado de no dejar de prestar toda la ayuda posible a la madre de hijos pequeños, y de ayudarla, si es posible, a planificar la naturaleza de su trabajo o su horario. Todo esto está dentro del ámbito de acción de la Sociedad de Socorro en coordinación con el hogar.

Ruego que el Señor bendiga a cada uno de nosotros, y particularmente a nuestras esposas y madres, para que podamos estar a la altura de nuestras grandes oportunidades.
Las madres son las creadoras del ambiente en el hogar y hacen mucho para establecer un fundamento sólido para sus hijos e hijas, para darles fortaleza cuando salgan a enfrentar el mundo y se alejen de la influencia de su hogar. Que cada uno de nosotros edifique sobre ese fundamento firme, es mi humilde oración.

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